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lunes, 25 de julio de 2016

Romance entre danzones



Ella dejó caer su abanico y él entendió enseguida que por aquella mujer podría dejar su timidez a un lado. La invitó a bailar Almendra, danzón compuesto por Abelardo Valdés, y Joaquín Bruzón corroboró que Milagros Cousé lo acompañaría en cada bailable organizado en la Sala White de la ciudad de Matanzas, la Atenas de Cuba.

“Nos conocimos hace 21 años en aquel gran salón”, dice Joaquín y mira a Milagros con la dicha de hombre enamorado por varios lustros. Su esposa le rectifica con una sonrisa: “Lo veía en el Parque de La Libertad. Él se paseaba por allí y en una ocasión me invitó a bailar en la retreta. Yo tenía mis temores a enamorarme, pero acoplábamos mucho en el baile”.

Milagros tiene la certeza de que el danzón es un género romántico, elegante. Hay en él un gran lenguaje. Son 52 movimientos que la mujer hace con el abanico, todo lo que encierra la caballerosidad del brazo del hombre por detrás de la espalda en señal de respeto a su compañera de baile, la manera de tomarse las manos...

En cuanto a la coreografía, Joaquín asegura que “el danzón tiene la introducción que es el paseo inicial, un momento para socializar. La mujer se abanica, el hombre se pone el brazo por detrás de la espalda. Luego dos instrumentos nos indican que ya se comienza a bailar: el violín o el piano. Después, regresa el paseo y allí es momento para enamorar, conversar, para descansar de la danza”.

Milagros y Joaquín recuerdan con mucho cariño aquel baile que tuvo lugar en Matanzas y reuniera a cien parejas. Tanto motivó ese acontecimiento, que los participantes decidieron crear una asociación que los reuniera. Desde 1981 cuentan con el club Amigos del Danzón, el cual organiza todos los sábados un bailable con orquestas o música grabada, al que tratan de no faltar nunca Milagros y Joaquín.

Aunque sus hijos no estén tan dentro de este gusto por el baile, el matrimonio aclara que a sus muchachos sí les parece bien que ellos disfruten de la música y sigan con tantos deseos de mantener una tradición tan cubana.

Entre las iniciativas que han emprendido juntos se encuentra la de enseñar a niños sordomudos a bailar danzón. Milagros apela a su vocación de maestra para llegar a los pequeños mediante el lenguaje de los signos. Su esposo les indica a los alumnos cada momento del baile. En esa experiencia ya llevan dos años.

“El danzón ha contribuido a que hoy seamos una pareja. Y no solo nosotros, también muchos amigos nuestros se han conocido en los bailables. ¡Qué viva el danzón y qué viva el amor!”, dicen, mientras resaltan que quienes se acerquen a esta manera de sentir y disfrutar la música deben tener en cuenta que la elegancia al vestir es imprescindible a la hora del bailar danzón.

“Gracias a Ethiel Failde en Matanzas tenemos ya una buena orquesta. Estamos rescatando el género. Pero creemos que la radio y la televisión debieran tener espacios dedicados al danzón”, señalan.

Y uno se queda con esa sensación de aprender más sobre una tradición esencial en la música y la danza de Cuba y que el Encuentro Internacional Danzonero Miguel Failde in Memoriam quiere hacer renacer.

Synaley Hernán
On Cuba Magazine, 3 de abril de 2016.
Foto de Milagros Cousé y Joaquín Bruzón realizada por Roberto Ruiz.

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