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lunes, 4 de febrero de 2019

Breves años cubanos de Anoland Díaz (I)



Que uno de mis músicos preferidos -Rubén Blades- es hijo de una cubana, no es noticia. Incluso tampoco es para muchos una primicia decir que ella fue cantante y que triunfó muy joven desde las ondas radiales cubanas.

De modo que lo único que pretendo aquí es contribuir a documentar la breve, pero exitosa vida artística de Anoland Díaz en Cuba, a través del reflejo que tuvo en la prensa de la época, donde solo los periódicos y la radio -en caso de que se hubieran conservado grabaciones- podían dejar constancia de lo que ocurría en la escena musical cubana. Eso sí puede que tenga para los lectores alguna novedad, pues la presencia de la pequeña reglana en los principales programas radiales a partir de 1938 y hasta 1946, demuestra cuán hondo caló el talento de aquella chiquilla que cantaba con voz de soprano y hasta podía acompañarse al piano.

Acerca de su nacimiento y familia, el musicógrafo e investigador colombiano Sergio Santana aporta los siguientes datos: Nacida Anoland Bellido de Luna y Caramés, en el ultramarino pueblo de Regla, en La Habana, en 1927, su padre Louis Bellido de Luna Reinee, de Nueva Orleans marchó a Cuba, a luchar en la Guerra Hispano-Cubano-Americana a finales del siglo XIX. Le gustó el país y decidió quedarse, casándose en terceras nupcias con Carmen Caramés, natural de Galicia y con quien tendría 22 hijos, entre ellos, Anoland.

En 1938, los dueños de la radioemisora CMQ organizan un inusual programa en forma de concurso musical que denominaron La Corte Suprema del Arte y que en sus múltiples ediciones llegaría a ser decisivo en el surgimiento de nombres íconos de la música cubana. De ahí salieron Celia Cruz, Rosita Fornés, Elena Burque, Raquel Revuelta, Alba Marina, Merceditas Valdés, Ramón Veloz, Aurora Lincheta, Armando Bianchi, Obdulia Breijo, Radeúnda Lima, Xiomara Fernández, Olga Chorens, Vilma Valle, y muchos otros.

Entre los muchos adolescentes y niños que se presentaron a escrutinio en aquellas primeras audiciones estaban Aurora Lincheta, Olga Chorens, Magaly del Valle, Elsa Valladares, Siomara Fernández, Adria Catalá y una chiquilla hermosa que no rebasaba los 11 años de edad: Anoland Bellido de Luna, que desde su primera presentación decidió aparecer como Anoland Díaz, un apellido que a ella o a alguno de sus mayores debió parecerle más apropiado. A pesar de su corta edad, asombró a todos y resultó una de las finalistas triunfadoras de esa primera edición.

La Corte Suprema del Arte era el suceso del momento: presentaba una y otra vez largos conciertos y espectáculos no sólo en los estudios de la radioemisora, sino también en importantes teatros de la ciudad, que se abarrotaban de público para ver cantar a sus nuevos ídolos. El programa reventaba los ratings de radioaudiencia y engrosaba la recaudación de las taquillas de los teatros y cine-teatros. Era un éxito y una popularidad premonitorios: por sus micrófonos pasaron quienes llegarían a ser grandes figuras de la música y la actuación.

Ese mismo año, en los shows de La Corte Suprema, la voz de Anoland se unió a la de otra muchacha finalista, quien décadas después sería una de las imprescindibles en la escena musical y teatral en Cuba: Miriam Acevedo. Con sus once años, comienza para Anoland una verdadera vorágine de conciertos y presentaciones que la van haciendo conocida y hasta famosa, como niña prodigio.

