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miércoles, 30 de septiembre de 2009

Travestis y gays cubanos

The Gay Flag, Havana por Julie Giles.

Durante los ocho años que desde La Habana escribí como periodista independiente (1995-2003), algunos vecinos, amigos, familiares y excompañeros de trabajo me evitaban. No me saludaban si me veían en la calle y dejaron de llamarme por telefóno. Todo por ese terror silencioso que que el régimen de los hermanos Castro ha inoculado a los cubanos. Sin embargo, en la barriada de la Víbora vivía un "maricón de carroza", como en Cuba dicen a los homosexuales explícitos, que no sólo no temía, sino que en todas partes se enorgullecía de ser amigo mío y de mi familia. Donde quiera que me veía me saludaba y abiertamente visitaba nuestra casa. No pude despedirme de él: cuando salí de la Isla estaba preso, por haber golpeado a un policía que en público trató de humillarlo. A él dedico este fotorreportaje.

Por Tania Quintero








ALGUNOS DOCUMENTALES Y FILMES

Conducta Impropia, 1984, Néstor Almendros y Orlando Jiménez Leal

Fresa y Chocolate, 1993, Tomás Gutiérrez Alea

Y hembra es el alma mía, 1994, Lissette Vila

Gay Cuba, 1995, Sonja de Vries

Mariposas en el andamio, 1996, Luis Felipe Bernaza y Margaret Gilpin

Antes que anochezca, 2000, Julian Schnabel

Sexualidad, un derecho a la vida, 2004, Lissette Vila

Reinas, 2005, Manuel Gómez Pereira

Dos patrias, Cuba y la noche, 2007, Christian Liffers



ALGUNOS ARTÍCULOS







Fotos: Julie Giles y dosepocas, Flickr.

lunes, 28 de septiembre de 2009

¡Adiós, RDA!


Por Tania Quintero

Cuando el sábado 10 de junio de 1979 en el aeropuerto de La Habana subí al IL-62 de Interflug que me llevaría a la República Democrática Alemana (DDR, sus siglas en alemán), sabía que volaba hacia una ciudad y un país dividido desde 1949, pero no que a la vuelta de una década desaparecería.

Después de la caída del Muro de Berlín, el 9 de noviembre de 1989, apenas le quedaba un año de existencia. En 1990 se produciría la ansiada reunificación para unos -y no tanto para otros. Alemania ha vuelto a ser lo que siempre fue, una sola nación, con un mismo idioma y una misma bandera.

Pero eso no me lo podía imaginar yo en 1979, ni tampoco ninguno de los alemanes con quienes durante tres semanas conversé, para una serie de crónicas, entrevistas y reportajes, que entre julio y octubre de 1979 ocuparían 50 páginas de la revista Bohemia.

Con excepción de una visita a la fábrica berlinesa de bombillos Rosa Luxemburgo, que no publiqué en protesta porque no me permitieron hablar con los obreros, en el tintero no me quedó nada por contar de ese viaje. O casi nada. Si no lo conté, fue porque entonces no sabía lo que después supe.

Una investigación publicada en Bohemia, en 1978, dando a conocer la existencia en Cuba de un Comité Alemán Antifascista (1941-46), motivó una invitación para visitar el país en 1979, año en que se conmemoraba el 40 aniversario de la fundación de la RDA.

Un año antes, en 1977, la periodista Catherine Gittis, había realizado en La Habana varios reportajes a propósito de la celebración en 1978 del XI Festival Mundial de la Juventud y los Estudiantes. Además de un vínculo entre su revista y Bohemia, quedó sellada una amistad.

La primera semana de mi estancia en la RDA paré en el apartamento de Catherine, en las afueras de Berlín. Se había separado de Vangelis, ingeniero alemán de origen griego, y vivía con sus dos hijos, Marcos, el mayor, actualmente fotógrafo free lancer y Andreas, el menor, quien debido a su diabetes y su descarriada vida, murió hará unos ocho o nueve años.

Llegué un sábado y ya el lunes Catherine me tenía preparado el primer trabajo, en Cottbus. Fuimos en el Trabant de un fotógrafo joven llamado Pierre Guillaume. En ese momento no sabía que Pierre era hijo de Günter Guillaume, el espía causante de la dimisión del canciller Willy Brandt.

Catherine y Pierre me dejaron en Cottbus, en el domicilio de Marina, refugiada uruguaya, hija de Rodney Arismendi, entonces secretario general del Partido Comunista de Uruguay. Marina trabajaba de maestra en una escuela donde estudiaban niños y adolescentes chilenos. Hice un reportaje con ella, sus alumnos y sus dos hijas. Esa noche me quedé a dormir en su casa y al día siguiente partí en tren hacia Dresden.

Catherine me esperaba en la estación. En Dresden me entrevisté en su estudio con el pintor Gert Caden, quien había dirigido en Cuba el Comité Alemán Antifascista. Tenía más de 80 años, pero se mantenía lúcido.

Mi recorrido periodístico por la RDA, incluyó la Universidad de Jena y la empresa Carl Zeiss; el campo de concentración de Buchenwald; las casas donde Goethe y Schiller vivieron en Weimar; una breve estancia en Leipzig y en Postdam, con paradas obligatorias en el Castillo de Cecilienhof, la casa de verano de Albert Einstein, y el Palacio de Sansoucci, entre otros sitios que ahora recuerdo.

En los 80, Catherine Gittis se fue a vivir a Cuba con sus dos hijos. Su madre, Ruth Herrmann, era judía, se había enamorado y quedado embarazada de un hombre importante. A tiempo logró salir de Alemania y llegar a Francia, donde en 1941 varios alemanes lograron embarcar rumbo a La Habana. Entre ellos, el pintor Caden y Ruth con la niña, de apenas dos años.

Hasta ahí sabía esa parte de la historia. Lo que no sabía -y Catherine nunca me lo dijo- que su padre era el doctor Friedrich Wolf y que ella por línea paterna era hermana del escritor y cineasta Konrad Wolf, y del jefe de los servicios secretos de la RDA, Markus Wolf, con fama de superespía y autor del libro El hombre sin rostro.

Cuando supe del suicidio de Catherine Gittis, la noticia no me sorprendió. Había tenido una vida muy atribulada y nunca logró adaptarse a la forma de ser y vivir de los alemanes. Se tiró de lo alto de un edificio el 4 de septiembre de 1988. A cada rato pienso si una mujer tan irreverente como ella, quien tenía una visión muy particular del socialismo, en 1990 hubiera dicho ¡Adiós, RDA! O tal vez hoy formara parte de esa legión de nostálgicos identificados con la palabra Ostalgie.

viernes, 25 de septiembre de 2009

Ir a La Habana


Por Tania Quintero

En mi infancia, cuando alguien iba de compras decía "voy a La Habana". Más o menos lo entendía cuando lo decían mis tías, residentes en barriadas alejadas del centro de la ciudad, pero no cuando nuestras vecinas usaban esa expresión, pues vivíamos al doblar de la calle Monte, una de las que contaba con más tiendas.

La Habana de mi niñez y adolescencia figuraba entre las principales metrópolis del mundo, al lado de Nueva York, París, Londres, Milán, Buenos Aires, Barcelona... Era una capital cosmopolita, visitada por artistas y cantantes famosos, y donde se podía adquirir lo último, fueran autos, electrodomésticos, relojes, vestidos, trajes, calzado, perfumes... Entonces no se habían puesto de moda las boutiques, pero varias de sus tiendas por departamentos eran de primera categoría, como El Encanto,Fin de Siglo,Ultra o la joyería Cuervo y Sobrinos, aún existente en España y otros países.

Las más importantes arterias comerciales se encontraban en las calles Galiano, San Rafael, Neptuno, Obispo, Monte, Reina, Belascoaín... Cualquier cubano podía pasear por ellas y entrar a sus tiendas. Y pagar con pesos, la moneda nacional. Tampoco tenía que dejar la cartera o el bolso a la entrada, como ahora tienen que hacer quienes entren a mirar o comprar en una shopping.

Todavía hoy, muchas habaneras cuando van a las tiendas dicen "voy a La Habana". Porque pese a su abandono y decadencia, La Habana sigue siendo una urbe apreciada por sus habitantes y conservando cierto glamour para los viajeros.

Foto: George Skadding, 1952, Life

miércoles, 23 de septiembre de 2009

Reportaje a pie de calle


Por Tania Quintero

Escribir hoy en Cuba como periodista independiente es como parir, con la diferencia de que una embarazada dispone de nueve meses para prepararse y nosotros estamos siempre contrarreloj.

Aquéllos que nos elogian por nuestro empeño en dar a conocer la realidad de una nación en decadencia, no pueden ni imaginar las vicisitudes con que cada semana escribimos. Vivimos y latimos al mismo ritmo de la poblaci ó n: comemos lo mismo, caminamos por las mismas calles, hacemos las mismas colas y montamos las mismas guaguas. Sólo que nuestra visión tiene otra graduación y percibimos como si fuéramos parapsicó logos. Y de este relacionamiento diario con la gente nacen estas cró nicas cotidianas, objetivas y amenas.

No importa que por luz tengamos un mechón, que por asiento el quicio de una acera y por papel el reverso de viejos modelos oficiales tirados a la basura. No nos alcanzan los bolígrafos; las cintas de las obsoletas máquinas donde mecanografiamos están supergastadas y la tranquilidad para escribir apenas existe. No obstante, cada semana aquí estamos, reportando desde La Habana. Ninguno de nosotros es un superhombre o una supermujer, estamos tan lejos de la heroicidad como del Amazonas, pero padecemos de una enfermedad: la de escribir verdades.


"Voy a La Habana", decían los habaneros antes de 1959 y ya se sabía que iban de compras, porque las principales tiendas radicaban en las calles Galiano, San Rafael, Neptuno, Reina, Belascoaín, Monte, Muralla, Obispo, pertenecientes a los que ahora se conoce como los municipios de Centro Habana y Habana Vieja. Había edificios completos dedicados al comercio minorista y también pequeñas tiendecitas, propiedad de judíos, polacos, alemanes y otros europeos que en los años de la Segunda Guerra Mundial hicieron de Cuba su segunda patria.

Después del 59, en las tiendas, a nivel nacional, las mercancías comenzaron a desaparecer de las vitrinas, pero por mucho tiempo todavía en la capital decir ir a La Habana era sinónimo de compras, a pesar de las limitaciones del racionamiento impuesto a partir de 1962 y que no sólo abarca los alimentos, sino los denominados productos industriales . Desde un carretel de hilo hasta un par de zapatos: todo comenzó a ser normado. Uno por persona o por núcleo familiar una vez al año.

Cuando en 1990 se decretó el período especial , ya hacía tiempo que la expresión ir a La Habana había caído en desuso, pues cada vez era menos lo que el buenagente del Estado nos podía ofrecer por la libreta. Aunque hubo una época en que floreció la actividad comercial con la creación del Mercado Paralelo , donde a precios más altos se podía comprar por la libre, sin necesidad de la libreta de racionamiento. Ese período coincidió con una política económica inspirada y subvencionada por los países del desaparecido CAME, fundamentalmente de la ex-Unión Soviética.

Hoy la etapa del Mercado Paralelo es recordada con nostalgia, pues fueron tiempos de poder comprar un cake de chocolate por diez pesos y por menos de dos pesos toda clase de jugos, conservas, sardinas, etcétera, etc., provenientes de Bulgaria, Albania y la URSS, entre otros países del campo socialista, que en paz descanse junto con todos los burócratas cubanos muchos de ellos hoy gerentes de firmas extranjeras que durante décadas les dieron cuerda al revés al reloj y, consciente o inconscientemente nos trataron de inculcar una filosofía cuya premisa básica era hacer difícil lo que es fácil: el ejemplo más palpable eran los pomos de compota rusa de manzana o de ciruela, de excelente calidad y sabor, pero que para abrirlos había que pasar un mínimo-técnico.

