Mi padre no pasó del tercer grado, pero siempre quiso que su única hija no fuera iletrada como él. Pero ya hubiera querido yo haber poseído su inteligencia natural.
Cuando en 5to. grado por mi buena conducta y notas me gané el Beso de la Patria (máxima distinción escolar entregada antes de 1959), mi padre quiso que me matriculara en la escuela de inglés, también pública -y gratuita- que a partir de las 6 de la tarde funcionaba en el mismo local de la Ramón Rosaínz.
Vivía con mis padres y mi tío Luis, hermano menor de mi madre, en Romay entre Monte y Zequeira, a dos cuadras de la escuela. Así que en 1954, con 12 años, comencé formalmente a estudiar inglés. Lo concluí en 1957. La profesora se llamaba Berta y había estudiado en los Estados Unidos.
Antes del 59 era excepcional encontrar un maestro improvisado. Al magisterio se llegaba por verdadera vocación. Los maestros, como los médicos y abogados, eran altamente valorados y respetados. Quien se educó antes del arribo de los barbudos al poder sabe que no exagero. Los educadores eran rectos y poseían buenos modales. Se vestían sobria y elegantemente.
Jamás gritaban en el aula ni decían palabrotas, algo común ahora en Cuba. ¡Pinga, cojones! se ha escuchado decir a maestros formadores del 'hombre nuevo'.
Hasta Cusa, la conserje de mi escuela, era una señora educada, incapaz de gritarle a un niño a la hora de repartir la merienda vespertina gratuita, consistente en un puñado de galleticas maría o de chocolate con crema, de La Ambrosía, una de las dos grandes fábricas habaneras de galletas y caramelos, la otra era La Estrella. A los alumnos de la sesión de la mañana les daban un jarrito con leche con chocolate o con gofio y galletas de soda de La Estrella.
Los maestros en mi época "castigaban" mandando al indisciplinado a ponerse de pie, de espaldas, en un rincón del aula o 'poniendo líneas', como le llamaban a copiar decenas o cientos de veces palabras, oraciones o tablas aritméticas. Algunos maestros daban un reglazo bobo en las manos. Pero lo peor era que mandaran a buscar a los padres. Se decía que las monjas y curas eran de anjá (muy rectos) y ponían castigos fuertes. No me consta, nunca fui a una escuela religiosa.
En 1958, un año después de terminar el inglés, recibí una carta del Colegio de Profesores y Maestros de Inglés de La Habana, para que me presentara a pruebas de oposición y aspirara a una de las becas ofrecidas por dicho Colegio. Las becas, debo aclarar, eran en los Estados Unidos. A mi padre, con su luz larga, tal posibilidad le pareció excelente. Era comunista, pero liberal y desprejuiciado.
1958 fue un año terrible para los cubanos. La situación oprimía. La dictadura de Batista parecía no tener fin, pese a las noticias de los avances rebeldes en la Sierra Maestra. Me sentía atribulada y no tenía ánimo para afrontar los exigentes exámenes. En una esquina de la carta escribí: “No concurrí por no estar de acuerdo con el espíritu pequeño burgués que se manifestaba en esta institución”. ¡Vaya pamplinada! Yo misma me serruché el piso. Hoy hubiera sido otra mi vida.
Traigo a colación este incidente como muestra de mi carácter independiente. Cuando recibí esa carta aún no había cumplido los 16 y ya desde 1957 había aprobado los exámenes de ingreso al primer año de la carrera de contabilidad en la Escuela Profesional de Comercio de La Habana.
Otra muestra de mi forma libre de ser. Mientras en mi familia creían que iba a imitar a mis primas, presentándome a oposición en la Escuela Normal de Maestros de La Habana, decidí que quería ser… ¡contadora pública!
La huelga estudiantil se declaró en toda Cuba en 1958. Me sumé a ella. Ese año no asistí a clases. Al rechazar la oportunidad de una beca en Estados Unidos para aprender inglés, mi padre me dijo: “Nananina (de eso nada). No te vas a quedar en la casa, leyendo y oyendo radio” (no teníamos televisor, sino un viejo RCA Victor).
Y habló con mi tía Cuca, modista de alta costura quien en su casa, en 21 entre E y F, Vedado, daba clases por el método de María Teresa Bello. Y todo el año 58 me lo pasé aprendiendo a coser.
Tres veces por semana eran las clases de corte y costura. Mi padre sólo me podía dar 20 centavos para que fuera y viniera en guagua.
