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lunes, 28 de febrero de 2011

Calles habaneras: verdaderos campos minados


Por Iván García

La Habana tiene precios de Londres y una infraestructura de Zimbawe. La vida es tan cara como Madrid o Berlín y las calles se parecen a las de Bosnia después de su guerra civil.

El estado de las vías habaneras es patético. Sobre todo el de las calles secundarias e interiores de la ciudad. Justo en la calle Milagros esquina a Diez de Octubre, en la barriada habanera de La Víbora, hay un hueco similar a los cráteres que dejan las bombas de 500 libras.

René, 45 años, por poco pierde la vida en ese socavón. Una noche de lluvia iba manejando distraído, cuando de repente su coche, un Ford del 56, que había soportado mil batallas y recorrido dos millones de kilómetros, quedó atrapado en la trampa que había en plena calle.

“Fue terrible. No se veía el huraco, pues el agua lo tapaba. El carro se introdujo casi dos metros dentro del hoyo. El golpe que sufrí fue violento. Perdí el conocimiento y me hice una brecha en la cabeza, me tuvieron que dar 23 puntos de sutura. Del auto para qué contar, quedó inservible. Para siempre”, cuenta tres semanas después del accidente.

Muchas calles e incluso tramos de la Autopista Nacional son una muestra clara de la desidia estatal en el asunto del mantenimiento vial. Verdaderas minas terrestres, por los daños que provocan a los coches.

Pregúntenle a Luis, turista español de paso por La Habana, cuántos pinchazos le ha provocado a su auto rentado el pésimo estado de las vías. “Tío, es horroroso. Y luego, para colmo, en toda la ciudad no encuentras un sitio donde echarle aire a los neumáticos”, acota con un enfado de mil demonios.

El gobierno invierte millones de pesos en la reparación de ciertas arterias principales. Pero el trabajo realizado es de escasa calidad. A los pocos meses, las calles están de nuevo repletas de baches.

El enemigo número uno son las roturas del acueducto. Cuando oscurece, un sinnúmero de calles parecen verdaderos ríos, donde el agua se pierde a chorros. Mientras la propaganda en la tele anuncia que debemos ahorrar el preciado líquido, cada noche el 60 % del agua potable no llega a su destino, por el deterioro evidente de los acueductos en la capital.

Esa agua que corre festinadamente por las calles de la ciudad es una bomba de relojería. Los famosos baches habaneros han provocado numerosos accidentes. A ratos, intentando esquivarlos, los conductores provocan colisiones fatales.

Tome nota. Los accidentes de tránsito son la quinta causa de muerte en Cuba. Aunque la densidad de coches en la isla no es comparable con las grandes urbes europeas, el número de muertos y heridos crece en flecha.

El gobierno intenta paliar el problema. Y desde el 1 de agosto ha puesto en vigor una ley de seguridad vial más exigente. No está mal. Pero antes debiera reparar las calles de la ciudad. Que no tienen nada que envidiarles a las de Zimbawe.

domingo, 27 de febrero de 2011

Kenny G: Havana

sábado, 26 de febrero de 2011

Nuevas medidas de Western Union hacia Cuba


A partir del lunes 20 de diciembre de 2010, las remesas familiares desde Estados Unidos a Cuba a través de Western Union podrán recibirse en pesos convertibles y no en dólares, informó la compañía, que también redujo las tarifas sobre los envíos.

La cantidad máxima de dinero que puede remitirse por cada transacción a la isla ascendió de 5 mil a 10 mil dólares. Esta decisión beneficiará directamente a los cubanos que reciben remesas en la isla, quienes a partir de ahora no tendrán que hacer ningún tipo de conversión para recibir su dinero.

La compañía recibió la aprobación de la Oficina de Control de Activos Extranjeros (OFAC) del Departamento del Tesoro de EE.UU para comenzar el pago de transferencias de dinero a Cuba en el peso cubano convertible (CUC).

Con el cambio implementado se elimina el impuesto del 10 por ciento establecido por el gobierno cubano para las remesas en dólares. Desde hace varios años, agencias de envío de remesas ya entregaban en CUC los dólares enviados a la isla.

Western Union también redujo las tarifas de los envíos. Ahora, por el pago de 5 dólares se podrá mandar hasta 50 dólares y por el pago de 12 dólares, se puede enviar entre 100 y 150 dólares. El envío de hasta 1,000 dólares está sujeto al cobro del ocho por ciento, y de 1,000 dólares en adelante, al siete por ciento, informaron agentes de la compañía.

Los beneficiarios en la isla recibirán la cantidad de CUC o “chavitos” sujeta a las tasas de canje dólares/CUC en las oficinas de la compañía. Actualmente, por cada 100 dólares, después del pago de 12 dólares por el envío a través de Western Union, se reciben 89.90 CUC y por 200 dólares, 179.80 CUC.

El anuncio amplía las facilidades que dio el presidente Barack Obama en abril de 2009 para los viajes familiares y envío de remesas a Cuba. Desde el pasado año, no existe límite para la cantidad de dinero que puede enviarse a Cuba como ayuda familiar y cobro de herencias.

"Este es un gran paso que beneficiará a los cubanos que viven en la Isla, que ya no tendrán que hacer ningún tipo de conversión para recibir su dinero. De igual forma esta medida agilizará los trámites para el pago de las remesas'', dijo a Efe Victoria López Negrete, vicepresidente de Productos para Estados Unidos de Western Union.

"Western Union envía dinero a Cuba desde 1999 y cuenta con más de 150 oficinas en la isla donde tratamos de prestar un servicio rápido y eficiente. Esta nueva medida hará más fácil nuestro trabajo'', agregó López.

La medida permitirá a cualquier persona que vive en Estados Unidos enviar giros de dinero a Cuba a parientes con segundo grado de consanguinidad como tíos y primos, además de padres, hermanos e hijos, y recibirlas de forma más directa.

López Negrete indicó que su empresa puso en marcha la campaña '50 Días Para Compartir', que permitirá por las fiestas de fin de año enviar dinero a menor costo y obsequiar tarjetas prepago como regalo de navidad por diferentes montos de dinero y con servicio de entrega a domicilio.

"De acuerdo a un sondeo de opinión pudimos identificar que la preferencia de la gente para regalar dinero en efectivo subió de un 44 por ciento en el 2009 a un 52 por ciento este año ya que la gente cree que es más útil el dinero que un regalo; debido a la crisis que sufre el país'', aseguró la ejecutiva.

La campaña que se inició el 9 de noviembre y termina el 25 de diciembre también invita a los clientes de Western Union a votar en su página de internet cinco instituciones de beneficencia, reconocidas por Unicef y que trabajan por el cuidado de los niños.

Por Información tomada de Ivette Leyva Martínez, del blog Café Fuerte y la agencia EFE/Miami.
Foto: AP. Sucursal de Western Union en La Habana.

viernes, 25 de febrero de 2011

Las imprescindibles "mulas"


Por Iván García

Eliseo, 39 años, se considera un benefactor público. Un tipo que siempre es bienvenido. Desde hace una década, este cubanoamericano es una ‘mula’. Reside en la ciudad de Miami y al año realiza unos quince viajes a la isla. A veces más.

Ahora mismo, desde su móvil, llama a su chofer habitual, para que pase a recogerlo a la entrada del aeropuerto internacional José Martí, al sur de La Habana. Carga un ramillete de bolsos y maletines.

En La Habana estará un día. Su misión es descargar las 150 libras de alimentos, medicinas, electrónicos, ropa, zapatos y juguetes, entre otros, en una casa de su confianza, donde posteriormente, se encargarán de hacerlo llegar a sus destinatarios.

Eliseo tiene montado un pequeño negocio que funciona a todo gas, en particular en el mes de diciembre. Cobra 5 dólares por cada libra de alimentos o medicinas y 10 dólares por cada libra de otros artículos. Para pasar ciertas mercancías reguladas en Cuba, discretamente desliza un billete de cien en los bolsillos de autoridades aduanales.

Cuando George W. Bush dio una vuelta de tuerca al embargo contra Castro, Eliseo siempre se las agenciaba para traer productos y cantidades de dinero que violaban leyes de Estados Unidos. “Ahora con Obama todo es más fácil”. El actual inquilino de la Casa Blanca ha dado pasos para facilitar las relaciones familiares.

Desde el 20 de diciembre de 2010, por la Western Unión se pueden girar hasta 10 mil dólares. Los residentes en la isla, además, podrán cobrar en pesos convertibles. Ante la perentoria necesidad del billete verde del 'enemigo imperialista', el gobierno cubano eliminó el gravamen del 10% al dólar.

El 25 de octubre de 2004, un enfadado Fidel Castro, pillado supuestamente lavando 3 mil 900 millones dólares viejos en el banco suizo UBS -algo prohibido por el embargo-, durante una
comparecencia televisiva, anunció un impuesto al dólar del 10%. A partir del 8 de noviembre de ese año, la única divisa que circuló en Cuba fue el peso cubano convertirble (CUC).

Las remesas familiares y el trasiego de bienes por las 'mulas', en buena medida apuntalan a la frágil e ineficiente economía insular. Según organismos internacionales, sólo por concepto de remesas, al gobierno le entrarían unos mil millones de dólares anuales.

Darío, 52 años, economista, considera que podría ser el doble. “Hay mucho dinero que no se contabiliza. Es una fuente que permite ingresar dinero fresco a las arcas estatales. El gobierno lo sabe y no lo va a perder de vista. Es probable que en meses venideros lo estimulen aún más”.

En Miami, decenas de agencias se dedican al envío de paquetes y dinero a Cuba. Mientras, los cubanos en la isla no cesan de pedirle a sus parientes, desde culeros desechables y tenis hasta laptops y televisores de plasma.

Si se aboliera el embargo, el intercambio de mercaderías y capitales, podría superar los 5 mil millones de dólares anuales. Y si el régimen de La Habana derogara leyes absurdas que impiden a los cubanoamericanos invertir en el país donde nacieron, los números podrían triplicarse.

Lo cierto es que el embargo no ha impedido que las familias en la isla reciban dinero, por una u otra vía. Tampoco alimentos, medicinas y otros artículos.

Eliseo asegura que obtiene cerca de 2 mil dólares de ganancias al mes. “Si es fin de año, un poco más. De cualquier manera, a pesar de que vivo de este ‘bisne’ (negocio), me satisface ver la alegría de la gente cuando reciben los paquetes, o mientras usted les cuenta un fajo de billetes. Pero sobre todo me quedo con los rostros ilusionados de los niños, cuando ven desempacar juguetes y golosinas”.

Momentos como ésos hacen sentir a Eliseo un Papá Noel en versión tropical. Las familias de las dos orillas se lo agradecen.

jueves, 24 de febrero de 2011

País de papel

Por Raúl Rivero

La nomenklatura, los medios de comunicación y grupos de adoradores del santoral comunista protagonizan ahora mismo en Cuba un acto de ilusionismo conturbador, que consiste en vivir en un país imaginario, en una nación que ellos inventan cada amanecer.

Es el terreno ilusorio de funcionarios, burócratas y pícaros que permutaron el convulso territorio nacional por un archipiélago truculento, que sacan de los bolsillos de las guayaberas, de la Sansonite, de los despachos refrigerados y de los manuales de Constantinopla.

