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lunes, 29 de mayo de 2023

La triste historia de Amado Trinidad


El de marzo se cumplieron 69 años del fin de Radio Habana Cuba (RHC) Cadena Azul. La emisora era propiedad de Amado Trinidad Velazco, “El guajiro de Ranchuelo”, quien nunca pudo imaginar que incursionar en la radio sin tener experiencia le costaría la vida. Sus rivales, los hermanos Goar y Abel Mestre, dueños de CMQ, lo desplazarían y provocarían su ruina, obligándolo a cerrar su emisora en 1954.

Amado Trinidad había vendido a la familia por dos millones de pesos su parte del negocio cigarrero “Trinidad y Hnos”, formado con la herencia paterna en 1921. Con ese dinero adquirió la emisora de radio CMHI en Santa Clara, a la cual anexaría después otras once emisoras.

Ya instalado en La Habana, fundó la planta RHC Cadena Azul, la primera cadena nacional radio-telefónica del país. Inició sus trasmisiones el 20 de mayo de 1939 en sus estudios de Prado 54, esquina a Capdevila, donde hoy se yergue el hotel Packard.

Con Cadena Azul, el entusiasta Trinidad se proponía destacar la cubanidad, proteger a los artistas nacionales y brindar la mejor música a los radioescuchas. Para lograr esos propósitos, pagaba los mejores salarios de la época a los artistas y el personal que laboraba en la emisora, realizaba espectáculos por todo el país y creó la revista Ecos, perteneciente a la cadena radial.

Amado Trinidad contrató con carácter de exclusividad a 40 cantantes, 34 actores, 18 locutores, 20 escritores de radio, 10 orquestas y 10 compositores. Aquella amplia nómina la integraron, entre otros, Iris Burguet, Manolo Álvarez Mera, René Cabel, Vicentico Valdés, Miguelito Valdés, Joseíto Fernández, Barbarito Diez, Rita Montaner, Jesús Alvariño, Rolando Ochoa, Leopoldo Fernández, Aníbal de Mar, Otto Sirgo y Rosendo Rosell, además de estrellas internacionales que visitaban la isla.

“El Guajiro de Ranchuelo” era considerado un benefactor por muchas personas, a las que desinteresadamente brindó ayuda. El maestro Israel Díaz Zayas, en varias ocasiones manifestó en público estar muy agradecido a Amado Trinidad por haberle costeado sus estudios en La Habana. La quiebra del empresario se debió, entre otros motivos, al derroche de capital producto de su generosidad, con los artistas y con sus amistades.

El advenimiento de la televisión fue un duro golpe para Amado Trinidad, quien planeó introducir la TV a color en Cuba. Sin embargo, el mal manejo de sus fondos y el haber sido esquilmado por algunos de sus colaboradores, malograron su propósito.

A lo largo de la década de 1940, Cadena Azul había conseguido desplazar del primer lugar en radio audiencia a la CMQ, que por entonces era propiedad de Ángel Cambó y Miguel Gabriel. Esta situación se mantuvo hasta que la CMQ pasó a manos de Goar Mestre, quien había estudiado en la Universidad de Yale, Estados Unidos y además de ser un empresario exitoso, conocedor del medio radial, estaba muy vinculado a capitales estadounidenses

Junto a su hermano Abel, Goar era propietario del edificio Focsa y veintitrés empresas, entre ellas tres radioemisoras, tres televisoras, una productora e importadora de alimentos, una de jugos concentrados, una de kenaf, una agencia automotriz, una de venta de electrodomésticos, dos cines y dos farmacias. Su capital ascendía a 15 millones de pesos.

Goar Mestre se alió con Amado Trinidad para eliminar a los propietarios originales de CMQ, pero esa misma fórmula la aplicó después con su socio Trinidad. Así, el graduado de Yale quedó como principal dueño de la radio cubana y posteriormente de la televisión. A quien no pudo destruir fue a Gaspar Pumarejo, quien luego de la ruptura con Goar Mestre, creó su propia emisora, Unión Radio, y posteriormente se unió al millonario Barletta en el Canal 2 de la TV.

Tras quebrar, Amado Trinidad se retiró a su finca San José, en Guanajay, donde se dedicó a cultivar flores, aunque mantuvo una vida pública, participando en como invitado en programas de radio y televisión. En 1954 recibió la Orden San Cristóbal de La Habana por ser una figura cimera en la radiodifusión nacional.

El 11 de agosto de 1955 lo encontraron ahorcado. A su sepelio asistieron miles de personas. Su cadáver se veló en la funeraria Caballero, situada en 23 y M. Por ironías del destino, frente a la funeraria estaba el majestuoso edificio Radiocentro, de la CMQ, cuyo dueño, Goar Mestre, fue el causante involuntario del trágico final de Amado Trinidad.

Jorge Luis González
Texto y foto: CubaNet, 1 de marzo de 2023.

lunes, 22 de mayo de 2023

La Universidad del Aire


El martes 13 de diciembre de 1932, la emisora radial CMBZ, conocida como la Mil Diez, empezó a trasmitir un nuevo programa. Días antes, en algunos medios de prensa habían aparecido notas que anunciaban su salida al aire. Quienes aquella noche sintonizaron, entre las 9 y las 10pm, la emisora, estaban asistiendo al nacimiento de la Universidad del Aire.

Su promotor y director permanente fue Jorge Mañach (1898-1961), quien para entonces contaba con un sólido y bien ganado prestigio como escritor y periodista. En la puesta en marcha de aquel proyecto lo acompañó Luis de Soto (1893-1955), quien desde los años 20 trabajaba en la Universidad de La Habana. Allí entró como profesor auxiliar y ya desde sus inicios desempeñó su labor de manera renovadora. Hoy, hay que decir apenas se recuerda a quien fue el fundador de los estudios de historia del arte en Cuba y creador del correspondiente departamento en la Universidad.

En “Propósitos y método”, el texto que leyó en esa primera audición, Mañach expuso con meridiana claridad lo que pretendía ser la Universidad del Aire y cómo sacar mejor provecho de ella. Recordó que, como se dio a conocer en la divulgación previa, “consistirá en una serie de trasmisiones educacionales por radio, para poner al alcance de cuantos lo deseen aquellos conocimientos que constituyen la base de una cultura superior”. Al ser una institución que emplea la radio, “está, por tanto sujeta a las condiciones de acción que le imponen la índole de ese medio y el medio trasmisor de que se vale”. El objetivo primordial que la anima es despertar el interés por los temas de la cultura. Pero en ese aspecto, Mañach precisó que “no aspira a impartir conocimientos detallados o profundos, sino nociones introductorias y generales que abran una vía a la curiosidad de los oyentes”. Algo que sí recomendó a estos fue seguir los cursos con la mayor asiduidad.

Mañach era consciente de que las conferencias se iban a dirigir a una radioaudiencia en su mayor parte neófita. Por eso decidió que en las conferencias se prescindiera de todo lo que supusiese una considerable formación preliminar. De igual modo, debían evitar los tecnicismos y pormenores que fatigaran la atención de quienes desde sus casas iban a escuchar el programa. Asimismo, en la redacción de los textos resultaban importantes dos aspectos: la llaneza del estilo y la amenidad de exposición que los temas permitiesen.

También era necesario procurar sintetizar y dramatizar lo más posible la disertación, cuidando en todo momento no tanto el lucimiento personal del conferenciante, sino su comprensión por los oyentes. Esas puntualizaciones dejaban claramente establecidas las intenciones de la Universidad del Aire, de modo que así el público supiera de antemano qué debía y qué no debía esperar de la misma. Demostraban además que aquel fue un proyecto meticulosamente planificado, lo cual garantizó que cumpliera con notable éxito sus objetivos.

La primera conferencia, titulada “Cómo se formó el mundo”, fue encomendada al doctor Salvador Massip. Al igual que las que después siguieron, tuvo una duración de 20 minutos, que es el tiempo que la atención media resiste sin fatigarse y mantener fresca la capacidad de asimilación. Un formato que la Universidad del Aire mantuvo hasta el final fue el de contar en cada audición con dos disertantes. Entre uno y otro se incluía un intermedio musical, con alguna pieza que tuviera cierta afinidad histórica o estética con los temas desarrollados. Otra característica fija de esa primera etapa fue el horario: martes y viernes, de 9 a 10pm. Algo a hacer notar es que en las trasmisiones no se incluían anuncios comerciales. La Universidad del Aire contaba con oficinas, situadas en el número 14 de la calle San Rafael.

A las pocas semanas de haber iniciado su andadura empezaron a editarse los Cuadernos de la Universidad del Aire. Tenían una periodicidad semanal y en cada entrega se reproducían las cuatro conferencias dictadas en los dos programas. Su precio era 20 centavos y se vendían en librerías como Minerva, Cervantes y La Moderna Poesía, y en centros comerciales como las tiendas El Encanto y Fin de Siglo y la mueblería La Moda. También se hacían suscripciones anuales, que costaban 2 pesos. Cada disertante preparaba una bibliografía incorporada al final de su texto. Consistía en una breve selección de libros que, en su opinión, eran recomendables para quienes desearan profundizar en el tema. Esos títulos estaban a la venta en la librería Minerva, que se hallaba en la calle Obispo.

Como el propio Mañach comentó, la Universidad del Aire fue fundada “cuando más densas eran las sombras del machadato”. La Universidad de La Habana, la única existente entonces en Cuba, estaba cerrada, y varios de los profesores que habían sido cesados por la dictadura se sumaron al proyecto. También lo hicieron intelectuales, científicos y especialistas a quienes se había cerrado el acceso a la docencia y a publicar en diarios y revistas, pues la prensa estaba sujeta a la mordaza de la censura. Eso hizo que todos ellos hallaron en la Universidad del Aire un refugio.