A partir de 1993, con la despenalización del dólar, ir de compras se convirtió en un deporte nacional casi tan popular como la pelota. El afán consumista en una nación que condena la podrida y decadente sociedad de consumo norteamericana sólo puede creerse si se vive actualmente en Cuba: no hay cubano que no sueñe diariamente con los benditos "fulas" (dólares) para resolver desde el jabón para bañarse hasta los zapatos para su hijo poder ir a la escuela. Por cierto, a las tiendas ya no se les llama así: ahora son shoppings . Por obra y milagro del dólar, la moneda del enemigo imperialista, ya los habaneros no dicen "voy a La Habana", sino "voy pa'la shopping".

Antaño, la más modesta tienda de cualquier capital de provincia no tenía nada que envidiarle a la más exclusiva shopping de ahora, porque los tenderos eran personas serviciales que si creían o no en el eslogan "El cliente siempre tiene la razón" no lo aparentaban y le atendían a uno con eficiencia y sin perder la sonrisa. A diferencia de aquellos comercios con tenderos amables, los compañeros que trabajan en las shoppings , a pesar de tener la inmensa mayoría con qué desayunar y hasta transporte para que los lleven y los traigan, parece que fueron seleccionados no sólo por su militancia y su incondicionalidad, sino también por su mal funcionamiento hepático. Salvo excepciones, la consigna revolucionaria "Mi trabajo es usted" a ellos les resbala por los vistosos uniformes que usan.

La gente qué va a hacer, si no le queda otro remedio que ir a carenar allí para hacer más llevadero el calvario del periodo especial en tiempos de paz. Las shoppings deben tener las plantillas infladas, porque a pesar de su mal trato y demora, tienen montones de empleados vigilando, para junto con las alarmas y las cámaras ocultas de televisión tratar de impedir los robos. Algunos ocurren entre la propia empleomanía y otros parecen copiados de una película del sábado, como el sucedido hace un tiempo en La Sirena , una shopping ubicada en la Avenida 51, en la problemática barriada de Marianao. Fue cometido por mujeres que llegaron metiendo guapería a la cola: el portero las dejó pasar y ya adentro se adueñaron de dólares de una de las cajas, ante la sorpresa de empleados y público. La operación les falló y fueron detenidas. En otro barrio, en La Víbora, en un momento de descuido en uno de los departamentos de Brimart se llevaron cerca de tres decenas de aretes. Pero lo que más abundan son los ladrones solitarios, que se apropian lo mismo de un paquete de café Cubita que de una lata de jamón Tulip.

Este acápite de los robos ya fue previsto por las distintas cadenas de shoppings (Cubalse, Tiendas Panamericanas, TRD Caribe, Caracol). Están catalogados como "faltante planificados" y es consecuencia de una práctica corrupta surgida al calor del comercio socialista racionado, vigente desde 1962.

Si en lo que es atención al consumidor las shoppings dejan mucho que desear, en materia de precios es el caos andante. Todas, al fin y al cabo, son propiedad del Estado, pero en unas un mismo producto tiene un precio y en otras, otro. El mismo desorden reina en la organización interna, con las mercancías no siempre visibles ni debidamente acotejadas.

Pero lo más triste del caso, me decía una amiga brasileña, es que ustedes pagan como si en vez de artículos de primera necesidad estuvieran comprando oro. "En Brasil, por ejemplo, con los cinco dólares que ustedes gastan en un paquete de medio kilo de carne molida de segunda, uno se puede comprar un buen pedazo de carne de res de primera.

Según esta brasileña, con lo que aquí se gasta en comprar alimentos para una semana, en su país alcanza para la factura de todo un mes. Ni ella ni muchos visitantes lo entienden. Nosotros tampoco, pero lo importante es que con bloqueo o sin bloqueo, nosotros seguimos yendo "pa'la shopping", donde no faltan productos made in USA , como el pomo de salsa para espaguetis que una vecina compró, fabricado por The Red Wing Company of New York.

No hacía ni una hora que había llegado a la parada final de la ruta 15, en Cuba y Desamparados, en La Habana Vieja, cuando avisan que las guaguas están desviadas. En la zona del antiguo muelle de caballería han cerrado la calle por la filmación de una película. Son las ocho y media de la noche. No queda más remedio que caminar. El espectáculo comienza a partir del muelle por donde salen las lanchas para Regla y Casablanca, con dúos y tríos de jineteras yendo y viniendo por la Avenida del Puerto. En la bahía no hay muchos barcos anclados, pero ellas se han vestido y perfumado como si fueran a conquistar a Imanol Arias, el actor español protagonista de la película que están rodando esta noche. En el bar Two Brothers , recientemente remozado, una decena de muchachas aguarda. Sólo una, al parecer, ha tenido suerte: está en una mesa bebiendo con un cliente mientras tres se contonean al ritmo del Toca Toca , la canción con la cual Adalberto y su Son hacen bailar a la juventud en este insípido fin de año.

Sigo caminando y comienzo a recordar. Por aqu í a veces anda Milena, la mulata achinada, madre de una ni ñ a de ocho a ñ os. Ella prefiere El Vedado o Miramar, porque por esos barrios los "fulas" se consiguen más rápido. Milena, como Yadira, salen a la calle a "buscar el pan" solamente cuando lo necesitan sus hijos o su familia. "Hay demasiadas enfermedades y maldades y la alimentación es bastante mala para estar en estos todos los días en esto", alegan.

A un lado y otro de la Avenida del Puerto hay suficientes servicios gastronómicos por dólares. Casi todos están semivacíos. Quizá porque es muy temprano o porque es miércoles o porque los marineros han preferido quedarse en sus camarotes. Lo cierto es que como me dijo un dependiente de uno de esos snack-bar abiertos las veinticuatro horas: Si no fuera por los jineteros tendríamos que cerrar. Ellos, como los gusanos (exiliados), están contribuyendo a la reanimación económica del país. ¡Quién lo iba a imaginar!

Un gentío se arremolina alrededor de la filmación, que no es otra que Ilona llega con la lluvia , una coproducción cubano-colombiano-española. La policía está ocupada controlando el escaso tráfico y los bicicleteros, como abeja tras el panal, se mueven constantemente de un lado para otro. Suena el cañonazo de encuentro las nueve de la noche. Minutos después zarpa El Galeón con su carga de turistas torpes intentando bailar la salsa cubana. En la acera opuesta reina la oscuridad. Es una zona de árboles que se extiende más allá del Anfiteatro. Cerca está el Arzobispado de La Habana, el Palacio de la Artesanía y el bar-restaurant Cabañas. En los bancos diviso parejas de cubanos con extranjeros y hasta unos gays cuya nacionalidad no puedo ni adivinar.

Nada de eso me sorprende, lo que me molesta es que se trate de tapar el sol con un dedo en este asunto de la prostitución. Porque de que la hay, la hay. Y va en aumento. No sólo de mujeres: de hombres también. Hay homosexuales y hasta niños que practican el sexo oral por un d ó lar. Hay estudiantes como Vicky y Roxana, que celebraron sus quince años en un hotel capitalino de la mano de sus cincuentones novios italianos, con el visto bueno familiar. Hay jóvenes menos afortunadas, como Fanny, que sólo pudo resolver tres dólares la primera vez. Ese dinero al día siguiente lo vendió en el mercado negro y con los 75 pesos que le dieron se fue a comprarle comidita a su hija de dos años.

Más triste es el caso de una joven que dejó con su hermana a su bebito de tres meses y cuando se disponía a desvestirse notó como de los pechos brotaba incontenible la leche. Se echó a llorar, pero él era de los turistas buenos. La abrazó y le dio 50 dólares. A un abogado madrileño le fue menos dura la escena: la mujer, de unos 30 años, comenzó a contarle el martirio de nuestra vida diaria. Y de la piscina del hotel no pasaron. Después de invitarla a cenar le regaló cien dólares.

Un poco más allá de donde termina la Avenida del Puerto, por el Paseo del Prado, suele moverse Sandra, una escultural negra con un t í tulo universitario en la gaveta de su c ó moda. Ella hace lo indecible por no parecer jinetera y muchos menos prostituta. A sus turistas les habla de arte y de historia; domina dos idiomas y hace dieta para no engordar. Su dilema es otro: disponer cada día de no menos de 20 dólares para pagar a porteros y carpeteros el derecho a esperar en el lobby del hotel. Ahí no terminan sus problemas: tres veces han intentado asaltarla al entrar en su casa. La solución es regresar en turistaxi y y pedirle al chofer que aguarde a que ella entre y pase el cerrojo. Eso le cuesta de uno a tres dólares de propina para el chofer.

Sin darme cuenta llego a la salida del Túnel. Me siento en un quicio a esperar. Hace más de una hora no pasa una 15. Un grupo de turistas llama la atención de los que estamos en la misma desesperada situación. Alguien dice: Coño, pero si son bolos . Miro. Efectivamente, parecen rusos, por la forma de vestir y caminar. Van callados y en fila como si fueran a una reunión del partido. Alguien hace un chiste. La gente se ríe. Yo no tengo deseos de reír. No por la demora de la guagua, sino porque pienso que despatarramos a la burguesía nacional para ahora abrirle las piernas al capital extranjero. Y eso, más el turismo, deja sus secuelas. La prostitución es una de ellas. Es la punta visible del iceberg . Las otras lentamente saldrán a flote.

(Publicado en la revista Encuentro No. 3/96 con el título Reportando desde La Habana.)

lunes, 21 de septiembre de 2009

Yoani apunta con pistola


Por Iván García


Para llegar al apartamento de Yoani Sánchez se necesita estar en buena forma física. Nunca se sabe si el ascensor está funcionando. Entonces hay que usar las escaleras. Y subir hasta el piso 14 de un edificio prefabricado de hormigón, impersonal y gris, de tecnología serbia (cuando ésta pertenecía a Yugoslavia), y que una vez intentó ser la solución de los burócratas del gobierno cubano al acuciante problema de la vivienda en la Isla.

No resolvió la situación, lo que sí contaminó el paisaje urbanístico de la llana y apacible barriada de Nuevo Vedado, con la construcción en los años 80 de cerca de veinte edificios feos y chapuceros que dan fe del poco aprecio que el régimen siente por la arquitectura.

En uno de ellos, a tiro de piedra de la Avenida Boyeros y con un balcón, desde donde se divisan las oficinas de la nomenclatura cubana y el extravagante monumento a José Martí en la Plaza de la Revolución, viven Yoani Sánchez, su esposo, el periodista Reinaldo Escobar, y Teo, el hijo de ambos, de 14 años.

Sánchez se graduó de filología en el 2000 y ha golpeado duro en los ratings de la blogosfera mundial con sus casi 100 millones de hits en 2008 y numerosos reconocimientos internacionales. Además de molestar, y mucho, a los mandamases criollos, pálidos de envidia por el atrevimiento de una de sus ciudadanas, de abrir una grieta en el monolítico control estatal sobre los medios.

Yoani Sánchez Cordero nació una tarde tormentosa del 4 de septiembre de 1975, en pleno corazón de La Habana, en el populoso barrio de Cayo Hueso, cuna del feeling y el jineterismo. El 7 de febrero de 2009, en su piso sobrio y amueblado con gusto, Yoani me concedió una larga entrevista. Una parte ya fue publicada (http://www.penultimosdias.com/2009/02/23/entrevista-a-yoani-sanchez/). Ahora, el resto de aquella conversación, a la que sólo he añadido links.

Iván García: Sé que muchas veces te lo han preguntado, pero ¿cómo exactamente surgió la idea del blog?

Yoani Sánchez: La idea de Generación Y surgió por la acumulación de una serie de historias, preguntas que yo me dí cuenta que no iban a tener nunca un espacio en ningún periódico serio, porque eran historias, crónicas de mi realidad que estaban muy marcadas por la emoción, muy marcadas por la óptica subjetiva de una persona, las experiencias generacionales. Y claro, eso no es periodismo serio, propiamente dicho. Y justo cuando ya se acumulaban todas esas historias, descubrí la tecnología blogger .