Es un país aséptico, compacto, grávido de victorias y realizaciones, sin flora ni tierra ni manantiales, hecho de ráfagas constantes de oratoria, de mares de tinta, cadencias guerreras y paralizado en imágenes del pasado.

Es una nación hilarante y terrible, viva artificialmente junto a la verdadera, la dramática, la sombría, la violenta, la dura, la compleja y desconcertada Cuba.

Sucede que el mismo día que grandes sectores de la población viven las angustias de las mesas desnudas, se anuncia en un periódico que la provincia de La Habana, "tiene acumulada un promedio de 357 gramos de hortalizas por habitantes, o sea, 57 por encima de lo establecido por la FAO".

Mientras la televisión pasa tres culebrones colombianos, uno cubano y otro melodrama japonés, otro medio despliega este conmovedor titular: "¡Cultura, qué despegue!"

Se debate el problema de los mercados asiáticos de la langosta, y un funcionario llama a elevar la pesca y la eficiencia. Eso es un asunto del país de papel porque en el auténtico al ciudadano que sorprenda la policía con una langosta, viva o muerta, va a parar a la cárcel o se le impone una multa delirante.

En la Cuba de tinta todo marcha según los planes, todo es perfecto y orgánico, el repertorio de consignas crece, los héroes se agigantan en su quehacer diario y los noruegos comienzan a aceptar su fracaso porque tienen menos médicos por habitantes.

En la de verdad, los planes fracasan, hay corrupción, la gente rechaza las consignas, está aburrida de los héroes y no quiere saber de Noruega ni de la FAO cuando se enferma o tiene hambre.

En esa isla de ficción se odia a muerte al enemigo y las heridas, las guerritas fratricidas y las escaramuzas y contiendas se reabren a cada rato parta que vuelva a brotar la sangre y se mantenga la tensión y la discordia y la división de la familia y el encono.

En la Cuba real se pide paz, reconciliación, reencuentro, remedio, alivio, tranquilidad, se reclama no olvido sino reflexión, se añora una atmósfera de reunificación y convivencia.

Ahí está ese país falso que se enciende con el furor de los discursos, de la letra inocente y la palabra dócil y que se desvanece y se apaga con la cercanía y el contacto.
Y aquí la otra, en las brasas de julio, anónima, plural y soñadora.

Cubafreepress, 20 de julio de 1999
Foto: becario, Panoramio.

miércoles, 23 de febrero de 2011

Un europeo recorre Cuba

Por Tania Quintero

Le llamaremos William, un nombre bastante común en cualquier idioma. Él nos contó sus peripecias a cambio de que no reveláramos su verdadera identidad. "Es que si algo aprendí de mis viajes a Cuba, es que uno tiene que cuidarse. De las autoridades y de la gente, porque cualquiera lo mete a uno en un lío".

Aunque William domina el español convidó a un amigo cubano, Carlos, a acompañarle en su recorrido de dos semanas. "Comenzamos por Pinar del Río, regresamos a la capital y luego de cambiar el carro por uno mejor, emprendimos el viaje hacia las provincias orientales".

La aventura comenzó cuando quiso acreditar también a su acompañante para alternar como chofer y los funcionarios de Havanautos le dijeron que eso era algo prohibido para los cubanos residentes en Cuba. "O sea, que si Carlos fuera un cubanoamericano o un hispanocubano, no hubiera tenido problemas para manejar el Mitsubishi". Son cuestiones que William no entiende. "Si uno en su país se dedica a leer e informarse sobre Cuba sólo a través de la propaganda oficial, sufre un fuerte trauma cuando llega aquí. Porque una cosa es lo que se dice en las publicaciones para atraer turistas y otra la realidad".

La discriminación hacia los nativos William la volvió a constatar cuando llegaron a Holguín y quiso alojarse una noche en un hotel de la costa. Habían hecho el largo recorrido desde La Habana y querían descansar, bañarse, comer, al otro día ir a la playa y después seguir su itinerario. Pero la empleada de la carpeta fue tajante: "No está permitido que un extranjero se aloje con un cubano en una misma habitación".

De nada valió la explicación de William de que ni él ni su amigo eran homosexuales. Molesto, dio media vuelta y se marchó. "Como llevaba un mapa busqué la carretera hacia Banes. No hice más que entrar al pueblo y vinieron dos muchachos en bicicleta y nos propusieron habitaciones en una casa particular. Por 60 dólares, una señora nos rentó dos habitaciones, una con aire acondicionado y otra con dos ventiladores". Además de la estancia por una noche, esa cantidad incluía comida y desayuno.

Luego de recorrer Banes buscaron el camino que conduce "un lugar muy feo llamado Moa. No nos detuvimos más hasta llegar a Baracoa, meta de mi viaje". Baracoa, la primera villa fundada por los españoles, en 1512, es un municipio de Guantánamo, la más oriental de las provincias cubanas, a casi mil kilómetros de La Habana.

El impacto que William recibió de La Farola y otros paisajes naturales de esa región, en su opinión sólo son comparables con la belleza de Viñales, en Pinar del Río, y la playa Marea del Portillo, en la provincia Granma, donde disfrutó, por primera vez, de la tibieza de las aguas del Caribe. "No tiene nada que envidiarle a Varadero, excepto la arena, que no es tan blanca ni tan fina".

Pero lo que más le llamó la atención fue comprobar que por muy alejado que sea el lugar, en todas partes el amo y señor era el dólar. "La búsqueda de dólares ha cambiado a los cubanos. Ni el más aislado campesino desaprovecha la oportunidad para vender en moneda dura".

Para William, resultó una vergüenza descubrir las ventas ilegales de tabacos, caracoles, careyes y cotorras vivas o disecadas. Y constatar que los 'paladares' (restaurantes privados) a los extranjeros a escondidas ofrecen carne de res, camarones y langostas. O de especies vedadas como la caguama y la tortuga.

"Pero lo peor para mí fueron las constantes proposiciones de adolescentes, algunas casi niñas, y de varones también muy jóvenes, al percatarse de que andábamos sin mujer y pensaban que éramos gays". En más de una oportunidad, les propusieron mariguana, "de la buena, de la que tiran los traficantes al mar y recalan en las costas cubanas".

Carlos, el cubano acompañante, contó que en Baracoa había una 'paladar' atendida por muchachos expertos en el trato con homosexuales. "No pudimos comer, estaba repleto, sobre todo de extranjeras, fascinadas por los dependientes morenos".

En Camagüey pasaron un mal rato. Al hospedarse en una casa, el dueño, un hombre joven, les confesó tener "una legión de unas treinta mujeres, entre 14 y 30 años, de cualquier raza y fisonomía". William dijo sentirse asqueado con las propuestas del dueño de la vivienda, que incluían "chicas dispuestas a hacer cuadros lésbicos, a gusto del consumidor".

Tal vez la mayor sorpresa fue constatar que en Santiago de Cuba, supuestamente cuna de la revolución, encontraron las personas más adversas al régimen. En ningún otro lugar, dijeron, "nos hablaron tan mal de la revolución como en Santiago de Cuba".

Por Cubafreepress, 4 de septiembre de 1998.
Foto: Cargando madera en Baracoa, el municipio más oriental de Cuba.

martes, 22 de febrero de 2011

Caída en barrena del béisbol cubano


Por Gilberto Dihigo*

El béisbol cubano en el 2010 perdió 5x2 ante República Dominicana en la final del pre-mundial de Puerto Rico para cerrar cinco años consecutivos sin grandes títulos internacionales y continuar su caída en barrena.

Como siempre ocurre, el gobierno culpará al embargo del imperialismo, a las fugas de peloteros, al mago Merlín, al rey Arturo, a James Bond, a Mickey Mouse, y a cualquiera que se le ocurra. Menos reconocer al verdadero culpable: el propio régimen castrista.

Es que para una sociedad tan perfecta como dice la propaganda del sistema en que viven los cubanos, no le es permitido imaginarse que su funcionamiento es un desastre y siempre es mejor acusar a los enemigos del exterior que encontrar lunares defectuosos en su interior.

Precisamente del paraíso socialista fueron expulsados por el 'máximo líder' los peloteros profesionales en los tempranos años 60, quien para ratificar la “sabia medida” acuñó aquella frase, de triunfo de la “pelota libre sobre la pelota esclava.”

Claro, resultaba fácil en aquellos tiempos enunciar doctrinas y darlas como valores absolutos porque todavía el mundo era muy amplio y los cubanos estábamos aislados por nuestra condición de isla.

Sin embargo, en la actualidad dentro de esta aldea global que es el mundo contemporáneo en que un hecho es registrado a los dos segundos de realizarse y donde internet nos une incluso en los sitios más recónditos, ya no es tan fácil disfrazar una verdad.

No es la pérfida CIA culpable de que los lanzadores cubanos no tengan control en sus lanzamientos y necesariamente se vean obligados a ir por el centro del plato para buscar el strike, con lo que son fácilmente bateados. Ese mal del control del pitcheo cubano se aprecia cuando a la mitad del campeonato nacional (45 juegos) el promedio de bases por bolas rebasan los ocho boletos.

La paciencia en el plato para batear es un hábito que no tienen los jugadores cubanos en el torneo nacional y ese desespero es mortal cuando enfrentan a lanzadores experimentados en eventos internacionales, sobre todo cuando todos quieren ser héroes y batear jonrones. En términos generales no se aprecian variantes ofensivas para producir carreras. No es el 'imperio yanqui' culpable tampoco de esa pobreza táctica.

El desastre del campeonismo de las EIDE (escuelas de preparación deportiva) desde hace tiempo también afecta, porque los entrenadores en vez de enseñar aspectos técnicos a los muchachos sólo se preocupan por ganar y apenas le corrigen defectos. Esas lagunas técnicas ya incorregibles de los jugadores se contemplan cuando llegan a compromisos mayores.

Esos problemas son elementales y resulta evidente que los jugadores cubanos lo desconocen y si no recuerden la cantidad de movimientos ilegales que le decretaron a los lanzadores en el último clásico. De eso tampoco son culpables los cazatalentos.

Y si a todo esto sumamos que el campeonato juvenil, cantera lógica para la selección de mayores es una bazofia, que hay pocos terrenos de béisbol que tengan calidad, que no hay uniformes, ni materiales para entrenar, que los preparadores infantiles y juveniles no tienen motivación, encontramos varios factores detonantes para esta baja en general del beisbol cubano.

A todo eso hay que agregar también que frente a esos horrores del paraíso socialista, sin alicientes, ni esperanzas de crecimiento, se yerguen ahora las referencias de una buena cantidad de muchachos que brincaron a la “pelota esclava”, quienes elevaron su calidad deportiva y mejoraron sus niveles de vida.

Sin embargo, el régimen cubano considera traidores a estos deportistas que juegan en Grandes Ligas y los circuitos profesionales, quienes en su gran mayoría si se les pide, jugarían con la selección cubana en los eventos internacionales.

La negación no es porque juegan en la "pelota esclava" sino por el ejemplo que le darían estos jugadores a sus “peloteros libres”. El ejemplo de movilidad, independencia personal y condiciones económicas sería mortal para su sistema de vigilancia y control.

¿Y estas derrotas del béisbol harán cambiar al régimen su política y permitirán una apertura? Lamentablemente, para esos cientos de jóvenes que desean medirse a otro nivel en el beisbol hay que decirles que no.

