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lunes, 30 de noviembre de 2015

Bellita y su Jazz Tumbatá


La pianista, compositora, percusionista y cantante Lilia Expósito Pino, Bellita, una de las mujeres líderes del jazz cubano, dirige su propio cuarteto, con el que ha llegado a grandes circuitos del género en el mundo.

¿Cuánto tiempo lleva como mujer-jazz?

-Estoy en este bregar desde 1995 y en el 97 conformé mi agrupación. En un ensayo a finales de 1995, pasaron unos estadounidenses y vieron nuestro trabajo, les llamó la atención que algunos de nosotros ejecutábamos más de un instrumento a la vez, y quisieron grabarnos un disco. Digamos que ésa fue la génesis de Bellita y Jazz Tumbatá. Este disco resultó pre-nominado a los Grammy en 1997 y fue el despegue del grupo.

¿Y qué antecedió al jazz?

-Antes tocaba en agrupaciones importantes de la música cubana, como Manguaré y Mezcla, y las colaboraciones que siempre hemos estado haciendo los jazzistas con otros artistas, incluso de otros géneros.

¿Cuál es su formación académica como intérprete musical?

-Me gradué de Musicología en el Instituto Superior de Arte y el piano lo estudié hasta el nivel medio. Fui profesora de Solfeo y Armonía durante catorce años, pero siempre mantuve mi preferencia por la música popular, hasta que los propios alumnos me dijeron que dejara el magisterio y me fuera a tocar, a dedicarme a llevar mi carrera como instrumentista. Me considero una artista muy académica: la docencia me sirvió para lo que actualmente hago.

La historia del nombre del grupo, Jazz Tumbatá...

-Antes utilizábamos un set de tambores bata, lo que pasa es que hemos cambiado muchas veces de formato. Hoy día es diferente, contamos con un drum, y aquellos toques de batá están ahora sintetizados en ese drum. Hemos ido variando, los músicos del mundo del jazz siempre estamos cambiando las cosas.

¿Cómo identificar a Bellita y Jazz Tumbatá entre tantas bandas cubanas?

-Nosotros nos distinguimos además del multi-instrumentismo, por una sonoridad bastante peculiar, en la que están incluidos todos los rasgos del jazz contemporáneo, muy marcado por la música cubana. También poseemos algo, que lo hemos aprendido gracias a la interacción con artistas de otras partes del mundo, porque el Jazz en estos momentos está manifestándose de otra manera, visto como espectáculo.

-Yo uso micrófono inalámbrico por ejemplo, ya que me levanto del piano cuando canto e interactúo con el público. Trabajo mucho la escena, algo que resulta bien difícil, porque tienes que estar pendiente de lo que vas tocar e improvisar, de la correspondencia que siempre tiene que haber entre todos los músicos. El Jazz desde sus inicios ha sido muy llamativo, de pronto al devenir en género de concierto, se tornó más intimista, y ha perdido mucho público por eso.

-Ahora hay una tendencia a hacer más espectacular todo lo que se hace desde la escena. Es muy importante que las personas cuando te oigan sepan que grupo es el que toca, y sobre eso hay que trabajar mucho actualmente en la Isla.

Poseen una apreciable proyección internacional.

-Hemos tocado en muchos festivales de jazz, entre ellos el de Martinica 2009, donde coincidimos en el mismo espectáculo con el famoso bajista Marcus Miller; nosotros hicimos la primera parte y el cerró el programa.

-Uno siempre ve a las grandes figuras en videos, en este evento asistieron numerosos exponentes reconocidos del género, casi todos estadounidenses, y tuvimos la gran experiencia de confluir con todos ellos; de hecho, nos presentamos después de Johns Scofield con su trío, un guitarrista famosísimo. En octubre pasado tocamos en el Festival de Jazz de Bratislava. Tuvimos una acogida de la crítica fabulosa, pues en esa ocasión los menos conocidos éramos nosotros, y pusimos aquello caliente.

-Hace años ya estamos tocando en el circuito grande del jazz, hemos tenido suerte; recuerdo que llevando solo dos años como grupo, fuimos en el 1999 al Jazz Open de Stuttgart, en Alemania. Estuvimos en la noche del Latin Jazz en el primer set, y en la segunda parte estaban Chucho Valdés; en fin, participaron igualmente Bobby Mc Ferrin, Lionel Hampton muy viejito ya, quien por cierto, unos meses después falleció.

-No somos de los músicos más promocionados en Cuba, pero si estamos colocados en Internet, y tenemos la suerte que cuando estamos tocando muchas veces en Cuba, están viéndonos en el público organizadores de festivales internacionales, que nos esperan al terminar para invitarnos a sus eventos.

Cuba es fértil en pianistas populares...

-Sí, Cuba tiene muchos pianistas; la escuela, como acostumbro a decir, es dura. Todos tenemos una formación clásica, pero la mayoría estamos tocando música popular. A nuestro país vienen músicos de todos los géneros para permearse de nosotros, porque realmente la música cubana tiene muchas aristas.

¿Lo próximo en su agenda?

-En octubre fuimos invitados a presentarnos en la primera parte del concierto que Esperanza Spalding (http://esperanzaspalding.com/) hizo en Bratislava. Esta vez no lo hicimos como Bellita y Jazz Tumbatá, porque nos unimos a mi hija Glenda López y a su proyecto, ya que ella contrajo matrimonio y vive fuera de Cuba y se encuentra haciendo carrera en el extranjero.

Los productores de Bellita son Danton Sapo de Youtube, y Allan Roger Scott, letrista de varias estrellas internacionales como Celin Dion, Barbra Streissand; entonces nos integraremos a sus músicos europeos para apoyarla en su actuación. Luego de esto continuaremos en el Festival de Jazz en la Habana, que ya se hace tradicional cada mes de diciembre.

Helson Hernández

Havana Times, 14 de septiembre de 2015.

Video de un concierto en vivo de Bellita y su Jazz Tumbatá en 1999. Entonces tenía el pelo negro, ahora su look es muy distinto, como puede verse en este video con su hija Glenda, cuando en 2014 participaron en los días de jazz de Bratislava.

viernes, 27 de noviembre de 2015

Margarita Ponce, primogénita de la percusión cubana



"Me inicié como percusionista en 1970", dice Margarita Ponce Fernández, quien desde hace varias décadas se desempeña como profesora en el Conservatorio Amadeo Roldán de La Habana.

¿Qué la motivó a escoger un camino que en esa época era reservado para hombres?

-Para entender mis razones debo hacer un poquito de historia.

Yo estudiaba piano, pero en 1961 interrumpí mis estudios y me fui a una zona rural del país a alfabetizar. Pero al crearse el sistema de becas, al cual podían optar todos los que quisieran continuar sus estudios, retomé el aprendizaje de la música.

-Todavía la Escuela Nacional de Arte no funcionaba como centro estudiantil, pero a todas las adolescentes que ingresamos en la incipiente academia, nos daban conferencias y nos llevaban a conciertos, para que fuéramos insertándonos en el mundo cultural. En ese contacto directo con las presentaciones de la Orquesta Sinfónica Nacional, sentí que mi mundo no era el piano sino el tìmpani, por la grandiosidad armónica que da a una orquesta. Tu escuchas una obra y cuando entra el tìmpani cambia totalmente el timbre musical.

Todos la veían como una futura pianista. ¿Qué sucedió cuando usted decidió estudiar el tìmpani?

-Todavía recuerdo la cara de asombro de la profesora Carmen Valdés. Ella me dijo: "¿Tú sabes realmente lo que estás diciendo?".

A partir de ese momento, ¿cómo se desarrollaron los acontecimientos?

-Por problemas de salud no pude continuar en la Escuela Nacional de Arte y matriculé en el conservatorio Amadeo Roldán. Comenzaba entonces un período de constitución de las cátedras de percusión, con excelentes profesores a la cabeza como es el caso de Domingo Aragú y su hijo Luís, quienes fueron mis maestros.

-Con ellos inicié el estudio de la caja, los ejercicios de control de baquetas y el dominio del golpe. Una vez concluida esta primera parte estudié xilófono y posteriormente tìmpani. Corría el año 1963 y en esa etapa la carrera de percusión no incorporaba ni bongoes ni tumbadoras: estos instrumentos se tocaban en las orquestas de forma empírica, como parte de tradiciones y costumbres.

Por ser entonces la única estudiante femenina de percusión, ¿sintió el rechazo de sus condiscípulos?

-Todo lo contrario. Mi nombre es Margarita y creo que ellos nunca hicieron mayor honor a ese calificativo porque fui una margarita entre claveles. Ha pasado más de medio siglo y la amistad allí consolidada quedó para siempre. Algunos de mis compañeros desaparecieron físicamente, pero el aprecio se mantiene intacto en el recuerdo.

¿Integró alguna agrupación musical?

-En mi etapa de estudiante me prepararon para desarrollar trabajos metodológicos, impartir clases y tocar. Los profesores nos llevaban a intercambiar con la Orquesta Sinfónica como una práctica docente, lo cual me enorgullece mucho.También estuve en un grupo llamado Radit 7, compuesto por alumnos de la escuela. Sus miembros éramos Sara González en la guitarra, Lucía Huergo en el piano, Heli Valdés en el acordeón, Ana Nora Calaza en el saxofón, Anisia Bustelo en el fagot, Sandra Mirabal en el clarinete, y yo en la batería. Hicimos varias presentaciones.

