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viernes, 9 de enero de 2015

Mi aporte a la verdad (II y final)



A pesar de su edad, Frank mandaba y sus hombres obedecían. Su labor como dirigente estudiantil le había permitido viajar a lo largo y ancho de la isla, haciendo contactos que luego le serían de gran utilidad en la estructura de las redes clandestinas.

Era un dirigente respetado y querido. Cuando apenas tenía 21 años de edad, designó a cuatro profesionales de renombre para que redactaran la tesis económica del Movimiento 26 de Julio, y ellos aceptaron sin vacilaciones. Camino de la Sierra Maestra, visitaban su escondite de Santiago de Cuba, distinguidos miembros de la sociedad civil cubana y extranjeros como el editorialista del New York Times, Herbert L. Matthews.

Lo escuchaban y respetaban militantes de otras organizaciones revolucionarias, partidos políticos tradicionales, sindicatos obreros y militares. Sus conversaciones con representantes diplomáticos de los Estados Unidos produjeron un cambio radical en la política de ese país hacia la dictadura de Batista y la promesa de apoyo al futuro gobierno revolucionario.

Convertido ya en la figura central del M-26-7, fue descubierto en circunstancias misteriosas y asesinado por la policía. Frank fue llevado a la casa de Raúl Pujol por Enrique Canto, en el carro del Dr. José A. Roca. Antes de entrar al carro y antes de entrar en casa de Raúl, Frank les dijo a ambos que no quería que Vilma Espín se enterara dónde estaba. Los dos le preguntaron la razón, pero Frank no les dijo. Diez días después (el 30 de julio de 1957, día de su muerte) Vilma había encontrado el teléfono de la casa de Raúl Pujol y lo llamó.

Frank contestó y colgó rápidamente el teléfono. Silvia Álvarez, que trabajaba en la Central Telefónica de Santiago de Cuba, donde fue interceptada la llamada, trabajaba para el 26 de Julio, les aseguró a Bonachea y San Martin (en 1974) que "después que Vilma hizo su llamada, el coronel Cañizares emitió la orden difundida por micro-onda de rodear la cuadra completa alrededor de la casa de Pujol”.

La llamada pudo haber sido un desliz casual o premeditado, ya que Vilma llamó desde la casa de Rosa Bustillo, que estaba detectada por la policía, y al ver que Frank la había sacado de su círculo íntimo (diez días sin llamarla) decidió actuar rápido. La policía cerro tres cuadras de la calle San Germán, y fueron entrando casa por casa en los números pares (no sabían la casa en particular).

Frank salió con Raúl caminando hacia la próxima calle, pero fueron detenidos por un marinero que los registró y le encontró el arma a Frank. Cañizares (que no conocía a Frank) llega al lugar. Un acompañante de Cañizares (Luis Randich, ajusticiado días después) reconoce a Frank de cuando estuvo en la Escuela Normal y le dice a Cañizares: “Ése es Frank País, el Jefe del 26 de Julio”. Cañizares le descargó varios tiros de su arma. Así también lo hicieron los escoltas.

El funeral con los dos ataúdes, el de Frank y Raúl Pujol ha sido el más grande en la historia de Santiago de Cuba. La muerte de Frank País, y la de su sucesor, René Ramos Latour, un año después, dejó el camino abierto a Fidel Castro para ejercer el poder absoluto de su organización. La facción totalitaria que se apoderó del M-26-7 no permitió que nunca se conociera la verdadera historia.

Algunos cronistas- y la mayoría del pueblo cubano y de los extranjeros- creen que el jefe del Movimiento 26 de Julio era Fidel Castro. Lo cierto es que lo fue al principio -cuando lo fundó- y de manera absoluta a partir de la reunión del 3 de mayo de 1958 en Altos de Mompié, en la Sierra Maestra. El espacio del medio fue ocupado por Frank País.

Fue Frank quien reorganizó el Movimiento en toda la isla, nombrando a los miembros de las Direcciones Provinciales y Municipales. Era él quien escribía las circulares y las órdenes a nombre de la Dirección Nacional, las que firmaba como “coordinador nacional”. Y, por último, fue Frank quien reestructuró, a mediados de mayo de 1957, la Dirección Nacional y la centralizó en Santiago de Cuba.

Todas estas acciones revelan que era Frank quien estaba al frente de la organización mientras que Fidel Castro era el jefe del pequeño grupo guerrillero que estaba en la Sierra Maestra.

Frank pensaba que él era necesario para mantener el grupo en la Sierra. Sin embargo, Fidel Castro acabó con la única persona que le podía discutir el futuro democrático de la Revolución en Cuba, ya que fue Frank el que organizó la Dirección Nacional del 26, fue el que ordenó escribir Nuestra Razón (la teoría doctrinal del movimiento), y extendió la membresía del 26 de Julio a toda la nación.

El 30 de Julio de 1957 muere mi hermano Frank. Tras su muerte me cambiaron de escondite hasta que, por gestiones de Enrique Canto con la Embajada española, pude volar a La Habana y conseguir asilo en la Embajada de Costa Rica, después de unos días en la Embajada de España. En Costa Rica estuve varios meses hasta que mi hermana Sara me consiguió una visa de estudiante en los Estados Unidos.