El sistema castrista por su propia naturaleza totalitaria y censuradora no doblará su brazo y no permitirá intercambios de jugadores con las grandes ligas, -aunque les pese el sitio donde mejor béisbol se juega en el mundo- ni autorizará la creación de academias de la gran carpa dentro del país y seguirá comulgando su vieja y obsoleta filosofía.

Este tipo de institución que abre las Grandes Ligas y que ya poseen países europeos como Holanda e Italia resulta beneficioso en el desarrollo del béisbol. Por ejemplo, en Venezuela y República Dominicana las academias resultan provechosas para el béisbol invernal local como para las propias ligas mayores.

Falta de conocimientos técnicos, atraso teórico, insuficiencia de material deportivo, desmotivación personal y un campeonato nacional mediocre, sumado a un sistema político intransigente e inamovible en los conceptos contemporáneos deportivos, son varias de las piezas que conducen al béisbol cubano a una bancarrota total con derrotas en dos clásicos, dos mundiales, los juegos olímpicos de Beijing y otros torneos importantes.

La nave victoriosa del béisbol cubano se hunde a ojos vistas, poco a poco, de manera inexorable.

* Periodista cubano residente en Estados Unidos. Hijo de Martín Dihigo.
Foto: El lanzador Norge Luis Vera cargó con la derrota ante Dominicana

lunes, 21 de febrero de 2011

Cosas de la familia


Por Juan Cruz

Cambio de viento en Cuba, parece. Pero de eso no iba a hablar; iba a hablar de un extraño record, el de la permanencia de la familia Castro en el poder; el mayor de los Castro dirige los destinos de la isla desde el 1 de enero de 1959, ininterrumpidamente. Desde hace unos años su hermano lleva las riendas, al menos aparentemente, aunque atendiendo sin duda el aliento al parecer omnisciente del pariente de mayor edad.

Es extraño, tanto tiempo creyendo imprescindible su propia opinión, sus propias decisiones, su propia estima sobre la hacienda pública y sobre las personas que la revolución puso a su mando. Es extraño, además, que durante años (y aún ahora, sin duda) a muchos nos pareciera bien, que consideráramos que, en aras de la revolución, era bueno que lo inaceptable entre nosotros (el gobierno omnímodo de un hombre sobre los demás hombres) nos resultara perfectamente adecuado para los cubanos; que nos pareciera bien acusar de reaccionarios a los que nos contradijeran en nuestra manera de verlo: el mejor gobierno de Cuba es aquel que conduce Fidel.

Fuimos guevaristas, fuimos fidelistas, fuimos procubanos, en el sentido de que éramos procubanos de la Cuba mandada por Fidel; la otra Cuba era la Cuba que no estaba en Cuba, o que al menos no merecía estarlo. A lo largo de la historia ha habido quiebras en esas vocaciones, y algunos, ay, las hemos perdido. En un tiempo perderlas, quebrarlas, era signo de debilidad y de impureza; eso ha cambiado a lo largo del tiempo, no ha habido manera de aguantar ese pantano sin que se derramara el agua empozada que contenía. Pero esto ya es política, o ética. Yo hablaba de otra cosa, de esa extraña apropiación del poder por parte de un apellido, quería hablar del poder de una familia, o de un jefe de familia, para atribuirse el mando como algo propio. Y no sólo del poder político, grande, enorme, el poder sobre los otros. Ni siquiera en el poder chiquito conozco una tan larga permanencia al mando.

No tengo en la memoria ninguna esfera de la vida en la que un solo hombre lleve durante más de medio siglo los destinos de una sociedad, de una tienda, de una firma, a lo largo de más de medio siglo sin otra interrupción que la que él mismo administrara. Dudo que aquellos logros que muchos de nosotros defendimos a favor de la Cuba de los Castro (la educación, la medicina, etcétera) sirvan como datos suficientes para recordar ya como positivo tan largo periodo, pero todo este tiempo quizá sirva, me parece, para anotar a favor de esta familia un record mundial.

Es triste que tanta historia se traduzca tan solo en un record, pero así son las cosas, a lo mejor lo que en algún momento se propuso Fidel fue cumplir años en el poder para poder exhibir un día el dudoso record que ahora ostenta. 53 años mandando. No está mal, estando, por cierto, bastante mal.

Bitácora de Juan Cruz, El País, 5 de enero de 2011
Foto: Tomada del blog Along the Malecon.

domingo, 20 de febrero de 2011

Moda cubana

sábado, 19 de febrero de 2011

Mi amigo Pedrito


ITS 3time in Cuba!

Por Tania Quintero

Pedro Contreras nació en La Habana en 1943, un año después que yo. Tiene un amplio curriculum profesional. Pero para mí, era y sigue siendo, mi amigo Pedrito.

En 1974, cuando comencé a publicar en la revista Bohemia, Pedrito pertenecía al Departamento de Diseño, que dirigía el caricaturista Antonio Marín, más conocido por Ñico.

Mi amistad con Pedrito se afianzó a partir de 1979-80, durante mi estancia en el equipo de periodistas de la Sección Económica, al frente del cual se encontraba Alberto Pozo, gran comunicador.

En la Sección Económica de Bohemia era obligado hacer investigaciones. Al inicio, me centré en averiguar todo lo relacionado con la industria de las pieles y el calzado en Cuba. El primero de esos reportajes versó sobre el tiburón. Se titulaba "El tiburón: fiero, pero rentable" y para su emplane conté con el apoyo de Alistoy. Al igual que Pedrito, Alistoy pertenecía al Departamento de Diseño dirigido por Ñico e integrado por Hortensia Dejú, Enrique Agramonte, Xiomara Crespo y Peyi, entre otros.

Con Alistoy llevaría a cabo otras investigaciones, relacionadas con los círculos sociales obreros y el tiempo libre de los jóvenes. Si mal no recuerdo, el tema de la vestimenta lo incorporé a mi agenda periodística a finales de los 70, cuando a nivel de calle se debatía el uso del short en la juventud.

Entre los partidarios de generalizar su uso en un país de clima cálido, se encontraba Raúl Castillo, quien aspiraba a abrirse paso en el mundillo de la moda. Un mundillo complicado, no sólo por las carencias y escasa información, si no porque Castillo, además, pertenecía a una familia humilde de la raza negra. Y en esa época, en Cuba el futuro de los negros estaba en la música y los deportes, no en la moda.

Así que mis primeros trabajos relacionados con el vestuario fueron a partir de haber conocido a Raúl Castillo y éste haber ganado un concurso de diseño de ropa convocado por Cachita Abrantes, entonces al frente de La Maison, hasta hoy, la más conocida boutique y pasarela cubana de moda, en la barriada de Miramar, La Habana.

Después, y con la ayuda de Pedrito, en la Sección Económica comencé a publicar notas sobre moda y diseño. Ya él era licenciado en historia del arte y por su cuenta continuaba ampliando sus conocimientos, pero fue a partir de esa colaboración conmigo que su faceta creativa salió por completo a flote.

A principios de los 90 le vi por última vez. Veinte años después, gracias a internet, me he reencontrado con mi amigo Pedrito. Le deseo mucha salud, para que pueda seguir enriqueciendo su impresionante curriculum.
Foto: La Habana, enero de 2004. Pedro Contreras, durante un conversatorio con un grupo de alumnos del Instituto Superior de Diseño Industrial. Tomada de la web International Talent Support.

viernes, 18 de febrero de 2011

La revolución y el vestuario


Por Pedro Contreras

Quienes vivieron los años 60 recuerdan ese período como la época más hermosa de sus vidas. Fueron años difíciles, pero llenos de esperanza, años de ruptura y de fundación. La intensidad con que se vivía, la posibilidad de realizar los sueños, el contacto con tanta gente dispuesta a crear con amor el traje, la casa y el país digno para todos, decidieron al diseñador español Fernando Ayuso (1931-2004) a quedarse en Cuba para siempre. Lo suyo fue el traje, esa «segunda piel» de los humanos, la primera protección del cuerpo y uno de sus medios de expresión e identidad.

Los que realizaban una revolución deberían tener un traje revolucionario, un traje tan bello como económico y funcional. Esto lo comprendió Vilma Espín, presidenta de la Federación de Mujeres Cubanas, y por ello le encargó a Ayuso -quien ya había dado pruebas de talento en su boutique Corinto y Oro- la creación del Taller Experimental de Diseño.

Ubicado en la céntrica Rampa, el Taller orientaría a la población y a la industria de confecciones en algo que no debía descuidarse: la imagen del hombre y la mujer. En aquel espacio se ubicaron talleres, oficinas y un espacio expositivo vanguardista, diseñado por su esposa -la arquitecta cubana Ana Vega- la «vidriera mágica» en la que de un modo novedoso, cada noche de sábado, con acompañamiento musical del Grupo de Experimentación Sonora del ICAIC, un equipo de modelos -entrenadas en el propio taller con el apoyo de expertas como Norka y Norma Martínez- presentaba las propuestas en un nuevo estilo, dinámico, audaz como la ropa que portaban.

Fue Ayuso quien lanzó en Cuba, desde esa vidriera, la minifalda, el empleo del short como prenda de vestir para hombres y mujeres, la ropa en mezclilla de variados colores y gramajes propuestos por el propio Taller a las textileras. Estas soluciones luego serían constantes en la moda internacional, pero a ellas se llegó aquí tempranamente como respuesta creativa a condiciones económicas adversas. Todo esto constituyó una verdadera revolución en el vestir, a tono con lo que sucedía en el país en otros sectores de las artes visuales.

El trabajo de Ayuso en el Taller es trascendente. La enseñanza de lo que allí crearon él y sus eficaces colaboradores es útil y necesaria, aún hoy, cuando a pesar del tiempo transcurrido, la industria nacional no logra satisfacer demandas elementales de la población.

En los años 60 escaseaban también las materias primas para la confección textil. Esto llevó al diseñador a la experimentación con textiles económicos de fabricación nacional que no habían sido empleados antes en vestuario social -la lonetilla que se fabricaba para catres, el lienzo de los sacos de azúcar, la gasa para cubrir las siembras de tabaco, el céfiro de la ropa de trabajo- que se enriquecieron con los cortes, combinaciones novedosas de materiales así como tejidos de punto y estampados serigráficos realizados en el propio Taller.

Fernando Ayuso fue profesor de quienes serían los mejores diseñadores cubanos de vestuario escénico y social, en la Escuela Nacional de Arte y en el Instituto Superior de Diseño Industrial. Su creatividad y nivel de exigencia en cuanto al dominio de la tecnología de la confección, en el Taller de Verano de la EMPROVA (Empresa de Productos Varios), su asesoramiento al Fondo Cubano de Bienes Culturales y al Taller Quitrín, son recordados mediante testimonios, dibujos y fotos de sus obras en la exposición que el grupo Persona y la Casa de la Obrapía inauguraron en su sede de Obrapía entre San Ignacio y Teniente Rey, en la Habana Vieja.

En esa oportunidad se produjo un emotivo encuentro entre familiares, amigos, antiguos colaboradores y un público joven, deseoso de conocer sobre una figura y una obra que aún pueden resultar inspiradoras.

