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domingo, 27 de noviembre de 2016

De luz y sombras: Fidel Castro


En Santiago de Cuba, Fidel Alejandro Castro Ruz quiso inscribir el inicio y el final de su camino. Allí, donde el 26 de julio de 1953 se produjo el asalto al Cuartel Moncada, su primer y fallido intento de quitar del poder a Fulgencio Batista.

A partir de ese episodio, todo lo que se ha dicho sobre Fidel está envuelto en mitos, rumores, mentiras, adaptaciones y silencios.

En marzo de 1952, dos semanas después del incruento golpe de Fulgencio Batista, el joven doctor en Derecho Civil presentaba ante el tribunal de Urgencia de La Habana un recurso en el que exigía castigo “al usurpador”.

“La política es la consagración del oportunismo de los que tienen medios y recursos”, escribiría ‘Alejandro’, el joven de 26 años que dejaba la toga y el birrete por la causa insurgente.

El fallido asalto al Moncada, el 26 de julio de 1953, fue la primera piedra de la acción revolucionaria de Castro. Una cincuentena de rebeldes perdieron la vida. El jurista, su hermano Raúl y otros veinte de sus seguidores fueron a parar a la cárcel.

La amnistía de Batista en 1955 los liberó. Siguió el exilió a México y volver a la carga a finales del 56 en el yate Granma, con fondos recogidos entre la diáspora cubana en Estados Unidos y con el respaldo de 81 rebeldes, incluido un nuevo adepto, el Che Guevara. Aunque la pequeña navegación encalló antes de llegar a destino, la estrategia revolucionaria la continuaron 17 insurrectos desde la sierra, al oriente isleño, cerca de Santiago.

El movimiento publicó en 1957 El Manifiesto de Sierra Maestra, en el que se comprometía, una vez derrocado Batista, a restaurar la Constitución de 1940, celebrar elecciones libres, instaurar una reforma agraria, liberar a todos los presos políticos y restablecer la libertad de prensa.

El 1 de enero de 1959, el comandante en jefe del Ejército Rebelde, de 33 años y 1.90 de estatura, daba el primero de innumerables y prolongados discursos en los 47 años que permaneció al frente de Cuba: “En Santiago de Cuba y en la Sierra Maestra tendrá la Revolución sus dos mejores fortalezas”, dijo entonces. Una semana después ocupaba el poder en La Habana, para no separarse de él hasta el 31 de julio de 2006, a los 79 años de edad, cuando dejó las riendas del gobierno a su hermano Raúl.

El momento del último adiós a Fidel ha llegado y las miradas se vuelven de nuevo hacia Santiago. Para los cubanos, resta un largo y obligado duelo, ceremonias y programas, y aquellos con acceso a internet miran, con el ceño fruncido, cómo los medios extranjeros abordamos la noticia y osamos hablar de la Cuba sin Fidel.

Pero la actuación de este dirigente rebasó fronteras. Para muchos latinoamericanos, Fidel Castro fue la única figura que ha retado al imperialismo estadounidense hasta sus últimas consecuencias, sin doblegarse. Para los idealistas, cubanos y extranjeros, fue el hombre que intentó, al lado del Che Guevara, crear un modelo de sociedad más justa, con educación y medicina para todos. Otros simplemente tildan a Fidel de dictador, de asesino.

Entre los isleños -los que como nadie saben qué es vivir bajo el castrismo-, evidentemente también las opiniones son encontradas, aunque coinciden en un punto: todo lo que se diga del Comandante fuera de la isla son pinceladas vagas.

La comunidad cubana en Suiza poco gusta de expresar abiertamente su opinión sobre Fidel. Algunos permiten entrever en sus comentarios su repulsión a tantos actos en los que, comentan, se vieron obligados a venerar al líder revolucionario. Otros, en cambio, conservan una gran admiración por el otrora hombre fuerte de la isla, como es el caso de una cubana de 40 años, casada con un suizo, y que vive en el país alpino desde hace dos años:

“Crecí con Fidel. Lo quise mucho, hizo muchas cosas buenas por Cuba. Los estudiantes lo adorábamos”, recuerda de sus tiempos como bachiller. “Sí siento su muerte y todos los cubanos la sentimos, aunque la gente está más descontenta ahora. Lo que esperamos es el fin del bloqueo de Estados Unidos, y yo, que mantengamos lo mejor que tenemos en Cuba, porque en mi país no hay los problemas que tienen otros: armas, criminalidad… y aunque haya mucho subdesarrollo, tenemos muchas escuelas, atención a la salud y mucha superación del pueblo. Esto tiene tremendo mérito”.

