Leer también: La Chivatería.
jueves, 31 de mayo de 2018
El crimen de Humboldt 7 (II)
Otro dato a tomar en cuenta para acercarse a la verdad. Durante el tiempo que Marcos Rodríguez estuvo detenido en La Cabaña, el padre de Marquitos visita a Ordoqui y le propone que vaya a ver a su hijo. Respuesta de Ordoqui. "No, no es bueno irlo a ver, él debe demostrar su inocencia. No es posible que un dirigente político haga acto de presencia en la Seguridad del Estado". El padre le dice 'yo soy su padre'. "Lo comprendo, responde Ordoqui, pero yo soy un dirigente político que no debo mezclarme en los problemas de investigaciones que está haciendo Seguridad del Estado. Tengo la plena seguridad que ellos lo están llevando bien". En uno de los interrogatorios le preguntaron a Marcos si los había delatado por dinero. Entonces dijo que no. "¡Por dinero no!" Así finalmente consiguen su confesión en 1963, pero no es hasta 1964 que se celebra el juicio.
Antes de Fidel viajar a Moscú le informan de la confesión de Marquitos. Dio instrucciones a Raúl y Dorticós de ser él quien manejaría el caso. Un tiempo después, una carta de Marquitos sacada de La Cabaña por su padre llega a manos de Faure Choumón, quien habla con Ramiro y este lo remite a Dorticós. El presidente le dijo a Fidel que ya no se podía demorar más el juicio. El presidente Dorticós y Joaquín Ordoqui conversaron antes del juicio sobre el asunto Marquitos. Ordoqui quería conocer algunos detalles salidos a la luz. La expresión utilizada por el presidente Dorticós cuando conversa con Ordoqui es definitoria sobre la posición de cada cual. Dorticós le señala a Ordoqui su error de apreciación sobre la inocencia de Marquitos. Demostración de no estar el presidente comprometido con el error cometido. "El acusado, Marcos Rodríguez Alfonso, que usted creía inocente, ha aceptado su responsabilidad y su culpabilidad".
La primera vista se convierte en un asunto político, al expresar los representantes del Directorio que el traidor era resultado del sectarismo. Sobre esas palabras descansaron las evidencias de su traición. Carlos Rafael le respondió: "El sectarismo no engendra delación. Es malo, es perjudicial, nos aísla de las masas y del pueblo, pero no engendra delatores ni traidores" (2). Es a partir de ese juicio, en abril de 1964, que surgen los dos pareceres sobre el hecho y por eso el juicio adquiere carácter político.
Fidel convocó a un segundo juicio y en éste se expresaron otros importantes criterios. A Marquitos le incluyeron el ingrediente político de haber pertenecido al PSP. "Marcos Rodríguez era traidor porque había sido formado en las filas del comunismo cubano. El juicio de Marcos Rodríguez debía servir para enterrar al sectarismo". Conectaron la traición de Marcos Rodríguez con el sectarismo y de paso con el PSP. Sin embargo, durante la vista no salieron las evidencias demostrando la protección del PSP a Marcos Rodríguez.
El juicio concluyó con la sentencia capital sobre Marquitos. Entonces, haber pertenecido al PSP y tener su apoyo no le sirvió para salvar su vida, como afirma el lector. Sin embargo, las opiniones vertidas en el juicio continuaron el mismo camino, los criterios no se modificaron. A pesar de habérsele preguntado a los testigos y responder estos haber quedado complacidos con la actuación del tribunal. El cine y la televisión lo han habituado a uno a reconocer a los malvados a primera vista y a los buenos llevar su inocencia escrita en la cara. En la vida real no es así y este caso puede servir para ilustrar lo difícil de acercarse a la verdad. La particularidad de este trabajo son esos dos pareceres, entre el lector y demás integrantes del asunto. Por eso hoy estamos aquí.
Alguien ha calculado el compromiso histórico que se contrae apoyando a un traidor. Solo si no sabe de su traición alguien puede brindarle apoyo al considerar que es víctima de una injusticia. Entonces, cabría preguntarse: ¿Fidel, Raúl y Dorticós tirarían por la borda su historia revolucionaria por un traidor de ínfima categoría? Otra pregunta. ¿Qué ganarían con defender a Marquitos si no lo hicieron con Aníbal Escalante que era más importante? Alguien podría argumentar que los militantes del PSP lo hicieron a escondidas de los máximos dirigentes. Se hubiera sabido antes o después y no se ha conocido hasta ahora. Durante el juicio se habló sobre una carta vista en la embajada de Cuba en Costa Rica.
Y como dato más específico: haber sido vista en la oficina del embajador cubano. La carta mencionaba al entonces jefe de la policía de la tiranía, Hernando Hernández, pidiendo ayuda para Marcos Rodríguez. Sobre el asunto Carlos Rafael Rodríguez expuso su opinión. "Yo he hablado de este problema con muchos compañeros del Directorio Revolucionario; ninguno de ellos jamás -y los invito a testificar ante el Tribunal- me habló de esta circunstancia y los invito a que vengan aquí y que, como revolucionarios, declaren si en alguna oportunidad me hablaron de ese asunto. Se habla de un cable ¿Qué cable o carta? Si hubiera un cable donde la tiranía protegiera a Marcos Rodríguez, él no hubiera estado nunca en libertad. ¿Dónde estaba ese cable? Cuando yo tuve conocimiento de esta declaración del compañero Faure pregunté dónde estaba ese cable y me informó que el cable había aparecido cuatro o cinco días antes del juicio. Ese cable no apareció en nuestras conversaciones, no apareció la declaración sobre Hernando Hernández, no aparecieron más que estos elementos que nosotros hemos mencionado ante el Tribunal" (3).
En el ambiente quedó la duda sobre las acusaciones. El lector utiliza en su afirmación el adjetivo 'irrestricto'. Una palabra equivalente a una verdad absoluta. Y según el diccionario significa incondicional, sin límites. Le da un papel hegemónico al PSP que no tiene. Un solo argumento descalifica tal afirmación. Los dos años y medios recluidos en Villa Marista para obtener su confesión confirman que la organización a la que pertenecía Marquitos no tenía tanta influencia como para darle, como se afirma, un irrestricto apoyo. Si no, no hubiera estado tanto tiempo encerrado en Villa Marista. Diferencia entre apoyo y protección. Vayamos a la raíz de las palabras: según el diccionario, apoyo es la acción para conseguir algo. En el caso de Marcos es verdad que lo ayudaron a conseguir comida, techo y en una ocasión asilo en la Embajada de Brasil. Pero los que lo ayudaron no fueron solo los del PSP, también los había de otras organizaciones revolucionarias. Y lo hicieron porque no sabían que era el traidor de Humboldt 7. Mientras, la acción de proteger tiene una connotación diferente: es impedir que una persona reciba daño o llegue hasta ella algo que lo produzca.
El libro Víctima o Culpable no se hizo a escondidas. Cuando lo terminé se lo llevé a las personas que de alguna manera cooperaron brindando información. La opinión del lector sobre mi libro Víctima o Culpable resultó ser desfavorable: "Por extensión, el libro se convierte en una exoneración total de aquellos responsables dentro del PSP que protegieron a capa y espada a Marcos Rodríguez e inexplicablemente evitaron enfrentara un juicio justo". La reiteración de los mismos pareceres continuó a pesar del tiempo transcurrido. Le pedí al lector que me diera los elementos para pensar de otra manera. Su respuesta no me dejó lugar a dudas de su empecinada posición: "Tú eres el investigador, búscalas" (4). Pero ahí no terminan los episodios sobre los pareceres. El lector acudió a otros subterfugios para evitar que mi opinión se conociera. No quería que se supiera que había una opinión diferente.
El libro sería publicado por la Editorial de Ciencias Sociales. Estaba concluida la revisión por la editora y solo faltaba enviarlo a la imprenta. De momento recibí un correo de la responsable, informándome que el libro no sería publicado (5). A renglón seguido ponía las razones más inverosímiles para no hacerlo (6). Detrás estaba la mano del lector, lo cual supe mucho tiempo después.
No cejaron en su empeño de hacer valer sus opiniones. Hicieron dos documentales para fortalecer sus criterios. En el primero, 38 días, tratando de forzar la verdad, cometieron un error inmenso. Aparece Marta Jiménez leyendo un documento donde expresa que "nunca el antiguo Partido de los comunistas enfrentó debidamente el hecho y que el traidor de Humboldt 7 era un militante de su Partido". Sin embargo, durante el juicio el fiscal le preguntó a Ordoqui y este explicó la solicitud de Marquitos de pertenecer al PSP. Podrían haberle ahorrado a Marta Jiménez cometer semejante error si hubieran leído en Bohemia todo el juicio. O si hubieran llegado a verme, como me anunció en dos ocasiones la directora del documental, Rosario Alfonso Parodi. No les bastó con el error inicial e hicieron un segundo documental, Los amagos de Saturno, insistiendo en los mismos errores sobre la ayuda recibida por el delator. Fructuoso Rodríguez, hijo, se encontró con un hijo mío en un supermercado de Miami y le expresó: "¡Dile a tu papá que si publica su libro va a recibir una respuesta mía!".
El libro Víctima o Culpable, a pesar de los obstáculos y las amenazas, se publicó de manera digital y se puede adquirir en Amazon.com. No he recibido la respuesta prometida por Fructuosito. Sin embargo, no tomaron en cuenta la personalidad de Marcos Rodríguez. Su astucia e inteligencia no aparecen consignadas en las pocas interpretaciones hechas por los interesados en descubrir al culpable. "El personaje es abyecto, por supuesto, pero paradójicamente interesante". Marcos logró evitar las sospechas con astucia, y con ello obtuvo el beneficio de ser considerado un perseguido por el Directorio. Se construyó el traje de "víctima", y la leyenda de ser objeto de persecución por su militancia socialista. Pasó de culpable -como le correspondía- a "perseguido". Y esto trajo, entre los asistentes al drama, beneficios para su persona. Muchos terminaron compadeciéndose de él. Así engañó a casi todos y se convirtió en víctima.
Durante el caso emergieron los mencionados beneficios de la duda. A menudo descubrimos que lo que 'todo el mundo sabe' es errado y que lo que no sabemos, 'es fascinante' y es lo que más se acerca a la verdad. Se caracterizó por ser muy hábil evadiendo preguntas comprometedoras y su falta de escrúpulos. Además, lo favorecía no ser el único conocedor de la presencia de los cuatro hombres en Humboldt 7 aquel fatídico día. Varias veces lo verificaron y supo evitar dar señales de traidor. Marcos fue confrontado sobre su traición en cinco ocasiones. Y algo peor para la presunción ya apuntada por el lector: en algunas de esas confrontaciones intervinieron miembros del propio Directorio Revolucionario y no pudieron encontrar su culpa. Saliendo Marquitos ileso de ellas, hizo válida su supuesta inocencia. Y creándose la aureola de víctima cuando en realidad era un victimario. Veamos las ocasiones en que fue confrontado.
1- Marta Jiménez visitó a Marquitos en la Embajada de Brasil en 1957. Su propósito era esclarecer los hechos, pero ella no consiguió ningún elemento demostrativo de su delación. Marquitos salió de la Embajada de Brasil e hizo estancia en Costa Rica durante dos meses. Pasó un entrenamiento por los sucesos del 5 de septiembre de 1957. Como existían indicios de su traición alguien propuso ajusticiarlo. "Algún cerebro afiebrado y calenturiento ideó asesinarme en un campo de entrenamiento en San José de Costa Rica", dijo Marquitos algún tiempo después. ¿Saben quién lo salvó de ser ajusticiado? Pepín Naranjo, miembro del DR, quien alegó no haber suficientes pruebas.
2- De Costa Rica emprende viaje y es recibido en Chile y después en Argentina. Allí su anfitriona es Dysis Guira, la novia de Joe Westbrook, uno de los caídos en Humboldt 7. Llega a México con una carta de recomendación del doctor René Anillo, miembro del Directorio. Aquí cabe preguntarse si todos los miembros del Directorio no tenían la misma opinión con respecto a la trayectoria de Marquitos. Y en México establece amistad con otros miembros de diferentes organizaciones.