Opus Habana, 15 de febrero de 2008.

jueves, 17 de febrero de 2011

Vestirse en Cuba


Por Iván García

En Cuba hay dos tipos de ciudadanos. Los que pueden entrar a las elegantes boutiques y comprar ropas de marca y los que tienen que conformarse con apretar sus narices detrás de las vidrieras.

En muchas ciudades del mundo, diciembre es mes de rebajas. En La Habana no suele serlo. En 2010, en una circular a los gerentes de tiendas por divisas, se enumeran los artículos que serán rebajados este fin de año.

No es para tirar cohetes. Pero algo es algo. A la espera de ese día, Yuliet, 25 años, empleada de un hotel, se da un salto hasta el complejo de tiendas Comodoro, ubicada al oeste de La Habana, para mirar los precios de un par de vestidos de la marca Mango.

“Si no encuentro lo que busco, iré a Zara, a ver qué están vendiendo”, dice mientras revisa las mercaderías, todas carísimas.

Lo de los precios es abusivo. Un par de tenis de calidad para una niña, fácilmente puede costar 50 dólares. Y si es Adidas, Nike, Puma, Levi's o Guess, puede rondar o superar los 100 dólares.

En la calle Obispo, una arteria repleta de tiendas por divisas, en la Habana Vieja, Román, 43 años, maestro, mueve la cabeza de un lado a otro al descubrir los precios en una peletería.

“Es el colmo, necesito un par de zapatos para ir como testigo a la boda de un amigo y sólo tengo 40 dólares. Llevo siete horas dando vueltas por todas las tiendas. Me ha gustado este modelo de cuero italiano, pero cuestan 120 dólares”, expresa desilusionado.

Comprar bueno en Cuba es una misión imposible. Nada puede resultar barato cuando usted tiene que pagar con una moneda que no recibe cuando cobra (el salario promedio en la isla es de 12 dólares).

A ello se ãnade que, además de la ropa y el calzado, para comprar determinados artículos comestibles y de aseo, tienes que pagar en pesos cubanos convertibles o cuc, la divisa cubana.

Y de donde viene la moneda dura ya se sabe, de USA, el territorio “enemigo” de Fidel Castro. También de Europa y América Latina: hay cubanos regados por medio mundo.

Aunque los dólares o euros son un bicho raro para un 40% de cubanos que no tienen acceso a divisas, los precios de ropa y calzado se han encarecido en un 30% en los últimos cinco años.

Súmese que el gobierno de Castro grava las divisas entre un 18% y 12%. Un casino para el Estado. Sin hacer inversiones, sólo por ese 'impuesto revolucionario' (implantado por Castro en octubre de 2004), ingresa cerca de 600 millones de dólares anuales.

No es el único. Está el impuesto a los productos en las 'shoppings' o tiendas recaudadoras de divisas, que en ocasiones supera el 240%. Eso no impide que artistas, intelectuales, músicos y jineteras de lujo, compren en Cuba ropa y calzado de marca sin mirar los precios. Ni siquiera pestañean a la hora de pagar la factura.

Son los menos. La mayoría tiene que marcar el número telefónico de su familia en Miami, Madrid o Roma. O arriesgar el pellejo en cualquier negocio clandestino que le dé jugosas ganancias.

Desde antes de 1959, los cubanos tienen la costumbre de estrenarse una muda de ropa para recibir el nuevo año. Por esas fechas, las tiendas suelen estar de bote en bote. Pese a la cuestionable calidad de la oferta. Y que La Habana es tan cara como Nueva York.

Foto: Camagüey, noviembre de 2009. Desfile de moda del diseñador cubano Evidio Perdomo.

miércoles, 16 de febrero de 2011

Xenofobia y migración

Santiago de Cuba, Cuba, tren de la habana-santiago

Por Laritza Diversent

Ana Luisa Millares, holguinera de 43 años, lleva menos de ocho viviendo en un barrio de La Habana. Nadie se explica cómo, en tan poco tiempo, le pusieron una línea de teléfono y le asignaron una 'misión' (trabajo de cooperación) en Venezuela. Regresó cargada de equipos electrodomésticos y dinero suficiente para, en menos de doce meses, construir su casa.

Sus vecinos están molestos con el aumento del nivel de vida de la señora Millares. Muchos no han logrado en su vida la mitad de lo que esta mujer consiguió. En tono de desprecio y a sus espaldas, le dicen “la palestina”, como los habaneros llaman a los nacidos en las provincias orientales.

La migración, principalmente del campo hacia la capital está determinada, en primer lugar, por la diferencia en el desarrollo económico y social de las provincias del país. Por otra parte, el gobierno suple con los orientales, la fuerza de trabajo en los oficios que los habaneros rechazan.

Del tema se habla poco o nada. Hasta hoy, ningún análisis sociológico explica el por qué del recelo de los habaneros respecto a los orientales. Incluso normas legales impuestas por el gobierno para frenar la migración hacia la capital, como el Decreto 217 del Comité Ejecutivo del Consejo de Ministros, refuerzan ese sentimiento de repudio.

Algunos justifican este rechazo con hechos históricos. Según alegan, cuando los guerrilleros, en su mayoría orientales, llegaron a La Habana en enero de 1959, destruyeron la capital. Convertidos en grupo dominantes se hicieron de los mejores inmuebles de la ciudad, para ellos y sus familiares. Desde entonces, como la agrupación musical los Van Van canta, “La Habana no aguanta más”.

Entre los habaneros existen otras hipótesis. Hay quienes opinan que es un problema de idiosincrasia y aseguran que los orientales suelen ser incondicionales al gobierno y, a su vez, los más hipócritas. También se argumenta que los principales dirigentes del gobierno se nominan y eligen por los territorios orientales de donde proceden.

Otros mencionan una realidad: los orientales integran mayoritariamente la policía, la principal fuerza de represión de la ciudadanía en la capital. Un oficio rechazado por los capitalinos, incluso desde antes de que triunfara la revolución en enero de 1959.

El hecho fue reconocido por Raúl Castro en la clausura de la primera sesión parlamentaria del año 2008, cuando afirmó que “si no vienen los orientales a cuidar a los habaneros, empiezan a incrementarse los robos”. Frase que tiene más de una interpretación.

En realidad es el propio gobierno quien fomenta la migración desde otras regiones hacia la capital. El propio Raúl Castro preguntó: “¿Quién va a construir en La Habana si no vienen de casi todo el país, y muy especialmente de Oriente, los constructores? Hasta maestros hay que traer de las provincias del interior y sobre todo de Oriente. Y la capital creo que es la que mas habitantes tiene”.

Esta situación ha determinado que en La Habana los ciudadanos oriundos del oriente del país sean más vulnerables desde el punto de vista social. Y algunas actitudes, incluso, pueden calificarse de xenófobas. Asunto donde el gobierno tiene la mayor responsabilidad. Por una parte frena la migración vulnerando los derechos fundamentales de estas personas. Y por otra, la estimula, según su conveniencia.

Cubanet, 17 de diciembre de 2010.
Foto: ranitadejere. El tren es el medio más utilizado por los orientales para trasladarse a La Habana. También el utilizado por la policía para deportarlos a sus provincias de origen.

martes, 15 de febrero de 2011

El transporte urbano también ha empeorado


Por Iván García

Esteban, 43 años, demora cuatro horas diarias entre la ida y el regreso a su centro laboral en las afueras de La Habana. Cerca de las 7 de la mañana, junto a un racimo de gente, intenta abordar el ómnibus de la línea P-8 en Acosta y la Calzada 10 de Octubre.

“Desde hace unos meses, el servicio de ómnibus urbanos ha caído en picada. Desconozco las causas. Cada día es una calamidad ir a trabajar”, apunta sudoroso después de correr 60 metros para abordar un ómnibus que se detuvo fuera de la parada.

En Cuba, el único medio de transporte público masivo y barato son los ómnibus urbanos (cuestan menos de 0.05 centavos de dólar). El servicio de taxis estatales está desaparecido. Es una flota de Lada fabricados a mediados de los 80 en Rusia.

Autos que llevan entre 20 y 25 años de servicio y por lo general están en mal estado técnico. El Estado se los ha arrendado a sus choferes, que tienen que pagar los arreglos y el combustible extra luego de cumplir media jornada prestando asistencia en hospitales, funerarias y terminales aéreas.

La tarifa es de diez pesos (0.50 centavos de dólar, el salario promedio de un día), la misma de los taxis particulares. Pero hay muy pocos Lada en servicio. Y nadie que utiliza el transporte público para ir a la 'pincha', se le ocurre gastar parte su salario diario para llegar a tiempo a su puesto de trabajo.

Entonces, la única opción son los ómnibus. En 2008 el gobierno adquirió cerca de 750 buses en China, Rusia y Belarús para mejorar el desastroso servicio de la capital. Se diseñó una línea principal de 17 rutas denominadas con la letra P, y que suelen recorrer las principales arterias de la ciudad.

Estos ómnibus son articulados y en sus inicios tenían una frecuencia entre 5 y 10 minutos en las horas picos. Se creó también una red de buses de apoyo, cuyo objetivo era transportar personas hacia los barrios interiores y zonas suburbanas donde las líneas principales no solían llegar. Tienen la letra A y su frecuencia era de 25 minutos.

Pero a mediados de 2009, con la política de ahorro de combustible y la vuelta de tuerca a la crisis económica local, se detuvo la compra de ómnibus y la mejora en la calidad de los servicios de transporte urbano sufrió un retroceso.

Todo se fue al garete. En diciembre de 2010 la situación es precaria. Los planes previstos se han quedado a medias y el medio millón de personas en paro ha provocado que diariamente un número mayor de habitantes intenten trasladarse en bus.

A toda hora las paradas están repletas de personas ansiosas y desesperadas por llegar a su destino. Las líneas principales como el P-12 o el P-16 pueden demorar hasta 45 minutos en pasar.

El resto de los P también ha empeorado su frecuencia. Y esto provoca ómnibus atestados todo el día. Alberto, trabajador de la empresa Metrobus a cargo de la transportación habanera, asegura que más de 80 ómnibus están parados. “Por falta de financiamiento y deudas con China y Rusia no se han podido adquirir baterías, neumáticos y otras piezas fundamentales para el mantenimiento de estos vehículos”, señala.

Ante esa realidad, habaneros como Esteban tendrán que seguir sufriendo cada mañana para intentar llegar puntual a su trabajo. Como la mayoría de los sectores económicos en la isla, las inversiones en el transporte urbano están paralizadas. Hasta nuevo aviso.

Foto: Caridad, Havana Times.

lunes, 14 de febrero de 2011

domingo, 13 de febrero de 2011

"El trabajo, al carajo"



Nuevo testimonio enviado desde La Habana por el mismo amigo que nos autorizó a reproducir una carta enviada a su hermano en Estados Unidos y que los días 23 y 24 de enero publicamos en este blog con el título "Esto aquí está que no se calcula". Al igual que en aquella ocasión, haremos las aclaraciones pertinentes (los lectores extranjeros no conocen determinados localismos) y omitiremos o cambiaremos los nombres, tanto del autor como de las personas mencionadas. Que viven en Cuba y a todas las conozco (Tania Quintero).

Hoy es viernes y nos vamos temprano porque van a fumigar. A cada rato, una o dos veces al mes, fumigan por lo del mosquito Aedes Aegypti. Eso es bueno porque nos vamos temprano, a eso de las dos de la tarde. El trabajo, al carajo. Total, si aquí hay una bonanza económica que podemos permitirnos esos lujos.