¿Cuál era la reacción del público cuando en la batería veían a una jovencita?

-Era una mezcla de sentimientos encontrados: alegría, asombro, sorpresa y agradecimiento, pues de alguna manera, mi presencia era evidencia de que las mujeres teníamos la capacidad necesaria para enfrentar cualquier rol social. Otros, sin embargo, intentaban marginarme, dudando de mis capacidades y talento.

-Pero en el plano personal me sentía regocijada, porque la percusión para mí es la vida. No puedo vivir sin mis tambores. Hoy la situación es diferente, son cientos de estudiantes femeninas de percusión en todo el país, a lo que se suman las que ya se han graduado, todas con un altísimo nivel profesional, comprobado dentro y fuera de Cuba.

Tuvo muy buena experiencia con Radit 7. ¿Por qué lo abandonó por la pedagogía?

-La gran necesidad de profesores de música fue lo que me hizo escoger el mundo de la pedagogía, de lo que no me arrepiento, ya que me ha permitido atesorar magníficas experiencias.

-En el Conservatorio Amadeo Roldán incursionè en un mundo vedado para aquellos ajenos a la docencia. Estuve al frente de la Comisión de Planes de Estudios y Perfeccionamiento en todo el país, tuve el honor de participar en la confección de los programas de estudio de nivel elemental y medio de la percusión en Cuba y soy fundadora de la Sociedad de Percusionistas de Cuba, PerCuba (La Habana, 7 de mayo de 1992). La alta responsabilidad me llevó también a complementar mis estudios con una licenciatura de educación musical, cuya tesis fue un taller de percusión de música afrocubana.

Su tesis fue base para la creación de un grupo musical que aún se mantiene. Hábleme de ese trabajo.

-Sin dudas, la tesis elevó mis conocimientos sobre la percusión cubana y me dio nuevas herramientas. Con la intervención de otros músicos fundé el grupo Afroamérica, actualmente dirigido por el percusionista Justo Pelladito. Fue una experiencia inolvidable que conservo como una de las mejores cosas que me han sucedido.

De las actuales percusionistas ¿a quiénes admira?

-Las admiro a todas, pero ahora me vienen a la mente Yuliet Abreu la Papina, hija de Luis Abreu, uno de los integrantes de Los Papines y que fuera alumna mía. Y las percusionistas de Obiní Batà, que tocan muy bien y tienen mucha fuerza en el batá, instrumento que estuvo prohibido para las mujeres, por su relación con la religión yoruba y sus fundamentos. Ellas hacen una incursión muy artística con esos tres tambores, de manera que quienes las escuchan observan un mundo sonoro espectacular.

En el empeño por desarrollar al máximo los conocimientos percutivos de sus alumnos, en la actualidad dirige varios proyectos.

-Me gusta mucho trabajar con mis alumnos las Rítmicas 5 y 6 de Amadeo Roldán. En el año 2000 estuvo de visita en Cuba un músico francés, cuyo nombre no recuerdo ahora, e hizo un concierto titulado Desde lo más hondo. Para un segmento de su concierto, pidió quince percusionistas. Pero como soy de las personas que nunca digo no, reuní quince alumnos que acostumbraban a trabajar conmigo las Rítmicas de Roldán e hicimos el concierto.

-La experiencia fue tan sorprendente que fuimos invitados a Francia, a donde viajé con ocho estudiantes de la cátedra. En París hicimos nuevamente el concierto presentado en Cuba. A esa primera gira asistieron estudiantes que hoy son reconocidos músicos, como Yuliet Abreu, Rodny Barreto y Guillermo del Toro, tumbador de la orquesta Havana D'Primera.

¿Cómo y cuándo surge Ensamble de Percusión Rítmica, grupo que usted formó con estudiantes del conservatorio?

-La realización de conciertos en Cuba y posteriormente en París, me impulsaron a crear un grupo. Así como nació Ensamble de Percusión. Tiene la peculiaridad de hacer percusión sin instrumentos, todos los sonidos provienen del cuerpo humano. Hay chasquidos con los dedos, silbidos, golpes en la cadera, rodilla, y muslos, hay palmadas y resonancias con los pies, cada una de estas regiones emite un sonido diferente entre si, pero semejante a los de las tumbadoras, güiros, maracas y otros instrumentos de percusión.

¿Cuántos estudiantes lo integran?

-En un inicio trabajé con un cuarteto integrado por muchachas, hasta que se amplió el formato a veinte, diez hembras e igual número de varones. Es un proyecto novedoso y goza de una elevada calidad artística, cualidades que le imprimen particularidades muy atractivas. Y para los alumnos representa una de las mejores formas de perder el miedo escénico, coger dominio de la escena y socializar con el público.

Antes de despedirnos, la licenciada Margarita Ponce Fernández, nos dice que las presentaciones de Ensamble de Percusión Rítmica en Cuba y otros países, no solo constituyen un éxito personal, si no también de las escuelas cubanas de música.

Texto y foto: María Regla Figueroa Evans
Radio Cadena Habana, 4 de septiembre de 2015.

miércoles, 25 de noviembre de 2015

La bella Chelito



Placetas. 12 de febrero de 1885. Acababa de nacer Consuelo Portela, hija de un matrimonio español que cumplía funciones militares en la colonia. Los padres y la recién nacida se embarcarían enseguida hacia la metrópoli, sin dejar más huella en la historia de Placetas.

Al paso de los años aquella niña -crecida, bellísima- volvió a Cuba y estremeció a la sociedad habanera. Consuelo Portela se había convertido en Chelito, una de las cupletistas más famosas y aclamadas de España.

En La Habana abarrotó como nunca los teatros Payret, La Alhambra y Molino Rojo. Había aglomeraciones en la entrada, antes de su presentación. Los hombres la esperaban a la salida, la seguían por las calles de la ciudad, le hacían regalos y hasta le proponían matrimonio.

La Chelito defendía tan bien su espectáculo de cuplés picarescos que otras empresas desvinculadas de la cultura comenzaron a aprovechar la imagen de la artista para vender sus propios productos. Así aparecieron cigarros Chelito, fósforos Chelito, corbatas Chelito...

Cuentan que el número de la cupletista que más furor provocaba en el público era La pulga, en el cual la cantante iba levantándose el vestido para encontrar y deshacerse de aquel insecto. Al ritmo cadencioso de la música, con una pose entre provocativa e ingenua, la Bella Chelito descubría zonas 'prohibidas' de su cuerpo: Hay una pulga maligna / que a mí me está molestando, / porque me pica y se esconde, / y no le puedo echar mano.

Así, era lógico que el Diario de la Marina, tan conservador y puritano, atacara a la artista española. Llegaron a compararla con un Satanás libidinoso. Pero un sector entusiasta de la opinión pública exaltaba su gracia escénica y le conminaba a continuar presentándose.

Durante los quince meses que estuvo en Cuba, Chelito viajó al centro de la isla para cumplir algunos contratos. Se presentó en el teatro La Caridad de Santa Clara y en Camajuaní. Quizás llevó también su espectáculo a Sagua la Grande y a Placetas, la tierra natal que siempre quiso conocer. Los relatos de la prensa no dejan dudas sobre las presentaciones de la cupletista. Fue aplaudida, y hasta amada, en todas partes donde la conocieron.

A pesar de su popularidad, en 1928 la Chelito volvió a ser Consuelo Portela. Se retiró de los escenarios y se dedicó a otras empresas económicas. Llegó a ser dueña de un cine y de algunos edificios.

En 1957, dos años antes de su muerte, un periodista de Bohemia la entrevistó en su casa madrileña. Esa vez, la mujer que había sacudido a la sociedad habanera de principios de siglo, confesó que por mucho tiempo el rey Alfonso XIII la amó con locura. Ella, en cambio, había amado a un cubano pobre.

"Cuba es la mitad de mi corazón", dijo también aquel día. Se despidió del periodista y le pidió: "Dígales usted a los cubanos que no me olviden, que no me olviden".

Carlos Alejandro Rodríguez Martínez
La Vanguardia, 19 de agosto de 2015.


Foto: Chelito en La pulga.

lunes, 23 de noviembre de 2015

El 93 cumpleaños de Lucrecia López


No todos en Cuba ni en el mundo llegan a 93 años, pero Lucrecia López Vega hoy arriba a esa edad. Quienes la queremos, deseamos que llegue a los 100 y con la mejor salud posible.

Sus tres hijos y muchos viejos amigos ya no vivimos en La Habana. Por eso desde este blog queremos felicitarla con la versión instrumental que hizo Bebo Valdés de Rosa mustia, canción compuesta por Ángel Díaz, uno de los fundadores del 'feeling' que Lucrecia conoció porque esa corriente musical nació en su barrio.

Feliz cumpleaños, Lucre!

Te desean Rafael, Armando y Marco, desde Estados Unidos y México, y mi hija, mi nieta y yo desde Suiza.

Tania Quintero

viernes, 20 de noviembre de 2015

Recordando a Laíto Sureda


Estanislao Sureda Hernández vino al mundo el 7 de mayo de 1914 en el humilde barrio La Juanita de la ciudad de Cienfuegos, en la antigua provincia de Las Villas. Venancio y María, sus padres, procrearon diez hijos. Desde muy pequeño, su madre le decía Estanislaíto, que con el tiempo se apocopó en Laíto.

