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lunes, 20 de febrero de 2023

Cuervo y Sobrinos, joyería con alma asturiana, habanera y suiza



Cuervo y Sobrinos, la prestigiosa joyería, relojería y tienda dedicada a la venta de objetos de arte, porcelana y cristalería nació en La Habana en el siglo XIX y en su etapa de mayor esplendor (1940-1960) radicó en San Rafael No. 215 esquina a Águila, en el corazón de la capital cubana. Con talleres propios, era una de las más antiguas e importantes del giro, representaba a los relojes Roskopf y Longines desde 1886 y a los cristales Laliques.

Su propietario, Ramón Fernández Cuervo, era oriundo de la aldea de Quinzanas, municipio de Pravia, Asturias, España. La revolución industrial había llegado a esa región alrededor de 1830. La zona dependía en gran medida de la extracción de carbón y la producción de hierro. Sin embargo, muchos asturianos que soñaban con una nueva vida optaron por emigrar a las Américas, sobre todo a Argentina, Uruguay, Puerto Rico, México y Cuba, la isla escogida por Ramón, maestro relojero que en 1862 abría en la calle habanera Amistad, una tienda dedicada inicialmente a la importación y almacén de joyas.

En 1874 trasladó la tienda a Teniente Rey 13, entre Oficios y Mercaderes, Habana Vieja. Como la mayoría de los asturianos eran emprendedores, algunos volvieron a España como personas adineradas, los llamados indianos. Ramón se quedó en Cuba y cuando su negocio tuvo la solidez suficiente, trajo de Asturias a seis sobrinos, hijos de un hermano suyo. Primero llegaron Baldomero y Teodomiro, los hermanos mayores. Pero realmente fue en 1885 cuando la tienda comenzó a tomar un gran prestigio coincidiendo con el cambio de nombre: Cuervo y Sobrinos.

El negocio se amplió, no solo como joyería-taller de lujo, que se dedicaba a reparar joyas y relojes, tambiénse convirtió en importador exclusivo para Cuba de relojes de bolsillo de marcas reconocidas como Longines y Roskopf. Ese mismo año arribaron desde Quinzanas otros dos sobrinos de Ramón, José María y Armando y posteriormente llegarían Plácido y Lisardo. En 1897, como la tienda prosperaba y requería más espacio, se trasladaron para la calle Muralla 37. En 1904 se incorporaría otro asturiano, Ricardo A. Rivón Alonso, llamado por Plácido, uno de los seis sobrinos del dueño.

En 1907, al fallecer el tío-fundador Ramón Fernández y Cuervo, le tocó tomar las riendas de la ya próspera joyería al sobrino Armando Fernández Río-Cuervo. En 1916, Ricardo A. Rivón entró como socio. Por una cuestión de conveniencia comercial, se decidió seguiría siendo conocida como Cuervo y Sobrinos.

En la literatura consultada, a partir de 1917, se deja de hablar de los sobrinos Baldomero, Teodomiro y José María, probablemente por haber regresado a España o por haber fallecido. Rivón se casó en 1917 con la señorita Cándida Campa, nacida el 12 de marzo de 1897, en La Habana, hija de Víctor Campa Blanco, dueño de la tienda por departamentos La Isla de Cuba. Ubicada en Monte y Factoría desde 1866, era la más antigua de las tiendas dedicadas al giro de los tejidos. Campa había comenzado a trabajar allí en 1876 y la compró en 1880.

El capital social de Cuervo y Sobrinos en 1917 era de $400,000 y las ventas medias fueron de unos $360,000. Se calcula que ese año contaba con tres empleados calificados, más cuatro miembros de la familia y algunos 'mozos'. Entonces, se consideraba importante un negocio que en plantilla, como mínimo, tuviera siete personas. En 1918, se mudarían para San Rafael 215 esquina a Águila, en el corazón de la ciudad. El gerente general era Armando Fernández Río-Cuervo. Los servicios eran de joyería y relojería y su eslogan, "Los Joyeros de Confianza".

Tenían un rango de productos para todos los gustos. Cualquier habanero podía tener un reloj de bolsillo con la inscripción Cuervo y Sobrinos, desde el chofer de una guagua hasta un ministro de agricultura. Su lema más famoso: “No importa las cifras que alcance su presupuesto. Un presente para cada posibilidad económica y un objeto para cada gusto. Además, su regalo llevará impreso el tradicional prestigio de la firma”.

Como el negocio iba de maravillas, para facilitar las compras de Europa, en 1920 decidieron abrir una sucursal en la ciudad alemana de Pforzheim, a 160 kilómetros al sur de Frankfurt y a 290 kilómetros al norte de Zürich, Suiza. Armando, el gerente general, estableció en Pforzheim una oficina para funcionar como comprador y proyectó otra en Rue Meslay, en París, donde se crean las más prestigiosas piezas de joyería. Las importaciones ya no sólo se limitaban a relojes, sino a porcelana alemana, cristalería y piedras preciosas talladas en Francia, convirtiéndose en una de las entidades mercantiles más sólidas de Cuba.

Armando y su hermano fueron los gerentes del negocio durante muchos años. Armando, quien también fue vicepresidente del Casino Español, falleció en 1925, y no tuvo descendencia. Plácido tuvo un hijo de nombre Justo.