Por cierto, aunque no se ha dicho nada, en Cuba hay cólera. Hace como dos meses que fui a casa del médico que me trata y me dijo que Luis había pasado por allí porque estaba contagiado de cólera. Hace unos días le pregunté y me dijo que Luis ya estaba bien. Aquí, por supuesto, ni media palabra del cólera, eso es para los haitianos a los que estamos ayudando con tanto entusiasmo.

Como salí temprano del trabajo, me fui a una panadería de pan por la libre. Eso, mi hermano, no lo conoces, pertenecen a la Cadena Cubana del Pan, que por 10 pesos te venden una flauta de pan de corteza dura hecho como se debe hacer el pan, no como la chancleta que dan por la libreta de racionamiento. Además, hacen pan integral a 5 pesos y tiene aproximadamente la mitad de la flauta. Hacían pan suave del mismo tamaño a 3 pesos, pero no lo están haciendo sin que se sepan las razones. Quizás sea por la falta de azúcar, que según los panaderos, es lo que ablanda la masa horneada para que salga suave.

El pan ahí lo despachan a eso de las 12 del día y quería comprarlo para llevar a casa. Iba a comprar también del integral, aunque ya el otro día la esposa de profesor de yoga, me dijo que ese pan no es hecho cien por ciento con harina integral. Se lo dijo una panadera con la cual habló: "Si no, la gente no lo compra y entonces lo que hacemos es mezclar las dos harinas".

Cuando tú oyes esas cosas te quedas como anonadado. ¡Coño, si yo compro pan integral, es integral, no una cosa que no es ni pan blanco ni integral! Si no lo compran es porque no les gusta o no les interesa ese pan. Pero el que lo busca es porque le gusta o lo necesita por problemas de salud. ¿Ustedes se dan cuenta la clase de estupidez, anormalidad e imbecilidad generadas por este maldito sistema?

Son más de las 12 y media y no ha salido el pan. Por eso cuando llegué no había cola, aunque esta panadería es un remanso de paz. Tendré que ver en la que está en Carlos III o la que está en Reina, lugares de mayor circulación, y donde las colas son eternas y kilométricas. Dijo una tipa que saldrá a la una y pico por lo que ya me jodí, pues la guagua pasa a las dos, así que buscaré el pan en otro lado. Quizás en la de Monte que también se pone del carajo, pero bueno, probaré.

Esto del pan se va poner difícil. No sé si saben que Raúl (el dos, hermano del uno) dijo que este año no van a importar harina, toda la que se use se va a 'molinar' en el país. Parece que él confía mucho en la capacidad de los molinos de Regla o no sé si habrá otros. Uno se da cuenta por el tamaño de los panes, tanto por la libre como por la libreta: se han reducido, pero los precios siguen igual. Puede que también se deba al robo, que se ha incrementado para poder abastecer a los cuentapropistas que elaboran pizzas y otros productos a base de harina.

Te diré que ya dieron luz verde para la botazón de gente en mi empresa, debe concluirse en marzo y van a empezar a preparar los expedientes, la semana próxima veremos qué pasa. viene. .

Leí tu correo sobre el empleo y los datos que me pides. Además de la mayor o menor magnitud de los precios, la zozobra para conseguir lo que uno necesita (algo que mansamente no puedes hacer, ir a comprar lo que uno quiera cuando uno quiera), le añade un componente que encarece más el producto si bien no en términos de precios sí en términos de stress, cosa que no ocurre en ningún país normal.

Por ejemplo, ahora quiero conseguir apio, algo tan simple como eso, y en los mercados no hay. Eso lo sacan únicamente en los huertos de la llamada "agricultura urbana", áreas de terreno en medio de la ciudad donde siembran y venden algunos vegetales. Prácticamente esos huertos están yermos en verano y solo funcionan más o menos en invierno, cuando se puede sembrar y cosechar vegetales. No obstante, no todos los vegetales están disponibles ni siquiera en esta temporada y si no vas temprano, a lo mejor se acaban.

Para discutir sobre ese tema, lo primero es llegar a un acuerdo sobre qué entienden los involucrados por 'canasta básica'. Creo que la FAO tiene una definición que abarca incluso ropa, calzado, cine y teatro, además de alimentos. Aquí le llaman 'canasta básica' a la mierda que dan por la libreta y eso ni de lejos llega a la definición de la FAO. ¿Tú viste el asunto de la leche de los niños? Hasta yo que vivo en La Habana me he quedado boquiabierto. Como ya en la familia no tenemos niños pequeños, uno no se imagina por dónde andan las cosas.

Acabo de enterarme que a la panadería de la esquina y a la que hay en el Centro de Elaboración les suspendieron la asignación de azúcar. Eso traerá como consecuencia que no puedan hacer pan suave porque ése necesita del azúcar para su preparación. ¡Qué barbaridad en el país que fuera el primer productor de azúcar del mundo!

Me he enterado de que ya hay 60,000 trabajadores despedidos, 1,500 han sacado licencias para vender CDs y DVDs (copias piratas, por supuesto) y 5,000 sacaron para alimentos ligeros. ¡Cómo se va a poner esto!

Hace dos días, Arturito estuvo en la casa, para devolverme la memoria con unos videos que le di (nos intercambiamos videos cuando tenemos) y me contó que a un amigo de él, que es joyero y trabaja por Infanta, cerca de San Rafael, le tocaron dos tipos para pedirle que les soldara un anillo y cuando los dejó entrar, los tipos sacaron una pistola y un cuchillo, lo redujeron a él y a la muchacha que lo ayuda y se llevaron todas las joyas que tenía allí.

El domingo hablé con una mujer que vive por La Palma y me dijo que llevaba como cinco días sin una gota de agua, al igual que la compañera mía de trabajo que vive por Mantilla (ésta lleva seis meses). Parece que la 'epidemia' de la falta de agua va avanzando por toda la ciudad. Hasta ahora nosotros no hemos tenido afectación.

Después de no sé cuántos meses aparecieron las papas. Antes de eso, el presidente (Raúl, el dos, hermano del uno) había dicho que la papa iba a estar por la libre. Pero después de unos meses, cuando salió la primera avalancha al mercado, empezaron a reducirse y al final las papas se perdieron. Bueno, como pasa con todo en esta isla de mierda. Ahora volvieron a salir las papas y, según la tía Marta, en el parque Trillo vendieron y la cola llegaba hasta Zanja. Bueno, no era una cola, era un tumulto. Y, por supuesto, con las correspondientes broncas y coladeras.

Estuve en la Feria del EJT (Ejército Juvenil del Trabajo). La perrera y colas por las papas eran increíbles, después de varios días vendiéndolas. Yo no hice la cola porque si he vivido sin papa hasta ahora, me da lo mismo seguir sin ellas. Cuando se acabe la matazón, las compraré.

Ya arreglaron los horarios de las agencias bancarias, pero yo andaba buscando un certificado en el Registro Civil y cuando llegué ya habían cerrado. Hoy decidí quedarme a trabajar y no moverme para adelantar. Mañana sábado veré si en el banco me quieren atender, porque dicen que abre "pero no para todas las cosas".

Isaac Delgado: El solar de la California

sábado, 12 de febrero de 2011

De los solares habaneros



Por Zoé Valdés

Yo nací y crecí en un solar de La Habana Vieja, lo que está ampliamente comprobado. También estuve a punto de perder la vida con sólo 10 años en el derrumbe de ese solar, que estuvo situado en la calle Muralla 160, entre Cuba y San Ignacio, en el corazón de La Habana Vieja. Mi abuela fue la última en quedarse en el solar, se negaba a irse, y aunque aceptó el albergue de la calle Monserrate no le gustaba la comida que nos daban: jurel tieso con un arroz insípido, todo frío, porque era una comida que llegaba en cantinas. En ese lugar, el albergue de Montserrate, hacinados, vivimos durante años. Allí debíamos vivir, dormir, en literas en fila.

Había un piso de mujeres y niños, y otro para hombres. Las broncas sucedían a diario, y presencié fajazones a machetazos limpio. Las condiciones para el baño eran deplorables, sobre todo para los niños asmáticos como yo. Mi abuela consiguió entonces que la taquillera del cine Actualidades nos permitiera lavarnos en los lavabos del cine, y con un jarro y una palangana nos aseábamos a pocos pasos donde cantaban a dúo Françoise D’Orléac y Catherine Deneuve. También pasábamos horas y noches enteras viendo cientos de veces la misma película en aquella sala en penumbras.

Pero mi abuela estaba obsesionada con sus animales, doce jaulas de canarios, palomares en la azotea del solar, una jicotea, un gallo nombrado Solito, porque no había quien se le acercara de los picotazos que daba, la cotorra, el gato, el perro. Todo eso en un cuarto. Cuando declararon al inmueble en mal estado, nos obligaron a ir al Albergue de Monserrate, y no nos confirmaron nunca fecha de duración de permanencia en aquel sitio horroroso. Cada día, mi abuela entraba conmigo, a escondidas, en el solar de Muralla (nos habían advertido que si nos sorprendían entrando en el solar nuestras posibilidades de recibir el derecho a una casa serían mínimas), subíamos sorteando los huecos y los apuntalamientos, y entrábamos en el cuarto a darle de comer a los animales, y de paso comíamos nosotras.

Precisamente estábamos comiendo arroz y huevo, cuando una boronilla empezó a caer desde el techo. Mi abuela cogió un cofrecito del altar de la Santa Bárbara, a mí me dio un halón de la mano, y nos precipitamos hacia la escalera. El edificio se derrumbó detrás de nosotros, pudimos contemplar el derrumbe desde la acera del frente; la fachada, sin embargo, quedó intacta. La polvareda apenas nos permitía ver, y después de unos segundos de parálisis corrimos desquiciadas hacia Inquisidor donde teníamos a unos amigos. Lo perdimos todos. Nuestros animales murieron. Hubiera podido ser peor, por supuesto. Mi madre se encontraba en el trabajo.

Así soportamos, sin nada, viviendo de la caridad de algunos familiares y vecinos, dos largos años que a mí me parecieron siglos. Fueron, sin embargo, los dos años de mi vida de mejor rendimiento escolar. Hasta que nos permitieron alquilar una nueva vivienda, siempre con el gobierno de propietario, hasta que la pagáramos entera. Mi madre nunca pudo terminar de pagarla, lo hice yo después de llevar unos cuantos años de trabajo. La nueva vivienda fue un apartamentico de un cuarto, una sala pequeña, un baño y una cocina diminutos, para mi madre y yo, en la calle Empedrado. Mi abuela le tocó lo mismo en la calle Infanta, pero no sobrevivió más que seis meses al dolor de haber perdido sus animales y sus pertenencias.

Sin embargo, yo no me siento orgullosa ni por el contrario avergonzada por haber nacido y crecido en un solar, y luego en un albergue. Simplemente fue lo que me tocó, y eso fue lo que trajo el barco. Eso soy yo. En mi solar había gente de todo tipo, la mayoría muy educada. Eran personas criadas antes de la revolución. Mi mejor amiguita era Maritza Landa Lora, y también sus dos hermanos eran mis amigos, ambos de procedencia campesina, y Julia, una negrita cocotimba con una voz de ensueño. Luego estaba una mulatica que se llamaba Cira, y después estaban Laura, la hija de la mulata Mechunga, que tenía fama de chusma, pero jamás la vi en nada que tuviera que ver con bronca de solar ni cosa que se le pareciera remotamente. Putona sí que era, y muy graciosa.