3- Héctor Aldama, uno de los expedicionarios del Granma, se quedó en México y comenzó a preparar el entrenamiento para venir a Cuba. Marquitos pasó a ser uno de los integrantes del grupo. Fue acusado por Osmel Francis, militante del DR, de ser sospechoso de haber traicionado. Es confrontado por los integrantes del grupo, pero nada pudieron sacar en claro. Es amarrado con una cuerda a un inodoro y con posterioridad desamarrado. El autor de la decisión de soltarlo es del negro Ñico García, militante de la Organización Auténtica.
4- Durante el juicio, el fiscal le preguntó a Marquitos sobre la conversación sostenida con Edith García Buchaca en México antes de regresar a Cuba el 28 de enero de 1959. "Después del triunfo, Edith regresó como a los quince días para resolver algunos asuntos pendientes en México, y me dijo que cuando terminara la repatriación de los demás regresara a La Habana, que el DR me acusaba". Fidel puso su atención sobre el detalle e intervino haciendo gala de su agudeza. "Fidel: esto es muy importante porque él dice que la compañera Edith le dijo 'regresa a la Habana, que el DR te acusa' eso está un poco en contradicción con la afirmación de que él había comunicado el secreto, porque más lógico habría sido decir no regreses a La Habana porque el DR te acusa, vete para Checoslovaquia, o cualquier otra cosa". Por las gestiones de Marta Jiménez y Julio García Oliveras es mandado a detener por Camilo Cienfuegos. Nombran al capitán Reynier Díaz investigador del caso. En sus indagaciones, el capitán Reynier le presenta a Marquitos un antiguo policía de Ventura. También sale ileso de esa confrontación, no es reconocido por el esbirro. Entonces, lo sueltan y un tiempo después Marquitos marcha a Checoslovaquia a una escuela de cine. Esta beca había sido gestionada en México, desde 1958, por Joaquín Ordoqui con la ayuda de Alfredo Guevara.
5- Otro hecho a tomar en cuenta para acercarse a la verdad es la reunión entre miembros del PSP y del DR. En algún mes de 1959, sostuvieron una reunión miembros de ambas organizaciones, militantes del PSP y del DR. Encabezados por Carlos Rafael y Ordoqui, Guillermo Jiménez y Alberto Mora, para solventar las dudas sobre Marquitos. Se reunieron en casa de la mamá de Carlos Rafael. Los compañeros del Directorio tenían dos argumentos para aseverar que Marquitos era el traidor. Aducían como probatorio el gasto de dinero en Costa Rica y México. Ordoqui manifestó no ser cierto que este señor había manejado dinero en México. Y agregó que en México había estado en la más absoluta miseria, y vivía prácticamente a costa de otros compañeros en cuyas casas dormía. Citaron la casa de Cecilio Martínez, conocido por Chilo, la del compañero González Mantici, director de la Sinfónica Nacional, la casa de Ordoqui, donde no vivía, pero almorzaba y visitaba muchas veces, alternando con la casa de González Mantici y con otras de compañeros revolucionarios.
El segundo argumento era el aspecto físico del traidor. Según dijeron los compañeros del DR, había sido descrito por los torturadores Alfaro y Caro y también por Mirabal, todos del entorno de Esteban Ventura. El delator era un tipo bajito, menudo, con un libro debajo del brazo. Podía ser Marquitos y también Pérez Cowley. Yo haría una pregunta para acercarnos a la verdad: si en el momento de la mencionada reunión le hubieran presentado evidencias contundentes a Joaquín Ordoqui y Carlos Rafael Rodríguez no habrían desafiado los argumentos. No sacrificarían su historia por una persona sin importancia y acusada de traidor. Los argumentos expuestos por los miembros del DR no convencieron a los interlocutores. "Ustedes la tienen cogida con Marcos", concluyó Ordoqui la reunión.
La verdad beneficia a los once millones de cubanos y la mentira solo a los interesados en hacerla prevalecer. Y si alguien quisiera saber más sobre mi interés alrededor de las rectificaciones históricas, podría añadirles otro elemento. El autor intelectual de mi acuciosidad es Antonio Guiteras. Al escribir el libro Aquella decisión callada, tropecé con muchas incongruencias históricas. Ante lo encontrado tenía dos opciones, o las dejaba pasar y no me buscaba problemas o… Una vez más el mismo dilema expresado por José Martí: yugo o estrella. Nuestra historiografía está plagada de explicaciones e interpretaciones que curiosamente resultan hechas a la medida de intereses y rancios credos individuales de hombres e instituciones políticas. Yo no quiero ayudar a la mentira. Cuando, por conveniencia, acepte encubrir una mentira, a partir de ese momento mandará el beneficio y no la convicción.
Algo más para los interesados en llegar a los detalles más intrincados del caso Marquitos. Para seguir acercándose a la verdad es necesario remontarse a las diferencias entre el DR y el Movimiento 26 de julio. Existe información al respecto. Julio César Guanche y Frank Josué Cabrales han escrito sobre el asunto. No entro en más detalles porque no es la razón de este trabajo.
Newton Briones Montoto
Espacio Laical No. 13/2017
Fotocopia de página de la revista Bohemia del 27 de marzo de 1964. Tomada de Espacio Laical.
Notas:
1. García Oliveras, Julio, Entrevista con Newton Briones Montoto, 18/mayo/2011.
2. Palacio de Justicia, La Habana, 24 marzo de 1964, Departamento de versiones taquigráficas del Gobierno Revolucionario.
3. Comparecencia de Carlos Rafael Rodríguez durante el juicio por los sucesos de Humboldt 7.
4. Entrevista, a Guillermo Jiménez Soler por Newton Briones para el libro en preparación «Víctima» o Culpable, La Habana, 26 de diciembre de 2012.
5. Nota enviada el 29 de octubre del 2014 por María de los Ángeles Navarro González, responsable de la sección de Historia de la Editorial Nuevo Milenio.
6. Le envié un mensaje por correo electrónico con los pormenores a Ivette, presidenta de la sección de Literatura Histórico-Social, de la UNEAC, el 10 de noviembre de 2015.
Leer también: La Chivatería.
Publicado por
Malopezmx
a las
8:00 a. m.
0
comentarios
lunes, 28 de mayo de 2018
El crimen de Humboldt 7 (I)
Esta es otra oportunidad de esclarecer los hechos de aquel 20 de abril de 1957 y que al parecer aún no han quedado despejados. Para nadie existen dudas de la traición de Marcos Rodríguez Alfonso, Marquitos; todos están de acuerdo en que él fue el delator. Las diferencias de criterios surgen por la demora en ser descubierto y si en ese atraso hubo apoyo de personas e instituciones. Unos párrafos escritos por el crítico de cine Juan Antonio García Borrero pueden dar idea del problema: "¿Cómo es posible que algo juzgado públicamente, y transcurridas cuatro décadas, pueda seguir fomentando tal cantidad de preguntas?"
A pesar de los dos juicios celebrados para ventilar los hechos y haberse publicado todo en la prensa, incluyendo mi libro Víctima o Culpable, el misterio continuó. Una vez concluido el libro se lo di a leer a tres personas conocedoras del tema. Uno, el más importante de ellos por su participación en los hechos, Julio García Oliveras, dijo, "sí, ahora es que entiendo lo que sucedió"(1). No se quedó ahí, habló con Zuleica Romay, entonces presidenta del Instituto Cubano del Libro, para la publicación de la obra. En cambio, Guillermo Jiménez Soler y Marta Jiménez, también participantes directos en el caso, dijeron que no.
Una reiteración del autor recibió el rechazo de este lector. "Había más pasión en los acusadores que pruebas en sus manos. Estaban seguros de quién era el confidente, pero por disímiles razones no podían demostrarlo". El lector me envió un correo con sus consideraciones: "La demora durante años para hacer justicia, se explica por el irrestricto apoyo disfrutado por Marcos Rodríguez de parte de Joaquín Ordoqui Mesa y otros dirigentes y militantes del antiguo Partido Socialista Popular (PSP), a pesar de las advertencias del Directorio Revolucionario (DR)". Con esa frase sentenciosa era más que suficiente para considerarse dueños de la verdad. La particularidad de esta conferencia radica en esos dos pareceres, surgidos durante el juicio, en 1964, y después su continuación. En la memoria histórica de los cubanos el caso pasó a ser conocido como El crimen de Humboldt 7. Desconocimiento u opiniones interesadas sobre lo sucedido aquel fatídico día han sido las encargadas de convertir El crimen de Humboldt 7 en un misterio que nos acompaña hasta hoy.
Al parecer, resultó insuficiente lo explicado y las dudas persisten, incrementadas, además, por esas dos razones: Desconocimiento u Opiniones interesadas. Con mi exposición pretendo ayudar a desentrañar el supuesto misterio de Humboldt 7. Las demoras en descubrir la traición se debieron a no tener las evidencias para acusarlo y no por haber sido ayudado, como se afirma. El tiempo transcurrido va desde el 20 de abril de 1957, momento de ocurrir los hechos, hasta el 10 de enero de 1961, instante de la detención de Marquitos en Praga. Transcurrieron 3 años; 8 meses; 3 semanas (1,361 días). Y según el lector, la causa se debió al irrestricto apoyo recibido. Sobre estos dos puntos versará mi trabajo.
Después del asalto al Palacio Presidencial algunos de los sobrevivientes, trataron de ponerse a salvo. En el caso de Fructuoso Rodríguez Pérez, Juan Pedro Carbó Serviá y José Machado Rodríguez, Machadito, vagaron durante 38 días hasta llegar a Humboldt 7. Joe Westbrook Rosale no pasó por las mismas vicisitudes, al encontrar refugio desde el primer momento en casa de su novia Dysis Guira. Después de vagar durante algunos días consiguen el apartamento de Humboldt 7, obtenido por otro joven revolucionario, Eugenio Pérez Cowley, con el conocimiento de Marquitos. Cuando llegan al lugar en la madrugada de aquel 20 de abril de 1957, se encuentran a Joe Westbrook en compañía de Marquitos. Una discusión entre Carbó y Marquitos es la causa de la delación. Haber herido su autoestima es la motivación del traidor para ir a ver a Esteban Ventura Novo. Y la de este esbirro, obtener ascenso en su oficio, destacándose en asesinar a revolucionarios. Aquel día, a las 5:50 p.m., son asesinados los cuatro hombres. Tres días después, Marquitos se asila en la Embajada de Brasil, donde se encontraban miembros de otras organizaciones revolucionarias.
Dos meses más tarde parten hacia un país centroamericano. Luego de permanecer un tiempo en Costa Rica, Marquitos es invitado por Dysis Guira a visitar Argentina, donde se ha refugiado. En diciembre de 1957 llega a México y allí permanece un año. En ese país conoce a los dirigentes comunistas Joaquín Ordoqui y su esposa Edith García Buchaca. El 28 de enero de 1959 regresa a Cuba y un tiempo después viaja a Praga para disfrutar de una beca de cine. En la capital checa coincide con la delegación militar de Raúl Castro. Es designado para acompañar al comandante Pilón y a otros militares a Francia, acción manifiesta de no existir sospecha sobre Marcos Rodríguez. En los casi dos años que Marquitos estuvo en Praga no se hicieron gestiones para traerlo a Cuba. ¿Por qué? Faltaba la convicción, no había ningún elemento probatorio de su delación.
Algún tiempo después, recibe un mensaje del embajador brasileño en Cuba para que se vaya a otro país. El recado es interceptado por servicios de inteligencia amigos, quienes le informan a Osvaldo Sánchez y éste le advierte al comandante Ramiro Valdés sobre los pasos de Marquitos. Es mandado a detener y regresa preso a Cuba bajo los cargos de colaborar con el enemigo. Una observación importante para los que opinan que el PSP lo ayudó: los custodios de Marquitos en el viaje de regreso eran militantes del PSP. Durante dos años y medio permanece detenido y es interrogado en 5ta. y 14 y después en Villa Marista por oficiales de la Seguridad del Estado. Al no poderse obtener la culpabilidad de su traición la atención sobre él se relaja. En el consultorio de Villa Marista trabaja como ayudante de enfermero y juega pelota en su campo deportivo, pruebas de la falta de evidencias en su contra.
