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lunes, 16 de mayo de 2011

Periodista, nada más (IV) - Anécdotas con sabor a Brasil


Por Tania Quintero

Un día de 1987. 8 y 30 de la mañana. Desde mi casa llamo al Consejo de Estado.

-Buenos días, ¿es la oficina de Chomy?

-Sí, dígame, contestó una voz femenina.

-¿Él se encuentra?

-¿De parte?

-Dígale que es Tania Quintero.

-Dime, Tania, ¿hay algún problema?

-Sí, Chomy. Mire, anoche fui con un equipo del noticiero a cubrir la recepción que el comandante le dio al gobernador de Sao Paulo y a los periodistas que con él vinieron. Y no había terminado de grabar las últimas imágenes cuando los de la Seguridad Personal ya nos estaban botando.

-A mí me halaron por la blusa y me conminaron a dejar rápido el Palacio de la Revolución. Fui la última en salir. Cuando llegué al parqueo, los tres compañeros que habían ido conmigo estaban afuera del carro, esperándome. Yo tenía un berro (encabronamiento) de madre, porque no entendía por qué no nos podíamos quedar allí para participar en la recepción.

-Chomy, el problema es que varios de los periodistas brasileños son amigos míos y no van a comprender por qué no nos pudimos quedar a la recepción, si éramos los únicos cubanos que estábamos cubriendo la información. Los compañeros del noticiero me dijeron que siempre es así: se graba lo imprescindible y después hay que irse.

-Mire, Chomy, yo no sé cuál fue el primer periodista que permitió eso, ni por qué los demás lo han aceptado. Pero déjeme decirle que yo, Tania Quintero Antúnez, no estoy de acuerdo con ese tratamiento de la Seguridad Personal. Porque ah, sí, qué bueno, nosotros para trabajar y sacar noticias por la televisión y no podemos compartir en una recepción. Para que usted sepa, Chomy, primera y última vez que pongo un pie en el Palacio de la Revolución. A mí no se me ha perdido nada ahí.

Chomy escuchó sin interrumpir toda mi descarga telefónica. Hablé de carretilla y con la voz alterada. Cuando terminé, sin perder la compostura me dijo:

-Tania, disculpa si eso pasó. Son cosas que no están a mi alcance. Tu debiste haberme localizado en ese momento para tratar de solucionarlo. O me hubieras llamado antes y se hubiera evitado la situación que tanto te incomodó.

Al recibimiento al gobernador de Sao Paulo y su comitiva en el Palacio de la Revolución había ido con un equipo del NTV (camarógrafo, técnico de audio y chofer, quien también hacía de luminotécnico). Ellos iban de guayabera, limpios y afeitados. Yo con falda negra, blusa azul claro, zapatos y cartera negros. Los casetes y el block de notas los llevaba en las manos.
Sin problemas, habíamos llegado hasta el salón donde Fidel Castro recibiría a los visitantes.

Nos ubicamos donde nos señaló la Seguridad Personal. Nuestros equipos y pertenencias habían pasado por la revisión técnica establecida. Supuestamente estábamos oká. Entonces, ¿por qué nos hicieron salir? ¿por qué ese maltrato y ese menosprecio con la prensa nacional? ¿por qué los periodistas cubanos soportaban ese trato perruno?

En junio de 1986, Cuba y Brasil habían reanudado relaciones diplomáticas y en 1987 se iniciaron vuelos directos entre La Habana y Sao Paulo. En el vuelo inaugural viajó el gobernador de dicho estado, Orestes Quercia. Junto con él venían funcionarios y una legión de periodistas. Cubrí para el NTV el acontecimiento.

Algunos periodistas traían la encomienda de procurarme. Desde 1980 había comenzado a especializarme en Brasil. Tenía decenas de amigos en Sao Paulo, Río de Janeiro, Belo Horizonte, Pernambuco, Bahía, Santa Catarina, Ceará…

Por iniciativa propia me había convertido en una brasileñista y por eso, en aquel encuentro el 12 de mayo, entre otros asuntos, hablé con Fidel Castro sobre la Rede Globo, telemisora que tenía mucho más alcance en Brasil que la TV-Manchete. También salió a colación el todopoderoso Roberto Marinho, dueño de la cadena televisiva y de todas las publicaciones y empresas agrupadas en la Rede Globo.

Unos meses más tarde, en diciembre de1986 fui acreditada como periodista del ICRT para cubrir el VIII Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano. Ese año, el presidente del jurado fue el escritor brasileño Jorge Amado. Él y su esposa, Zélia Gattai, se hospedaron en el Hotel Capri, donde pude entrevistarlos para el NTV. En esos trajines reporteriles estaba cuando recibo una citación para estar tal día, a tal hora y en tal habitación del Hotel Nacional, sede principal del evento.

Luego de cerciorarme del número de la habitación, toqué a la puerta. Me abrió un hombre que no tuvo que presentarse: era un oficial del Departamento de Seguridad del Estado vestido de civil. Pensé "Uf, un interrogatorio a esta hora, y yo sin almorzar".

