Por Liliet Heredero, enviada de la BBC a La Habana
Moscú está a 9,550 kilómetros de La Habana, pero durante 30 años esa distancia pareció insignificante. Cuba y la Unión Soviética estaban unidas por un lazo ideológico y militar. La economía de la isla estaba subsidiada por "la ayuda desinteresada" de los "hermanos soviéticos", como se solía decir en los medios oficiales.
En 1991, tras el colapso de la URSS, los soviéticos se fueron de Cuba dejando una severa y súbita crisis económica. En dos años cayó un 35% del Producto Interno Bruto, provocando la crisis económica más profunda en la historia de la isla.
Pero también dejaron su impacto en otras esferas de la vida. A 20 años de esa ruptura, BBC Mundo busca las huellas soviéticas que quedan en Cuba.
La "colonia rusa"
Desde inicios de 1960 comenzaron a llegar a la isla asesores soviéticos y sus familias, encargados de supervisar los proyectos conjuntos entre La Habana y Moscú. Trabajaban en ministerios, fábricas o cualquier área de la ciencia y la técnica que se quería desarrollar en Cuba.
Hasta inicios de 1990, se estima que en total vivieron en Cuba unos 18 mil soviéticos, sin contar los asesores militares, cifra que no se conoce. La gran mayoría abandonó Cuba tras el colapso de la URSS.
"Hoy se calcula que viven en la isla unos 6 mil ex soviéticos contando a sus descendientes, provenientes de las 15 repúblicas soviéticas", explica a BBC Mundo Ruslán Reyes Fryjenkoc, coordinador principal de la comunidad ruso parlante y sus descendientes en Cuba.
Reyes es un "agua tibia" o "polovinka", como popularmente se conocía a los hijos de matrimonios mixtos, en su mayoría entre rusas y cubanos. "Yo tengo alma rusa y cubana a la vez. En mi casa cultivamos las tradiciones de los dos países", comenta Ruslán.
Profesionales formados en la URSS
En 1961, Ana Alayo llegó a Moscú a estudiar la especialidad de máquinas-herramientas. Ella formó parte del primer grupo masivo de estudiantes cubanos que fue a estudiar a la Unión Soviética y a otros países del bloque socialista. Se calcula que entre 100 mil y 300 mil cubanos recibieron becas universitarias y cursos de capacitación profesional en la URSS.
Se estudiaban carreras militares, científicas y técnicas como geología, minería, o licenciaturas en planificación, así como historia, ciencias sociales y filosofía.
Estos cubanos no sólo vieron la nieve por primera vez, sino que todos aprendieron ruso y muchos regresaron casados, trayendo consigo no sólo el idioma ruso sino también la cultura y tradiciones soviéticas.
Cubanos que hablan ruso
Además de los cientos de miles de cubanos que estudiaron en la Unión Soviética, en 1961 Fidel Castro anunció en un discurso que dos mil 300 graduados de secundaria se formarían como profesores de idioma ruso.
Durante los años 60 y 70 el ruso, junto al inglés, era una asignatura optativa tanto en la enseñanza secundaria como en el bachillerato. También se enseñaba ruso a través de programas de radio y televisión. En la década de los 80, el estudio del idioma ruso pasó a ser obligatorio en la enseñanza universitaria. Fidel Castro lo llamó "el idioma de la colaboración".
La doctora Maia Valdés recuerda "el trabajo que me costó aprender ruso, pero sin aprenderlo no podía graduarme de médico". Aún hoy, recita frases que se aprendió de memoria para poder pasar los exámenes.
Incluso quienes no estudiaron ruso conocen algunas palabras como "tovarich", que significa camarada, con frecuencia en Cuba antes del colapso de la URSS.
Impacto en la enseñanza
Algunos métodos pedagógicos usados hoy en Cuba son los mismos que fueron copiados del campo socialista.
En la enseñanza de la historia, por ejemplo, "se evidencia en la pasión por las efemérides, por lo conmemorativo, por lo ceremonial, que tuvo que ver con la relación con la Unión Soviética", explica el intelectual cubano y viceministro de cultura Fernando Rojas.
Además de la pedagogía soviética, se heredaron las explicaciones monocausales de sucesos históricos, donde las fuerzas productivas y las relaciones de producción constituían la clave única del acontecer histórico. También la manera de enseñar las ciencias sociales, psicología, sociología y los estudios de economía política todavía están muy marcados por el pensamiento soviético.
"En estos momentos aún se usan las bases teóricas de la psicología rusa de los años 70 y 80, aunque se han incorporado con mayor peso los métodos de la escuela estadounidense y latinoamericana", asegura la profesora Digna Heredero, exdecana de la Facultad de Psicología de la Universidad de Santa Clara.