El interrogador Caldeiro le solicitó a su jefe, Hamel Ruiz, ser reasentado en otro caso al no poder obtener su confesión. Era necesario hacerlo confesar o liberarlo. Ese era el dilema que se le presentó a la dirección del Ministerio del Interior. La insistencia de Marta Jiménez y demás compañeros en ser Marquitos el traidor los inhibía de ponerlo en libertad. Liberarlo hubiera conllevado una opinión contraria al gobierno por apoyar al supuesto delator. Ante ese dilema, optaron por hacer un último esfuerzo. A finales de 1962 y principios de 1963, la jefatura de la Seguridad del Estado decidió redoblar el interrogatorio para obtener su confesión. Introdujeron en el caso al investigador Vicente Gutiérrez, antiguo militante del PSP. El impulso dado al caso comenzó a cambiar en una mejor dirección. Un tiempo después, Vicente Gutiérrez lanzó su primera conclusión: "Si todos los ocupantes del apartamento 201 de Humboldt 7 murieron asesinados en el acto, ¿quién pudo informarle a Ventura que Marcos se escapó? Tendría que ser Marquitos el delator".
Si la afirmación expresada por el lector ya mencionado fuera cierta: "La demora durante años para hacer justicia, se explica por el irrestricto apoyo disfrutado por Marcos Rodríguez", entonces no habría ocurrido que un militante del PSP hubiera llegado a esa conclusión. No obstante, alcanzado ese primer peldaño, era necesario conseguir su confesión. Vicente Gutiérrez y los dos interrogadores no descansaron en su empeño. Pensaron que Felipe Mirabal, ex segundo jefe del SIM, preso en La Cabaña, podría ayudar en el esclarecimiento; pero el recurso no funcionó y lo devolvieron a la prisión. No obstante, se siguió utilizando el ardid de existir alguien que lo identificara por haber estado en la reunión con Esteban Ventura. Pusieron a Marcos a escribir sobre los hechos más recientes de su vida y entonces encontraron algo que daría el impulso final al caso. Marquitos no hacía referencia a la discusión surgida aquella madrugada del encuentro en Humboldt 7. Vicente Gutiérrez lo explicó durante el juicio de manera esclarecedora: "La mentira se encontraba en que cuando él relata la visita al apartamento de Humboldt señala ésta como una visita cordial en la cual sostiene conversaciones amistosas con los compañeros. No refleja nada del incidente ocurrido y por tal motivo esto acrecienta las sospechas, que ya se hacen irrebatibles, de que él es el delator de Humboldt 7".
Es Vicente quien logra encontrar en la cobertura de Marquitos su punto más débil. Es necesario reiterar que el que lo descubre es un militante del PSP, quien escudriña los mínimos detalles del hecho. El Directorio Revolucionario sospechaba, pero no lo podía demostrar. Entonces, las dos interrogantes ya apuntadas: por qué pudo ocultar su traición y la participación de otras personas en ayuda de Marquitos quedan desechadas. Ahora, veamos la diferencia entre apoyo y protección.
Si la protección hubiera existido, entonces Ordoqui podría haber influido sobre Vicente Gutiérrez, antiguo militante del PSP. Algo importante a subrayar: existía una crítica velada al Gobierno Revolucionario. Porque si en realidad Ordoqui daba apoyo irrestricto a Marquitos también el Gobierno Revolucionario participaba en la componenda. Como dice el refrán, tan culpable es quien mata la vaca como el que le sujeta la pata.
Espacio Laical No. 13/2017
Foto: Vista actual del edificio situado en Humboldt 7, Vedado, lugar de la masacre ocurrida el 20 de abril de 1957. Tomada de Espacio Laical.
Publicado por
Malopezmx
a las
8:00 a. m.
2
comentarios
jueves, 24 de mayo de 2018
La Cueva del Indio Taganana
El escritor cubano Alejo Carpentier decía que el Hotel Nacional de Cuba era un “castillo encantado”. Una antigua leyenda se asocia con el lugar donde se alza el Hotel Nacional. Debajo del peñón donde hunde sus cimientos hubo varias cavernas, entre ellas la Cueva de Taganana, llamada así porque según la leyenda, en el siglo XVI sirvió de refugio a un indio de igual nombre y que inspiraría una narración de Cirilo Villaverde (1812-1894), el más importante novelista de la Cuba colonial.
Esa gruta ya no existe, pero sí, bajo los jardines, los túneles que para la defensa de La Habana se trazaron en los días de la Crisis de los Misiles, en octubre de 1962, cuando tropas de milicianos estuvieron atrincherados en los túneles, esperando el desenlace de acontecimientos que durante trece días pusieron en vilo al mundo.
A finales del siglo XIX, en la elevación donde hoy se erige el Hotel Nacional los españoles instalaron la Batería de Santa Clara, donde sobresalía el cañón Ordóñez, entonces considerado el más grande del mundo y que aún pueden verlo quienes recorran los jardines del hotel. Actualmente, la cueva es un museo que recuerda al visitante la Crisis de los Misiles. Un guardián muestra a los visitantes las trincheras así como objetos y documentos que allí se conservan.
La Cueva del indio Taganana no es la única que en Cuba tiene una historia. Mencionamos algunas.
Cueva Saturno. Considerada como la piscina natural cerca de Varadero, es una cueva donde puedes llevar tu snorkel y disfrutar de un magnífico baño. Tiene una profundidad de 20 metros y en ella se pueden encontrar peces y otras especies autóctonas de la fauna acuática cubana que habita en aguas subterráneas. Está llena de estalactitas y estalagmitas. La presencia de estalagmitas sumergidas, sugiere que esta cueva no siempre estuvo inundada por el agua. Cerca de la entrada de la cueva, existe una zona habilitada con espacios para comer o tomar café.
Cuevas de Bellamar. Conjunto de cavernas de más de 23 kilómetros de galerías situadas en Matanzas. Fueron declaradas monumento nacional no sólo por su belleza, sino por los importantes hallazgos paleontológicos y la amplia gama de procesos cristalinos. Mientras permanecieron bajo el nivel del mar, estas cavernas estuvieron llenas de agua. Los movimientos tectónicos hicieron que la zona se elevara, hasta llegar a formar las terrazas marinas que se notan en la ciudad de Matanzas y sus alrededores.
Las Cuevas de Bellamar se descubrieron gracias a la pérdida de una barreta de hierro por un esclavo en febrero de 1861. El esclavo y el mayoral imaginaron que la tierra se la había tragado. El dueño de la finca se dirigió al lugar de los hechos, y al ordenar que se cavara en el lugar donde había desaparecido la barreta, brotó una gran corriente de aire caliente humoso y repugnante olor. El dueño, que era conocedor de minas y cuevas, preparó la caverna para que visitantes pudieran disfrutarla. Sacaron muchas piedras, hicieron escaleras de mampostería, aun en uso, instalaron pasamanos e instaló luz eléctrica.
Cuevas de Santo Tomás. Su nombre viene del río Santo Tomás. Ubicada a 20 kilómetros de Viñales en la Sierra de Quemado, Pinar del Río, tiene más de 46 kilómetros, que incluyen ocho niveles. Sus galerías miden alrededor de cinco mil metros y es el mayor sistema cavernario de Cuba, Centroamérica y América del Sur.
Las investigaciones sobre este sistema cavernario comenzaron en 1954 por la Sociedad Espeleológica de Cuba. Hasta entonces, las cuevas abiertas en la Sierra de Quemado eran sólo conocidas por los campesinos de la región. Los habitantes del lugar visitaban la Cueva del Salón, nombrada así porque allí hacían sus celebraciones. De su interior, extraían guano de murciélago para fertilizar de las vegas de tabaco y las aguas de las pocetas eran utilizadas en la siembra cuando el río Santo Tomás pasaba por períodos de sequía.
Cueva del Indio. Situada en el Valle de Viñales, es una de las más visitadas por ser más accesible, aunque solo un kilómetro de su extensión puede ser visitado. El viaje por el interior de la cueva comienza a pie por un trayecto iluminado artificialmente que deja ver el amplio y rico repertorio de estalactitas y estalagmitas que se han formado a lo largo de los años. También puede recorrerse a través del río San Vicente, en una pequeña lancha que navega por el interior de la cueva. El lugar está ubicado a unos cinco kilómetros del poblado.
Tanto las Cuevas de Santo Tomás como la Cueva del Indio, sirvieron de refugio a aborígenes cubanos, quienes llenaron sus paredes de dibujos rupestres que aún se conservan, para disfrute de visitantes nacionales y extranjeros. Igualmente sirvieron de escondite a los cimarrones (esclavos rebeldes) que huían del maltrato de sus amos en las plantaciones de caña de azúcar.
Colaboración enviada por Zilia L. Laje. Originalmente publicada en Islalocal el 20 de noviembre de 2017, de donde se tomó la foto de la entrada a la Cueva del indio Taganana en el Hotel Nacional de Cuba.
Leer también: Cueva del Paraíso en Baracoa y Doce cosas que no sabías del Hotel Nacional.
Publicado por
Malopezmx
a las
8:00 a. m.
0
comentarios
lunes, 21 de mayo de 2018
Cubanos, siempre esperando
La eterna espera de los cubanos de que ocurra algo que haga su vida más fácil ha sido capturada en forma de acuarelas por el artista neoyorquino James Rauchman, un enamorado de Cuba que del 29 de marzo al 30 de abril de 2018 expuso en La Habana los retratos de sus amigos de la isla bajo el título Esperando.
Esperar bajo el sol caribeño el autobús que pasa lleno, esperar en la cola de la bodega la cuota normada de alimentos, esperar la visita del ser querido que se marchó de la isla, esperar que lleguen días de bonanza o de menos penurias. Una espera cotidiana que toma forma de cansancio, hastío, seriedad o abstracción sobre sesenta rostros de mirada fija retratados por Rauchman.
“Para mí, lo interesante es que el verbo esperar en inglés tiene dos significados, waiting y hoping, que significa aguardar, pero también albergar esperanza. En este caso, sirven los dos significados. Creo que los cubanos están esperando un cambio, algo que les facilite la vida, lo que quiera que ello sea”, explicó el artista.
Los retratos fueron mostrados sobre una imponente pared negra de la Fábrica de Arte Cubano, un espacio en el que los tonos alegres de las acuarelas y de la ropa de los retratados contrastan con el fondo oscuro, pero también con los gestos adustos de sus protagonistas.
Sin embargo, Rauchman siempre percibió como denominador común de los cubanos, “una increíble perseverancia, la voluntad de encontrar la felicidad en los detalles más simples de la vida, y la aceptación del hecho de que a veces la vida puede ser difícil. Todas esas cosas me han inspirado”, confiesa, mientras recibe, abraza y se fotografía con sus invitados, que van llegando a la exposición y excitados se buscan sobre la pared y señalan sus retratos.
Las acuarelas plasman a niños, adultos y ancianos, a blancos, negros y mulatos, todos sentados en reposo, con las manos en el regazo, en sillas antiguas, sillones de plástico o mimbre, las tradicionales mecedoras cubanas conocidas como comadritas e incluso sobre una alfombra.
Rauchman llegó a Cuba por primera vez en 1997 y desde entonces ha regresado en cuarenta ocasiones. La serie expuesta la pintó entre 2004 y 2006 y una selección fue mostrada en la Bienal de La Habana de 2006. Para él, la pared negra de la Fábrica de Arte Cubano “es el espacio perfecto, porque las acuarelas por separado tienen un significado, pero más allá de los retratos individuales está el retrato de un pueblo, y por ello quiero que puedan ser contemplados juntos”, refiere.
Tras las pinceladas, muchas historias, aunque para el neoyorquino ninguna en concreto guarda un significado especial. “Todas son especiales para mí, cada persona es única. He intentado explorar quiénes son”. Algunas de las acuarelas las protagonizan amigos muy cercanos que también son artistas, otras son de personas que Rauchman conoció por casualidad y accedieron a posar porque tenían tiempo en ese momento.
Hay, por ejemplo, una familia completa retratada: la madre, el padre, los dos hijos y el tío. Los conoció la primera vez que llegó a la isla. “Y se convirtieron en amigos, así que los pinté a todos”.
