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lunes, 28 de febrero de 2011

Calles habaneras: verdaderos campos minados


Por Iván García

La Habana tiene precios de Londres y una infraestructura de Zimbawe. La vida es tan cara como Madrid o Berlín y las calles se parecen a las de Bosnia después de su guerra civil.

El estado de las vías habaneras es patético. Sobre todo el de las calles secundarias e interiores de la ciudad. Justo en la calle Milagros esquina a Diez de Octubre, en la barriada habanera de La Víbora, hay un hueco similar a los cráteres que dejan las bombas de 500 libras.

René, 45 años, por poco pierde la vida en ese socavón. Una noche de lluvia iba manejando distraído, cuando de repente su coche, un Ford del 56, que había soportado mil batallas y recorrido dos millones de kilómetros, quedó atrapado en la trampa que había en plena calle.

“Fue terrible. No se veía el huraco, pues el agua lo tapaba. El carro se introdujo casi dos metros dentro del hoyo. El golpe que sufrí fue violento. Perdí el conocimiento y me hice una brecha en la cabeza, me tuvieron que dar 23 puntos de sutura. Del auto para qué contar, quedó inservible. Para siempre”, cuenta tres semanas después del accidente.

Muchas calles e incluso tramos de la Autopista Nacional son una muestra clara de la desidia estatal en el asunto del mantenimiento vial. Verdaderas minas terrestres, por los daños que provocan a los coches.

Pregúntenle a Luis, turista español de paso por La Habana, cuántos pinchazos le ha provocado a su auto rentado el pésimo estado de las vías. “Tío, es horroroso. Y luego, para colmo, en toda la ciudad no encuentras un sitio donde echarle aire a los neumáticos”, acota con un enfado de mil demonios.

El gobierno invierte millones de pesos en la reparación de ciertas arterias principales. Pero el trabajo realizado es de escasa calidad. A los pocos meses, las calles están de nuevo repletas de baches.

El enemigo número uno son las roturas del acueducto. Cuando oscurece, un sinnúmero de calles parecen verdaderos ríos, donde el agua se pierde a chorros. Mientras la propaganda en la tele anuncia que debemos ahorrar el preciado líquido, cada noche el 60 % del agua potable no llega a su destino, por el deterioro evidente de los acueductos en la capital.

Esa agua que corre festinadamente por las calles de la ciudad es una bomba de relojería. Los famosos baches habaneros han provocado numerosos accidentes. A ratos, intentando esquivarlos, los conductores provocan colisiones fatales.

Tome nota. Los accidentes de tránsito son la quinta causa de muerte en Cuba. Aunque la densidad de coches en la isla no es comparable con las grandes urbes europeas, el número de muertos y heridos crece en flecha.

El gobierno intenta paliar el problema. Y desde el 1 de agosto ha puesto en vigor una ley de seguridad vial más exigente. No está mal. Pero antes debiera reparar las calles de la ciudad. Que no tienen nada que envidiarles a las de Zimbawe.

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