La inestabilidad política a la que la dictadura de Machado había arrastrado al país llevó a Mañach a suspender las trasmisiones. La última salió al aire el martes 2 de mayo de 1933. Era la número 41. A lo largo de esos seis meses, la Universidad del Aire había realizado una valiosa labor de divulgación de la cultura, entendida esta en su sentido más vasto. Las conferencias que alcanzaron a darse cubrieron un amplio y variado espectro temático. Este abarcó historia, filosofía, literatura, religión, arte, música, psicología. El programa logró altos niveles de audiencia. Un hecho que pone de manifiesto esa favorable acogida que tuvo es que en varias ciudades y pueblos de la Isla se crearon grupos de Amigos de la Universidad del Aire.

Como ha comentado Cira Romero, conviene recordar que cuando la Universidad del Aire inició sus audiciones, “el empeño de Mañach y sus seguidores dio lugar a incomprensiones y burlas públicas, refugiadas en aquello de «hacerse universitario oyendo radio», con lo cual sus propugnadores no expresaban más que desprecio ante la modernidad empleada”.

La Universidad del Aire reanudó sus actividades el 9 de enero de 1949. En esta segunda etapa estuvo acogida por el Circuito CMQ. En las palabras que pronunció en la audición inaugural, Goar Mestre, director general de esa empresa, comentó que entre sus objetivos iniciales estaba “el de aportar a nuestra radiodifusión los elementos culturales que pudieran contribuir al desarrollo del intelecto y la sensibilidad de nuestro pueblo, utilizando así, en noble experimento, el enorme poder de difusión de la radio con el propósito de «deleitar enseñando»”.

Esos anhelos, declaró Goar Mestre, han ido cobrado forma y relieve tangibles. Y “ahora el Circuito CMQ brinda a toda la nación, de un extremo a otro de la Isla, la Universidad del Aire, manifestación cultural de primer orden, que convierte en hermosa realidad ese viejo, pero nunca olvidado, propósito nuestro de difundir en nuestras ondas algo más que entretenimiento y expresiones de arte popular”. Y finalizó destacando “el esfuerzo que constituye para el Dr. Jorge Mañach, hombre de múltiples y valiosas ocupaciones, dedicar parte de su triunfo a dirigir este empeño de difusión cultural”.

Las audiciones conservaron la estructura de la etapa anterior. En cada una tomaban parte dos disertantes, quienes disponían de 20 minutos para desarrollar su intervención. Continuaron también siendo en vivo y se grababan a medida que salían al aire. Un cambio que se introdujo fue el relativo al día y el horario: el programa se trasmitía el domingo, de 3 a 4 de la tarde.

A partir del 9 de julio de 1950, la Universidad del Aire pasó a emitirse de 5 a 6pm. Asimismo, se permitió la asistencia de espectadores, quienes además podían hacer preguntas al final. Eso obligó a que las conferencias hubo que reducirlas de 20 a 15 minutos. Las intervenciones del público fueron recogidas en los Cuadernos, que ahora aparecían con el nombre de Cuadernos de la Universidad del Aire del Circuito CMQ, y cuya periodicidad pasó a ser mensual.

Tres años después de haberse reanudado las audiciones, se produjo el golpe militar con el cual Fulgencio Batista se instauró en el poder. Pese a su carácter cultural, el programa no logró escapar a la ola de represión y violencia que a partir de entonces desató la dictadura. Como parte del curso dedicado al Cincuentenario de la República, el domingo 4 de mayo de 1952 se programó la participación del doctor Elías Entralgo y de Gerardo Canet, profesor de enseñanza secundaria. Al iniciar el primero su conferencia, una alusión suya a la derogación de la Constitución de 1940 tras el 10 de marzo provocó una ovación prolongada de los asistentes.

Un hombre sentado en la primera fila se levantó y gritó: “Aquí se está haciendo política”. Sacó después un pañuelo que debió ser una señal, pues de inmediato varios individuos se le sumaron y empezaron a vociferar, lanzar huevos contra los miembros de la mesa y sembrar el pánico. Uno de ellos trató de agredir a Mañach, pero la intervención de varios empleados de la CMQ se lo impidió. Los atacantes agredieron también al auditorio, en el cual había mujeres e incluso niños.

El atropello continuó en la calle y dejó varios lesionados. Entre ellos estaban el profesor Canet, Silvio Castillo, Faustino Pérez y Armando Hart, vicepresidente de los alumnos de la Facultad de Derecho de la Universidad de La Habana. Como declaró Mañach, fue informado que quien dio la señal para comenzar el asalto era el presidente en Santiago de Cuba de la Juventud del Partido Acción Unitaria (PAU), fundado por Batista en 1949. A pesar de que el incidente fue denunciado por la prensa, no hubo detenciones.

En ese clima político resultaba muy difícil seguir adelante con la labor de la Universidad del Aire y en diciembre de ese año Mañach decidió dejar la dirección. Francisco Ichaso, quien en esta segunda etapa ejercía de subdirector, asumió el timón y logró realizar algunas audiciones más. Pero su duración se redujo y se emitían sin asistentes. Asimismo, los Cuadernos dejaron de publicarse. Terminaba así un generoso y elevado empeño cultural, elogiado por Medardo Vitier como una “obra constante, certera y de noble sentido patrio”.

Las conferencias estaban organizadas en cursos, que duraban varias semanas. En las dos etapas que tuvo la Universidad del Aire, se impartieron los que llevaban por título “Ideas, problemas, artes y letras de nuestro tiempo”, “Afirmaciones cubanas”, “La huella de los siglos”, “Cincuentenario de la República”, “Actualidad y destino de Cuba”, “La evolución de la cultura”, “Civilización contemporánea” y “Los forjadores de la conciencia nacional”.

El hecho de que Mañach estuviese al frente del proyecto y que le diera su saber, su entusiasmo y su experiencia, fue importante para alcanzar sus notables logros. Pero aquel era un empeño colectivo, y sin la colaboración de los numerosos disertantes la Universidad del Aire no habría podido materializarse. Fueron muchos los que se sumaron y estuvieron dispuestos a colaborar en lo que para su fundador y director era un preclaro afán por divulgar en Cuba las luces del saber. En ese aspecto, Mañach pudo presumir de que contó con la generosa y desinteresada cooperación de buena parte de lo mejor de la inteligencia cubana.

Para apoyar su afirmación, menciono unos cuantos nombres: Eugenio Florit, Rosario Rexach, Herminio Portell Vilá, Ramiro Guerra, Gastón Baquero, Dulce María Escalona, Rafael Suárez Solís, Humberto Piñera, Luis Amado Blanco, Ernesto Dihigo, Luis A. Baralt, Raúl Maestri, Vicentina Antuña, Félix Lizaso, Fernando Ortiz, Emeterio Santovenia, Regina de Marcos, Ángel Augier, Julio Le Riverand, José María Chacón y Calvo, Camila Henríquez Ureña, Carlos Rafael Rodríguez, Emilio Ballagas, Lino Novás Calvo, Emilio Roig de Leuchsenring, Medardo Vitier, Rosario Novoa, Raimundo Lazo, Juan J. Remos, Anita Arroyo, Miguel de Marcos, Rafael Marquina, José M. Valdés Rodríguez, Juan José Sicre, Mercedes García Tudurí, Enrique Loynaz del Castillo, Manuel Bisbé, Salvador Bueno, Fernando Portuondo, Miguel Ángel Carbonell, Enrique Gay Calbó, Leopoldo Horrego Estruch, Mario Guiral Moreno, Cintio Vitier, Amadeo Roldán.

Me he extendido en esa lista para que se pueda apreciar la amplitud de criterio que rigió la selección de los conferenciantes. Esta se hizo sin discernir ideologías ni religión, lo cual garantizó la pluralidad de opiniones. Es de resaltar también la presencia de miembros de distintas generaciones, así como la significativa participación que tuvieron las mujeres. Conviene apuntar que, aparte de las figuras cubanas, en la Universidad del Aire se escucharon voces extranjeras muy ilustres. Nombro las de Américo Castro, Luis Alberto Sánchez, María Zambrano, Eduardo Ortega y Gasset, Mariano Picón Salas, Antonio Castro Leal y Andrés Eloy Blanco.

La Universidad del Aire hizo historia en la radiodifusión cubana y fue el primer programa de su tipo que se hizo en América Latina. La propuesta de poner un medio como la radio al servicio de la cultura resultaba muy novedosa, pues daba la posibilidad de llegar a los rincones más apartados. No debe extrañar, por tanto, que fuese imitada en Colombia, México y Venezuela, donde, como expresó Mañach, le salieron hijuelas. La Universidad del Aire recibió además un reconocimiento como proyecto educativo en el Congreso Internacional de Radio, celebrado en Estocolmo.

El gran acierto de la Universidad del Aire fue que no estuvo orientada a una minoría selecta, sino a una audiencia más amplia. Al dirigirse a esta, no se puso a tono con su nivel, sino que, por el contrario, lo elevó al proponerle objetivos más elevados. A excepción de algunas especialidades técnicas, puso al alcance de los oyentes la casi totalidad del saber. Quienes le abrían la puerta de sus casas con solo oprimir un botón de su radio, pudieron hacerse de un bagaje de conocimientos superiores sin gasto alguno y sin realizar más esfuerzo que el de su atención. En la penumbra que era entonces la realidad cubana, la Universidad del Aire logró el que para Mañach era su principal objetivo: divulgar en Cuba las luces a que todo ser civilizado tiene derecho.

Carlos Espinosa Domínguez
Texto y foto: Cubaencuentro, 9 de diciembre de 2022.

lunes, 15 de mayo de 2023

Rafael Montoro y la educación cívica en Cuba


Bajo las riendas del régimen castrocomunista que recién el pasado 1ro de enero cumplió 64 años, siempre a las órdenes de los hermanos Fidel y Raúl Castro, hoy, tratando de aparentar legitimidad democrática en la persona de un gobernante designado y no elegido, Cuba vive una crisis cívica y moral que no sólo abarca las instituciones del Estado, sino también la familia, pues daña el tejido fundamental de cualquier nación.