El pasaje costaba entonces 6 centavos y 8 con la 'transferencia' (ticket que permitía tomar otra guagua). En la parada de San Joaquín y Monte tenía dos rutas, la 10 que llegaba hasta el Cementerio de Colón y paraba en 23 y F o el M-7, autobús de color blanco, después convertido en la 37 y con un recorrido similar al actual. En Monte y Fernandina podía coger la 2, que también llegaba hasta 12 y 23 y por la calle Cristina tenía la 9. La heladería Coppelia no existía. En ese lugar radicaba el hospital Reina Mercedes. El Havana Hilton estaba en construcción.
Una vez al mes, cuando coincidía con la salida de Vanidades, iba y venía a pie, para con los 20 centavos comprar la revista. Caminaba desde la Esquina de Tejas hasta 21 y F, distancia “normal” en aquellos tiempos. Además de zapatos cómodos, las calles y aceras invitaban a caminar. Compraba Vanidades en el estanquillo de San Lázaro e Infanta o en el de 23 y L.
En dos ocasiones asistí a escuelas pagadas. Un verano, a fines de los 40, fui a la escuelita que a dos pasos de nuestra casa montaban dos mujeres solteronas, delgadas y afables, más conocidas por Las maestricas. Cobraban un peso por un mes. A mí me encantaba, porque iban mis amiguitas del barrio y porque no teníamos que usar uniforme.
Antes de 1959 a ese tipo de escuelitas, muy extendidas por el país, los padres aprovechaban para mandar a los muchachos cuando llegaban las vacaciones.
También me gustaban las actividades durante la Semana del Niño, con visitas a fábricas donde nos regalaban muestras de las producciones. Los que viviamos en la barriada de El Pilar íbamos a Sabatés, Canadá Dry, La Estrella y La Española, vieja fábrica ya desaparecida en Estévez e Infanta que despedía un maravilloso olor a cocoa. Allí y en La Estrella siempre nos daban chocolates y confituras. En Semana Santa, los Viernes Santos no se daban clases.
La otra ocasión en que mi padre me pagó estudios privados fue un cursillo para exámenes de ingreso a la Escuela Profesional de Comercio de La Habana. Por tres meses, pagó 30 pesos en la Academia de la Nuez. Quedaba en los altos de una panadería que ya no existe, en Monte entre Romay y Fernandina. Muy cerca, en los bajos, quedaba el Roosevelt, el cine del barrio, rebautizado Guisa, también desaparecido.
Mañana: Disparates y desastres.
Foto: Ed Clark, revista Life. Mayo de 1945. Profesores reunidos en el teatro de la Escuela Normal de Maestros de La Habana, en San Joaquín entre Pedroso y Amenidad, municipio Cerro.
Leer también: Aurelio Baldor y Recuerdos olvidados.
Platano Microjet:
ResponderEliminarComo he aprendido cosas de mi barrio que ni sabia. Anos despues y ya con la revolucion tuve que coger la 10 para ir al pre del Vedado. No sabia que tenia el mismo recorrido que antes del 59. Ese fue' mi cine el Guisa. Si, habia escuchado que se llamo' Roosevelt. Ay, como te disfruto. Gracias
Tuvimos un pasado excepcional, lo malogramos por tontos e irresponsables.
ResponderEliminarComo un sueño lindo leer a Tania Quintero.
ResponderEliminarMi abuela paterna estudió en Matanzas con un perito mercantil a principios del siglo XX, (nació en 1985) así fué como se inció en el magisterio. Hasta visitó Boston con un grupo de guajiritas a pasar un curso de matemáticas.
Al regresar no pudo obtener un aula, sólo ser maestra rural. A caballo iba de caserio a caserio durante un par de años hasta que al fín y gracias a un político le dieron un aula, creo que en Pedro Betancourt. Para resumir, de ahí se fué a La Habana a ejercer. Llegó a ser profesora de matemáticas en la Escuela Superior de Güines y su último empleo en la Superior 14 de La Habana.
Cuando yo era una muchachita, una vez en una parada de guagua, llega corriendo un muchachón mulato, vestido de blanco (nunca lo olvidé) y le dice a mi abuela: -"Señora Blanco, no se acuerda de mi?, -claro, le dijo mi abuela, mira te presento a mi nieta" El joven nos contó que gracias a lo que aprendió con abuela ahora tenia un buen empleo de "maestro de obras"...mi abuela, no recordó su nombre, pero el encuentro la hizo tan felíz que no dejó de repetirlo por dias...
Poco después, las actividades de la maestra retirada se concentraban en visitar a amigos y familiares en el campo para comprar víveres y así poder llevarles algunos alimientos en las "jabas" que permitian entrarle a su hijo, mi padre y sus dos hermanos presos políticos. Doña Mercedes Blanco y Muñiz, era su nombre y mi devoción por ella sigue intacta.
Gracias Tania Quintero.
disculpen, obviamente mi abuela nació en 1895...
ResponderEliminarGracias.
