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lunes, 29 de febrero de 2016

Familias de músicos en la cultura cubana



En Cuba existen y han existido muchas familias de músicos. Lo que no podemos discernir, si es por la genética o resultado de la convivencia. Mencionaré varias de estas familias, pero aunque tal vez algunas se me escapen.

Los López: dedicados casi todos al danzón, tenemos a Orestes (1908-1991), Coralia (1910-1993), Israel 'Cachao' (198-2008) y Orlando 'Cachaíto' (1933-2009), internacionalmente conocidos.

Los Palau: toda una familia dedicada a la música.

Los Urfé, naturales de Madruga: José Urfé (1879-1957), después de largos períodos en la música, su danzón Fefita lo inmortalizó. José Esteban (1910-1979), pianista y director de orquesta, tuvo dos hijos: Odilio (1921-1988) musicólogo y pianista, con un vasto conocimiento del danzón, y Orestes (1922-1990), contrabajista y profesor.

Orquesta de los Hermanos Avilés, la más antigua de Cuba, fundada en Holguín el 16 de octubre de 1882.

Orquesta Hermanos Castro, fundada en 1929 por el saxofonista Manolo Castro, se considera la primera jazz band cubana.

Los Grenet: Eliseo (1893-1950), Emilio (1901-1941) y Ernesto (1908-1981), los tres de fama mundial.

Los Rubalcaba, es otra familia con grandes músicos.

Con el apellido Valdés son muchos los cubanos que han engrandecido la cultura nacional, pero no todos han pertenecido a la misma familia

En Quivicán nació Ramón 'Bebo' Valdés (1918-2013), excelente pianista, arreglista director de orquesta y compositor, padre de Jesús 'Chucho' Valdés (1941), eminente pianista, compositor y director de orquesta, y María Caridad (1958), cantante de jazz.

Los Hermanos Valdés, Oscar padre (1912-2003), Oscar hijo (1937), Marcelino, Alfredito y Vicentico Valdés (1921-1995), destacados percusionistas unos, intérpretes de guarachas y boleros otros.

Miguelito Valdés (1912-1978) cantante, tresero, contrabajista y diestro en percusión menor, conocido en el mundo por Mister Babalú.

Abelardito Valdés (1911-1958), contrabajista y director de orquesta, mundialmente conocido por su danzón Almendra.

Roberto Valdés Arnau (1919-1974), excelente director de orquesta.

Marta Valdés (1934), guitarrista y compositora. Sus canciones han sido interpretadas por cantantes de todo el mundo.

Esther Valdés (1927) soprano de prestigio universal.

Merceditas Valdés (1928-1996) intérprete de música folklórica que ilustrara las conferencias del eminente musicólogo, etnógrafo, jurista, arqueólogo y lingüista Fernando Ortiz.

Rolando Valdés, fundador en 1953 de la orquesta Sensación y quien sacó de la oscuridad al sonero Abelardo Barroso (1905-1972).

Julio Valdés (1987), pianista, violinista y compositor.

Gilberto Valdés (1905-1972), director de orquesta, compositor y arreglista, que tuviera la osadía de escribir música afro-cubana para orquesta sinfónica.

Como hemos relacionado la importancia que ha tenido el apellido Valdés para nuestra cultura, no podemos dejar de mencionar Cecilia Valdés, libro de Cirilo Villaverde (1812-1894), que inspiró la zarzuela homónina dirigida por el maestro Gonzalo Roig (1890-1979) y la realización de la película Cecilia.

Hermanos Brito, orquesta de Placetas.

Hermanos Izquierdo, orquesta habanera.

Hermanas Álvarez, orquesta que acompañara a Rita Montaner en el pregón El manicero en un filme.

Familia Romeu: Antonio María Romeu Marrero (1876-1955), compositor, director de orquesta que desde muy joven comenzó sus estudio de música. Se dedicó por completo al género del danzón del cual fue uno de sus mas grandes exponentes, sus solos de piano resultaron tan brillantes que muchos pianistas lo tomaron como referencia. Su único hijo, Antonio María Romeu Arango (1904-1982), ejecutaba el violín con su padre.

Armando Romeu Marrero (1890-1992), hermano de Antonio María padre y distinguido pianista, director jazz band y charanga también tuvo hijos que se dedicaron a la música, entre ellos, Armando Romeu González (1911-2002) director de orquesta, compositor, arreglista, saxofonista y flautista y Rubén Romeu González, violinista y saxofonista. Gonzalo Romeu, hijo de Rubén, es un destacado músico sinfónico.

Zenaida Romeu González (1910-1985), hermana de Armando Romeu González, fue profesora de piano y dio clases a grandes músicos cubanos. Su hermano, Mario Romeu González (1924) es pianista, arreglista, director de orquesta y compositor. Tiene dos hijos, Mario Alberto Romeu Valdés (1955), profesor de guitarra clásica, director de orquesta y musicalizador, y Belinda Romeu Valdés (1950), actriz y compositora dedicada a la música infantil.

Zenaida Castro Romeu (1952), profesora de piano, coro y orquesta y creadora de la Camerata Romeu es hija de Zenaida Romeu González.

Hermanas Lago, dúo que tuvo la virtud de montar voces armónicamente en temprana época del siglo XX.

Hermanas Valdivia, dúo muy conocido en radio y televisión.

Otro dúos fueron el de los hermanos Romay, y el de Radeúnda y Raúl Lima, destacado laudista.

De los tríos formados por hermanos destacan: Hermanas Martí, Hermanos Díaz, Hermanos Rigual, Hermanos Enrizo y el trío espirituano Los Príncipes. Los Nodarse desarrollaron una fructífera labor musical en México.

Hermanos Torres, trío de Las Villas que actuó muchos años en la RHC Cadena Azul.

Hermanas Junco: al lado de su hermano Cheo, conformaron una familia musical, en particular Cheo, quien fuera vocalista de la agrupación Gloria Matancera y grabara numerosos discos.

Familia Hierrezuelo, donde encontramos a Lorenzo (1907-1993) primero al lado de María Teresa Vera y después en el dúo Los Compadres; Reinaldo (1926), el Rey Caney, integrante de la Vieja Trova Santiaguera, y Caridad (1924-2009), original intérprete.

Los Papines: con los hermanos Ricardo, Alfredo, Luis y Jesús Abreu Hernández los tambores cubanos se vistieron de etiqueta.

Con este trabajo intentamos acercarnos a la brillante contribución que con ahínco y devoción, han desarrollado familias de músicos cubanos. Todos ellos han contribuido a engrandecer nuestro acervo musical.

Senén Suárez (1922-2013)
Cubarte, 20 de diciembre de 2003.

Video: Los Papines en La Chambelona. De los cuatro hermanos, en 2016 solo quedaba Jesús. Alfredo falleció en 2001, Ricardo en 2009 y Luis en 2012.

viernes, 26 de febrero de 2016

Adiós a Doudou N'Diaye Rose, el matemático de los ritmos africanos




Cuando las radios de Dakar anunciaron su fallecimiento, muchas personas salieron a las calles en señal de duelo. Se repitieron concentraciones en las esquinas y en las plazas de la populosa capital de Senegal.

Había muerto un músico, una leyenda africana, pero sobre todo un artista identificado con su gente, con su pueblo. Doudou N’Diaye Rose, uno de los percusionistas que más han hecho por el reconocimiento y la difusión internacional de los ritmos de África, murió el 19 de agosto de 2015.

La historia vital de Doudou N'Diaye reproduce el patrón de los más valiosos protagonistas de la cultura africana contemporánea. Hijo de una familia de griots, esa suerte de notarios del devenir de los pueblos del oeste africano cuyas estirpes van pasando de generación en generación, N'Diaye Rose nació en el verano de 1930 en la Medina, uno de los barrios con mayor solera de la ciudad de Dakar y que décadas después daría uno de los artistas más reconocidos de África, Youssou N'Dour, quien por cierto también comenzó su carrera artística como instrumentista de percusión antes de lanzar su carrera internacional como cantante.

N'Diaye Rose fue llamado Mamadou, aunque muy pronto fue apodado Doudou y también empezó rápido a familiarizarse con instrumentos de percusión aún adolescente, al tiempo que ayudaba a la familia con apaños de fontanería y trabajos en la construcción. Aunque su suerte cambió pronto con la independencia obtenida por Senegal en 1960.

Ese año, que luego pasó a la memoria colectiva como el Año de África por ser la fecha en la que varias antiguas colonias africanas lograron la emancipación de las metrópolis europeas, en esencia de Francia y los Países Bajos, Doudou N'Diaye Rose fue ayudado por la diva Josephine Baker, la primera en mostrar interés por las percusiones africanas y ampliar los horizontes comerciales de los intérpretes del continente.

Y cuando llegó esa oportunidad, Doudor N'Diaye Rose ya era un maestro del sabar, tambor alto característico de Senegal y de Gambia a partir de su origen en la comunidad serer, que utilizaba su repique como medio de transmisión de noticias entre aldeas y poblados alejados. Junto al sabar, que luego paseó por los principales escenarios del mundo, N'Diaye Rose también manejaba con destreza otros instrumentos de percusión y, acompañado por más de un centenar de instrumentistas, actuó en las celebraciones de la independencia de Senegal ante el primer presidente del nuevo país, el político y poeta Leopold Sedar Senghor.

Muy pronto se hizo cargo de la tarea rítmica en el Instituto Nacional de las Artes y también en el Ballet Nacional de Senegal. Comenzaba así su pasión por la enseñanza de los ritmos africanos, una labor docente que con el tiempo le hizo merecer el reconocimiento de todo su pueblo senegalés y la denominación cariñosa de El Matemático de los Ritmos.