La mayoría de los negros eran maestros, enfermeros, y músicos. La gallega Nieves y Osiris la asturiana nunca supe a lo que se dedicaron después que les nacionalizaron la quincalla y la bodega, ah sí, el marido de la segunda se ahorcó y ella se dio candela poco tiempo después, dentro del cuarto, y junto con la mulata Mercedes fueron las más conflictivas. Luego estaban Los Mocosos, que eran una familia de asmáticos a los que siempre se les salían unas velas verdosas enormes de las narices, a los que me unía precisamente la enfermedad. Gracias a nosotros, los asmáticos, fue que la Reforma Urbana se apresuró a darnos el derecho a otra vivienda.

En mi solar había chismes, enredos, dimes y diretes. Sin embargo, las broncas a piñazos siempre se ventilaban en la calle, fuera de la vista de los niños. Los niños éramos sagrados. Sólo vi dos broncas, mi abuela con la santera Mercedes, en un lío de clientes-creyentes, mi abuela también era santera. Y otra en relación al rescabuchador del baño colectivo, Luis, el marido de Eva, la madre de los asmáticos, al que le cayeron a seborucos y a improperios debido a su maldito vicio de mirahuecos, en que no perdonaba ni a los hombres.

El Albino era considerado un dios, no se metía con nadie, y cocinaba unos frijoles negros que solamente de recordar el olor no puedo evitar relamerme de gusto.

Y claro, estaban los macheteros permanentes, los ñángaras de turno, y los oportunistas del Comité de Defensa de la Revolución. Esos eran los más conflictivos, los que siempre querían sobresalir, destacarse, tirando mierda encima de los demás, pero de manera muy “fizna y apreparada”, e incluso convirtiéndolo todo en un problema político. Ellos estaban por encima de todos nosotros, ellos eran los buenos, los héroes, los cabecillas, los jefes, los que controlaban la vida de todos nosotros. Por supuesto, a ellos les dieron casa primero que a los demás.

Sus hijos eran los mejores en sus escuelas –según ellos-, y nos trataban a nosotros, los hijos de los obreros, como si fuéramos mierda. Es más, apenas nos miraban. Éramos escoria, basura, para ellos, claro.

Debo aclarar que jamás he renegado de dónde vengo y tampoco he despreciado a ninguna de las personas que conformaron aquel universo que fue mi infancia. Cada una de esas personas me enseñaron algo, me enriquecieron. Y como nadie es perfecto, de ser una niña tímida, enfermiza, delgadita, a la que le encantaba patinar de la casa a la iglesia, corriendo el riesgo de que me apedrearan al entrar y al salir de la iglesia del Espíritu Santo, o de la Merced, pasé de un mundo apacible a un mundo violento, en una noche, cuando en la esquina de San Ignacio, Andresito me pidió que perteneciera a la pandilla del parque Habana. Yo tendría nueve años y medio, a la mañana siguiente falté a clases y me fui con ellos a brincar de azotea en azotea, a visitar peligrosos derrumbes, a volar papalotes, y a robar palomas. Hasta que mi abuela se enteró y los morados de la paliza me duraron un mes. Así se enseñaba en mi época.

Los que me conocen saben que jamás me vieron en enredos de ningún tipo, ni hablando mal de nadie, ni en el chisme, y mucho menos en el brete. No necesito de eso. Jamás he necesitado de nada de eso para construir la obra que he construido sola, sin apoyo de nadie, al contrario, a contracorriente. Lo que sí aprendí en mi poco tiempo de pandillera es que incluso entre los pandilleros hay códigos que se respetan, y amistades que no se traicionan, y una ética en la que las cosas se dicen de frente. Y que no se puede conseguir adeptos para luego mofarse de ellos traicionándolos o escondiéndoles información, peloteándoles la bola, para mantenerlos a distancia.

El desprecio es lo que peor yo llevo, debe ser el resultado de mi infancia solariega. Porque en múltiples ocasiones vi cómo los hijos de los pinchos eran mejor tratados, a ellos se les daba todo, mientras que a los hijos de los trabajadores nos dejaban para último y nos despreciaban y humillaban de manera insolente.

Sin embargo, yo desprecio a los insolentes. Desprecio su manera de expresarse, la manera de hablar, los tonos de la voz, como si hubieran nacido colocados encima de un pedestal, y por tripa del ombligo una medalla condecorativa. Desprecio a los zoquetes, profundamente, porque detrás de cada zoquete hay un ignorante. Detrás de cada insolente inevitablemente hay siempre un acomplejado, alguien al que la vida no le ha costado nada, porque sencillamente se la ha inventado, porque todo es mentira en la vida que llevan, y jamás han tenido que esforzarse trabajando duro, es más, cuando tuvieron la oportunidad de hacerlo salieron huyendo del trabajo y del esfuerzo como del diablo.

Por eso, cuando observo a un zoquete de éstos rebajar las críticas que se hacen en democracia a insultos solariegos, me río a carcajadas. En primer lugar porque sin ir más lejos, en el Parlamento francés, en la Asamblea, los insultos y las broncas que se arman son peores que las que presencié yo en un solar de La Habana Vieja, y es que eso es también la gran política.

Por otro lado, para mí el solar cubano significa precisamente el resultado de eso que algunos llaman identidad, y yo llamo expresiones del mestizaje. Una de las primeras películas cubanas después del triunfo de Aquel Desastre en 1959, se llamó -no por gusto- Un día en el solar. Su autor es uno de los más reconocidos escritores y dramaturgos cubanos (y francés) del exilio: Eduardo Manet.

Por eso, responder a una pregunta haciendo alusión a conductas solariegas, con cierto desprecio, apartándose de ellas con insolencia y velada zoquetería, corresponde a una de las actitudes más castristas y comunistas que se hayan visto jamás. Quien así habla, mintiendo además, no puede apreciarse a sí misma, porque no aprecia el universo en el que nació y creció, lo que siempre deberemos comprobar, dado que este tipo de personas es muy proclive al engaño y a la mentira sobre su propia vida, y a esconder sus verdaderos móviles para conseguir sus propósitos.

Yo vivo en una sociedad libre, hace mucho tiempo que dejé el solar, pero no me avergüenzo de haber nacido y crecido en uno de ellos, es más, toda mi literatura surgió de allí. De las lecturas que también allí hice, en el cuarto donde leía debajo de un bombillo pelado. Muchas de las personas que engrandecieron nuestra cultura y lucharon por la libertad de Cuba vivieron en solares: José Martí, Juan Gualberto Gómez, Julián del Casal, y asi, infinitamente. Muchos de ellos prefirieron a los “chusmas plebeyos” leales a la libertad de Cuba, que a los “criollos” falsamente patricios que vendieron al país. Porque de eso se trata, de vender un país que sólo ha existido en las ínfulas de grandeza de unos cuantos de ellos, que han tenido como modelo única y exclusivamente a Fidel Castro.

Video: Sonia Calero y Roberto Rodríguez bailan el Dúo de la escoba, en una escena de Un día en el solar, de Eduardo Manet. Realizada en 1965, fue la primera comedia musical cubana filmada en technicolor.

Blog de Zoé Valdés, 14 de diciembre de 2010.

viernes, 11 de febrero de 2011

Emilio Bacardí Moreau, narrador infantil


Por Carlos Espinosa Domínguez

Amalia E. Bacardí Cape, la menor de las hijas del escritor santiaguero Emilio Bacardí Moreau (1844-1922), ha recordado que durante su primera infancia, nunca se fue a la cama sin que antes su padre le narrara un cuento. “Cuántos imaginó, no lo sé. Pero por cientos han de haberse contado”, comentó.

Tras la muerte del autor de Doña Guiomar, entre sus papeles apareció un cuaderno que decía Cuentos de Amalia, y que contenía seis de aquellas narraciones. La hija confiesa que no sabe por qué su padre escogió esos textos y no otros, aunque se inclina a pensar que fueron los primeros que escribió para un probable libro dedicado a los niños. Posiblemente fue así y el proyecto quedó sin ser concluido, quién sabe por qué razones.

Amalia entregó aquel manuscrito a la Sociedad Lyceum, que entonces dirigía Georgina Shelton. En diciembre de 1950, con motivo de las fiestas navideñas, la prestigiosa institución femenina lo publicó, con el título de Cuentos de todas las noches. Los primeros ejemplares los recibieron los niños de la Biblioteca Juvenil que desde hacía varios años funcionaba en el Lyceum. La edición llevaba una portada de Marta Arjona e incluía unas sencillas y simpáticas ilustraciones de María Luisa Ríos. Asimismo Amalia redactó un breve texto para presentar las narraciones, en el cual expresa: “Como el cuento infantil y nacionalista no abunda entre nosotros he pensado que estos cuentos míos, estos Cuentos de todas las noches, de Emilio Bacardí Moreau, podrían ser útiles a los niños de Cuba. Por eso, salen hoy a la luz”.

No creo que sean muchos los que conozcan ese libro. Aparte de esa primera edición, existe otra que apareció en España (Editorial Playor, Madrid, 1972), como parte de las obras completas del escritor preparadas por Amalia. En Cuba, la Editorial Oriente lo reeditó en 1993 (al parecer, antes se había publicado en Santiago de Cuba en 1985, pero las referencias que he hallado son poco precisas). Cuentos de todas las noches tampoco ha merecido la atención de la crítica bienpensante y sesuda, que se mantiene incólume en su convencimiento y su buena conciencia de ignorar la literatura dirigida al público infantil. Hay, no obstante, una excepción doblemente valiosa que quiero destacar.

En marzo de 1949, Mirta Aguirre publicó en Bohemia un artículo titulado “Una faceta desconocida de Don Emilio Bacardí”, que además de ser un inteligente análisis del libro, posee el mérito adicional de haber visto la luz cuando el libro aún estaba inédito. En diciembre de 1950, desde las páginas de esa misma revista Aguirre volvió sobre el mismo, esta vez a propósito de su presentación en el Lyceum. Son dos textos críticos que aportan una justa y equilibrada valoración del libro y sesenta años después siguen siendo una referencia imprescindible.

Tan pronto como uno comienza a leer el libro de Bacardí Moreau, lo primero que sorprende es la cubanía del escenario y los personajes: “Allá por las llanuras donde se asientan los Mangos de Baraguá -célebres en la Historia de Cuba porque en este lugar el General Antonio Maceo levantó su protesta contra el Pacto del Zanjón que puso término a la Guerra de los Diez Años, diciendo enérgicamente: ‘¡no!’- el guajiro Liborio había construido su bohío de guano y yaguas. Allí con su burén de fabricar casabe, su pilón para pilar café tostado, sus taburetes de cuero sin curtir, una olla para el ajiaco, una buena mujercita, su caballito criollo y dos perros flacos, Liborio vivía feliz e independiente”. Como señaló Mirta Aguirre, ¿cuándo se había oído en nuestra prosa para la infancia algo similar? En esos cuentos Cuba es una presencia casi física que se saborea y se palpa: es la presencia que Cenicienta nunca sospechó.