Las penurias económicas hogareñas no le permitieron una buena educación. Pero pronto descubrió que tenía facultades innatas para el canto. En su terruño natal debutó en la emisora CMHJ. Luego cantó en la Orquesta de Periquín, donde estaban el pianista René Hernández, el trombonista Generoso Jiménez (que después sería mano derecha de Benny Moré en su famosa banda) y el flautista Rafael Ondina.

A mediados de la década de 1940, Laíto ingresa al conjunto de Alberto Ruiz, el Kubavana, interpretando el bolero de una manera especial. Por Kubavana también desfiló Orlando Vallejo. Hacia 1948, pasa a cantar en el cabaret Tropicana con la agrupación de Ernesto Grenet, hermano de Eliseo y Emilio. El show bailable lo hacían Laíto, que cantaba guarachas y sones, y Orlando Vallejo los boleros. La orquesta de Armando Romeu era la encargada de acompañar el espectáculo central.

Por su calidad vocal es llamado por la Orquesta de los Hermanos Castro, que era la atracción en el restaurante internacional del Hotel Nacional. En 1951 regresa a trabajar en el recientemente remodelado Tropicana, esta vez con el conjunto del guitarrista y compositor Senén Suárez, que había sucedido a Grenet. Por esta época graba con Senén para el sello Puchito, un número titulado Guaguancó callejero, original del maestro Ignacio Piñeiro y que tuvo excelente acogida.

En 1953, Laíto se integra a la Orquesta América, de Ninón Mondéjar. Graba con ellos algunos temas a cuatro voces, lo cual no satisface al cantante, porque ninguna de ellas sobresalía. Le tocó ser testigo de excepción del lío de la paternidad del chachachá, entre Mondéjar y Enrique Jorrín. Se encontraba cantando con la Orquesta América, cuando Rogelio Martínez, el director de la Sonora Matancera, por su versatilidad artística, le propone que ingrese como cantante de planta a la Sonora, para reemplazar a Bienvenido Granda (La Habana 1915-México 1983), a quien le apodaban 'el bigote que canta'.

En junio de 1954, Laíto comienza a trabajar la Sonora Matancera en las presentaciones en vivo de Radio Progreso. De sus primeras interpretaciones se conservan A Dios le ruego y Cualquiera resbala y cae. En febrero de 1955, con la Sonora Matancera, Celia Cruz, Alberto Beltrán y Rodolfo Hoyos, realiza una gira triunfal por Colombia. Actúan en Barranquilla, Cartagena, Medellín, Cali, Armenia y Bogotá y luego se trasladan a Venezuela.

Al regresar a Cuba y llegada la hora de la repartición de honorarios, surgió una controversia. Laíto debía ganar iguales dólares que los demás integrantes del conjunto, ya que siempre se había estipulado así. Rogelio adujo que por ser cantante nuevo sus ganancias serían un tanto más reducidas. Eso no gustó a Laíto y en mayo de 1955 abandona la Sonora, bastante resentido con Rogelio.

Laíto continuó batallando musicalmente y regresa al Tropicana, con el conjunto de Senén Suárez. Nunca más alcanzaría la popularidad que le prodigó la Sonora Matancera. En febrero de 1956 aparece con brevedad integrando la plantilla de cantantes del Conjunto de Roberto Faz, con Rolito y Roberto, pero después es reemplazado por Orlando Reyes.

Cuando ocurrió el cambio sociopolítico en la isla, en enero de 1959, Laíto se afilia al partido comunista e integra la artillería terrestre. Continúa alternando su profesión militar con el canto, del cual se retira a finales de la década del 60. Con la revolución mejora su situación económica y obtiene su jubilación.

Durante más de 20 años permanece en el ostracismo musical en su patria. Tuvieron que llegar sus admiradores colombianos, quienes lo redescubren y le brindan nuevas oportunidades, al comprobar su entusiasmo y capacidades vocales, no obstante una vieja afección respiratoria. Emocionado dijo: "Los colombianos me sacaron de las tinieblas y se formó la gozadera, aunque son cosas muy fuertes para mi corazón con tantos años".

En 1994, después de 39 años, vuelve a Colombia con el Conjunto Caney de Benitico Llanes. Trabajan en Barranquilla. El Caney pretende ser una copia exacta de la Sonora Matancera: su sonido es algo parecido. De Venezuela llega Nelson Pinedo para realizar un encuentro con la nostalgia y en el teatro currambero Amira de la Rosa, con el acompañamiento del Conjunto Caney logran la apoteosis.

En 1995, Laíto es invitado por su gran amigo, el renombrado investigador musical César Pagano y a sus 81 años tiene actuaciones en Bogotá. Increíble. Para la feria de Cali, en diciembre de 1996, Laíto, llega de Cuba con su Sonora, de la cual forman parte su hijo José, de 62 años, que oficia como cantante y su nieto Eduardo, de 32 años, excelente pianista. Con ellos también están otro buen cantante cubano, Rolando Montero, El muso, y un notable trompetista, Lázaro Rodríguez. El público caleño los ovaciona largamente demostrándoles inmenso cariño en todas las ocasiones y lugares donde trabajan.

Ante el resurgir musical de Laíto, la empresa Seeco le reedita con lujosa presentación, un disco compacto con los doce números grabados con la celebérrima Sonora Matancera. A su vez, la empresa estatal cubana Egrem, saca al mercado un compacto, con el acompañamiento de su Sonora y que incluye títulos como Junto a un cañaveral, Amor y más amor y Malanga murió, entre otros

A los 85 años y cuatro meses, aquejado de su enfermedad respiratoria crónica, Laíto da por terminado su ciclo terrenal. Falleció a las 3 de la madrugada del martes 8 de septiembre de 1999. La presencia física de Estanislao Sureda Hernández no traspasó el fin del milenio, pero sus canciones acompañarán siempre a los amantes de la música afroantillana.

El texto fue tomado de Sonora Matancera.

Video inicial. El resurgimiento de Laíto Sureda en Cuba se produjo a mediados de los 90 con su interpretación de Idilio, canción de Alberto Amadeo Rivera (Puerto Rico 1903-Estados Unidos 1968). Fue tal el éxito que el video obtuvo el Premio Lucas, galardón anualmente otorgados a los mejores clips cubanos. En 2013, Leoni Torres (Camagüey 1977), incorporó Idilio a su repertorio.

miércoles, 18 de noviembre de 2015

El son de Simón



Los años le multiplican la veta de dicharachero, la música es su bienestar y las 'yerbas', como llama a los vegetales, asegura ser el trampolín hasta después de los noventa.

El 5 de septiembre, Ricardo Simón Antonio cumplió 97 años y se mantiene, como pocos a esa edad, activo y tocando el cuatro. Es la evidencia de apellidos que parecen nombres, de haitianos acogidos en Cuba con canción como barraca y de trabajador y revolucionario.

La dirección de cultura en Holguín y el grupo Los seis del son, festejaron su onomástico y lo homenajearon en la Casa de la Trova.

Descendiente de emigrantes, asentados en Birán, su padre era cortador de caña y la madre vendía turrones en la valla de gallos de los Castro. Fue Lina Ruz quien lo nombró 'sonsito', no por parsimonioso, sino por cantar el son desde los nueve años.

En 1958, Simón se vincula a la lucha revolucionaria. Luego del triunfo de enero, Mongo Castro, lo llevó a trabajar en sus talleres de mecánica en Holguín, labor por la que obtuvo la condición de vanguardia nacional del trabajo.

Cantó con Faustino Oramas (Holguín, 1911-2007) y con él viajó hasta el sitio donde el Guayabero compuso Mañana me voy a Sibanicú. Simón participó en el documental que le hicieron al 'rey del doble sentido', como le decían a Oramas.

El grupo Los sociales, que formó en 1998, pasó a nombrarse Los seis del son, actualmente dirigido por Margarita Barrios. Para ella, “Simón es la figura principal, sin él el grupo no va adelante, los otros van y vienen, pero Simón siempre toca para nosotros”.

Ricardo Simón Antonio es acreedor de los reconocimientos Por los senderos de la victoria (2004) y Tesoro humano vivo (2015), entregado a personas con habilidades y conocimientos propios.

“La música es mi felicidad. ¡El mejor remedio pa'llegar a los cien es tomar un mejunje de garañón, jengibre, raíz de verraco y vino de uva. Es el secreto de la 'potencia'!”. Y sonríe picaresco.

Texto y foto: Yenny Torres Bermúdez
Ahora, 17 de septiembre de 2015.

lunes, 16 de noviembre de 2015

El arte de bordar y tejer en Sancti Spíritus



No se les puede buscar por nombres, porque se multiplican; mejor desandar las rutas hasta llegar a sus manos, que son prodigiosas.

El arte les va en la sangre, salpicado por el tierno calor de un sitio sagrado si de delicadeza y majestuosidad se trata.

La brújula apunta a Manacas Iznaga, emporio de tejedoras y bordadoras. Espirituanas que entre lienzos e hilos hacen el delirio de nacionales y foráneos.

Y es que el arte de bordar y tejer es Manacas Iznaga en sí misma, desde la primera piedra del callejón hasta el último palmo de la empinada torre, un espacio donde cada mano hace delicias de pañuelos, manteles, blusas, sombreros...

