Google
 

viernes, 9 de mayo de 2014

La mujer negra y el mito de la belleza



Retomo el tema de la mujer negra y el mito de la belleza. La idea que quiero transmitir cuando escribo sobre el mito de la belleza es que una mujer negra, para ser considerada guapa, debe llevar su cabello peinado con pelo falso.

La tendencia actual es el pelo brasileño. Pero en el pasado, estaba de moda peinarse al estilo de las rusas, las indias o las peruanas. Las que no se pueden permitir el pelo humano auténtico, siempre tienen la opción del pelo sintético. Da igual cual de los dos elijan.

La mujer negra siempre superará la prueba de la belleza cada vez que se ponga pelo falso, ya sea pegado sobre su propio pelo o cosido. Aparte del pelo falso, para alcanzar el mito de la belleza son imprescindibles además las uñas largas acrílicas y las pestañas postizas largas.

Y cuando digo largas, eso es precisamente lo que quiero decir: largas. Tanto las uñas como las pestañas. ¡Incluso hay féminas que van más lejos y llevan también las uñas de los pies largas! Por si fuera poco, algunas mujeres negras (y sorprendentemente algunos hombres negros), se han creído la mentira de que cuanto más guapa es una persona, más clara tiene la piel.

Así que, para conseguir el color blanco tan deseado, la gente de color aclara su piel con agentes químicos que son conocidos por causar cáncer. En todo caso, ¡lo único que se ha conseguido con todo este engaño del blanqueamiento de la piel y el pelo falso es que hoy día la mujer negra haya dejado de parecer una auténtica mujer negra!

Eso me preocupa. Como bien saben, cada raza ha sido creada con unas características específicas. Uno de los rasgos concretos de la gente de color es nuestro pelo fosco y rizado. La raza negra es la única cuyo cabello crece hacia arriba. Si queremos que nuestro pelo caiga hacia abajo de forma natural, tenemos que trenzarlo o retorcerlo. Podemos utilizar también un peine caliente.

Y si no, la única manera de conseguir el mismo resultado es recurrir a productos químicos que lo desrizan. A propósito, igualmente se sabe que las cremas alisadoras contienen ciertos agentes químicos que producen cáncer en algunas mujeres negras.

En cuanto al color de nuestra piel, encontramos todas las tonalidades del negro. Mientras algunos de nosotros somos de piel más oscura, otros la tienen más clara. Sin olvidar los innumerables tonos intermedios.

A pesar de lo anteriormente dicho, a la gente de color se le ha inculcado la idea desde hace mucho tiempo de que serán más atractivos y tendrán una imagen más apropiada para encontrar un puesto de trabajo si tienen la piel clara y el pelo fino y liso.

Cuando hablo del blanqueamiento de la piel no me enfrento a demasiada oposición. Al menos no tanta como cuando hablo del pelo falso. Lo que pasa es que muchas mujeres en seguida se ofenden cuando el argumento de una discusión es ese.

Con todo, si alguien me preguntara, yo contestaría que blanquear la piel y llevar pelo falso son dos síntomas de un serio problema. Puesto que una persona que decide hacerse algo así está dejándose llevar por dos motivos, porque odia su pelo rizado y/o su piel y porque no se acepta a sí misma.

Las mujeres que se ponen extensiones se indignan cada vez que saco a relucir el tema del pelo falso. Además, se toman como un ataque personal mi campaña a favor de las mujeres que prefieren su pelo natural. Sin embargo, yo no entiendo por qué reaccionan así.

Pero con frecuencia se ponen a la defensiva y una y otra vez he tenido que escuchar frases como “mi pelo no me define” y otras del estilo de “cada cual es muy libre de arreglarse el pelo como le plazca”. Y en ocasiones se excusan a sí mismas diciéndose que su pelo natural es demasiado fosco para poder peinarlo bien.

¿Qué quiere decir “mi pelo no me define”? Esta frase tiene dos interpretaciones. La primera, la literal, como queriendo expresar “yo no soy el pelo que tengo”. En cuyo caso estoy de acuerdo. Porque si una mujer negra se peina al estilo de las brasileñas, de las indias, las rusas, las peruanas o con pelo sintético, desde luego que su pelo no la define. A menos que, por ejemplo, sea una mujer negra brasileña.

Pero en todo caso, el pelo de las brasileñas es exclusivo de ellas así como lo es el de las indias, las peruanas y el fosco y rizado es característico de la gente de color de todo el mundo. Da igual donde hayan nacido, si en África, en Europa, en Estados Unidos, Asia o en cualquier otro lugar del planeta.

Los negros nacen siempre con el pelo fosco y ensortijado. Nuestro pelo rizado presenta múltiples variantes. Desde uno suave que se puede manejar con facilidad, hasta el fosco y encrespado que le hace a una desesperarse cuando se lo peina. Nuestro cabello es así. Por eso, cuando una mujer negra me dice que su pelo no la define, yo me digo, bueno, en realidad sí lo hace. Y esta es precisamente la segunda interpretación de la misma frase que me gustaría comentar en esta entrada.

Por supuesto, el pelo define a una mujer negra. De la misma manera que la definen sus dientes, su sangre, sus huesos o el olor de su sudor. También su pelo. El pelo de una mujer negra forma parte de su ADN. El cabello se utiliza para identificar a una persona concreta. Un pelo encontrado en la escena de un crimen, por ejemplo, puede ayudar a encontrar al culpable de un delito. Por esa razón, me quedo atónita cuando alguien afirma que su cabello no la define.