Ya durante los años 80, posiblemente la década más importante para el prestigio y la proyección internacional de las músicas africanas contemporáneas, Doudou N'Diaye Rose desembarcó en Francia para actuar en un festival de jazz en la ciudad de Nancy. Llegó con un grupo de cincuenta percusionistas. Fue tal el estrépito del concierto, la destreza y la versatilidad de los ritmos de África, que el cineasta Martin Scorsese apostó por esas músicas para incluir algunos pasajes de percusión en la banda sonora de su largometraje La última tentación de Cristo.

Después vendrían más aportaciones al cine y, sobre todo, la confianza ganada entre los músicos occidentales como maestro de las percusiones con esos ritmos tradicionales que nacieron para ambientar ceremonias de bodas y actos sociales africanos. Con calor y color, el sabar conquistaría el mundo.

El siguiente artista europeo en apostar por la destreza rítmica de Doudou N'Diaye Rose fue el compositor francés de músicas celtas Alan Stivell. Después llegarían sus trabajos con artistas de la talla de Dizzy Gillespie, Miles Davis, The Rolling Stones y Peter Gabriel. Con este último, además, produjo uno de los álbumes más influyentes de las percusiones africanas, Djabote (1994), que en otro signo de compromiso con su pueblo senegalés fue registrado en vivo en Gorée, la pequeña isla situada en la bahía de Dakar desde donde se realizó gran parte del infame tráfico de esclavos negros hacia Europa y América.

Ya en 1988 se había producido su primera presentación en Estados Unidos con un concierto celebrado en el teatro Beacon de Nueva York junto a treinta percusionistas, un recital que generó comentarios entusiastas en The New York Times. “Incluso sin contemplar la puesta en escena”, escribió entonces el crítico norteamericano Jon Pareles, “la riqueza de estos ritmos africanos llevaría hasta el límite a cualquier percusionista occidental”.

La desaparición de Doudou N'Diaye Rose provocó sentidas manifestaciones de duelo entre los ciudadanos senegaleses, también en las autoridades africanas que en 2006 impulsaron su reconocimiento como tesoro vivo de la humanidad por parte de la Unesco. Aunque quizá haya sido un músico joven el que mejor ha puesto en valor al gran maestro del sabar para las nuevas generaciones.

Apenas conocer su fallecimiento de Doudou (que, por cierto, coincidió con la muerte de otro genio de la percusión senegalesa,Vieux Sing Faye, músico de la todopoderosa Super Êtoile liderada por Youssou N'Dour), el rapero Didier Awadi afirmó que “Doudou N'Diaye Rose conocía el lenguaje de nuestros tambores porque para muchos africanos los instrumentos de percusión fueron los primeros teléfonos móviles para comunicar noticias importantes entre pueblos".

Awadi, fundador de Positive Black Soul, añadió que "Doudou fue capaz de convertir los sonidos de un centenar de tambores en una sinfonía delicada”. En 2010, él se apoyó en el ritmo veterano de Doudou N'Diaye Rose para iniciar su proyecto Presidents of Africa con Dans mon rêve, uno de los videoclips mejor facturados en lo que va de siglo XXI en las músicas de toda África.

Carlos Fuentes
El Confidencial, 19 de septiembre de 2015.


miércoles, 24 de febrero de 2016

Elida Almeida, heredera de Cesária Évora



No ocurre con frecuencia que una artista, una cantante, sitúe a un país entero en el mapa mundi de la cultura internacional. Sucedió con Cesaria Évora, la diva de los pies desnudos que puso a las islas africanas de Cabo Verde en el corazón más querido de los ritmos étnicos.

Con su muerte, ocurrida el 17 de diciembre de 2011, la intérprete de Sodade, Mar Azul y Bésame mucho dejó vacante un trono que se antoja imposible de ocupar. Cierto es que la figura serena de la abuela de la morna es insustituible, pero ahora la nueva generación de cantantes caboverdianas intenta que todo lo conquistado por la inolvidable señora de Mindelo no quede en el olvido.

Entre las nuevas aspirantes a la herencia de Cesária Evora, con el permiso de figuras ya asentadas en el planeta internacional de los ritmos africanos como Nancy Vieira, Mayra Andrade, Neuza, Ceuzany o Lura, destaca ahora la figura de una jovencísima cantante natural de la isla de Santiago, la mayor y mas poblada de las diez islas que componen esta república archipiélago.

Elida Almeida, que así se llama, nació en 1993 en el pueblo de Pedra Badejo, una de las villas rurales que trufan la geografía agreste de Santiago, aunque pronto se mudó con su familia a una pequeña aldea del interior llamada Matinho, donde ayudaba a su madre a vender frutas en mercados callejeros.

Fue allí donde Elida Almeida comenzó a cantar en el coro de la iglesia local, recibiendo poco después el empuje entusiasta de sus vecinos para participar en las veladas que cada fin de semana animaban el centro cultural de un pueblo, como todos en Cabo Verde, dedicados a la agricultura y la ganadería de subsistencia.

Poco a poco, su fama comenzó a crecer entre canciones de profunda melancolía, las sempiternas mornas, y ritmos mas animados como funaná, coladeira y batuque. Los sonidos del folklore de la isla más negra de Cabo Verde, influenciados por el alma emigrante de unas islas país que tienen mas población viviendo fuera que en África y la honda herencia portuguesa.

La aparición inesperada de Elida Almeida llamó la atención de los buscatalentos de la disquera Lusafrica (sobre todo de Djô da Silva, que ya fue el responsable de que la voz de Cesária Evora fuera conocida en Francia y luego en el resto del mundo), que desde su sede en París trabajaron para hacer realidad una presentación musical con un nivel internacional.

El álbum Ora doci Ora margos que se puede traducir como “ahora dulces, ahora amargos”, refleja el corazón partido que atesora el pueblo caboverdiano, verdadera seña de identidad nacional, entre la melancolía de unos tiempos mejores que no llegan y el anhelo por salir del pozo de subdesarrollo africano en un país que acaba de celebrar sus 40 años de independencia política lograda de Portugal en 1975.

Ora doci Ora margos está integrado por una docena de piezas de profunda emoción. Son, asegura su autora, el retrato de unos tiempos marcados por el cambio, por la desaparición inesperada de su padre y, en esencia, por esa saudade que ya es marca de la casa en cualquiera de los compositores e intérpretes de Cabo Verde. Son las crónicas de infancia y adolescencia de una joven africana que nunca se resignó a los embates de una vida temprana.

Capítulos de dulce fortuna como los que disfruta cualquier niña, pero también episodios de tristeza derivados de la enfermedad, la soledad y la falta de rumbo en la vida. Canciones, en fin, del milagro de vivir en África, interpretadas en kriolu, singular idioma caboverdiano hijo de Portugal, África y Brasil.

Desde su publicación a finales de primavera de 2015, el disco de estreno de Elida Almeida no ha cesado de cosechar buenas criticas como “un trabajo musical para recuperar los sueños y las esperanzas de las nuevas generaciones de jovenes caboverdianos”. Fue premiado como revelación de los últimos premios nacionales de la música de Cabo Verde, y también en concierto Elida Almeida ha caído de pie entre el amplio público occidental.

A mediados de julio, Elida cautivó a los asistentes del reputado festival de Porto Corvo, una de las citas de verano del circuito de las músicas africanas que se celebra cada año en esa localidad turística del sur de Portugal. Después, una primera gira de invierno por Francia y otras capitales europeas, quizá también un salto a Estados Unidos para actuar ante la mayor colonia de emigrantes caboverdianos de Boston.

Entretanto, el eco no para de crecer, Elida Almeida continua con los pies en el suelo, sin hacer caso a cantos de las sirenas atlánticas que muchos buscan en las noches de luna llena en las islas de Cabo Verde. Y no olvida que antes que ella estuvo Cesária, la gran Cesária Évora: “Le tengo un inmenso respeto y es una suerte trabajar con quienes estuvieron cerca de ella. Es un orgullo enorme ser cantante como ella, caboverdiana como ella".

Carlos Fuentes
El Confidencial, 31 de julio de 2015.


lunes, 22 de febrero de 2016

Leon Bridges, de camarero a estrella del soul




A Leon Bridges le encantan los trajes, como se encarga de demostrar cada vez que se sube a un escenario, pero su alumbramiento como la rutilante nueva estrella del soul clásico en la que se ha convertido se lo debe a unos vaqueros.

Más en concreto a unos Wrangler de cintura alta, los que lucía muchas tardes mientras servía burritos y fajitas en The Boiled Owl Tavern, un restaurante de comida tex mexen Fort Worth, Texas, la 'ciudad donde empieza el Oeste'. Una clienta reparó en ellos y no pudo reprimir el comentario: "Te tengo que presentar a mi novio. Lleva unos exactamente iguales que los tuyos".

El novio resultó ser Austin Jenkins, guitarrista de la banda White Denim. Bridges ni siquiera conocía al grupo, pero le confesó que le encantaba la música y había compuesto algunas canciones de amor con ayuda de su iPhone.

Cuando escuchó aquella voz de oro líquido, mezcla perfecta entre Sam Cooke y el Marvin Gaye anterior a I heard it through the grapevine, el estupefacto Jenkins decidió contratar unas horas de estudio y grabarle al muchacho una maqueta con ocho temas. Los siete años de trabajo en La Taberna del Búho Hervido estaban tocando a su fin.

A sus 26 primaveras, Todd Bridges (que tal es su nombre real) ya no tiene que lavar más platos ni anotar pedidos, sino afrontar una extenuante gira europea que le acercó por primera vez a España, después de que su fulgurante debut, Coming Home, se haya aupado hasta el sexto puesto en las listas estadounidenses.