Aunque soy filóloga de profesión, desde hace casi quince años tengo como pasión la informática. Al descubrir la tecnología blogger me dije, "esto precisamente es lo que necesito, una herramienta que me permita autopublicarme, sin tener un jefe editorial, sin tener un director, sin tener un censor. Y en esa confluencia de los deseos, en abril del 2007 apareció ese exorcismo personal que es Generación Y.

I.G: ¿Tenías algún antecedente, habías leído algún blog?

Y.S: Sí, cómo no. Mucha gente dice que mi blog fue el primero que se hizo desde Cuba, eso es totalmente falso, me he afanado en desmentirlo. Cuando comencé, ya yo conocía de la existencia de otros blogs que se hacían fuera y dentro de la Isla. Por ejemplo, hay un blog magnífico que se hace con seudónimo, Mi isla al mediodía, hecho por alguien que se hace llamar a sí mismo, "un cubano de esta isla". De alguna manera, al leer yo cómo escribía esa persona, y ver la cercanía de historias, fue como si me surgiera la idea, y me dije "algo así es lo que quiero hacer". Soy totalmente deudora de otros blogueros anteriores, por ejemplo un blog fabuloso que se llama Delito Mayor, de un profesor de matemáticas, radicado en Cuba de apellido Pérez Cuza.

Entonces, al ver estos blogs, supe que había una ventana y además esa ventana ya estaba siendo usada por cubanos. Por lo tanto, era posible hacerlo dentro de la Isla. Eso fue un buen incentivo. De todas maneras, aunque no fui la primera bloguera en mi país, me considero pionera en dar la cara. Hasta el momento en que yo, para escribir lo que pienso, publico mi nombre, mi rostro, y número de carnet de identidad, el fenómeno blogger dentro de Cuba era básicamente con seudónimos.

I.G: ¿Cómo te sientes al levantarte cada mañana libre de doble moral y sin antifaz y escribir en el ordenador lo que piensas?

Y.S: Uno transita por muchas etapas, al principio tienes muchas cosas que sacar, escribes irreflexivamente. Después te das cuentas que hay demasiadas personas en el mundo que te leen, que tienes tremenda responsabilidad, que has ganado amigos y enemigos gratuitamente. Entonces sientes que tienes que dar un discurso, o escribir de una manera que al menos no incite a la violencia. Eso es lo que trato. Intento mantener mi voz fresca, sin que se profesionalice, ahora me siento mucho más responsable, y es una carga pesada. Muy pesada.

Porque hay muchas personas que se enteran de las cosas de Cuba a través de mi blog. Si no tratar de ser objetiva, porque el bloguero no tiene que ser objetivo, al menos debo no trasmitir ningún tipo de convocatoria a la violencia. Ningún tipo de rencor que alimente los ya múltiples rencores que tenemos entre nosotros.

I.G: ¿Cuándo en 2004 regresaste a Cuba, luego de vivir un tiempo en Suiza, ya tenías en mente lo del blog?

Y.S: No, en ese momento no. Cuando regresé a Cuba en el 2004 el fenómeno blogger estaba extendido en el mundo, pero aún no había llegado a mis oídos. Yo regreso a La Habana en agosto del 2004, pasé unos angustiosos meses para poder legalizar mi situación. Porque como todos saben, cuando un cubano pasa más de once meses en el extranjero es considerado emigrante definitivo y sólo puede regresar como turista.

Para mí fue un drama volver a obtener el carnet de identidad y mi permiso de residencia. Incluso fui amenazada con ir a prisión, cosa que no se concretó porque había un niño, mi hijo. Eso fue en agosto del 2004, pero no logro legalizar mi situación, hasta diciembre de ese año.


Ese propio mes junto con un grupo de cubanos, todos radicados en el interior de Cuba, fundamos un proyecto muy interesante que se llamó Consenso. Un proyecto que ha tenido varias evoluciones y que de alguna manera evolucionó hasta convertirse en el portal Desde Cuba. No era un blog, sino una página web que se comportaba como una revista. Generación Y llegó en 2007, el mismo año en que Reinaldo abrió su blog, Desde Aquí. Y a partir de enero de 2009, la plataforma Voces Cubanas.

I.G: A pesar de las prisas a la hora de hacer un blog, se nota en Generación Y el buen uso -casi exquisito- del idioma español.

Y.S: Me considero una filóloga renegada. Cuando me gradué en la Universidad de La Habana, allá por el año 2000, fue un proceso tan traumático, porque yo hice una tesis que se llamaba "Palabra bajo presión en la literatura de la dictadura en Latinoamérica" y eso me costó tanto, un proceso de desenmascaramiento de todo un mundo académico, que decidí no trabajar nunca más como filóloga, y de ahí me fui a la informática.

De todas maneras, no he podido desprenderme de los estudios gramaticales, fonéticos y literarios realizados en la universidad, pero lo que más me gusta de esa combinación de la informática y conocimiento del español, es lograr hacer que una lengua como el castellano funcione en la red y trasmita un mensaje. Internet es un medio que funciona básicamente en inglés y mucha gente para emular con él, corrompen totalmente el español para adaptarlo a ese medio.

No creo que sea necesario, el español puede dar muchísimo en la red y de alguna manera esa es la prueba que ha dado Generación Y. Se puede tener un discurso crítico, se puede expresar opiniones con mucha carga emocional sin pasar por la violencia verbal, ni el atropellamiento del idioma, o el uso de anglicismos. El español puede dar eso y mucho más.

I.G: ¿Has tenido muchas dificultades para mantenerlo?

Y.S: Sí. El costo personal, material y social de Generación Y es muy alto. Al principio, cuando comencé mi blog, era como un grito en el vacío, pues no tenía un proyecto, y menos la idea de que iba a generar todo un fenómeno. Entonces pasaron muchos meses en que por momentos yo decía "quiero abandonar esto". Porque me daba muchísimo trabajo, el precio de acceso a Internet es muy caro, entre 5 y 8 pesos cubanos convertibles (entre 120 y 200 pesos) la hora y la conectividad casi siempre es pésima.

He tratado de hacer mi sitio en cibercafés y hoteles donde cualquier persona puede hacerlo. Trato de no utilizar ninguna herramienta que no esté al alcance del resto de mis conciudadanos. Gracias a mis conocimientos informáticos puedo optimizar mucho mi tiempo online y propiciado iniciativas para situaciones imprevistas.

Un ejemplo: en marzo del 2008 el gobierno cubano bloqueó mi bitácora en la plataforma DesdeCuba, donde se encontraban alojados varios blogs, entre ellos el mío, y eso complicó mucho las cosas. No podía leer mi blog, me conectaba a internet y mandaba los textos escritos en casa, copiados en una memoria flash y los envíaba por email. Amigos fuera de Cuba me los colocabann y a vuelta de email me mandaban los comentarios. Una forma de "bloggear" muy primitiva.

Hace rato hubiera desistido si no fuera por estar consciente de que hay tanta gente leyéndome y apoyándome. Si no fuera por eso, por todos los correos electrónicos que recibo, con palabras de ánimo, convocándome a que siga, creo que hace rato hubiera tirado la toalla.

I.G: ¿Qué opinión tienes sobre el periodismo independiente que se hace en Cuba?

Y.S: El periodismo independiente ha transitado por diversas etapas y ha recibido golpes muy duros por parte del sistema represivo y policial. Es un periodismo que enfrenta cada día muchas dificultades materiales, de traslación y también la dificultad de hacer circular sus propios textos al interior de la Isla. Y todo eso marca mucho. Considero que es verdaderamente heroico que una persona se dedique a hacer periodismo independiente en Cuba. Pero me parece que el periodismo libre cubano está abocado a absorber las nuevas tecnologías.

Porque como ha probado todo este fenómeno blogger, la capacidad de difusión, el alcance que puede tomar un individuo en internet indica que el periodismo independiente actual debe asumir mejor las nuevas tecnologías y subirse al tren de Internet, aunque para la mayoría de la población cubana sea tan difícil el acceso. Aún así, creo que vale la pena.

De todas maneras, respeto mucho a las personas que hacen periodismo independiente, tengo un pariente muy cercano, Adolfo Fernández Saínz, preso desde la primavera del 2003. Fue condenado a 15 años y va por 6, sólo por escribir sin mandato lo que piensa. Quienes se dedican a esta labor tienen que saltar una cantidad de miedos interiores, tienen que cruzar una serie de prohibiciones que de por sí los hacen personas valiosas.

I.G: No eres opositora, ni disidente, ¿cómo te enmarcarías?

Y.S: Como filóloga. Tengo aversión a las palabras que intentan definirlo todo. No me considero una opositora por una sencilla cuestión semántica: una opositora debe tener un programa. Un programa que parta de un partido o de una organización. No tengo un programa para cambiar las cosas que me pasan cada día. No soy yo, es la realidad la que es totalmente contraria al discurso oficial. Por otra parte, tampoco me considero una disidente. Porque una disidente -al menos para mí- es la persona que un día abrazó un sistema político y en un momento de su vida comprendió que no se ajustaba su manera de pensar a ese dogma y se separó.

Yo nunca he creído en este sistema politico por la sencilla razón que cuando nació mi conciencia política ya se había venido abajo el Muro de Berlín y la URSS se había desmembrado. Por tanto, no tuve tiempo de tener ilusiones. Y como no tuve ilusiones, no tuve que desilusionarme y pasarme al otro bando. Por eso no me considero disidente: ser disidente implica una ruptura con algo que se hizo. Pertenezco a una nueva generación. La generación del descreimiento, la generación del cinismo, la generación de los que nunca tuvieron fe. Lo cual es muy duro, porque si es duro desilusionarse, más duro es no haber creído.

Pero pertenezco a esa generación. ¿Cómo se llama eso? No sé. Pero puedes estar seguro que debe haber alguna palabra que se ajusta más para definir a las personas que sentimos esa carencia de ilusión y que tenemos entre 25 y 40 años.


I.G: ¿Qué te parece el proyecto político de la oposición cubana, lo ves válido?

Y.S: Todo proyecto que pluralice el espectro de opiniones dentro de un país es válido. En Cuba hemos vivido durante medio siglo como en un lienzo monocromático y todo aquel que agregue un nuevo color a mí me parece saludable para la nación. De todas maneras, la oposición también se ha visto muy limitada por los propios controles, por las propia leyes que hacen que exista una figura delictiva, como asociación ilícita, que exista una figura tan absurda como propaganda enemiga, cualquiera que imprima una hoja y la distribuya puede ser juzgado por eso. Y entonces claro, eso limita muchas sus acciones. Estoy segura que si el gobierno cubano permitiera aunque sea a las dos de la madrugada que cada día un líder de la oposición pueda hablar al pueblo, otro gallo cantaría.

Por el momento, ellos ven muy reducidas sus posibilidades por ese control informativo. Por eso, si se me permitiera, como persona a quien le gusta dar opiniones, les recomendaría usar más la red para difundir su labor. Difundir una labor en la vida real, es claro la prioridad, pero internet puede ser una magnífica herramienta para llegar por un tercer camino a los propios cubanos. Conozco a casi toda la oposición en Cuba, conozco sus tendencias políticas, tengo muchos amigos en la oposición. Y de verdad, es loable cuando una persona decide tomar ese camino, es muy duro el costo personal.

Sinceramente, me gustaría que esas agrupaciones políticas pudieran evolucionar hacia coaliciones más fuertes, que no estuvieran tan fragmentados, que no hubiera tantas rencillas -una buena parte de ellas motivadas por la propia labor de los órganos de inteligencia. Si no unidos, porque no se trata de una unión artificial que saltara las diferencias, sí me gustaría ver un panorama con más colaboración entre los diferentes partidos y grupos opositores.

I.G: ¿De los muchos sectores que en Cuba ansían con desespero un cambio, cuál es el más atractivo para ti?