Piezas untadas con el embrujo de un arte que nació mirando las montañas, bañadas por la brisa marina, perfumadas por el aroma de las frutas y coronadas por el talento único de mujeres únicas.







Texto y fotos: Oscar Alfonso Sosa
Radio Sancti Spiritus, 5 de septiembre de 2015.
Leer también: Sancti Spiritus y Qué ver en Sancti Spiritus.

Nota.- El músico espirituano más conocido fue Ángel Rafael Gómez Mayea, Teofilito, autor de Pensamiento, una de las canciones cubanas más hermosas y que pueden escuchar como guaracha-son, con Teofilito y el Conjunto Oriental, y en versión bolero, en la voz de Luis Téllez.

viernes, 13 de noviembre de 2015

Cuba como desengaño



Este libro de 1,250 páginas no contiene ninguna novela, pero sí el apasionante relato de varias vidas, todas encarnadas en la figura de Guillermo Cabrera Infante. El primero, que podría titularse ‘El hijo de los comunistas’, empieza por el principio, y el montaje diacrónico del material publicado se agradece, como en las epopeyas fundacionales.

En 1951, el autor es un joven periodista que -alimentado desde la cuna con una estricta dieta marxista prescrita por sus padres, cofundadores en Cuba del Partido por antonomasia y fieles a su ortodoxia hasta el fin de sus días- se confiesa, en la impagable crónica autobiográfica de cierre, que le hace un guiño a Sterne, como “criatura con suficientes anticuerpos comunistas como para estar efectivamente vacunado de por vida contra el sarampión revolucionario”.

Pero el apasionado lector y espectador en sus facetas más degustativas y selectas se da de cara un día, por sus amistades y sus afinidades, con la Historia, en mayúscula. Ha fundado con un grupo de cinéfilos también muy jóvenes la Cinemateca de Cuba, ha conocido a una muchacha con la que poco tiempo después se casará, y publica su primer cuento en Bohemia, por el que (Fulgencio Batista acababa de dar su golpe de Estado) se le expulsa de la escuela de periodismo y se le encarcela.

Sale de prisión y, ya casado y padre de una hija, da el salto a su segunda personificación novelesca: nace G. Caín, de la costilla del cine, pues con ese seudónimo -inicialmente una tapadera- formado por las primeras sílabas de sus apellidos se da a conocer, de un modo que deslumbró pronto dentro y fuera de Cuba, escribiendo sobre películas en la revista Carteles y convirtiéndose, junto a James Agee, Manny Farber, José Luis Guarner o Pauline Kael, en uno de los críticos más ocurrentes e inteligentes que ha habido.

Pero el Caín vividor y sensual, humorístico, dado al invento verbal y vacunado contra los maximalismos, no puede dejar de mirar a su alrededor. Y así en 1957 ve a varios de sus amigos detenidos o muertos a manos de la policía batistiana, entra él mismo en actividades clandestinas, se compromete.

Al año siguiente aparece en su vida Miriam Gómez, escribe la mayoría de cuentos y ácidas viñetas de violencia política que después formarían su primera obra narrativa, Así en la paz como en la guerra, y la palabra no le basta: sirve de enlace entre los comunistas paternales y el recién creado Directorio Revolucionario de la guerrilla, a la que le pasa armas de contrabando, y estaba preparándose, a modo de jefe de prensa no-oficial, para llevar a dos periodistas norteamericanos a la Sierra Maestra cuando, el 31 de diciembre, abdica, así lo escribe él, el dictador Batista.

‘Mea Cuba’ antes y después es el segundo volumen de la obra completa en curso, pero hay que decir que además de ofrecerse en sus páginas una ordenación ampliada de aquel devastador Mea Cuba que hizo decir a Susan Sontag en los años 80, cuando empezaron a aparecer sus textos en distintos medios, “He was the first to see it” (Fue el primero que lo vio), el tomo tiene como entrada fuerte las casi doscientas páginas inéditas en libro, y sus tres singularidades.

Por un lado reflejan la formación de ese gran cronista que fue, cuando el oficio no tenía el relieve que hoy tiene, Cabrera Infante, ya antes de iniciar su autoconstrucción como novelista. Por otro dan la medida de lo que significó Lunes de Revolución, de donde proceden estos artículos firmados por él, responsable también del semanario. Y en tercer lugar, el más crucial, componen un retrato que muchos parecen haber querido, si no borrar, olvidar: el de un hombre de 30 años que fue parte de una vanguardia intelectual comprometida en la lucha contra la dictadura y que creyó fervientemente en la revolución no tutelada por el comunismo soviético que empezó siendo el movimiento guerrillero de Fidel Castro.

Una revolución en la que, además de la justicia social y la libertad democrática, cabría un acercamiento a la realidad que pudiese armonizar la dialéctica materialista, el psicoanálisis y el existencialismo, por citar literalmente las palabras sin firma, escritas por Cabrera Infante, que aparecen a modo de presentación del número 1, de 23 de marzo de 1959, de la citada revista.

Hace un mes pasé dos tardes enteras en la casa que el escritor cubano de pasaporte inglés habitó casi cuarenta años en el centro de Londres con su segunda esposa, Miriam Gómez, una viuda de escritor emprendedora, fiel y muy valiente en las decisiones.

La mayor parte de la primera tarde la ocupó el examen de los tres grandes volúmenes encuadernados en un cartoné algo gastado que recogen la mayoría, pero no la totalidad, de la colección de aquel legendario suplemento semanal que en su trayectoria, desde marzo de 1959 hasta noviembre de 1961, traza de modo sucinto pero esclarecedor la novela de una decepción personal y el fin de una revolución audaz y liberadora.

Esos volúmenes que yo repasaba tienen su propia historia. Cuando el autor de Tres tristes tigres abandonó para siempre su país a finales de 1965, en circunstancias de thriller esperpéntico que él ha narrado con gran viveza en su libro póstumo Mapa dibujado por un espía, pudo llevar a sus dos hijas adolescentes del primer matrimonio, pero no, en un limitado y muy vigilado equipaje, sus libros, y entre ellos, la valiosa y bien conservada colección de la revista.

Una década después, Juan Goytisolo viajó a Cuba, cuando ya la verdad de la dictadura se hacía palmaria para quienes, como él mismo, la defendieron tantos años con buena fe y esperanza, y, en un gesto admirable y no sin riesgo, decidió hacerles un obsequio a sus amigos Guillermo y Miriam: rescatar esos cuatro volúmenes de Lunes de Revolución que seguían en poder del padre del escritor, ya entonces repudiado por el régimen castrista; meter en su maleta tres de los cuatro (falta el volumen correspondiente al año II), pasar la aduana y entregárselos en Londres a quien, junto con Carlos Franqui, el, digamos, editor, y Pablo Armando Fernández, subdirector, había hecho posible su existencia.

Más allá de cualquier mitomanía, la lectura de muchas páginas de esos tres mamotretos tamaño sábana produce la emoción de la obra bien hecha en circunstancias difíciles y aurorales. En el mismo texto de presentación antes mencionado, ‘Una posición’, Cabrera Infante expresa con modestia que la finalidad es “realizar para Cuba la labor divulgatoria que hiciera en España una vez la Revista de Occidente”, añadiendo a continuación una coda de premonición optimista que tampoco deja de impresionar, sabiendo nosotros ahora lo que pasó apenas tres años después de haber sido escrita: “Jamás se volverá a dar una ocasión como ésta -también en el orden de la vida diaria- en que una revista que antes estaría dedicada a una exigua minoría se vea repartida entre los 100.000 ejemplares de Revolución. Se trata ni más ni menos que de un regalo que hace el diario de la Revolución a sus lectores y a la cultura”.

El regalo queda en los anales y en las bibliotecas. El primer número, bellamente compaginado e ilustrado, tiene unos contenidos de asombrosa calidad: un trabajo de Sergio Rigol sobre las raíces nazistas de Heidegger, un perfil de James Dean firmado por Edgar Morin, entre artículos de Max­well Anderson y Lydia Cabrera y dibujos de Saul Steinberg. En el número 2, Ionesco, Isaac Babel y Piñera, en el 29 un atrevido diseño letrista (casi avant la lettre), y en todos un sinfín de grandes colaboradores entre los que destacan Bruno Schulz o Gertrude Stein, nombres nada frecuentes entonces, compartiendo espacio con Lezama Lima, Calvert Casey y portafolios de fotografía americana de vanguardia. La revista antidogmática.

El grueso libro que recopila el tomo I del año III (no hubo ya volumen II, ni año IV) da motivos para la melancolía. Por imperativos superiores que Franqui le comunicó a Cabrera Infante, se suceden números sobre Laos, Vietnam o Rumania que huelen a boletín de propaganda: cánticos de alabanza de infames poetas, panorámicas de campos de maíz y alegres labriegos, gráficos explicativos de los triunfos del socialismo leninista. Corría el año 1961, y al suplemento se le permitió un canto del cisne, el número especial sobre Picasso, con 48 páginas de inéditos literarios del pintor y trabajos de, entre otros, Albert Skira, Apollinaire y Juan Larrea, de quien se imprime su texto sobre el Guernica poco tiempo antes leído en el MOMA.

