El furor desatado en Cuba por las telenovelas de Brasil se convirtió en una especie de remake de los años 40, cuando la isla toda lloriqueó con El derecho de nacer, radionovela de Félix B. Caignet, oriundo de Santiago de Cuba, y que había mantenido en vilo a toda la isla en aquella década.
Mi interés por escribir sobre los folletines en la pequeña pantalla tenía una motivación monetaria: tanto en Bohemia como en Opina me pagaban las colaboraciones, 30 pesos por cada una. Una basura de dinero ahora, pero en los años 80 con esa cantidad se resolvía. Pero también debo decir que el bichito investigativo que llevo dentro, me permitió sacarle lasca al boom novelero cubano y profundizar en el tema.
De Brasil me enviaron libros y por mi cuenta hice averiguaciones. Supe así que la pasión por las telenovelas surgió en el gigante sudamericano a partir precisamente de El derecho a nacer.
Otro momento 'cumbre' para los telespectadores criollos fue el estreno de Doña Beija,con la bonitilla de Maité Proença en el rol central. Basada en una mujer que existió en Araxá, Minas Gerais, muy pronto conseguí un ejemplar del libro que inspiró la adaptación. Doña Beija era una producción de TV-Manchete, principal competidora de la Rede Globo. Pero eso lo sabía yo, a esas alturas casi convertida en una 'especialista' por causa de los melodramas televisivos.
A los cubanos no les importaba la casa realizadora, sino desenchuchar (desconectar) con todas aquellas historias del pasado o presente de Brasil. Doña Beija tuvo tanta audiencia como La esclava, protagonizada por Lucélia Santos, actriz sin los encantos físicos de Maité Proença (la conocí cuando estuvo en La Habana, en persona era tan bonita como por televisión), pero que igualmente arrebató a los cubanos: cuando visitó Cuba, Lucélia fue recibida por Fidel Castro, al parecer “enganchado” con los culebrones. También recibió en su despacho a Rubens de Falco, el Leoncio de La esclava, a Regina Duarte y Daniel Filho.
Con Beija hice la zafra. Opina empezó a publicar versiones resumidas del libro, que yo misma traducía del portugués. Tuvo tanta acogida que decidieron publicar un suplemento. Es una lástima que no tuve la precaución de guardar un ejemplar.
Lo insólito era que a mí no me gustaban -ni me gustan- las telenovelas. Si veía las brasileñas era para poder escribir. De la última que publiqué en Bohemia fue de Vale todo, con Regina Duarte, Antonio Fagundes y Gloria Pires en los papeles centrales. Gustó mucho. Más que Derecho de amar, La tienda de los milagros y Felicidad, pero en preferencia, Vale todo, está empatada con Roque Santeiro (de nuevo con Regina Duarte, sensacional como la Viuda Porcina y con Lima Duarte, dando vida al insuperable Señorito Malta).
Aunque en Cuba no circula prensa de Brasil y muy escasamente revistas del corazón, los cubanos, particularmente las mujeres, se las arreglan para estar al tanto de la última novela de impacto, sea de Brasil, México, Venezuela o Colombia.
Aunque en Cuba no circula prensa de Brasil y muy escasamente revistas del corazón, los cubanos, particularmente las mujeres, se las arreglan para estar al tanto de la última novela de impacto, sea de Brasil, México, Venezuela o Colombia.
Se enteran por los “bancos de videos” (centros de alquiler tan comunes en el mundo, en Cuba los hay estatales, pero la gente prefiere los privados, ilegales, que suelen usar parabólicas de fabricación casera, por lo regular con piezas entradas de contrabando del exterior o con cualquier objeto reciclable), cuyos dueños con sus antenas,también clandestinas, graban novelones de la televisión de Miami. Es de esta ciudad de donde procede la información de lo que está arrebatando al público hispano en Estados Unidos y lógicamente, en el resto del continente.
Rara es la cubana que va de visita a Miami y no aprovecha para seguir, capítulo a capítulo, el decursar de algún culebrón. Después de varios meses, si tienen que regresar a la isla y el argumento no ha concluido, por teléfono o por carta se mantienen al tanto.
Algunas, inclusive, utilizan el correo electrónico para seguir al tanto del folletín que dejaron a medias en Miami. Es lo que le pasó a Gertrudis con El Clon. Supo del desenlace por email. Un buen día, recibió en su casa a una 'mula' (así llaman a los cubanoamericanos que viajan a Cuba con paquetes enviados por familiares en Estados Unidos), que le trajo en video dos capítulos dejados de ver. Increíble.