Aunque parezca increíble, carecemos hoy los cubanos de lo elemental que poseyeron nuestros mayores para domar sus formas ovejunas o agresivas y transformarlas en ciudadanas tras siglos de coloniaje y años de guerra.

Nos faltan pensadores y personas como aquel intelectual que escribiera un tomito de 260 páginas y apenas 16 centímetros de alto por 12 centímetros de ancho, impreso en La moderna poesía y que, adaptado para la enseñanza por el doctor Carlos de la Torre y Huerta, fuera prologado el 1ro de octubre de 1902 por el doctor Enrique José Varona para integrar la colección Biblioteca del Maestro Cubano, con un título ineludible en la formación no sólo de la recién proclamada República de Cuba, sino también de cualquier nación que procurase en su seno personas honestas.

La obra en cuestión se llama Principios de moral e instrucción cívica y fue escrita por Rafael Montoro y Valdés, quien fuera fundador, en 1878, del Partido Liberal (Autonomista), al que José Martí llamara de “la equivocación permanente”.

Según Rafael Montoro, uno de los cubanos más cultos y preclaros de su tiempo, cuyo genio trasciende a la contemporaneidad, los cubanos no estábamos preparados para tener una república soberana (entiéndase: administrar la nación y convivir civilizadamente en ella), por lo que luego de 56 años de gobiernos republicanos (1902-1958), que incluyeron dos dictaduras y no pocas administraciones corruptas, y de un régimen totalitario comunista, que ya se prolonga por 64 años (1959-2023), haciendo un ejercicio de abstracción y respecto a esa “equivocación” perpetua de los autonomistas, según José Martí, hoy es lícito pensar que tal vez Montoro, que murió justo al caer la dictadura del general independentista Gerardo Machado, interpelara al mártir de Dos Ríos diciendo: “¿Para qué le han servido 121 años de independencia a los cubanos, para anidar dictadores y ladrones?”

Montoro nació en La Habana el 24 de octubre de 1852 y falleció en su ciudad natal próximo a cumplir los 81 años, el 14 de agosto de 1933. Montoro había estudiado en el colegio El Salvador y en 1864, con 12 años, visitó Francia, Inglaterra y los Estados Unidos, país este último donde cursó estudios de segunda enseñanza. De regreso en Cuba, Rafael Montoro fue discípulo en el colegio San Francisco de Asís de Enrique Piñeyro y Juan Clemente Zenea y alumno de Oratoria de Antonio Zambrana, que lo convertiría en un orador brillante, por el empleo de la palabra precisa y por el uso de la lógica.

En 1868 Montoro vuelve a Francia, trasladándose luego a España, donde iniciaría los estudios de Derecho y desarrollaría una amplia labor intelectual durante los diez años en que residió en ese país. En 1886 fue elegido diputado a las Cortes Españolas y en 1897 el rey Alfonso XIII le concedió el título de Marqués de Montoro. En 1898, durante el breve gobierno autonomista, fue secretario de Hacienda. Ya en la república y durante la administración de Tomás Estrada Palma, fue embajador de Cuba en Inglaterra y Alemania; durante las presidencias de Alfredo Zayas y Mario García Menocal ejerció como secretario de Estado. En el ámbito académico, Rafael Montoro integró la Real Academia Española, la Academia Nacional de Artes y Letras, desde su fundación en 1910, e ingresó en la Academia de Historia de Cuba en 1926.

Hombre de amplia capacidad intelectual, política y rectitud de principios, Rafael Montoro fue abogado, historiador, ensayista, crítico de arte y escritor prolífico incluso en prensa, donde publicó más de 350 artículos en medios de Cuba, España y Estados Unidos, en los que abordó temas económicos, políticos, filosóficos, de crítica de arte y sociológicos, con una clara influencia de Immanuel Kant y Hegel (Georg Wilhelm Friedrich), particularmente en la concepción filosófica de éste respecto a que “es en el pensamiento donde reside la libertad”.

Casi toda su obra fue publicada en vida y reunida en cuatro tomos editados poco antes de su muerte. Por la utilidad pública, actual, necesaria, los cubanos de las generaciones posteriores a 1959 debieran leer Principios de moral e instrucción cívica de Rafael Montoro.

El lunes 18 de julio de 2022, profesores de la Universidad de Ciencias Pedagógicas Enrique José Varona fueron recibidos por el gobernante Miguel Díaz-Canel en el llamado Palacio de la Revolución, para discernir cómo tener en Cuba “profesores más cultos”, cuestionándose en el conclave “¿qué maestro necesita la sociedad cubana actual?”, o, a ese educador, “¿cómo formarlo mejor para que a su vez sea un artífice en el entramado espiritual del país?”, pues, según Díaz-Canel, “tenemos insatisfacciones en la calidad del graduado que estamos formando, y sobre todo en su formación integral”.

Para tener “profesores más cultos” en Cuba y para conocer qué maestros necesita la sociedad cubana actual, o cómo formarlos para que sean promotores de la espiritualidad del país, a Díaz-Canel le hubiera bastado antes de reunirse con los profesores de la universidad que lleva el nombre de Enrique José Varona, leer el prefacio redactado en 1902 por Varona para el libro Principios de moral e instrucción cívica, escrito por Rafael Montoro.

Pero, claro, antes de leer al ilustre pedagogo, Díaz-Canel debía despojarse de las doctrinas intrínsecas de los comunistas, a quienes Varona retrata cuando dice: “Relajados los vínculos sociales, el egoísmo sin freno ha fomentado la indisciplina, y cuando más se ha transformado en el espíritu de facción, que no es sino un egoísmo de grupo”. Precisamente en ese estado se encuentra la sociedad cubana actualmente, como resultado de la conducción de los comunistas y su espíritu de facción, de “partido único”.

Vigentes están los conceptos de Montoro sobre moral e instrucción cívica que Varona prologara: “Enriquecer la inteligencia es bueno, es útil, es indispensable. También lo es fortalecer el cuerpo, adiestrar la mano y aguzar los sentidos. Pero hecho todo eso aún queda lo mejor por hacer: conformar suavemente el corazón, dirigir con tino la conducta, templar el carácter. Esta es la grande obra que demandamos a nuestros maestros; esta la que exige imperiosamente la salud de nuestra patria en los críticos momentos en que trata de restaurar sus fuerzas para conquistar un porvenir más venturoso.”

Pero Cuba tiene hoy mala salud moral y cívica. A demasiados cubanos le falta honestidad, no sólo con sus semejantes, sino hasta consigo mismos. Y muchos creen que Cuba sólo es el himno de Bayamo, la bandera de Narciso López, el escudo con la llave sobre el golfo, el lechón asado, el congrí, la yuca con mojo y un trago de ron, celebrando el fin de año en Baracoa o en Miami, olvidando que patria son ellos y que Cuba mengua cuando los cubanos descienden.

Rafael Montoro decía que entre los principios fundamentales de la moral se encontraba la libertad de la voluntad, manifestada de forma inequívoca por la “amarga reconvención del remordimiento” o por la “muda aprobación que fortifica”, porque el ser humano es libre por naturaleza, pero no independiente de “toda influencia, de todo estímulo, de todo motivo”, porque esa “libertad de la indiferencia absoluta” “nadie puede defenderla ni concebirla”.

Sin embargo, vemos como tantos cubanos dentro y fuera de Cuba, aprueban la ignominia que ocurre en su patria o se desentienden de ella, aduciendo que lo suyo “no es la política”, como si política no fuera humanidad y ellos mismos partes de una sociedad.

Respecto al concepto del deber, del deber moral y cívico, reseñando pasajes de Hegel, refería Montoro que “el bien como ley de la vida” y el “mal como negación del bien” aparecen con claridad en la conciencia de todas las personas civilizadas desde que estos se reconocen como tales, afirmando: “Según su edad, su estado, su posición, su modo de vivir, su arte, oficio o profesión, tiene el hombre funciones definidas; obligaciones que su conciencia determina y sanciona. Está en relación con otros seres, y debe proceder respecto a ellos, como quiere y tiene derecho a esperar que procedan a su vez respecto a él”. ¡Pobre Cuba, pobres los cubanos!

Volver a Rafael Montoro es útil en estos momentos de crisis espiritual, moral y cívica en que se encuentra empantanada la nación cubana luego de 64 años de dictadura castrocomunista, donde el Estado, compréndase el régimen totalitario, suplantó, destruyó o manipuló las principales células de la sociedad civil y, particularmente, los roles de las familias.

Hoy, retomar conceptos como el de hogar y escuela, cuando define a las familias y al sistema escolar en lo que corresponde a su organización y funcionamiento como “esbozos o bocetos de naciones”, resulta cardinal, o cuando conceptúa el objeto de la instrucción cívica, “que enseña los conocimientos indispensables al ciudadano para cumplir a conciencia sus deberes y ejercitar sus derechos”, pues, “a todo derecho corresponde un deber y a todo deber un derecho, en el seno de la familia como de la sociedad en general”.

Sirvan entonces estos apuntes como estímulo para profundizar en la instrucción cívica, según la modelaron nuestros próceres en los albores de la República de Cuba en 1902, una educación ciudadana que, para nuestra nación, todavía es una asignatura pendiente. Aprobémosla. Y lo que es más útil: apliquemos esos conocimientos para ser mejores personas, único modo de convivir civilizadamente y de tener una patria verdaderamente libre.

Alberto Méndez Castelló
Texto y foto: CubaNet, 24 de marzo de 2023.

lunes, 8 de mayo de 2023

Las Escuelas Normales de Maestros en Cuba


Aunque en el siglo XVI el mestizo Miguel de Velázquez impartió clases de Música y de Gramática y varias órdenes religiosas se ocuparon de la instrucción en los siglos siguientes, la enseñanza en Cuba no fue una prioridad para las autoridades coloniales.