Pero, por muchos vinilos en los que estampe su firma, la prudencia prevalece en este joven que repite la expresión “tener los pies en la tierra” varias veces durante la charla y ensalza los orígenes humildísimos de su familia, en Nueva Orleans, con títulos como Lisa Sawyer, su madre, o la inédita Doris, en alusión a su abuela materna.

“Sé que a algunos artistas les podría resultar embarazoso escribirle una canción a su mamá, pero cada vez que canto en directo Lisa Sawyer noto una conexión muy fuerte con el público. La gente se identifica conmigo porque todo el mundo puede entender una muestra de amor maternofilial”.

Lisa inculcó en su retoño valores como la religiosidad, el respeto al prójimo o la importancia del decoro. “El bagaje espiritual no resulta imprescindible para convertirse en un buen cantante de soul, pero yo lo tengo y no me reprimo a la hora de sentir y expresar esa fe”, admite. Y hasta su clásica elegancia con la indumentaria tiene más de herencia familiar que de afán mimético con sus grandes ídolos musicales de los sesenta.

“Mamá me insistía mucho desde pequeño en que debía lucir un aspecto presentable. Ya de niño me gustaban los trajes, solo que no tenía dinero para comprármelos. Incluso aunque tocara en una banda de death metal me gustaría ir bien vestido”. Y entonces Bridges rebobina sobre sus propias palabas para carcajearse: “Bueno, lo del death metal igual no me pegaba mucho”.

Fascinado por una época que floreció un cuarto de siglo antes de que él viniera al mundo, Leon admite que no ha concedido una sola entrevista en la que dejase de asomar el nombre de Sam Cooke. En cambio, se devana los sesos cuando le inquirimos qué le gustaría preguntar a su máximo inspirador, que hoy tendría 84 años de seguir vivo.

“Supongo que me gustaría escucharle todos los detalles sobre sus grabaciones clásicas”, dice tras una prolongada pausa. “Aunque en realidad preferiría haber sido una mosca en la pared y estar allí, agazapado en el estudio, mientras dejaba para la historia todos sus discos”. Reconoce que le quedan generacionalmente muy lejos los años del doo wop, pero no cree que ello le deslegitime a la hora de practicarlo. “Quiero que mis canciones reflejen mis verdades y le sirvan al oyente para convencerse de que soy yo mismo, una persona única. Eso es lo que el soul significa para mí”.

Bridges solo se escabulle cuando le preguntamos su opinión sobre políticos como Donald Trump, con gran predicamento en Texas. “Estoy a muchos kilómetros de Estados Unidos y absorto con mi trabajo. Solo me entero de alguna cosa a través de Facebook, pero no estoy al día”. No parece preocuparle, con todo, el obligado fin de la era Obama. “Los derechos civiles dependen de la predisposición de quien le suceda, no de que sea negro, blanco o rosa”.

A la joven nueva figura del soul se le nota mucho más cómodo charlando sobre afectividades, anhelos o historias en primera persona. Recordando a Analisa García, su única novia formal hasta la fecha, una mexicana a la que conoció en The Boiled Owl Tavern (dónde, si no) y a la que le dedicó Brown Skin Girl. O a aquel cliente del restaurante que, en un insólito gesto de generosidad, le regaló 300 dólares. “El hombre no sabía nada de mí, pero en ese momento mi madre se había quedado sin trabajo y mi hermano también atravesaba una mala racha. Me quedé volado, pero aún hoy se lo agradezco”.

Ahora que le marchan mucho mejor las cosas, a Leon Bridges también le gustaría que le recordaran como un ciudadano bondadoso. “Espero escribir cada vez mejores canciones para seguir grabando discos bajo el paraguas del soul clásico. Y espero poder ayudar a muchos niños para que vayan a estudiar música a la universidad”.

Fernando Neira
El País, 20 de septiembre de 2015.

Video de la actuación de Leon Bridges el 26 de junio de 2015 en el Festival de Glastonbury, localidad a 45 kilómetros al sur de Bristol, Inglaterra.

viernes, 19 de febrero de 2016

Un siglo de la canción Pensamiento


El referente musical de más aceptación entre los espirituanos, la criolla Pensamiento, de Ángel Rafael Gómez Mayea, Teofilito, lleva una centuria dándole la vuelta a medio mundo.

A orillas del río Neva, en una de las interminables noches blancas del entonces Leningrado -hoy San Petersburgo-; en el malecón habanero, despierto por la luz entrecortada del torreón del Castillo del Morro; rumbo a Sancti Spíritus, encima de una guagua repleta de excursionistas, acabados de confesarse ante la Virgen de la Caridad del Cobre; en medio de un río en Banao, con un guitarrista improvisado a caballo sobre un pedrusco saliente, he escuchado, he desafinado cantando Pensamiento. No importa; los himnos brotan del pecho, no del raciocinio.

Los recuerdos me los devuelve la voz íntima y coloquial de Katia García Álvarez, locutora de Radio Sancti Spíritus. Es una tarde de 2015. Cien años atrás, Teofilito, trajo al mundo una “canción de cortejo y no de diatriba, tal vez el motivo más poderoso para una aceptación misteriosa por todas las generaciones que han crecido escuchándola en el curso de 100 años”, a juicio del escritor e investigador espirituano Juan Eduardo Bernal Echemendía, Juanelo.

Para Gaspar Marrero, locutor y estudioso de la música cubana, “la letra de Pensamiento es muy simple, algo que realmente es muy complicado de hacer. Se basa, sobre todo, en la repetición de dos versos, eso ayuda mucho a memorizarla. Pensamiento se hace más fácil porque se identifica más con la manera de cantar de la gente”.

En su libro Presencia espirituana en la fonografía musical cubana, Marrero detalla la existencia de 23 versiones discográficas de la canción, en los más disímiles formatos musicales, que van desde el trovador, a guitarrazo limpio, pasando por agrupaciones danzoneras, hasta la realeza de la orquesta sinfónica.

Sin menospreciar las interpretaciones de los artistas espirituanos, en el ámbito nacional e internacional destacan las versiones de Omara Portuondo, Tito Gómez, Marco Antonio Muñiz y la Sonora Ponceña (ver nota al final).

El locutor Ernesto Valdés, quien se precia de haber conocido a Teofilito, asegura que al músico le satisfacían las distintas versiones de su obra y, en particular, la de Eda Kian (NR.- Debe haber sido una cantante de las primeras décadas del siglo 20: con ese nombre y apellido no localicé a ninguna en internet), aunque Barbarito Diez hizo una interpretación magistral.

Sin embargo, paralelo a la difusión de la criolla, durante casi cuatro décadas, Teofilito sufrió el despojo autoral de Pensamiento. La historia surgió el 15 de marzo de 1923, cuando la grabaron Eusebio Delfín y Rita Montaner para la RCA Víctor con el acompañamiento de la orquesta dirigida por Eduardo Sánchez de Fuentes, consignado en la placa del disco como el autor de la pieza.

Los antecedentes del infortunio tienen dos puntos de vista. Según el historiador Armando Legón Toledo, en entrevista al colega Manuel Echevarría Gómez, Sindo Garay vino a Sancti Spíritus como trapecista de circo en 1917 y recogió la canción y la montó en su repertorio. En La Habana la escuchó Eduardo Sánchez de Fuentes y la inscribió como propia.

El otro punto de vista es del propio Teofilito, quien entrevistado por Arsenio Madrigal, le relató que un cantante oriental, llamado Eutimio, que residía en Sancti Spíritus, se llevó la canción para Camagüey, donde la escuchó Sindo Garay y la sumó a su repertorio. Luego el autor de La tarde, amigo de Sánchez de Fuentes, partió hacia La Habana y allí se grabaría por primera vez a nombre de este último.

Músicos e investigadores como Marta Valdés, Lino Betancourt, Sixto Edelmiro Bonachea y el propio Gaspar Marrero han comentado al respecto. Pero la pregunta de hoy sería: ¿qué hubiera ocurrido si en 1962 Odilio Urfé, entonces director del Instituto Musical de Investigaciones Folclóricas, no hubiera tomado cartas en el asunto para esclarecer el error? Sánchez de Fuentes, de merecido prestigio, falleció en 1944 sin inquietarse por rectificar la injusticia.

Teofilito, autor de más de 200 composiciones, entre danzones, guarachas, puntos espirituanos, valses, claves, habaneras, congas… le confesó a Arsenio Madrigal: “El momento más emocionante que yo he tenido fue cuando me reconocieron la canción Pensamiento. El señor Odilio Urfé se tomó gran empeño”.

Rafael Gómez, Mayea, Teofilito, narró que aprendió “a músico”, como él decía, debido a una discusión Francisco Iznaga, quien no acertaba con el tono, mientras montaban el danzón La cumbancha, de “melodía preciosa, pero difícil”. “Esto está en do menor, maestro”, le advirtió Teofilito. “¿Cómo va a estar en do menor, si usted no conoce de música?”, le espetó Iznaga. “Aquí la guitarra me da tono de do menor”, aclaró Teofilito.

Y como Iznaga seguía plantado, Miguel Companioni le aconsejó: “Rafael, no discutas más; vamos a poner otro”. Luego, el autor de la también antológica Mujer perjura le recomendó “Aprende a músico, aprende”. Tiempo después, en una fiesta en El Jíbaro, presentaron la pieza. Francisco apenas atinó a decir: “Me parece que yo he oído esto”, y ni corto ni perezoso Teofilito le replicó: “Este es el danzón que usted me decía que no estaba en do menor”.

Nacido el 20 de abril de 1889 -a las seis de la mañana, siempre aclaraba-, llegó a dominar el timbal, el acordeón, la bandurria, la flauta, el clarinete y, por supuesto, la guitarra, la novia sempiterna del trovador.

