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martes, 15 de febrero de 2011

El transporte urbano también ha empeorado


Por Iván García

Esteban, 43 años, demora cuatro horas diarias entre la ida y el regreso a su centro laboral en las afueras de La Habana. Cerca de las 7 de la mañana, junto a un racimo de gente, intenta abordar el ómnibus de la línea P-8 en Acosta y la Calzada 10 de Octubre.

“Desde hace unos meses, el servicio de ómnibus urbanos ha caído en picada. Desconozco las causas. Cada día es una calamidad ir a trabajar”, apunta sudoroso después de correr 60 metros para abordar un ómnibus que se detuvo fuera de la parada.

En Cuba, el único medio de transporte público masivo y barato son los ómnibus urbanos (cuestan menos de 0.05 centavos de dólar). El servicio de taxis estatales está desaparecido. Es una flota de Lada fabricados a mediados de los 80 en Rusia.

Autos que llevan entre 20 y 25 años de servicio y por lo general están en mal estado técnico. El Estado se los ha arrendado a sus choferes, que tienen que pagar los arreglos y el combustible extra luego de cumplir media jornada prestando asistencia en hospitales, funerarias y terminales aéreas.

La tarifa es de diez pesos (0.50 centavos de dólar, el salario promedio de un día), la misma de los taxis particulares. Pero hay muy pocos Lada en servicio. Y nadie que utiliza el transporte público para ir a la 'pincha', se le ocurre gastar parte su salario diario para llegar a tiempo a su puesto de trabajo.

Entonces, la única opción son los ómnibus. En 2008 el gobierno adquirió cerca de 750 buses en China, Rusia y Belarús para mejorar el desastroso servicio de la capital. Se diseñó una línea principal de 17 rutas denominadas con la letra P, y que suelen recorrer las principales arterias de la ciudad.

Estos ómnibus son articulados y en sus inicios tenían una frecuencia entre 5 y 10 minutos en las horas picos. Se creó también una red de buses de apoyo, cuyo objetivo era transportar personas hacia los barrios interiores y zonas suburbanas donde las líneas principales no solían llegar. Tienen la letra A y su frecuencia era de 25 minutos.

Pero a mediados de 2009, con la política de ahorro de combustible y la vuelta de tuerca a la crisis económica local, se detuvo la compra de ómnibus y la mejora en la calidad de los servicios de transporte urbano sufrió un retroceso.

Todo se fue al garete. En diciembre de 2010 la situación es precaria. Los planes previstos se han quedado a medias y el medio millón de personas en paro ha provocado que diariamente un número mayor de habitantes intenten trasladarse en bus.

A toda hora las paradas están repletas de personas ansiosas y desesperadas por llegar a su destino. Las líneas principales como el P-12 o el P-16 pueden demorar hasta 45 minutos en pasar.

El resto de los P también ha empeorado su frecuencia. Y esto provoca ómnibus atestados todo el día. Alberto, trabajador de la empresa Metrobus a cargo de la transportación habanera, asegura que más de 80 ómnibus están parados. “Por falta de financiamiento y deudas con China y Rusia no se han podido adquirir baterías, neumáticos y otras piezas fundamentales para el mantenimiento de estos vehículos”, señala.

Ante esa realidad, habaneros como Esteban tendrán que seguir sufriendo cada mañana para intentar llegar puntual a su trabajo. Como la mayoría de los sectores económicos en la isla, las inversiones en el transporte urbano están paralizadas. Hasta nuevo aviso.

Foto: Caridad, Havana Times.

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