Con la llegada de Trump a la Casa Blanca, las relaciones entre Estados Unidos y Cuba pasan de nuevo por momentos de tensión tras la esperanza suscitada por el deshielo impulsado en la época de Obama. Un giro que enfada mucho a este pintor, por las implicaciones que ese enfriamiento tiene para las relaciones entre los ciudadanos de una y otra orilla.
“Vengo de Nueva York, donde pensamos que Trump es un idiota. Me gusta poder decir esto, y esperemos que el péndulo oscile y regrese con más fuerza en dirección contraria, que esto sea solo una mala etapa”. E insiste que para un estadounidense “no es tan difícil viajar a Cuba como algunos medios nos quieren hacer creer. Yo estoy aquí. Creo que (la nueva política de Washington hacia la isla) es estúpida”, concluye Rauchman.
Información de EFE publicada en Islalocal el 30 de marzo de 2018.
Foto de EFE tomada de Diario Las Américas.
Publicado por
Malopezmx
a las
8:00 a. m.
0
comentarios
jueves, 17 de mayo de 2018
La sinfonía de los sonidos de La Habana
Justo antes de Año Nuevo, mi esposa y yo dejamos a nuestros dos hijos en casa con sus abuelos y nos escapamos a La Habana para disfrutar de unas breves vacaciones. Tal vez estén familiarizados con esta sensación sorprendente de estar sin sus hijos, que es como si se estuvieran saliendo con la suya en algo temerario y posiblemente ilegal. Más de una vez, sentí como si hubiésemos descubierto un código secreto que abre un portal hacia un universo paralelo.
De repente, nos dimos el lujo de tomar un trago y nos dimos el lujo de saborearlo poco a poco. Podíamos leer más de una página de un libro a la vez. Podíamos disfrutar nuestros alimentos sin tener que limpiar el yogur del techo.
Sin embargo, esta extraña sensación de haberle ganado la batalla al tiempo y al espacio se debió principalmente a nuestro destino: Cuba. La compleja identidad del país está vinculada de manera inherente a la dualidad, su capacidad de sentirse tan lejos y tan cerca al mismo tiempo.
Nuestra visita se dio en un momento extraño, ya que el país languidece en un periodo de incertidumbre después de Fidel y de la visita del expresidente estadounidense Barack Obama, que muchos cubanos con los que hablamos ven como un momento crucial, un primer paso crítico en la normalización de las relaciones entre los dos países.
No obstante, dicho optimismo se ha convertido en un limbo de incertidumbre, en el que hay más preguntas que respuestas: ¿el repentino auge de los negocios privados (como Airbnb) en la isla es un signo de lo que está por venir o solamente es una fachada de lo que queda de un régimen totalitario? ¿Qué ocurrirá cuando Raúl Castro por fin deje el cargo? En la era de Trump, ¿se les permitirá a los estadounidenses volver a Cuba? Y si, de hecho, uno va a Cuba, ¿se hará trizas nuestra mente capitalista?
Al igual que a muchos otros, los informes de que los diplomáticos estadounidenses habían padecido una serie de síntomas misteriosos (náuseas, pérdida de audición, mareos, pérdida de memoria e incluso daño cerebral) me habían interesado especialmente. Tanto los medios como el Departamento de Estado estadounidense señalaron como explicación que el ataque se había debido a un 'arma sónica', que parecía ser el último aliento tóxico de las artimañas que se habían usado en la Guerra Fría.
Entonces, ¿por qué ir a Cuba y ponerse en el punto de mira de la incertidumbre diplomática y acústica? Porque por eso viajamos. Como alguna vez escribió José Martí, el poeta y filósofo nacional que se ha vuelto emblemático en Cuba: “En tiempos de crisis, los pueblos del mundo que van a luchar juntos deben apresurarse a conocerse”. Nadie puede predecir qué ocurrirá con Cuba en los próximos años y es por eso que debemos apresurarnos a visitar ese destino en este momento: literalmente, en este momento. Visitarla es ser testigo de cómo un ave exótica está a punto de salir volando de su jaula.
Nuestro chofer en La Habana había heredado su Buick Invicta convertible 1959 color cereza de su padre, quien a su vez lo había heredado de su padre. El motor era original. Pregunté cuál era el kilometraje del automóvil. “No se puede medir”, respondió.
Hay muchas cosas en Cuba que no se dejan medir. El tiempo se vuelve un enigma. Cuando nos llevó a la ciudad desde el Aeropuerto Internacional José Martí, de inmediato nos sumergimos en un remolino de historia fantasmagórica: Plymouths estadounidenses de la década de los cincuenta, Ladas soviéticos de los setenta, Polski Fiats de los ochenta, carretas jaladas por caballos y el extraño Peugeot. Era como si cada momento del pasado se hiciera presente ante nosotros.
Los cubanos tienen una relación complicada con el tiempo. El sistema socialista exige que uno se rinda ante el tiempo; el tiempo, como casi todo lo demás, es un bien compartido. Por ende, la gente se acostumbra a esperar en fila a que toque su turno para recibir un servicio.
Están tan acostumbrados a esperar en fila que ya nadie hace una. Solo hay un grupo de personas que viven la vida, conversan, y que casualmente esperan afuera de un banco o en la parada del autobús mientras tanto. Cuando llega una persona más, pregunta: “¿Quién es el último?” y un dedo se levanta. Sin mayor alarde, una persona más se suma a la fila y así pasa el tiempo. Uno de los jóvenes cubanos con los que hablamos mientras hacíamos fila solo se encogió de hombros ante este inconveniente. “Sí, hay escasez de productos. No, no es lo ideal. Las empresas privadas son importantes. Pero no queremos simplemente copiar el sistema estadounidense, sin ofender, en el que todo tiene que ver con el dinero”, dijo.
Uno de los grandes regalos de nuestro corto tiempo en La Habana fue el tiempo mismo. En específico, no tener acceso constante al internet. La Habana acaba de permitir que haya wifi público, pero solo en ciertos parques y esquinas. Hay que comprar una tarjeta para adquirir tiempo en línea y de ese modo nos unimos llenos de culpa a las masas nocturnas que se dan cita en el Parque John Lennon, cautivados por el brillo de nuestros teléfonos inteligentes. Los parques públicos se han vuelto a llenar de adictos, salvo que la naturaleza de la droga ha cambiado. ¿Será aquí donde comenzará la nueva revolución? ¿Acaso esta revolución tendrá su propio emoticono?
Deambulábamos por parques oscuros por las noches porque, en su mayor parte, Cuba es un lugar totalmente seguro. No hay delincuencia conocida, o al menos eso es lo que dice el gobierno cubano. Como suele suceder, cuando uno indaga un poco más, nada es lo que parece: Cuba ocupa el séptimo lugar en el índice de encarcelamiento global (Estados Unidos ocupa el segundo lugar).
Si no hay delincuencia, ¿cómo es que hay tantos delincuentes? ¿O será que no hay delincuencia porque todos los criminales están encerrados? Cuando le pregunté a nuestro conductor, me contestó con indiferencia. “Un viejo chiste dice que hay once millones de cubanos, de los cuales cinco millones son policías”, dijo
No seré el primero en decirles que las calles de La Habana son adictivas. La ciudad es tremendamente fotogénica y no necesita filtros. Nuestro Airbnb se encontraba en El Vedado, un barrio residencial engañosamente tranquilo de mansiones avejentadas que también tiene algunos de los pocos centros nocturnos más bulliciosos y la Fábrica de Arte Cubano, una vieja fábrica de aceite de cocina que se ha convertido en un complejo en expansión de artes multidisciplinarias con un excelente restaurante, El Cocinero, en el techo. La noche en la que lo visitamos había un desfile de modas, un concierto y la inauguración de una galería, todo en el mismo lugar. Los cubanos son ingeniosos cuando se trata de adaptar lo que ya existe para convertirlo en algo más maravilloso que la suma de sus partes.
Caminamos desde El Vedado. Caminamos por el malecón, donde los jóvenes salen a ver y ser vistos mientras las olas rompen contra el espolón de la ciudad. Caminamos por la parte ruinosa del centro, “la verdadera Habana”, como mucha gente dice. Todos estaban en casa por las vacaciones; el ambiente era de fiesta. Logramos esquivar el agua que arrojaban de los balcones. Había hombres que arreglaban autos. Autos que arreglaban hombres. Paseamos por el callejón de Hamel, un callejón convertido en capas de códices de arte urbano afrocubano de Salvador González, en el que se pueden ver bañeras con inscripciones incrustadas en los muros, coloridos murales dedicados a la danza.
Pasamos junto a la aglomeración jubilosa de un festival callejero de rumba. ¿Acaso se celebra un festival de rumba todos los días? No me sorprendería. De hecho, los habaneros son de las personas más animadas que he conocido. Los ciudadanos de muchos de los países socialistas y postsocialistas que he visitado suelen irradiar un cinismo cuidadosamente perfeccionado (basta ver el perfecto ceño fruncido de la empleada de la escalera mecánica en el Metro de Moscú).
Los cubanos son todo lo contrario. No es que se cieguen ante los problemas de su país, pero no hay tiempo de deprimirse porque… ¡hay un festival callejero de rumba! (y un auto que arreglar, un apartamento que rentar, hay que conseguir huevos).
Hasta Jesús sabe de qué se trata. El Cristo de La Habana es una estatua que mide 20 metros de alto, en mármol de Carrara, que mira la ciudad desde la cima de una colina al otro lado de la bahía. “En Río, su Jesús es así”, dijo nuestro guía, levantando los brazos. “En Cuba es más bien así, con un mojito y un puro”. La bendición cubana.
Todo el tiempo había gente que no conocíamos que iniciaba conversaciones con nosotros: “¿De dónde vienen?”. La gente sonreía cuando les decíamos. “Por favor, díganles a todos que Cuba es hermosa. Sin mafias ni guerra. Solo mojitos y salsa para bailar”. Llevándose la mano al estómago, nos daban una muestra de baile, con el dedo del pie dibujando remolinos con pericia sobre el suelo.
Como visitante en esta isla maravillosa, seguimos el ejemplo del Cristo de La Habana y tomamos nuestra cuota de mojitos que pasaban por nuestra garganta como agua. La comida fue poco memorable, casi en su totalidad, pero no es por eso por lo que uno viaja a Cuba. Uno viene para que lo transporten a otra era. Para bailar, dibujar remolinos con los dedos de los pies sobre el suelo. Para echarse un clavado en la mezcolanza de arquitectura colonial y art decó, reflexionar sobre los murales callejeros tristes y ajenos de Yulier Rodríguez, escuchar historias sobre un mundo paralelo, un mundo que comienza lentamente a fundirse con el propio. También se viene a la isla por los sonidos.
La Habana es la tierra de los sonidos. Nunca había ido a un lugar cuya identidad estuviera tan entretejida con su huella auditiva. El pum-pum gutural de los Cadillacs de ocho cilindros construidos antes de que mi padre naciera; el océano que se alza y la olas que rompen en el malecón como el llanto de un recién nacido; el compás de los timbales que se deja oír en el bar del otro lado de la calle, tin-tin, tin-tin-tin; los pies que se arrastran en el suelo del hombre que te enseña a bailar salsa en la banqueta; el arañazo monótono de una escoba en un umbral; el estallido seco de los cañones ceremoniales que se disparan cada tarde desde la Fortaleza de San Carlos de la Cabaña; el dulce tintineo de los hielos en el mojito de piña más delicioso que hayas probado.
No pude evitar pensar: “¿Podría esta combinación de reverberaciones ser en realidad el sitio de esos ataques sónicos?”. Antes de partir hacia Cuba había escuchado una breve grabación de audio de lo que esos diplomáticos supuestamente escucharon. Era un tormento para el oído, como una nube de cigarras drogadas. Un campo minado acústico de un aleteo agudo. Me atravesó la conciencia, aplastó mi espíritu, cerró en mí toda posibilidad. El sonido puede ser terrorífico.
También puede ser hermoso. Nuestra última noche en La Habana fuimos a ver al eterno Roberto Fonseca y su banda Temperamento en el famoso club de jazz La Zorra y El Cuervo. Para entrar, hay que esperar en fila antes de descender a través de la réplica de una cabina telefónica roja británica hacia un pequeño sótano.