La Sociedad Económica de Amigos del País, fundada en 1793 en La Habana, creó una sección de Educación desde la cual el padre de la pedagogía cubana, José de la Luz y Caballero, solicitó la autorización para organizar un colegio que comprendía una Escuela Normal. La primera se inauguró en Guanabacoa en 1857, bajo el amparo de los padres escolapios. A fines del siglo XIX el pedagogo cubano Manuel Valdés Rodríguez solicitó la instalación de una formadora de maestros y finalmente, en junio de 1890, se creó la Escuela Normal de La Habana, que funcionó hasta 1899, año en que el gobernador militar de la Isla estableció una Junta de Educación bajo la dirección de Enrique José Varona, quien fundó la Escuela de Pedagogía para la titulación de profesionales de la enseñanza.

En 1901, Alfredo M. Aguayo, director de la Escuela de La Habana, organizó un curso que denominó "Escuela Normal por Correspondencia", y en 1909 propuso restituir la escuela formadora de maestros que había sido clausurada en 1899. Con ese fin, Manuel Sanguily presentó al Congreso en 1915 un proyecto de ley con el que, una vez aprobado, entre 1916 y 1923 se crearon las Escuelas Normales de Oriente, las Villas, Pinar del Río, Matanzas y Puerto Príncipe, mientras en Holguín y Cienfuegos se abrieron centros denominados Patronatos.

Resultado de esa labor conjunta de pedagogos, sociedad civil y gobiernos, en 1958 funcionaban en Cuba seis escuelas normales oficiales de nivel secundario, una Facultad de Educación en cada una de las tres universidades públicas del país, varias escuelas normales de Kindergarten y del Hogar; un sistema en el que se graduaron los miles de maestros que encontró la revolución en 1959.

Esto explica las palabras de Fidel Castro en el Primer Congreso Nacional de Maestros Rurales, de agosto de 1959: "Al llegar nosotros al poder nos encontramos con estas realidades: primero, un número extraordinario de maestros con títulos, que sin embargo no tenían trabajo; 600 mil niños aproximadamente (…) que no estaban recibiendo enseñanza, (…) y el Gobierno Revolucionario no tenía recursos suficientes para afrontar todas las necesidades del país (…) lo que quiero proponerles a los maestros, es que con los mismos recursos que tenemos para crear 5 mil aulas, creemos las 10 mil aulas; que con los mismos recursos que tenemos para dar empleo a 5 mil maestros, les demos empleo a 10 mil maestros".

Como puede apreciarse, si la revolución convocó a 5 mil maestros significa que los mismos se habían formado antes de esa fecha. No era necesario, pues, clausurar el sistema de escuelas normales como ocurrió en febrero de 1961 para crear un nuevo plan de formación de maestros. Lo que correspondía era crear nuevas aulas en la medida que la economía fuera capaz de sustentar los servicios educacionales.

La formación de maestros revolucionarios —en los mismos sitios y condiciones en que se adiestraron los soldados rebeldes para la lucha guerrillera— devino proyecto de ingeniería social para la formación del "hombre nuevo" mediante la militarización, el adoctrinamiento ideológico y el monopolio de los medios de comunicación.

A partir de 1962 ese modelo tomó cuerpo con el Plan Escuelas de Minas de Frío-Topes-Tarará, de cinco años de duración: el primero en Minas del Frío, Sierra Maestra; el segundo y tercero en Topes de Collantes, en las instalaciones del sanatorio antituberculoso que Fulgencio Batista construyó en 1954; y los dos últimos años en Tarará, al este de La Habana.

Diez años después, el crecimiento de la población escolar alcanzó un millón de adolescentes y jóvenes entre 12 y 18 años que requerían aulas y maestros. De ellos, 250.000 estudiando y 750.000 atrasados de la escuela primaria que ni estudiaban ni trabajaban; una masa estudiantil que en una década sobrepasaría el millón y medio, unidos a otros dos millones y medio de menos de 12 años, lo que indicaba que hasta la edad de 25 años habría unos cinco millones.

Ante tal situación, en la clausura del II Congreso de la Unión de Jóvenes Comunistas, en abril de 1972, el líder de la Revolución retomó el inconcluso proyecto de formación del "hombre nuevo", para lo cual subrayó la incondicionalidad como una condición necesaria. Dijo: "lo importante es esa disposición incondicional a hacer lo que sea necesario para resolver un problema, y que esa disposición sea masiva (…). Creo que uno de los puntos prevalecientes fue esta cuestión que ustedes han dado en llamar, o hemos dado en llamar la disponibilidad, que ustedes han acuñado con otra frase, que es la incondicionalidad para cumplir cualquier tarea que se les señale".

Fue en ese contexto de insuficiencias y falta de maestros que se formó el Destacamento Pedagógico Manuel Ascunce Domenech, integrado por más de 400 estudiantes de décimo grado para, mediante el estudio y el trabajo, impartir clases a los estudiantes que arribaban al nivel medio de enseñanza.

Tomado como modelo, en los años siguientes se formaron cinco contingentes. Del último de ellos surgió el destacamento internacionalista Che Guevara, integrado por 732 maestros secundarios que fueron enviados a Angola, fieles al principio de "la incondicionalidad" y "el espíritu de entrega" ante cualquier misión asignada por la Revolución.

La experiencia en la militarización de la enseñanza fue trasladada a otros sectores. En diciembre de 1982, en el II Congreso de la Federación Estudiantil Universitaria (FEU), Fidel Castro explicó cómo esa idea los había llevado a hacer un movimiento similar con los técnicos medios, coordinado con las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR), para enviarlos a los centrales azucareros y a la agricultura cañera. Luego, la misma fórmula se empleó para tratar de resolver el problema de personal técnico en la industria sideromecánica y en la industria básica.

La insuficiencia crónica de personal docente condujo en 2001 a establecer la Licenciatura en Educación en las Universidades Pedagógicas para formar "maestros integrales", quienes debían impartir todas las asignaturas, menos idiomas extranjeros, Computación y artes. Este "novísimo plan" fue desechado en el curso 2008-2009 para retomar la formación de maestros en asignaturas específicas.

El voluntarismo y el mesianismo autoritario, irreconciliables con la participación cívica, se manifestaron en esos experimentos de espaldas a la labor de las escuelas normales, de los esfuerzos y aportes de destacados pedagogos cubanos y de la sociedad civil, lo que unido a los bajos salarios y la falta de libertades generaron la emigración de miles de maestros hacia el exterior o hacia labores más lucrativas y al resurgimiento de la enseñanza privada inaccesible a las familias de menores ingresos: el repasador "por la izquierda".

Al cabo de seis décadas, el resultado de la sustitución del sistema de Escuelas Normales por la formación improvisada de maestros militarizados y adoctrinados en el marximo-leninismo, es inocultable. El costo de una enseñanza que retrocede por día ante la carencia de miles de maestros suplida por otros miles de improvisados, de una educación defectuosa en los estudiantes —tanto en conocimientos como en conductas y en formas de expresarse—, ha sido la involución social.

Dimas Castellanos
Diario de Cuba, 3 de octubre de 2022.
Foto: Escuela Normal de Maestros de La Habana. Tomada de Diario de Cuba.

lunes, 1 de mayo de 2023

En memoria del insigne pedagogo Alfredo M. Aguayo




La historia de Cuba, preñada de violencia, presta poca o ninguna atención a figuras y hechos significativos que, desde la paz, constituyen cimientos de la patria y de la nación; de ahí la importancia de rescatarlos. Con más razón, tratándose de una de las instituciones de mayor valía para el progreso humano: la enseñanza, que hace más de 60 años ha sido secuestrada en Cuba por el sistema totalitario de gobierno implantado por Fidel Castro.

Una de esas figuras insignes de la pedagogía cubana, es Alfredo Miguel Aguayo (1866-1948), puertorriqueño de origen y cubano por nacionalización. Abogado, pedagogo, historiador de arte, ensayista y crítico, inició la carrera pedagógica en 1884 como profesor en el Colegio La Divina Caridad y en la escuela del Círculo de Trabajadores de La Habana, de la cual llegó a ser su director. En 1895 salió al exilio, acusado por un folleto independentista escrito por su padre y atribuido a él. Al regresar a Cuba, al término de la Guerra de Independencia, se consagró a la enseñanza.

En 1900, el Gobierno de Ocupación nombró a Aguayo director escolar de La Habana, quien dos años después creó la Escuela Normal por Correspondencia para la preparación de maestros. Fundó, también, la Escuela Normal de Verano, de la cual fue profesor, establecida por la Ley Escolar de 1900 para formar maestros que deberían ocupar las 3.000 aulas creadas por el Gobierno de Ocupación. Esta escuela, durante nueve años, fue la institución formadora más estable y extendida de la preparación magisterial.

En virtud de la misma ley de 1900, en diciembre de ese año, Aguayo propuso el establecimiento del Instituto Pedagógico, con dos finalidades: completar la instrucción del magisterio y formar a los nuevos maestros. De acuerdo con los informes de Enrique José Varona, secretario de Instrucción Pública a inicios de 1901, la Escuela Normal de Verano funcionaba en 19 poblaciones, con una asistencia de 506 alumnos.

Otro de sus esfuerzos en la formación del magisterio, fue la Revista Pedagógica Cubana, fundada el 15 de julio de 1900 y editada por la Asociación de Maestros, Maestras y Amantes de la Niñez Cubana, además de los concursos de Historia y Cívica para maestros y niños.

En 1903, Aguayo se doctoró en Pedagogía por la Universidad de La Habana, donde fue profesor auxiliar de Psicología en la Escuela de Pedagogía e Higiene Escolar. Allí, en 1906 ganó por oposición la cátedra de Pedagogía. Basado en las corrientes más modernas de su época, especialmente en el pragmatismo norteamericano de John Dewey, luchó por abolir los anticuados métodos existentes en la enseñanza en Cuba.

