por Tania Quintero
Si hay un país donde Cuba tiene gran número de seguidores y mantiene excelentes relaciones con los gobernantes y una parte considerable de su intelectualidad, es en Brasil. Inclusive desde antes de haber reestablecido las relaciones diplomáticas, en 1986.
Eso no impide que periodistas en los grandes medios publiquen reportajes críticos hacia el régimen cubano ni que existan brasileños anticastristas. Pero son los menos. A la mayoría, pese al desencanto que puedan tener con Fidel Castro, la isla del socialismo tropical les sigue ilusionando. Es cierto que aquella arribazón de brasileños a Cuba en los años 80 mermó, pero los que siguen visitándola como turistas, músicos, cineastas, negociantes o invitados oficiales, se niegan a tirarla al baúl del fracaso y los recuerdos.
En la década de los 80 y 90, tuve oportunidad de conversar y conocer de cerca a cientos de brasileños, de Sao Paulo, Rio de Janeiro, Minas Gerais, Pernambuco, Fortaleza, Rio Grande do Sul, Ceará, Santa Catarina... Y pude descubrir su idiosincrasia, más parecida a la de los cubanos por el alto porcentaje de negros y mulatos en su población, que a la de países latinoamericanos con fuerte presencia indígena o europea.
En 1980, a través de Helio Dutra, brasileño que se estableció en Cuba en la década de los 40 y se hizo famoso por haber sido esposo de la actriz cubana Gina Cabrera, tuve mi primer contacto con brasileños. La primera revista que leí fue una de arquitectura, dedicada a la obra de Oscar Niemeyer. Y la primera entrevista que hice fue a Chico Buarque, durante el receso de un ensayo en el teatro Karl Marx, publicada en la revista Bohemia.
Pero fue en 1983, tras el éxito del serial Malú Mulher, y después de conversar dos horas con una periodista de Sao Paulo, en la heladería Coppelia, cuando por mi cuenta comencé a leer y estudiar sobre Brasil, en particular sus telenovelas. Casi me convertí en una especialista de ese género, de lo que puede dar fe mi amigo Armando López: como jefe de redacción de Opina me publicaba todo lo que escribía sobre los culebrones brasileños. También en Bohemia salieron varios trabajos míos, entre ellos una entrevista al guionista Doc Comparato, que formó parte de uno de los talleres de guiones organizados por Gabriel García Márquez en la Escuela Internacional de Cine, en San Antonio de los Baños.
A petición de una amiga escritora de Minas Gerais, dejé plasmado algunos testimonios en Brasil en mi vida, publicado en cinco partes en mi blog, en septiembre de 2009. En la quinta y última parte, al final puse el nombre de un centenar de amigos, de los más de 300 que conocí en La Habana. También de mi experiencia como 'brasileñista' dejé constancia en los capítulos IV, XI, XII, XIII y XIV, de mi libro Periodista, nada más, que íntegro se puede leer en este blog.
Mientras el Partido de los Trabajadores (PT) siga ganando las elecciones presidenciales y gobernando al gigante sudamericano, el régimen cubano podrá seguir contando de lleno con Brasil. Luiz Inácio 'Lula' da Silva es un incondicional de los Castro y el Partido Comunista de Cuba. No solo durante los ocho años que fue Presidente (2003 a 2011), si no desde que despuntó como líder sindical y político, allá por los 70, en São Bernardo do Campo, Sao Paulo.
Su sucesora, Dilma Roussef también procede del PT y aunque recientemente declaró "más pragmatismo y menos ideología", sigue siendo una socialista de corta y clava. Lo que pasa es que tanto ella como Lula, al vivir en una nación democrática y moderna, no se han quedado anclados en el pasado. Han sido testigos de grandes transformaciones: caída del Muro de Berlín, el desmembramiento y desaparición de la URSS y del bloque socialista en la Europa del Este, entre otras.
Nacidos después de finalizada la Segunda Guerra Mundial (Lula en octubre de 1945 y Dilma en diciembre de 1947), los dos últimos mandatarios brasileños, procedentes de la izquierda, han sabido adaptarse a los tiempos y están conscientes de que el mundo del siglo 21 es muy distinto al del siglo 20. Se consideran demócratas y como tales, defienden la libertad de expresión y los derechos humanos, para su país y para otros.
Puede que Lula y Dilma no crean ya en la revolución verde olivo. Y simpaticen con ella de dientes pa'fuera. Pero como ante todo se consideran amigos leales de los Castro, no van a pronunciarse públicamente sobre la oposición, presos políticos y exiliados cubanos. En todo caso, lo hacen a puertas cerradas y en voz baja. Actitud que no debe extrarñarnos, porque muchos estadistas de democracias occidentales viajan a países donde se violan los derechos humanos y se quedan callados, pues el objetivo de sus viajes es hacer negocios. Y les importa tres pitos la situación política y social en el país.
Dos días antes de la llegada de Dilma a la isla, el canciller brasileño Antonio Patriota, declaró que "la situación de los derechos humanos en Cuba no es de emergencia". Y desde Davos, Suiza, donde asistía al Foro Económico Mundial, elogió el diálogo entre el gobierno de Raúl Castro y la Iglesia Católica. Mientras, en Salvador, capital del estado de Bahía, Rousseff participaba en el homenaje por el Día Internacional en Memoria de las Víctimas del Holocausto.