Me hizo pasar y me pidió sentarme ante una pequeña mesa donde había unas hojas grandes de papel. Contenían la relación de todos los participantes extranjeros al Festival de 1986, ordenados por países, pero yo debía concentrarme sólo en los brasileños.

-¿Y yo qué tengo que ver con eso, si se puede saber?

-Es que nos han dicho que tú eres la persona que más y mejor conoce a los brasileños invitados a este Festival.

-Sí, ¿y qué?

-Con ese bolígrafo que está ahí, queremos que señales los brasileños que consideras más importantes.

-Pero ¿ustedes no lo saben? ¿Para qué quieren que haga eso?

-Es que queremos estar seguros que los seleccionados para pasar a hablar con el Comandante la noche de la recepción-clausura del Festival son realmente las personalidades más relevantes.

Antes de marcharse me dijo que del refrigerador podía tomar lo que quisiera. "No, gracias", le respondí. Me quedé sola en aquella habitación, al lado de un amplio ventanal con una vista del malecón y el mar. Cuando terminé de disfrutarla, con calma leí la relación de nombres. No me fue difícil marcar los que consideré "favoritos". El seguroso me había indicado que cuando terminara, dejara todo ahí y saliera.

Además de seleccionar a Jorge Amado y otros brasileños famosos que ese año habían ido a La Habana, ¿saben qué quise hacer aquella tarde?

En una hoja en blanco de ésas que ponen con sus membretes en los hoteles, tuve deseos de dejar escritas unas cuantas cosas de las que en diciembre de 1986 estábamos viviendo los cubanos de a pie. Para que esa noche u otra, igual me daba, se la hicieron llegar a Fidel Castro. Después de todo, siete meses antes él me había recibido en su despacho y todavía debía acordarse de mí.

Mañana: Lo 'máximo' era todo lo del campo socialista.

Foto: Manchada por el paso del tiempo y la tinta del bolígrafo con la cual por detrás escribí, fue hecha por la "namorada "" con quien viajó a Cuba el periodista brasileño Luiz Fernando Mercadante, en junio de 1986. Estamos en el balcón del Habana Riviera, donde ellos se hospedaron. Yo tenía 44 años. En esa época, un cubano podía subir a la habitación de un hotel, sin problemas. Ni el carnet de identidad me pidieron.


Leer también:Brasil en mi vida.

6 comentarios:

  1. Todo lo que cuentas puedo verlo claro, claro. En esa época, muchos de los que hoy hacen paripé de ser opositores estaban locos por ocupar el puesto que tú ocupabas, y de poder tener estas conversaciones... Ahora son férreos defensores del raulismo light.

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  2. Buenas tardes, es un placer leerle , ver y sentir las realidades que muchos ocultaron.Gracias
    un abrazo desde canarias

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  3. El bromista dice:
    Tania, no me interesa si esto lo dejas o lo borras. Mas bien tengo mis dudas que quisiera aclarar o por lo menos decirtelas
    Como una persona con preparacion como Ud necesito 30 años para darse cuenta del desastre de Cuba, en TODOS los sentidos. Economico, politico, social, cultural.

    Yo recuerdo simpatizar con la revolucion el 1 de enero de 1959, pero ya para fines de año, cuando vi los incidentes de Urrutia, Hubert Matos y Camilo Cienfuegos, me asalto la duda.

    Y mi abuelo con solo quinto grado enseguida vaticino todo lo que se avecinaba.

    Me imagino que quizas su problema fueron los fuertes vinculos que tenia con la jerarquia comunista, y eso la amarro mucho.

    Yo solo soy 3 años mayor que Ud. Naci en 1939, y si me contesta me gustaria seguir la conversacion.
    Atentamente: El bromista.

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  4. Bromista, gracias por su comentario. Como por norma tengo no responder a personas que no sé quiénes son, por eso le pido que me escriba a mi correo: taniaquintero3@hotmail.com

    Si no quiere, le sugiero lea esta entrevista, publicada en el blog Punt de Vista:
    http://joanantoniguerrero.blogspot.com/2011/05/tania-quintero-lo-principal-no-es-lo.html

    En una pregunta menciono lo que a usted le alarma, pero yo no demoré tanto tiempo en darme cuenta del desastre. Yo lo que demoré fue en disentir públicamente del régimen,que es muy distinto y que no todo el mundo en Cuba hace.

    Allá hay una inmensa mayoría que disiente y se la pasa echando pestes del gobierno y haciendo chistes de sus dirigentes,pero dentro de su casa, en voz baja algo que yo nunca hice. Tampoco nunca tuve doble moral, pues siempre dije las cosas como las pensaba, lo cual me costó que me endilgaran el cartelito de 'conflictiva'.

    Marco, uno de los dos administradores del blog y quien me conoce desde que nació, puede dar fe de lo 'conflictiva' que siempre fue en Cuba.
    Gracias de nuevo, Tania Quintero

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  5. Buen dia , Tania esperamos el siguiente...gracias

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