Dedicó especial atención a la pedagogía infantil. En 1912 fundó en la Universidad de La Habana un Laboratorio de Paidología para mediciones físicas y psíquicas. Además del español, Aguayo dominaba plenamente los idiomas francés, italiano, inglés, alemán y latín. Fue autor de tratados de Pedagogía, Psicología y Didáctica.

Organizó la Academia Pedagógica de La Habana para atender a profesores y maestros. Fundó, editó y dirigió la Revista de Educación de La Habana y colaboró en varias publicaciones periódicas de la época, entre ellas: Instrucción Primaria, Universidad de La Habana, Cuba Pedagógica, El Mundo, Revista Bimestre Cubana y Patria. Por su obra, en 1944 fue nombrado profesor emérito.

Resultado de la obra de Aguayo y de otros muchos destacados pedagogos cubanos insertados en la labor educativa de los gobiernos a lo largo de la República, en 1958 Cuba contaba con un sistema de escuelas normales de Kindergarten, Escuelas del Hogar y una Escuela Normal Rural. En ellas se graduaron los miles de magníficos pedagogos que encontró la revolución en 1959.

En febrero de 1961, todas las Escuelas Normales fueron clausuradas mediante la Resolución Ministerial número 557 y sustituidas por un nuevo plan de formación de maestros. Se expulsaron del país los sacerdotes extranjeros dedicados a la docencia, se promulgó la Ley de Nacionalización de la Enseñanza, y se reconoció al marxismo como ideología oficial.

A ese proyecto monopolizado por el Estado, que desconoció la labor de figuras como Alfredo Miguel Aguayo, se le otorgó, en 1976, rango constitucional. La Constitución de ese año, en su preámbulo, declaraba "la guía de la doctrina victoriosa del marxismo-leninismo", apoyados "en la amistad fraternal, la ayuda y la cooperación de la Unión Soviética y otros países socialistas". Y el Artículo 38 establecía que "la política educativa y cultural se atiene a la concepción científica del mundo establecida y desarrollada por el marxismo-leninismo; la enseñanza como función del Estado se dirige a la formación comunista de las nuevas generaciones".

El cierre de las Escuelas Normales, la prohibición de la enseñanza privada, la eliminación de la autonomía universitaria y de la libertad académica, fueron pasos encaminados a la implantación del actual modelo totalitario, que ha ocasionado un incalculable daño al sistema de enseñanza cubano.

Dimas Castellanos
Diario de Cuba, 5 de abril de 2023.
Foto: Alfredo Miguel Aguayo Sánchez nació en Ponce, Puerto Rico, el 28 de marzo de 1866 y falleció en La Habana el 30 de abril de 1948. Su abuelo, el notable pedagogo Don Nicolás Aguayo, fue uno de los educadores puertorriqueños más prominentes. En la Isla del Encanto, Alfredo Miguel cursaría estudios hasta los 13 años, cuando emigró con su familia a Cuba por sus ideas independentista. Tomada de la web Cubanos Famosos.

lunes, 24 de abril de 2023

Shein, la alta costura en Cuba


“Lo que tú quieras comprar: ropa, zapatos, accesorios, maquillaje, disfraces, adornos, solo hay que encargarlo, y en aproximadamente 25 días días lo recibes en tus manos”, escribe Idania por WhatsApp, haciendo énfasis en la variedad de ofertas disponibles. Y efectivamente, a ella le puedes encargar desde un vestido de novia hasta un juego de cubiertos.

Idania ha montado una especie de tienda online con una amiga que vive en Miami. Ella, desde Pinar del Río, trata con los clientes, anota los pedidos y entrega la mercancía. A su amiga le toca comprar los encargos, pagar después con su tarjeta y luego enviar a Cuba mediante las mulas. ¿Cómo y a quién abonan los interesados? Hay dos opciones: puedes pagar en efectivo a Idania (ya sea en USD o el equivalente en pesos cubanos del mercado informal) o con la ayuda de algún amigo o familiar envías directamente el dinero a su colega en el exterior.

Es un negocio que echaron a andar en las dos orillas y que hasta la fecha ha sido exitoso. Porque ante la falta de calzado y ropa en Cuba, ellas te ofrecen lo que no conoce la isla: abundancia, más de mil productos nuevos cada día.

“Hasta ahora mis clientes están contentos porque hay muchas cosas bonitas. Al que no sabe le explico cómo descargar la aplicación o revisar la página web de la cual compramos. También yo les mando fotos de los productos. Cada precio que tiene el producto originalmente, lo duplicamos para cobrar el envío y nuestra comisión. Por ejemplo, si eliges un vestido que en la tienda cuesta 20 dólares, tienes que pagarme 40 dólares para que te lo entregue en tus manos”.

Bajo estas reglas de pago, le comparten el código de registro (cada producto tiene uno) y el link. Luego esperan máximo cuatro semanas y les llega el pedido, envuelto en unas bolsas transparentes donde en letras negras dice SHEIN.

Shein es una empresa privada china que comenzó vendiendo vestidos de novia baratos en 2008 y luego, en 2014, comenzó a expandirse en geografía y en ofertas, aunque la ropa es la mercancía estrella. Actualmente es un fenómeno de ventas a nivel global, que ha superado en el mercado a marcas consolidadas como la española Inditex (propietaria de Zara, Pull&Bear, Massimo Dutti, Bershka, Stradivarizs, Oysho y Zara Home) o la sueca H&M.

Su secreto para llegar a tantos clientes es que vende diseños similares a los de otras líneas famosas por la mitad (o menos) del precio de sus competidoras. Incluso, algunos diseños son tan similares que han sido acusados de copiar a otras marcas. Otro punto a su favor es que tienen tallas grandes, hasta la XXXL. Las mujeres que no encuentran espacio en otras líneas de ropa, pueden comprar en la empresa china una variedad de estilos a precios accesibles.

¿Cómo puede ser rentable vender tan barato? La clave ha sido producir a gran escala pues a la larga disminuye gastos, lo otro es no apostar por la calidad del producto. Shein no te vende una prenda con la promesa de que podrás usarla por años. Apuesta por el consumismo, la abundancia de piezas desechables. Es decir, te invita a comprar más ropa, aunque sea de peor calidad, pero por menos dinero. Un ciclo que te envuelve y repites una y otra vez, como una adicción, convirtiéndote en un consumidor irresponsable.

En Shein no faltan las ofertas y las promociones que te prometen comprar más con menos dinero. Así estarás siempre estrenando ropa en la época de las redes sociales. Se debe subrayar que Shein está pensada para adolescentes y jóvenes. Por eso usa a influencers y youtubers para que promocionen sus productos, además de gastar mucho dinero en publicidad dirigida a las redes sociales

A la empresa china también la acompañan otras acusaciones bastante serias en cuanto a posibles violaciones de derechos laborales, y que no producen pensando en la sostenibilidad y en el medio ambiente. Pero al final, estos conflictos éticos no parecen pesar lo suficiente para que sus clientes dejen de consumir las ofertas. Y es que con lo que compras una pieza en otra tienda con políticas más transparentes y prendas más duraderas, en Shein compras tres.

En la actualidad, este gigante de la moda tiene almacenes en decenas de países y distribuye en casi todo el mundo, pero Cuba no es parte de ese mundo. Entonces, si la marca no se distribuye oficialmente en la isla, ¿cómo ha llegado?

Diani, 18 años, cursa su último semestre del preuniversitario Carlos Marx en Pinar del Río, a la par que trabaja en su emprendimiento como vendedora. Promociona las piezas en su WhatsApp y comparte en algunos grupos locales. Así le llegan nuevos interesados, aunque realmente su familia ha vendido ropa por años y tienen una clientela leal.

Desde antes del Covid, familiares en Estados Unidos enviaban a Cuba paquetes de Shein para que los comercializaran y se ganaran un extra. El negocio iba prosperando y los clientes crecían, pero llegó el virus, cerraron fronteras y entonces se paró el suministro. Hace poco más de un año arrancaron de nuevo, pero con la inflación tuvieron que subir los precios, porque de otro modo no da negocio. Y claro, es ropa de Shein, y eso en Cuba no es cualquier cosa.

El acceso de ropa “a la moda” ha sido, por siempre, un problema en la isla. Con el Estado como único suministrador oficial, los cubanos no hemos tenido mucha más opción que usar lo que vendían en los comercios estatales o lo que se lograba rescatar de las tiendas recicladas. Para quienes tenían familiares en el extranjero había una tercera opción. Ya fuera de uso o nueva, "con olor a yuma", llegaba con las visitas de los cubanoamericanos. Después de 2012, cuando quitaron el permiso de salida conocido como 'carta blanca', se abrió otra vía.

Maletines cargados de ropa aterrizaban en Cuba desde Ecuador, Panamá, México, Guyana... Incluso algunos aprovecharon la apertura del trabajo por cuenta propia y montaron improvisadas tiendas en portales que llenaban con perchas. Aunque la patente decía que las prendas debían ser confeccionadas de modo artesanal y no industriales, las 'mulas' burlaron esto (soborno a los inspectores mediante) y durante algún tiempo vendieron sus brillosos y falsos pulóvers, que combinaban con despintados jeans.

Pero la moda fue cambiando en un país que gracias a internet se conectó al mundo y comenzó a tener otros referentes. “La gente en Cuba quiere vestirse mejor, sobre todo los jóvenes que se fijaban más en la moda europea, que es la que usan las artistas. Lo que se usaba antes, ahora es considerado cheo, de mal gusto. Shein tiene estilos más modernos, por eso mucha gente joven enloquece con la marca”, explica Diani.