Y.S: La sociedad civil. Dentro de la sociedad civil sí tengo personas que admiro mucho, como Dagoberto Valdés. Eso te dice mucho de mi proyección. Más que figuras de corte político, a mí me resulta más cercano todo lo que se hace desde la sociedad civil.

Personas que hacen proyectos, como la revista Convivencia. A lo mejor alguien piensa que es una pequeñez, pero ¡los grandes cambios empiezan con pequeños pasos! Ese slogan de Dagoberto Valdés "La fuerza de lo pequeño" a mí me resulta muy atractivo. Valdés es una figura que reúne como nadie la capacidad de no generar animadversión prácticamente en nadie de la oposición, ni de la sociedad civil.

Es un punto de confluencias, y esos puntos de confluencias son muy positivos, porque cuando las personas sacan todas las diferencias de enfoque, de ideología para unirse alrededor de un proyecto social, es muy positivo. Y en ese caso, Dagoberto es la persona que tengo más cercana en cuanto a simpatías y caminos comunes.

Yoani mira el reloj. Llevamos más de una hora conversando. Tiene el ordenador encendido a la espera de escribir su próximo post para Generación Y. La observo trabajar en un mar de papeles, discos y artefactos tecnológicos.

yoani por jlori.

Da la sensación de una hormiga o una liliputiense rodeada de gigantes. Sánchez es muy delgada, no llega a las 110 libras (unos 50 kilos). Y me pica la curiosidad: de dónde saca tanta energía. Es un fenómeno.

Antes de despedirme, no puedo obviar preguntarle:

¿Te gustaría que te beatificaran después de muerta?

Ríe de forma amplia y limpia. Y sus ojos castaños claros se achican tanto que casi desaparecen. "He sido demasiado hereje para ser beata. Además, la muerte tendrá que esperar, pienso vivir hasta los 90 años", responde mientras teclea ágilmente su nuevo texto. Internet y su blog Generación Y son sus armas. Y con ellas dispara.


(Publicado el 14.7.09 en el blog Desde La Habana).
Fotos: Tomadas del reportaje Los 100 del Año, revista El País Semanal; ceslava.com y jlori, Flickr.

domingo, 20 de septiembre de 2009

La Revolución de Juanes

Juanes en La Habana, ensayo de Paz sin frontera por Concierto de Juanes por la Paz en La Habana.

Por Iván García

El prestigioso cantante colombiano fue claro. Para Juanes, después del amor a su madre, el padre y el resto de su familia, Fidel Castro y el guerrillero Che Guevara, ocupan un lugar destacado en su corazón. Vale. Juanes es un hombre libre, él admira a Fidel Castro, como algunos muchachos rapados de Leipzig, adoran a Hitler, o algún que otro italiano venere a Benito Mussolini.

No es el punto. Cada cual se adhiere a la ideología que más le plazca. Y es seguidor de la figura política que desee. Juanes está en su derecho de cantar bajo un sol africano, a las dos de la tarde en la mítica Plaza de la Revolución, sede de los largos e incendiarios discursos de su idolatrado Fidel Castro.

Ahora, también los cubanos que viven desperdigados por medio mundo y las personas contrarias a las formas totalitarias que no permiten permitir criterios alternativos, como es el caso del poder ejercido por los hermanos Castros, están en su libre derecho de criticar la posición del cantante colombiano.

Ya lo de quemar discos y fotos del artista en la Pequeña Habana, me parece el típico gesto radical y fascista de personas que no contemplan entre sus prioridades el debate. Creo que fue el independentista dominicano Máximo Gómez el que dijo que los cubanos o no llegan o se pasan.

Llevaba razón Gómez. Si algo se ha disparado hasta niveles intolerable en 50 años de gobierno caudillista en la isla, es la falta de una cultura del debate. Los cubanos siempre nos creemos que tenemos la razón. Y que el contrario está equivocado.

Para mí no es de buen gusto haber escogido a La Habana, como sede de un recital por la Paz. Mejor lugar para cantar por la paz y la concordia, sería si Juanes, Olga Tañón. Miguel Bosé y compañía, cantaran en Ginebra, Oslo, Helsinki, Copenhague o Santiago de Chile, ciudades donde sus gobiernos implementan leyes que respetan a las personas.

Pero bien, el polémico colombiano eligió La Habana. Capital de un país donde Fidel Castro y ahora su hermano Raúl, dirigen los destinos de su pueblo como lo que son, dictadores tropicales. Puede que eso a Juanes le importe poco. Y no veo por qué el dichoso recital ha despertado tantas pasiones.

Yo creo que no sólo Juanes debería cantar en Cuba, también serían bienvenidos cubanos prohibidos por el régimen, como Willy Chirino, Paquito D´ Rivera o Arturo Sandoval. Vería con buenos ojos que por los alrededores de la Catedral, en la parte vieja de la ciudad, se vendieran cds de Celia Cruz.

Y no solamente libros de Raúl Roa o Eliades Acosta. Muchos en la isla quisieran leer la poesía proscrita de Raúl Rivero, deleitarse con la prosa de Guillermo Cabrera o Reinaldo Arena. O permitir que puedan viajar a su patria, sin pedir permiso al Estado, al escritor Carlos Alberto Montaner o a mi madre, la periodista Tania Quintero.

Los fanáticos del deporte extrañan -y desean- que Kendry Morales y Liván Hernández, entre otros jugadores cubanos en Grandes Ligas, pudieran formar parte de la novena nacional de béisbol, en el próximo Clásico Mundial.

La revolución de Juanes es pura hojarasca. Lo que nos faltaba. Con lo que en esta media centuria ha vivido un pueblo dividido y manipulado!

A la misma hora que Juanes cantará, bajo una algarabía de espanto, en la plaza sagrada del fidelismo, 57 presos de conciencia, lo estarán viendo por televisión en sus sucias galeras, donde permanecen desde abril del 2003, condenados a exageradas condenas, por escribir y decir lo que piensan en voz alta.

Ellos, los de la Primavera Negra, y nosotros, los cubanos de adentro, envidiamos a Juanes. Porque es un tipo libre. Que puede viajar, cantar y hablar donde le plazca. Nosotros no. De cualquier manera, muchos en la isla son fans del colombiano y bajo el tórrido calor, disfrutarán la propuesta artística de Juanes y sus amigos.

En lo que a mí respecta, a esa hora, en mi viejo radio chino marca Tecsun, por Radio Exterior de España escucharé algún partido de fútbol de la liga española. No me gusta Juanes. Y créanme, no es nada personal.

Foto: JotaLeg, Flickr

Visto lo visto

Por Tania Quintero

Revisando imágenes sobre Cuba en Flickr, en la Galería de Luz de Noche encontré varias fotos de Ernesto Guevara que nunca había visto. De ellas seleccioné tres, que deben haber sido tomadas entre 1959 y 1962. En la primera, el Che capta una instantánea o simplemente mira por el teleobjetivo de una cámara bastante moderna para la época. El de los espejuelos y barba, es Carlos Rafael Rodríguez, líder del Partido Socialista Popular.


En la segunda, prefirió sentarse en la mesa de una asamblea donde el emblema de la Unión de Jóvenes Comunistas fue colocado entre la bandera cubana y una gran tela roja con la hoz y el martillo. El barbudo detrás es Antonio Núñez Jiménez, entonces capitán del Ejército Rebelde y muy vinculado al argentino.


En la tercera y última, aparece junto a Núñez Jiménez, probablemente en la recién nacionalizada Cubana de Acero (antigua American Steel). La niña es la primogénita del Che, Hilda Guevara Gadea.


Estas fotos no tuvieran mayor importancia si no fuera porque entre marzo y abril de 2008 desde Cuba comenzaron a llegar noticias sobre la fiebre consumista desatada por la venta de reproductores de dvd y celulares, entre otros.


La "fiebre" no duró mucho: el 26 de julio, desde Santiago de Cuba, Raúl Castro decidió bajarla (su discurso, aquí). Las efectistas medidas con que Castro II quiso "saludar" su nombramiento presidencial, el 24 de febrero de 2008, fueron muy publicitadas en el exterior y bien recibidas por los cubanos poseedores de divisas en la Isla. Pero el descubrimiento de esas fotos del Che me hicieron recordar el propósito de Fidel Castro de hacer del cubano un "hombre nuevo".


Visto lo visto, los estímulos materiales han derrotado a los morales. Y el Hombre Nuevo patrocinado por Fidel Castro se ha esfumado. No en una noche de luna llena en la Sierra Maestra. Ni siquiera en el muro del Malecón. Hacía tiempo venían evaporándose, pero terminaron de esfumarse en las "shoppings" surgidas cuando él despenalizó el dólar, el 26 de julio de 1993, también celebrado en Santiago de Cuba (aquel discurso, aquí).


sábado, 19 de septiembre de 2009

Los "camellos" emigran de La Habana


Por Will Weissert / AP

Primero se siente el tufo del combustible diésel, después un traqueteo metálico y finalmente una columna de humo negro avisa que el "camello'' ha llegado a la parada.

Estas abultadas bestias de 18 ruedas, mutantes de hierro construidos con dos autobuses de la era soviética soldados sobre una plataforma y remolcados por otro vehículo, son desde hace mucho tiempo la pesadilla del transporte público habanero: saltones, calurosos y atestados, a veces con 400 pasajeros a la vez.

Pero su desaparición gradual es un signo revelador de cambio en el ocaso de la era de Fidel Castro. Se anticipa que el último camello quedará fuera de servicio en La Habana el domingo por la noche.

El camello, llamado así por su frente y tren trasero encorvados, es eclipsado por miles de autobuses urbanos nuevos procedentes de China, en momentos en que el gobierno encabezado por Raúl Castro trata de resucitar un sistema público de transporte al borde del colapso.

La ruta M-6, que va desde los barrios capitalinos del sur hasta la Universidad de La Habana, es la última ruta del camello y las autoridades municipales dicen que les han ordenado retirarlos todos este fin de semana.

"Yo pienso que deberíamos hacer un monumento al camello'', dijo uno de sus pasajeros, el retirado Salvador Carrera. "Ha sido una cosa extraordinaria''.

Fuera de la capital, los camellos están lejos de haberse extinguido. El gobierno tiene una flota de más de un millar en la isla y los de La Habana podrían utilizarse para aumentar el servicio en el resto del país, dicen empleados del transporte.

Al igual que los automóviles antiguos que se ven en Cuba, los camellos son característicos de la isla. Lo que carece de atractivo lo compensa con su capacidad en el número de pasajeros.

"Nosotros podemos cargar 200, 300, hasta 400 personas, la guagua [autobús] no'', comentó la conductora Estela Doira. "Estamos de lo más contentos pero a la vez tristes porque el camello resuelve mucho más que la guagua''.

Al comienzo de un viaje en camello una mañana la semana pasada, tomó poco más de cinco minutos para que 75 pasajeros subieran y pasaran por las puertas estrechas de retaguardia. Doira se asomó por una ventanilla para asegurar que nadie quedara atascado. Las puertas, de metal angosto con bordes afilados, se cerraron con un retumbar metálico que sonó lo suficientemente agudo como para cortar lo que se le pusiera en el paso.

Los más afortunados consiguieron uno de los 58 asientos de plástico, mientras el resto tuvo que quedarse de pie. Cada pasajero le pagó a Doira 20 centavos, menos de un centavo de dólar.

Los camellos no tienen amortiguadores y cada bache en la calle hace temblar el vehículo. En cada parada suben más pasajeros: gente con niños pequeños, mochilas, herramientas de jardín y botellas de cerveza llenas de miel del mercado negro. Soldados con cara de niños se apiñan junto a colegialas con gafas de sol con marcos de colores chillones y ancianos de aspecto frágil.

Es difícil abrirse paso para entrar o salir y el chofer no puede escuchar a los pasajeros que le gritan " ¡La puerta! ¡Abre la puerta!''

"¡Muévanse, compañeros! ¡Muévanse hacia adelante!'', gritan otros.