Para conmemorar el primer año del exitoso programa radial, Arturo Liendo escribe el guión del espectáculo Un viaje musical, que subiría a la escena del Teatro Nacional, en La Habana, presentando a los ganadores del original programa-concurso: Aurora Lincheta, el dúo Busquet, la pequeñita Adria Catalá, Estrellita Díaz, y muchos otros, contando con el madrinazgo de la famosa soprano Zoila Gálvez. El mismo periódico en su edición del 22 de diciembre de 1938 anuncia la presentación de las niñas Anoland Díaz y Adria Catalá en el cine-teatro Moderno, en función a beneficio del colegio Fors, que combinaba pase de películas y la actuación de las nenas cantantes, como parte del segmento infantil de promoción de La Corte Suprema del Arte.

Anoland vuelve en enero de 1939 al Teatro Nacional optando por uno de los tres premios en metálico que concedía la RKO Radio entre los ganadores del programa. Tanto Anoland, como Irma Puentes, Rosita Bujones, Olga Sánchez, Rodolfo Cueto y Rafael Rodríguez, debían interpretar la canción tema del filme “Dí que me quieres”. Acompañada por el pianista Luis Mora, participa en un acto cultural con motivo de la celebración del 20 de mayo, en la sede de la Asociación de Emigrados Cubanos, y en el anuncio es calificada por la prensa como “soprano ligera de diez años”.

Cinco días después, se anunciaba al dúo Miriam y Anoland en el cartel del espectáculo que, organizado por la Unión de Empresarios, presentaría ese día el Teatro Nacional en homenaje a Heliodoro García, empresario de ese coliseo, y donde el numeroso elenco incluía nombres rotundos de la música cubana como Ernesto Lecuona, Rita Montaner e Ignacio Villa Bola de Nieve.

Era la primera vez que Anoland compartiría cartel con estos íconos de la cultura nacional, junto a otros famosos, como la declamadora Carmina Benguría, las cantantes líricas Zoraida Marrero, Georgina Dubouchet, Zoraida Beato y Lydia de Rivera; un tenor mexicano que llegaría a ser un grande del bolero y la canción: Pedro Vargas; los comediantes Garrido y Piñero, las orquestas Hermanos Lebatard y Hermanos Castro y como presentadores, José Antonio Alonso, Arturo Artalejo, Germán Pinelli y Gaspar Pumarejo.

Junto a las niñas Marta Cervantes y Adria Catalá, el dúo Miriam y Anoland se gana el favor del público, toma parte en diversos programas radiales, espectáculos teatrales y hasta en campañas publicitarias, como aquel sorteo organizado por las bicicletas Niágara en julio de 1939. De su breve unión musical con Anoland Díaz, la Acevedo diría varías décadas después a la periodista y bloguera cubana Tania Quintero: “Me presenté en La Corte Supema del Arte como cantante y gané todos los premios. Anoland Díaz era también una niña excepcional. Desde pequeña tocaba el piano de afición como una verdadera profesional, era el asombro de todos. Ella cantaba con voz de soprano, y yo de contralto infantil. Y al dueño de la CMQ se le ocurrió que nuestras voces podían hacer un dúo perfecto. Se llamó “Myriam y Anoland, el dúo perfecto”.

Myriam y Anoland, como dúo infantil, aparecen en el malogrado filme Una aventura peligrosa, de Ramón Peón, estrenado el 1 de junio de 1939 en el Teatro Nacional, en medio del éxito de La Corte Suprema del Arte, y que significó el debut cinematográfico de quien sería la gran vedette cubana Rosita Fornés, quizás el único valor defendible del filme. Ahí las niñas interpretan Duerme muñequita, una canción de cuna de Ramiro Gómez Kemp, quien estaba encargado de la dirección musical del filme y a toda costa logró colar obras suyas de dudosa calidad, junto a las que eran propósito y objetivo de la producción del filme: las de Ernesto Lecuona y Nilo Menéndez, el autor de Aquellos ojos verdes, entonces prominente ejecutivo en la música y el cine en Estados Unidos.