Y ya que mencioné el email, diré que se ha ido convirtiendo en un medio importante de comunicación entre los cubanos de adentro y afuera. Subrepticiamente, en la isla han ido aumentando los navegantes por internet. La mayoría trata de no violar dos reglas: cero política y cero pornografía.
Lo de la pornografía, oká, de acuerdo. Lo de la política tiene que ver con la censura totalitaria nacional. Pero cibernautas hábiles se las arreglan para entrar a páginas digitales vetadas. Y enterarse de algunas cosas que ocurren en su propio país.
Prácticamente nada de lo reportado por el periodismo independiente y los grupos opositores llega a la población. Porque Radio Martí, emisora que transmite las 24 horas hacia Cuba, tiene interferencias que la hace inaudible en buena parte de la isla.
No obstante, la gente se entera. A veces de la manera más inaudita, como le ocurrió a una amiga mía. Sabiendo que “nada de política”, a través de una computadora prestada por un socio, se dedicó a monitorear los más intrascendentes sitios.
Entre otros, descubrió webs dedicadas a noticias del corazón, recetas de cocinas e historia de los apellidos. Puso su apellido, hizo click y en Buenos Aires encontró un “alma gemela”, como denominó a aquella señora argentina que no solamente se llamaba igual, sino que tenía su misma edad y hasta era gorda como ella.
Se hicieron amigas. Con un apoliticismo encantador, como le gusta al régimen y sus gendarmes. Chateaban acerca de cuestiones apolíticas. Hasta que un día, la argentina, desconocedora de la realidad cubana, se enteró de que un periodista argentino de visita en Cuba había sido arrestado por la Seguridad del Estado y expulsado del país. Se trataba del profesor Fernando J. Ruiz, de la Universidad Austral de Buenos Aires (en junio de 2003, Ruiz publicó en Argentina el libro Otra grieta en la pared, sobre el periodismo independiente cubano, donde me dedica un capítulo).
El “alma gemela” en La Habana supo así del incidente. Porque en Cuba ese tipo de noticias no se dan. Y mi amiga, que todo el tiempo estuvo evadiendo la “política”, de golpe y porrazo se encontró con un hecho, no sólo político, sino represivo.
Y si hay algo que le meta el miedo en el cuerpo a un cubano es todo lo relacionado con el Departamento de Seguridad del Estado. Los cubanos le tienen pavor a las siglas DSE y a la palabra Villa Marista. Parodiando el filme, ese terror explica 'el silencio de los corderos'.
Hasta que un familiar o amigo no cae preso, por motivos políticos o comunes, muy pocos en Cuba conocen y se sensibilizan con las infernales condiciones de las cárceles cubanas. Mientras, se la pasan luchando y resolviendo para tratar de sobrevivir. Y, en el mejor de los casos, navegando por internet en busca de “almas gemelas”. Apolíticas, claro.
Mañana: Oswaldo vivió poco y escribió mucho
Foto: Antes de 1959, Villa Marista fue un lugar de descanso para los Hermanos Maristas, comunidad católica con varias escuelas privadas en la isla. Se encuentra enclavada en San Miguel y Anita, Reparto Sevillano, municipio 10 de Octubre. En junio del 61, el naciente Departamento de Seguridad del Estado -la KGB cubana- no encontró mejor sitio para establecerse que en la ex mansión religiosa, que entre otras comodidades, contaba con un campo para jugar béisbol. En medio siglo ha sufrido múltiples remodelaciones y adaptaciones, como los calabozos construidos bajo tierra. Exteriormente está más o menos igual, a no ser los guardias de verde olivo con armas largas que permanentemente custodian. El cartel identificativo se encuentra en la entrada, por la calle San Miguel. El acceso de los autos es por la calle Anita, a un costado.
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Platano microjet:
ResponderEliminarQue buena te quedo' esa frase, es para copiar y guardar:"Ese terror explica el silencio de los corderos"
Microjet, gracias por recordarme que esa calle, bastante amplia, se llama Consejero Arango. Cuando hice el 7mo. y 8vo. grado, la Superior, como en mi época le decían, en la Anexa a La Normal (hoy Nguyen Van Troi, porque la otrora Escuela Normal de Maestros de La Habana la convirtieron en la secundaria básica Antonio Maceo)tuve una amiguita llamada Enilda que vivía en la calle Patria, seguro la recuerdas y quedaba muy cerca del estadio del Cerro, hoy Latino. Espero que puedas viajar a la isla y darle una vuelta a tu hermano y tu familia.
ResponderEliminarola me gusto su blog deseo saber si puedo encontrar vale todo en cuba y roque santero mi email es henrikex3030@hotmail.com deseo comprañra o hacer intercambios con otras novelas
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