Por Tania Quintero
La foto es de una excursión al Zoológico de la Avenida 26, en La Habana. En ella puede verse a la Señorita Carmita sentada y rodeada de todas las alumnas de tercer grado de la escuela donde cursé la primaria, la pública No. 126 Ramón Rosaínz, sita en Monte y Pila, Cerro.
En el banco, de izquierda a derecha, soy la segunda, con trenzas y lazos. En el brazo, la identificación de oro con mi nombre que me acompañó durante toda mi niñez. Del grupo, las amiguitas mías fueron Teresita, la trigueñita arrodillada delante de la maestra, y Zenaida, gordita medio perdida entre dos más altas, en la fila de pie, penúltima a la derecha. Ella vivía en Monte entre Romay y Fernandina, en un solar al doblar de mi casa, y con ella iba y venía de la escuela. Como otros niños del barrio, Zenaida y yo todos los veranos íbamos a la escuelita de las maestricas, que durante los dos meses de vacaciones funcionaba en la sala de la casa de dos maestras, a dos puertas de mi domicilio, en Romay entre Monte y Zequeira.
Por cada mes había que pagar un peso, pero como yo tenía la suerte de tener familia en otra provincia, sólo asistía un mes: el otro me lo pasaba en Sancti Spiritus, ciudad natal de mi madre, tías y abuelos maternos. Había niños que podían irse con sus padres unos días a Miami, algo normal y al alcance de muchos bolsillos entonces.
Pero en mi infancia, tenía más cachet poder pasar unas vacaciones con parientes "del campo". Cuando regresaba a la capital, podía contar que en la casa de la tía Rosita, en la calle Cádiz (posteriormente nombrada Carlos Roloff) las aceras eran altas, en el medio no había asfalto, sino tierra y los lecheros repartían la leche en caballos. En vez de litros, como en La Habana, la dejaban en tambuchos metálicos. O que en el desayuno la tía Gloria, hervía la leche en un gran caldero y con un cazo te servías la que quisieras, en unas jarras de cristal. Si no te gustaba la nata, podías colar la leche. El café lo dejaba al lado del fogón de carbón, en una cafetera blanca de peltre, similar a las de esta foto.
En la mesa, sobre un hule de cuadros rojos, ponía una fuente con panza hervida, que antes de comerla se le echaba sal. En un pote de barro, mantequilla hecha por ella y en un plato, queso blanco, para cortar el trozo que quisieras. Además, pan fresco y galletas grandes y redondas de manteca.
Rosita y Gloria eran tías paternas de dos primas mías, pero estuvieron tan cercanas a mí que siempre las tuve como tías propias. Las dos eran mestizas, muy altas, habían estudiado en un colegio de monjas y eran muy hacendosas. Rosita, mulata más clara y delgada, se quedó solterona, y Gloria, más prieta y corpulenta, se casó con Vicente y tuvo dos hijos, Rómulo y Luisa. La tía Rosita siempre trabajó como ama de llaves en la casa de los Mendigutía, una de las familias espirituanas más ricas. Con un dinero ahorrado montó una quincalla en la sala de la casa.
La tía Gloria era repostera y no había día que no tuviera que preparar un cake para un cumpleaños, bautizo o boda. Mis primas y yo ayudábamos a batir las claras y a decorar con las mangas. Preparaba cake para todos los gustos, pero el que más me gustaba era el de naranja.
Chichita, la madre de ellas, abuela de mis primas, tenía más de 90 años, y todos la respetábamos mucho. No se podía hacer ruido cuando ella se acostaba a dormir la siesta, en el primer cuarto de la casa, en una cama muy antigua y con un mosquitero grande y tupido.
Estas tres fotos de la ciudad de Sancti Spiritus me recuerdan días felices de mi infancia.
En mi niñez, Sancti Spiritus era un municipio de de Las Villas, hoy es una provincia. Fue fundada por Diego Velazquez en 1514, a orillas del río Tuinicú, de donde era originaria mi familia materna. Pero en 1522 fue trasladada a su sitio actual, a orillas del río Yayabo (foto).
Al igual que el resto de las provincias cubanas, Sancti Spiritus también tiene una historia musical (http://www.hero.cult.cu/musica/pages/historiamusical.htm). El más conocido de sus compositores fue Miguel Companioni (http://www.escambray.cu/villa/Pbardo.html). Su canción más famosa, Mujer perjura, es un danzón. En este video la podemos escuchar en la voz de Barbarito Diez, acompañado por la Orquesta de Antonio María Romeu:
Fotos: Macnabbs, sempreverdebiga, Jaap Joop y peace-on-earth.org, Flickr.
Tania, tienes unos artículos muy interesantes, algunas fotos son muy bellas, otras curiosas y otras impresionantes. Un saludiño desde Galicia y te puedo asegurar que hoy estoy conociendo un poco más, ese país tan bello que es Cuba.
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