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martes, 1 de noviembre de 2011

La Habana fue una ciudad tan cosmopolita como Nueva York

Por Tania Quintero, Lucerna

Antes de 1959, La Habana era escala obligada de los músicos, compositores, directores de orquesta, artistas e intelectuales que brillaban en París, Londres, Berlín, Nueva York, Buenos Aires o México, entre otras metrópolis. Como Yehudi Menuhin,
uno de los más importantes violinistas del siglo veinte, que en ese video pueden verlo tocando una habanera del español Pablo Sarasate.

También por la capital cubana pasaron o actuaron 'monstruos' de la talla de Igor Stravinsky, Sergei Rachmaninoff, Andrés Segovia, Jascha Heifetz, Erich Kleiber, Rosita Renard, Claudio Arrau, William Steinberg, Sir Thomas Beechman, Efren Kurtz y Marian Anderson, la contralto negra a quien a pesar del racismo imperante en Estados Unidos, el 9 de abril de 1939 se le permitió cantar en el
Lincoln Memorial.

Todo eso y más lo descubrí en los casi dos años (1991-92) que dediqué a investigar las estancias en Cuba del director austríaco Erich Kleiber, su esposa Ruth y sus hijos Carlos y Verónica. En la década de 1940, en varias ocasiones Kleiber dirigió la Orquesta Filarmónica de La Habana.

En 1993, además de una exposición en el Museo de la Música y un reportaje en la revista Bohemia titulado Presencia de Erich Kleiber, redacté el guión de un documental,
Escalas hacia el fuego, título de un libro de Anaïs Nin, escritora con una apasionante saga familiar y que dejé esbozada a través de Gilbert Chase, primo de Anaïs.

Pero uno de los grandes ejemplos de lo cosmopolita que era La Habana lo tenemos en
El Encanto. Al final de ese texto de Wikipedia, en Enlaces externos, no dejen de hacer clic en los tres videos donde antiguos empleados cuentan la historia de la tienda más chic y elegante que hubo en la capital, con sucursales en distintas provincias.

María Luisa Gómez Mena y Alina Johnson de Menocal fueron dos habaneras muy cosmopolitas.

Figuras del mundo deportivo también estuvieron en La Habana de los 40, como los jugadores de Grandes Ligas Pee Wee Reese y Jackie Robinson, a quienes recordé en mi
blog (http://taniaquintero.blogspot.com/2009/07/mas-alla-de-un-abrazo.html). El boxeador Joe Luis estuvo por primera vez en 1949 y diez años después regresaría, invitado por Fidel Castro.

En los años 50, la crema y nata del jazz: Cab Calloway, Ella Fitzgerald, Sara Vaughan y Eartha Kitt. Sara, Ella y Cab actuaron en 1954 en el cabaret Sans Souci, acompañados por el pianista Rafael Ortega y un cuarteto de saxofones, entre los cuales se encontraba el saxofonista, flautista y clarinetista cubano Jesús Caunedo, fallecido en 2006 en Puerto Rico.

Nat King Cole estuvo en dos ocasiones, en 1956, cuando cantó en Tropicana, y en 1958, para grabar su primer disco en español, con el acompañamiento de la orquesta de Armando Romeu hijo y un conjunto de mariachis mexicanos. Harry Belafonte viajó también dos veces, antes y después del 59. Sammy Davis Jr. y su amigo Frank Sinatra, cantaron en la noche habanera. Igual que Johnny Mathis, el más joven de todos, quien compartió escenario con la cubana Merceditas Valdés. Josephine Baker, la conocida vedette, entre 1950 y 1966 visitó cinco veces La Habana.

Después de 1959, tocó el turno a los más politizados: el reverendo Jesse Jackson, la activista Angela Davis y el actor Danny Glove, entre otros. En 1989, durante el Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano, el director Spike Lee presentó su película Do The Right Things. Ese año, el trompetista Dizzy Gillespie participó en el V Festival Internacional de Jazz Plaza.

Una parte de la historia truculenta de La Habana del siglo veinte fue investigada por el profesor colombiano Eduardo Sáenz Rovner y la pueden leer en mi blog.

En aquella época, músicos y artistas del interior, luego de cosechar éxitos en la capital, lo cosecharon en ciudades estadounidenses, europeas, latinoamericanas... Entonces, los cubanos podían salir libremente del país, como turistas o para trabajar y vivir en el exterior. Hasta que llegó el comandante... y La Habana comenzó a perder su glamour.

