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lunes, 25 de febrero de 2019

Las Estrellas de Areíto (I)



Las Estrellas de Areíto y los seis vinilos que grabaron están entre los grandes olvidados de la música cubana. Grabados en 1979 son conocidos y valorados por melómanos y coleccionistas, pero no han tenido la repercusión que su calidad amerita, ni la condición de grabaciones ya legendarias en las que participaron los mejores exponentes de la música popular, que vivían en Cuba en aquel momento.

Estas grabaciones no son tomadas en cuenta cuando se habla de descargas míticas de músicos all-stars en la música latina. Tuvieron que pasar muchos años para que en Cuba se reeditaran en formato CD (según catálogo EGREM, con referencias CD-141, 142 y 143) No están completos en Spotify, ni en Itunes y sólo la edición-homenaje a aquellas míticas sesiones, que impulsara años después Juan de Marcos González hacen que su nombre aparezca en los buscadores de las plataformas de distribución musical. Los nuevos distribuidores internacionales del catálogo patrimonial del sello EGREM/Areíto los ignoran hasta hoy. Pero Las Estrellas de Areíto son joyas verdaderas.

In opossite hace unas semanas el sello Craft Recording, división de Concord Music Group, de Los Angeles, con la acertada participación de la periodista e investigadora Judy Cantor-Navas, ha lanzado en formato LP y CD otros 5 discos que, de alguna manera están en los antecedentes de Las Estrellas de Areíto: me refiero a los vinilos de las míticas Cuban Jam Sessions, gestadas y fijadas por el sello Panart.

Grabadas a finales de la década de los 50, estos discos que recogen verdaderas descargas cubanas, con arraigo en el son, fueron protagonizadas por virtuosos en sus respectivos instrumentos y es un acierto que se pueda contar ahora no sólo con los discos organizados y en un único pack, sino también con un booklet con el resultado de las interesantes pesquisas realizadas por Judy a lo largo de varios años, en los que pudo entrevistar a algunos de los escasos participantes que habían sobrevivido, y también a la hija de Ramón Sabat, el creador y ex-dueño de Panart, en medio de un panorama de escasez de datos fidedignos, parquedad en los créditos que acompañaron a los discos originales, y casi inexistente repercusión en prensa al momento en que salieron por primera vez cada uno de esos discos al mercado.

Grabadas en un marco absolutamente lúdico y descargoso, las Cuban Jam Sessions se convirtieron rápidamente no sólo en un referente paradigmático, que tanto los músicos cubanos que emigraron, como los que permanecieron en Cuba, evocaban con recuerdos de diverso signo, pero en general, coincidentes en la descripción del espíritu de libertad creativa, improvisación, gozadera y fraternidad que las caracterizaron, sino también en fuente de inspiración para otros músicos. Lideradas por el pianista, director y compositor Julio Gutiérrez, las sesiones contenidas en los dos primeros discos y por Niño Rivera, la del tercer volumen, se completarían con las del contrabajista Israel López 'Cachao' y el flautista y director José Fajardo. Grabadas todas en los antiguos estudios Panart (ahora Estudios Areíto, de EGREM), excepto una parte del volumen 5, que fue grabada en Nueva York, esas sesiones tuvieron lugar entre 1956 y 1964.

Como señala Judy Cantor-Navas, estas descargas grabadas inspiraron primero a Al Santiago, director del sello discográfico neoyorkino Alegre, a crear y grabar en 1961 The Alegre All-Stars, y años después a Johnny Pacheco, en alianza con el abogado Jerry Masucci –fundadores en 1964 del sello Fania-, para crear la famosa Fania All- Stars. Todos ellos han reconocido la influencia de las “cuban jam sessions” (también conocidas como “sesiones de Panart”), que, en todo caso, contribuyeron a cambiar el sonido de la música latina, con fortísima presencia e influencia de la música cubana, que se hacía en Estados Unidos.

Cuando en 1979 la Fania All-Stars llega a La Habana como parte de lo que hoy se conoce como Havana Jam, no podía ser mucho lo que sabían sus integrantes de lo que ocurría en música en Cuba a partir de octubre de 1960, cuando el gobierno norteamericano decretó el bloqueo-embargo hacia Cuba: las fluídas e incesantes comunicaciones entre músicos residentes en ambos países habían quedado si no truncas, al menos seriamente obstaculizadas. En Nueva York, los músicos cubanos emigrados continuaron creando y de algún modo se volvieron referentes para sus colegas latinos, pero en Cuba la creación y el surgimiento de nuevas figuras tampoco se detuvo.

