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viernes, 3 de junio de 2016

Sexteto Habanero: ¿debut cinematográfico del son?


Cuando el 7 de septiembre de 1929, el buque Cuba atracaba en el puerto de Tampa, procedente de La Habana, como era habitual en su ruta comercial, aquellos siete morenos que entre los pasajeros se distinguían por cuidar celosamente 'unos raros artefactos de los que salía música', ya eran famosos en la mayor de las Antillas.

El Sexteto Habanero era una de las más reputadas agrupaciones soneras de Cuba, pero, sobre todo, era reconocida como la primera en crearse con ese formato instrumental y genérico que las caracterizó. Habían creado el modelo primigenio de un formato que sería replicado e imitado entonces.

Si nos atenemos al verso del son En Guantánamo, que dice "del 1920 vengo impulsando mi lira", del músico y compositor Felipe Neri Cabrera (1876-1936) y uno de sus integrantes fundadores, el inicio de la tercera década del siglo marca el surgimiento del Sexteto Habanero. Y muy rápido marcó la diferencia en el panorama sonoro de esos años. En su libro La música popular en Cuba, Armando León Sánchez escribe: "Felipe Neri Cabrera, más conocido por El Príncipe, tocaba las maracas y con Guillermo y Gerardo formaba parte de las voces del grupo. A Neri Cabrera se le considera un virtuoso de las maracas y junto a su esposa Juana González, compuso piezas de éxito como En Guantánamo, Cómo está Miguel, Las maracas de Neri y El guajiro de Cunagua".

En Las raíces del son, libro de Senén Suárez afirmaría: “Creadores de un estilo, una forma innovadora del son, emprendedores de una rítmica nunca vista en el continente americano, propulsores de un formato de agrupación en la que a su vez utilizaron y agruparon instrumentos folklóricos nunca escuchados en el área, tales como el bongó, las maracas, el tres, la botija y la marímbula, en una forma única de cantar el son y canciones llevadas a este estilo”.

Con el Sexteto Boloña -lidereado por Alfredo Boloña y el Sexteto Nacional con el gran Ignacio Piñeiro como figura central-, constituían la tríada gloriosa del son en ese tiempo. Sin embargo, el Habanero parecía que arrasaba: el 23 de mayo de 1925 consigue el primer premio Champion Son, que pretendía encomiar a la mejor formación sonera, y en el Concurso Nacional de Sones de 1926 se alza también con el primer premio. Los tres sextetos dejaron registros fonográficos en cantidades generosas y que, en el caso del Habanero, dispone hoy de una cuidadosa y bien documentada recopilación de toda su discografía gracias a la iniciativa y gestión de Jordi Pujol y su sello Tumbao.

En 1927 el Sexteto Habanero se convierte, de manera ocasional aunque importante, en septeto, cuando se le incorpora el trompetista Enrique Hernández, sustituído inmediatamente por Félix Chapottin, convertido años más tarde en uno de los mitos del instrumento en Cuba, y quien a su vez es reemplazado dos años después por José Interián.

Para Gerardo Martínez, Felipe Neri Cabrera, Carlos Godínez y Guillermo Castillo, el de 1929 era su tercer viaje a Norteamérica: antes habían cruzado el mar para las grabaciones que durante tres años consecutivos, el Sexteto Habanero realizara en Nueva York para el sello Victor, el 2 de septiembre de 1926, el 20 de octubre de 1927 y el 28 de mayo de 1928.

Pero ahora, al parecer, el único objetivo de esta travesía era participar en el rodaje del filme Hell Harbor, producido en Tampa en la segunda mitad de 1929, con dirección y producción de Henry King (1886-1982) a partir de la adaptación de una novela de Rida Johnson Young, al cuidado de Fred de Gresac y la propia autora, y diálogos y guión de Clarke Silvermain. En los roles protagónicos, la actriz mexicana Lupe Vélez y los actores Jean Hersholt y John Holland (1899-1971).



Según la lista de pasajeros del buque Cuba cotejada por las autoridades de inmigración a su arribo a Tampa, como músicos aparecían Felipe N. Cabrera (Felipe Neri Cabrera Urrutia), de 50 años (voz y maracas); Carlos Godínez (Carlos Godínez Facenda), de 36 años (tres); Miguel García (Miguelito García), de 27 años y recién incorporado como voz prima y claves; Guillermo García (Guillermo Castillo García), de 41 (guitarra); José Interián, de 20 años (trompeta); Gerardo Rivero (Gerardo Martínez Rivero) de 33 años (contrabajo y voz) y Andrés L. Godínez, de 21 años (bongó).