Nueve años transcurrieron entre el bolero Solo por ti, su primera obra, y Pensamiento, que devino el sello de identificación de Radio Sancti Spíritus a inicios de la década de 1960, recuerda el locutor Ernesto Valdés, uno de los testimoniantes del programa especial trasmitido por esa emisora el 19 de junio de 2015, y que fuera escrito y dirigido por Erick Rodríguez.

La iniciativa se debió a Arsenio Madrigal, que reconoció la calidad interpretativa de la versión de la Orquesta de Antonio María Romeu, que acompañaba a Barbarito Diez. Hasta esa fecha, un locutor en seco -como suele decirse en el argot radial- identificaba la estación: “Esta es Radio Nacional, CMHT, desde Sancti Spíritus, Cuba”.

Cuando Madrigal concluyó su trabajo en la emisora, a fines de los 60, la dirección general de la Radio en la antigua provincia de Las Villas, radicada en Santa Clara, eliminó Pensamiento de la identificación e, incluso, se manejó la peregrina idea de emplear para tales fines a Globos rojos, de Los Mustang, o Black is black, de Los Bravos.

“Al parecer se dieron cuenta de que aquello era una locura y no se hizo. Sin embargo, Pensamiento no se puso nunca más, hasta que entró a dirigir la emisora una persona que también era proclive a lo espirituano, y me atreví a sugerir que la retomáramos, creo que eso fue en 1976”, evoca Ernesto Valdés, Premio Nacional de Radio.

Como no pocos espirituanos, Valdés, maestro de locutores, sabe las circunstancias que rodearon el nacimiento de la canción aquella tarde del 1915 en la finca del hacendado Juan Ordaz, en las cercanías de Guasimal, al calor del cumpleaños 16 de su hija Rosa María Ordaz, nombrada Fragancia. Relataría Teofilito. “Las mujeres llevaban el nombre de una flor y los hombres teníamos un número; yo era el número 10. Ese juego lo corríamos al son de un vals con unos versos, que Francisco Milanés me trajo cuatro o cinco días antes a casa”.

Luego vino el gesto de galantería de Rafael Gómez a la cumpleañera, quien amigablemente le había recriminado que no había cantado para ella. Impelido, el músico le respondió a través de otra joven, para la ocasión bautizada con el seudónimo de Pensamiento. Guitarra en mano, el trovador, fallecido el 7 de abril de 1971, interpretó con galanura: Pensamiento:/ Dile a Fragancia que yo la quiero/ Que no la puedo olvidar/ (…) Dile que yo la venero…

De por medio, una centuria del acontecimiento cultural, cuya celebración fue desaprovechada en gran medida en Sancti Spiritus, al subestimarse esta criolla que “representa por la fuerza íntima de su lirismo, el referente musical más aceptado por los espirituanos”, como ha sostenido Juanelo.

Por suerte, nadie podrá asombrarse si en Yucatán, Tenerife, Miami, San Juan, Guanahacabibes, Camagüey o Baracoa, usted escucha o canta, al compás de la añoranza, ese Pensamiento mío y del mundo.

Enrique Ojito

Escambray, 18 de diciembre de 2015.

Nota: El periodista solo mencionó cuatro versiones de Pensamiento, pero de las muchas que se localizan You Tube seleccioné estas trece: María Teresa Vera, Belisario López, Pablo Milanés, Osdalgia y Voces Negras, Osvaldo Rodríguez, José Antonio Quesada, Pancho Amat, Luis Téllez, Luisito Plá y su Trío, Cuarteto Alma, Septeto Santiaguero con Ismael Miranda y José Alberto El Canario, Oscar Chávez y Rafael Cortijo y su Bonche
(Tania Quintero).

Video: La Orquesta Sinfónica de Camagüey, conducida por Betzabet Consuegra Riverón, interpreta Pensamiento, de Rafael Gómez Mayea, Teofilito, en un arreglo orquestal del maestro Adolfo Guzmán (La Habana 1920-1976).

miércoles, 17 de febrero de 2016

La banda que toca en medio del olvido



La banda municipal de conciertos de Sagua de Tánamo, localidad a 160 kilómetros de la ciudad de Holguín, provincia situada a 734 kilómetros al este de La Habana, el pasado 10 de octubre cumplió 90 años en medio de la desprotección gubernamental, dijo Gonzalo Garrido Riverí, su director desde el 2010.

Considerada la principal institución cultural de Sagua de Tánamo y la más antigua de Holguín, la banda municipal, con 33 músicos, carece de un lugar adecuado para los ensayos. El problema es de conocimiento de las máximas autoridades holguineras.

“Siempre nos dijeron que no tenían recursos materiales, demoraron demasiado en la restauración del local y cuando decidieron hacerlo, ya su deterioro constructivo estaba avanzado”, precisó Garrido.

Durante sus casi cien años de existencia, la banda ha sido escuela para varias generaciones de músicos y es la primera vez que atraviesa por esta situación de abandono.

“El lugar no tiene condiciones para los ensayos. Estamos a la intemperie, recibiendo el humo que sale por la chimenea de un centro de elaboración cercano y prácticamente bajo el sol, lo que provoca malestar entre los músicos y no rinden igual”, acotó el director.

Los contratiempos no han impedido el cumplimiento de la presentaciones programadas, aunque los ensayos tienen que realizar en la calle, en el cine del pueblo o en el centro de elaboración de alimentos, espacios adversos para los músicos.

Las adversidades que afectan a una institución musical casi centenaria entran en contradicción con la consigna política de que lo primero que hay que salvar en Cuba es la cultura.

La banda municipal de conciertos de Sagua de Tánamo fue dirigida por Manuel Riverí y Juan Gualberto Garrido, abuelo y padre, respectivamente, de su actual director.

“La historia de la banda está muy unida a mi familia, por eso me duele que tantos esfuerzos y años de trabajo no se hayan tenido en cuenta por el gobierno”, lamentó Gonzalo Garrido Riverí.

Texto y foto: Fernando Donate Ochoa
Cubanet, 1 de octubre de 2015.

lunes, 15 de febrero de 2016

La huella de Papito en la Chepín Chovén


Ya no está con nosotros Gilberto Aguilera Caballero, Papito, como cariñosamente le llamaban músicos, familiares y amigos en Santiago de Cuba, ciudad en la que se ganó el respeto y la admiración del pueblo, como saxofonista, integrante de la Chepín Chovén, la orquesta del sabor o por haber sido un ser de alma hermosa.

El texto a continuación, titulado Una leyenda del chepín-son, es de la autoría de Manuel Gómez Morales, Manolito, amigo y admirador de Papito, es un acercamiento a su vida y obra (Miguel A. Gaínza).

Después del huracán Sandy, que en 2012 azotó Santiago de Cuba, buscó una postura y la plantó en el cantero destruido frente a mi casa. Temprano en la mañana la regaba y al atardecer repetía el ritual.

A medianoche, casi al inicio del 8 de septiembre de 2015, día de la Virgen Caridad del Cobre, patrona nacional, falleció. ¿Falleció? Prefiero escribir murió, una diferencia tonal más cercana a los sentidos de la vida: fallecer entraña demasiado tecnicismo si se considera el concepto de Mario Benedetti.

Murió Gilberto Aguilera Caballero, Papito. Dos señas de identidad lo marcaron hasta el final: ser oriundo de San Luis, donde nació el 25 de noviembre de 1946, y pertenecer a los Aguilera.

Vendedor de frituras en su niñez, aportaba algo a su casa. Después vendría el tiempo de inflar pulmones, saber administrar el aire y emboquillar, aprender del papel pautado y perfeccionar la técnica. A partir de entonces fue la encarnación del saxofón. Creció con las presentaciones y giras de la otrora Banda del Ejército Oriental, donde montó temas clásicos de música cubana, entre ellos de Juanito Márquez.

Muy bien lo conocieron en las estribaciones y el entorno de La Caoba, Casa de Tabla, La Loma de la Sierra, La Fama… Saxo en mano y con piquetes improvisados, alegró familias y comunidades de la serranía. También integró las formaciones Luisín y su combo e Inspiración, por sólo citar algunas de las cuales fueron testigos los clubes nocturnos santiagueros. Su momento cumbre fue su ingreso a una nueva y definitiva Chepín Choven, la orquesta del sabor.

Desde la humildad compartió con los grandes de esta agrupación, sus fundadores. Aquel saxo comenzó a tocar piezas como Son mis bodas de oro, El platanal de Bartolo, Vamo a tumbar los cocos, La Reina Isabel... toda una constelación de nuestro panorama musical.

Papito fue un apasionado defensor de músicos precursores, como Electo Rosell Horrutinier, más conocido por Chepín, y Bernardo Chauvin Villalón, cuyo nombre artístico era Chovén, los dos fundadores de la mítica orquesta Chepín Chovén.

Auténtico paladín de la cultura popular y tradicional, fue amigo de conjuntos, solistas paradigmáticos y clubes danzoneros, con los cuales actuó en carnavales, semanas y jornadas de la cultura, galas, conciertos y giras, incluidas dos a Francia e Italia.

Vivió para la orquesta Chepín Chovén, fue su salvador en momentos de trance y ruptura, su historiador, su escudo, su lanza. Archivo caminante de conocimientos que nunca guardó secretos y abrió su piel al sol. A infinidad de músicos Papito los aconsejó, adiestró y formó. Y hoy muestran una trayectoria rutilante.

Su vocación magisterial la extendió fuera del quehacer cultural. Fue un trabajador social genuino, de los que ya apenas existen. Conflictos y problemas en su vecindario los hacía suyos y le daba increíbles soluciones personales. De ello pueden dar fe las barriadas de Los Olmos, Los Hoyos, Sueño... Lástima quienes no desearon escucharlo, asumir sus consejos, pobres aquéllos que alguna vez lo lastimaron con palabras, ojalá puedan enmendarse a sí mismos.