Sin aire acondicionado, el calor tropical pronto se hace insoportable y el hedor invade el vehículo con la mezcla de sudores, gases de combustión y comida pasada. Los que van sentados sacan la cabeza por las ventanillas.

"Sólo en Cuba. En otros países la gente no aguanta tanto'', susurró la retirada Mari González, que fue lo suficientemente afortunada como para conseguir un asiento.

Los cubanos bromean que los camellos son más subidos de tono que el cine el sábado por la noche: sexo y delito, carteristas y toqueteos. Las conversaciones se entrecruzan y alimentan el molinillo de los rumores: Fidel Castro está muerto. No, espera, está recuperado; pasó el fin de semana en la playa. El peso se fortalecerá frente al dólar. O quizás será reemplazado por una nueva divisa.

El camello nació como respuesta a la escasez de combustible a principios de los años 90, cuando la Unión Soviética se desintegró y Cuba perdió un subsidio anual de unos $6,000 millones. Desde entonces la economía se ha recuperado algo gracias a los fuertes préstamos de China y los casi 100,000 barriles de petróleo diarios que suministra Venezuela.

Cuba invierte $2,000 millones para mejorar el transporte público y ha importado 3,000 autobuses modernos para la capital solamente. Los Yutong son menos robustos que los camellos y se están repavimentando las calles para evitarles desgaste.

El pasaje cuesta el doble que el del camello pero ofrecen mucho más asientos y un viaje menos accidentado. Los pasajeros pueden ascender y descender fácilmente, lo que agiliza el recorrido.

Carmen López, que esperaba un autobús chino para ir a su trabajo, dijo que estaba contenta de no viajar más en camello, aunque no cree que desaparezcan completamente de la capital.

"Están mandando los camellos al campo donde les hace falta más que a nosotros aquí'', comentó. ''Pero cuando se echen a perder, nos van a traer los camellos de vuelta''.

(Publicado en Cubanet el 21 de abril de 2008)

viernes, 18 de septiembre de 2009

De cuando Obama no había nacido (V y final)

Con estas fotocopias, terminamos la serie sobre noticias relacionadas con negros y mestizos en los Estados en la década de 1950, tomadas de vieilles_annonces, Flickr

Por Tania Quintero

Mamie Eisenhower Says Merry Christmas - Jet Magazine, January 6, 1955 por vieilles_annonces.

JET, 6.1.55: La primera dama, Mamie Eisenhower, envía regalos a niños de una familia negra cuyo padre estaba desempleado.

Governor's Stenographer - Jet Magazine, February 3, 1955 por vieilles_annonces.

JET, 3.2.55: Miss Earline Bryant, primera mecanógrafa y taquígrafa de la raza negra en trabajar para el gobernador de un estado, en este caso el de Denver.

Gary Indiana Post Tribune Hires First Black Reporter - Jet Magazine February 17, 1955 por vieilles_annonces.

JET, 17.2.55: Clarence Hunter, primer reportero negro en el Gary Post Tribune, de Indiana.

Tennis Star Earthna Jacquet in Fine Form - Jet Magazine, June 2, 1955 por vieilles_annonces.

JET, 2.6.55: Otra estrella negra del tenis masculino en EE.UU.


Southern Methodist University Has First Negro Graduates - Jet Magazine Jun 30, 1955 por vieilles_annonces.

JET, 30.6.55: Primeros estudiantes graduados de la Southern Methodist University.


700 Jehovah's Witness Members In Interracial Baptism in The Bronx, New York - Jet Magazine August 4, 1955 por vieilles_annonces.

JET, 4.8.55: Bautismo interracial de 700 Testigos de Jehová en el Bronx, Nueva York.


Con una mujer-símbolo, Rosa Parks (http://es.wikipedia.org/wiki/Rosa_Parks), terminamos esta serie, dedicada a uno de los países que más ha cambiado su mentalidad racista en las últimas seis décadas.

jueves, 17 de septiembre de 2009

De cuando Obama no había nacido (IV)

En la cuarta parte de esta serie, nuevas fotocopias de la revista JET. Al igual que las anteriores, han sido tomadas de vieilles_annonces, Flickr.

Por Tania Quintero


JET, 4.2.54: Artículo del entonces vicepresidente Richard Nixon sobre la integración racial.


Billie Holiday Skiing in Zurich - Jet Magazine Feb 25, 1954 por vieilles_annonces.

JET, 25.2.54: Billie Holiday "esquiando" en Zürich, Suiza.


President Eisenhower Entertains Ex Cook's Class at White House - Jet Magazine, May 20, 1954 por vieilles_annonces.

JET, 20.5.54: El presidente Eisenhower con un grupo de alumnos de diferentes razas invitados a la Casa Blanca.


Baltimore Racist Mothers Strike At School Integration - Jet Magazine Oct 14, 1954 por vieilles_annonces.

JET, 14.10.54: Madres racistas blancas se manifiestan afuera de una escuela en Baltimore por haber matriculado doce estudiantes negros.

Mamie Eisenhower Greets Little Girl with Palsy - Jet Magazine, October 14, 1954 por vieilles_annonces.

JET, 14.10.54: Mamie Eisenhower, primera dama, durante la visita a un hospital en Denver, Colorado.

Col Benjamin O Davis Jr Becomes 1st Negro Air Force General - Jet Magazine, November 11, 1954 por vieilles_annonces.

JET, 11.11.54: Benjamin O. Davis Jr., primer coronel negro ascendido a general en la fuerza aérea de Estados Unidos.

(Continuará)


miércoles, 16 de septiembre de 2009

De cuando Obama no había nacido (III)

En esta tercera parte del serial, más fotocopias de la revista JET, tomadas de vieilles_annonces, en Flickr.

Por Tania Quintero

First Negro Couple to be Wed on Television - Jet Magazine, Jan 1, 1953 por vieilles_annonces.

JET, 1.1.53: Primera pareja negra que se casa ante las cámaras de la televisión.

I Know Eleanor Meant Well, But... WTH?? - Jet Magazine, January 22, 1953 por vieilles_annonces.

JET, 22.1.53: Para el número de febrero se anuncia una entrevista con Eleanor Roosevelt, donde la exprimera dama dice que "muchos de sus mejores amigos son negros".

New York's First Negro Police Captain - Jet Magazine, Feb 12, 1953 por vieilles_annonces.

JET, 12.2.53: Primer capitán negro que tuvo la policía de Nueva York.

White Woman Enrolls At Negro College, On A Dare In Little Rock - Jet Mag, Oct 1, 1953 por vieilles_annonces.

JET, 1.10.53: Una mujer blanca se matricula en un colegio para negros, en Little Rock.

First Negro at Virginia Military School - Jet Mag, Oct 1, 1953 por vieilles_annonces.

JET, 1.10.53: Primer negro en una escuela militar de Virginia.

Everett Lee Conducts White Symphony Orchestra in KY - Jet Mag, Oct 1, 1953 por vieilles_annonces.

JET, 1.10.53: Everett Lee, primer negro que conduce una orquesta sinfónica compuesta por músicos blancos, en Kentucky. (Continuará)

martes, 15 de septiembre de 2009

De cuando Obama no había nacido (II)

En esta segunda parte, continuamos la publicación de fotocopias sobre la vida de los afroestadounidentes en los 50, mostradas en la Galería de vieilles_annonces en Flickr.

Por Tania Quintero


JET, 21.2.52: El matrimonio de una "negra" (en realidad una mulata) con un "blanco" fue noticia en 1952.


JET, 21.2.52: Otro mulato, en este caso el escritor Frank Yerby, fue noticia porque en siete años escribió siete novelas.


JET, 10.4.52: Fotos de Jackie Robinson, segunda base de los Dodgers de Brooklyn, el primer negro en jugar en las Grandes Ligas.


JET, 24.4.52: La violinista Ginger Smock, era la artista "negra" (mestiza para los patrones cubanos) que más veces apareció en la TV de la costa oeste de Estados Unidos.


JET, 19.6.52: Otra boda interracial, esta vez entre dos graduados universitarios de Nueva York. (Continuará)

lunes, 14 de septiembre de 2009

De cuando Obama no había nacido (I)

He encontrado en Flickr cientos de fotocopias que reflejan la vida social en diversos segmentos de la población negra y mestiza de los Estados Unidos en los años 50. Fueron escaneadas por Galería de vieilles_annonces, joven mujer de la raza blanca, residente en el medio oeste estadounidense. Más sobre ella aquí.

Como son demasiadas, he seleccionado las que he considerado más interesantes y las presentaré en cinco partes. Debajo de cada foto he puesto la fecha y unos pocos datos, pero quienes sepan inglés pueden ampliar la información leyendo el pie. De cualquier modo, sirven para comparar -y valorar- la enorme transformación que se ha producido en una nación que hace seis décadas se encontraba entre las más racistas del mundo.

Por Tania Quintero


JET, 8.11.51: La primera dama, Eleanor Roosevelt, mira la primera muñeca negra puesta en el mercado, creada por Sara Lee Creech, una mujer blanca del sur de los Estados Unidos.


JET, 15.11.51: The Billy Williams Quartet durante su actuación en Shows of Shows. El popular cuarteto consiguió algo extraordinario para la época: un contrato de 38 semanas en la cadena televisiva NBC.


JET, 22.11.51: Por primera vez en los 67 años de historia del Metropolitan Opera House de Nueva York, una bailarina negra, actuaba en la temporada inaugural. Se llamaba Janet Collins y formó parte del elenco de la ópera Aida.


JET, 29.11.51: También por vez primera permitieron que los negros fueran al Sherry's Bar del Metropolitan. En la foto superior, a la derecha, la famosa contraalto Marian Anderson.


JET, 20.12.51: Sólo 800 negros tenían derecho a ver el partido del New Year's Day Sugar Bowl en Nueva Orleans. (Continuará)

viernes, 11 de septiembre de 2009

Brasil en mi vida (V)


Por Tania Quintero

Muy valorados eran también los tés. Cuando mi primera nieta nació, en junio de 1994, conservábamos todavía una caja de té de flores y frutas del Dr. Oetker que nos habían enviado de Brasil. A las tres semanas de nacida a la niña la ingresaron en el hospital Hijas de Galicia para hacerle unos análisis: se sospechaba -y resultó cierto- que tenía la bilirrubina alta. Para que resultara efectiva la prueba, mi hija tenía que interrumpir la lactancia durante ocho horas por lo menos. Aunque lo ideal, dijeron, sería que la bebita estuviera doce horas sin lactar. Acordamos que a las 8 de la noche le daría la última toma y después la madre se iría, para no "torturarla" con el olor de la leche materna.

Sin que mi hija supiera nada, en la casa, antes de salir para el hospital, preparé un té brasileño de flores y frutas, lo endulcé con un poquitico de miel de abejas y así, calientico, lo eché en un termo pequeño. A los 21 días, mi nieta, que había nacido a los ocho meses, nunca había tomado agua, sólo leche de pecho. El médico había sugerido llevar un tete (chupete) para ponérselo cuando empezara a llorar por hambre. Lo llevé, pero también llevé un pequeño pomito plástico para echar el té.

Sobre las 10 de la noche comenzó a llorar. Intenté calmarla con el tete , mas contínuamente lo rechazaba. La cargué y empecé a caminar con ella de un lado a otro del cuarto. La enfermera vino y me dijo: "Prepárese para una larga y dura noche". Por suerte en el cuarto estaba sola. Al no poder mitigar su llanto, a las 11 decidí intentar calmarla con una onza del té brasileiro. Se lo bebió enseguida. La cargué, le saqué los gases y la volví a acostar. Durmió dos horas de un tirón. A la 1 comenzó a llorar de nuevo. Decidí darle otra onza más, la última, pues seis horas más tarde, a las 7 de la mañana, le sacarían sangre del calcañal. Volvió a tomarse el té con desesperación.

