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jueves, 7 de febrero de 2019

Breves años cubanos de Anoland Díaz (II y final)



No encontramos más noticias sobre Anoland y su vida musical hasta que el 10 de marzo de 1943, tras la compra por el Partido Socialista Popular de la veterana Radio Lavín, se produce la inauguración de otra radioemisora que hizo mucho por la cultura nacional y por la cual pasaron la mayoría de los más prominentes nombres en la música y el arte en Cuba: la Mil Diez. Según refiere Oscar Luis López, historiador de la radio cubana, en su obra La radio en Cuba, Anoland Díaz fue una de las cantantes de planta, junto a nombres rotundos como los de Celia Cruz, Olga Guillot, Elena Burke, María Cervantes, Aurora Lincheta, Tomasita Núñez, Matilde Camejo, Estela Rodríguez -la hermana de Arsenio-, Alba Marina, Zoila Gálvez, Chiquita Serrano, Margarita Díaz; y entre los hombres, Miguelito Valdés, Miguel de Gonzalo, Bienvenido León, Alfredo León, Orlando Guerra Cascarita, Zephir Palma y muchos otros.

Anoland tenía cualidades musicales notables para haber transitado el mismo camino que muchas de las contendientes en el programa La Corte Suprema del Arte, donde resultó una de sus finalistas. A partir de 1938 en un momento que se considera de renovación y descubrimiento de nuevas figuras para el canto lírico cubano, las voces de Zoraida Marrero, María de los Angeles Santana, Esther Borja, Rosita Fornés y muchas otras irrumpieron en los escenarios, en la radio y hasta en el cine, y atendiendo a sus magníficos resultados era muy probable que Anoland, con su juventud y talento, pudiera seguir obteniendo como profesional éxitos similares.

Si damos crédito al periodista Daniel Domínguez, Anoland llegó a Panamá en 1947, tenía entonces 19 años. Aunque algunas fuentes indican que Anoland viajó con su familia para radicarse en Panamá, Domínguez pone en boca de Rubén Blades lo siguiente, referido a este hecho: “Abandonó su hogar porque no soportaba la situación familiar que vivía allá”. Y es muy probable que así haya sido, teniendo en cuenta la numerosísima familia que habían creado los padres de Anoland.

En la orquesta que la acompañaba en sus primeras incursiones musicales en Panamá, conoció al percusionista Rubén Darío Blades Bosques, bongosero por más señas, quien compartía su tiempo laboral como detective de la policía, según ha contado Iván García en su artículo La sangre cubana de Rubén Blades. Pero a Blades le apasionaba la percusión, y la música afrocubana. Tuvieron cinco hijos de los cuales Rubén es el segundo.

En su nuevo lugar, Anoland continuó su vida como cantante, pianista y actriz en radio novelas para la Red Panamericana y para RPC Radio. Algunas de las fuentes consultadas apuntan que Anoland Díaz tocó para la reina Isabel de Inglaterra, en alguno de los actos en homenaje a la soberana británica en ocasión de su visita oficial a Panamá en 1953.[27] Hizo también esporádicas apariciones cantando junto a su hijo Rubén y acompañándose ella misma al piano, de las que ha quedado este video.

A Anolan le gustaba cantar ópera, zarzuela, boleros y la música popular internacional. “El primer disco que se compró en mi casa, en 1959 o 1960, -contó Rubén- fue uno de Amad Jamal, pianista e intérprete de jazz. (…) No teníamos ni el dinero ni el espacio para tener un piano. Fue mucho después, cuando les compré a mis padres un apartamento, que le llevé su primer piano. Ella tocaba boleros y piezas clásicas, y algunas veces componía temas instrumentales.”

Sin embargo, Anoland nunca grabó un disco, y en cuanto a grabaciones comerciales, el único registro del que hasta ahora se tienen noticias, es el de su voz en ese clásico de la salsa que es Maestra Vida, la primera ópera salsa original en la historia del género y uno de los trabajos más trascendentales e inteligentes de su hijo Rubén como compositor, junto al puertorriqueño Willie Colón, quien fungió como productor y también músico. Grabada en 1980 y distribuida en un álbum doble bajo el sello Fania (LP F576/577), Maestra Vida marcó un antes y un después en el género salsa, al introducir la temática social que reflejaba los problemas y contradicciones en los espacios urbanos en los países latinoamericanos y en las zonas de Estados Unidos con gran presencia latina, a la vez que abordó en ella elementos de la narrativa literaria de Latinoamérica.

Musicalmente, Maestra Vida trascendió los límites estrictos de la salsa, al incluír boleros y un tratamiento instrumental que enriqueció ambos géneros haciéndolos acompañar de un formato sinfónico. Anoland aportó su voz al personaje de Manuela, que puede escucharse en el corte 5 del primer disco, un bolero bajo el título Yo soy una mujer, donde también hace un breve dúo son su hijo Rubén. También la voz de Anoland aparece fugaz al final del corte 3 Carmelo después (El viejo Da Silva) del segundo disco de Maestra Vida.

De la experiencia personal que representó este trabajo con su madre, diría Rubén: “Cuando estoy en un estudio de grabación, suelo transformarme en un tirano. En aquella ocasión tuve que hacer un esfuerzo para calmarme, pues estaba más nervioso yo que ella, y eso no la ayudaba. Pero su voz es tan dulce y tan expresiva que le dio un sentido especial a ese número. Yo soy una mujer fue su única grabación en un disco, como intérprete. A pesar de su inmenso talento, nunca grabó un disco. Y quería darle la oportunidad de tener esa experiencia. Tiempo después estuvimos trabajando en un disco de boleros para grabar juntos, pero entonces enfermó y ya no pudimos continuar con el proyecto. Me quedó eso pendiente.”

Anoland moriría en Panamá en 1991, víctima de cáncer. Del impacto y el dolor de esos meses en los que vio morir cada día a su madre, de la lucha de Anoland por la vida, de sus personales vivencias como hijo enfrentando lo irreversible, surgió el tema Amor y control, que de manera póstuma Rubén Blades dedicó a su madre.


La relación de Rubén Blades con su madre fue no sólo especial, entrañable, sino decisiva en su carrera vital: “Mi madre fue una influencia determinante -comentó a Daniel Domínguez. Me orientó hacia el arte con su talento, pues ella cantaba y tocaba muy bien el piano con el que se acompañaba. Además, nos entregó su sacrificio, pues hizo a un lado su posibilidad como artista para dedicarnos su tiempo y esfuerzo como madre. Ella y mi abuela, Emma, fueron la razón principal para encaminarme como artista y como abogado”. Para el músico y comunicador venezolano León Magno Montiel, “Anoland fue su amor infinito, su musa; de ella heredó la sensibilidad musical y el alma de compositor.”


Rosa Marquetti Torres
Desmemoriados. Historias de la Música Cubana, noviembre de 2018.
Foto: Anoland Díaz, retratada en La Habana por Armand, el fotógrafo de las estrellas cubanas. Publicada en marzo de 1942 en la revista Ecos de la RHC. Tomada de Desmemoriados.

Aclaración: En todas las fuentes consultadas, el nombre de Anoland aparece indistintamente con “d” al final, y sin ella. Ver más fotos, notas y fuentes consultadas en Desmemoriados.

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