Aquel árbol plantado después del ciclón, creció en el cantero, frente a mi casa. Ahora, temprano en la mañana mi hija lo riega, y al atardecer repite el ritual. Desde mi mesa de trabajo me llegan los acordes de Son mis bodas de Oro y pienso que Gilberto Aguilera Caballero, Papito, ha “emboquillado” la raíz de un árbol que ya es de todos.

Miguel A. Gaínza y Manuel Gómez Morales
Sierra Maestra, 12 de septiembre de 2015.

Video: La Orquesta Chepín Chovén interpreta Son mis bodas de oro, de Electo Rosell, en el patio de la Casa del Caribe de Santiago de Cuba, en julio de 2011. El saxofonista de pelo canoso es Papito.

viernes, 12 de febrero de 2016

El Capri de Freddy, Gina, Elena, Olga, Meme y Juana



Por estos días me entero de la ansiada reapertura del hotel Capri, algo que parecía no ocurriría nunca más. Pero me alegra haberme equivocado.

El Capri que conocí a finales de los 70, y que estremeció mi escasa y provinciana década y media de vida ante la fastuosidad de su Salón Rojo, con su enorme araña luminiscente y la íntima y húmeda calidez del Bar Azul, ocupa un sitio absolutamente relevante y omnipresente en mi imaginario personal.

Más allá de mis propias percepciones y vivencias, y de la recurrente y ya cansina vinculación con el universo mafioso de La Habana anterior a 1959 -que sin rubor se deja leer en notas y artículos que anuncian su reinauguración oficial-, el Salón Rojo y el Casino de Capri tienen un lugar también especial en la memoria de la música cubana de los 60.

En años muy tempranos de esta década, el epicentro nocturno de La Habana ya se localizaba en la zona de El Vedado. Y el cuadrante formado por las calles P hasta K y 23 hasta 19, era una suerte de gueto de la diversión nocturna: empezaba -o terminaba, según se mire- en el Casino Parisién del Hotel Nacional, y en un perímetro de varias decenas de metros tenías para elegir: El Gato Tuerto, el Club 21, el Monseigneur; los clubes Sherezada, La Gruta, La Red, La Zorra y El Cuervo, el cabaret Caribe del hotel Habana Libre y, por supuesto, el Casino de Capri y el Salón Rojo.

Desde su inauguración, el Casino de Capri contó en sus shows con talentosos coreógrafos como Alberto Alonso y Ceferino Barrios, ambos con formación y trayectoria en compañías de ballet clásico. El productor y diseñador Humberto Anido fue un pilar en el punto de giro que situó a este lugar, según cuentan algunos peregrinos de la noche habanera de entonces, en los primeros sitios de preferencia. Se desplazaba así la primacía del cabaret Tropicana hacia la nueva meca del disfrute en la calle 21 de El Vedado.

Tal era la excelencia de los shows concebidos, diseñados y dirigidos por Anido, que comenzaban a superarlo en creatividad, presencia de figuras de primera línea y, por supuesto, en popularidad. Nombres muy importantes de la música cubana desfilaron por la pista del Casino de Capri: Olga Guillot, Juana Bacallao, Meme Solís, Frank Domínguez… Y algo de lo mejor que ocurrió en su escenario: el descubrimiento al gran público, como fugaz revelación, de quien es ya un mito incontestable de la nocturnidad capitalina: la increíble Fredesvinda García, Freddy.

Anido la incluyó en el show Pimienta y sal (producción y diseños del propio Anido y coreografías de Ceferino Barrios), que se mantuvo en la pista del Casino de Capri desde finales de 1959 hasta mediados de abril de 1960. Sus 27 años y aquellas 300 libras de peso, sostenían una voz profunda, grave, y arropaban su entrega sentida más allá del dolor, que arrebató de inmediato a todos los que asistían a sus presentaciones. Su catártica interpretación de The Man I Love hizo historia para siempre en la pista del Capri, recuerda la revista Show en su número de enero de 1960.

El 18 de abril, el binomio Anido-Barrios estrenó una nueva producción, Ajiaco a la francesa. El éxito de la voluminosa contralto fue tal, que el productor mantuvo su estelar presencia en este escenario hasta octubre de 1960, cuando viajó con un ventajoso contrato a Caracas, Venezuela. La revista Show destaca con elogios su personal versión de Stormy Weather, I love Paris y Anoche aprendí (Show, abril de 1960).

A Freddy le bastó sólo un disco, un único LP de vinilo, para consagrarse y proyectar su mito hacia el futuro que ya era inmediato. Elevada desde el Bar Celeste a la novelística mundial por el gran escritor cubano Guillermo Cabrera Infante (Tres tristes tigres), consiguió en la pista del Capri la realización personal y los aplausos que, sin duda, merecía.

Cuando en marzo de 1961 Anido estrenó la superproducción Serenata Mulata, ya el Casino de Capri se había instalado con firmeza delante de Tropicana y continuó arrasando, a juzgar por los elogios de la crítica especializada. Olga Guillot centraba el espacio de la cortina principal, lo que aseguraba, entre otros aspectos, un éxito absoluto de público.

En todo el tiempo que estuvo en cartelera, Serenata Mulata contó además con la participación de Celeste Mendoza, Gigi Ambar, la vedette Clarita Castillo, el crooner Tony Escarpenter, y una cada vez más destacada y aplaudida Juana Bacallao, entre otros. Joaquín Riviera colaboró en la coreografía y Rafael Ortega en la dirección musical. Pero la presencia de la Guillot duró poco.

El Casino de Capri también fue testigo y espacio de su despedida ese mismo mes. Olguita anunciaba que partiría a Caracas, tras aceptar una jugosa oferta contractual (Show, marzo de 1961). Pero nunca más regresó.Sólo una voz y una presencia podían ocupar el espacio que dejaba, y Anido lo sabía.

Era Gina León, cuyos éxitos en el cabaret del hotel Habana Libre y también en programas estelares de la televisión, ya habían dado fe de sus magníficas cualidades vocales, su excelente proyección escénica y el acierto en la elección de su repertorio, que había empezado a grabar, en doce temas, para el sello Gema, de Guillermo Álvarez Guedes.

Tras una breve incursión de Gigi Ambar en el espacio dejado por la Guillot, Gina León debutó por todo lo alto en el show del Capri. Fue ella, sin dudas, quien aportó el esplendor definitivo que identificó, a partir de ese momento, al cabaret Casino de Capri. Gina continuó siendo la soberana absoluta de ese escenario y por ello Anido mantuvo su espacio estelar en la nueva producción Me voy pa’l Brasil, estrenada a finales de julio de 1961 y que permaneció en cartelera durante todo el año.

Gina León fue la musa de Anido. Los diseños más creativos y atrevidos los concibió para ella. Lo tenía todo para ser la gran diva regente. Las canciones con las que triunfó en el Capri fueron registradas en un disco de vinilo que salió al mercado en 1962 bajo el título Gina canta en el Capri y que entre otras canciones trae Aléjate, su gran éxito del mexicano Roberto Cantoral, Nada son mis brazos, Debí llorar, Qué nos pasa, Eclipse y En nosotros, de la cubana Tania Castellanos. Creo que se trata del primer y único disco, que tiene al Capri como escenario de interpretación y referencia.

El título de este fonograma da fe de lo importante que fue la presencia de la León en un escenario como el Casino de Capri, y también de la trascendencia de este enclave artístico en la vida musical cubana de aquellos años tremendos, cuando la fuerza creativa se multiplicaba en muchos sitios. De modo que sería impensable hablar del Capri sin mencionar el nombre de Gina León.

Pocos meses después, también fueron memorables las presentaciones del Cuarteto de Meme Solís en la pista del Capri, como parte del show La Caperucita se divierte -con producción de Joaquín Riviera y coreografía de Tomás Morales-, que subiera a escena en octubre de 1962, y en la que permaneció Juana Bacallao en un rol en el que pudo desplegar sus dotes histriónicas y musicales. Maggie Prior, con sus versiones de standards de jazz, dio también otro aire a la banda sonora de La Caperucita.

La excelencia musical que acusaban las producciones del Capri, la presencia de ésas y otras figuras de fama y popularidad en esos años, hicieron de sus salones sitio de obligada presencia y asiduidad para un público heterogéneo, pero apegado al gusto por la innovación.

Otros nombres que llenaron las noches del Capri en la década de los 60´ merecen también ser destacados: los cuartetos D'Aida y Los Bucaneros, Leonora Rega -que hizo su debut como solista en ese escenario en mayo de 1963, tras su paso triunfal por D'Aida-, Felipe Dulzaides con sus Armónicos, Ela Calvo, Luis Carbonell, Merceditas Valdés, Rosita Fornés, Moraima Secada, Los Zafiros, Los Papines, Daisy Granados, Marta Strada, Senén Suárez y su combo, María de los Ángeles Santana, Germán Pinelli, Joseíto Fernández, Ana Gloria Varona, Yolanda Brito, y otra deidad: Elena Burke, quien estrenó en el Capri muchos de sus éxitos más notables.

En esos años convulsos, en los salones del Capri convivieron políticos, jugadores, aventureros, curiosos y advenedizos; bailarinas, modelos, diseñadores, modistos, periodistas, actores y actrices, músicos, intelectuales, junto a jóvenes guerreros, ebrios de una victoria que, por conquistada, no fue menos sorprendente; empoderados, ávidos de diversión y fiesta en la noche, tras días de febril actividad, y aun de balas y ametralladoras, carros militares y Cadillacs, aciertos y errores.

Imponían moda con sus barbas y pelos largos; seducían y se dejaban seducir. Todavía convivían con un mundo que se quería cambiar, pero se resistía, y otro nuevo que empujaba por hacerle espacio a los cambios que vendrían para bien y para mal. Pero lo que no cambió fue la buena música y la excelencia escénica que privilegió al Capri por encima de los demás sitios de la noche habanera.