Los famosos de otras latitudes comenzaron a borrar el verde caimán de sus itinerarios, salvo contadas excepciones. Una de ellas fue el Havana Jam, en 1979, cuando en el teatro Karl Marx actuaron Billy Joel y Rubén Blades, entre otros.

Hasta mediados del siglo pasado, si un músico o artista europeo de renombre salía a 'hacer las Américas', aprovechaba para actuar en la isla. De no estar Cuba tan aislada y desvalorizada, es lo que hubiera hecho el violinista y director de orquesta holandés André Rieu, antes o después de su última gira por 'las Américas'.

Con una habanera de Sarasate interpretada por Yehudi Menuhin encabecé el post y con una muy popular me despido: la habanera de la ópera Carmen de Bizet, en la voz de la brasileña Carmen Monarcha, acompañada por la orquesta de André Rieu, todo el tiempo dirigiendo con la mano derecha. En la izquierda sostiene un Stradivarius de 1667.

6 comentarios:

  1. OK, so what? La Habana was a well known sophisticated city but so are a lot of cities around the world. All those American personalities also visited other cities, especially Mexico City. The advantage La Habana had was geography, the same reason it was founded by the Spaniards dring the colonization.
    Also to mention Harry Belafonte in what read an ode to "Yesterday Cuba" is an affront.
    Anarey

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  2. Cual es el teatro Karl Marx? Usted aparenta ser lo suficientemente mayor como para saber el nombre original y VERDADERO del lugar.

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  3. Mi difunto padre trabajó en el Hilton. Gastronómico más de cuatro decadas tenía muchas anécdotas de personajes célebres que él mismo atendió y fotos.
    Tu artículo fue un recordatorio de él y sus historias y te agradezco tu buen periodismo siempre.

    Lázaro Cuba

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  4. Gracias por visitar el blog y dejar comentarios. El hoy teatro Karl Marx, en Calle 10 y 1ra., Miramar, se llamaba Blanquita y era el más grande de La Habana. Su dueño era Alfredo Hornedo, quien también era propietario de dos grandes edificios que quedaban a dos cuadras del teatro y que tenían el nombre de su esposa, Rosita de Hornedo.

    Después de 1959, los nombres de muchos lugares, calles, plazas fueron cambiados. Al teatro Auditorium, en Calzada y D, Vedado, le pusieron Amadeo Roldan. Y al Hilton, donde trabajó el padre de Lázaro Cuba, lo rebautizaron Habana Libre. A la Avenida Carlos III la nombraron Salvador Allende, pero casi nadie la conoce por ese nombre. El antiguo Stadium del Cerro es hoy el Estadio Latinoamericano, el Latino, como le dicen los habaneros.

    Pero todavía abundan los sitios que siguen siendo conocidos con sus nombres de siempre, como La Esquina de Tejas, Cuatro Caminos, La Esquina de Toyo, el cine Payret, la Plaza de Marianao, el Café Colon, La Palma...

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  5. Siempre es un deleite leerlos, me refiero a ti y a Iván y aunque con él discrepo en su definición del "embargo", que priva a sus lectores de conocer la verdad, una lástima, lo demás, es excelente. Soy habanera de nacimiento, me declaro siempre ciento por ciento cubana y habanera mil por mil. Tuve la dicha de disfrutarla plenamente en sus tiempos de esplendor,siendo mi extracción de una clase media trabajadora. He viajado bastante y puedo asegurar que, como se vivía en Cuba, antes de 1959, no se vivía ni se vive actualmente en ninguna otra parte del mundo, ni siquiera en Los Estados Unidos, donde resido. Nunca fue Cuba un Haití, ni un a República Dominicana ni nada parecido. La Habana era una ciudad del primer mundo y, como dijo en su momento, no un cubano, sino el mexicano Don Pedro Vargas: "El artista que quisiera triunfar en América debía primero triunfar en La Habana", No por gusto somos la única etnia fuera de la Isla que no deja de luchar por el regreso, por volver para poner nuestro grano de arena en aras de rescatar lo que nos dejamos quitar de manera alevosa. Como dice una hermosa frase que le acreditan a Martí, aunque no estoy segura de ello: "Si no fuera cubana, lucharía por serlo"

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  6. Me dicen que está pendiente de aprobación.

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