Impacto cultural
Durante años, las traducciones al español hechas por las editoriales soviéticas Mir, Raduga y Progreso, fueron la mayor fuente literaria, así como las populares revistas rusas Sputnik, Misha y Novedades de Moscú. Libros como Un hombre de verdad, de Boris Polevoi, o los clásicos de Anton Chéjov, siguen en los libreros de las casas cubanas.
Sin embargo, según el viceministro Fernando Rojas, "a 20 años de la época soviética, yo no creo que haya habido huellas significativas en la literatura. Incluso aquellas obras literarias influidas por el realismo socialista ahora se consideran obras menores".
En la enseñanza de la música clásica también hay una huella clara, en el teatro y las técnicas de actuación. Además fueron los soviéticos quienes crearon la Escuela de Circo de Cuba.
"El cine soviético también dejó una huella clara en el cine cubano. Películas como Moscú no cree en lágrimas y El acorazado Potemkin se exhibieron una y otra vez por la televisión y las semanas de cine soviético siempre fueron un éxito de público", dijo Zoia Barash, investigadora de origen ucraniano, en un debate de la revista Temas.
Burocracia
"Las expresiones burocráticas de la actividad política e institucional en Cuba sí tienen que ver con una huella soviética. También el dogmatismo y la visión cultural cerrada, aunque éstas son huellas que van en retirada", afirma el viceministro de cultura Fernando Rojas.
El secretismo endémico de los funcionarios cubanos y las empresas es muchas veces catalogado como uno de los rezagos negativos del modelo soviético.
"Y la política de verticalidad es una de las peores huellas que ha dejado la presencia soviética aquí", dijo en un debate de la revista Temas el escritor Yoss.
Modelo de desarrollo
En términos económicos, la Unión Soviética era el referente teórico y el modelo de desarrollo que seguía Cuba. El socialismo cubano se pensaba como un modelo parecido al de la URSS, desde el punto de vista ideológico, político y económico. Esa concepción tuvo que ser replanteada tras la caída del campo socialista.
"Ése es otro impacto de los soviéticos en Cuba, pero también de su colapso. Cuba tuvo que cambiar su modelo de desarrollo y sus paradigmas", explica Juan Triana, director del Centro de Estudios de la Economía Cubana.
Transporte automotriz
En las calles cubanas queda una huella evidente de las relaciones con el mercado del campo socialista. Los autos que más abundan en Cuba son soviéticos, tanto Moskvich, Volga, Niva y Lada, así como las motos Ural y los camiones Kamaz.
También el transporte aéreo es mayoritariamente ruso. La aerolínea estatal Cubana de Aviación ha surcado, por décadas, los cielos del mundo con aviones soviéticos y aún su flota es mayoritariamente rusa.
El sentimiento hacia los autos soviéticos es mixto. Para algunos son autos fuertes y duraderos. Para otros son inseguros y de tecnología vieja. "El Lada es como un tanque de guerra. Este tiene un millón de kilómetros recorridos y todavía no se le ha reparado el motor", confesó un taxista.
Deporte como política de Estado
Como en muchos países, los éxitos deportivos en Cuba son motivo de orgullo nacional. Solo que en la isla ganar medallas es una política de Estado como lo era en la Unión Soviética y aún lo sigue siendo en China.
Desde inicios de la Revolución, Cuba copió el sistema soviético de cultura física, y lemas como "el deporte es derecho del pueblo" y su masificación se hicieron realidad. "La Unión Soviética había descubierto el valor del deporte como herramienta política y Cuba trazó las políticas que luego le permitieron ganar las medallas", afirman las autoras del libro El deporte en Cuba.
Esto no pudo lograrse sin la ayuda prestada al naciente deporte revolucionario por la URSS. Disciplinas como el boxeo, la esgrima y la gimnástica no hubieran sido la fuente sostenida de medallas que fueron sin los técnicos y entrenadores soviéticos.
Las brillantes cúpulas doradas de la iglesia ortodoxa Rusa en la Habana resplandecen bajo el ardiente sol de un agosto en el trópico. Esta no es una herencia soviética sino una nueva adquisición rusa.
"Siempre añoré un templo como éste, pero en tiempos de socialismo, el ateísmo nos fue impuesto y no se podía hablar de religión", dice Olga, una rusa que lleva más de 30 años en Cuba.
Desde su apertura en 2008, la iglesia Ortodoxa recibe mayoritariamente a turistas rusos.
En entrevista con la BBC, el Cónsul General de la Federación Rusa en Cuba, Zurab Peradze, dijo que el turismo ruso a Cuba ha aumentado a un ritmo vertiginoso en los últimos años. "Es un turismo de nostalgia. Los ex-soviéticos le tienen mucho cariño a Cuba", afirmó.
BBC, 17 de agosto de 2011.
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