Mi nombre es Agustín País García. El segundo de tres hermanos: Frank, el mayor, nacido el 7 de diciembre de 1934; yo nací el 8 de enero de 1936; y Josué, el menor, nació el 27 de diciembre de 1937.
Mi padre, Francisco País Pesqueira, emigró de España con su primera esposa, Dolores Rodríguez, para ocupar la plaza de pastor de la primera iglesia bautista de Santiago de Cuba. La hija de ambos, Sara País, se quedó en España para terminar sus estudios de bachiller. Una vez graduada, Sara viajó a Santiago de Cuba para ayudar al pastor en su trabajo misionero. Dolores, su madre enfermó a los pocos años de estar en Cuba y decidieron que viajara a España para recibir tratamiento médico y más tarde murió en ese país.
Mi papá quedó viudo por muchos años. Finalmente, se casó con mi mamá, Rosario García Calviño, de cuya unión nacimos nosotros, después de varios años de matrimonio.
Una característica que he notado en muchos de los inmigrantes europeos es, que una vez establecidos en el nuevo país, no se relacionan con los familiares del país donde nacieron. En el caso nuestro, una vez que mi padre murió, no fueron muchas las noticias que mi madre comentaba acerca de la familia en España, y claro, no existían las condiciones económicas para viajar a Marín, Pontevedra, donde vivían nuestros familiares maternos y paternos. Si recuerdo, ya un poco crecido, que mi mamá recibió una carta donde le comunicaban de la muerte de su mamá, María del Pilar Calviño. Fue la única vez en la vida que la vi llorar. Le tocaba a ella, echar para adelante a los hijos sin el apoyo del padre. Y lo logró, con esa dureza de carácter, que siempre la acompañó. Estas madres gallegas son duras. La vida no les deja otra alternativa.
Papá murió de una embolia cerebral cuando Frank tenía cinco años, yo tres años y Josué uno. La casa pastoral de la iglesia donde vivimos los primeros años quedó para el próximo pastor, y nosotros nos mudamos para la casa sita en San Bartolomé (General Banderas) 226 entre Habana y Los Maceo, en Santiago de Cuba. Allí vivimos juntos el resto de nuestras vidas.
Nuestra niñez transcurrió como la de una familia pobre. Asistimos los tres a la escuela primaria Instituto Martí, que estaba en una parte del edificio de la iglesia bautista. Por ser hijos de un pastor, nos daban la educación gratis y de excelente calidad. Recuerdo en especial a una de mis maestras, Estrella Montoya, quien me ayudó mucho. Nuestra madre revisaba nuestras notas, exigiendo que todas fueran sobresalientes. Decía que un hijo de País no podía sacar menos que eso.
Al terminar el séptimo grado, el director de la escuela, Sr. Manuel Díaz Piferrer, le dijo a mamá que era un desperdicio que Frank hiciera el octavo grado allí, que mejor sería que ingresara en el Instituto de 2da. Enseñanza, por la libre un año, y después se inscribiera en la Escuela Normal de Maestros para graduarse de maestro al cabo de cuatro años. Frank ingresó en la Normal, donde se graduó justo cuatro años después, en 1953. Aunque Frank siempre quiso estudiar Arquitectura, por no tener los recursos económicos, nunca lo pudo hacer.
Yo seguí los mismos pasos, ingresé en la Escuela Normal en el año 1950, en el examen por la libre, donde saqué la puntuación más alta entre todos los que se examinaron, y me gradué de maestro en 1954, sacando la segunda puntuación más alta entre todos los alumnos en esos cuatro años. La motivación era que a los dos primeros alumnos con la puntuación más alta en los cuatro años, se les asignarían aulas en el área donde vivieran. La decepción vino después, cuando nos enteramos que el presupuesto para esas aulas se lo habían robado en el Ministerio de Educación.
Todos los alumnos becados del país nos dimos cita en La Habana, para ir al Ministerio de Educación y protestar por nuestros derechos. Así lo hicimos, nos recibió un testaferro, Antolín González del Valle, quien nos dijo que nada se podía hacer. De ahí nos fuimos a la Escuela Normal de La Habana, y la ocupamos. Al final de ese día, la policía nos sacó por la fuerza.
