Nadie pareció tener excesivas ganas de acordarse de Xavier Cugat en su centenario. Y eso que nació en un día fácil de memorizar: el uno de enero de 1900, en la ciudad catalana de Gerona.
Aunque él contaba que el primer recuerdo de su vida, ya con cuatro años, es la larga travesía en vapor rumbo a La Habana. Ahora, de repente, sin cifra redonda de marras que lo justifique, podríamos encontrarnos ante un improvisado Año Cugat. Bienvenido sea.
Al documental de Diego Mas Trelles sobre su hiperbólica leyenda, Sexe, maraques i chihuahues, se suma un libro biográfico que está preparando minuciosamente Jordi Puntí.
El tiempo parece dispuesto a hacer justicia a este catalán universal que llegó a Cuba de niño cuando el mito del indiano se hacía añicos y, en tránsito a la adolescencia, viajó a Estados Unidos para formar parte de otra mitología entonces en ciernes: la del hombre hecho a sí mismo en la tierra de las oportunidades.
Xavier Cugat suena para muchos a arcaísmo. Él mismo reconocía que su gran época terminó en la segunda mitad de los años 50, ante el empuje del rock’n’roll. Sin embargo, echando un vistazo a algún de tráiler de las muchas películas en que intervino, se descubre que utilizaba los mismos reclamos de los que se valen hoy en sus millonarios videoclips los gurús del r'n'b y la EDM: piscinas y chicas, espumoso lujo y hedonismo. Y no solo eso.
Su papel como maestro de ceremonias al frente de su orquesta es el más claro antecedente de esos DJs que han desplazado del gusto mayoritario al rock convencional. Representan como lo hacía él una marca y un sonido, rodeados de intercambiables cómplices y exuberantes cantantes.
Décadas antes de que se fraguara la rumba catalana, un catalán al que todos llamaban 'Cugui' se convirtió en The King of the Rhumba. Con h intercalada anglosajona. La rumba que él se llevó de Cuba, donde vivió solo hasta los 12 años, un tiempo en el que le dio tiempo a aprender violín por su cuenta y a llegar a tocar en la Orquesta Filarmónica de La Habana.
Se plantó sin un centavo en Nueva York y allí formó un incipiente grupo llamado Cugat y sus Gigolós. Aunque si algo llamaría la atención en sus posteriores grandes orquestas serían sus mujeres. En todo el sentido de la palabra, pues no solo descubría despampanantes cantantes, también se casaba con ellas. Cinco matrimonios, amén de las muchas otras vocalistas a las que lanzó a la fama. Él fue quien puso el nombre artístico a Rita Hayworth.
También dio la primera gran oportunidad a Frank Sinatra, Dean Martin, Jerry Lewis, Woody Allen... Inauguró el Flamingo, el primer casino que se construyó en Las Vegas. Durante años, era el propio Al Capone quien le extendía un talón cada sábado por tocar. Colaboró amistosamente tanto en la campaña presidencial de Kennedy como en la posterior de Nixon. Por cierto, ¿qué tal se hubiera llevado con Donald Trump? ¿O qué hubiese aportado a la reconquista de Cuba que está a punto de emprender Estados Unidos?
Pero no solo importó sonidos caribeños, también de México y Brasil, entre otros países latinoamericanos. Puso de moda la samba mucho antes del auge internacional del bossa nova. Cuando aún no existía el turismo de masas, su orquesta brindaba a cualquiera un ficticio paraíso tropical. Era el 'partenaire' perfecto tanto del delirio frutal de Carmen Miranda como del glamour pasado por agua de Esther Williams. El padre del 'easy listening'. El latino que estaba en todos los saraos.
Tenía más amigos famosos de los que hoy puedan retratarse con Pitbull. Aunque a Cugat se le identificara con otra raza canina. Si en las películas en blanco y negro su imagen de marca fue conduciendo la orquesta con el violín en una mano y el arco en la otra, a modo de batuta, en la era 'technicolor' la dirigía sosteniendo un chihuahua en su otro brazo.
Como gran caricaturista que también era, sabía que tenía algo de bufón, bastante de genio y mucho de figura.
Luis Troquel
El Periódico, 2 de junio de 2016.
Primer video: Xavier Cugat y la actriz y cantante mexicana Betty Reilly (1918-1982) cantan The Dog Song, en una escena de la cinta On an Island with You de 1948.
Segundo video: El cubano Miguelito Valdés (La Habana 1954-Bogotá 1978) y la mexicana Lina Romay (México 1919-2010), acompañados de la orquesta de Xavier Cugat, interpretan Chiu-chiu, del compositor, cantante, actor, poeta y humorista chileno Nicanor Molinare (1896-1957).
Tercer video: Xavier Cugat y su orquesta tocan Alma llanera, cantada por Lina Romay, en una escena de la película Escuela de sirenas protagonizada por Esther Williams y que en 1944 se convirtiera en un gran éxito de taquilla.
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