¡Pero si hasta el peinado que una persona lleva dice mucho de ella! Un conservador, por ejemplo, jamás se haría un corte de pelo estilo mohicano. Pero una persona de personalidad extravagante no solo se atrevería con un corte de pelo estilo mohicano, sino que además se lo teñiría con un color llamativo. Uno es capaz de darse cuenta de la naturaleza humana por un detalle tan simple como ese.

Por tanto, una vez más debo decir que de verdad me quedo atónita cuando alguien afirma que su pelo no la define. Por mucho que intento que las mujeres negras que se trenzan el pelo y se ponen extensiones entiendan este punto de vista, no lo consigo.

Luego está el asunto de la elección personal. Yo estoy completamente de acuerdo con que, como seres humanos, tenemos el derecho de elegir lo que más nos conviene. No obstante, algunas veces creo que, cuando se toman decisiones personales, hay que tener en cuenta el efecto que esas decisiones pueden tener en los demás. Por eso quisiera que las mujeres que se ponen extensiones o postizos pensaran en las consecuencias que su elección puede producir en todas las mujeres negras.

Como se sabe, vivimos en un mundo en el que nos bombardean con una imagen de belleza femenina blanca y con el pelo largo y liso. Para que una mujer negra sea considerada hermosa, debe parecerse a esa versión determinada. De ahí viene ponerse extensiones de pelo falso. Y blanquear la piel.

Además del aspecto estético, está la idea de que una mujer negra, para ser aceptada tanto laboral como socialmente, tiene que ajustarse a ese estilo. Eso es lo que está ocurriendo. A las mujeres negras se les ha lavado tanto el cerebro con esa idea que al final ellas han aceptado y se han adecuado a la imagen impuesta. Hoy día, una mujer negra que lleva su pelo natural es considerada “una activista del afrocentrismo”, “radical”, “rebelde”, “conflictiva” o una artista. Así que ahora es algo totalmente normal que una mujer negra lleve el pelo falso y no está bien visto que se peine con su cabello natural.

¿Tiene algún sentido todo esto? Si las cosas no fueran de ese modo, (es probable) que yo no estuviera tan en contra de las extensiones y de trenzar el cabello. Pero que me digan, como mujer negra que soy, que para triunfar en la vida, ser aceptada y ser considerada hermosa tengo que llevar el mismo pelo que llevan las mujeres blancas, créanme que eso nunca lo aceptaré.

Por eso, cada vez que una mujer negra opta por las extensiones o por trenzarse el cabello se lo está poniendo difícil a las que eligen el pelo natural. A eso me refiero cuando digo que las decisiones personales afectan a otros.

Las mujeres negras, como se ve, ajustándose a esa imposición, están claramente admitiendo que su pelo es feo. Están admitiendo que no encajarán en un trabajo si llevan su pelo natural. Y lo que es peor, están asimismo admitiendo que la sociedad no las aceptará. Eso es una falsedad. Una mujer negra que se peina con su pelo natural puede ser profesora. Incluso puede ser conductora de autobús. Y médico. Y bailarina. Puede ser también madre, amiga y esposa.

Cualquier ocupación que una mujer negra tiene hoy día puede hacerla igualmente con su pelo natural. Pero como no son capaces de darse cuenta, las mujeres negras no se lo creen. Y aunque parezca mentira, lo que sí se creen es que se ven mucho más guapas ocultando su pelo fosco, ensortijado y “feo” bajo extensiones o postizos de pelo de mujeres brasileñas, peruanas, indias o rusas.

Y yo me digo a mí misma ¿se preguntarán alguna vez si ese pelo es realmente humano? Porque, si calculamos la cantidad de pelo que las mujeres negras compran, llegaríamos a la conclusión de que no hay suficientes mujeres en el mundo que satisfagan sus necesidades.

Hace ya más de un año, el 3 de septiembre de 2012, la presentadora de televisión afroamericana Sheryl Underwood protagonizó un violento enfrentamiento con Heidi Klum al manifestar su repulsa hacia el pelo afro. La ex modelo hablaba sobre el mechón de cabello que conservaba como recuerdo de su hijo cuando, entre risotadas, Sheryl Underwood le dijo: “¿Para qué quieres guardar un mechón de pelo afro? Ni te hace falta ponerte extensiones ni hacerte trenzas con él. Claro, nunca te has puesto en nuestro lugar diciéndote que necesitas unas extensiones de pelo fosco y rizado. Es algo que no puedes imaginar”.

Entonces, la otra invitada del programa, también de raza blanca, se giró y dijo que ella hacía igual y guardaba un mechón del pelo de su hijo. Sheryl Underwood, aún riéndose y sacudiendo su melena ondulada, contestó: “pero probablemente es largo y sedoso”. ¿Lo ven? Este es el típico ejemplo de una mujer negra que se siente tan manipulada que incluso no sabe lo que dice.

A mí me parece muy peligroso que una mujer negra, una presentadora de televisión tan conocida como ella, aparezca en su propio programa con dos invitadas de raza blanca y no respete su propio pelo. Porque, si esto no es sentir odio hacia sí misma, ¿qué es entonces? Yo creo que alguien que detesta su propio pelo tiene un grave problema. Hay algo que no funciona bien en una mujer que se pone frente a un espejo y no le gusta la imagen que se refleja. Una mujer que abomina del color de su piel y de su pelo es igual que una joven anoréxica que detesta su cuerpo.

Por eso, tal vez ha llegado la hora de empezar a abordar este problema como si se tratara de una enfermedad. Puede ser que en ese momento las mujeres negras abran los ojos y se pregunten qué les está pasando. En fin, estas son solo algunas reflexiones de una mujer africana común y corriente.

Akua Djanie
El País, 18 de diciembre de 2013

No hay comentarios:

Publicar un comentario