Los propios artículos de Cabrera Infante en Lunes de Revolución reflejan el conflicto que desgarraría al escritor. En alguno de 1960 como ‘Peregrinaje hacia la Revolución’ o ‘La marcha de los hombres’ leemos aún su entusiasmo por la nueva era iniciada y su invectiva sardónica contra quienes la desdeñan, aunque ya en el primero una conversación suya con el presidente Dorticós vaticina las amenazas de la vigilancia ideológica en el trabajo intelectual: “La Revolución entrará lentamente en la obra de nuestros artistas y de nuestros escritores”, le dice el presidente.

Es de enorme interés ‘Las vértebras de España’, en el que relata su paso por Madrid, volviendo de un viaje oficial a la URSS, con una mezcla de pena, clarividencia y crudeza crítica. La obra maestra de este conjunto, ‘La letra con sangre’, íntima crónica bélica de la “guerrita de Bahía de Cochinos”, introduce muy sutilmente la sombra de la sospecha que había empezado a materializarse, según lo ha contado quien la sintió con él, Miriam Gómez, al ver una madrugada, saliendo en automóvil de la ciudad de Matanzas, su marítima Vía Blanca llena de enormes camiones tapados con lonas y circulando sin identificación, como fantasmas; el preludio de la intervención soviética que él mismo vería en el campo de batalla junto a su gran amigo Walterio Carbonell. Cuando Cabrera volvió de Playa Girón, aún con el rostro tiznado por la pólvora, se abrazó a su mujer, Miriam, y le dijo: “Este hijo de puta nos ha engañado”.

Aunque haya mayoría de textos combativos, de uno y otro signo, ‘Mea Cuba’ antes y después recupera, en una colocación que lo aclara y realza, su extraordinario libro de prosas Vista del amanecer en el trópico, con sus viñetas de gran potencia lírica sobre la violencia, tanto la revolucionaria como la que la precedió y la siguió.

Pero hay otro factor que merece ser resaltado: el retrato del artista como crítico literario, que ya se vio en la primera edición de Mea Cuba, pero aquí, en el desdoblamiento de contenidos que el autor decidió en su momento y ha sido enriquecido, cobra una notable dimensión. Un recorrido informado y agudo sobre la literatura de Cuba, un pequeño país rico en escritores de la talla (y sólo citamos a unos cuantos) de José Martí, Lezama Lima, Lydia Cabrera, Lino Novás, Alejo Carpentier, Carlos Montenegro, Virgilio Piñera, Calvert Casey, Heberto Padilla, Reinaldo Arenas, de quienes escribe semblanzas llenas de buen juicio.

Los nombres más presentes en el utilísimo índice onomástico son los de dictadores: Batista, Franco, Hitler y Stalin, todos por detrás de Fidel Castro, que cuenta con varios cientos de anotaciones. Este libro, que es la múltiple historia de un desengaño, un doloroso exilio, un descrédito y una reivindicación final de la decencia y la verdad, es también el reflejo de una obsesión con un espíritu maléfico, y recuerda en eso la de Max Aub con Francisco Franco y más aún la de Bulgákov con Stalin. Estos dos magníficos escritores obsesos se guiaron por el humor en su diatriba, y así lo hizo Cabrera Infante, quien por encima de la indeseada encomienda de ser la conciencia de un triste país, tuvo el mérito de expresarla sin perder la risa.

Lo último que escribió Cabrera Infante, poco antes de morir, fue un artículo publicado el 27 de febrero de 2005 en las páginas de Opinión de El País y que concluye este volumen de su obra completa. Se llamaba La Castroenteritis aguda, y no era la primera vez que él usaba ese término médico-paródico para calificar la infección fidelista.

En 1990, ‘La Castroenteritis’ aún no era aguda, en el artículo de ese título recogido después en Mea Cuba, aunque ya lleva, dice el articulista, más de tres décadas causando víctimas. En años posteriores, el mal dará paso por escrito a otras variantes: ‘La castradura que dura’ y la ‘Castrofobia’, síndrome que sin duda aquejó al escritor.

Es sin embargo en el primer texto, el de 1990, donde lo detecta: “Una enfermedad del cuerpo (te hace esclavo) y del ser (te hace servil), y la padecen nativos y extranjeros”, estos últimos, apostilla, ocupando la planta de la “Gastroenteritis chic”. Cabrera, que ya desde finales de los 60 sufría la anatema no sólo del régimen castrista, sino de ciertos medios intelectuales afines, hace un poco de cirugía, y saca a relucir las insuficiencias democráticas de Carlos Barral, Felipe González y Julio Cortázar, por quien se sintió traicionado en un notorio y debatido episodio, tras haber trabajado en el guion cinematográfico de un cuento del argentino.

Es en todo caso un hecho irrebatible para quienes a principios de los años 70 lo experimentamos de cerca, dudando aún entonces juvenilmente sobre quién tenía razón, que Cabrera Infante fue objeto del cordón sanitario que se aplica a los apestados, y que entre sus practicantes hubo grandes escritores que “lo vieron tarde” o, como en el caso de García Márquez y Saramago, no lo vieron nunca.

A todos ellos, siguiendo en el registro medicinal, el autor cubano les diagnostica y les receta: “Aunque la enfermedad es infecciosa y a veces suele ser fatal, tiene un antídoto poderoso: la verdad. La verdad desnuda crea anticuerpos que combaten la Castroenteritis eficazmente”. Cabrera Infante fue el médico de su honra, pero no sabemos si su tratamiento, aún rechazado por no pocos, acabará imponiéndose en la salud pública de su tierra natal.

Vicente Molina Foix
El País, 22 de septiembre de 2015.
Foto de Guillermo Cabrera Infante y su esposa Miriam Gómez en 1998. Hecha por Daniel Mordzinski y tomada de El País.

miércoles, 11 de noviembre de 2015

Calimbados por la revolución


En estos tiempos, cuando ya no se marca con hierro a los esclavos, los leprosos no tienen que andar con un cencerro como en la Edad Media, o los judíos portar la estrella de David obligados por los nazis, entre otras formas del ejercicio del poder que cercenan la dignidad humana, ¿qué representa el término calimbar?

Según expresa Graciela Pogolotti en su artículo Qué significa calimbar, la marca humillante del calimbaje, similar a la aplicada al ganado vacuno, no es empleada por el esclavista moderno, por ser demasiado primitiva. Ahora es más sutil, aunque no menos alevosa.

De acuerdo con la presidenta de la Fundación Alejo Carpentier y autora de Las polémicas artísticas de los años 60, y Dinosauria soy, entre otras obras, “los calimbados de hoy proceden del Sur y de los países periféricos”, víctimas del neoliberalismo y otras artes macabras del poder.

Pogolotti, también autora del libro Ensayo de conciencia, asegura en su artículo que “los calimbados son los indocumentados que intentan cruzar el río Bravo, las masas que atraviesan el Mediterráneo, se ahogan en el mar o en contenedores carentes de oxígeno”. O los que son tratados, de forma más sutil, como 'nigger', o el equívoco 'de color', para identificar el tono de su piel. Son quienes sufren cualquier otra expresión denigrante, excluyente o discriminatoria.

Al parecer, los cubanos que mueren cruzando el Estrecho de la Florida, se ahogan en un huacal sin oxígeno en su travesía hacia Miami, devorados por los tiburones, perecen congelados en el tren de aterrizaje de un avión al huir de la Isla, o perdidos en la selva del Darién, lo hacen de pura felicidad.

Los miles de cubanos que, por el sólo propósito de abandonar el país en los años 60, fueron expulsados de sus empleos, obligados a trabajar en la agricultura, a encerrarse en su hogar so pena de recibir un trompón u otro cualquier acto de 'buena vecindad revolucionaria', ¿no eran calimbados?

¿Acaso los alrededor de 125 mil que abandonaron la Isla por el puerto del Mariel en 1980 no lo fueron? Las palabras escorias y gusanos, coreadas al compás de un fuego graneado de huevazos, pellizcos, pedradas, palazos y otros actos de 'júbilo revolucionario' ¿eran cantatas de múltiples elogios?

Para quienes escaparon hacia la Base Naval de Guantánamo, en 1995, ¿hubo 'más amor' y menos calimbaje? Los policías que, tonfa en mano, aupaban hacia el mar a la población, como a una dotación de esclavos asustados ¿no calimbaban a sus compatriotas con la marca de traidor?

Prohibirles o condicionarles el derecho a regresar, conservar la vivienda, un reloj de pared, una cama, un radio VEF, la mesa, los vasos, dos sillas o un televisor Krim, entre 'otros bienes' confiscados por el Estado Benefactor, ¿no era calimbar? ¿O fue una muestra de amor al prójimo que se va?

Sin que les llamen 'nigger', aunque sí 'de color', la mayoría de los negros son calimbados si, como asegura el censo de la Oficina Nacional de Información y Estadísticas, viven en la periferia de las ciudades, constituyen el más elevado por ciento de la población penal, y son los de más bajos ingresos al laborar en sectores no emergentes de la economía nacional, entre otras desventajas de las que son víctimas.

Según cuenta en el documental Razas el investigador y miembro de la Academia de Ciencias, Esteban Morales, al insistir en que la ausencia del negro en los medios audiovisuales del país es un acto de discriminación, un amigo blanco le expresó: “No sé para qué quieres más negros en la televisión si tienen un canal sólo para ellos.” Al preguntarle Morales cuál era ese canal, el amigo le contestó: “Tele Rebelde, el canal de los deportes en Cuba.”