Y aunque en los créditos iniciales del filme se consigna 'Sextetto Habanero', en realidad, se trata ya de un septeto, con la inclusión de la trompeta en su estructura instrumental. Esos créditos están sustentados sobre el fondo musical de Noche Azul, de Ernesto Lecuona, interpretada en clave de son por el Habanero, una verdadera rareza sonora de la multiversionada pieza lecuoniana y que, además, tiene la particularidad de no figurar en el catálogo de grabaciones discográficas completas realizadas por el Sexteto Habanero entre 1925 y 1931, y publicado para suerte de todos por el sello Tumbao Cuban Classics. No obstante, sí se consignan los registros de otros tres títulos cuya autoría se adjudica al famoso compositor cubano: Se fue; Andar, andar y Por un beso de tu boca.

Es esta la primera fortaleza de este filme con respecto a la historia del Sexteto Habanero y su trayectoria musical: la posibilidad de escuchar una pieza tan relevante y que nunca fue grabada en discos. La segunda fue gestada por el propio director de la cinta y por John P. Fulton, Robert M. Haas y Mack Stengler, responsables de la fotografía, cuando dirigieron la cámara, casi con una mirada asombrada a cada uno de los músicos, sus respectivos instrumentos y hasta sus atuendos, en una secuencia que se recrea en el rústico reverbero con el que Andrés Godínez calienta los cueros de su bongó, para pasar al ímpetu que Felipe Neri Cabrera le imprime a sus maracas, dejando escuchar su voz grave y cadenciosa, junto a la de Miguelito García; al tres de Carlos Godínez, y terminando con un plano general de todos los integrantes del Habanero. Se trata, probablemente, de la única imagen audiovisual que se conserva y se ha encontrado –a día de hoy- del Septeto Habanero en su década inicial, lo cual sublima la importancia del filme Hell Harbor.

Pero hay más: con la aparición del Sexteto Habanero en esta cinta, todo parece indicar que asistimos al debut del son, como género musical, en el cine. ¿Alguien de los lectores conoce algún otro antecedente que contradiga esta primacía del Habanero en el cine? En cualquier caso, es un punto de partida al que siguió la presencia del son con músicos cubanos en otros filmes norteamericanos como Cuban Love Song (1930), Another Thin Man (1937), y los mexicanos Tierra Brava y México Lindo (ambos de 1938 y teniendo como intérprete al Conjunto Hatuey que entonces integraba, entre otros, junto a Francisco Repilado Compay Segundo), los excelentes bailarines Estela y René, y otros. Han aparecido incluso, algunos pietajes sueltos de sextetos, septetos y hasta conjuntos, algunos desconocidos, que fueron captados por la mirada interesada de alguien que, con cámara en mano, nos legó esas imágenes hoy históricas.

El Habanero, por su parte, resistió el embate del tiempo, nunca dejó de existir y exhibió, en lo estructural, una envidiable capacidad de adaptación al cambio: fue septeto, conjunto típico y volvió a los orígenes, a la semilla. Traspasó el umbral del siglo XXI y hoy es, sin dudas, una de las agrupaciones soneras emblemáticas de la escena musical cubana, con una proyección internacional basada en el arraigo a aquello que sus mayores marcaron como modelo del son, asumiendo influencias más cercanas y sin abandonar su autenticidad.

Los integrantes actuales del Septeto Habanero son: Felipe Ferrer Caraballo, director y tresero; Digno Pérez , voz y claves; José Antonio Pérez, voz; Juan Jústiz, voz y güiro; Emilio Moret, voz y maracas; Faustino Sánchez, contrabajo; Menelao Cabezas, bongó; Emilio José Cruz , trompeta y Erden Hernández, guitarra.

Rosa Marquetti Torres
Desmemoriados. Historias de la música cubana.
Marzo de 2016.

Foto: Sexteto Habanero vestidos de marineros en 1929. Tomada de Desmemoriados, cortesía de Jaime Jaramillo.

Leer también: Pioneros del son.

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