A partir de 1983, con la transmisión del serial Malú Mulher, protagonizado por Regina Duarte, el vicio de las telenovelas hacía su entrada en la isla del doctor Castro. Todavía no se avizoraba la caída del Muro de Berlín y la URSS parecía ser la gran superpotencia rival de Estados Unidos.
Veinte años llevábamos los cubanos al son de la balalaika, tomando té con azúcar prieta en samovares traídos de Moscú, poniendo a Lenin entre Fidel y el Che (mientras la imagen del Sagrado Corazón permanecía oculta en una puerta del escaparate), sin poner arbolitos en Navidad y adornando las casas con matrioshkas y pomos vacíos de fragancias rusas.
Los niños cubanos veían dibujos animados socialistas: el soviético Espera que ya verás y el húngaro Gustavo, entre otros. Filmes de Polonia, Checoslovaquia y la RDA formaban parte de las programaciones de nuestros cines, de oriente a occidente. Nos encantaban los jugos búlgaros, las sardinas albanesas, la blusas rumanas y el sistema yugoslavo de construcción de edificios (a pesar de que Yugoslavia como nación dejó de existir ese sistema seguía vigente en la isla).
Por supuesto, también todo lo procedente del socialismo asiático: Mongolia, China, Vietnam, Laos y Cambodia. Hacia estos países era donde menos le gustaba ir a los cubanos, porque como eran tan férreos y cerrados en materia sexual, no podían “echarse” a las 'chinitas', algo mucho más fácil con las 'bolas' (rusas), alemanas, checas, búlgaras, polacas y húngaras. Siempre, decían, después que se dieran un buen baño y se untaran desodorante debajo del brazo.
Y en eso estábamos cuando en 1983 a Cuba llegó Malú, serie a la que siguieron verdaderos culebrones como La Esclava, que idiotizó a las tres cuartas partes de los cubanos. A mí no. Pero le saqué partido a la adicción. Decenas de cuartillas escribí y publiqué en Bohemia y Opina, magazine órgano del Instituto de la Demanda Interna, y como tal abordaba asuntos relacionados con los consumidores, pero le dedicaba bastante espacio a la farándula. Fernando Miguel y Armando López, de la jefatura de redacción, siempre tenían espacio para mis primicias brasileñas.
Una de esas primicias nunca la publiqué, pero sí se la hice saber a Enrique Román, en ese momento presidente del ICRT, organismo que había invitado a Cuba a Daniel Filho, director del serial Malú.
Filho sabía ya quién yo era: de mí le habían hablado la actriz Regina Duarte y el guionista Doc Comparato, a quien había entrevistado para la revista Bohemia cuando asistió a uno de esos talleres de guiones que en la Escuela Internacional de Cine y Televisión de San Antonio de los Baños, en las afueras de La Habana, a cada rato impartía Gabriel García Márquez.
Con esas referencias, no me fue difícil concertar una entrevista con Daniel Filho. Me citó un sábado a las 7 de la noche, en su habitación del Hotel Riviera, en Paseo y Malecón. Comenzamos a hablar y unos minutos antes de las 8, me pidió permiso para encender el televisor. Y durante la media hora que duró el NTV, Filho fue haciendo toda clase de comentarios críticos. Y yo anotándolos en una libreta.
Con esas referencias, no me fue difícil concertar una entrevista con Daniel Filho. Me citó un sábado a las 7 de la noche, en su habitación del Hotel Riviera, en Paseo y Malecón. Comenzamos a hablar y unos minutos antes de las 8, me pidió permiso para encender el televisor. Y durante la media hora que duró el NTV, Filho fue haciendo toda clase de comentarios críticos. Y yo anotándolos en una libreta.
Pasadas las 9, cuando abandoné el hotel en un taxi que Filho pagó para que me dejara en mi casa, en mi libreta llevaba una clase magistral de periodismo televisivo, impartida por uno de los realizadores de cine, teatro y televisión más creativos de Brasil.