En 1977 con la llegada a la presidencia de Estados Unidos de James Carter y su política menos beligerante hacia Cuba, se habían abierto ciertas brechas en el ámbito cultural: ese mismo año Dizzy Gillespie viaja por primera vez a La Habana, en una visita debida desde hacía tiempo, por lo mucho que era deudor del legado dejado por Chano Pozo y la percusión afrocubana al jazz en USA; Chucho Valdés y el grupo Irakere se presentan en el Festival de Jazz de Newport de 1978. Y en 1979 se hace realidad el Havana Jam con la presencia de músicos norteamericanos como Billy Joel, Weather Report con Jaco Pastorius y Joe Zawinul, Rita Coolidge, Kris Kristofferson, Stephen Stills y entre muchos otros, la Fania All-Stars.

Cuando llega se presenta en La Habana ante un público que poco sabía de ella: en 1979 casi no nos llegaba la música que se hacía en sectores latinos de los Estados Unidos, como Nueva York o Los Angeles. Había suerte, si nos topábamos con algún disco traído por un marino mercante o un diplomático, pues en materia de vínculos interpersonales con los cubanos que vivían más allá de la Isla, era casi nada lo permisible y posible. Los músicos, muy a pesar de todo, se buscaron y encontraron, fiestaron en casas habaneras de colegas anfitriones, que les acogieron como a viejos amigos. E intercambiaron músicas. Y contrastaron…

El sonido Fania había comenzado a inundar el mercado musical a nivel mundial con algo que era música cubana, pero que sin dejar de serlo era refractaria a la influencia de numerosos ritmos del área del Caribe. Los ejecutivos del ahora poderoso sello rentabilizaron la oportunidad que la política les sirvió en bandeja de plata. Y los músicos que quedaron y vivían en la Isla continuaron creando, pero marcados por la inexistencia de un vínculo de Cuba con la industria internacional de la música, bajo el estigma de la incomunicación. Y Cuba era la denominación de origen!

Acá muchos músicos y entendidos consideraban que la Fania usurpaba ese origen para escamotearlo bajo el nombre de salsa; otros reconocían el aporte de otros ritmos caribeños a ese cocinado. Las opiniones eran diversas y corrían como ríos: algunos llegaban a expresar que los de Fania, al fundamentar su diseño, habían llegado a alterar la narrativa histórica del surgimiento y auge de la música cubana, y que además era una música comercial sin grandes valores creativos originales.

Así estaban las cosas cuando Raoul Diomandé, un activo productor musical de Costa de Marfil, radicado en París y fanático de la música cubana, se entera de la movida Fania en La Habana. Diomandé tenía vínculos con EGREM, pues distribuía en Francia y algunos países de Africa, el catálogo de la única disquera cubana en aquel momento. Fue suya la idea de retomar el espíritu de las descargas de un Todos Estrellas de músicos cubanos que vivían entonces en Cuba, se dice que como una respuesta a la moda mundial de la salsa, a lo que hacía la Fania All Stars, pero reflejando la música cubana de raíz, con la mirada contemporánea de los músicos cubanos estrellas que residían en la Isla, sin un propósito lucrativo, más bien como una respuesta a lo que entonces algunos llamaban “música comercial cubana hecha en Estados Unidos”.

La directiva de EGREM aceptó la propuesta de Diomandé y encargó la dirección musical y desarrollo del proyecto al experimentado trombonista, compositor y productor Juan Pablo Torres, cuyo legado -dicho sea- no ha sido aún lo suficientemente valorado y estudiado. Si las primeras descargas se conocían como las sesiones de Panart, las que organizó Al Santiago fueron las de The Alegre All-Stars y las de la Fania, mantenían la referencia a su sello discográfico, pues éstas tenían que ser, Las Estrellas de Areíto.