La odisea comenzó dos horas más tarde, cuando ya no debía, no podía, darle nada más. Entonces se me ocurrió ponerle el pomito vacío, que conservaba el olor, acomodado en una almohada y ella, pobrecita, chupaba y chupaba hasta que se dormía y le quitaba el pomo. Cuando a las 6 de la mañana mi hija llegó, lo primero que hizo fue preguntarle a las enfermeras como había pasado yo la noche con la niña. Y ellas le dijeron que, comparado con otros casos, apenas había llorado. Mi hija quedó extrañada y ya en el cuarto, le conté la verdad.

El té de flores y frutas no fue lo primero que mi primera nieta conoció de Brasil. Casi toda su canastilla fue brasileira . Gracias a Julio Mauricio, amigo residente en Florianópolis, Santa Catarina, quien en 1993, antes de viajar a Cuba, me telefoneó para saber qué necesitábamos. Le conté que mi hija estaba embarazada y daría a luz a mediados de 1994. Ya en La Habana me llamó para que fuera al hotel Copacabana, donde estaba hospedado. Me pidió que no fuera sola, porque era demasiado pesado el paquete. Mi hijo Iván me acompañó. Cuando llegamos nos estaba esperando en el lobby , luego de conversar un rato e invitarnos a tomar algo, nos pidió que le acompañáramos a su habitación a recoger las cosas. Cuando vimos los dos maletines no lo podíamos creer. En uno había ropita de bebé, y para nosotros jabones, desodorante y champú. El otro maletín estaba repleto de alimentos no perecederos.

Si trabajo nos había costado llegar en ómnibus desde La Víbora hasta Miramar, en extremos opuestos de la capital, ¿cómo íbamos a regresar con todo ese cargamento? Julio Mauricio lo había previsto: fue a la piquera de taxis, habló con un chofer y le preguntó cuánto aproximadamente costaría dejarnos en nuestro domicilio. "Diez dólares", respondió el taxista. Retornó al lobby del hotel, donde lo esperábamos con los dos maletines y nos dió un billete de diez dólares y dos de veinte, cincuenta dólares en total. Le dijimos que era demasiado, que con el billete de diez era suficiente. Insistió que nos lleváramos esa cantidad, por si acaso. Cuando el taxi llegó frente a nuestro edificio el taxímetro marcaba 8 dólares, pero el chofer, amable, bajó, abrió el maletero, cargó un maletín él y le dio el otro a mi hijo, y los subieron hasta nuestro apartamento, en un primer piso. Allí le dimos los diez dólares.

Mi hija, que estaba haciendo un embarazo de riesgo y a los tres meses el médico le dio una licencia anticipada de maternidad, se volvió loca de contenta. Mi madre también. Más felices no podíamos estar con la llegada de un Rey Mago procedente de Santa Catarina.

La alegría no había hecho más que empezar. Dos días después, Julio Mauricio me invitó a acompañarlo al Museo de la Revolución y después. a almorzar en la mesa-buffet del hotel Sevilla. Antes de despedirnos, él me preguntó la dirección de una gran tienda que llamaban Diplomercado. Le dije que quedaba en 3ra. y 70, Miramar, relativamente cerca del Copacabana, donde se hospedaba. El día antes de su partida me llamó para que pasara por el hotel a despedirnos. Cuando llegué, en el lobby me esperaba con otro gran bolso. Esta vez lleno de alimentos comprados en el Diplomercado: carne de res y de puerco, pollo, jamón, pescado, queso, huevos, aceite, café, azúcar, leche en polvo... ¡Primera vez que comíamos productos de la más famosa shopping y que hasta la despenalización del dólar, el 26 de julio de 1993, había sido exclusiva para diplomáticos y extranjeros!

Pidió un taxi y después que el chofer puso el bolso en el asiento trasero, en el bolsillo de mi blusa metió unos dólares doblados y me dijo: "Para que pagues el taxi". Los cogí para devolvérselos, mientras le decía que yo tenía encima el dinero que nos había dado a mi hijo y a mí en el anterior encuentro. Pero él le hizo una seña al taxista y éste arrancó. Me había puesto un billete de 10 dólares y cuatro de 20.

Nunca más he vuelto a saber de Julio Mauricio. Pero mi familia ni yo nunca olvidaremos a ese catarinense que ni siquiera era amigo directo mío, sino amigo de una amiga, y que viajó expresamente a Cuba para tratar de aliviar un poco nuestra agónica existencia, multiplicada después que en 1990 el gobierno cubano, tras la desaparición de la URSS y la caída del Muro de Berlín, decidió implantar un período especial en tiempos de paz.

Un japonés fuera de serie

Enero de 1991. Estaba concentrada en los preparativos de un programa televisivo sobre las bicicletas, cuando un viernes recibo una llamada de un uruguayo comunicándome que en el hotel Las Yagrumas, en San Antonio de los Baños, a 20 kilómetros de la ciudad de La Habana, se hospedaba Tomio Kikuchi, de quien ya había oído hablar por Tamiko Shimizu y Mary Nobuko, macrobióticas las dos. Con el uruguayo combiné para al día siguiente, sábado, encontrarnos en la estación ferroviaria de Tulipán, Nuevo Vedado. Allí logramos tomar y malamente acomodarnos en un viejo tren cuya parada final era en San Antonio. Luego de caminar algunas cuadras, llegamos al hotel.

Tomio Kikuchi había nacido en Japón en 1926 y era once años más joven que Fernando de Barros, pero también era delgado y de baja estatura. Los dos tenían la misma vitalidad y vestían informalmente. La diferencia de edad no se notaba. Lo que los diferenciaba era la raza y la temática: si el mundo de Fernando de Barros era la moda, el de Tomio Kikuchi era la macrobiótica.

Brasil no es una nación que se caracterice por su veneración a las personas ancianas y longevas, por el contrario, tienen muy arraigado el culto a la juventud, la belleza y los cuerpos perfectos. Por ello me enorgullece haber podido conocer a dos hombres que, sin haber nacido en Brasil, dieron lo mejor de sí para que su gente estuviera mejor informada en materia de alimentación y vestuario.

En una entrevista a Gilberto Gil publicada en El País el 12 de enero de 2004, el cantante, compositor y ministro de cultura, cuando el periodista le preguntó si seguía cuidando su cuerpo y su espíritu, respondió: " Ah, sí, con la ritmopráctica -una antigimnasia de origen oriental- todos los días, una hora, y una dieta macrobiótica. Es una compilación que ha hecho el maestro Tomio Kikuchi, un japonés que vive en Sao Paulo y trajo a Brasil el sistema dietético japonés desarrollado por George Oshawa, que se propagó por Estados Unidos y ciertas partes de Europa. Cada día, a partir de las siete de la mañana, hago mis ejercicios durante una hora. No soy un vegetariano fundamentalista, pero evito comer carne siempre que puedo. Por lo que siento, creo que estoy bien.

La macrobiótica se remonta a inicios de 1920. Su creador, el japonés George Oshawa (1893-1966), sistematizó antiguas teorías orientales, basándose en el principio del Ying (energía negativa, fría) y el Yang (energía positiva, caliente). En los años 50 dos de sus más aplicados discípulos, Michio Kushi y Tomio Kikuchi, partieron rumbo al continente americano. Kushi se establecería en los Estados Unidos y Kikuchi en Brasil.

Más que dieta alimentaria, la macrobiótica es una nueva actitud hacia uno mismo y hacia otros, hacia la sociedad y el planeta. Con esos conceptos bajo el brazo llegó Tomio Kikuchi a Cuba en enero de 1991, apenas un año después de la implantación del período especial. Con las mejores intenciones, el profesor Kikuchi pensó que podría aportar su granito de arena para que la población cubana se afectara lo menos posible tras el desabastecimiento y agudización de las penurias, consecuencia, en primer lugar, de la debacle del socialismo en Europa y, en segundo, por los reiterados y pésimos resultados de la economía y la producción de alimentos y articulos de la industria ligera nacional.

En esas circunstancias difíciles, ¿quién era la persona idónea ante la cual Kikuchi pudiera argumentar su tesis y mostrar sus experiencias? Fidel Castro, por supuesto. Si el presidente cubano se mostraba receptivo e interesado en la macrobiótica, ésta se podría llevar a cabo en la empobrecida isla. Si no, pasaría inadvertida, como finalmente ocurrió. Asi funcionan las cosas en Cuba.

Mi amigo, el ingeniero José Ramón López y yo hicimos lo posible e imposible por lograr que Castro recibiera a Kikuchi. No lo conseguimos, pese a tener como mediadores personas de su entorno muy interesadas en el tema. Lo que sí conseguimos fue prepararle a Kikuchi un modesto programa e interesar a unos cuantos amigos en la macrobiótica. Organizamos dos conversatorios, uno en el Instituto de Alimentación, Higiene y Epidemiología y otro en el Museo Nacional de Bellas Artes. Con grandes dificultades, López consiguió arroz integral, vegetales y otros alimentos "sanos" y nos invitó a almorzar en su casa a Kikuchi y a mí.

Además de estos encuentros, de la estancia de Tomio Kikuchi en Cuba quedó una entrevista que le hice para el noticiero de televisión y un material que posteriormente López preparó y rústicamente imprimió y del cual en algún lugar de La Habana debe quedar un ejemplar.

A modo de despedida


En diez años conocí a más de doscientos brasileños. Lamentablemente, por causa de la represión y mi posterior exilio en Suiza, no conservo cartas ni tarjetas personales. Sólo unas decenas de nombres, anotados en pequeños papeles o en mi memoria:

Oswaldo França Jr., Cristina Agostinho, Julio Mauricio, Severo Gomes y su esposa Maria Henriqueta, Aparicio Basilio da Silva, Sergio Grandi, Fernando de Barros y su hijo Fernando Valeika, Paulo Alfonso Grisolli, Augusto Nunes, Sebastião Roque y su entonces esposa Sueli y su hija Mariana; Eduardo Della Coletta, Luiz Fernando Mercadante, Daniel Filho, Doc Comparato, Helba Nogueira, Nélida Piñón, Luiz Carlos Barreto, Lucy Barreto y su señora madre, cuyo nombre he olvidado; Maria Estela Rahal, Elcio Costa Moreira, Ana Mae Barbosa, Tomio Kikuchi, Karen Müller, Bernadette Cruz, Maria Aparecida Alves Giannotti, Beatriz Cintra Labaki, Maria Isabel Ramos, Eurivo Cruz, Regina Duarte, Maité Proença, Jorge Amado y su esposa; Nelson Pereira dos Santos, Tizuka Yamasaki, Suzana Amaral, Chico Buarque de Hollanda, Thiago de Mello, Frei Betto y su hermana Teresa; Cristina Victer, Claudia Sampaio, Peter Zama Santos, Concepción Marques Rubinger, Rose Nogueira, Dalva Alves, Sonia Maria Audi, Dalva Zouain, Guilherme de Faria Barreto, Helena Junqueira, Flavia Sampaio Leite, Leda Gomes de Oliveira, Iracema Pinto do Amaral, Isolina Penin Souza de Lima, José Carlos Peliano y su esposa Heliana; João Breno Ruschel, Maria Julia da Costa Belem, Lucinda Gonçalves Fernandes Coelho, Dr. Luiz Carvalho de Souza, Mary Nobuko, Maria do Socorro Nascimento, Maria Ignez Molina Sansone, Maria Aparecida Sanches de Fonseca, Maria del Pilar Puertas, Patricia Pimentel y su esposo José Alves;Graça y Eladio Pimentel, Mayumi Takai, Mirian Chrystus, Marcia de Oliveira, Marilda Varejão, Tania Fusco, Maria Lucia Oliveira, Sonia Regina Guzella, Satoko y Ciro Tomoi; Sonia Isoyama Venancio, Tamiko y Takashi Shimizu, Teresa y André Haguette, Vassilik T. Constantinidou, Vanderlei y Catia Pascutti; Vera Motta, Zenaide Ribeiro de Oliveira, María José Gutiérrez y Sack, Violette Nagib Amary, Vera Lucia S. Mello y Fabio Altmann, entre otros.

