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jueves, 2 de agosto de 2018

Si no me hubiera ido para New York...



¿Cómo hubiera sido mi vida si de adolescente no me hubiera ido para New York?

Hubiera estudiado taquigrafía y mecanografía en la Academia Comercial Buenaventura Fillman con la Dra. Concha Morales e inglés en el Centro Especial de Inglés No. 12 con Luz Cremé.

Hubiera obtenido empleo a los 16 años de taquígrafa en una empresa como el Banco Agrícola e Industrial en la calle Oficios, Habana Vieja, inicialmente ganando 45 pesos mensuales.

Hubiera asistido a la Escuela Profesional de Comercio de La Habana, en Ayestarán y Néstor Sardiñas.

Me hubiera hecho socia del Club Bancario en Santa María del Mar, del Colegio de Taquígrafos que quedaba en la calle Cuarteles y de la Asociación de Graduados de Inglés en la calle Campanario.

Me hubieran aumentado el salario a 60 pesos mensuales y hubiera contribuido a la Caja del Seguro del Taquígrafo.

Me hubiera casado con Thamyris Cardelle López, que había empezado a trabajar en una compañía de seguros, creo que la American Underwriters. O con Diego Tuñón Rodríguez, que había estudiado en los Escolapios de La Habana. O con Pedro Iglesias García o Ismael Fuentes Sánchez, que se había graduado del colegio Hermanos Maristas y trabajó después en la Trust Company. O con Roberto, hijo de un bombero, o con Luis Cantillo Prado, que vivía en Cortina, o con Lino Sanz o con un cajero de algún otro banco.

Probablemente la boda se hubiera celebrado en la Iglesia de La Milagrosa, en Santos Suárez, donde había tomado la Primera Comunión. Mi tío Ismael hubiera sido padrino y mi tía Cheché hubiera ayudado a hacerme la habilitación (ajuar de novia).

Hubiéramos pasado la luna de miel en San José del Lago, Mayajigua, Sancti Spiritus.

Nos hubiéramos mudado a un apartamento en un edificio nuevo con cocina de gas, quizás cerca del parque, en Santa Emilia, Santos Suárez, y viajaríamos en las rutas 14 y 15 de los Ómnibus Aliados, y las líneas M-5 y M-7 de los Autobuses Modernos.

Como mis tres primos vivían cerca, hubiéramos ido con frecuencia a los cines Moderno, Modelo o Alameda. Y a la bolera que había en Cortina entre Libertad y Milagros; a los bailes en el Club San Carlos; a los estudios de la CMQ; a ver juegos de pelota en el Estadio del Cerro y de jai-alai en el Frontón de la calle Concordia.

También hubiéramos ido al Teatro Principal de La Comedia, al Palacio de los Yesistas en Xifrés entre Estrella y Maloja, al circo Santos y Artigas, a verbenas y festivales de los colegios y conciertos en el Anfiteatro de La Habana.

Hubiera salido a menudo con mis amigas: Martha, las dos Bertha, Estrella Soler, Vilma, Otilia, Mary, Míriam, Miguelina, Josefina, las dos Concha, las dos Ofelia, Julita, Ada, Yolanda Durán, Sylvia, Daisy, Dalia Entralgo, Ohilda, Emma Wong, Leticia, Rosita, Zilia Sáinz e Idalia, la que vivía en la calle Mangos.

Si no me hubiera ido a New York, me hubiera recibido de contador mercantil, me hubieran ascendido y me hubiera hecho socia del Colegio de Contadores de la Escuela de Comercio, en Malecón y Cárcel.

Mi esposo y yo habríamos asistido a cumpleaños, despedidas de soltera, bodas, bautizos y fiestas de quince. Hubiéramos sido socios de la Quinta La Purísima Concepción y del Centro de Dependientes del Comercio.

Hubiéramos tenido un par de hijos. Mis primos hubieran sido los padrinos. Si uno hubiera sido varón, habría asistido a los Escolapios de La Víbora, en la calle Flores, y si el otro hubiera sido una niña, habría ido al colegio Nuestra Señora de Lourdes, en Santa Catalina.

Habríamos leído El País, Bohemia, Vanidades y Selecciones. Probablemente en mis ratos libres hubiera bordado, tejido o tal vez pintado. No creo que hubiera aprendido a manejar y dudo que hubiera escrito relatos o poemas.

Habríamos pasado las vacaciones en Guanabo, Soroa, Bellamar, Isla de Pinos o Miami. Hubiéramos votado por el Partido Auténtico o el Ortodoxo.

No debí haberme ido para New York de adolescente. En Cuba, hubiera tenido una vida modesta, decorosa, decente, tranquila, sin ambiciones. ¡Ah, sí! Hasta que se impuso el comunismo y se acabó toda aspiración.

¡Menos mal que me fui para New York!

Zilia L. Laje
Pensamiento, 1 de junio de 2018.
Foto: Cuadro en lienzo de Nueva York en los años 50. Tomado de BSKT Madrid.

2 comentarios:

  1. Buenas tardes Tania, sí, supongo que la vida hubiera sido muy distinta para muchos cubanos si no hubiera llegado el comandante y mandado a parar. Yo, posiblemente habría estudiado Comercio, era lo que quería mi padre, y llevaría "los libros" del negocio familiar, aunque igual me hubiera decantado por estudiar Bachillerato y hacer algún tipo de ingeniería, se me daban bien las matemáticas y las ciencias en general. Hoy, soy una abuela que vive lejos de su tierra natal desde hace casi medio siglo, gracias a las redes sociales me he reencontrado con antiguas amistades que también abandonaron el país en la década de los 60 principios de los 70. De todo lo perdido, lo que más dolor me da es haber visto a mi padre trabajar 10 horas diarias para sacar adelante la familia y pagar a la docena de empleados que tenía y verse de la noche a la mañana con una mano alante y otra atrás.
    Saludos,

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  2. Este artículo fue alterado su contenido original publicado en Pensamiento.

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