Fonseca y los miembros de su banda llegaron despacio, uno por uno, saludándose entre sí, probaron sus instrumentos, los aires y la atmósfera. No había prisa. La música no comenzó sino hasta pasadas las once de la noche. Sin embargo, cuando la primera nota se escuchó, todo pareció desvanecerse: la ciudad, la isla, el mar, el mundo. Estábamos flotando. El baterista era humilde, incorruptible, generoso. Iba y venía dejándose llevar enteramente por Fonseca, quien tocaba todos los acordes de su teclado como una gacela. El percusionista de la conga, cuando por fin llegó su turno, dejó escapar una avalancha de ritmos tan espectacular que los átomos en la habitación comenzaron a estremecerse y se separaron. Díganme, ¿hay algún instrumento más estático que la conga?
El jazz, cuando es bueno, hace que todas las posibilidades parezcan posibles. Es así como cualquier cosa que se interprete en ese momento se siente perfecta, intensamente verdadera. Es tal como se suponía que debía ser. Cuando la canción llegó a su fin, el mundo se apresuró a volver, cambiado e intacto. Estábamos en Cuba… todavía.
Dejamos escapar un suspiro y comenzamos a aplaudir.
The New York Times en Español, 17 de marzo de 2018.
Foto: El centro de La Habana al atardecer. Tomada del texto original, donde se pueden ver más fotos de la capital cubana.
Publicado por
Malopezmx
a las
5:03 a. m.
0
comentarios
lunes, 14 de mayo de 2018
SOS Calzada de Diez de Octubre
Está entre las más transitadas del país y cruza uno de los territorios más densamente poblados de la isla. Se calcula que a diario la atraviesen más de 20 mil vehículos automotores y un promedio de 200 mil personas. Estrecha, mal pavimentada, oscura en las noches y plagada de obstáculos para choferes y peatones, la Calzada de Diez de Octubre, otrora de Jesús del Monte, debido al deterioro extremo que la afecta, hoy representa un peligro para habitantes y transeúntes.
Aunque se estima que una de cada tres edificaciones del municipio presenta algún problema constructivo importante y que casi un 30 por ciento de las viviendas han sido consideradas inhabitables, este tramo vial es una muestra de que las cosas son mucho más trágicas de lo que expresan las estadísticas.
A diario ocurren accidentes de todo tipo, relacionados con el abandono que sufre la localidad habanera desde hace décadas por causa de la despreocupación de los organismos de Gobierno e instituciones estatales que debieran encargarse de encontrar soluciones. Según vecinos de una de las decenas de cuarterías en peligro de derrumbe que existen en la calzada, las quejas expresadas a las autoridades de Gobierno durante décadas han caído en saco roto.
“Nadie pasa por aquí. Damos quejas y nada. Suba para que vea cómo están esos techos. Un día alguien va a morir aplastado y creo que ni así harán nada”, denuncia Maritza, vecina del número 1063, frente al Pío Pío. Está tan enojada que afirma haber perdido el miedo a enfrentar las consecuencias por no quedarse callada en un país donde hablar a un medio de prensa independiente suele conllevar a un castigo.
“Los techos se caen. Trozos que pueden matar a cualquiera. Las personas mayores ya ni podemos caminar por las aceras. Es que no hay. Lo único que hace el Gobierno es trasladar las paradas de guagua para otro lugar o poner multas a los vecinos cuando no tiran abajo los techos en mal estado, es decir, que la responsabilidad es de uno cuando los techos de los portales están en área común, eso debería ser responsabilidad del Gobierno”, opina Daura, vecina del número 1065, un solar donde habitan unas veinte familias, hacinadas en cuartuchos oscuros, húmedos, mal ventilados.
Aunque ninguno de los funcionarios del gobierno municipal convidados a dar su opinión quiso ofrecer declaraciones, se sabe que la única acción realizada por estos para evitar accidentes por la caída de escombros en los portales que dan a la calzada ha sido la imposición de multas a quienes se niegan a demoler los techos, una tarea cuyos gastos, elevadísimos, debe correr por los habitantes de la vivienda, posean o no recursos para emprenderla.
“No existen empresas (estatales) donde un ciudadano pueda contratar los servicios de demolición”, explica Ricardo Peláez, responsable de una brigada de albañilería “por cuenta propia”: “Un trabajo de demolición es caro porque no solo es dar mandarria, es cortar las vigas de acero, poner los andamios, llevarse el escombro porque está en plena calzada, tienes que hacerlo de noche porque te ponen una multa. La mayoría de la gente que vive en esos lugares no tiene dinero. Si no pueden pagar una simple multa, imposible que puedan pagar un albañil”, opina Peláez.
Aunque el gobierno se escuda en la entrega de créditos por parte de la banca nacional y en la venta de materiales de la construcción a precios subsidiados, las “soluciones” no pasan de ser una broma diabólica cuando se analiza que el costo de la restauración de cualquiera de las edificaciones de la calzada, la mayoría antiguos caserones construidos entre los años 20 y 50 del siglo XX puede sobrepasar los 100 mil pesos, una cifra que no representa ni el 10 por ciento del mayor crédito bancario al que puede aspirar un ciudadano cubano que viva de un salario estatal.
Hasta la fecha, no existe un plan reconstructivo para la Calzada de Diez de Octubre ni siquiera cuando se sabe que el descontento popular cada día va en ascenso y que, de continuar las cosas como están, los estallidos de protestas podrían superar aquellos reclamos de agua y electricidad tras el paso del huracán Irma. Al ritmo que lleva esta tragedia cotidiana y bajo el anuncio de que este año 2018 el gobierno cubano solo atenderá “las prioridades dentro de las prioridades”, lo que significa que muchas cosas quedarán desatendidas, la Calzada de Diez de Octubre se convertirá en nuestro primer desierto urbano, un paisaje que quizás pueda interesar como atractivo turístico.
Ernesto Pérez Chang
Cubanet, 15 de febrero de 2018.Foto: Tomada de Cubanet, donde pueden ver más fotos de la desastrosa situación en que se encuentra la Calazada de Diez de Octubre.
Publicado por
Malopezmx
a las
8:00 a. m.
1 comentarios
jueves, 10 de mayo de 2018
La Habana antes de Fidel (II y final)
Actualmente, cuando gran parte de las casas y edificios de La Habana, y de muchas otras ciudades, materialmente se están cayendo por falta de mantenimiento, y el déficit habitacional es pavoroso, Castro sigue ordenando: round up the usual suspects: “75.4% del fondo habitacional se construyó después de 1959; 84% de los cubanos son propietarios de su vivienda (aunque no la pueden vender); 2 millones 200 mil personas pagaban alquiler antes de 1959, por un monto de hasta 50% de los ingresos familiares” (Reforma, 07/6/2010). Son tres afirmaciones falsas.
Si el 75.4% de las viviendas en Cuba se construyeron después de 1959 y actualmente sufren una pavorosa carencia, significa que el castrismo las dejó de construir y de dar mantenimiento. Además, si fuera cierto el dicho oficial, en 1958 millones de cubanos tendrían que haber vivido en las banquetas. “El 84% de cubanos son propietarios de su vivienda.” Es una declaración cínica: el castrismo festina el regalo a terceros de propiedades que no eran suyas. Pero había que llenar la Plaza de la Revolución, que construyó Batista.
Según Castro, en 1959 más de dos millones de personas pagaban de renta “hasta el 50% del ingreso familiar”. Es totalmente falso. En el Censo de 1953 están los datos, actualizados en 1957 por el Instituto Nacional de Reforma Económica: ese año, el sector que pagaba el porcentaje más alto de renta era el de 'ingreso extraordinario', como lo llama el documento: pagaban el 17.3% de su ingreso total. El segmento de la población de 'escasos recursos' pagaba de renta el 11.7% de su ingreso total; el sector medio, 15.5%. Gracias a una ley de 1952, con antecedentes en los años 40, que obligó al Buró Nacional de Economía a limitar el costo de los arrendamientos inclusive por abajo del costo de la vida.
Ahora respondamos, con datos del mismo Censo de 1953, esta pregunta: ¿todos vivían bajo techo? En 1953, el total de apartamentos y casas-habitación en Cuba era de 1,250,641 y vivía un promedio de 4.62 personas por casa; en La Habana el índice era de 3.8. Una simple operación aritmética nos indica que en ese momento vivían bajo techo 5,265,198 personas, casi la totalidad de la población, que era de 5,829,000. Pero hace falta llegar a 1958: de 1955 a 1958 (no se incluye el año 1954 por falta de datos), únicamente en La Habana se construyeron, 1,425,820 metros cuadrados de viviendas. Por supuesto, no había aún suficientes viviendas de las hoy llamadas 'de interés social', que hacían falta, y la demanda principal provenía de las clases media y alta. Pero el déficit habitacional no era, ni con mucho, un problema nacional; y lo que había no se estaba cayendo. No existían en las ciudades cubanas las hoy llamadas favelas, barriadas marginales. (Todos los datos posteriores a 1953, que desde luego no contiene el Censo, provienen del Colegio de Arquitectos de La Habana, recopilados en A study on Cuba).
Las cifras socioeconómicas de los años 50 para Cuba, frente a la guerra política y violenta contra Batista, y terrorista, que sufrió la población desde 1953 en diferentes frentes y medidas, promovida por diversos grupos, incluido el ejército y los partidos políticos, plantean una paradoja: Cuba era un país democrático con un nivel y calidad de vida muy superior a casi todos los países de Latinoamérica. La crisis era política y no se solucionó en ese terreno. Cuba no era el paraíso terrenal en 1958, por supuesto que no. Había corrupción, desigualdad, discriminación, prostitución. Eso no ha cambiado, y se agravó con Castro.
Entonces había gente pobre: hoy todos los cubanos son pobres. El desempleo en 1958 era del 11.8%, alto frente a países desarrollados como Alemania (10.2%), Dinamarca (8.7%) o Estados Unidos (5.0%). No obstante, los números para Cuba en casi todos los rubros de la socioeconomía eran superiores frente a Latinoamérica. No fue una crisis socioeconómica lo que alteró el orden social, fue el rompimiento del orden constitucional y democrático.
Cuba estrenó una Constitución política en 1940 (que otorgó el voto a la mujer, seguridad social para los trabajadores y estableció en ocho años la educación mínima obligatoria) y vivió democráticamente hasta 1952, cuando Fulgencio Batista, entonces aspirante por segunda vez, no consecutiva, a la presidencia de la república, prefirió dar un golpe de Estado, con el apoyo del ejército, meses antes de que el presidente Prío Socarrás terminara su gestión. Fidel Castro competía entonces para diputado por el Partido del Pueblo Cubano (autodenominados Ortodoxos) quien buscó, personalmente, una alianza con Batista. Afirman los autores de A study on Cuba: “El gobierno de Prío Socarrás (1948-1952) se caracterizó, igual que el anterior, por su respeto a las libertades públicas, aunque tuvo una excesiva tolerancia que creó una crisis de autoridad.” Esto último fue el pretexto de Batista para romper el orden constitucional.
El caso de Cuba contradice por completo la funesta tradición violenta de ciertas revoluciones que justifican sus acciones sangrientas con la desigualdad socioeconómica y la tiranía del gobernante en turno. En Cuba, en 1959, un tirano encabezaba el gobierno, es cierto, pero Cuba era uno de los países más ricos de Latinoamérica que vivió de 1940 a 1952 en plena democracia. De aquel año, hasta 1958, sin merma de la productividad y la libertad de expresión, la crisis política se fue agravando hasta que la oposición (con ayuda de la prensa más influyente) logró el estallido social que acabó con todo. En primer término con la democracia.
¿Qué logró enajenar a los opositores a Batista y optar, en amplios y diversos sectores sociales y políticos, por la vía violenta para resolver un problema democrático, pese a que en 1956 se realizó una importante cumbre entre la oposición y el gobierno para encontrar una salida democrática? La miopía de los actores y partidos políticos que no fueron capaces de abandonar sus posiciones particulares a favor de Cuba, fue quizá el factor principal. Miguel Ángel Quevedo, dueño de la revista Bohemia, sin duda el medio impreso más influyente en la sociedad cubana de la época, afirma que aquel llamado Diálogo Cívico de 1956 fracasó gracias a los infiltrados de Fidel Castro en el Partido Socialista Popular, que 'reventaron' el diálogo. Como haya sido, el hecho es que fracasó, y por allí escapó para Cuba la oportunidad de continuar el impresionante desarrollo socioeconómico y democrático que sostenía desde los años 40.