La periodista cubana Tania Quintero, en el exilio en Suiza desde el 26 de noviembre de 2003, fue una de muchos cubanos que creía que Fidel transformaría la isla en símbolo de libertad y democracia. Tenía 16 años cuando Fidel llegó al poder.

“Siempre lo vi como un hombre carismático, con don de palabra. Pero no como un ser superior a los demás. Al principio creí que iba a transformar a Cuba en un país democrático y desarrollado, pero mi desencanto comenzó en 1970, cuando se le metió en la cabeza hacer una zafra de diez millones de toneladas de azúcar. Después, con los éxodos masivos de cubanos en 1980 y 1994. Hasta que finalmente se le cayó la careta de revolucionario y salvador de la patria y la humanidad, y le salió su verdadero rostro, el de un autócrata”.

Y como muchos de sus compatriotas, Quintero, que mantiene su blog desde Suiza, considera que “en Cuba todo está amarrado para que la dinastía de los Castro siga gobernando”.

El médico suizo Franco Cavalli, uno de los fundadores de Medicuba, ONG que colabora con La Habana, subraya que el principal aporte de Fidel ha sido “transformar a Cuba en un país orgulloso e independiente, con índices ejemplares a escala mundial en salud, educación e investigación”.

Sobre el papel de Fidel a escala planetaria: “Sin la ayuda cubana, probablemente Nelson Mandela hubiera muerto en prisión y no hubiera terminado el Apartheid en Sudáfrica: No olvidemos que las tropas cubanas derrotaron al ejército sudafricano”.

Además, “los médicos cubanos están presentes en muchos países. De Haití a Pakistán, de la Sierra Leona a Brasil. Cuba ha demostrado en la práctica que la sanidad debería ser el fundamento de la política extranjera”.

Marl Kuster, suizo de 41 años que tiene su hogar en Camagüey opina que “Fidel fue un hombre con tantas ideas, con tantas iniciativas para crear una sociedad con mayor justicia social, para hacer un mundo mejor. También el pueblo lo ha querido mucho. Es el político más importante de los últimos 50 años y de los próximos 50 años. Avanzó discusiones sobre modelos sociales distintos, dando acento al sistema educativo, a la seguridad. Valores muy importantes. Y el pueblo está agradecido por ello”.

“La isla vive de su pueblo, lo que me emocionó y que no conocí en Suiza, en donde el medio es el material y no el humano”, dice Kuster, que creó en 2001 Camaquito, proyecto de apoyo a la juventud.

El otrora presidente de la sección juvenil del derechista Partido Popular Suizo (o Unión Democrática de Centro, UDC), que desde 1998 quedó impresionado con la vida en Cuba, señala sobre el futuro de Cuba sin Fidel: “No sabemos realmente que pasará con las relaciones con Estados Unidos. Que Cuba siga unida, esa es la clave del éxito: Que Cuba decida a dónde va, y no otros”.

“Con Fidel teníamos mejor vida”, dice Leonora, desde su hogar cercano al muelle de Santiago, allí donde sus antepasados, los primeros esclavos africanos, llegaron a la isla. Hoy lo que ve llegar a su ciudad es el turismo, sin que esto, afirma, le beneficie en nada. Considera que las reformas que emprendió Raúl Castro no sirven. “Estos cambios solo han beneficiado a aquellos con familia en el extranjero. Los que no tenemos nada, estamos más pobres, sin comida, sin zapatos”.

El dedo en la llaga lo pone el periodista Iván García, cuyo blog Desde La Habana cumplió en marzo de 2016 seis años. En su escrito ‘Fidel Castro, de protagonista a actor de reparto’, en pocas palabras, García dejaba claro lo que representa la figura del comandante:

"Para sus devotos, está por encima del bien o el mal. Para sus detractores, es el culpable del desastre económico en Cuba, el déficit habitacional y la infraestructura de cuarto mundo. Durante 47 años gobernó con puño de hierro los destinos de la isla. Su revolución hizo más hincapié en lo político que en lo económico. Coartó la libertad de expresión y de prensa y eliminó el habeas corpus y administró el país como una finca de su propiedad”.

Patricia Islas
Swissinfo, 26 de noviembre de 2016.
Foto: Tomada de Swissinfo.

1 comentario:

  1. Buenas noches Tania.
    El sujeto era candil de la calle y oscuridad de su casa.
    Saludos.

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