Volviendo al tema que nos ocupa ¿cuál era la conexión moscovita? Algunos camaradas de los tres países hermanos mencionados -incluyendo diplomáticos y asesores- estuvieron metidos en el brollo, mas la postura oficial cubana fue que actuaban por su cuenta. En privado, sin embargo, el comandante era menos cauto. Santiago Carrillo –a la sazón secretario general del PC de España– narró en sus “Memorias” que durante febrero del 68 estuvo en Cuba donde conversó con el líder supremo. En una de esas entrevistas, este último declaró estar “muy encabronado con los soviéticos” y en aras de argumentar su cólera, le hizo leer al visitante un “larguísimo” documento. Se trataba de una alocución secreta del propio líder frente al Comité Central, que debe ser aquel misterioso discurso de 11 horas antes referido.
De acuerdo con Carrillo, el orador se quejaba de que la URSS “había incumplido muchos de los acuerdos comerciales con Cuba” de manera que la isla “no recibía suficiente trigo y petróleo”. Cabe preguntarse si la Unión Soviética nos estaba semibloqueando, acaso a instancias de la MF. Lo más significativo es que, según el comunista español, el alegato acusaba a los rusos de que “para el colmo (…) habían montado la fracción de Aníbal Escalante”.
La historia demuestra que el Kremlin nunca tuvo reparos en hacer ciertas cosas. A la propia España republicana le entraron fortísimo. Yaafar al-Numeiry, quien fuera mandatario de Sudán, les atribuyó a los bolos dos tentativas de deponerlo, una en el 71 y la otra en el 81. En Afganistán los soviéticos se ahorraron el uso de intermediarios locales pues se metieron directa y quirúrgicamente, cuando en 1979 comandos de las KGB impusieron como presidente a Babrak Karmal.
Y no hablemos ya de las bribonadas mediante las cuales la URSS encumbraba a los suyos en Europa del Este. Pero el episodio que más recordamos es el de Angola en 1977, en el cual un grupo prosoviético del MPLA intentó derrocar a Agostinho Neto, rebelión que fue aplastada por las fuerzas cubanas.
Los interrogatorios a los miembros de la Microfracción deben haber durado bastante. Los primeros arrestos datan de agosto del 67 y la noticia, como mencioné, se conoce en enero del siguiente año. No por casualidad ese diciembre el gorila gay y el perro sin dientes salieron vanguardias de la emulación. Fue entonces que aparecieron las consabidas autocríticas que tanto entusiasmaban a Stalin.
En carta publicada en el periódico Granma, Escalante se acusa a sí mismo de ser un dogmático, indisciplinado, arrogante, frustrado, inmodesto, irresponsable, terco, resentido y alejado de las masas. Y si bien antes había predicho que el inevitable fracaso de la zafra nos conduciría a un descalabro, ahora, habiendo tenido más tiempo para pensarlo, señala: “si en 1970 nosotros no hemos llegado a los diez millones de toneladas (…) ello no será ninguna catástrofe”. Luego, alentado por la severa mirada de unos compañeros vestidos de verde, lo calcula otra vez para resolver que “eventualmente superaremos todas las dificultades y llegaremos a 10 millones”. Por si el punto de su arrepentimiento no había quedado claro, envía un escrito al buró político en el que -a título de especialista- explica la mejor forma de combatir el sectarismo y el dogmatismo. Por último, el cabecilla microfraccionario manifiesta su voluntad de obedecer la medida que tome el partido; aunque sugiere, humilde, que lo más conveniente para la revolución, es que lo manden con su familia a una finca en la que él, desde antes, tenía pensado pasar su retiro.
Ya se imaginaba pastoreando ovejitas en un cuadro de Enrique Simonet, cuando el tribunal le dijo ¿finquita?, y acto seguido lo mandó a guardar por 15 años. En total 35 personas fueron enviadas a prisión por cuenta de estos eventos. Casi todos los implicados provenían del PSP. Ya ninguno ocupaba un cargo importante en el país. Solo nueve -incluyendo a Escalante- militaban en el PCC, mientras que dos pertenecían al Comité Central.