Muchísimas gracias a los tres, en particular a Frida, por compartir con los lectores esos recuerdos familiares. Frida, tienes que sentarte y escribir la vida de tus padres y abuelos, estoy segura que será un libro muy apasionante!
ResponderEliminarYo asistí a la Escuela Municipal Alfredo María Aguayo en Estrada Palma #375 entre Cortina y Figueroa en Santos Suárez (antes de que a sus compatriotas o a la revolución le diera por cambiarle el segundo nombre) de 2do a 6to grado, a la Escuela Primaria Superior #16 Domingo F. Sarmiento en Enamorados #215 entre Flores y Serrano para 7mo y 8vo, y al Centro Especial de Inglés #12 en la Calzada de 10 de Octubre #711 cerca de Quiroga en Jesús del Monte. Guardo muy buenos recuerdos de esas escuelas. Guarina
ResponderEliminarANONIMO, LA ESCUELA SUPERIOR DOMINGO F. SARMIENTO, ESTABA SITUADA EN POCITO Y BUENAVENTURA. YO ASISTI A ELLA DESDE SEPTIEMBRE DEL 1958 HASTA ABRIL DEL 1961. CUANDO LA COMENCE SOLO ERAN SEPTIMO Y OCTAVO GRADOS PERO LOS CAMBIOS QUE HICIERON EN EL 1959 ELEVO HASTA EL NOVENO GRADO Y PRIMERO FUNCIONABAN DOS ESCUELAS SUPERIORES Y DESPUES ELLOS LAS UNIERON Y PASAMOS A TENER DOBLE SECCION INNECESARIAMENTE.
EliminarLa otra escuela municipal "hermana" para niñas era Romualdo de la Cuesta, que quedaba en Estévez #73 entre Flores y San Gregorio en El Pilar. Yo estudié taquigrafía y mecanografía en la Academia Dr. Buenaventura R. Fillman en la Calzada de 10 de Octubre #613 entre Princesa y Mangos en Jesús del Monte con la profesora Concha Morales; me preparé en la Academia Morales en San Rafael #1055 entre San Francisco e Infanta, altos, para el ingreso a la Escuela Profesional de Comercio de La Habana, en Ayestarán #175 esqu.a Néstor Sardiñas, donde cursé 2 años para contador mercantil, antes de venir para este país. Guarina
ResponderEliminarAsistí al kinder y pre-primario en la escuela de monjas "El Calvario" en Lawton.
ResponderEliminarDespués a una escuelita
privada de barrio en la calle Pocitos y San José (si mal no recuerdo) en el barrio de 10 de Octubre en La Víbora.
De ahí a la escuela pública #40 (George Washington) en 10 de Octubre y Altarriba (me acuerdo de todos mis maestros, del layout del edificio colonial, etc) y después fuí al mismo local en Pocitos y San José, con el nombre nuevo de Secundaria Básica Domingo Faustino Sarmiento. Hasta que salí de Cuba, terminado el tercer año.
Entre "El Calvario" y la escuelita privada asistí a una escuela en New York City por un semestre en 1959, cuando mis padres abandonaron la isla como tantos otros. La CIA y otros socios convencieron a mi padre a que regresara, con la cantaleta de que aquello se tenia que caer, que sólo hacía falta un esfuercito....Total, que algunos me dicen que eso fué una tragedia. No estoy segura,la tragedia es una constante para varias generaciones de cubanos. Y si me perdí por un hilito ser una "all american girl" ahora soy toda una mujer herida, afectada,algo lograda, pero con una base de cubania aprendida en aquellas escuelas de La Víbora,que aunque no lo crean, me ha hecho mucho bien.
Frida M, por los datos que das estuviste en la Secundaria Básica Domingo F. Sarmiento en el mismo tiempo que yo asistí porque el cambio de nombre
Eliminarlo hicieron junto con el cambio de horario y es seguro que mi hermano y yo te conozcamos. Me gustaría saber quién eres porque solo nos hemos encontrado con un estudiante de aquella época y nos dió gran alegría.