Con esta lista inconclusa termino. A todos, mencionados o no, vivos o muertos, mi cariño, recuerdo y gratitud.

Foto: Rio de Janeiro, Google-Imágenes.

jueves, 10 de septiembre de 2009

Brasil en mi vida (IV)


Por Tania Quintero

De todas las personalidades conocidas durante diez años cubriendo como periodista de la televisión cubana los Festivales Internacionales del Nuevo Cine Latinoamericano, anualmente celebrado a principios del mes de diciembre en La Habana, con las que tuve mejor relación y me resultaron mas simpáticas fue con la familia Barreto, dueños de LC Barreto, con más de 70 filmes producidos en treinta y cinco años, entre los cuales se encuentran Vidas Secas (1964); Terra en Transe (1967); O Rei des Milagres (1970); Tati, a Garota (1972); A Estrela Sobe (1974); Dona Flor e Seus Dois Maridos (1978); Bye, Bye, Bye, Brasil (1980); Menino do Rio (1983); Memórias do Cárcere (1984); India, a Filha do Sol (1984); Aventuras de um Paraíba (1985); O Rei do Rio (1986); O Quatrilho (1995); O que é iso, companheiro (1997); Bossa Nova (1999); Brasil, 500 anos (2000) y O Casamento de Romeu e Julieta (2005).

Al frente de la familia y los negocios está Luiz Carlos Barreto. Y a su lado, su esposa, la productora Lucy Barreto, madre de sus tres hijos: Bruno, Fabio y Paula. Bruno y Fabio devinieron cineastas de renombre y la hija también está volcada en la empresa familiar. Para la LC Barreto han trabajado cineastas de la talla de Cacá Diegues, Walter Lima Jr., Eduardo Escorel, Antonio Calmon, Marco Altberg, Miguel Borgesi, Nelson Pereira dos Santos, Joaquim Pedro de Andrade, Vicente Amorim y Antonio Carlos da Fontoura, entre otros.

Ya era una señora mayor cuando la conocí, pero de la madre de Lucy Barreto, guardo gratos recuerdos. Mujer elegante, culta, sociable y cordial. Acostumbrada a convivir con el peso del apellido familiar, se comportaba con esa naturalidad propia de la gente que no ha hecho de la fama un medio de vida. La última vez que la vi fue a fines de los 80. Había sido invitada por Alicia Alonso a un festival internacional de ballet y se hospedaba en el hotel Presidente. Hablamos brevemente y cuando me iba a despedir, me preguntó si podía acompañarla un momento a su habitación. Tomamos el elevador y ya en su cuarto, de su equipaje sacó un par de medias y me las regaló, aclarándome que eran francesas, de su marca preferida. De su calidad puedo dar fe: fue el par de medias que más usé en Cuba. Y cuando estaba preparando la maleta para viajar a Suiza, las separé para dejáselas a alguna amiga, pero a última hora decidí traerlas conmigo.

Los más probable es que por su edad la madre de Lucy Barreto, esté descansando en paz. Pero su regalo aún lo conservo. Más que un excelente par de medias color gris humo, para mí son el recuerdo de una mujer vital y optimista, sencilla y humana.

Presentes con anécdotas

Ésa fue la unica vez que me regalaron un par de medias. Lo que más me regalaron fueron jabones, champú, suavizador Neutrox y colonias brasileñas de las marcas Rastro y O Boticario: las fragancias suaves, citricas y florales, casi todas provenientes de la Amazonia, siguen siendo mis preferidas. No soporto los perfumes fuertes, sean de Dior, Chanel o Nina Ricci . Tampoco me gustan las cremas -y menos sí son para las manos- con aromas penetrantes.

En una ocasión mi entrañable amiga Cristina Agostinho, conocedora de la escasez de jabones en Cuba, con un conocido de Belo Horizonte me mandó jabones Palmolive. Ya en La Habana, el brasileño me telefoneó y me dijo si podía pasar por el hotel Riviera a buscar un "encargo" que me había traído. Pensaba que era un pequeño paquete, pero ya pueden imaginar mi sorpresa cuando me entregó un maletín de piel lleno de jabones.

Del hotel a la parada del ómnibus, en la calle Línea, hay casi un kilómetro. Menos mal que era de noche, porque todo ese tramo lo caminé arrastrando el maletín por calles y aceras. Cuando vino la guagua, un hombre que que me ayudó a subirlo en alta voz me dijo:

-Compañera, si no es indiscreción, se puede saber qué hay dentro de ese maletín? Pesa como si estuviera lleno de piedras.

Le hice un guiño y bajito le dije:

-Son jabones, enviados una amiga brasileña.

-¿Tantos para usted sola?, preguntó incrédulo.

-Para mí y mi familia, y también para dar a amigos y vecinos. Mire, siéntese cerca de mí, que yo, con disimulo, voy a abrir el maletín y a regalarle dos jabones. Pero sin que la gente en la guagua se dé cuenta, porque me desvalijan.

Nos sentamos hacia el final, donde estaba medio oscuro. Y en cuanto pude abrir un poco el zipper, extraje dos jabones. Cuando el hombre vio que eran Palmolive no pudo contener una exclamación.

-Compañera, desde antes de la revolución no he vuelto a bañarme con un jabón Palmolive. Cuando llegue a la casa y se los muestre a mi mujer le va a dar un infarto.

Cuando me enviaban un paquete de café, guardaba un poco puro, para una visita que valiera la pena brindarle café brasileiro , y el resto lo iba ligando con los sobrecitos de café mezclado con chícharos que cada dos semanas vendían por la libreta de racionamiento, a razón de dos onzas per cápita.

Una vez vino un periodista para reportar un encuentro de volibol masculino entre los equipos nacionales de Brasil y Cuba. Me encontré con él en el hotel Deauville y entre otras cosas me obsequió dos pulóvers (t-shirts) oficiales, una toalla roja de mano y dos paquetes de café. Mi hijo se quedó con un pulóver y el otro lo vendimos, para tratar de paliar nuestra dificil situación económica. La toalla todavía la usábamos, estaba ya bastante desgastada y la dejé puesta en el toallero el día que salí de Cuba, el 25 de noviembre de 2003. De los dos paquetes de café, uno se lo regalé a Amparo, la vecina que la noche de la inesperada visita de Fernando Valeika de Barros me prestó un huevo y me regaló un tomate.

Si lo regalado no era útil, buscaba la manera de que lo fuera. ¿Ustedes se imaginan que en un país como Cuba, donde las carnes brillan por su ausencia, alguien te regale un juego de cuchillos de acero inoxidable de la marca Tramontina para cortar carnes? Pues eso mismo fue lo que me envió una amiga de Sao Paulo, evidentemente desconocedora de nuestra realidad. Con una persona que vivía en el Focsa, edificio famoso no sólo porque con sus 36 pisos era el más alto de la ciudad, sino porque en él residían muchos técnicos extranjeros, conseguí que una búlgara por los cuchillos me diera dos paquetes de picadillo de carne de res, cuyo costo no sobrepasaba los 8 dólares (probablemente los cuchillos costaron tres o cuatro veces esa cantidad).

Al principio, mi amigo Aparicio Basilio da Silva (1936-1992), quien además de presidente del Museo de Arte Moderno de Sao Paulo, fue dueño de la perfumería Rastro , me enviaba grandes velas aromáticas en envases de cristal. Es verdad que duraban mucho cuando se producían apagones, pero en momentos en que apenas se conseguía jabón para bañarse, esas velas eran un lujo. Con tacto y mucha pena le escribí y le dije la verdad. A partir de ese momento Aparicio comenzó a enviarme jabones. Resbalaban y duraban poco porque eran de glicerina, pero en mi casa todos los adorábamos, por el olor que a uno le dejaban cuando los usaba. De vez en cuando enviaba un frasco de colonia, pero ya no mandó más velas perfumadas.

El regalo más común eran pulóvers de algodón, que ellos llaman camisetas. Las camisetas brasileñas son de las mejores del mundo. En la foto donde aparezco al lado de Luiz Fernando Mercadante, en 1986, en un balcón del hotel Riviera, llevo puesta una camiseta roja de la marca Ellus. Ésa y otra igual, blanca, junto con un jeans de la misma marca -el primero que tuve en mi vida- fueron regalos de Leda Gomes de Oliveira, a quien conocí cuando en 1984, como representante de la firma Ellus , asistió al primer salón internacional Cubamoda . Fernando de Barros me regaló varias camisetas, pero la que más recuerdo era una tipo polo, muy femenina, de color malva, con el cuello y bieses de las mangas en verde claro. La usé muchísimo, casi siempre con una larga falda floreada.

Uno de mis conjuntos preferidos era una saya muy ancha y una blusa sin mangas, de algodón color crema con un estampado negro imitando piel de leopardo. Era muy cómodo y fresco y lo tenía como de "gran vestir" (se puede apreciar en una foto donde aparezco, de espalda, hablando con Pedro Vega y tres músicos más, fundadores de la Orquesta Filarmónica de La Habana, a propósito de la inauguración de una exposición sobre el director austríaco Erich Kleiber, el 28 de marzo de 1993 en el Museo de la Música).

Karen Müller, dueña de una boutique de camisas unisex en Sao Paulo, en una ocasión me envió cuatro, todas de algodón y de distintos colores y diseños. A una, de rayas blancas y amarillas, le corté las mangas y durante mucho tiempo la usó mi hijo. Mi hija se quedó con otra, de óvalos negros, blancos y rojos y también decidió "refrescarla" cortándole las mangas. Yo me quedé con dos: una blanca y otra floreada. La blusa blanca fue la que menos usé, tenía un cuello chino y antes de irme de Cuba se la dejé de regalo a la bodeguera. La floreada solía usarla en invierno, con un pulóver debajo, o cuando tenía que viajar fuera de La Habana (las cuatro veces que fuí a visitar a mi primo, el disidente Vladimiro Roca, a la prisión de Ariza, Cienfuegos, la llevé para usarla por las noches, cuando suele haber menos calor). Predominaban flores en tonos rosa pálido y me combinaba muy bien con un pantalón rosado oscuro, de amplios bolsillos, marca Cherokee , made in USA, comprado en una tienda habanera de ropa reciclada por 50 pesos.

Otra amiga me dejó una blusa de denim azul claro y mangas largas. Es la única que traje, porque tiene su historia. Además de ser la que más me abrigaba en los suaves inviernos cubanos, me acompañó las dos veces que estuve detenida, en enero de 1997 y marzo de 1999. En la segunda detención la usé con una saya de bambula estampada, regalo de mi amiga Cristina Agostinho, encima de una camiseta beige, también brasileira . En el calabozo habíamos dos periodistas independientes y una disidente, una señora ya mayor con la cual tuve que compartir la litera de cemento. Habian cinco mujeres más: cuatro acusadas de jinetear (practicar la prostitución con extranjeros), y la quinta, por un supuesto delito común (y que resultó ser informante de la policía). Las jineteras habían sido detenidas un sábado por la noche y andaban con vestidos muy escotados. Los calabozos policiales, todos construidos en sótanos, tienen la peculiaridad de además de oscuros, son muy calurosos por el día y muy fríos por la noche. Me daba mucha pena verlas temblando de frío, pero solo podía hacer dejación de una pieza. No lo pensé dos veces: me quité el pulóver y se lo dí a la más joven de las jineteras .

Ahora en Suiza, donde hay tanto chocolate como relojes, no olvido lo que en Cuba representaba para nosotros cuando de Brasil nos enviaban una caja de Garoto. Una verdadera fiesta. Con cuidado abría la caja amarilla y vertía los bombones en la mesa, los contaba y los distribuía a partes iguales.