Juan Pablo llamó a los mejores en sus respectivos instrumentos, pero los créditos de la edición primigenia de los vinilos no pudieron ser más parcos en cuando a información. Según los datos que guarda el percusionista Amadito Valdés, al ser parte de aquellas sesiones, la nómina general fue la que sigue:

Trompetas: Jorge Varona, Manuel 'Guajiro' Mirabal, Arturo Sandoval, Félix Chappottin y Adalberto 'Trompetica' Lara, Juan Munguía y Jorge Luis Varona.
Trombones: Juan Pablo Torres y Jesús 'Aguaje' Ramos.
Piano: Rubén González y Jesús Rubalcaba.
Violines: Rafael Lay Apesteguía, Miguel Barbón, Pedro Hernández, Elio Valdés, Angel Barbazán, Pedro Depestre, Félix Reina y Enrique Jorrín.
Bajo: Fabián García Caturla y Tony (se desconoce su apellido).
Tres: Andrés Echevarría más conocido por Niño Rivera.
Cuatro: Israel Pérez
Flauta: Richard Egües y Melquiades Fundora.
Saxo-clarinete: Paquito D’Rivera.
Congas: Guillermo 'Agapito' García y Tata Güines.
Bongó: Ricardo 'El Niño' León.
Güiro: Gustavo Tamayo y Otto Hevia
Pailas: Amadito Valdés y Filiberto Sanchez
Cantantes: Miguelito Cuní, Tito Gómez, Pío Leiva, Teresa García-Caturla Magaly Tars, Carlos Embale, Manuel Furé, Filiberto Hernandez.
Coros: Hermanos Bermúdez, Manolo Furé, Pepe Olmos y Felo Bacallao, Modesto Fusté Filiberto Sánchez, Eugenio 'Raspa' Rodriguez y Rolo Martinez.

Las sesiones de grabación, según Amadito, transcurrieron los días 24, 25, 27 y 30 de Octubre y 1, 8 y 9 de noviembre de 1979 en los míticos Areíto, de EGREM (antiguos estudios Panart) que seguían en la calle San Miguel 410 entre Lealtad y Campanario, en el corazón de la zona hoy conocida como Centro Habana.

Juan Pablo Torres no quiso recurrir a temas ya conocidos, sino que en su mayoría se trata de composiciones de músicos en activo y menos conocidas entonces. La duración de los tracks no es para nada comercial, porque su productor respetó el ambiente descargoso que crearon los músicos, las inspiraciones prolongadas y los solos soberbios.

Era imposible que con estos músicos, lo que saliera de allí no fuera la excelencia. Otra cosa, y muy distinta, fue el destino que le esperó a aquellas grabaciones y al fenómeno mismo de Las Estrellas de Areíto. A Venezuela llegaron las noticias, y EGREM y Diomandé consiguen que el sello venezolano Integra Interamericana de Grabaciones S.A. publicara en 1980 estos discos con otro diseño de portada igual de minimalista, pero con más información sobre los integrantes. Un año después cierran un contrato para que Las Estrellas de Areíto se presenten, en vivo y en directo, en Caracas.

Eso ocurrió en mayo de 1981, dos años después de la grabación de los discos. Era probablemente, el primer gran grupo de músicos cubanos que conseguía presentarse allí después de 1960 y en él iban músicos veteranos que aún eran mitos venerados en esas tierras: Miguelito Cuní, Félix Chappottín, Niño Rivera, Rubén González, Tata Güines, Tito Gómez, Enrique Jorrín... Hasta los propios músicos venezolanos estaban expectantes con este encuentro. Cuenta Fabián García-Caturla que Oscar D’León mandó un aviso de su deseo de encontrarse con los músicos cubanos. Organizó una comida en su casa y allí, para sorpresa de los que asistieron, les esperaba D’León con Celia Cruz, junto a otros músicos venezolanos.

Los cubanos se presentaron con éxito total, y a juzgar por un video que ha circulado años después, aquella primera actuación en directo hizo justicia a las virtudes del registro fonográfico. “Tocamos dos conciertos, en el Poliedro de Caracas y en un teatro en Barquisimeto. También hicimos un programa televisivo en Venevisión", recordó Fabián. Por su parte, Amadito Valdés aclaró que “Juan Pablo no pudo ir al frente de la orquesta. Estaba de gira con su grupo Algo Nuevo y entonces, al frente de Las Estrellas de Areíto fue Enrique Jorrín.”

Rosa Marquetti Tores
Desmemoriados. Historias de la Música Cubana, diciembre de 2018.
Ver fotos, agradecimientos y citas en Desmemoriados.
Leer también: Cuando Billy Joel levantó tres días el embargo a Cuba.

1 comentario:

  1. Excelente! Ya era hora que alguien le hiciera un homenaje a esta joya dela música cubana. Enhorabuena! Saludos Kentubanos

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