Frida M, Yo también estuve en la Escuela Pública # 40 George Washington un año repitiendo el 6to grado, porque había terminado el 6to en Aguayo a los 11 y no podía entrar en la Escuela Primaria Superior hasta los 12. De ahí recuerdo a la maestra, pero no su nombre y de las alumnas, a Caridad, Elena Blanco, Raquel Bichachi, María García, Asunción González. Nos llevaron a la playa Varadero cuando terminó el curso. Guarina
ResponderEliminarYo estudié taquigrafía y mecanografía en la Academia Comercial Dr. Buenaventura R. Fillman en la Calzada 10 de Octubre #613 entre Princesa y Mangos en Jesús del Monte, sistema Gregg, con la profesora Dra. Concha Morales. No recuerdo cuánto costaba, pero era muy barato. Me preparé para el ingreso a comercio en la Academia Morales en San Rafael #1055 entre San Francisco e Infanta, altos. Había una biblioteca municipal cerca. Asistí a la Escuela de Comercio de La Habana, en Ayesterán #175 esqu.a Néstor Sardiñas para contador mercantil, estando ya trabajando. La enseñanza era excelente. Y entonces vino la ecatombe. Guarina
ResponderEliminarAguayo fue construida alrededor de 1936 durante la alcaldía del Dr. Antonio Beruff Mendieta. Otra escuela municipal "hermana" para niñas era la Romualdo de la Cuesta en Estévez #73 entre Flores y San Gregorio en El Pilar. Fue creada alrededor de 1909 durante la administración alcaldicia del Dr. Julio de Cárdenas Rodríguez por legado que testara De la Cuesta. Guarina
ResponderEliminarMuchísimas gracias, de nuevo, a Frida, y también a Guarina, por los valiosos recuerdos que han dejado de las escuelas públicas cubanas. Guarina, la primera escuela a la que fueron mis hijos fue a Romualdo de la Cuesta, que ya había dejado de ser un colegio sólo para hembras.
ResponderEliminarEn Romualdo tuvieron la suerte de tener a Leocadia Castro, para ellos, la mejor maestra que han tenido. Recuerdo que era alta, delgada, negra y desgarbada y siempre caminaba apresuradamente. Podía parecer una ama de casa en busca de los mandados, pero fue una excelente maestra.
Nunca supimos sobre su vida y su familia, pero de lejos se veía que había estudiado magisterio en la Escuela Normal de Maestros de La Habana y que su origen era humilde, pero correcta y amante de su profesión como todos los maestros antes de 1959. No era tan joven, ya debe haber fallecido. Creo que el mejor homenaje a un verdadero maestro es que quienes fueron sus alumnos, los sigan recordando, como ustedes han hecho con sus antiguos profesores.
Lamentablemente eso no va a pasar con esa generación de maestricos emergentes creada por Fidel Castro, una verdadera vergüenza para la Pedagogía cubana, cuna de grandes maestros en la etapa republicana.
No, gracias a ti Tania por darnos la oportunidad de compartir recuerdos. Efectivamente, los maestros cubanos eran excepcionales. Tuve, en esa escuela primaria #40 de maestro de 6to Grado a Manuel Socarrás, negro, entonces como de 3o y pico de años. Su señora y el no tenian hijos y como mi padre estaba preso se interesaron por mi. Con ellos asistí a mi primer concierto de música clásica en un teatro del Vedado (no recuerdo el nombre, mas si el vestidito adecuado que me puse) Le escribí desde el exilio una o dos veces, perdimos el contacto, lo que lamento.
ResponderEliminarNo les molesto más con las historias, pero ha sido un inmenso placer revisitar aquellos dias. Gracias Guarina, por ahi nos vemos en la red. Un abrazo Tania.
Tania, tengo una pregunta, ¿qué ruta de ómnibus pasaba por Ayestarán frente a la Escuela de Comercio de La Habana y llegaba hasta Infanta y San Lázaro? Asistí por 3 años, iba todas las noches, pero hace ya 55 años y no la recuerdo. Gracias, Guarina
ResponderEliminarGuarina, yo nunca cogí una guagua para ir a la Escuela de Comercio, siempre fui a pie.
ResponderEliminarAntes del 1959 desde mi casa, en Romay entre Monte y Zequeira, Cerro, y después, entre 1960-61, cuando me pasé al horario nocturno, iba caminando desde mi trabajo como mecanógrafa en el Comité Nacional del PSP, en Carlos III y Marqués González, Centro Habana.
Me parece recordar que por Ayestarán pasaban tres rutas: 65, que antes del 59 cubría el trayecto Cerro-Palatino-Habana del Este, la 76 y creo que también la 19, que me parece era la que pasaba por Infanta y San Lázaro. Pero no estoy segura.
He estado buscando en internet y he encontrado este listado: http://www.elcubanointransigente.com/2011/07/rutas-de-guagua-que-existia-y-existe-en.html
Saludos y gracias visitas el blog, Tania.
MuchISIMAS gracias, Tania. Debe haber sido la 19. Yo vivía en 27 entre N y O y asistía por las noches, y recuerdo que me bajaba frente a la Escuela en Ayestarán y 19 de Mayo y de regreso la cogía en Ayestarán y Factor y me bajaba en San Lázaro e Infanta, pero no tengo la más remota idea de qué ruta era. Les había preguntado a 3 choferes de ómnibus y ninguno sabía. De nuevo, muchas gracias. Guarina
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