Si éstas no son formas puras del calimbaje contemporáneo descritos para otras latitudes por la doctora Graciela Pogolotti, ¿existe un calimbar diferente para los de allá y los de aquí? ¿No humilla igual 'sudaca' que 'marielito', 'niche' que 'de color', 'espalda mojada' que 'balsero'? ¿O no es así?

En el argot popular, calimbar es joder, humillar, destruir, marginar, más allá de otras expresiones que definían la situación de nuestros antepasados. Por eso, sin importar el mar o la frontera que se atraviesen, ni el color de la piel o sexo, hoy miles de cubanos se sienten calimbados por la revolución.

Víctor Manuel Domínguez
Cubanet, 30 de septiembre de 2015.
Foto tomada de wet-usa.

lunes, 9 de noviembre de 2015

La vieja y la nueva Cuba



Cuba se enfrenta hoy a su hora de la verdad "antes que anochezca". El título de la desgarradora biografía de Reinaldo Arenas ilustra los tiempos que corren en esta isla perdida en el mar y en el tiempo. Hoy, 56 años después del triunfo de la revolución, toca cambiar o morir.

Los "cambios estructurales y de concepto", anunciados por Raúl Castro tras heredar el poder de su hermano Fidel, sitúan a la isla frente a su propio espejo. Y lo que se ve en el laberinto nacional son dos Cubas de contrastes extraordinarios, pero que comparten las mismas calles, en un país que se dedicó al arte de hacer ruinas.

Por un lado, la nueva Cuba, pujante, dispuesta a aprovechar la "actualización" del sistema socialista y alentada por el histórico deshielo con Estados Unidos. Por otro, la vieja, la de la libreta de racionamiento, los eternos autos norteamericanos y las consignas revolucionarias que gritan en las paredes.

Y entre una y otra, las reformas, donde algunos encuentran similitudes con la China de los 80: los cubanos ya pueden comprar celulares y autos, aunque sus precios son inalcanzables. Se pueden hospedar en hoteles, cuyas habitaciones sólo son para los más privilegiados. Se repartieron tierras que no producían (más del 80%) entre agricultores aplastados por la burocracia.

Ahora incluso pueden vender sus casas. Antes, como mucho, conseguían permutarlas. Sobre Cuba vuelan las mismas sombras de casi siempre y algunas luces que comienzan a aparecer, encendidas por la esperanza de 11 millones de habitantes.

El histórico deshielo entre Estados Unidos y el gobierno de Raúl ha llevado hasta sus calles un optimismo exacerbado que casi todos comparten. Hay excepciones, por supuesto.

"Los cubanos tenemos una cosa, no sé si es buena o mala: nos reímos de todo, incluso de nuestra vida desgracia", dice Luis Fernández, de 88 años, la misma edad del oculto Fidel, que hacía meses no aparecía en público.

Cada una de sus palabras desborda dignidad. "Esto está imposible, pero ahora la gente piensa que en unos días estaremos mascando chicle y fumando Camel", reflexiona el anciano de camino a la bodega, a donde acude armado de su libreta de racionamiento. Con el estómago vacío y los bolsillos llenos de hastío. Es uno de los miles de cubanos que depende de la vieja cartilla para sobrevivir, pese a su anoréxica oferta: arroz, picadillo de soya, aceite vegetal y algo de pollo.

"Siento que salimos de una pesadilla", describió Leonardo Padura, escritor empeñado en buscar "una luz al final del túnel" a sabiendas de que no hay ninguna "lámpara mágica".

El viaje por La Habana de hoy nos lleva al cine Yara, el más famoso de la ciudad, donde exhiben una película cubana, Contigo, pan y cebolla, de Juan Carlos Cremata. Una inocente comedia situada en los años 50 que refleja problemas muy parecidos a los actuales. "Esperanza para el futuro, pero ¿cuándo llega ese futuro?", se cuestiona uno de los personajes.

A dos cuadras, en dirección al Malecón, acaban de inaugurar el bar restaurante Havana 21. Sus propietarios no esperaron al futuro, fueron directamente a buscarlo. "Es el momento de invertir en este negocio, todo pa' frente, como decimos los cubanos", asegura Richard, de 47 años, uno de sus propietarios.

Él, su socio y alguno de sus empleados forman parte del grupo de 178 mil cuentapropistas que en 2015 deberán pagar sus impuestos, aunque más de 400 mil ya tienen licencia para ello.

Son trabajadores que levantaron su propio negocio: taxistas privados, cafeterías, paladares (restaurantes privados), gimnasios, arrendatarios de vivienda, relojeros, vendedores ambulantes, manicures, artesanos, lavacoches, fotógrafos, peluqueras, barberos y así hasta un centenar de oficios.

La apertura al capitalismo más importante realizada en Cuba se inició en los 90 durante el "período especial", pero ahora se multiplicó con Raúl, empeñado en salvar a su sistema de la quiebra.

"Soy un superviviente de la guerra de Angola, del Mariel, del período especial y de la cosa esa que vino después", se mofa el matazombis de Juan de los Muertos, la cinta más aclamada de la nueva era. Un filme que parece una metáfora, y que se incluye en los 'paquetes' que se venden en distintos rincones de La Habana.

Se trata de memorias USB, con series, películas y fútbol en su interior. Al cubano no le gusta su televisión ideológica, pero sí las telenovelas. Y por ello se divierte con programaciones pirateadas de la prohibida televisión por cable, incluidos los partidos de fútbol, porque el béisbol dejó de ser el deporte rey. Los caprichos de la globalización llegan hasta las paredes de la ciudad, donde los seguidores de Lionel Messi disputan sus espacios a los fans de Cristiano Ronaldo.

Caminando la nueva Cuba llegamos hasta los dominios de Francisco Valido González, de 48 años, uno de los líderes de los taxis ruteros, "una cooperativa a la fuerza de 106 socios y 46 guaguas (ómnibus)" que cubre rutas desde Alamar hasta Santiago de las Vegas.

"Si no tomábamos la oferta del Estado, nos íbamos a nuestras casas. Pero es un engaño y un fracaso", asegura un trabajador, que para salvarse del desempleo que afectó a más de un millón de cubanos tras los recortes de Raúl padece hoy en un 'régimen de esclavitud'.

Conduce vehículos de sexta mano, cuya tres cuartas partes de la recaudación van para el combustible. Las piezas que se van rompiendo se compran al Estado. De los 46 vehículos, sólo 15 están trabajando en un sector muy criticado por la población.

Siguiendo los llamados 'lineamientos' de Raúl, que promueven la crítica dentro del sistema, Valido inició una cruzada para impulsar un movimiento de cuentapropistas. "Quiero formar un sindicato independiente, muchas personas me siguen en mi lucha obrera por unificarnos en esta nueva Cuba", clama el chofer, que ha sido calificado de 'contrarrevolucionario'.

La conversación con Valido se lleva a cabo en una vivienda de alquiler, de las que también han proliferado durante la apertura de Raúl.

Estos cuentapropistas pagan 28 dólares mensuales más un 10% de los ingresos anuales mientras esperan el desembarco de los turistas estadounidenses, que no llegaron a 100 mil en el total de tres millones que viajaron en 2014. "Son entre 5 mil y 6 mil en La Habana", contabiliza el creador de una de las webs más poderosas del sector.

Rosita conoce bien la microeconomía creada en torno a las casas para extranjeros. Ella prepara los desayunos a cuatro dólares en un edificio de Vedado con cinco apartamentos para alquilar, a 30 dólares la noche. Otro vecino se convierte en botero (taxista) improvisado en el viaje entre la vieja y la nueva realidad, que nos lleva a las inmediaciones del cine Chaplin, donde se destaca UltraCell, otro de los negocios más prósperos: los agentes de telecomunicaciones.

"Reparamos celulares, actualizamos sistemas, instalamos aplicaciones", recita uno de los socios, quien reconoce que "todo es de importación: o se trae o lo compramos aquí a gente que lo trae de afuera". La marca favorita de los cubanos es Samsung y la aplicación de moda ConoceCuba, una interesante guía de la capital.

Así llegamos hasta cerca del cementerio, donde radica otro nuevo negocio: La Isla Inmobiliaria. Tras medio siglo de prohibiciones, las casas se vuelven a vender, y todo el que quiere marcharse al exterior o necesita el dinero para montar un negocio pone su vivienda en venta.

"Los precios están aterrizando ahora", tras los primeros escarceos con cifras muy elevadas, reconoce la administradora, que gestiona más de mil apartamentos. La media, asegura, se vende entre 60 mil y 80 mil dólares, aunque las buenas viviendas de Miramar se disparan por encima de los 200 mil dólares.

El recorrido por la Cuba de hoy acaba a unos pocos metros, donde un anciano vende un ejemplar de la revista Bohemia. "Avanzamos hacia el perfeccionamiento de un socialismo más eficiente, justo, próspero y sostenible", editorializa, sin saber que sus palabras coinciden con la fuga de uno de los fotógrafos de Bohemia, quien desde México pisó tierra estadounidense. Hoy está iniciando una nueva vida en California.