Los seis cuentos recogidos en el libro se apartan de la concepción de la literatura para niños que hasta entonces predominaba. No hay en ellos hadas, princesas, duendes, dragones ni brujas, y los modelos que Bacardí Moreau siguió no son evidentemente Perrault, Andersen o los hermanos Grimm. Su autor, como señala Mirta Aguirre, mira más hacia la vieja tradición hispánica de origen orientalista, de la cual el Infante Don Juan Manuel extrajo su Libro de los Ejemplos del Conde Lucanor y de Patronio.

Se nutre asimismo de las fábulas, lo cual se pone de manifiesto en el hecho de casi todos los personajes son animales. Pero también en ese aspecto el creador de Cuentos de todas las noches trató de buscar un camino propio. Su bestiario es criollo e incluye majaes malvados y astutos; gatas vanidosas que miran a sus semejantes por encima del lomo; guayabitos y ratones que cuando hablan utilizan citas en inglés, francés e italiano, por haber engullido libros en esos idiomas; caballos decentísimos que, como quien dice, tuvieron sus quince; jutías enamoradas de las hojas del caimito, que cambian de color con el viento.

Bacardí Moreau evitó dar cabida a paisajes y caracteres foráneos y prefirió buscarlos, por el contrario, en la realidad inmediata y en la campiña oriental. Cubanísimo es, por la historia y por el estilo con que está narrado, “Liborio, la jutía y el majá”, un cuento perteneciente a la tradición oral que él reelaboró y transformó en un texto delicioso que es una verdadera joyita.

Quienes hayan leído Vía Crucis y Doña Guiomar, se asombrarán al descubrir a un escritor que esas novelas difícilmente permitían vislumbrar. Su prosa adquiere una flexibilidad, una capacidad de síntesis, un afinamiento literario y una fantasía poética que hasta entonces no había alcanzado. Asimismo hay una corriente de humor que rara vez había asomado en el resto de su producción literaria. He aquí un fragmento:
“Oírlo el majá, parar a Liborio y dirigir la palabra a la jutía fue todo uno: -Óigame, señora jutía, ¿por qué está usted tan encaramada?
“-Porque las hojas del caimito, según usted sabrá, varían de color con la dirección del viento. Y a mí, señor majá, eso me encanta.

“-¡Caramba —dijo el majá—, qué poética me ha salido usted, señora jutía!

“-Es de familia, señor majá: mi padre hacía unos versitos preciosos. Pero, dígame: ¿me hará su merced el favor de explicarme por qué ha dejado su arrastrada vida —dicho sea sin ofender, sólo porque usted no tiene pies— para andar montado a caballito, como un chiquillo, sobre el buen Liborio?”.
Cada vez que releo este admirable cuento (y confieso sin rubor que lo he hecho varias veces), digo para mí algo que mi admirado Borges comentó respecto a otra obra: toda improbable futura antología de la narrativa cubana para niños que no incluya “Liborio, la jutía y el majá” me parecerá, bien lo sé, un libro inexplicable y algo monstruoso.

El autor de Cuentos de todas las noches, ya lo hice notar, no acude a los elementos fantásticos y los personajes más habituales en la literatura para niños. Sitúa sus narraciones en un ámbito más real. Sus protagonistas se mueven en un mundo cotidiano y tienen que resolver pequeños conflictos.

En “El manantial”, un señor que resulta ser el invierno se encarga de castigar a un manantial que se dedicaba a hacer maldades y burlarse de todo el mundo. En “Rafaelilla y Saturnina”, una gata aristocratizante y vanidosa, que cree que vale más que sus congéneres, aprende que la igualdad existe entre todos los animales de la tierra: “entre los grandes como entre los chicos; entre los que se arrastran como entre los que andan en dos patas; entre los que vuelan como entre los que nadan; entre los que son tortugas como entre los que son elefantes”. En “Picotazo, picotazo…”, un gato que planea subirse a un árbol y merendarse los huevos de un nido, recibe su escarmiento gracias a la valentía de una pareja de diminutos pajaritos. Y en “El plátano guineo”, un ratón viejo sacrifica su vida para salvar a sus conciudadanos. Les deja como lección además una sentencia que los padres dejaron escrita a sus hijos en cascaritas de nueces: No es oro todo lo que reluce.

Esta renuncia consciente a los ingredientes fantásticos no significa, sin embargo, que Bacardí Moreau cierre las puertas a la imaginación, que es, por cierto, algo bien distinto. En su libro los detalles de fantasía que aparecen son los que pueden andar implícitos en la propia naturaleza. En sus cuentos sin magia, como afirma Mirta Aguirre, los animales hablan sólo porque los pueblos y los niños hacen milagros sin interferencias sobrenaturales.

El escritor santiaguero se decanta además por una fantasía poética e impregnada de una ternura que nunca llega a ser almibarada. Así, cuando describe a los hijitos de la gata Saturnina apunta que uno “blanquito como una taza de leche -sin café, claro-; y el último monísimo, una rareza, porque siendo blanco tenía el hociquillo de ébano y las cuatro paticas como metidas en botines blancos. Los seis eran juguetones y unos golosos de marca mayor”.

Bacardí Moreau concibió esos cuentos para su hija Amelia, con la finalidad de entretenerla y, también, de inculcar en ella valores y conceptos fundamentales. Ambos objetivos, el recreativo y el didáctico, se logran cumplidamente gracias a que están realizados de manera idónea. En el caso del primero, eso se consigue sin concesiones a la tontería, la banalidad y el mal gusto.

Y en cuanto al fin educativo, Bacardí Moreau no cae en el frecuente error de que en cada página de su libro se levante un dedo moralizador o de aleccionar a los niños para que se muestren tranquilos y obedientes. Como ocurre con la buena literatura para el público infantil, Cuentos de todas las noches proporciona una lectura agradable, que no insulta la inteligencia de los destinatarios, al trasladarlos a un ámbito infantilizado en exceso.

Entre bromas y veras, Bacardí Moreau aprovecha para insertar con prudencia y tino breves comentarios acerca de conductas que su hija debía aprender a evitar desde pequeña. En “Liborio, la jutía y el majá”, al referirse a este último expresa: “Este majá -bueno es aclararlo- era muy ladino y podía engañar a cualquier bicho viviente, porque había vivido cerca de la casa de un abogado muy astuto de quien había aprendido a hacer que la gente viera lo blanco negro y viceversa, siempre que anduvieran por medio buenos honorarios”. Y en “Rafaelilla y Saturnina” comenta que lo platicado por que unas mininas quedó entre ellas, “porque las gatas, al revés de muchas mujeres, saben hablar poco y guardar un secreto como no siempre consiguen guardarlo los hombres que presumen de ser más discretos”.

Como se puede advertir en los fragmentos que hasta aquí he citado, en Cuentos de todas las noches hay una presencia constante del humor. Se trata, vale recordarlo, de un recurso de una probada eficacia entre los lectores infantiles, y Bacardí Moreau sabe emplearlo con muy buen criterio. Véase este texto en el cual usa lo que Aguirre llama su sonreída gracia, para insertar unas breves pinceladas de historia y geografía: “Llegó el día en que sólo quedaron en el establecimiento tres: dos gatas ya de mediana edad que hacían en todo y por todo su real gana y un gatazo muy orondo, haragán, haraganísimo, totalmente negro y gran egoísta, que se pasaba el día durmiendo y respondía al nombre de Marco Aurelio, sin que nadie supiera por qué un gato más bien de ruines sentimientos y nacido en Cuba, la mayor de las Islas Antillas, llevaba el nombre del sabio emperador romano, estando Roma tan lejos -capital del país que hoy es Italia- y habiendo muerto Marco Aurelio hace tantísimos años”.

Cuentos de todas las noches viene, pues, a completar y enriquecer la figura literaria y humana de Bacardí Moreau. Es además una obra en la que dio lo mejor de sí y en la cual su prosa alcanzó su mayor pulcritud estilística. Pudo conseguirlo precisamente porque, como comenta Heinrich Böll, acometió ese proyecto cuando su hija era ya una persona adulta y él, un hombre ya en su vejez, pero muy maduro por dentro. Son además textos que corresponden a un hombre que tenía ideas muy claras respecto a cómo proteger y educar a los niños.

Me parece oportuno recordar que acontecimientos políticos que entonces se produjeron en la Isla, impidieron que Bacardí Moreau presentara en la Alta Cámara un proyecto redactado por él sobre el funcionamiento de los asilos infantiles, que iban a beneficiar a los más pobres. Todo eso explica que con su libro pudiera señalar con firmeza el camino que debía seguir nuestra literatura para niños, para poder crear una expresión propia.

Si en 1949 Mirta Aguirre escribió que el libro representaba una faceta desconocida de Emilio Bacardí Moreau, hay que decir que, lamentablemente, sesenta años después de su primera edición esa faceta sigue estando opacada y mantenida en las sombras. Esos seis cuentos son verdaderas perlas que es necesario arrebatar de las manos del olvido y poner al alcance del público lector para el cual fueron escritos.

Cubaencuentro, 3 de diciembre de 2010.

jueves, 10 de febrero de 2011

El legado de Desi Arnaz

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Por Charles Cotayo

Lucie Arnaz y Desi Arnaz, Jr., los hijos del cubano Desi Arnaz y la comediante estadounidense Lucille Ball, anunciaron en el Arsht Center de Miami, el espectáculo que lleva por nombre Babalú, la canción que hizo famoso a su padre en 1940.

Babalú recrea la música del actor, músico, director de banda y pionero de la televisión que introdujo la conga en Miami, con lo que hizo sensación a nivel internacional, antes de dirigirse a Nueva York y Hollywood donde él y Ball hicieron historia con I Love Lucy.

Reunidos en una de las salas del Centro de Artes Escénicas del downtown de Miami, los hermanos Arnaz anunciaron el estreno de este espectáculo musical, un tributo a la música de Desi Arnaz.

Acompañada por su hermano y por el actor cubanoamericano que ha triunfado en los teatros de Broadway, Raúl Esparza, la actriz, cantante y bailarina Valarie Pettiford, y el director y coreógrafo Ramón Del Barrio, Lucie explicó el espectáculo con el fogoso entusiasmo que la caracteriza haciendo gala de una camiseta con el lema multicultural Made in America with Cuban Parts.

La heredera de esas dos grandes figuras del espectáculo argumenta que la identificación con su sangre hispana "proviene desde muy dentro, de un lugar que no puedo explicar''.

El espectáculo se presentó en el Knight Concert Hall. Esparza interpretará el papel de Desi Arnaz padre y cantará temas que convirtieron al músico cubano en un ícono cultural. La dinámica Lucie Arnaz narrará la historia en una presentación estilo concierto, respaldada por una orquesta de 15 músicos, para remontarnos a los días en que Desi comenzó su carrera en Miami con Xavier Cugat y acabó ganando considerable fama internacional.

Desi Arnaz Jr. tocará los tambores para recapturar el espíritu de Babalú y otras canciones como Cuban Pete, Cumbanchero, el tema de I Love Lucy y otros clásicos nostálgicos.
"Cuando comencé a escuchar la música que encontré después de que mi padre falleció -las grabaciones de su banda de música, cosas que nunca se tocaron en el programa- me encantaron en dos niveles: las canciones que adoro, y un ritmo que te quita la respiración'', recuerda Lucie.