Mi viaje a La Habana después de la muerte de Frank no fue en secreto, si no todo lo contario. El aeropuerto estaba tomado militarmente, y yo pensé que de ahí no salíamos vivos. Pero, con el attaché español de un lado y su esposa del otro, pudimos tomar el avión. Después me enteré que el ejército había llamado a La Habana para que me mataran cuando saliera del avión. Pero la compañía Cubana de Aviación se enteró, y el avión paró al final de la pista para que yo pudiera escapar. Ahí estaba el embajador español con su carro, que nos llevó a la embajada. Todo eso fue relatado en una de la primeras Bohemias después del 1o. de Enero.

Eventualmente, estudié y me gradué de ingeniero mecánico en la Universidad del Estado de Carolina del Norte, en Raleigh, N.C. (1963). Me presenté de voluntario, e ingresé en el Ejército de los Estados Unidos en el grupo de cubanos entrenados en Fort Jackson, Carolina de Sur, durante seis meses.

Poco tiempo después de salir del Ejército, conseguí trabajo en Washington, D.C. Allí conocí y me casé con la mujer más bella del mundo, María Teresa de Jesús Muñoz y Macearas (Teresita), quien me dio mi único hijo, Frank Isaac País García. Mi esposa falleció después de 26 años de felicidad, repartidos entre Rochester, New York; New Jersey (donde obtuve un M.B.A de Seton Hall University), Puerto Rico, Costa Rica, Texas, y finalmente, Miami.

En 1975, aunque yo vivía en los Estados Unidos, seguía manteniendo correspondencia con mi madre en Santiago de Cuba, y le sugerí vernos en Marín, España, en el verano de 1975, yo pagaría su viaje. Ella estaba muy alegre y les contó la idea de ese viaje a algunos dirigentes del Partido Comunista. Es bueno mencionar aquí que mi madre fue muy bien considerada por la cúpula gobernante por ser la madre de Frank y Josué País, mis hermanos, y gozaba de una gran popularidad.

Cada vez que un grupo del extranjero visitaba Santiago de Cuba, allá le llevaban al grupo para que conociera a la heroína santiaguera. A mi mamá no le gustaba de esa publicidad, pero no tenía más remedio que aceptarla porque negarse a eso ya la pondría en problemas con el Partido Comunista.

El resultado del anuncio de que ella planeaba ir a Marín a visitar a su familia llegó hasta los oídos de Fidel Castro, quien conversando con ella le dijo ella iría a Marín cuando él fuera, y no sola. Él no fue a Marín, y por lo tanto ella nunca fue. Yo sí llegue a ir y conocí a los primos que tenía, y todavía me quedan algunos por allá.

A mamá le ofrecieron mudarse a una casa en La Habana, pero no lo aceptó. Dijo que en Santiago estaban sus seres queridos. Siempre que pudo, iba los domingos a la primera iglesia bautista, donde transcurrieron los días más felices, y también los más tristes de su vida. Su muerte, en 1977, fue objeto de un gran funeral por parte del gobierno.

Otra anécdota que tiene que ver con Marín, España, es que muchos años después, ya viviendo en Miami me llegó una carta de una prima. Me contaba que a Marín había ido el Cónsul de Cuba en Pontevedra, quien, al enterarse de que la mamá de Frank País había nacido en Marín, estaba haciendo gestiones para colocar una tarja en la casa de mis abuelos en honor a Frank, héroe de la Revolución y como miembro del partido comunista en Cuba. La petición tenía que ser aprobada por el ayuntamiento de Marín, y la prima me sugería que le escribiera al Alcalde.

Así lo hice, declarándole al Alcalde que estaba opuesto totalmente a que se hiciera mención de Frank como simpatizante comunista, y que al igual que Frank, todos en nuestra familia éramos totalmente anticomunistas. Así, el ayuntamiento le negó al Cónsul la solicitud de poner la tarja en la pared de la casa.

La Revolución que triunfó el 1ro. de enero del 1959 era anticomunista y solamente la traición de los malos cubanos ha llevado a nuestra pobre Cuba a la situación de hambre, pobreza y miseria en la que se encuentra desde hace varias décadas.

En todos los sitios donde he vivido siempre he participado en movimientos anticomunistas, luchando contra la traición de los ideales que triunfaron el 1ro. de Enero de 1959 y por los que se vertió tanta sangre.

Desde hace varios meses formo parte de la directiva de los Municipios de Oposición, y he sumado mis esfuerzos a este proyecto, que en mi opinión representa los ideales democráticos por los que dieron sus vidas mis hermanos Frank y Josué País García.

Agustín País García
Foto: Frank País García. Tomada de El doble asesinato de Frank País.

2 comentarios:

  1. la conciencia los traiciono a los ex marxistas como aruinaro a cuba

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  2. Cuan hermoso a la vez que triste testimonio. Es doloroso escuchar el sufrimiento por el que han pasado tantas familias cubanas por las ansias de poder desmedido de los hermanos Castro al servicio del comunismo.

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