Según anuncio publicado el 6 de octubre en el Diario de la Marina, y con escasos 12 años Anoland es invitada a integrar el cartel de la suite de conciertos que ha ideado y organizado el gran Ernesto Lecuona en el teatro Auditorium, en El Vedado. Anoland Díaz participaría en solitario en el tercero de ellos, titulado La Rumba, coincidiendo de nuevo con Rita Montaner , Zoraida Marrero y Georgina DuBouchet, y junto a los también cantantes Jorgelina Junco, Oscar López y Joseíto Núñez; las orquestas de los cantantes Paulina Alvarez, con su orquesta, y Fernando Collazo y con La Sonora Matancera, ya instalados en el favor popular, propiciarían la presencia de formatos de música popular en el exquisito escenario capitalino, reservado a la llamada música culta y el canto lírico.

Ramón Fajardo Estrada, en su libro Rita Montaner. Testimonio de una época glosa así la aparición de Anoland por primera vez en el importante coliseo de El Vedado: “A los espectadores se les propician dos atractivas ofertas: asistir a la primera actuación en Cuba de la cantante brasileña Malena Toledo y al debut de Anolan Díaz, una niña de ocho años de edad, que impresiona a todos en ¿Por qué no vienes?, de Lecuona, con la Orquesta de La Habana, y al acompañarse ella misma al piano en El amor de mi bohío, de Julio Brito.”

Al mes siguiente, en noviembre, se organiza un concierto de despedida al trío Habana, que acoge el cine-teatro Cuatro Caminos. Ahí está Anoland junto a prominentes artistas de la radio y el teatro, como Miguelito Valdés, René Cabell, María Ciérvide, Blanquita Amaro, Abelardo Barroso y las orquestas Casino de la Playa y Riverside, entre otros, y como presentadores Manolo Serrano y Germán Pinelli, y su desempeño es destacado por la prensa. Ese mismo mes canta en el Festival de la Prensa, junto a la orquesta Hermanos Lebatard y la mexicana Manolita Arreola. Ya para estas fechas, la pequeña estrella era artista exclusiva de CMQ Radio y se presentaba en el programa del mediodía, que patrocinaba la empresa jabonera Crusellas.

En ocasión de una función extraordinaria, a la espera de la celebración del 24 de febrero en 1940, una de las fiestas patrias, Anoland sube de nuevo a la escena del Teatro Nacional, en el mismo programa otra vez con Rita Montaner, con la soprano Esther Borja, los comediantes Garrido y Piñero, y Bola de Nieve, entre otros. Meses después ya la mencionan entre los artistas que el Diario de la Marina cataloga como famosos, esta vez participando en un gran festival organizado por el jabón La Llave en la ciudad de Cárdenas, Matanzas, en una comitiva musical encabezada por la Montaner, y en la que figuraban el libretista y compositor Félix B. Caignet, los cantantes René Cabel, Hortensia Coalla, Estrellita Díaz y la orquesta Cosmopolita, entre otros.

Para el 20 de junio de 1940 los artistas organizan un homenaje a Augusto Ferrer de Couto, columnista del periódico Alerta recién designado Concejal del Ayuntamiento de La Habana y Anoland es incluída en la revista musical que el coreógrafo y bailarín Julio Richards había ideado para la ocasión: Mujeres en La Habana, encabezada por Rita Montaner -con la que coincide ya por tercera vez- y en la que figurarían, en el profuso elenco, la bailarina Carmita Ortiz, la famosa actriz del teatro vernáculo cubano Luz Gil, la orquesta femenina Anacaona, la orquesta Riverside, el conjunto de música porteña Río de La Plata con sus cantantes Olga Chorens y Manolo Fernández.