Por eso, me gustaría trascender drásticamente las historias de la mafia que tanto seducen a quienes, al parecer, las añoran. Quiero pensar que serán, en definitiva, los espíritus tutelares de Freddy, Olga Guillot y Elena Burke, y no los de Meyer Lansky y George Raft, los que podrían propiciar al reinaugurado hotel de 21 y N, en El Vedado habanero, la reescritura posible de un éxito ya conocido.

Rosa Marquetti
Blog Desmemoriados. Historias de la música cubana
8 de abril de 2014.
Foto tomada del blog, donde se pueden ver más imágenes y datos.

miércoles, 10 de febrero de 2016

Lázaro Valdés, el último pianista de Benny Moré


Lázaro Oscar Valdés fue el último pianista de Benny Moré, de 1958 a 1963. Músico de estudios superiores, es director de orquesta, compositor, orquestador e investigador de la música y el folclor.

Nació en la barriada habanera de Cayo Hueso, donde crecieron y se desarrollaron muchos de los integrantes de la dinastía musical de los Valdés: Oscar, Alfredito, Vicentico, Marcelino, Lázaro Oscar y Lazarito, director de la orquesta Bamboleo, Oscar el cantante y percusionista de Irakere y su hijo Oscarito, ya fallecido.

Visito a Lázaro Oscar en su hogar de la calle Subirana, entre Clavel y Santa Marta, al lado de donde vivió Abelardo Barroso y Benny Moré, dos de los mejores cantantes de Cuba. Su casa radica en Pueblo Nuevo, La Victoria, zona de La Habana muy efervescente en la década de 1950.

Empecemos por Benny Moré...

-Hablar de Benny es hablar de palabras mayores. Antes debo decirte que yo nací el 17 de diciembre de 1940 y en 1946 residí con mi padre en México, donde él tocaba con José Sabre Marroquín, quien llegó a ser director musical de Lucho Gatica. En México conocí al Benny, había dejado al conjunto Matamoros y se quedó en la ciudad, grabando con Pérez Prado. Yo viví ese gran momento. Ya en La Habana, en 1958, el trombonista Generoso Jiménez me recomendó para su Banda Gigante. Debo aclararte que el Benny tuvo dos orquestas: una a partir de 1953 y otra en 1958.

¿Cómo valora la condición musical de Benny?

-Siempre me impresionó su tonalidad vocal, su ritmática, era una estrella. Dominaba la clave y el ritmo, solo con eso, su experiencia y genio, le bastaba para ser el director de la banda más resonante y el músico y mejor cantante de su estilo cubano en toda América. Tenía lo que tenía que tener.

¿Cómo era el Benny en los ensayos, grabaciones y presentaciones?

-En la preparación de sus grabaciones lo decidía todo, con el apoyo de su orquestador. Podía dictar magistralmente los arreglos, con acordes y todo, sabía lo que quería. En las presentaciones en público, cambiaba todo en medio de la actuación. El clima emocional que lograba no lo alcanzó nadie en el mundo. Se acercaba al oído de los instrumentistas, del pianista, de la base ritmática y ya la banda era otra cosa. Como cantante era entonado y muy afinado de oído absoluto, te lo aseguro yo. Eso que hacía nada más que lo puede hacer un genio sobrenatural como fue el Benny.

¿Viajó con él?

-Fuimos a tocar en 1960 a Miami y no admitió que lo situaran en otro hotel, aparte de los músicos.

Y como persona, ¿qué me puede decir del Benny?

-Adoraba a su madre, ella asistía a sus presentaciones, le fabricó su casita como se lo prometió. Le prestaba dinero a sus músicos y luego no les cobraba. Sus presentaciones eran muy correctas. La película que le hicieron no se corresponde con la verdad.

¿Qué recuerda de sus últimas presentaciones?

-La actuación en el último festival Papel y Tinta de 1963, frente al Capitolio fue apoteósico, lo más grande. Las presentaciones en el Salón Mambí, en el parqueo de Tropicana, fueron de leyenda.

Cuando fallece el Benny, ¿que hizo?

-Lázaro Peña, que era secretario general de la CTC y esposo de la compositora Tania Castellanos, me pidió que continuáramos con la banda y me designaron su director.

¿Dirigió otras orquestas?

-Sí. Sabor de Cuba, después de la salida de Bebo Valdés, trabajamos en el teatro Martí con Pous y Sanabria. En esa etapa escribí música para libretos de Enrique Núñez Rodríguez, tarea difícil.

Otras experiencias laborales y musicales...

-Dirigí el Departamento Técnico de Música del Consejo Nacional de Cultura, junto con Ricardito Egües, hijo de Richard, flautista de la Aragón, evaluamos cerca de 500 músicos. En la década de 1970 fundé el grupo T con E, con el cual recorrimos todo México. También trabajé en el Cabaret Parisién del hotel Nacional, con un espectáculo que posteriormente se presentó en Martinica y México.

Y de su preparación musical...

-A partir de los 8 años estudié con varios maestros y también en el conservatorio de Marianao. Después, con Rosario Franco realicé estudios superiores. Rosario había estudiado en Nueva York con el pianista chileno Claudio Arrau y era hija del historiador José Luciano Franco. Olvidé decir que toqué en las orquestas Ilusión y Fraternal.

Hábleme de su padre Oscar.

-Papá era el mejor conguero de banda de Cuba, tocó en la Orquesta de Música Moderna y en Irakere. Fue cantante y percusionista y trabajó con Cheo Belén Puig, Julio Cuevas, Septeto Cauto, Julio Gutiérrez, Mario Romeu y para Gaspar Pumarejo en la televisión.

¿Qué hace actualmente?

-Dirijo el grupo Son-Jazz, fusión de lo cubano, lo afro y el jazz.

Veo que tiene dominio de nuestro folclor.

-Soy Olu (babalao), sacerdote de Orula, lo máximo en la religión yoruba.

Pero usted parece deportista...

-Soy cinta negra 4to. dan de judo, he preparado deportistas que han tenido buenos resultados olímpicos.

¿Ha escrito sobre sus investigaciones?

-Publiqué un libro sobre el origen y las raíces del son, se difundió en México y Panamá.

¿Qué opina de su hijo Lazarito, director de Bamboleo?

-Está muy bien encaminado, Bamboleo es una de las bandas triunfadoras de la salsa cubana, su composición Ya no hace falta, se convirtió en uno de los éxitos más sonados de los años 90.

¿Cómo va la música cubana?

-Nosotros. los músicos de hoy, tocamos diversos estilos musicales, pero aconsejo a los nuevos músicos que mientras no dominen la auténtica y genuina música cubana. la de los tumbaos y montunos, no pueden considerarse verdaderos músicos cubanos.

-Es muy lamentable que un músico cubano actual no domine y comprenda la gran música nacional, la que se admira y aprecia en todo el mundo.

Rafael Lam
Salsa.ch, 11 de marzo de 2015.

lunes, 8 de febrero de 2016

Pregones, pregoneros y canciones


Con Los no sabores y la estafa, Irina Pino en Havana Times, y Pablo González en Cubanet, con un video y un texto sobre pregoneros y vendedores ambulantes, han retratado la realidad de una población rodeada de escasez y penurias que se ha visto obligada a 'inventarla' para poder sobrevivir.

Según Wikipedia, "el pregón es un acto de promulgación en voz alta de un asunto de interés para el público y, particularmente, el acto con el que se inicia una celebración. Pronto se acompañaron de música, pasando de un modo de venta para convertirse en un un género musical.

"El pregonero tuvo su auge al final del siglo XIX y comienzos del siglo XX, para hallarse y después para ir desapareciendo de las ciudades paulatinamente con el tamaño de los edificios, otros sistemas de comunicación o la propia inseguridad.

"La costumbre del pregón parece estar relacionada con el clima, dado que a bajas temperaturas la disposición de los vendedores, que dieron lugar a esta costumbre, a vocear en la calle al aire libre es menor. Existen pregoneros en la mayoría de los países del Mediterráneo y también en América Latina".

Pregones y canciones dedicadas a pregones:


Además de inmortalizar Frutas del Caney, de Félix B. Caignet, el Trío Matamoros le dedicó una canción al pregón.

Félix Chapottín y Miguelito Cuní alcanzaron gran popularidad con El carbonero y Los Guaracheros de Oriente con El pregón de los chicharrones.

Igual que Celia Cruz con la Sonora Matancero en El yerberito moderno; Caramelo a quilo y Los pregones de San Cristóbal, entre otros.

Celia y el puertorriqueño Johny Pacheco en El pregón del pescador.

Caridad Cuervo en Pregones.

Niño Rivera en Pregón criollo.

Caridad Hierrezuelo en Pregones de ayer.

Pregonera turística en Santiago de Cuba.

Vendedora de maní por las calles de la Habana Vieja.

El manisero, de Moisés Simmons, es un pregón y es una de las canciones cubanas más interpretadas en el mundo. Ya en 1927 formaba parte del repertorio de Rita Montaner.

En el interior de la isla se localizan vendedores de aguacates; cremitas de coco; pan o de varias cosas.


Cuatro textos sobre el pregón cubano





Tania Quintero

viernes, 5 de febrero de 2016

El último judío de Palma Soriano



Esta historia estuvo pendiente de contarse a petición de su protagonista, el judío Jaime Ganz Grin, pues según declaró al periodista, “tengo miedo a represalias del gobierno y los nuevos rabinos cubanos, pero ahora que mi vida se acaba quiero revelar lo que ha sido mi vida judía en Cuba”.