Es tanto el furor en la isla que si solo escribes el nombre de la línea en el buscador de Facebook te arrojará decenas de resultados: perfiles y páginas que comercializan sus productos. Un forro para celular (mil pesos), un juego de ropa interior femenina (mil pesos), un conjunto de falda y top (mil 800 pesos), son algunas de las opciones que encuentras.

También hay grupos de WhatsApp y canales de Telegram creados únicamente con este fin. En la mayoría de los casos, venden la mercancía que otros le pagan y recepcionan en el exterior, dado que los bancos cubanos no emiten tarjetas válidas para comprar online, ni Shein distribuye en Cuba.

Sin embargo, para quien no tenga un familiar o conocido que reciba el pedido y luego lo mande a la isla, existen otras vías. ElectroCuba, por ejemplo, una empresa con sede en Miami, tiene un casillero al que puedes dirigir tus compras y luego ellos te las entregan en La Habana. Pagas extra por el peso de la mercancía, además del valor de cada prenda ya facturado a Shein. Otra modalidad que anuncian es que ellos hacen la compra por ti si no tienes tarjeta, y solo debes pagar a uno de sus ejecutivos radicados en la capital cubana, en efectivo (USD) o por transferencia en MLC.

Eloctrocuba ha creado un grupo de WhatsApp donde actualmente reúnen más de 200 miembros. Allí los administradores responden las inquietudes de los posibles clientes, aunque en su web tienen una sección bastante amplia de preguntas y respuestas frecuentes. Cada día entran nuevos interesados en consumir la marca.

Pero no todo ha sido éxito para Shein en Cuba. La calidad del producto y los precios por las nubes afectan la reputación de la marca. Para este artículo, indagué sobre las experiencias de consumo de cubanos en cinco provincias. De 23 personas consultadas, más de la mitad cuestionaron la calidad de los tejidos, y todos calificaron como “caros” los precios. Ciertamente, Shein tiene una gama de niveles donde varía la calidad según el precio.

Ofertan prendas no recomendables si buscas algo duradero, pero otras sí tienen mejor terminación, solo que aumenta la cantidad a pagar en el segundo caso. Todo indica que la mayor parte de la mercancía que llevan a Cuba es la de menos calidad. Así es como sus vendedores aseguran su rentabilidad, pero el comprador de la isla no puede desechar ni reemplazar la ropa como sí pueden hacer otros clientes de Shein en el mundo.

Respuestas de tres cubanas al preguntarles si recomendarían Shein: “La ropa que he comprado ha desprendido bastante tinte”. “Solo compré una vez un vestidito fresco 2XL, porque además mi talla es muy difícil de encontrar en Cuba. En fotos se veía muy chulo, cuando me lo trajo la muchacha era super sencilla la hechura y una telita que parecía cebolla”. “Hay que fijarse bien en el tejido, hay cosas mejores que otras. Mi experiencia ha sido variada. Tengo prendas que me gustaron y otras que fue tirar el dinero. Es como una lotería”.

Ania, que vende en La Habana la ropa de Shein que trae su pareja de España, dice que la clave para el éxito es poner precios razonables para atraer más clientes y vender más. Ella, quizá sin notarlo, ha replicado la misma fórmula de la empresa china: “Es que la gente abusa con los precios como si fueran a comprarse una casa con las ganancias”.

Y sí, algunos vendedores exageran los precios en Cuba. Imagina que te pretendan vender en 120 dólares un traje de baño de mujer por el que no pagaron más de 15. Y que cuando le digas que ese precio es una locura, te respondan: “Es que es de Shein”. Como si hablaran de Versace.

Claudia Padrón
Cubanet, 16 de junio de 2022.

lunes, 17 de abril de 2023

Cosas que había en La Habana

Del blog Memorias de un Cubano, de Carlos Búa, he seleccionado doce de las cosas que había en La Habana antes de que en 1959 llegara Fidel Castro con sus barbudos y empezaran a destruir el país. Cosas que yo ví, escuché, disfruté, olí, tomé, comí, excepto los ostiones, aunque recuerdo las ostioneras, sobre todo la que había en la esquina de Infanta y San Lázaro. Nunca fui a un cabaret, ni de la Playa de Marianao ni de ningún otro lugar. Pero sabía de su existencia y que los habaneros iban en su tiempo libre o cuando sus bolsillos se los permitiera. Cosas que nunca más volverán, pero seguirán viviendo en el recuerdo de los cubanos que ya peinamos canas (Tania Quintero).

Foto: En los años 50,así era la entrada al Coney Island en la Playa de Marianao. Tomada del blog Memorias de un Cubano. Años después, crearon el parque temático Isla del Coco, pero en 2017 algunos aparatos ya estaban rotos. En 2022 se reportaba que Isla del Coco era el único parque de diversiones que funcionaba en La Habana.

lunes, 10 de abril de 2023

La música que se escuchaba en mi juventud



Aunque mi vida no era la típica de una joven estudiante habanera, porque mi familia materna estaba volcada en la lucha contra la dictadura de Batista, no era ajena a lo que le gustaba escuchar y bailar a los de mi generación. En nuestra casa del Cerro no teníamos televisor ni tocadiscos, por lo que yo estaba al tanto de las preferencias musicales por la radio y por las amiguitas que poseían tocadiscos, donde podíamos escuchar vinilos sencillos o de larga duración con las canciones de moda.

En mi época, casi todas las jóvenes sentíamos la misma predilección por la música americana que por la cubana. Entonces, las emisoras difundían los últimos éxitos en Estados Unidos, y una vez por semana, el hit parade. Tuve la suerte de coincidir con el nacimiento del rock and roll, y cada vez que teníamos un rato libre, movíamos el esqueleto al compás de Bill Haley & His Comets y Elvis Presley. Siempre con balerinas y faldas acampanadas, con una o dos "paraderas" (sayuelas) debajo.

Éramos seguidoras de Nat King Cole, Frank Sinatra, Bing Crosby, Dean Martin, Doris Day, Rosemary Clooney, Frankie Laine y Mario Lanza. Estábamos al tanto de los arreglos orquestales de Glenn Miller, Benny Goodman y Ray Coniff; de las interpretaciones del excéntrico pianista Liberace, y de temas de películas: como Laura, Té y simpatía, Tres monedas en la fuente, Cantando bajo la lluvia, Marcha sobre el río Kwai, Picnic, Algo para recordar y Love is a Many Splendored Thing.

Cuando una adolescente cumplía 15 años, la tradición era celebrar una fiesta. Si la familia tenía pocos recursos, se hacía en su hogar o en el de un pariente o amigo que viviera en mejores condiciones. Si se tenían más posibilidades, en algunos de los muchos clubes y sociedades recreativas existentes. Ya fuera una fiestecita de quince modesta o por todo lo alto, lo que nunca faltaba era el vals, bailado por la quinceañera con su padre y catorce parejas más. Por eso incluyo los valses entre la música de mi juventud. El Danubio Azul, de Johann Strauss hijo, era el más reproducido. Desde que resido en Suiza como refugiada política, no me pierdo los Conciertos de Año Nuevo de la Orquesta Filarmónica de Viena, los 1 de enero. El último, de 2023, fue conducido por el director austríaco Franz Welser-Möst.

En la escuela pública donde hice la enseñanza primaria, además de clases de música, teníamos que preparar bailes para despedir el fin de curso. En una ocasión vestidas de mexicanas, danzamos al ritmo de Noche de ronda, de Agustín Lara. Creo que fue en 1950 cuando nos disfrazamos de "gitanas", la música de fondo fue La Zarzamora, copla estrenada en 1946 en España y que pronto se popularizó en la isla en la voz de Lola Flores. De la música foránea preferida por los cubanos, después de la estadounidense, situaría la mexicana, a continuación la española y en tercer lugar la argentina, en particular el tango: Carlos Gardel fue un ídolo en Cuba.

De los artistas europeos, se escuchaba a la francesa Edith Piaf y al italiano Domenico Modugno, aunque a mi me fascinaba la música compuesta por Nino Rota para los filmes La Guerra y la Paz, La Strada y Las Noches de Cabiria. De los latinoamericanos que interpretaban canciones románticas, el uno lo tenía el chileno Lucho Gatica. Los adultos, nacionales o extranjeros, eran asiduos al ballet, la opereta, la zarzuela y los shows que se presentaban en cines, teatros y cabarets. Los más jóvenes teníamos que conformarnos con programas televisivos como el Casino de la Alegría y cintas musicales con Fred Astaire, Gene Kelly, Leslie Caron, Cyd Charisse, Esther Williams, Marilyn Monroe, la brasileña Carmen Miranda o el cubano-catalán Xavier Cugat.

En la radio había programas cuya música fue decisiva en el mantenimiento de la audiencia. Uno de ellos, dedicado a narrar sucesos sangrientos, estaba a cargo de Joseíto Fernández, quien después alcanzaría fama mundial con una versión de Guajira Guantanamera. El otro era conducido por Clavelito, un espiritista que cantaba: "Pon tu pensamiento en mí..". Inolvidable la musicalización de radionovelas como El Derecho de Nacer (su autor, el periodista, escritor y músico santiaguero Félix B. Caignet, entre otras canciones compuso Frutas del Caney); dramatizados como Divorciadas y aventuras como Los Tres Villalobos o Rafles, el ladrón de las manos de seda.

Los amantes de la música clásica tenían posibilidad de acudir a los conciertos en el Auditorium, en Calzada y D, Vedado, o en el Teatro Nacional, hoy Alicia Alonso, en Prado entre San Rafael y San José, frente al Parque Central de La Habana. O de escucharla por la emisora CMBF, desde su fundación en 1948 dedicada a transmitir clásicos universales y locales. Me hubiera gustado haber asistido antes de 1959 a uno de esos conciertos en el Auditorium o el Nacional, pero si quería deleitarme con Chaikovsky, Beethoven o Chopin, tenía que sintonizar la CMBF en nuestro viejo RCA Victor.