Elcio Costa, de Minas Gerais, estuvo en Cuba en 1991 y fue el primer brasileño a quien le conté la detención de mi hijo Iván por la Seguridad del Estado, en marzo de ese año, junto con tres jóvenes más del barrio acusados de propaganda enemiga. Recuerdo que hablamos en un lugar apartado, en la piscina del hotel Tritón. El mismo día en que se iba, Elcio me pidió que fuera al hotel: me dejó parte de su ropa para Iván y un turrón de chocolate, que no era brasileño sino español. Conservo una foto donde aparecemos los dos en el lobby del hotel. (Continuará)


Foto: Florianópolis, Santa Catarina. Google-Imágenes.

miércoles, 9 de septiembre de 2009

Brasil en mi vida (III)


Por Tania Quintero

A modo de constancia de mi forma libre de ser y actuar, quiero reproducir una carta abierta que en mayo de 2002, por iniciativa propia, dirigí a Colin Powell, entonces Secretario de Estado de los Estados Unidos, y a Condoleezza Rice, en ese momento asesora de Seguridad Nacional (fue publicada en la web de la Unión Liberal Cubana el 22 de octubre de ese año).

A Powell y Rice, hermanos de raza

En las últimas cuatro décadas nueve presidentes han pasado por la Casa Blanca. Y Fidel Castro sigue ahí. Con su uniforme verde olivo. Comandando los destinos de Cuba desde su despacho en el Palacio de la Revolución.

Lo normal, lo lógico, es que en 43 años por lo menos ocho mandatarios hubieran gobernado en la Isla, fruto de elecciones libres y respaldados por una Constitución que no permitiera más de dos períodos en el poder. Mas eso no ha ocurrido.

Esta situación anormal e ilógica se podría resumir en pocas palabras: Castro es Castro. Pertenece a esa rara especie de animales políticos contemporáneos que todavía no esta en proceso de extincion y a la cual también pertenecen Ariel Sharon y Jean-Marie Le Pen, entre otros.

Cuba y Estados Unidos son como dos narizones: no se pueden besar. En una y otra orilla en todos estos años ha primado la obstinación y el enfrentamiento. Estados Unidos jamás debio haber roto las relaciones diplomáticas con la Cuba de Castro. Tampoco de la isla debieron irse políticos, empresarios y profesionales. Cubanos que habían llegado a situar al país entre los más desarrollados del continente, pese a altibajos internos y que en la dictadura de Fulgencio Batis tuvo sus peores momentos.

Al abandonar el navío, éste quedó a la deriva. En manos de un solo timonel. Toda esa etapa sin precedentes en nuestra centenaria república y que parece no tener fin, pudiera estar a punto de finalizar si, por un lado, el gobierno de Fidel Castro reconociera la existencia de una cada vez mas extendida oposicion pacifica y de grupos con propuestas válidas como el Proyecto Varela; tratara de lograr un diálogo y emprendiera un programa de reconciliación nacional que incluyera una amnistía política general como la decretada por Batista en 1955 (y que permitiera a Castro y sus seguidores salir de la cárcel, después del fallido intento de asaltar el cuartel Moncada en 1953). Y, por otro lado, el gobierno de Estados Unidos, dentro del cual ustedes ocupan decisivos cargos, se percatara de lo obsoleto que resulta el embargo, lo dejara sin efecto y diera paso a una serie de medidas encaminadas a normalizar las deterioradas relaciones entre Cuba y los Estados Unidos.

La realidad ha demostrado el fracaso de la política mantenida hacia Cuba por las administraciones estadounidenses desde 1959 a la fecha. Entonces, ¿por qué no emprender un camino nuevo, distinto, nunca antes recorrido?

La vida le dió la razón a Henry Kissinger cuando propició el descongelamiento de las relaciones de Estados Unidos con China y Vietnam. Es innegable que la situación política, económica, social y en materia de libertades y derechos humanos posteriormente ha tenido una evolución positiva en esas dos naciones.

El problema, a mi modo de ver, es que la isla de Cuba perdió para Estados Unidos el encanto que en el pasado tenía. Cuarenta y tres años son demasiados años. Junto con el olvido, brotó la indiferencia y el desamor. Dejamos de ser La Perla de las Antillas . A ello se suma el deterioro de ciudades como La Habana, que se desplomaría al paso de un huracán fuerza cinco y el empobrecimiento de una población que habita en viviendas deplorables, sumergida en un sinnúmero de penurias.

Muchos de estos cubanos arribaron a Estados Unidos bajo el status de refugiados polícos y en la actualidad abundan los emigrantes económicos. Casi todos se quedan en la Florida, estado donde han erigido un poderoso lobby anticastrista. Sus opiniones son valoradas a la hora de Washington tomar decisiones relativas a Cuba. No estoy en contra de tener en cuenta sus argumentos y me enorgullece que en el Congreso de Estados Unidos tres compatriotas tengan voz y voto.

Pero considero imprescindible que tanto ustedes como los funcionarios especialistas en asuntos cubanos puedan contar con los criterios de cubanos radicados en Cuba. Sobre todo de aquéllos que desarrollamos una labor al margen del control estatal, como es mi caso. (De 1974 a 1994 me desempeñé como periodista en medios oficiales y a partir del 95 lo hago dentro del centenar de mujeres y hombres que de un extremo a otra de la Isla hemos contribuido a desarrollar el periodismo independiente).

He escrito una docena de trabajos sobre el tema negro, tabú en Cuba. En el último, titulado Las campanas no doblan todavía por los negros, redactado el 8 de abril de 2002, decía: "Queda la esperanza de que el talento negro se imponga mas allá de los delitos, la música salsa y el ring de boxeo. Y con dificultad, venciendo toda clase de obstáculos, los negros demuestren un día ser capaces de ocupar posiciones tan elevadas como en Estados Unidos hoy ocupan Condoleezza Rice y Colin Powell".

Cuando escribí ese artículo no imaginaba que un día me animaría a hacerles esta carta abierta. Después de haber conocido en La Habana al periodista Clarence Page, columnista del Chicago Tribune , residente en Washington, me decidí a redactarla.

No lo hice un día cualquiera. La escribí el lunes 27 de mayo, cuando en Estados Unidos se celebraba el Memorial Day . Una fecha que en el 2002 sirvió para recordar a las víctimas de los atentados terroristas del 11 de septiembre. Escribí, además, poco después que el expresidente Jimmy Carter estuviera en Cuba y sin tapujos hablara ante un público políticamente adverso en la Universidad de La Habana. Un viaje histórico del cual los cubanos esperamos resultados concretos.

Inspirada en esa atmósfera, les pido que se olviden de Fidel Castro y su modo totalitario de gobernar. Se los pide alguien que por escribir este texto puede ir a la cárcel. Una mujer que conoce de cerca lo que es el asedio y la represión.

Piensen, por favor, en los millones de cubanos de a pie. Negros, mulatos, blancos. Mujeres y hombres quienes a pesar de 43 años de incesantes actos antimperialistas y sostenido discurso antiyanqui, no odian a los americanos. Por el contrario, aman lo más puro y noble del multiétnico y multicultural pueblo de los Estados Unidos de América.

Gente sencilla como yo, próxima a cumplir 60 años, que no pierde las esperanzas de antes de morir ver a las patrias de Lincoln y Martí convivir civilizadamente, como ahora conviven dos enemigos de antaño, Rusia y Estados Unidos.

Sinceramente,

Tania Quintero Antúnez

De libros y culebrones

El primer libro con una visión distinta acerca de Fidel Castro y la revolución cubana que leí me lo envió un brasileño. ¿Su título? Fidel, un retrato crítico, de Tad Szulc, periodista estadounidense de origen polaco. Estaba en portugués, pero eso no impidió que después de leerlo se lo pasara a mis hijos. Un sinfín de personas lo continuarían leyendo y le perdí la pista.

También le perdí la pista a Made in Japan, de Akio Morita, fundador-dueño de la Sony . Había sido editado en Brasil y me lo obsequió un amigo de Sao Paulo. El libro me llegó cuando en Cuba hacía furor la perestroika y la glasnost llevadas a cabo en la URSS por Mijaíl Gorbachov. En ese momento en distintos círculos profesionales (economistas, ingenieros, técnicos, periodistas, funcionarios políticos y administrativos) había gran avidez por leer acerca de la excelencia capitalista en la producción.

Yo misma traduje del portugués al español varios fragmentos de Made in Japan y los hice llegar al Departamento de Orientación Revolucionaria del Comité Central del PCC, donde a veces enviaba materiales que consideraba interesantes reproducir en unos boletines que editaban para la militancia partidista -aunque yo, debo aclarar, no era, ni nunca fui, militante del partido (para mí, mantenerme bien informada es tan importante como respirar, siempre he tenido esa vocación de hacer llegar a otros aquellas informaciones que considero valgan la pena leer).

En los veinte años en que fuí periodista oficial no tuve mayores dificultades para acceder a despachos cablegráficos, incluidos los editados por el DOR para su militancia. Después, cuando a partir de 1995 me hice independiente, a través de un amigo diplomático español conseguí que me guardaran cables de la agencia EFE que ya habían leído e iban a botar en la embajada. Una vez por semana los pasaba a recoger. En la casa los revisaba y clasificaba. Como por detrás no estaban impresos, los utilizaba para escribir. Mi nieta mayor hizo sus primeros dibujos al dorso de cables viejos de EFE.

Para contrarrestar el éxito de Made in Japan , el estadounidense Lee Iaccocca, dueño-presidente de la Chrysler, escribió Hablando francamente. El mismo amigo de Sao Paulo que me había enviado el libro de Akio Morita me lo envió. Y después de leído en mi casa lo prestamos y nunca más lo volvimos a ver.

No todos los libros obsequiados por brasileños eran best-sellers políticos o económico-financieros. Thiago de Mello cuando estuvo como jurado del Premio Casa me regaló y dedicó su libro-poema Los Estatutos del Hombre . Igual hizo Frei Betto con la edición brasileña de Fidel y la religión.

Un presente de gran valor fue un libro sobre la historia de la telenovela en Brasil y cuyo título no recuerdo: a fuerza de conocer tantos brasileños y como consecuencia del boom desatado en Cuba a partir de 1983 por el estreno del serial Una mujer llamada Malú , por cuenta propia me convertí en especialista del tema. De todos esos libros, al que le saqué más provecho fue A vida em flor de Dona Beja , de Agripa Vasconcelos, que contaba la historia de Ana Jacinta de São José, la Doña de Araxá, Minas Gerais, y cuya vida inspiraría la telenovela Doña Beija, interpretada por Maité Proença y uno de los pocos folletines de la TV-Manchete que ha logrado hacerle competencia a la Rede Globo.

En Opina , tabloide para los consumidores que circuló en La Habana en la década de 1980-90, siempre tuve espacio para publicar sobre artistas y novelas de Brasil. Ahí publiqué resúmenes del libro y después con todo ese material hicieron un folleto dedicado a las dos Beija: la real y la ficticia.

El departamento de programas dramatizados de la Televisión Cubana nunca había podido competir con producciones foráneas, casi todas procedentes de Brasil, Argentina, México o Colombia, pero "tanto va el cántaro a la fuente hasta que se rompe". Por los días en que escribí estos recuerdos, en la página digital del periódico español El Mundo encontré la siguiente noticia: Una telenovela sobre el sida y el sexo revoluciona Cuba.

En ella se dice que La cara oculta de la luna , "ha generado un aluvión de comentarios entre los telespectadores que han sido recogidos por los principales medios de comunicación cubanos. Freddy Domínguez, el guionista, explicó que la novela se basa en cinco historias con un hilo conductor, el sida. Por primera vez se presentan personajes bisexuales, escenas de desnudos "muy fuertes"para una parte de la opinión pública y situaciones tratadas sin los convencionalismos habituales.

La cara oculta de la luna estaba teniendo más de un 70 por ciento de audiencia -algo normal en un país con sólo cuatro canales de televisión, todos estatales- y el interés mayor lo despertaba entre jóvenes y mujeres. Los índices de teleaudiencia superaban a los de la novela brasileña Señora del destino . (Continuará)

Foto: Belo Horizonte, Minas Gerais. Google Imágenes.