Hijo de un sobreviviente de los campos de concentración nazis durante la Segunda Guerra Mundial, Jaime llegó a Cuba con su familia en 1949 y todos se asentaron en Palma Soriano, municipio de la provincia Santiago de Cuba, a unos 860 kilómetros al este de La Habana. Allí abrieron una tienda de ropa que les fue bien y gracias a la cual lograron una solvencia económica por aquellos años.

“Es cierto lo que dicen de los judíos: somos ahorrativos. Para nosotros un centavo es un peso y un dólar mil. La tienda prosperó porque gastábamos lo justo. Además hacíamos préstamos con interés, lo que era un riesgo, pero mi padre decía que el valor del judío es oro y siempre nos fue bien”, cuenta.

Vive en la misma casa, grande y de puntales altos, carcomida por el tiempo y el abandono. Tiene muchos libros, entre ellos uno de su coautoría llamado Atlas del judaísmo en Cuba, que me obsequia.

Lo escribió junto a Eugenia Farín Levy y Conrado Pérez Maletá, y fue publicado por la Editorial Oriente en 2009. Cuenta la historia de la comunidad judía en Cuba, comenzando con la ayuda recibida por Colón de sus amigos judíos, que le ofrecieron fondos, mapas y cartas marinas para su viaje del descubrimiento. En la expedición transoceánica vinieron varios judíos, entre ellos Luis Torres, a quien se le atribuye el mérito de dar a conocer en Europa el uso del tabaco.

“Los primeros judíos que llegaron a Cuba huían de la Inquisición, fomentaron el cultivo de la caña de azúcar y el tabaco. Durante los siglos XVII y XVIII sostuvieron vínculos con el comercio de contrabando. Incluso el obispo de Cuba Pedro Agustín Morell de Santa Cruz, falleció en 1768 volteado hacia la pared (actitud que adoptan los fieles de la fe mosaica en su último momento), recitando el Shemá Israel Adonay Elojheinu Ehad: Oye pueblo de Israel”.

La incidencia judía en las guerras independentistas cubanas fue notable. Ahí están los ejemplos del comandante Luis Schlesinger, un judío húngaro que desembarcó en 1851 con Narciso López; del mayor general Carlos Roloff, jefe de las tropas cubanas en Las Villas; del capitán Schwartz, ayudante del general Calixto García, o la comunidad hebrea de Cayo Hueso, que recaudó fondos para ayudar a José Martí en su guerra necesaria.

Tras la independencia de Cuba del colonialismo español, comienzan a llegar a la Isla muchos judíos procedentes de Estados Unidos, y en 1906 fundan en La Habana la primera comunidad judía: United Hebrew Congregation. Posteriormente arriban judíos desde Turquía y otros países balcánicos y en 1914 crean la Hebrea Chevet Ahim. Durante la década de 1930, judíos procedentes de Alemania, Bélgica y Austria que huyen del terror nazifascista en el viejo continente, encuentran refugio en la Isla.

En los años siguientes a la Segunda Guerra Mundial se estableció en Cuba el mayor número de judíos de toda la historia: 16,500. Entre ellos se encontraban Jaime y su familia. Numerosas sinagogas se establecieron a todo lo largo del país y se organizaron instituciones de carácter benéfico y de ayuda mutua entre los asociados hebreos, posbilitando el desarrollo de su vida social y cultural.



A finales de 1959, los judíos se hallaban establecidos en más de noventa ciudades y pueblos del territorio nacional. En La Habana radicaba el 75 por ciento, con una notable actividad periodística, literaria e intelectual.

Los cambios radicales ocurridos luego del triunfo de la Revolución afectaron económicamente a la mayoría de los judíos. Su nivel de vida entonces era considerado de clase media y algunos sobresalían entre las personas más adineradas de Cuba.

Las primeras medidas implantadas, como la desmonetización del dinero circulante y la nacionalización de empresas privadas, perjudicaron severamente a los judíos. Fue el inicio de un éxodo progresivo hacia Estados Unidos, Isreal y países de Latinoamérica.

“Este éxodo provocó que en los años 90 quedara sólo un 10 por ciento de la comunidad judía, y en 2009 se estimaba en solo 1,200 el total de judíos viviendo en Cuba. A partir de 1991 comenzó un proceso de reanimación para acercar a los fieles que se habían alejado. Se abrieron nuevos espacios de estudio, seminarios, cursos. Demasiado tarde: el daño infligido fue muy grande”.

En un pequeño patio interior, Jaime cultiva calabaza, plátano y maíz. Con eso se sustenta. Ha escrito un testimonio, El Tzadir de Kishinev, la historia de su abuelo, quien en Polonia luchó contra las violentas manifestaciones antisemitas que culpaban a los judíos de los desastres naturales, las epidemias y las agudas crisis económicas en el antiguo y vasto imperio zarista.

“Mi abuelo sufrió una brutal golpiza que casi lo mata. Sobrevivió junto a mi padre tres inviernos en un campo de concentración nazi. Cuando logramos llegar a Cuba en 1949, compramos esta casa y montamos la tienda. Pero cuando nuestros sueños judíos comenzaban a materializarse, apareció la revolución. Nos cerraron la tienda y el miedo de volver al terror del que habíamos escapado se apoderó de nosotros. Terminamos hundidos en la marginalidad, la turbación, la locura... Esta casa era lujosa y la tienda siempre estaba concurrida. Hoy es desolación y hastío”.

Jaime no tuvo descendencia, ocupado en sobrevivir, apuntalar la vivienda que se desmoronaba y enterrar a sus muertos en el cementerio judío de Santiago. “De la tienda solo queda el espacio vacío. Hasta los anaqueles de madera tuve que utilizarlos como leña para poder cocinar en el fogón”. Y termina confesando:

“Tenía miedo de hacer pública mi historia, porque ahora el gobierno y los nuevos rabinos intentan borrar el pasado. Pero en estas navidades lo vi todo claro. Voy a morir pronto y he decidido hacerlo como un judío: trabajando hasta mi último instante. Revisando el testimonio, corrigiendo, sintetizando, para dejar una obra auténtica. Un alegato de lo que hemos sufrido los judíos, para que no se olvide”.

Texto y fotos: Frank Correa
Cubanet, 31 de diciembre de 2015.

miércoles, 3 de febrero de 2016

El periplo habanero de Albert Einstein



A bordo del vapor Belgenland, en la mañana del 19 de diciembre de 1930 el eminente físico matemático alemán Albert Einstein, arribaba al puerto de La Habana acompañado de su esposa Elsa, como parte de un viaje iniciado 17 días antes en Amberes, Bélgica, y cuyo destino final era la ciudad californiana de San Diego, en la costa del Pacífico.

Hasta el mismo barco fueron a saludarlo directivos de la Academia de Ciencias Médicas, Físicas y Naturales de La Habana y de la Sociedad Geográfica de Cuba, quienes además de darle una cálida bienvenida, lo invitaron a un agasajo que le habían preparado en la sede de la Academia antes mencionada.

Los efectos del intenso sol tropical hicieron que el Premio Nobel de Física en 1921 sudara copiosamente, mientras trataba a la vez de protegerse el rostro de la fuerte radiación, en particular los ojos, con la ayuda de ambas manos.

Como narra el profesor José Altshuler en su libro Las 30 horas de Einstein en Cuba, el creador de la Teoría de la Relatividad manifestó enseguida su deseo de ir primero a comprar un sombrero que lo resguardara de la molesta luz de los rayos solares.

Prestos a complacerlo, sus anfitriones lo llevaron de inmediato a la tienda El Encanto, la más famosa y lujosa de la urbe habanera. Una vez allí el gerente tuvo la iniciativa de obsequiarle uno de los mejores jipijapas que ofertaban ese día.

Einstein insistió en pagarlo, pero el dueño del establecimiento quiso regalárselo. Finalmente le pidió al sabio alemán que aceptara posar para hacerse un retrato en el estudio fotográfico del centro comercial, con la finalidad de tener un recuerdo permanente de aquella visita.

Tras colocar al célebre científico delante de un fondo negro para resaltar toda la expresividad de su cara bondadosa, el artista Gonzalo Lobo tomó la foto, que constituye el único retrato de estudio hecho a tan ilustre personalidad en suelo cubano.

Satisfecho con el sombrero, Einstein lo colocó en su cabeza y acompañado, entre otros, por el ingeniero José Carlos Millás, director del Observatorio Nacional y vicepresidente de la Sociedad Geográfica de Cuba, y el doctor Juan Manuel Planas, presidente de la propia organización, realizó una breve visita de cortesía a la Secretaría de Estado, cargo ocupado en ese momento por Rafael Martínez Ortiz.

De acuerdo con lo expresado a Granma por el profesor Luis Enrique Ramos Guadalupe, historiador de la meteorología en la isla, los probados conocimientos de Millás en Ma­temática y Física superiores y su dominio de varios idiomas, pesaron mucho en la decisión de que se le encomendara acompañar de manera permanente a Einstein durante su estancia en la mayor de las Antillas.

Ramos aclara que la Secretaría de Estado era la entidad que acogía a la Sociedad Geográfica de Cuba, de ahí la razón por la cual fue el primer sitio oficial incluido en el programa de lugares a transitar durante el periplo habanero del distinguido huésped.

Luego Albert Einstein asistió al solemne homenaje que le tributaron en la sede de la Academia de Ciencias Médicas, Físicas y Naturales de La Habana, sita en la calle Cuba No. 460, cuyo discurso de bienvenida estuvo a cargo del doctor Francisco María Fernández, en su condición de presidente de la institución.

Desde el paraninfo del histórico inmueble, el ilustre visitante agradeció las atenciones recibidas por parte de los académicos y los miembros de la Sociedad Geográfica y de la Sociedad Cubana de Ingenieros y enalteció las virtudes del pueblo cubano.