La responsabilidad histórica recae otra vez en sus dirigentes políticos, quienes, una vez derrocado Batista, fueron incapaces de retomar el gobierno y reorientar la vida de la sociedad cubana por la vía democrática. Castro se adelantó a todos y por la vía del terror totalitario hizo lo que ya sabemos. Pese a que el apoyo de la sociedad al PSP (los comunistas) fue, históricamente, insignificante. Pero fueron ellos quienes se hicieron del poder y lo demás es historia: de siete a diez mil fusilamientos en los primeros diez años; unos treinta y cinco mil presos políticos han pasado por las cárceles y los campos de concentración, o Unidades Militares de Apoyo a la Producción (UMAP).
La primera medida que tomaron en 1959 fue cancelar la autonomía universitaria. Revisemos, para terminar, cuál era la condición de la prensa en Cuba en 1959, el apoyo que ofreció Bohemia a la propuesta violenta de Fidel Castro y la suerte que corrió su dueño.
En Cuba, en 1958, se publicaban 58 periódicos y, aunque el tiraje total era superado por Argentina y Brasil (Cuba ocupaba el tercer sitio), el número de ejemplares impresos por cada mil habitantes (129) solo era superado por Argentina y Uruguay (180). Más de medio siglo después en realidad soólo circula el Granma, vocero del Partido Comunista y de los gobernantes, cuyo contenido repiten obsesivamente los deplorables medios electrónicos. La revista Bohemia, fundada en 1908, tiró el 6 de febrero de 1958 503,000 ejemplares, cifra que hasta hoy jamás ha alcanzado en México, ni creemos que alcance en los próximos años, y quizá en toda Latinoamérica, ningún medio de comunicación impreso.
Hemos tenido en nuestras manos un ejemplar de esta edición histórica: destinaron a la circulación internacional 103,000 ejemplares. En los años 50, la revista Bohemia se vendía semanalmente en pueblos de México tan alejados del centro como Tapachula -la distribuía el padre del escritor Marco Aurelio Carballo. Se afirma que Bohemia tiró la segunda semana de enero de 1959 un millón de ejemplares -aunque no hemos localizado ninguno-, una cifra que, en tal caso, está solo en las alucinaciones editoriales de cualquier revista hispanoamericana. Es ampliamente demostrable con los ejemplares anteriores a esa fecha que su dueño, Miguel Ángel Quevedo, apoyaba abiertamente, sin reservas ni censura, a la oposición y a Fidel Castro: le hacían reportajes en la Sierra Maestra, publicaban noticias sobre el Movimiento 26 de Julio, le dedicaban editoriales.
En el número del 9 de marzo de 1958 publicaron un amplio reportaje sobre Fidel Castro que titularon “Misión Sierra Maestra”, que escribió Enrique Meneses Jr. Esto solo pudo suceder en una sociedad democrática y culta. Batista fue un sátrapa irresponsable que rompió en 1952 el orden constitucional, establecido desde 1940, pero nunca se propuso aniquilar la libertad de prensa y las libertades individuales. 1957 es el año de mayor crecimiento económico en la historia de Cuba. Luego del golpe de Estado del 10 de marzo de 1952, Batista convocó a elecciones, las cuales se realizaron dos años después, y él ganó. De hecho, terminó su gestión en 1958 y, de no escapar, habría entregado el poder a principios de 59, a uno de los suyos. Como hizo Fidel con su hermano Raúl en 2008, aunque en ese caso sin elecciones. Por irregulares que hayan sido, hubo elecciones en 1958, y Batista no fue candidato.
Cuando Castro se hizo del poder, el dueño de la revista Bohemia, Miguel Ángel Quevedo, todavía creía (como millones de cubanos) que Fidel Castro restablecería y respetaría el orden constitucional y la democracia, como lo había prometido reiteradamente. Castro engañó a todos. Cinco meses después, Quevedo recibió a cambio de su apoyo la expropiación de la revista Bohemia y sus talleres. Miguel Ángel Quevedo se exilió en Venezuela y se suicidó en 1969. Agobiado por los remordimientos de su trabajo periodístico, que ayudó mucho a la llegada de Castro al poder, antes de suicidarse escribió una carta de despedida a su amigo y colega Ernesto Montaner:
"Sé que después de muerto llevarán sobre mi tumba montañas de inculpaciones. Querrán presentarme como 'el único culpable' de la desgracia de Cuba. Y no niego mis errores ni mi culpabilidad (pero) culpables fuimos todos, en mayor o menor grado de responsabilidad. Los periodistas que llenaban mi mesa de artículos demoledores, arremetiendo contra todos los gobernantes. Buscadores de aplausos que, por satisfacer el morbo infecundo y brutal de la multitud, por sentirse halagados por la aprobación de la plebe, vestían el odioso uniforme que no se quitaban nunca.
"No importa quién fuera el presidente. Ni las cosas buenas que estuviese realizando a favor de Cuba. Había que atacarlos, y había que destruirlos. El mismo pueblo que los elegía, pedía a gritos sus cabezas en la plaza pública. Fidel no es más que el resultado del estallido de la demagogia y de la insensatez. Todos contribuimos a crearlo. Y todos, por resentidos, por demagogos, por estúpidos o por malvados, somos culpables de que llegara al poder. Los periodistas que conociendo la hoja de Fidel, su participación en el Bogotazo Comunista, el asesinato de Manolo Castro y su conducta gangsteril en la Universidad de la Habana, pedíamos una amnistía para él y sus cómplices en el asalto al Cuartel Moncada, cuando se encontraba en prisión.
"Aquella calle contaminada por el odio que aplaudió a Bohemia cuando inventó 'los veinte mil muertos' (que supuestamente había asesinado Batista). Invención diabólica del dipsómano Enriquito de la Osa (a la sazón director de la revista), que sabía que Bohemia era un eco de la calle, pero que también la calle se hacía eco de lo que publicaba Bohemia.
"Ojalá mi muerte sea fecunda. Y obligue a la meditación. Para que los que pueden aprendan la lección. Y los periódicos y los periodistas no vuelvan a decir jamás lo que las turbas incultas y desenfrenadas quieran que ellos digan. Para que la prensa no sea más un eco de la calle, sino un faro de orientación para esa propia calle (...) Para que los anunciantes no llenen de poderío con sus anuncios a publicaciones tendenciosas, sembradoras de odio y de infamia (...) Dile a todos mis compatriotas que yo perdono con los brazos en cruz sobre mi pecho, para que me perdonen todo el mal que he hecho. En el ya lejano 1958, la belleza arquitectónica de La Habana, con su malecón junto al azul turquesa del mar Caribe la hacía, acaso con Buenos Aires, la ciudad más bella de Latinoamérica: “Estos, Fabio, ¡ay dolor!, que ves ahora/ campos de soledad, mustio collado,/ fueron un tiempo Itálica famosa...”
Víctor Manuel Camposeco
Letras Libres, 31 de enero de 2011.
Agradecemos al staff de la Cuban Heritage Collection de la Universidad de Miami su apoyo para nuestra investigación.
Nota bibliográfica
Todos los datos estadísticos y las cifras cuya fuente no se señala en el texto provienen del Anuario Estadístico de Cuba (1956); del Censo de 1953; de América en cifras (Unión Panamericana/Instituto Interamericano de Estadística, Washington, D.C., 1960); de A study on Cuba (Cuban Economic Research Project/University of Miami, 1965); y de Cuba: a handbook of historical statistics, de Susan Schroeder (G. K. Hall & Co., 1982). Como también de los artículos: “More on the statistical comparison of Cuban socioeconomic development”, de Jorge Luis Romeu (Institute for Cuban & Cuban-American Studies of the University of Miami, 1995); “Análisis socioeconómico de la situación cubana”, de Manuel Sánchez Herrero y Arnaldo Ramos Lauzurique (La Habana, Instituto de Economistas Independientes, 1998); “Desempeño y estructura de las ventas agrícolas estadounidenses a Cuba”, de Mario A. González Corzo (Facultad de Economía de la Universidad de Nueva York, 2009); y “Renaissance and decay: a comparison of socioeconomic indicators in pre-Castro and current-day Cuba”, de Kirby Smith y Hugo Llorens (Institute for Cuban & Cuban-American Studies, University of Miami, 1998).
Publicado por
Malopezmx
a las
8:00 a. m.
0
comentarios
lunes, 7 de mayo de 2018
La Habana antes de Fidel (I)
Hace algún tiempo, en Cuernavaca, mientras acompañábamos la sobremesa con un aromático café cubano, le pregunté al abuelo de mis hijos: ¿Cómo era Cuba antes de Castro? Se le quebró la voz mientras empezó a recordar el poema de Rodrigo Caro: “Estos, Fabio, ¡ay dolor!, que ves ahora/ campos de soledad, mustio collado,/ fueron un tiempo Itálica famosa.” Falleció poco después, a los 84 años, soñando con volver a Cuba. Decidí investigar por mi cuenta aquella pregunta, que nunca antes me había formulado. Me sorprendió lo que encontré. Con las limitaciones del caso, reconstruyo algo de aquella Itálica famosa: economía, salud, educación y vivienda. Agregamos un apunte sobre la prensa y la política en Cuba, en 1958, porque el binomio prensa-oposición se convirtió en su talón de Aquiles y terminó así aquel meritorio pasado.
Alguna marcha celebratoria salió a la calle el 26 de julio. Las consabidas imágenes icónicas, los vivas. Cincuenta años de propaganda castrista lograron hacer un axioma de la perversa propuesta teórica de Goebbels: no obstante el ostensible fracaso del experimento comunista cubano el cada día más reducido coro de compañeros de viaje celebra, y defiende, religiosamente, un triunfo que solo ellos ven. No tienen ojos para ver la insaciable violación a los derechos humanos y a las libertades individuales; el desastre económico y social; el feroz y cotidiano ataque a la democracia. Lo dice bien José Woldenberg: “El fanático ve lo que quiere ver.” Si no fuera porque es una desgracia, diríamos que la paradoja es fascinante.
Una de la causas de este fenómeno típicamente goebbelsiano, que a base de repetición termina por validar como cierta una proposición falsa, es la explicable dificultad de conocer las condiciones políticas y socioeconómicas de Cuba antes del castrismo. Peor aún para las generaciones más jóvenes que habitan la isla. A la pregunta de: ¿Cómo era Cuba en 1958?, la respuesta casi siempre será: “Era un país pobre, atrasado, en condiciones socioeconómicas terribles. Los cubanos sufrían una dictadura”.
Es difícil enterarse de cuáles eran las condiciones reales de Cuba en 1958 porque, en primer lugar, el gobierno de Castro removió de las bibliotecas públicas periódicos, revistas y cualquier otro documento que pueda contradecir el discurso oficial. No se pueden consultar libremente ni siquiera periódicos de los primeros años del castrismo, como lo constató el escritor español Miguel Barroso y lo consigna en su libro Un asunto sensible (Barcelona, Mondadori, 2009). Se necesita un permiso especial del Consejo de Estado. Revisar ciertas publicaciones oficiales puede comprometer al investigador porque contienen información que desdice la realidad presente y son por tanto material peligroso de conocer.
Le sucedió a los economistas independientes Martha Beatriz Roque Cabello y Arnaldo Ramos Lauzurique. Ambos hicieron en 1997 una investigación sobre el PIB cubano, que naturalmente arrojó resultados ingratos para un gobierno cuyo discurso oficial está saturado de “logros”. Dicho estudio circuló en Cuba de mano en mano hasta que fue interceptado por la seguridad del Estado. Pero el documento ya se conocía fuera de Cuba. En 2003 fueron arrestados y condenados a 20 y 18 años de cárcel, respectivamente, acusados “de colaborar con el enemigo”.
