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lunes, 14 de junio de 2021

De Holanda y los holandeses


La Embajada de Holanda en Cuba convocó a un original concurso, del 27 de abril a 5 de mayo de 2021. Las bases fueron publicadas en el Facebook del Reino de los Países Bajos, el nombre oficial, aunque en casi todo el mundo se le sigue diciendo Holanda e identificando con el color naranja. Sería bueno que otras embajadas tuvieran iniciativas similares, se acercaran más a los cubanos, también que sus funcionarios recibieran en sus embajadas o visitaran a disidentes, artistas y periodistas independientes, como hizo recientemente un diplomático holandés.

Tanto como periodista oficial como periodista independiente, siempre tuve excelentes relaciones con la Embajada de Holanda en Cuba, que no sé si todavía queda en la Calle 8 entre 3ra. y 5ta, Miramar. En los años 80 formé parte del grupo de amistades (intelectuales, artistas, músicos, periodistas) que Kuhn, el entonces embajador holandés, invitaba a su residencia, en la Calle 2, Vedado, todos los sábados. En este capítulo de mi libro Periodista, nada más cuento sobre aquellos encuentros sabatinos.

Cuando la periodista brasileña Tania Fusco estuvo en La Habana se la presenté a Vivian, hija de Eusebio Leal, quien quiso que las tres fuéramos a saludar a Kuhn, el embajador holandés. La Fusco se iba al día siguiente, estaba hospedada en el Habana Libre (estoy hablando del año 1986 y el hotel conservaba aún su fama y esplendor) y debía preparar sus maletas. Pero el embajador la mandó con su chofer y su auto a que recogiera el equipaje y esa noche se quedara a dormir en su casa, nos invitó también a Vivian y a mí, pero yo no me quedé ni siquiera a cenar.

Después, en 1990, al siguiente embajador, cuyo nombre he olvidado, lo entrevisté para un programa Puntos de Vista sobre las bicicletas, que por el periodo especial estaban de 'moda' y como Holanda es el país de las bicicletas, me contó sobre los beneficios de las bicicletas para la salud de las personas y en particular para el medio ambiente. El editor era Jorge Olivera, quien como yo, se hiciera también periodista independiente, pero en la Primavera Negra de 2003 fue detenido, juzgado y condenado a 18 años de cárcel en Guantánamo. Por razones de salud fue liberado en 2005.

Entonces, cada 30 de abril, fecha del cumpleaños de la reina Beatriz, se celebraba la fiesta nacional, a la que muchas veces asistí, igual que a la de Austria, otro país con el cual tenía también buenas relaciones. En Holanda había una periodista muy famosa que quería entrevistar a Fidel Castro y no sé cómo, los holandeses se enteraron que Fidel me había recibido en su despacho el 12 de mayo de 1986 (lo cuento en mi libro, que se puede leer en el blog). Un buen día me llamaron y quedé en ir al día siguiente a su embajada. Era para que les ayudara a conseguir la entrevista. Me dieron todos los datos sobre la periodista y cuando llegué a la casa, en la pesada máquina de escribir de la RDA que tenía, le escribí a Chomy (José M. Miyar Barruecos, secretario de Fidel Castro) y la entregué en Correspondencia del Consejo de Estado, que quedaba en un túnel, debajo de un puentecito, en el Palacio de la Revolución. Le había puesto urgente al sobre y en cuanto Chomy la recibió me llamó. Me dijo que se iba a ocupar personalmente de hablar con el Comandante.

Pero al Comandante por aquellos días no tenía interés en hablar con periodistas europeas. Si hubiera sido americana, la cosa cambiaba. La entrevista no se dio. Los holandeses siguieron tratándome con la misma consideración. Los holandeses, como los americanos, los suecos, los checos y los alemanes y en determinado momento los españoles (durante el gobierno de Aznar), han sido los más solidarios hacia los disidentes y los periodistas independientes. Cuando la Primavera Negra, fue gracias a la Embajada de Holanda que Claudia Márquez pudo imprimir ese número extra de la Revista De Cuba.

En los 21 años que fui periodista oficial (1974-1995), no solo en reuniones y asambleas en alta voz decía lo que pensaba. Como por teléfono excepcionalmente lograbas hablar con un funcionario, dirigente o ministro, lo que hacía era escribirles. Pero las cartas, con críticas, quejas o sugerencias, no las enviaba por correo, las entregaba personalmente. Que recuerde, una vez le dejé una carta al insoportable de Armando Hart en el Ministerio de Cultura (cuando murió le dediqué dos posts, me caía como una patá en la boca del estómago), En otra ocasión a José Abrantes en el Ministerio del Interior: además del relato de lo que le pasó a dos brasileñas por la Habana Vieja incluí la mochila que unos alumnos de secundaria le cortaron en una guagua, para robarles.

Esa carta y esa mochila con un tajazo, Abrantes se la mandó a Fidel y por eso Fidel me citó a su despacho: él no podía creer que unos estudiantes hicieran eso, tampoco que debido al nivel de pobreza y marginación que había por la Habana Vieja, los turistas, muchos de ellos brasileños, eran muy acosados, proponiéndoles tabacos, discos, queriendo comprar dólares o pidiéndole cosas. A los que estaban detrás de los turistas en 1986 les decían 'jineteros', y a más de uno, al confundirme con una brasileña, lo tuve que espantar y decirle que yo era cubana .

Todo eso se lo dije yo a Fidel Castro aquella tarde de marzo de 1986 en su despacho del Palacio de la Revolución, de pie todo el tiempo (no me invitó a sentar), frente a frente, mirándole a los ojos. También le dije que tenían que mejorar las condiciones de vida en los barrios depauperados de la capital, donde la mayoría de la gente era negra y que el jineterismo se iba a convertir en un fenómeno social que propiciaría la prostitución. Y le aclaré que muchos de los 'jineteros' y las 'jineteras' que empezaban a surgir, eran jóvenes que provenían de familias humildes, pero estaban preparados, con títulos universitarios. Presentes en ese encuentro estuvieron Chomy, Pepín Naranjo y Rafael Sed, presidente del INTUR.

Esas cosas no las publicaban entonces (ni ahora tampoco), pero yo tuve oportunidad de decírselas a Fidel Castro en su cara.

Tania Quintero

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