Al regresar a Santiago de Cuba, me apunté en la Junta de Educación como maestro sustituto y me di cuenta que las plazas de maestros se compraban y se vendían, que nunca tendría chance de trabajar como maestro. Un hijo de Sara País, Daniel Molina, me consiguió un trabajo en la compañía donde él trabajaba por el día y por la noche estudiaba en el Instituto de 2da. Enseñanza. Los fines de semana participaba con Frank y otros muchachos en las acciones revolucionarias en contra de la dictadura de Batista: pintar carteles, manifestaciones callejeras, y actos de acción y sabotaje de la organización que Frank lideraba, Acción Nacional Revolucionaria Oriental. Después de muchos meses de reflexión esta organización fue fusionada con el Movimiento 26 de Julio (M-26-7), que Fidel Castro había fundado al salir de la prisión en 1955.
Frank País muestra entonces sus cualidades como organizador y líder. Durante muchos meses, viajó a lo largo de Cuba fundando células, recogiendo armas y municiones. Fundó una organización con los miembros de la sociedad civil que llamó Movimiento de Resistencia Cívica (MRC). Sus dirigentes y militantes -profesionales e industriales- lo respetaban. Visitó a Castro en el exilio en México para finalizar el plan para un levantamiento a fines de 1956. Le advirtió que no estaban listos, pero él decidió seguir adelante.
Frank y sus hombres se sublevaron en Cuba el 30 de noviembre, pero Castro no llegó hasta dos días después, el 2 de diciembre de 1956.
Así llegó el alzamiento del 30 de Noviembre (1956). Del cuartel general (casa de los Rousseau), donde estaba Frank y la jefatura del Movimiento, salí para la toma de la Ferretería Marce y así ocupar las armas que había allí, junto con Enzo Infante y José Cause (quienes se vendieron más tarde al comunismo traidor de la revolución) y otros, cuyos nombres no recuerdo. Tara Domitro era quien manejaba el carro. Cuando llegamos al comercio, me aposté en una esquina, para evitar que las guaguas pararan allí.
En un ómnibus, que disminuía su marcha al llegar ahí, vi a un guardia en el escalón para bajar del ómnibus. Me había visto con el uniforme del 26 de Julio y puso su mano en el arma que llevaba en la cintura. Le apunté con la escopeta y le disparé. El cayó hacia dentro del ómnibus, junto al ruido de cristales rotos. El chofer aceleró y el ómnibus desapareció calle arriba. Mientras tanto, las cajas con las armas de la ferretería fueron puestas dentro de nuestro carro y regresamos al cuartel general.
Una vez que se vio que el alzamiento no iba a tener el éxito que se previó, Frank y yo salimos del cuartel general y nos fuimos caminando hasta la casa de nuestro sobrino Daniel. Vilma Espín recogió a Frank al otro día. Yo seguí en la casa de Daniel Molina haciendo actos de sabotaje, junto con un grupo. Entre los sabotajes planeados estaba el del 30 de Julio, día en que murió Josué en otra actividad. Frank me nombró más tarde Jefe de Acción del 26 en todo Oriente. En la carta de Frank a Fidel de Julio 7 del 1957, le menciona la creación de la Dirección Nacional del 26, hecha por él y otros. La representante de la Sierra en la Dirección Nacional era Celia Sánchez Manduley.
Frank País pasa por completo a la clandestinidad, pero fue encarcelado para ser juzgado por su participación en el alzamiento. Desde la cárcel continuó su labor, enfatizando en el abastecimiento a la incipiente guerrilla. A Frank se debe la supervivencia de la guerrilla de Castro.
Después del juicio, aún en su ciudad, se convirtió en el objetivo número uno de las fuerzas represivas. No sólo reorganizó el M-26-7, sino que centralizó su Dirección Nacional en Santiago y dictó una serie de medidas que aumentaron aún más sus relaciones antagónicas con Fidel Castro.
Ya para esa época, Frank País, y no Fidel Castro, era el jefe máximo de la Dirección Nacional del M-26-7.
Agustín País García
Foto: Agustín País García en la actualidad.
Nota.- El 1 de diciembre de 2014, por Hotmail recibí un correo titulado El aniversario 58 del 30 de noviembre de 1956. Lo remitía Agustín País García, director de Relaciones Públicas de los Municipios de Oposición. Traía su dirección electrónica, el no. de su celular y la web de los Municipios de Oposición. Y este breve texto:
"Una vez más, el calendario nos enfrenta al aniversario de la fecha heroica del 30 de Noviembre del 1956, en la que la juventud de Santiago de Cuba y otras ciudades se alzaron con las armas en la mano contra las fuerzas de la dictadura de aquella época".
En PDF adjuntaba Mi aporte a la verdad, testimonio que consideré valioso y decidí reproducir en dos partes en mi blog (Tania Quintero).
Muy valioso artículo cuya publicación se agradece enormemente.
ResponderEliminarEsta es la historia que los coministas se han encargado de silenciar.