Tomando en cuenta la solicitud que le hicieran de dejar plasmadas algunas ideas en el Libro de Oro de la Sociedad Geográfica, Einstein escribió: “La primera sociedad verdaderamente universal fue la sociedad de los investigadores. Ojalá pueda la generación venidera establecer una sociedad económica y política que evite con seguridad las catástrofes”.

La apretada agenda en su primer día de estancia en Cuba incluyó igualmente un encuentro con la comunidad hebrea, el almuerzo ofrecido por el presidente de la Academia de Ciencias en el hotel Plaza, y un paseo en automóvil en horas de la tarde, que él mismo había solicitado para conocer más La Habana y sus alrededores.

Siempre en compañía de su esposa, el recorrido incluyó los exclusivos Country Club y Havana Yacht Club, áreas rurales de Santiago de las Vegas, el aeropuerto de Rancho Boyeros, la Escuela Técnica Industrial, las obras del Acueducto de Vento, y el asilo de enfermos mentales de Mazorra.

Finalmente participó en una recepción preparada por la Sociedad Cubana de Ingenieros, a las cinco de la tarde. En su discurso de agradecimiento, Einstein le deseó a la nación cubana un porvenir venturoso.

Extenuado después de tan agitada jornada, rehusó la invitación oficial de pasar la noche en el Hotel Nacional, a punto de inaugurarse, y prefirió dormir en el vapor Belgenland, atracado en la rada habanera.

Al día siguiente y en horas tempranas de la mañana, el ingeniero José Carlos Millás fue a buscarlo para que diera un paseo por los lugares de la ciudad que él escogiera.

Con esa sensibilidad y excelente capacidad de observación que lo caracterizaba, Einstein pidió ir a los lugares de mayor pobreza, pues si el día anterior había visto las grandes residencias de las personas ricas, ahora quería apreciar cómo era la vida en muchos hogares de las personas más humildes de la urbe.

Guiado por su principal anfitrión, visitó varios solares y cuarterías de la Habana Vieja, los barrios populares de Llega y Pon, y Pan con Timba, algunas tiendecitas modestas de la Calzada de Monte, y la zona del Mercado Único, quedando fuertemente impactado por las condiciones de acentuada miseria predominante en esos lugares.

Casi al filo de la una de la tarde del 20 de diciembre de 1930, el buque Belgenland con Einstein a bordo abandonaba el puerto de La Habana en dirección al Canal de Panamá.

Percatado de la verdadera realidad de la Cuba de entonces, ese día, en su diario de notas escribiría: “Clubes lujosos al lado de una pobreza atroz, que afecta principalmente a las personas de color”.

Aquella breve visita, 85 años atrás, acaparó titulares en la prensa de la época, y devino en uno de los sucesos noticiosos más trascendentales del convulso 1930 en Cuba.

Orfilio Peláez
Granma, 18 de diciembre de 2015.
Foto de Albert Einstein realizada el 19 de diciembre de 1930 en el estudio fotográfico de la tienda El Encanto, La Habana. Tomada de Granma.


lunes, 1 de febrero de 2016

Joaquín Ordoqui y la "grandeza de la revolución"



El miércoles 24 de septiembre de 2014, el periódico Granma fue autorizado a invitar -en su sección Culturales- a la presentación en el Instituto de Investigación Cultural Juan Marinello, el viernes 26, del documental Los amagos de Saturno. La realizadora Rosario Alfonso Parodi, investigadora de aquel instituto, enfocó las motivaciones del delator de los mártires de Humboldt 7.

Los francotiradores de la blogosfera cubiche aprovecharon la ocasión para comentar el documental y no abordaron la suerte que corrió el comandante Joaquín Ordoqui Mesa.

La propia CIA se atribuyó el juicio por delación contra Marcos Rodríguez Alfonso, alias Marquitos (Causa 72-1959 de la Sala Cuarta de lo Criminal de la Audiencia de La Habana), como “primera reacción a la operación AMROD dentro de Cuba” (Expediente 80T01357A, Registro NARA 104-10118-10001, página 3.

Pero la conexión de Marquitos vía AMROD con Ordoqui es falaz. Aquel cayó fusilado por su delación y Ordoqui cayó en desgracia porque Castro nunca admitió haberse ido con una bola de la CIA.

El 3 abril de 1963, la CIA aplicó una medida activa con ánimo de fragmentar la coalición castrista: Movimiento Revolucionario 26 de Julio (MR-26-7), Directorio Revolucionario 13 de Marzo (DR) y Partido Socialista Popular (PSP), y socavar la alianza entre Castro y Moscú. Un agente “desafecto” de la CIA vendió a la Dirección General de Inteligencia (DGI) en Ciudad México documentos que endilgaban a Joaquín Ordoqui Mesa haber pasado información militar a Estados Unidos durante la Crisis de los Misiles (1962).

Hacia noviembre de 1963, otros documentos falsos expusieron como agente de la CIA a la attaché cultural de la embajada de Cuba en México, María Teresa Proenza, alias La Momia, exsecretaria de Diego Rivera y militante de la vieja guardia comunista, quien de vuelta a la Isla fue arrestada, pero saldría pronto en libertad y terminó en una biblioteca.

El 16 de noviembre de 1964, Ordoqui fue detenido y sustituido por Juan Almeida como viceministro de las FAR. La nota oficial puntualizó que se procedía a la “investigación completa de su conducta política (desde 1957) con entero espíritu de objetividad y justicia”. Acotó que esto llevaría tiempo, pero si se despejaba “toda duda”, Ordoqui Mesa sería “restituido en sus cargos y recibiría pública satisfacción”.

Junto a su esposa Edith García Buchaca, Ordoqui quedaría confinado en una casa de campo en Calabazar, en las afueras de La Habana. El 16 de abril de 1973, el Buró Político decidiría “no acusarlo ante los tribunales y suspender las restricciones”, pero sí separarlo del Partido Comunista y de las FAR por “debilidades de la conducta revolucionaria y serios indicios de culpabilidad”, aunque no constaran “pruebas definitivas”. Ordoqui Mesa fallecería de cáncer dos meses después, el 19 de junio de 1973.

Tal como puede apreciarse en su número de radicación, la causa penal contra Marquitos venía andando desde 1959, por denuncia de la viuda de Fructuoso Rodríguez, uno de los cuatro mártires de Humboldt 7. Marquitos acabó siendo detenido el 10 de enero de 1961 en Praga y compareció a juicio el 14 de marzo de 1964. Faure Chomón, líder del Directorio Revolucionario 13 de Marzo (DR), abrió la caja de Pandora con una carta de Marquitos a Ordoqui fechada el 10 de septiembre de 1962.

Castro arremetió contra Ordoqui Mesa por no haber “presentado esta carta inmediatamente al Partido (Unido de la Revolución Socialista, PURS)”, pero dejó claro que se debía “exonerar enteramente” a García Buchaca de la grave imputación vertida por Marquitos en la carta: que durante su exilio en México él habría confesado a ella la delación de los militantes del DR en Humboldt 7 y ella, tras reponer que cosas así habían pasado también en China, terminaría aconsejándolo: “Bueno, tienes que hacerte más fiel al Partido (Socialista Popular, PSP)”.

Castro puntualizó que tras el careo entre García Buchaca y Marquitos “delante del compañero (Osvaldo) Dorticós, Blas (Roca), Faure (Chomón), Ramirito (Ramiro Valdés) y (Emilio) Aragonés”, todos tuvieron “la impresión unánime de que aquello era una calumnia”.

Una leyenda urbana reza que Ordoqui y su esposa eran agentes a sueldo de la CIA desde 1957 y Proenza con Teté Casuso se encargaba de hacerles llegar el dinero. Otra versión asegura que el coronel batistiano Esteban Ventura tenía una llave del apartamento donde se escondían los militantes del DR en Humboldt 7 y Marquitos jamás tuvo posesión de ninguna. Otra más envuelve en misterio cómo el padre de Marquitos pudo sacar de la cárcel la carta a Ordoqui Mesa, que Roberto Fandiño tecleó para dar copias a Chomón, Alfredo Guevara y el G-2.

Todas las habladurías y novelerías sobre la inocencia de Marquitos, siendo culpable, y la culpabilidad de Ordoqui Mesa, siendo inocente, son una muestra de la mentalidad de trastienda y el afán de correveidile con que suelen buscarse inquietud y excitación antes que comprensión, en ese fenómeno histórico denominado revolución cubana.

Para fusilar a Marquitos bastaba la ley, que imponía pena de muerte por el delito de confidencia. Sin embargo, Castro aprovechó su comparencia en el juicio -para dar testimonio y opinión sobre su propio interrogatorio extrajudicial a Marquitos- al efecto de sentar que no admitiría más discusiones entre las banderías concurrentes (MR-26-7, DR y PSP) sobre la denominación de origen de su revolución.

No en balde profirió: “Hemos hecho una revolución más grande que nosotros mismos”. Y agregó: “Tenemos que estar a su altura”. No hacía falta puntualizar que él mismo se encargaba de fijar el listón en cada circunstancia.

En el expediente de la CIA consta que hacia marzo de 1966, la operación AMROD concluyó porque los cubanos “perdieron interés”. Tal eufemismo indica que la DGI tuvo noticia de la trampa, que ni fragmentó al PURS (para esa fecha, Partido Comunista de Cuba, PCC) ni conmovió la alianza estratégica de Castro con Moscú.

Pero sí amargó por el resto de su vida a Joaquín Ordoqui Mesa y su familia, ya que Fidel Castro se negó a reconocer que había tragado un señuelo de la CIA.

Arnaldo M. Fernández
Cubaencuentro, 9 de octubre de 2014.
Foto: Joaquín Ordoqui Mesa (1901-1973). Tomada de EcuRed.