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lunes, 12 de mayo de 2014

Con la brújula hacia Europa



La muerte en febrero de 15 inmigrantes en aguas de Ceuta, en febrero de 2014, o de más de 350 en Lampedusa, Italia, en 2013, reabre el drama humano al que se enfrentan miles de personas cada año en su afán por la búsqueda de un futuro mejor.

Mali y Mauritania, al oeste, o Eritrea y Somalia, al este, son solo algunos ejemplos. En 2012, un golpe de Estado y un posterior avance islamista ponían de nuevo a Mali en el (contínuamente remozado) mapa de la geopolítica internacional. La crisis dejó decenas de miles de desplazados.

Sin embargo, paradójicamente, un reciente estudio llevado a cabo por Abdramane Sylla, ministro encargado de atender a los malienses residentes en el exterior -la llamada "cartera de ultramar"-, mostraba una curiosa tendencia: en los últimos diez años, la mayoría de emigrantes de Mali han cambiado las fronteras de Europa por las del continente africano.

En el análisis se muestra cómo, de los 89,134 malienses repatriados entre 2002 y 2013, más del 90% lo hicieron desde países vecinos. Costa de Marfil es el que se lleva la palma, con casi la mitad de estas expulsiones. En el mismo período, doce países de Europa apenas deportaron a 5,947 ciudadanos del país africano. El Norte dejaba paso al Sur.

Para entender el origen de esta tendencia, las cifras del pasado año resultan especialmente significativas. Sobre todo, porque ponen en duda la falsa idea de que una cantidad ingente de malienses son expulsados cada año desde el Viejo Continente.

Durante 2013 -de acuerdo a los datos del ministro Sylla- buena parte de los Estados vecinos suspendieron sus expulsiones de ciudadanos malienses (quizá en respuesta al acuciante conflicto que sufría el país por entonces). No obstante, las cifras europeas tampoco es que fueran demasiado espectaculares: ese mismo año, tan solo 76 malienses fueron 'devueltos' desde Europa a su país de origen.

Cada año, miles de inmigrantes mauritanos terminan con sus huesos en centros de detención como los de Nouadhibou, al norte del país, acusados de intentar cruzar a las Islas Canarias. El sobrenombre de 'Guantanamito' sirve de útil punto de arranque para entender la situación a la que se enfrentan unos ciudadanos que solo huyen de la pobreza que asola el país, así como de la falta de oportunidades.

Según cifras del censo de Mauritania, la mayor parte de los emigrantes que han logrado cruzar la frontera en los últimos tiempos (200 mil) residen en otros países africanos como Costa de Marfil (25.2%), Mali (20.2%) y Gambia (10.1%).

Por su parte en Francia (6.9%) o España (5.5%), el perfil de estos inmigrantes es generalmente masculino (67.6% del total), con un nivel básico de educación (59.2%). De igual modo, buena parte de ellos son refugiados históricos originados del conflicto entre Senegal y Mauritania que a finales de la década de los 80, conllevó la expulsión de alrededor de 53 mil ciudadanos por parte de las autoridades de Dakar.

Pese a estos números, el oeste no es el único punto del continente africano donde las tragedias personales obligan a dejar el país de origen. Y naufragios como los de la costa al sur de Italia lo recuerdan de forma habitual.

En la actualidad, Bab al Mandeb (La puerta de la pena o dolor) es la ruta de escape habitual elegida por los inmigrantes eritreos hacia la esperanza. Bab al Mandeb es el punto más corto en la ruta de huida hacia Yemen, desde donde intentarán escapar hacia cualquier otro país.

A lo largo de su trayecto de huida, estos refugiados son víctimas de una vil explotación laboral e incluso sexual a manos de mafias sin escrúpulos. Pero, a pesar de que los guardas fronterizos tienen la orden de "disparar a matar", se calcula que cerca de 1.500 eritreos huyen cada mes de su país, uno de los más brutales y opresivos de África.

Estos inmigrantes solían dirigirse a Arabia Saudí y emiratos del Golfo. Algunos se iban a Kenia. Pero ahora intentan llegar también a Europa.

Huyen de un régimen paranoico y represivo. Desde su independencia en 1993, al menos 10 mil presos políticos han sido encarcelados, muchos sin acusación formal. El régimen acalla brutalmente la menor disidencia y ha construido una densa red de prisiones, donde la tortura es ley de vida. Poco o nada queda ya de aquel otro país considerado, en los años noventa, ejemplo de libertad y lucha por la igualdad.

Huyen de la guerra civil, de la miseria, de la hambruna en un Estado fallido donde además se han hecho fuertes las milicias integristas de Al Shabab, ligadas a Al Qaida. Desde la caída del dictador Siad Barre, un millón y medio de somalíes han abandonado el país.

La cifra de decesos no se queda atrás: Solo en 2011 al menos 1.500 inmigrantes irregulares y refugiados (buena parte de ellos, somalíes) se ahogaron o desaparecieron al intentar cruzar el mar Mediterráneo para alcanzar las costas del Viejo Continente. Ese mismo año, 260 mil personas murieron en la hambruna que asoló al país. Para ellos no había más alternativa: la muerte por inanición o la huida.

Eduardo S. Molano
Corresponsal de ABC en Nairobi.
ABC, 17 de marzo de 2012
Foto: Eritreos en un campo de refugiados de Sudán. Tomada de Eritrea: The African North Korea.
Leer también: Más de 23 mil muertos por intentar alcanzar Europa.

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