Ambos economistas habían utilizado para su investigación, únicamente, información de la ONU, la OMS, el Anuario Estadístico de Cuba y “algunas revistas que ya pasaron por las manos del censor y que entonces estaban en las bibliotecas”, dice Ramos Lauzurique. Pero no es permisible consultar ciertos documentos porque pueden desvelar una realidad incómoda: se encontrará la explicación de fondo de “un logro” que parecía casi milagroso; un compromiso que no se cumplió; una promesa que se contradijo, y luego otra y otra más, y así durante más de medio siglo. “Me cortaré las barbas cuando cumpla mi promesa de un buen gobierno”, le dijo Fidel Castro al periodista estadounidense Edward R. Murrow en 1959. Todo indica que Fidel Castro morirá barbudo.
Tales políticas relacionadas con la investigación documental nos recuerdan al emperador chino Shih Huang Ti, quien, en el año 213 a. C., mandó quemar todos los libros que le precedían: la Historia empezaba con él. En el caso de Cuba, a la sistemática desaparición de periódicos y revistas precastristas y documentos inconvenientes (aun los propios), le sigue el trabajo del agitprop, y su incesante afán por demostrar que Goebbels tenía razón y hacer el denuesto de la vida en Cuba antes de Castro.
Y enseguida viene el coro de compañeros de viaje o tontos útiles, como dice la leyenda que les llamaron Trotski y Lenin a quienes escuchaban alguna frase hecha del comunismo y sin más la repetían sin saber realmente lo que decían. Y hasta colaboran con argumentos propios. Algunos miembros del coro son de lujo, como Gabriel García Márquez, que con la suficiente ligereza justificó el castrismo desde el primer día. En los años 60 lo hizo con un argumento que hoy es una perla: “Había en Cuba 482,560 automóviles, 343,300 refrigeradores, 54,700 radios, 303,500 televisores, 352,900 planchas eléctricas, 286,400 ventiladores, 41,800 lavadoras, 3,510,000 relojes de pulsera, 63 locomotoras y 12 navíos mercantiles. Salvo los relojes suizos, todo lo demás estaba fabricado en Estados Unidos y dependía de sus repuestos.”
Además de que era una mentira porque en Cuba, en 1958, había mucho más que eso para una población de seis millones de habitantes, lo que había de cosas materiales les sirvió a sus dueños durante décadas (algunos de aquellos automóviles siguen circulando por las avenidas semivacías de La Habana). Pero faltaba lo peor: conforme fueron terminando su vida útil los aparatos domésticos y casi todos los vehículos, ahora a fortiori, fueron sustituidos por armatostes soviéticos de la peor calidad. Y no había refacciones, mucho menos ahora. Ya quisieran hoy los ciudadanos cubanos tener cuando menos una parte de aquello que quiso ser una bufonada enumerativa de García Márquez. Si algo hubiera sabido de Cuba, habría dicho que el conflicto real era la exigencia de volver al orden constitucional y a la democracia que vivían desde 1940. García Márquez debe estar hoy muy entretenido contabilizando los productos chinos de todo el planeta; a ver qué gracejada se le ocurre, ahora contra los chinos.
Si el entonces joven periodista filocastrista que en 1961 hacía su tarea en Nueva York al frente de Prensa Latina (fachada del agitprop cubano) -que salió huyendo hacia México al primer disparo de Bahía de Cochinos, qué tal y gana la oposición-, si entonces, decíamos, García Márquez le hubiera preguntado a su camarada Carlos Rafael Rodríguez cómo era Cuba en 1958, se habría ahorrado la ocurrencia aritmética. Carlos Rafael Rodríguez le habría dicho que cinco años antes de que Fidel Castro se hiciera del poder, en 1953, Cuba tenía un 23.6% de analfabetos -en las zonas urbanas el índice era de 11.57%-, entre las personas mayores de 10 años de edad. Si los datos se ajustan para personas mayores de 15 años de edad, el índice de analfabetos bajaba a 22.1%. En Latinoamérica, solo Argentina, Chile y Costa Rica tenían mejores números que Cuba. Le seguía Colombia, con 37.7% de analfabetos y luego México, con 40%. El Censo Poblacional de Cuba de 1970 registra aún el 12.9% de analfabetismo. No obstante, falazmente el coro repetía: “En Cuba todo mundo sabe leer y escribir”.
El comandante Rodríguez también le habría podido decir a Gabriel García Márquez que en Cuba, en 1958, el 62% de los ingenios azucareros eran propiedad de ciudadanos cubanos; el 37% de consorcios estadounidenses y el 1% restante, de españoles y franceses; y que la zafra de 1952 fue de más de 7 millones de toneladas de azúcar (en 2010 apenas alcanzó 1.1, se anunció en mayo). Durante los años 50, Cuba llegó a aportar el 21.37% de la producción mundial de azúcar con un territorio del tamaño de la península de Baja California. Carlos Rafael Rodríguez le habría dicho que en salud, educación, transporte, telefonía, ferrocarriles, radio y televisión, y por supuesto, en producción azucarera y tabacalera, Cuba era entonces y en casi todo, uno de los dos, a veces el tercero y a menudo el primer país de Latinoamérica, en esos rubros y algunos más.
Cuba era autosuficiente en el consumo de azúcar, leche, café, tabaco, frutas tropicales y carne de res (desde 1940); y prácticamente autosuficiente en productos del mar, carne de cerdo, tubérculos, hortalizas, avícolas, huevo y producción de calzado. Cuando Fidel Castro se hizo del poder en Cuba, había 6,325,000 cabezas de ganado, de las cuales 940,000 eran vacas lecheras (quinto productor de la región, según la ONU), para una población de seis millones (los datos son de 1961, publicados por el Instituto de la Reforma Agraria). Para el período 1986-1989, ellos mismos reportaron que la producción per cápita de carne vacuna había caído a la mitad respecto del nivel de 1958.
El año 2000 es punto menos que desastroso: hay menos cabezas de ganado que en 1946: 4,110,200 -la cifra incluye el ganado lechero, si lo hay. Para una población 2.5 veces mayor. Las cifras son del Anuario Estadístico de Cuba, reportado por Oscar Espinosa Chepe (Cuba / Revolución o involución, Madrid, Aduana Vieja, 2007). El autor es economista, periodista independiente, ex funcionario del Banco Nacional de Cuba, ex diplomático; encarcelado en 2003. Todo indica que la mayor parte de la población vacuna ya pasó por las carnicerías: para 2010, al menos el 80% de los alimentos que se consumen en Cuba son importados, de Estados Unidos: pollo, maíz, trigo, soya y leche en polvo. Mientras los quince países de mayor producción lechera de Latinoamérica incrementaron su producción en 228% durante el período 1958-1996, la Cuba castrista aumentó su producción lechera en un 11%. A pesar de que en la Cuba castrista solo toman leche los menores de siete y los mayores de 65 años, es necesario importar leche.
En 1958 Cuba también era autosuficiente en el consumo de leche evaporada y condensada. Es evidente que hoy hasta las vacas lecheras terminaron en la carnicería. Los autores de A study on Cuba (University of Miami, 1965) consignan que la importación de carne, proveniente de Canadá y Estados Unidos, se inició en 1960, cuando, increíblemente, dicen los autores, se mandó a los mataderos a sementales, ante la inminente carestía. En cambio en la Cuba precastrista la importación de carne vacuna fresca se suspendió en 1940, año en que se alcanzó la autosuficiencia y se inició la exportación (nunca hubo fiebre aftosa en Cuba). Desde los años 40 hasta 1958, el kilo de carne de res costó en promedio 51.5 centavos y el consumo anual era de 112.4 libras per cápita. En esa época, los cubanos tenían la más alta ingesta de proteína en Latinoamérica, después de Argentina y Uruguay: más del 80% de la ganadería era de ciudadanos cubanos.
En 1962, con libreta de racionamiento, las tiendas del Estado castrista vendían anualmente, per cápita, un tercio de aquella cantidad (puerco y res, combinadas). En 1958, el consumo anual de arroz, por persona, básico en la dieta cubana, era altísimo: 110 libras, diez veces el de Estados Unidos. A pesar de que la producción nacional era abundante y de buena calidad (cuarto productor del continente, hoy es el duodécimo, debajo de Bolivia, según datos de la FAO), había que importar arroz de Asia y de Latinoamérica frijol, maíz y otros granos. Pero Cuba tenía dinero para importar lo que necesitaba: la balanza comercial de Cuba fue positiva desde 1902 hasta 1957; con excepción de 1921. Pocos países en el mundo deben tener un récord similar.
En cambio, en la Cuba castrista el crecimiento del volumen de las exportaciones fue, hasta finales del siglo XX, de los más bajos de Latinoamérica, por detrás de Haití. Con todo y la notable diferencia en territorio y población, en 1958 México y Cuba tenían el mismo volumen de exportaciones; hacia el final del siglo XX las exportaciones mexicanas habían crecido 130 veces mientras las cubanas apenas se duplicaron. El estancamiento de las exportaciones cubanas es abismal. En 1958, solo Venezuela (por el petróleo) y Brasil tenían mayor volumen de exportaciones que Cuba. Ello explica que en 1958 Cuba tuviera la tercera mayor reserva internacional de divisas de Latinoamérica: 19 mil millones de dólares, a precios actuales. Explicablemente, en 1958 Cuba tenía el tercer ingreso anual per cápita (356 dólares), después de Uruguay (365) y Venezuela (857); México (263) estaba en octavo lugar (son datos de A study on Cuba, del Boletín Mensual de Estadísticas de Estados Unidos de 1961 y del FMI).
En 1958 Cuba tenía un sólido sistema de salud pública y alcanzó entonces el índice de mortalidad infantil más bajo de Latinoamérica (33.4 fallecimientos, durante el primer año de vida, por cada mil niños nacidos vivos); lejos, le seguía Argentina (61.1), y aún más lejos estaba Costa Rica (89.0), México (80.8) y Chile, en donde era altísimo: 126.8. No obstante, en 1990, Cuba, Costa Rica y Chile tenían prácticamente el mismo índice de mortalidad infantil: 15, 16 y 18, respectivamente. México seguía teniendo un alto índice: 41. Los datos para Cuba son del Anuario Estadístico de Cuba de 1974, y los demás de América en cifras, del Instituto Interamericano de Estadística, Washington, D.C. (IIE) y la ONU. Durante el período 1950-1954, en Cuba, la relación de un médico por cada mil habitantes también era la más alta de Latinoamérica. México tenía un médico por cada 2,400 habitantes, Cuba uno por cada 960. Son datos de la OMS. Cuba estaba por arriba de algunos países europeos como Inglaterra, Francia, Suecia y España.
Los datos en salud y educación de Cuba, para el período que va de la década de 1940 a 1958, son congruentes: en Cuba los estudios del área de la salud siempre tuvieron muy alta población estudiantil: en 1934, el 75% de todos los graduados universitarios egresaron de esa área: médicos, odontólogos, enfermeras, parteras, farmacéuticos. En 1943 fue el 50%, pues creció la matrícula en otras áreas. El siguiente índice lo ocuparon los pedagogos y luego los abogados. La seguridad social en Cuba, desde los años 40, aunque no universal todavía, muy probablemente era la mejor de Latinoamérica: en 1958 el 90% de los trabajadores gozaba de seguridad social.
Desde los inicios de los 40 y hasta 1958, en Cuba, el presupuesto anual de egresos dedicado a la educación fue superior al 20% del total. En 1958 fue el más alto de Latinoamérica: 23% (sin incluir la construcción de escuelas). Le seguía Argentina con 19.6% y luego Costa Rica con el 20%; México dedicó el 14% de su presupuesto a la educación (según datos históricos de Ministerio de Hacienda de Cuba, el IIE y la UNESCO). En 1958, Cuba tenía una universidad por cada 750 mil habitantes; México, veinte años después, en 1978, tenía una por cada millón 700 mil habitantes. La proporción es abrumadora. El número de bibliotecas que tenía Cuba en 1958 solo era superado por Argentina y Brasil.