Lo que sí presencié en varias ocasiones fueron las retretas, en el Parque Central o el Parque Maceo. Las mejores eran las ofrecidas por la Banda Nacional de Conciertos y la Banda de la Policía. A mi memoria vienen las retretas de los 20 de Mayo, la efemérides patriótica más importante que entonces teníamos. Hasta el más pobre ese día trataba de estrenarse una muda de ropa, costumbre que se repetía el 31 de diciembre, para recibir el nuevo año con vestimenta nueva.

Los parques principales en las ciudades cabeceras de las provincias tenían una glorieta, una de las más hermosas, la de Manzanillo, por suerte sigue en pie. En el repertorio de las bandas municipales sobresalían marchas, pasodobles y composiciones de Antonio María Romeu, Ernesto Lecuona, Alejandro García Caturla, Julián Orbón, Eliseo Grenet, Moisés Simons y José White. Tampoco olvido las retretas en el Parque Serafín Sánchez de Sancti Spiritus, cuando iba de vacaciones a la tierra de mis antepasados maternos.

De los músicos callejeros, mencionaría a los cantantes que en una parada subían a una guagua (ómnibus) o un tranvía, y en la otra se bajaban. En esos pocos minutos, con un par de maracas o unas claves, entonaban una guaracha o un sucu-sucu: "Ya los majases no tienen cuevas Felipe Blanco se las tapó.." Antes de bajarse, pasaban la gorra. La recaudación dependía de los medios (monedas de 5 centavos), reales (10 centavos) y pesetas (20 centavos) echados por los pasajeros. A ellos se debe el slogan "Coopere con el artista cubano". Entre otras medidas arbitrarias decretadas por los barbudos en 1959, estuvo la eliminación de los cantantes en los ómnibus de transporte urbano.

En bares y restaurantes de categoría en La Habana solían cantar dúos, tríos y agrupaciones de pequeño formato, tradición que más o menos se ha mantenido con músicos -los llamados 'soperos'- que por su cuenta deciden buscarse unos 'fulas' tocándole a turistas. No alcancé a ver los Aires Libres del Prado que en los años 30 había en Prado y Dragones, en los portales del Hotel Saratoga. Pero sí recuerdo los que hubo en la acera frente al Capitolio, con mesas y sillas al estilo parisino. En el mes de febrero, por el Paseo del Prado se efectuaban los carnavales, donde desfilaban camiones con gente tirando serpentinas y confetis, carrozas iluminadas y comparsas de los distintos barrios de la ciudad. La nuestra era Los Marqueses de Atarés.

En mi infancia, la música cubana había vivido un verdadero boom con el mambo, creado en los 40 por Dámaso Pérez Prado. Hasta que en 1953 Enrique Jorrín puso a toda Cuba a bailar con La Engañadora y su nuevo ritmo, el chachachá. En los solares seguía reinando el guaguancó y la rumba de cajón, géneros que no destronaron al danzón y el danzonete. Por lo menos hasta el año 2000, hombres y mujeres de la tercera edad, pertenecientes a un círculo de abuelos de Marianao, los domingos por la tarde, elegantemente vestidos, bailaban danzón en un local situado en el batey del Central Toledo.

La Habana siempre tuvo legiones de bailadores, negros, mulatos y blancos de diferentes clases sociales. Todos los fines de semana había bailables en los jardines de las cervecerías La Polar y La Tropical, en Puentes Grandes. En una ocasión fui de chaperona de una prima, cuyo novio era bailador de casino. Las ruedas de casino arrasaban en mis tiempos. Tanto en La Polar como en La Tropical, vendían cerveza y malta fría embotellada y unas riquísimas empanadas gallegas de chorizo. Los jardines de La Polar y La Trpical eran sitios hermosos, tranquilos y bien cuidados, a los cuales no sólo se acudía para bailar, también para pasar el domingo con la familia. Algunos bailadores negros o mestizos optaban por espacios cerrados en las sociedades Jóvenes del Vals, Las Águilas, Unión Fraternal y otras similares, que sábados y domingos ofrecían carteles con orquestas populares.

En mi juventud, el bolero se mantuvo en alza. Donde había una victrola, no faltaba uno de esos bolerones sobre celos e infidelidades. Larga era entonces la lista de boleristas: Olga Guillot, Fernando Alvarez, Blanca Rosa Gil, Vicentico Valdés, Lino Borges, René Cabel, Nelo Sosa, Orlando Contreras... A las muchachas también nos gustaban las canciones de Benny Moré y su Banda Gigante y las de Celia Cruz con la Sonora Matancera, y números que lanzaban las orquestas América, Aragón, Riverside y el Conjunto Casino, por donde pasaron Roberto Faz, Orlando Vallejo, Roberto Espí, Celio González y Laíto Sureda, entre otros.

Al crecer escuchando la música de nuestros padres y abuelos, la conocíamos y respetábamos: Sindo Garay, Manuel Corona, Eusebio Delfín, Miguel Companioni, Trío Matamoros, Orquesta Anacaona, Paulina Alvarez, María Teresa Vera, Dúo Los Compadres, Celina y Reutilio, Coralia y Ramón, Rita Montaner, Esther Borja, Isolina Carrillo, Bola de Nieve, Celeste Mendoza, Barbarito Diez, Pío Leyva, Tito Gómez, Tejedor y su Grupo, Arsenio Rodríguez, Arcaño y sus Maravillas, Panchito Riset, Ñico Membiela, Sexteto Habanero, Septeto de Ignacio Piñeiro, Cheo Belén Puig...

Por la vinculación de mi familia a la emisora Mil Diez, tuve oportunidad de escuchar desde sus inicios las canciones que formarían parte del feeling. Si hay una música identificativa de mi juventud, es la que hacían los creadores e intérpretes del feeling como Ángel Díaz, José Antonio Méndez, César Portillo de la Luz, Marta Valdés, Rosendo Ruiz (hijo), Elena Burke y Ñico Rojas, entre otros.

Tania Quintero
Foto: Radio RCA Víctor de los años 40 muy parecido al que teníamos en mi casa. Tomada de Retro Radio Farm.

lunes, 3 de abril de 2023

De cuando en 1986 trabajé en Prensa Latina


Una noche de enero de 1986, sin previo aviso, en mi casa se apareció Víctor Manuel González, el segundo de Carlos Aldana en el DOR (Departamento de Orientación Revolucionaria) del Partido Comunista de Cuba (PCC) y a quien conocía desde 1974, cuando fui designada por Bohemia para cubrir la implementación del Poder Popular en Matanzas y todas las semanas Blas Roca, al frente de ese experimento, se reunía en Matanzas con los periodistas acreditados para reportar de cerca cómo marchaba lo del Poder Popular y entre los cuales estábamos Susana Lee de Granma, Lázaro Barrero Medina de Juventud Rebelde y yo por Bohemia, entre otros que ahora recuerdo. Víctor Manuel era el ideológico del PCC provincial y atendía a la prensa.

El vicejefe del DOR traía una propuesta para mí: por los muchos contactos que yo había hecho en Brasil y por el nivel de información que sobre ese país por mi cuenta había adquirido desde 1982 (esa etapa pueden leerla en mi blog, en una serie de cinco post titulada Brasil en mi vida) y como estaban próximas a reestablecerse las relaciones diplomáticas con Brasil, habían pensado que podría ser la primera corresponsal de Prensa Latina (PL) en el gigante sudamericano.

Pero necesitaban que lo antes posible me hiciera militante del PCC en el ICRT (Instituto Cubano de Radio y Televisión, el organismo donde en ese momento trabajaba, en los servicios informativos de la televisión. Y que también, lo antes posible, aprendiera cómo se trabajaba en PL. Cuando Víctor Manuel terminó de hablar, le dije que de militante del PCC nananina tres patines. Que no me interesaba ser corresponsal de PL de Brasil, que ya yo sabía cómo se trabajaba en una revista y en la televisión, pero no en una agencia de noticias. Y eso fue lo que acepté.

Unos días después, empecé a trabajar en PL, que quedaba en el 5to. piso del edificio donde también radicaba el MINSAP (Ministerio de Salud Pública), en 23 y N, La Rampa. Entonces, en PL había tres horarios: de 7 a 3, de 1 a 7 y de 3 a 11. Me asignaron el Cono Sur, que además de Brasil tenía que ocuparme de Argentina, Uruguay, Chile... Mi jefe era un mulato con apellido vasco: Silvio Mendiundía, del cual no tuve quejas en los seis meses que estuve en PL (más nunca supe de él).

En aquella época no había computadoras: era un enorme salón con pequeñas mesas con máquinas de escribir. Los teletipos estaban al lado y el jefe de turno de cada región, era el encargado de estar yendo contínuamente a buscar los cables, cortarlos y colocarlos en las cajas de madera de cada área geográfica. Cada vez que uno terminaba de redactar una noticia, se la entregabas a tu jefe, éste la revisaba y rápidamente la llevaba a los teletipos para su envío. En caso de una información imporante, lo consultaba con el director o subdirector de PL. No era fácil en aquel salón, con el teclear constante de las máquinas de escribir, en ocasiones sin aire acondicionado. Por suerte, como estábamos en un 5to. piso, se podían abrir un poco las ventanas, no mucho, para que no se volaran los papeles.

A los seis meses decidí volver al ICRT. Para entonces, había discutido con Pedro Margolles, el director de PL, que era íntimo de Víctor Manuel y Carlos Aldana, el jefe del DOR. Margolles parecía un mariachi y era un trucutú, como casi todos los que han dirigido los medios en la Isla. Discutí con él porque en PL a los hombres los mandaban de corresponsales a los países capitalitas y a las mujeres a los países "tranquilos", a los del campo socialista, salvo algunas excepciones, como la de Irma Cáceres, que durante mucho tiempo cubrió el Medio Oriente. Por cierto, en 1975, con motivo del Año Internacional de la Mujer, Cuba hizo unas cuantas actividades y unos cuantos discursos en favor de las cubanas, acciones y palabras que hace rato se las llevó el viento.