Es en 1930 cuando finalmente Cuervo y Sobrinos logró instalarse en la meca de las manufacturas suizas, la ciudad de La Chaux-de-Fonds, en el cantón de Neuchâtel. En 1932, a medida que el negocio siguió creciendo, el estado legal de la empresa cambió de una Sociedad de Responsabilidad Limitada a una Sociedad Anónima. Plácido era el presidente y Ricardo A. Rivón Alonso el tesorero. Este cambio ayudó a perpetuar el crecimiento y atraer nuevos talentos que no formaban parte de la familia Cuervo. En 1937 Rivón pasó a presidente. La familia fundadora se fue extinguiendo poco a poco, hasta que Lisardo, el último de los sobrinos, falleció en 1946.

En la década de 1940, la reputación Cuervo y Sobrinos la convertiría en una de las más conocidas del continente americano. En esos años de la postguerra, La Habana era la ciudad más lujosa y moderna del Caribe. La joyería se convirtió en un destino obligado para clientes ilustres que visitaban La Habana, como Enrico Caruso, Winston Churchill, Albert Einstein, Clark Gable, María Félix, Ernest Hemingway, Édit Piafh, Igor Stravinsky y Pablo Neruda, entre otros.

En 1952, en la calle San Rafael había once joyerías y trece en 1957. Pero indudablemente la más famosa fue Cuervo y Sobrinos, que se consolidaría como una firma de relojes de lujo en todo el mundo.


Tres tipos de relojes eran los comercializados por Cuervo y Sobrinos:

Modelo Clásicos: Relojes equipados con mecanismos de las casas Felsa, AS, ETA y Landeron, entre otras, que cubrían la gama baja o introductoria. Cronógrafos, sólo de hora, calendarios sencillos y calendarios triples. Esferas con la marca Cuervo y Sobrinos Habana, como única inscripción.

Modelo Tradition: Relojes equipados con mecanismos de las casas Felsa y AS, entre otras, con complicaciones sencillas y que cubrían la gama media/alta de la oferta de la casa. Esferas marcadas con la inscripción Cuervo y Sobrinos Habana Tradition y el escudo de la joyería.

Modelo Doble Marca: Se trataba de relojes importados y posteriormente personalizados por el establecimiento habanero. Longines y Roskopf fueron las marcas importadas en exclusiva, de ahí el marcaje “Únicos Importadores” que aparece en algunos de los relojes de estas marcas.

Debido al prestigio de Cuervo y Sobrinos, otros de los principales fabricantes de relojes de la época, como Rolex, Patek Philippe, produjeron relojes de doble marca con “Cuervo Sobrinos” grabado en la esfera.

Ricardo A. Rivón Alonso vivía en la Calle 94 No. 514 en Marianao, y entre 1938 y 1941 fue presidente de la Asociación de Comerciantes de las Calles Galiano y San Rafael, donde se localizaban las más imporantes tiendas de La Habana. Rivón fue el último presidente de Cuervo y Sobrinos y también tuvo negocios en La Unión, el Fénix de Cuba y Compañía Nacional de Seguros. Su hijo, José Ricardo Rivón Campa, que residía en la Calle 23 No. 664, Vedado, tío era el vicepresidente, mientras su hermano Fernando A. Rivón Alonso se desempeñó como tesorero.

Después que Fidel Castro y sus barbudos incautaron Cuervo y Sobrinos, Ricardo Rivón y su familia abandonaron la isla. Se establecieron en Madrid, donde Rivón fallecería el 5 de mayo de 1974. No se han encontrado datos sobre los seis sobrinos del asturiano Ramón Fernández Cuervo, fundador de Cuervo y Sobrinos, una joyería con alma española, cubana y suiza.

Por Álvaro J. Álvarez
Libre, 3 de enero de 2023.

Datos sobre el documental que encabeza el post y una nota sobre La Casa Quintana, otras dos joyerías famosas que había en La Habana, en Galiano entre San José y San Rafael, y por las que antes de 1959, muchas veces pasé, después de recorrer a pie los comercios de la calle Monte, desde Cuatro Caminos hasta Águila,una esquina que se caracterizaba por tener dos grandes peleterías, una se llamaba El Cadete, la otra no recuerdo el nombre. En ocasiones continuaba el recorrido hasta el Ten Cent de Monte, frente al Parque de la Fraternidad y allí cogía la guagua para regresar a mi casa, en Romay entre Monte y Zequeira, Cerro. Pero casi siempre prefería terminar la caminata en Galiano y San Rafael, donde se encontraban, entre otras tiendas, El Encanto, Fin de Siglo, Flogar, El Bazar Inglés y el Ten Cent de Galiano al que siempre entraba y en la parada que había afuera del Ten Cent cogía la ruta 58, que entonces iniciaba su recorrido en Puentes Grandes y paraba en Monte y Fernandina, al doblar de mi casa (Tania Quintero).

3 comentarios:

  1. Distinguida Tania: te comento que me dio mucho placer leer sobre Cuervo y Sobrinos porque siendo un chiquillo escuchaba a mi ya difunto padre hablar de las virtudes de esa marca. El habia sido de joven vendedor de ropa ambulante por los campos de Quemado de Guines en Las Villas y sus alrededores y parece que en sus ventas incluia bisuteria que adquiria en La Habana de entonces incluyendo la Joyeria Cuervo y Sobrinos. En mis ahora 72 años encuentro este articulo tuyo que me recuerda esos comentarios de mi padre donde siempre elogiaba los productos de Cuervo y Sobrinos, sobre todo sus relojes y aunque no recuerdo, creo que el porto alguno en algun momento. Muchas gracias por este articulo y tantos otros que deleitan el saber.Un abrazo compatriota.

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    1. Gracias Félix Orestes por su comentario. Aprovecho para felicitarlo porque hoy en Cuba se celebra el Día de los Padres.
      Un abrazo, Tania Quintero

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    2. Muchísimas gracias y bendiciones.

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