Otra lección, pero de humildad, recibiría del cineasta Nelson Pereira dos Santos, uno de los fundadores del Novo Cinema Brasileiro, en 1984 invitado por el ICAIC a la edición de ese año del Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano.
La noche de la premiere de su filme Memorias de la cárcel, en el cine Charles Chaplin, Pereira dos Santos se demoró cenando y cuando salió en busca de los ómnibus que trasladaban hacia el cine a los participantes, ya éstos se habían marchado.
Me disponía a coger un taxi -autos soviéticos de la marca Volga- cuando divisé al afamado director y a Helena, su acompañante, sin saber qué hacer. Los llamé, les abrí la puerta trasera y los invité a entrar y sentarse. Ocupé el asiento delantero, al lado del chofer.
El trayecto del Hotel Nacional al cine Chaplin no costaba más de tres pesos cubanos. Pagué al taxista con un billete de cinco pesos y le dije que se quedara con el vuelto, propina bastante generosa para la época. Los brasileños querían darme el dinero en dólares, pero no lo acepté.
Como ya estaban a punto de apagarse las luces, rápidamente les ayudé a localizar las hileras de butacas reservadas a las celebridades. Unos minutos más tarde, Pereira dos Santos fue invitado a subir al escenario, a presentar Memorias de la cárcel, con Carlos Vereza y Gloria Pires en los roles centrales, y que ese año resultaría galardonada con el Premio Coral a la mejor película.
Mañana: Los cubanos le tienen terror a Villa Marista.
Foto: Regina Duarte. En 1985, la actriz brasileña se desdoblaba en la Viuda Porcina, en la telenovela Roque Santeiro. Veinticinco años después, una de las más famosas novelas de la Rede Globo, ha sido adaptada al cine. La cinta tenía previsto estrenarse en 2011, con la dirección de Daniel Filho y guión de Aguinaldo Silva. En el elenco de actores, Regina Duarte, Antonio Fagundes, Fernanda Torres, Sonia Braga y Lima Duarte, entre otros.
Platano Microjet:
ResponderEliminarAunque no soy amante de los culebrones, aquellas telenovelas brasilenas eran un respiro y venian de una cultura mas proxima a la nuestra. Al menos veiamos algo distinto porque aquellos documentales rusos de la Taiga', y Tres tanquistas y un perro, m'ija, aquello era pa salir corriendo. Gracias Tania por este regalo dirario.
Ah, como nunca pude salir, porque nunca fui' militante de nada y ademas gay, addode....etc, mis peores anos fueron en la universidad por la depuracion de los 80. Luego, excompaneros del pre que si fueron a esos paises me contaban "que aquello era el paraiso". Que doble moral, o no querian ver. Luego supimos que a unas horas de Moscu'las koljosianas cargaban cubos de agua por falta del preciado liquido en sus casas. Aspirabamos a esa mierda?. Cuanto nos enganaron
Gracias a ti, microjet, en el post de Villa Marista te dejé un comentario. Sólo una vez salí de Cuba, fue en 1979, a la RDA y encontré que vivía muy bien, claro, comparado con Cuba. Si hubiera tenido oportunidad de comparar la RDA con la RFA, me hubiera dado cuenta de la diferencia.
ResponderEliminarLe comenté a mi hija lo que escribiste, ella nació en 1964, creo que es un poco mayor que tu, pero también le tocó ver muchos filmes y muñequitos rusos y de los países de la Europa socialista. Al margen de que algunos fueran más 'clavos' que otros, ella dice que su generación, como a la mejor la tuya también, tuvo una mejor preparación y mejor comportamiento que muchos jóvenes ahora en Cuba.
Porque claro, mientras peor la situación económica, peor la situación social. Ayer Iván envió un trabajo titulado Oeste habanero que lo deja a uno muy preocupado, porque si allá no se ponen pa'las cosas, al socialismo salvaje que ya tenemos se unirá un capitalismo salvaje y tendremos gangs como en Chicago y maras como en países centroamericanos. Ese trabajo debe salir en los próximos días en su blog, que se llama Desde La Habana: www.desdelahabana.net