Anabel, 28 años, es una de las habaneras que decidió que su futuro está lejos de la Cuba de los cambios. La joven consiguió viajar a Estados Unidos, donde comenzó una nueva vida. La reforma migratoria de 2013 permite viajar a los cubanos que cuenten con visado del otro país, aunque no ha anulado la 'carta blanca', como le dicen al permiso previo necesario para desplazarse fuera del país.

Valeria, 28 años, lleva quince piercings y tres tatuajes, ama a Lovecraft y siente que su apariencia gótica la aparta de la 'mediocridad' que la rodea. Hace un año dejó la prostitución, considera que fue 'cuentapropista' de su propio cuerpo. "Iba a buscar dinero, sobre todo con extranjeros", describe quien nació llamándose Félix de Valois. En la mejor de sus noches consiguió 120 dólares, cinco veces más que el sueldo medio de los cubanos que trabajan para el Estado. Valeria sueña con irse. "Es mi sueño más grande, aunque no quiero dejar a mis padres solos".

La libreta o cartilla de racionamiento marcó la vida de los cubanos durante medio siglo. Hoy, reducida al máximo, da para una semana de una alimentación mínima, pero sigue siendo vital para el día a día de miles de personas. Para adquirir a precio subsidiado arroz, frijoles y otros productos básicos como azúcar, aceite y huevos, los cubanos acuden a las bodegas, viejos locales donde el tiempo parece haberse detenido. Para sus detractores, la libreta es símbolo del fracaso de la economía castrista. Para otros, una forma de supervivencia.

Una pareja de policías posa, casi a regañadientes, frente al popular Flor Habana, en la esquina de 25 y 12, Vedado. El sorprendente argumento del fotógrafo, quien les dijo "este país va a cambiar tanto que hasta sus uniformes van a desaparecer", convenció a los agentes. Las distintas reformas no afectaron a la policía local, que mantiene su presencia en las calles. Eso sí, el gobierno sigue enfrentándose a un problema: pocos habaneros quieren ser policías. La mayoría de los que se despliegan por la capital proceden del interior del país.

Aldo Rodríguez, 31 años, es el líder de Los Aldeanos, un fenómeno social idolatrado en la isla gracias a sus rimas urbanas, que describen la vida de la gente. Los revolucionarios de la revolución. Ahora afila su música para describir los valores que se perdieron: "En la necesidad comienza el fin de los principios". Y no sólo canta las rimas de la desazón, también se las tatúa en el cuerpo . Cuando nos encontramos con Aldo, acababa de salir de la comisaría, detenido por ignorar un semáforo cuando iba en bici. "Me soltaron tras hacerse fotos conmigo", relata muerto de risa.

Guillermo Indast, 89 años, trabaja en un consolidado, una especie de taller, cercano a la Avenida de los Presidentes, donde los fines de semanas desfilan las distintas tribus urbanas de La Habana. Guillermo repara electrodomésticos tan viejos como él, incluidas las famosas ollas arroceras chinas que Fidel Castro importó e impuso a la fuerza. También aires acondicionados soviéticos y ventiladores de origen desconocido. El anciano se mantiene por necesidad al pie del cañón, su pensión no llega a 12 dólares mensuales. Ya cumplió los 89, uno más que Castro.

Daniel Lozano
La Nación, 1 de febrero de 2015.
Foto que Claudio Fuentes Madam le hizo a Guillermo Indast en su taller de reparaciones.

viernes, 6 de noviembre de 2015

Cuba, 2019



Montémonos en la máquina del tiempo. Hacia adelante, claro. Ya Raúl Castro dejó el trono. Su hijo Alejandro fue enjuiciado por abuso de poder, enriquecimiento ilícito y violación de los derechos humanos.

Luis Alberto Rodríguez López-Callejas, el Martin Bormann caribeño, huyó con una caja de caudales. Está fichado por la Interpol, que ofrece una alta suma por información fiable acerca de su paradero.

Antonio Castro tuvo más suerte. Mujeriego y vacilador, se robó un par de millones y se los gastó en paraísos turísticos del Viejo Continente. Pero al final se comprobó que había ayudado a peloteros cubanos a escapar de la isla y eso lo libró de la cárcel

Han pasado dos años de la muerte de Fidel Castro, el 6 de enero de 2017. Su cuerpo embalsamado se sacó del Monumento de José Martí en la Plaza (que ya no se llama de la Revolución, sino Cívica) y se enterró en Birán. Como lo malo se olvida pronto, la gente no lo menciona. Tampoco a su hermano de 88 años.

Las vacas han engordado y los campesinos pueden vender libremente la leche. Los cubanos desayunan café con leche y pan con mantequilla y ya no tienen necesidad de soñar con un bistec de res y una ración de papas fritas.

Los ministerios de Educación y Cultura se unieron y al frente nombraron a Lis Cuesta, esposa de Miguel Díaz-Canel. Por su experiencia en viajes, a Yoani Sánchez le propusieron dirigir el ministerio de Turismo y lo rechazó. Laritza Diversent sí aceptó organizar tribunales independientes. Mientras, Manuel Cuesta Morúa se prepara para postularse como candidato a presidente de la república en las elecciones de 2022. Quiere ser el Obama criollo.

La oposición es legal y no recibe golpizas. La encabezan Antonio Rodiles, Berta Soler y Ángel Moya, quienes apuestan por el respeto íntegro de los derechos humanos y las libertades sin medias tintas. Única manera, dicen, de eliminar definitivamente el neo castrismo, que sigue siendo dueño del 90 por ciento de los negocios en el país.

En aguas semi turbulentas transcurre la vida nacional. Además de la libreta de abastecimiento, se eliminó la doble moneda. Internet llegó a todos los hogares y wifi es gratuito en los cibercafés.

Diario de Cuba y On Cuba Magazine compiten por conquistar usuarios online. Varela prepara una exposición humorística en la galería Acacia, a un costado del Capitolio, e Iván Cañas una muestra fotográfica en Bellas Artes. En los estanquillos es posible comprar El País, El Mundo, ABC, El Nuevo Herald, Diario de Las Américas, The New York Times, The Washintong Post, Folha de S. Paulo o la revista Veja, entre otras publicaciones extranjeras.

Desde sus respectivas atalayas, en Madrid, París y Miami, Raúl Rivero, Zoé Valdés y Carlos Alberto Montaner observan el panorama isleño y están pensando si presentan o no sus libros en la Feria Internacional de La Habana, ahora celebrada en quioscos montados a lo largo del Paseo del Prado.

Al Karl Marx le pusieron Teatro Miramar. Luego de una gran remodelación, acogerá algunos de los espectáculos programados por el 500 aniversario de la fundación de La Habana, el 16 de noviembre de 2019. Uno de ellos es un concierto con voces femeninas de varios países: Xiomara Laugart, Argelia Fragoso, Vania Borges y Haila Mompié (Cuba); Julieta Venegas y Natalia Lafourcade (México); Mala Rodríguez y Rozalén (España); La India (Puerto Rico); Shakira (Colombia); Elida Almeida (Cabo Verde); María Rita (Brasil); Alizée (Francia); Alanis Morissette (Canadá); Emeli Sandé (Reino Unido) y Alicia Keys (Estados Unidos).

La temporada de béisbol 2019-2020 sufrió un cambio de 180 grados. En verano habrá un torneo de 90 juegos con la participación de 16 equipos: Pinar del Río, Artemisa, Mayabeque, Industriales, Isla de la Juventud, Matanzas, Cienfuegos, Villa Clara, Sancti Spiritus, Ciego de Ávila, Camagüey, Las Tunas, Holguín, Granma, Santiago de Cuba y Guantánamo (se eliminaron dos equipos, Habana y Metropolitanos).

En invierno se jugará la premier, con ocho novenas, las cuatro de toda la vida (Almendares, Habana, Cienfuegos y Marianao), y cuatro adiciones: Vegueros, Azucareros, Ganaderos y Avispas. En la premier podrán jugar cubanos que se desempeñan en diferentes circuitos de la MLB, el Caribe y Asia, excepto las estrellas de Grandes Ligas. También, peloteros dominicanos, venezolanos, puertorriqueños y estadounidenses. La novedad es que en el torneo de apertura se han contratado 12 peloteros de Japón, Corea del Sur y China Taipéi.

Todos los estadios provinciales fueron remozados. Los fanáticos impidieron que el propietario de los rojos del Habana demoliera el Latino y, al este de la capital, pretendiera construir, lo que sería el ‘estadio de béisbol más moderno del mundo’. El viejo estadio del Cerro luce sus mejores galas: pizarra de última generación, pantallas gigantes y el público puede tomar café puro (el mezclado con chícharos dejó de producirse).

Pito Abreu y Yasiel Puig tienen un guirigay armado con los dueños de sus clubes porque no los dejan jugar por Cienfuegos, el equipo de su provincia natal. Alegando fatiga extrema, los astros del Big Show deben ver los partidos desde las gradas.

Sesenta años después de que el barbudo llegara al poder a punta de fusil, el béisbol cubano volvió a formar parte del circuito de la MLB. Los clubes de Grandes Ligas hacen sus pre-temporadas en Cuba, como siempre hicieron antes de 1959.

Diferentes organizaciones de las Mayores recuperaron terrenos perdidos y crearon decenas de academias a lo largo y ancho de la isla. Los adolescentes y jóvenes se apearon de la nube futbolera y han vuelto a jugar pelota en la manigua o en las esquinas. Se dieron cuenta que se gana más como pelotero que como futbolista.