Cuando Amado Trinidad Velazco decide crear la RHC Cadena Azul y el 1 de abril de 1940 irrumpe en el medio radial cubano con un empuje no visto, con prisa y sin pausa va a por los mejores músicos y artistas, y entre los emergentes, los más prometedores, la mayoría de ellos con contratos con otras radioemisoras como CMQ. Les ofrece jugosos contratos y logra llevarlos al cuadro artístico-musical de la RHC Cadena Azul. Entre ellos está Anoland Díaz, hasta ese momento, artista de CMQ.

En el número inaugural de la revista Ecos de la RHC Cadena Azul, en el que se presentaba a todo su cuadro director, técnico y artístico, la pequeña Anoland Díaz figuraba con una foto donde se le catalogaba como “la diminuta soprano con voz de angel”.Así se le presentaba en sus asiduas apariciones en los programas patrocinados por la marca cigarrera Trinidad y Hermanos, en la RHC Cadena Azul: “La Voz de Angel de la Radio”. En el número de agosto de 1941, en la misma revista, aparecía una foto suya, donde se le describía: “La Voz de Angel de la Radio es un verdadero valor en el campo lírico en Cuba. Esta simpática chiquilla es cada día más aplaudida y cada vez más imprescindible en la elaboración de buenos programas”.

Para diciembre de 1941, Anoland junto a su hermana Lina es anunciada como el Dúo Cuba, artista exclusivo de los programas auspiciados por Trinidad y Hermanos e integrando la extravagante caravana de Amado Trinidad y la RHC Cadena Azul que se presentaría durante ese mes en los teatros Iriondo (Ciego de Avila), Principal (Camagüey), Infante (Holguín) y Oriente (Santiago de Cuba como parte de un elenco encabezado por la orquesta Havana Casino dirigida en esta ocasión por Gilberto Valdés, el Conjunto Vocal Siboney (con Isolina Carrillo, Olga Guillot, Marcelino Guerra más conocido por Rapindey y Facundo Rivero, entre otros), Las Marvel Sisters, Reynaldo Henríquez, Rita María Rivero, Tomasita Núñez, Alfredito Valdés, Joseíto Núñez, Alfredito León, Chano Pozo, Adolfo Guzmán y la orquesta típica argentina Los Románticos Gauchos y la norteamericana Eleanor House, entre muchos otros.

Con una foto del Dúo Cuba, a toda contracubierta, las mostraba y anunciaba la revista órgano oficial de dicha emisora radial. La misma revista publicaba en marzo de 1942 una foto de Anoland firmada por el prestigioso Armand, considerado el fotógrafo de las estrellas, y que comentaba sus aplaudidas actuaciones en el programa “Eslabones de Oro Partagás”.

El 31 de mayo de 1942 participa en el homenaje a Ibrahim Urbino en el teatro Fausto, con las orquestas de Ernesto Lecuona y Havana Casino, Rita Montaner, las cantantes líricas Hortensia Coalla, Zoraida Marrero, Hortensia de Castroverde, Rita María Rivero, los tríos Matamoros y Servando Díaz, René Cabel, entre otros. En septiembre de ese mismo año, Amado Trinidad es homenajeado por músicos, artistas, empresarios y políticos en un gran espectáculo en el cabaret Tropicana, y en el escenario, Anoland Díaz compartió micrófonos con los cantantes Wilfredo Fernández y Margot Alvariño.

Rosa Marquetti Torres
Desmemoriados. Historias de la Música Cubana, noviembre de 2018.
Foto: Anoland Díaz en el primer número de la revista Ecos de la RHC Cadena Azul, abril de 1941. Tomada de Desmemoriados.

Aclaración: En todas las fuentes consultadas, el nombre de Anoland aparece indistintamente con “d” al final, y sin ella. Ver más fotos, notas y fuentes consultadas en Desmemoriados. Leer también la entrevista que Tania Quintero realizó en 2009 a Myriam Acevedo, publicada en este blog con el título Todo vuelve al principio y Recordando a Myriam Acevedo, una nota sobre su fallecimiento el 22 de julio de 2013 en Roma.

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