Epílogo
Ya vamos a ir liquidando a Aníbal. El antiguo jerarca del PSP sale de la cárcel sin haber cumplido toda la condena, y siguiendo su costumbre de transitar las convalecencias políticas en el campo socialista, vive algunos años en Checoslovaquia. Finalmente regresa a Cuba, donde de nuevo le asignan una granja, aunque esta vez permanece más tranquilo que Lenin en el mausoleo de la Plaza Roja. Fallece en 1977 a la edad de 67 años producto de una operación intestinal que se complicó. Obviamente no le concedemos ninguna credibilidad, a las malintencionadas teorías que relacionan determinados problemas del estómago, con el consumo de manuales soviéticos de marxismo.
Ahora veamos qué pasó con Cuba.
Tal como proponía la Microfracción, aquí a la larga se impuso la predilección por los estímulos materiales en detrimento de los morales. Inexplicablemente, entre los trabajadores cubanos, el deseo de procurarse un mejor nivel de vida desplazó al interés por ganar un hermoso diploma. Cada vez que el caballo y su hermano se voltean hacia nosotros y ven este espectáculo, se miran y se preguntan ¿en qué fallamos?
Lo más interesante es justo el parecido entre el anibalismo y algunas prácticas que se instituyeron con posterioridad. En aquella aparición televisiva del 62 que suscitó la salida por el techo de Escalante y del embajador ruso, Quientusabe había descalificado las políticas aplicadas por los sectaristas durante el tiempo que detentaron su relativo dominio. En particular los reprendía por convertir a las ORI -léase al partido- en una organización que se involucraba en cuestiones administrativas ajenas a su competencia: “Se había establecido el criterio de que el núcleo mandaba, de que el núcleo podía quitar y poner administradores (…) Se ha ido creando (…) un mandonismo en la gente, un afán de decidir todos los problemas”. Y más abajo, el mismo que cuando 44 años más tarde renunció por enfermedad, ocupaba seis cargos diferentes que hubo de delegar en siete personas, sentenciaba juicioso “¡Ah! ¡La vanidad de mandar y de gobernar! (…) Si todos los hombres tuvieran un poco de sentido filosófico (…) sobre las realidades del mundo, del universo, de la historia, no pasarían estas cosas”… Puede que sea cierto, pero es que los hombres son del carajo.
Retornemos por última vez al hecho de que los microfraccionarios anhelaban un infortunio en la zafra, una crisis que nos haría dóciles a los rusos y que obligaría a nuestros gobernantes a compartir el poder con los anibalistas. Por todos es conocido que casi aciertan: en el año 1970 Cuba no logra producir los 10 millones de toneladas de azúcar, lo cual acaba forzando al caimán a acercarse más al oso. Valga reconocer, sin embargo, que ni antes ni después las cosas fueron tan tan: hubo estalinismo oficial antes del 70, y hubo discrepancias con la URSS después. Incluso nuestro alineamiento más reprobable con ese país ocurre en el propio año 68, en ocasión de la anuencia criolla con la invasión soviética a Checoslovaquia.
Pero el triste hecho de que no lográramos alcanzar la ambiciosa meta azucarera, nos metió en un hueco del que no supimos salir sin un sustancial incremento de la ayuda moscovita, y ese rescate tuvo un costo. El Ché, nuestro mayor resguardo contra la sovietización, había caído en Bolivia abandonado a su suerte por el PC local. Luego de 1970 finaliza en Cuba el debate público interno, las críticas abiertas al Kremlin, y comienzan a campear por sus respetos los engrisadores de quinquenios.
Es a partir de entonces que de verdad se impone en esta rumbera tierra, algo de ese intento de imitación a la URSS que tanto anhelaban los microfraccionarios; aunque, por supuesto, sin ellos en el poder. Porque en cuanto a Etagente compartirlo…
Julito, El estornudo, 31 de agosto de 2016.
No hay comentarios:
Publicar un comentario