El prestigio de la medicina y la educación cubana tiene profundas raíces en la primera mitad del siglo XX, no es producto del comunismo castrista. La tan publicitada campaña alfabetizadora de 1961, que encubrió otros fines, duró sólo ese año porque no hacía falta: en 1958 había en Cuba más escuelas primarias rurales que urbanas: 4,889 y 2,678, respectivamente. 'El gran avance de la medicina cubana comunista', así como la alfabetización, fueron más un falaz montaje publicitario que realizaciones concretas: ya estaba hecho casi todo. Lejos de reconocer en su justa proporción los avances anteriores, Castro difundió falsedades estadísticas desde el primer día, como el mito del “40% de analfabetismo en 1959”.
El régimen castrista cosechó y publicitó, ad nauseam, lo que otras generaciones de cubanos habían sembrado mucho antes que él. No obstante, se adjudicó la autoría. Y luego dilapidó el patrimonio. Un nieto del Che Guevara, Canek Sánchez Guevara, estudiante de diseño en la Universidad de La Habana, le hizo a Andrés Oppenheimer (Reforma, 15/12/2008) un buen resumen de las condiciones de la educación en 1991: “No hay papel, ni lápices, ni interés de parte de los profesores en hacer nada. Y si te gradúas no hay trabajo. Aquí no hay futuro.”
¿Por qué García Márquez tendría que haberle preguntado a su camarada Carlos Rafael Rodríguez cómo era Cuba en 1958? ¿Por qué precisamente a Carlos Rafael Rodríguez? Porque ese personaje (1913-1997), aunque militante desde muy joven del Partido Socialista Popular (PSP), obcecado estalinista cuando compartió el poder con Castro, fue antes ministro sin cartera de Fulgencio Batista durante su primera gestión (1940-1944), y después, como representante del PSP, fue miembro del Consejo Nacional del Censo de 1953 (su integración era pluripartidista), por lo que también conoció el Anuario Estadístico de 1956, donde junto con el Censo de 1953, está toda la información que García Márquez ignora.
Como una revancha del destino, el ejemplar del Censo de 1953 donde aparece enlistado Carlos Rafael Rodríguez como flamante miembro del Consejo Nacional del Censo es un ejemplar de la biblioteca personal de Batista, que su hijo Jorge donó y dedicó con su puño y letra a la Cuban Heritage Collection.
Víctor Manuel Camposeco
Letras Libres, 31 de enero de 2011.
Publicado por
Malopezmx
a las
8:00 a. m.
0
comentarios
jueves, 3 de mayo de 2018
Belkys Ayón, artista cubana inspirada por Abakuá
El 8 de marzo de 2018, la edición en español del New York Times publicaba "Belkis Ayón, la artista cubana inspirada por Abakuá, una sociedad secreta para hombres", título que acortamos para el blog. Al inicio, Sandra E. García, asistente en la oficina de Express del NYT, escribía: Este obituario forma parte de Overlooked un proyecto de The New York Times que busca destacar las vidas de aquellas personas que dejaron marcas indelebles en la historia pero fueron desatendidas en nuestras páginas al fallecer.
En 1993, la grabadora cubana Belkis Ayón, conocida por su estilo característico basado en el collage y una obra que refleja la religión afrocubana abakuá, fue invitada a exponer en la Bienal de Venecia, en Italia. Y estaba decidida a presentarse ahí, a pesar de los obstáculos en su país natal. Cuba atravesaba una depresión económica, era una época oscura e incierta, con una fuerte escasez de alimentos y de combustible.
Ella y su padre, sin otra manera de llegar al aeropuerto -que estaba a 32 kilómetros de su casa en La Habana-, se montaron en sus bicicletas y comenzaron a pedalear. Ayón se adelantó a su padre, quien llevaba las obras de la artista amarradas a la bicicleta; ella logró llegar al aeropuerto a tiempo de abordar, pero su padre no ni tampoco su obra (aunque ésta al final sí logró hacer el viaje).
Para Belkis Ayón, quien nació el 23 de enero de 1967 en La Habana, el arte era su forma de comunicarse. “Es la vía, la manera, la solución que encontré para decir lo que quería”, dijo en una entrevista publicada en la revista Revolución y Cultura en febrero de 1999.
De pequeña, la abundante energía de Ayón dejaba exhausta a su madre. Cuando tenía 5 años, su madre la inscribió en un programa de arte en la biblioteca Máximo Gómez. Belkis floreció y comenzó a participar en concursos nacionales e internacionales, en las que ganó premios y reconocimientos. En 1976, un trabajo suyo fue presentado en un concurso de pintura infantil en Hyvinkää, Finlandia. Fue la única niña en ganar un premio, el segundo lugar, dijo su hermana Katia en una entrevista.
Su uso de la colografía, un método de impresión gráfica que implica la aplicación de materiales sobre una placa en lugar de tallar su superficie, llevó a la artista por todo el mundo. Sin embargo, aun cuando viajaba, “a Belkis le gustaba divertirse y salir con sus amigos de la escuela. Era suficientemente madura para poder hacer ambas cosas, y todos nos maravillábamos ante su habilidad. Le seguía gustando pasar tiempo con sus amigos en casa. Le gustaba cocinarles su plato favorito, espaguetis con jamón y queso", recordó su hermana.
A los 19 años, Ayón comenzó a estudiar en el Instituto Superior de Arte. Cuando se graduó, se volvió parte del profesorado. A los cubanos rara vez se les otorgaban permisos para viajar, pero Ayón pudo hacerlo gracias a su obra. Al regresar, llevaba consigo materiales y revistas para sus estudiantes. Les obsequiaba cosas que no se podían encontrar fácilmente en Cuba, una muestra de su calidez y generosidad.
Su arte era estoico, menos colorido -trabajaba casi exclusivamente en tonalidades de negro, blanco y gris-, pero no por ello menos impresionante. Su obra se centraba en Abakuá, una fraternidad religiosa secreta.
Los personajes femeninos en la obra gráfica de Ayón no tienen boca, a fin de representar la ausencia de mujeres en la religión Abakuá. A las mujeres no se les permite participar en esa sociedad, pero para la artista, no dejaban de estar presentes. Dijo que su obsesión con Abakuá fue producto de la curiosidad. Para ella, el tema tenía “más que ver con la vida que con la religión”, según dijo en 1999. “Me interesa sobre todo el cuestionamiento de lo humano, ese sentimiento fugaz, lo espiritual”.
Cristina Vives, curadora cubana y amiga de Ayón, conjuró Nkame, una retrospectiva de Belkis Ayón en el Museo Kemper en Kansas City, Misuri. Vives dijo que Ayón era “una maestra de la colografía”.
“Las texturas que logró eran de una variedad increíble; las sutilezas en la degradación de tintas en toda la gama de negros a grises; la limpieza de los espacios en blanco era exquisita”, comentó la curadora.
Ayón creía que los ojos en sus obras eran la parte más cautivadora de sus piezas, algunas de las cuales son de tamaño mural. La blancura de los ojos crea un fuerte contraste con los negros y los grises que inundan su obra. “En realidad, los ojos en mi obra son lo que impresiona a la gente, lo que les intriga, porque son ojos que te miran muy directamente”, mencionó Ayón en su entrevista de febrero de 1999 en Revolución y Cultura. “Entonces creo que no te puedes esconder, dondequiera que te muevas ellos están ahí siempre mirándote, están ahí haciéndote cómplice de lo que estás viendo”.
Según Cristina Vives, la obra de Ayón “trascendió la bidimensionalidad y la escala cuasidoméstica de la colografía tradicional, al crear una instalación tridimensional”.
El crítico de arte del Times, Holland Cotter, hizo una reseña de NKame”en 2017 cuando se presentó en el El Museo del Barrio de Manhattan. Comentó que, durante un tiempo, los grabados de la artista se “insertaron en una categoría ‘latinoamericana’, que limitaba su alcance”. No obstante, agregó: “Si se trata de Ayón, lo mejor es ser cauteloso con la interpretación. No hay nada simple en su arte y la investigación respectiva apenas comienza”.
El gobierno cubano era receloso del arte religioso aunque, según su hermana, la obra gráfica de Ayón nunca fue blanco de ataques, y eso no cambió los sentimientos que Ayón profesaba hacia Cuba. “Se sentía muy orgullosa de ser cubana”, declaró Katia.
Vives resultó ser la salvadora de la presentación de Ayón en la Bienal. Cuando se enteró de que la obra de su amiga no había llegado a Italia, buscó quien la trasladara: encontró a una mujer italiana que iba a viajar de Cuba a Milán y se lo pidió. Dos días más tarde, el cuadro Pa'que me quieras por siempre, llegó a la Bienal. Esa pieza es parte de la exposición Nkame, y Vives se refiere a ella como la gema de la muestra.
Belkis Ayón se suicidó en su casa el 11 de septiembre de 1999, a los 32 años. Su familia y amigos desconocen el motivo. Equiparan su grandeza como artista con su vulnerabilidad.
Es posible que la vastedad de su obra pueda llenar algunos huecos. “Son cosas que tengo dentro y que echo para afuera porque son cargas con las que no se puede vivir ni se pueden arrastrar”, dijo de su arte el año en que murió. “Quizás sea eso la obra. Al cabo de tantos años me doy cuenta del desasosiego”.
Sandra E. García
The New York Times en Español, 8 de marzo de 2018.Fotos: Belkis Ayón en 1998, en la galería Couturier en Los Ángeles, frente a su obra Perfidia, que hanía terminado ese año. Cuadro La cena, donde Ayón hizo una reinterpretación de la última cena bíblica con la princesa Sikán en el papel de Jesucristo. Tomadas del texto original.
Nota de Tania Quintero
En 2002, mi hijo Iván García y yo redactamos a cuatro manos un trabajo sobre el racismo en Cuba, lo titulamos Quimera negra. Cuando el 18 de marzo de 2003, Fidel Castro puso en marcha la mayor oleada represiva hasta ese momento llevada a cabo en la isla, y que encarceló a un centenar de disidentes y periodistas independientes (después la cifra bajaría a 75), ante las dificultades para seguir reportando y escribiendo normalmente y para poder mantener el espacio que la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) le había dado en su web a Cuba Press y a su director Raúl Rivero (en ese momento preso en la cárcel de Canaleta, Ciego de Ávila), Iván y yo decidimos dividir en dos el extenso texto y enviarlo a la SIP. El suyo se tituló Prisioneros de su raza, y el mío, A flor de piel, que inicié con esta dedicatoria:
A Belkis Ayón, donde quiere que su espíritu esté.
Cuando aquel día de 1999 Belkis Ayón, 32, se suicidó de un tiro, Cuba no sólo perdió a uno de sus valores más consagrados en las artes plásticas: las mujeres negras de la isla perdimos a una de las nuestras que a base de talento, no de sexo, había logrado llegar a imponerse. Además de joven, Belkis era hermosa, alegre, sociable, optimista y desprendida. Y vivía orgullosa de su raza.
A la nieta de Felito Ayón (hombre que mucho tuvo que ver con el nacimiento del feeling en la cancionística nacional) no la conocí personalmente, sino a través de sus apariciones en la prensa. Su obra tuve oportunidad de conocerla en la segunda planta del Museo Nacional de Bellas Artes.
Nuestra isla está llena de morenas talentosas como Belkis Ayón. A simple vista, volibolistas y atletas, cantantes y bailarinas, artistas y músicas. Sin publicidad, hay infinidad de médicas, enfermeras, ingenieras, abogadas, técnicas, trabajadoras, secretarias, profesoras de niveles superiores, maestras de primaria, auxiliares pedagógicas y educadoras de círculos infantiles.
Negras como el azabache o jabás, colorás o chichiricús, moras, indiadas o achinadas, resultado de un cruzamiento de razas aún inconcluso. Cubanas todas de cualquier tonalidad que pudieran ocupar sitiales altos en la economía y la política si la sociedad se desprendiera de las costras de machismo y prejuicios a flor de piel.
En 2012, en El blog de Iván García y sus amigos en varias partes, se reprodujo A flor de piel, con este título La mujer negra cubana: prejuicios a flor de piel y Prisioneros de su raza. En la década de 1960 conocí a Felito Ayón, el abuelo de Belkis. Era íntimo amigo del abogado Rafael García Himely, quien fuera mi esposo y padre de mis dos hijos, Iván y Tamila García Quintero.
Publicado por
Malopezmx
a las
8:00 a. m.
0
comentarios
Suscribirse a:
Entradas (Atom)