El 10 de octubre, día inaugural de la temporada, Roberto González Echevarría, con una desteñida gorra del Habana conservada durante seis décadas, bateará la primera bola, lanzada por el reformista Miguel Díaz-Canel, primer presidente electo en las urnas desde 1948. Después, el árbitro dará la voz de ¡A jugar!

Iván García y Tania Quintero

Paisaje pintado en 2008 por Arnoldo Núñez Verdecia (Guantánamo, 1967). Desde temprana edad, se interesa por el dibujo tomando como modelos a personajes del medio rural circundante. Su formación es puramente autodidacta. Núñez Verdecia no es un pintor de estudio, ha preferido seguir el ejemplo de los impresionistas franceses del siglo XIX, y caballete al hombro sale en busca de sus modelos.

Es uno de los pocos pintores 'au plein air' (al aire libre) que hay en Cuba. Su pincelada es siempre segura, precisa y minuciosa. Sus cuadros transmiten el verdor y frescura de los campos cubanos. Algunas de sus telas son animadas por la inclusión de campesinos y animales, y todos los elementos se combinan de forma armónica para lograr un efecto de belleza visual. Sus guajiros nunca permanecen ociosos, siempre están inmersos en quehaceres cotidianos.

Desde 1992, Núñez Verdecia participa en las exposiciones de paisajes en la galería Jorge Arche de Los Arabos, Matanzas. También ha expuesto en la galería Victor Manuel de La Habana; en el Salón de Paisaje 2000, Basílica San Francisco de Asís, Habana Vieja, y en la muestra colectiva de paisaje realizada en 2007 en el Hotel Meliá de Varadero. Tomado de www.cubautor.com


miércoles, 4 de noviembre de 2015

La increíble oficina del arquitecto



A veces, algunas cosas suceden debido a la falta de perspectiva y de interés de las personas vinculadas a las diferentes tareas. O porque no existe responsabilidad de las entidades y organismos superiores.

La oficina del arquitecto del municipio de San Antonio de los Baños, a unos 35 kilómetros al suroeste de La Habana, es una oda a la chapucería y a la incompetencia. Pero sobre todo, a la falta de respeto hacia el público que allí tiene que concurrir. Es cierto que la perfección no existe, pero una cosa es la chapucería y otra bien distinta es la indolencia.

En esta sede estatal, ni siquiera hay un banco rústico en el cual las personas puedan sentarse a esperar. La construcción carece de ventanas y en el lugar donde se encuentra situada, al final de la Avenida 41, crecen la yerba y la maleza.

El local lo compone una sola habitación, incómoda, porque el espacio es muy pequeño. A esta oficina deben acudir los residentes en San Antonio de los Baños que necesiten solicitar servicios y trámites correspondientes al arquitecto de la comunidad, pues la única oficina que hay en todo el municipio para estos trámites.

Si se tiene en cuenta el número de habitantes de la localidad, alrededor de 50 mil, la oficina del arquitecto no posee un mínimo de condiciones básicas. Ni para quienes allí trabajan ni para el público. Sin contar que está ubicada en una zona alejada del centro del pueblo.

Pese su estrechez e incomodidad, la oficina del arquitecto es un lugar concurrido, debido al interminable burocratismo existente. Son interminables los trámites que tiene que realizar cualquier ciudadano para solucionar problemas vinculados con su vivienda.

San Antonio de los Baños pertenece a la provincia Artemisa y lo menos que debiera hacer el gobierno municipal y provincial, es procurar un local adecuado para las gestiones que la población se ve obligada a hacer con el arquitecto de su municipio.

Texto y foto: Misael Aguilar Hernández
Red Cubana de Comunicadores Comunitarios
29 de septiembre de 2015.

lunes, 2 de noviembre de 2015

Mi amigo López en Bohemia



Lo bello y funcional resumido en formas, nacido de muy poco, que aparecía en la versión cubana de la revista estadounidense Mecánica Popular, fue un imán para las generaciones nacidas en la Isla a partir de los años 60 del siglo XX. En un país rodeado de carencias materiales, pero también de abundante ingenio, Juventud Técnica devino llama de la creatividad.

Desde el principio ocupó un nicho del conocimiento desierto en el panorama nacional. Luego de manosear incansablemente sus páginas, gente de Cuba toda se afanaba por reproducir las novedades que proponía. Era común encontrarse a alguien “fajado” con un montón de tablas para imitar un librero, o el juego de cuarto allí mostrados. Hasta los niños se disputaban con los padres el último ejemplar, tras los pasatiempos, anunciados en una etapa por un personaje de traje oscuro y bigotes de manubrio.

Con más o menos lectores fieles y dándose a conocer entre los ahora jóvenes, su público de siempre, Juventud Técnica cumple medio siglo de existencia gozando de una salud envidiable. Sin embargo, su colectivo inconforme trata de espantar el más mínimo achaque, comprometido con los orígenes y la historia de esta necesaria revista científico-técnica popular.

Valiosas serían las vivencias de todos los que en distintos momentos tuvieron la responsabilidad de guiar a Juventud Técnica, pero si algunas no debieran faltar en este repaso son las de José Ramón López Rodríguez, el creador y primer director. Apenas supo vía telefónica el interés de Bohemia por entrevistarlo, este hombre locuaz adelantó un aluvión de recuerdos.

En los primeros días de agosto de 1964 López Rodríguez había terminado la carrera de ingeniería eléctrica, pero cada día se dirigía a la Universidad de La Habana para cumplir sus deberes como secretario general de la Juventud Comunista, presidente de la Asociación de Estudiantes de la Facultad de Tecnología, y director de la Empresa de Publicaciones. Responsabilidades que simultaneaba con la presidencia de las Brigadas Técnicas Juveniles (BTJ).

Entonces, para las BTJ López ideó hacer un boletín (para fundar publicaciones periódicas había que pedir permisos oficiales). Se lo comentó a Antonio Núñez Jiménez: “Me dijo te apoyo, pero hace falta que llegue a todos lados y la gente no se quede aislada. En el proyecto me siguieron Jesús Álvarez, estudiante de Medicina, y Joaquín Melgarejo, director de la enseñanza técnica”.

José Ramón rememora: “Para el primer número cada uno de ellos hizo un trabajo y yo el resto, el editorial, un panorama científico, un artículo de fondo, y la biografía de un técnico o científico famoso del mundo. Además, incluí el buzón técnico (a fin de que los lectores realizaran preguntas). También dediqué espacio a las caricaturas acerca de la emulación entre las BTJ, realizadas por Virgilio Martínez, y a otras secciones tituladas ¿Conoce usted este elemento? y Hágalo así, con instrucciones prácticas de cómo trabajar con poco esfuerzo y buena calidad”.

Cuenta López que también realizó el emplane.“La portada y contraportada eran las mismas de la revista suiza Sulzer. Solo cambié el nombre por el de Juventud Técnica”.

Tan pronto la edición pionera salió de la imprenta, López, llevó un paquete a la reunión del Comité Nacional de la Unión de Jóvenes Comunistas, al cual pertenecía. “Antes de que empezara la reunión la repartí. Miguel Martín, el secretario general, anunció mi propuesta como primer punto de la agenda, y solo preguntó: ¿Cuándo sale el segundo número?, evoca hoy, todavía halagado con aquella decisión.

La tirada inicial fue de 4,700 ejemplares. En su machón reza como fecha de nacimiento junio de 1965, aunque por alguna causa se estableció oficialmente la del 21 de julio del propio año, y cada aniversario ha sido celebrado ese día. Pero tal inexactitud es tema para historiadores.

Con el fin de poner la revista en el plan de producción, y garantizar once números más, López pidió a su secretaria que le hiciera un contrato “entre yo y yo mismo, de una parte como director de la Empresa de Publicaciones de la Universidad de La Habana y del otro como responsable de las BTJ”. Pero para publicar mensualmente Juventud Técnica debió esperar.

“Me vanaglorio de haber logrado ocho números, en medio de una gran cantidad de dificultades. Pese a ello, poco a poco aumentó el número de páginas de 24 a 48 y se llegaron a imprimir más de 10 mil ejemplares”, señala.

Según su fundador, la revista apenas alcanzaba para circular entre los integrantes de las BTJ; y se repartía por las bibliotecas, escuelas politécnicas y a los dirigentes de la UJC. Aunque no daba alcanzaba para venderse en la calle, llegaba a otras personas, sobre todo a los cacharreros, quienes la perseguían.

José Ramón López condujo los destinos de Juventud Técnica durante diecisiete meses, hasta el número 13. “En lo adelante seguí colaborando, con mayor frecuencia en los años 80 cuando la dirigió Homero Alonso. En aquella época hicimos un número especial dedicado a la computación, para el cual reunimos a más de cuarenta especialistas, y tiramos 250 mil ejemplares”.

“Fundé Juventud Técnica con la intención de lograr una revista práctica, y defiendo ese espíritu por el que tuvo un éxito enorme”, enfatiza López. Hoy, se mantiene como integrante del Consejo Asesor de la publicación, y confiesa alegrarse de que continúe viva.

Bárbara Avendaño
Bohemia, 31 de agosto de 2015.
Foto: José Ramón López conversando en su casa con la periodista. Realizada por Martha Vecino.