"Hay muchas canciones adorables que me hablan de mi herencia hispana'', agrega. ‘‘Porque son en inglés, tuve la oportunidad de conocerme a mí misma, saber mejor de dónde vengo. Creo que soy parte de esta música porque ciertamente soy medio hispana, pero nunca me sentí tan hispana hasta que comencé a escucharla. Me llevó de vuelta a mis raíces''.

Por su parte, Desi Arnaz Jr. contó una anécdota. "Papá construyó una casa en Baja California, que está en el mismo meridiano que Cuba, así que yo crecí apreciando el trópico, el mar, el estilo de vida y el ambiente'', dijo Desi Arnaz Jr. "He estado tocando los tambores desde que tenía tres años. La identificación cultural se traduce a través de la música''.

Por El Nuevo Herald, 7 de julio de 2010
Foto: Desi Arnaz y Lucille Ball con sus hijos, el día de Navidad, el 25 de diciembre de 1953.

miércoles, 9 de febrero de 2011

Haití, más de dos siglos sangrando

Haití, más de dos siglos sangrando

Por Israel Viana

Las decenas de miles de muertos provocados por el devastador terremoto de Haití , que el 12 de enero de 2010 redujo a escombros su capital y llenó de cadáveres las calles, no es más que la gota que colma el vaso de un país cuya historia, de 207 años, se resume en una sucesión de catástrofes naturales y golpes de Estado con las que ha ido desangrándose hasta hoy.

«De repente, me vi atrapada por una gran oscuridad, mientras los escombros caían sobre mí y escuchaba a la gente gritando y pidiendo ayuda. Creía que el mundo se estaba acabando», contaba a EFE Saski Litali, de 16 años. La misma oscuridad que ha reinado en el país antillano desde que, a finales del siglo XVIII, un cruel sistema esclavista impuesto por Francia permitía que 12 mil hombres libres llenaran las arcas de París a costa del trabajo de 500 mil esclavos .

Ocurrió en una época en la que se produjo, en 1770, el segundo terremoto más devastador de su historia, sólo superado por el que el martes 12 de enero arrasó Puerto Príncipe. De aquel golpe aún tuvieron fuerza para levantarse los haitianos, cuando Jean Jacques Dessalines , un antiguo esclavo, expulsó a las tropas francesas tras la Batalla de Vertierres y declaró la independencia de Haití a costa, eso sí, de 60 mil vidas.

Era 1804 y el país vivía uno de los pocos momentos de felicidad de los últimos dos siglos: se había convertido en el segundo país de América en conseguir la independencia y el primero del mundo en abolir la escalavitud, cuyos descendientes se arrastran hoy por los escombros pidiendo ayuda .

Pero con la independencia, tampoco levantó la cabeza. Dos siglos de contínua inestabilidad política, dictadores asesinos, invasiones extranjeras, más de 30 golpes de Estado y una serie interminable de huracanes, terremotos y tsunamis han convertido a Haití en el país más pobre del hemisferio occidental: la esperanza de vida apenas sobrepasa los 52 años, más del 40% del presupuesto del país procede de la ayuda internacional, cada haitiano sobrevive con poco más de dos euros al día, el 60% de sus 9 millones de habitantes está en paro, el 80% vive bajo el umbral de la pobreza y más de la mitad bajo la raya de la miseria.

Sólo dos años después de conseguir la independencia, Dessalines fue traicionado y asesinado por sus propios colaboradores, Alexandre Pétion y Henri Christophe , quienes dividieron el país e iniciaron la primera guerra de su historia independiente. Desde entonces, los conflictos políticos internos no han traído más que rápidos cambios en el gobierno, más de 60 hasta 1994.

Y cada vez que el país parecía ver el sol, huracanes como Georges, Jeanne, Beulah, Inés o Dennis convertían a Haití en un cementerio, en el que se sembraban muchas más muertes que en cualquiera de los países vecinos, a lo que ayudaba, sin duda, la falta de voluntad de sus políticos. «Muchas de la víctimas de la capital haitiana, principalmente campesinos y habitantes de la “villa miseria” que la circundan, perdieron la vida ahogados o aplastados al derrumbarse las precarias casas en las que vivían», podía leerse en ABC, en noviembre de 1994, tras el paso del huracán Gordon .

La invasiones extranjeras tampoco ayudaron. En 1915, y aprovechando la inestabilidad política endémica de la república negra, Estados Unidos ocupa militarmente Haití, dejándolo en la bancarrota y a merced de acreedores extranjeros, en 1957. En 2004, las inundaciones acabaron con la vida de 2.668 haitianos, en mayo, y las tormentas tropicales con otros 1.330 en septiembre, además de 1.056 desaparecidos y 300 mil damnificados.

Y aún pudo Haití, después, dar otra vuelta de tuerca a su negro destino: «En Haití, hundida en caos político, cayeron en poco tiempo varios presidentes, y ahora gobierna el doctor Duvalier a merced de cualquier cuartelazo», contaba ABC en 1959. La Saga de los Duvalier, los dos dictadores más crueles que han soportado los haitianos, convirtieron a la nación, hasta 1986, en una enorme fosa común de la que aún no había salido: primero Papa Doc , que asesinó a más de 200 mil personas en una salvaje represión, y después Baby Doc, que condujo al país a una decadencia aún mayor.

Y con la Constitución de 1987, nuevos disturbios y centenares de muertos, y un sinfín de golpes de Estado hasta la llegada del sacerdote Jean Bertrand Aristide , un «visionario», y René Préval , que rompieron con la funesta tradición de los caudillos militares, pero inundaron el país de corrupción, falta de institucionalidad y violencia política.

En 2004, en plana «tempestad» política, las inundaciones acabaron con la vida de 2.668 haitianos, en mayo, y las tormentas tropicales con otros 1.330, en septiembre , además de 1.056 desaparecidos y 300.000 damnificados. « La situación de Haití es pavorosa, hay que reconstruir todo el país », dijo entonces el embajador de España en Puerto Príncipe.

Pero en 2008, otros cuatro huracanes causaron 800 muertos más y 300 desaparecidos. Una «pequeña» broma macabra que parecía avisar del que sería el mayor golpe de su historia.

ABC, 16 de enero de 2010
Foto: Miembros de los Ton Ton Macoute, fuerza paramilitar que apoyó al dictador Papa Doc.

martes, 8 de febrero de 2011

La KGB aún provoca escalofríos


Por Agencia EFE/Moscú

KGB, un acrónimo que aún produce escalofríos en todo el mundo, sobrevivió a la caída del comunismo y resiste el paso del tiempo en Bielorrusia, el último bastión de la máquina de represión estalinista.

"El objetivo del KGB es garantizar la seguridad de los ciudadanos, la sociedad y el Estado", señala la página web del Comité de Seguridad Nacional bielorruso.

No obstante, ese organismo es en realidad el brazo armado del último dictador de Europa, el presidente bielorruso Alexandr Lukashenko, que lo utiliza para controlar a su población y reprimir a la disidencia política.

En 1993, el presidente ruso Boris Yeltsin certificó la defunción del KGB, pero mucho antes ya había desmantelado todas sus estructuras de espionaje, al considerar que su misma existencia se contradecía con un Estado democrático.

De hecho, el jefe del KGB soviético, Vladimir Kriuchkov, fue uno de los ocho miembros del Comité Estatal de Emergencia que destituyó al líder de la URSS, Mijaíl Gorbachov, en el golpe de estado de agosto de 1991. En cambio, los bielorrusos se niegan a renunciar al legado del KGB, no en vano su fundador, Félix Dzerzhinski, nació en 1977 en las afueras de Minsk.

Dzerzhinski, fundador de la Cheka (siglas de Comisión Extraordinaria), precursora de la KGB (1954), es un héroe nacional para muchos bielorrusos y, en especial, para Lukashenko, un confeso admirador de los modos del dictador soviético Iosif Stalin.

"Lukashenko ha mantenido en vigor tanto la economía planificada como la simbología soviética. Muchos bielorrusos aún tiemblan al oír el término KGB", comentó Igor Garmash, director de un diario digital independiente.

Mientras, el líder opositor Yaroslav Romanchuk, que logró menos del 2 porciento de los votos en las elecciones presidenciales del domingo 19 de diciembre, cree que el KGB bielorruso no es tan poderoso como el soviético. "Ahora debe compartir con otras estructuras y órganos la defensa de la seguridad nacional. El KGB es muy poderoso, pero no controla todos los ámbitos de la vida del ciudadano, como durante la Unión Soviética", señaló a EFE.

Con todo, el KGB bielorruso sí parece omnímodo, ya que se encarga de garantizar la seguridad nacional y defender la integridad territorial del país, desempeña funciones de espionaje exterior y de contraespionaje dentro de las fronteras de Bielorrusia.

Además, es el encargado de luchar contra las organizaciones terroristas, extremistas y cualquier grupo o individuo que amenace la seguridad nacional, lo que incluye opositores, defensores de los derechos humanos y periodistas independientes.

El comité se subordina directamente a Lukashenko, quien comparte voluntariamente el control sobre sus estructuras con el consejo de ministros. "Lukashenko delega parte de sus funciones, pero está al tanto de todo lo que ocurre en la esfera de la seguridad nacional", indicó Garmash.

En estos momentos, el centro de detención del KGB en Minsk y otras prisiones preventivas acogen a, al menos, cinco de los candidatos a la Presidencia bielorrusa y varias decenas más de opositores, periodistas y activistas que participaron en las violentas protestas postelectorales, el 19 de diciembre.

Según informa la organización de derechos humanos Viasna, una veintena de esos detenidos afrontan penas de varios años de cárcel por instigar los disturbios. Entre ellos figura el candidato Vladimir Nekliáyev, brutalmente golpeado por la policía de camino al centro de Minsk y, una vez en el hospital, fue secuestrado por agentes de la seguridad.

También está la periodista Irina Jalip, esposa del candidato Andréi Sánnikov, y Natalia Radina, redactora jefe de la página web opositora Charter97.org.

A su vez, uno de los detenidos, el veterano opositor Anatoli Lebedkó, líder del Frente Cívico Unificado, ha iniciado una huelga de hambre para protestar por su detención, ya que cuando estallaron las protestas se encontraba en su domicilio. "Resiste como puede. No me dejan verlo. El abogado dice que han prolongado su estancia en el centro de detención del KGB por diez días. Después se verá si lo procesan o no", señaló su esposa.

La justicia bielorrusa ha incoado expedientes penales según el artículo 293 del código penal (organización de disturbios masivos), cargos que podrían acarrear a los procesados hasta 15 años de prisión.

Presuntos "escuadrones de la muerte" del KGB y del ministerio del Interior bielorruso, adscritos a Lukashenko, son acusados de la desaparición en las últimas dos décadas de cientos de opositores, activistas y periodistas bielorrusos y de otros países.

Entre los desaparecidos, según las revelaciones de fugados agentes del KGB, se encuentra el antiguo ministro del Interior, Yuri Zajarenko; el viceprimer ministro Víctor Gonchar, el empresario Anatoli Krasovski y el camarógrafo ruso Zmitser Zavadski.
Foto: Segei Grits/AP. Bielorrusia.