La Presidenta se quedará en Bahía, y desde esa ciudad, al mediodía del lunes 30 partirá rumbo a La Habana, a donde debe llegar en la tarde del lunes. Ese mismo día tendrá un encuentro de trabajo con Raúl Castro, con quien profundizará sobre las relaciones bilaterales y temas de cooperación en las áreas económicas, técnicas, tecnológicas, científicas y también en agricultura, salud, alimentación y producción de medicamentos.
En los dos días de su estancia en Cuba, visitará las obras de ampliación del Puerto de Mariel, en las afueras de la capital, una de las prioridades de Brasil, ejecutadas por una empresa brasileña, con un presupuesto de 683 millones de dólares, del cual el 80% es financiado por el gobierno brasileño. Durante esta visita, Dilma Rousseff anunciaría la concesión de un crédito de cerca de 70 millones de dólares para ayudar al desarrollo de los pequeños agricultores.
El comercio entre Brasil y Cuba alcanza 642 millones de dólares, 31% más que en 2010.
Antes de partir hacia Haití, no se descarta que el martes 31 visite y se tire fotos con Fidel Castro. Lo que sí parece descartado es que se reúna con la bloguera Yoani Sánchez ni con las Damas de Blanco u otros disidentes, pues el gobierno brasileño considera 'delicado' que la Presidenta se inmiscuya en asuntos de la "política interna cubana".
Quienes probablemente tratarán de entrevistarse con la bloguera, Damas de Blanco y opositores serán representantes de los medios brasileños, acreditados ante las autoridades cubanas para cubrir la primera visita de Dilma Rousseff al Caribe.
Foto: Yo, en el medio de un matrimonio de Minas Gerais, una tarde de 1988, en el lobby del hotel habanero Saint John's, en O entre 23 y 25, La Rampa, Vedado.
La presidenta lleva su agenda, tal como dices, y es probable que tuviera a las Damas de Blanco en ella, para complacer el pedido de la iglesia, aunque una parte de mí lo duda; el tema es que la presionaron demasiado para un asunto consular, y entonces, cuando se interponen cosas tan poco importantes, lo que esta señora lee es que en Cuba no hay tantos problemas de libertad. Es lo que le convenía a ella leer, porque ella sabe bien. Gracias por ese artículo donde se ve que no se sale de la nada, y tú menos.
ResponderEliminarBom saber de sua longa história com o Brasil, Tania. Abs.
ResponderEliminarPiensar que un jefe de Estado se va a otro para tratar temas domésticos de la nación, como ese de los derechos humanos, es no sólo una ingenuidad como una hipocrisía y un intento de manipular a los lectores de ese artículo. Sería equivalente a irse a los EEUU y deliberar con Obama sobre Abu Graib o el Afghanistán, algo sin lugar en una agenda oficial de la buena práctica diplomática. Se trata de establecer buenas relaciones entre los pueblos con cambios culturales, politicos y economicos, y no de intervenir a los problemas, en el caso, cubanos. La bloguera activista solamente quiere usar la imagen de la presidenta para llamar atención a sus demandas de opinión, pués es obvio que una autoridad no puede recibir cualquier uno que clama por legitimas sus ideas; si así se sucede, Dilma necesitaría de un año de agenda para charlas con los representantes de movimientos por las hormigas de la Sierra Maestra o los tilburones selvajes del caribe.
ResponderEliminarDilma levou tanto no pau de arara que ja nao da pra mudar de fe.
ResponderEliminarTania,
ResponderEliminarUd. dice:Se consideran demócratas y como tales, defienden la libertad de expresión y los derechos humanos, para su país y para otros.
Y como funciona esto? Pues aplaudiendo y fotografiandose abrazados con el tirano que ha escalvizado a CUba por mas de medio siglo. Y estos son los amigos de los cubanos? Solavaya! Con amigos como estos no hace falta enemigos.
Dilma está en Cuba promoviendo el capitalismo brasilero, una muestra microeconómica exitosa. En contraste, los Castros han perdido 53 años con sus fracasos de una economía centralizada, altamente ineficiente.
ResponderEliminarEl ejemplo de Brasil en el desarrollo de la industria del etanol es una bofetada a la imbecilidad de Fidel, el sabelotodo, que dejó prácticamente todos los cañaverales abandonados, cuando quebró la industria azucarera con la reducción de las zafras en un 80%. Esos cañaverales podían haber sido dedicados a iniciar la industria del etanol en Cuba, pero "el que mas sabe" siempre ha estado en una cruzada en contra del etanol. Toda esa tierra fertil fue dejada a la propagación del marabú.
Dilma, lamentablemente, ignora los abusos de los derechos humanos en Cuba, y como un buitre, aprovecha la carroña industrial en Cuba.
Gracias por visitar el blog y tomarse el trabajo de dejar un comentario. El de Gonzalo Fernández me hizo recordar A Ilha, aquel libro de Fernando Morais, publicado en los 80 y donde se recogen las conversaciones que durante su viaje a Cuba tuvo con Fidel Castro, quien no quería saber nada del etanol y durante mucho tiempo estuvo diciendo que eso era una barbaridad, quemar caña o sea azúcar, para obtener combustible.
ResponderEliminarNo conocí personalmente a Morais, pero me gustó ese libro y también Olga, dedicado a Olga Benario, la alemana que fue esposa de Luiz Carlos Prestes, secretario del partido comunista brasileño, ella fue detenida en Brasil, deportada a Alemania y allí murió en un campo de concentración.
En el blog Desde La Habana (http://www.desdelahabana.net) les recomiendo leer Viaje de Dilma Rousseff: un regreso al pasado, de mi hijo Iván García, quien es periodista independiente y reside en La Habana. Él tiene otro blog: http://deivangarciaysusamigos.blogspot.com