Cuando retorné al ICRT me incorporé a la redacción de Programas Especiales, que dirigía Roberto Romay, un cuadro (dirigente) de la UJC (Unión de Jóvenes Comunistas) que había trabajado en El Caimán Barbudo y desde entonces estaba vinculado a jóvenes artistas e intelectuales. Fue cuando adquirí experiencia como realizadora o directora, en el programa Puntos de Vista. Entre 1987 y 1990 hice una treintena de programas. La norma era de un programa cada dos meses, yo la cumplía, pero otros como demoraban cuatro y cinco meses en terminar un Punto de Vista. Algunos de mis Punto de Vista tuvieron repercusión en los medios. Pedro de la Hoz comentó en Granma uno titulado Veneno sobre ruedas, sobre el monóxido de carbono que salía de las guaguas.

Sahily Tabares, que escribía en un periódico de las fuerzas armadas que había en ese momento y cuyo nombre he olvidado, le dedicó espacio al programa sobre el Servicio Militar, que incluyó una entrevista a Silvio Rodríguez. Ese programa lo presentaron ante varios periodistas en la sede de cine y televisión de las FAR en Nuevo Vedado (antes estuvo en Ayestarán), también salió una reseña en la revista Cuba Internacional. El Punto de Vista dedicado a la pelota fue idea de mi hijo Iván García, que en 1989-1990 trabajó como asistente de producción en la redacción de Programas Especiales. Cinco años después, Iván empezaría a escribir como periodista independiente en Cuba Press, agencia fundada por Raúl Rivero el 23 de septiembre de 1995.

Para realizar el programa de la pelota, invité a Iván y al periodista Orlando Carrió, que cubría el mundo de la farándula y eso precisamente era lo que quería, alguien no vinculado al béisbol. Entre otros, entrevistamos a la poetisa Carilda Oliver en su casa de Matanzas, a los atletas Ana Fidelia y Javier Sotomayor en el estadio Pedro Marrero y, por supuesto, a unos cuantos peloteros. En el concurso de periodismo de ese año de la Unión de Periodistas (UPEC) obtuvo un premio. Otro Punto de Vista galardonado, en este caso en un Festival Caracol de la UNEAC (Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba) fue "Mujeres dirigentes, ponerse en su lugar", que hice con dos estudiantes de periodismo en ese momento, Rosa Miriam Elizalde y Lissette Pérez.

Pero creo que los que más gustaron a la gente fueron el de las telenovelas brasileñas y los tres que hice sobre la alimentación, donde conté con la asesoría del ingeniero José Ramón López, nutricionista por vocación. Otros temas abordados: el desconocimiento de la población sobre las leyes y la Constitución; la creatividad del cubano; los medios audiovisuales (cine, televisión y video); presencia de los españoles en Cuba y uno acerca las migraciones internas, que titulé Guajirito soy, donde volví a entrevistar a Silvio, quien salió en dos de la treintena de Puntos de Vista que realicé: El Servicio Militar y Guajirito soy.

El medio más laborioso de todos es la televisión, pues se supone que un realizador o director, sea periodista o no, debe participar en el proceso de realización de un programa: producción, grabación, guión, edición y musicalización. Esa labor se hace más fácil y puedes concentrarte en el guión o escaleta -imprescindible en cualquier programa, reportaje o documental- si cuentas con buenos profesionales, sean productores, camárografos, técnicos de audio y de iluminación, editores, musicalizadores...

Una tarde de 1988 salía del ICRT e iba pa' la cola de la ruta 2, en 25 y N y cuando doblo por N me tropiezo con una ex colega de Prensa Latina. Por ella me enteré que habían enviado a Jorge Luna como corresponsal de PL en Brasil (luego supe que lo nombraron director de comunicación social de PL). Han pasado 37 años. Desde noviembre de 2003 vivo como refugiada política en Lucerna, Suiza. Aunque ya tengo 80 años, sigo activa como periodista: me ocupo de tres blogs (Desde La Habana, El blog de Iván García y sus amigos y El blog de Tania Quintero), de revisar los textos que Iván escribe para Diario Las Américas y hacer diariamente Taniapress, un servicio personal de noticias que por email envío a una treintena de amigos y conocidos.

Tania Quintero
Video: No vivo en una sociedad perfecta, de Pablo Milanés, era el tema de presentación del programa Puntos de Vista.

lunes, 27 de marzo de 2023

Mi amigo Eberhard Gärtner (IV y final)

El martes 8 de enero de 2013, a Eberhard y Hannelore les envié un correo con la receta de frijoles negros que me pidieron (ver post anterior).

Queridos Eberhard y Hannelore, gracias por la foto del 31 de diciembre. Me alegro que vuestra salud haya sido buena en 2012 y espero lo siga siendo en 2013. A continuación, cómo preparar frijoles negros al estilo cubano. Hay varias recetas, pero esta es la que yo hago. En Lucerna compro un paquete de frijoles negros de 500 mg, de Brasil o Portugal, que son pequeños, como los nuestros.

Frijoles negros a la cubana

- Un paquete de 500 mg de frijoles negros.
- 2 hojas grandes de laurel.
- La mitad de un ají o pimiento (peperoni) verde grande.
- Una cebolla, mediana o grande.
- 4 dientes de ajo.
- Media cucharadita de comino molido.
- Media cucharadita de orégano en hoja o molido.
- Una cucharadita de azúcar.
- Una cucharadita de vinagre.
- Sal y pimienta al gusto.
- Aceite, de oliva o de girasol.

Los frijoles se vierten sobre un paño blanco en la mesa y se escogen o limpian, quitando los dañados y cuidando que no haya piedrecitas. Se enjuagan bien bajo la pila de agua y se vierten en una cazuela grande con suficiente agua, se le añaden las dos hojas de laurel y se ponen a la candela, primero a fuego alto y cuando comienza a hervir se pone a fuego mediano. Hay que estar al tanto para que no se gaste el agua, si después de una hora no se han ablandado, se le echa más agua, del tiempo.

Cuando están blandos los granos de frijoles, se dejan en la candela muy bajita y en otra hornilla se prepara el sofrito. Previamente, se ha cortado bien el ají, la cebolla y los ajos. En una sartén con suficiente aceite, se echa primero el ají y la cebolla y cuando se han frito un poco, pero sin llegar a quemarse, se añade el ajo, el comino, el orégano y pimienta, si ésta gusta. Luego de dos o tres minutos, con un cucharón se saca un poco de caldo y frijoles y se vierte sobre el sofrito, se añade la sal (aproximadamente una cucharada) y la cucharadita de azúcar. Cuando empieza a hervir, se vierte todo sobre el resto de los frijoles, se sube la candela y se prueba si está bien de sal, si no, se le echa más sal. Después, al final, una o dos cucharaditas de vinagre.

A quienes gusta el picante además del ají o pimiento verde, pueden echarle al sofrito algún tipo de ají picante. O echárselo a la hora de comerlo. En Cuba, el potaje de frijoles negros se come con arroz blanco, pero también se pueden comer solos, con pan. La diferencia con el potaje de frijoles colorados y los blancos o judías, es que a éstos se les añade puré de tomate, el ají puede ser rojo y se ponen a ablandar con un pedazo de tocino y un chorizo. En el caso de los frijoles colorados, en Cuba le echan calabaza y papas a los frijoles blancos o judías.

Una semana después, Eberhard me respondió y envió cuatro fotos de su casa en Dresden que hizo en el verano de 2012 y de las cuales he puesto dos en este post: la parte posterior, donde se encuentra una pequeña terraza, y una vista del hermoso jardín.

Querida Tania,

Todavia no he preparado la receta de frijoles negros que me enviaste, pero pronto la haré. Lo que me admira es que no tenga carne ni caldo. Me parece recordar que en Cuba tomé una sopa tradicional con unos trocitos de carne de cerdo (debe haber sido un ajiaco). Pero francamente, después de casi medio siglo ya no estoy muy seguro. Sólo me queda el vago recuerdo de que aquella sopa me gustaba.

El próximo fin de semana nos visitan dos parejas de amigos para comer la famosa "feijoada brasileira". Es con carne, y nosotros le añadimos verduras (col, zanahorias, pimientos), segúna una receta del sur del Brasil. Pero no le ponemos el hocico del cerdo, ni el rabo, ni las orejas, como hacen los brasilenos (el plato surgió como comida de los esclavos, que no disponían de otras carnes).

En Brasil la preparan con siete tipos de carnes: carne seca (tasajo), carne cruda de cerdo y vaca, chorizo y las partes del cerdo antes mencionadas. Hannelore y yo hacemos la "feijoada" con costillas de cerdo saladas y ahumadas, tocino ahumado y chorizo con ajo. Nos queda riquísimo, la acompañamos con arroz blanco, hollejos de naranja con azúcar y, por supuesto "cachaça" (aguardiente de caña), que se toma con limón y si a alguien no le gusta, puede tomar cerveza o vino blanco. Es un plato que solo comemos en invierno, aunque los brasileños lo comen también en los meses de calor, generalmente los sábados, cuando se puede dormir la siesta después de almorzar.

Por lo demás estamos bien. Mi asma no me hace sufrir mucho, ni el reumatismo tampoco. En esta época salgo poco, solo al huerto para ir buscar leña para la chimenea, o papas y manzanas que tengo guardados en el sótano de un bungalow que tengo allí, pues nuestra casa no tiene sótano, por la proximidad del río. Desde el invierno alemán (hoy ha vuelto a nevar), Hannelore y yo te mandamos un fuerte abrazo.

Descansa en paz, querido Eberhard, ojalá te hayan enterrado en el mismo cementerio donde reposan tus padres!

Tania Quintero