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No había transcurrido demasiado tiempo de su llegada al poder en enero de 1959, cuando Fidel Castro la emprendió contra los turistas procedentes de Estados Unidos.
A los americanos se les acusó de distorsionar la imagen de Cuba, presentándola como un paraíso de rumberas y prostitutas al alcance de la mano.
Varias décadas después, el rostro de aquel turismo de sexo y maracas es retomado por los propagandistas del régimen, utilizando los mismos estereotipos, con la intención de promover un turismo lejano e ingenuo.
Europeos despistados que se creen lo que pregonan los folletos turísticos y se van a la isla del doctor Castro, a aliviar el stress viendo menear fondillos de las cubanas, haciendo el amor por unos pocos "fulas", soltando el pellejo bajo el sol y moviéndose al compás de la timba y el reggaeton.
Fotos, charlas, filmes y música sirvieron a la Embajada de Cuba en Suiza para promocionar, del 21 de enero al 20 de marzo de 2005, una exposición titulada El otro lado del alma y en la cual los visitantes podían ver una isla irreal, donde negros y mulatos viven felices, bailando salsa, practicando la santeria y tomando ron.
En la muestra cinematográfica figuraron La muerte de un burócrata, Hello Hemingway, Soy Cuba, Guantanamera, Lista de espera, Suite Habana y Cuba feliz, cinta de 96 minutos de duración realizada en el 2000 por Karim Dridi.
Pero el mayor atractivo serán las "noches cubanas" de música salsa, rueda de casino, son y rumba a cargo de músicos y grupos muy conocidos en su casa. Y no donde faltarán mojitos y cubalibres (la firma Havana Club copatrocina la jornada).
Desde hace unos años, el gobierno cubano se ha percatado que "lo negro" vende. Y a su antojo manipula el folclor, la religión y cultura afrocubanos, para atraer turistas hacia un país donde, supuestamente, los negros y mestizos no solo son los principales protagonistas, sino que gran parte de su tiempo lo dedicarían a cantar, bailar y venerar a sus orishas.
La culpa no es solo del régimen y sus voceros: casi todos los documentales y reportajes realizados en Europa, utilizan como cliché a la todavía discriminada y marginada población negra cubana. A veces de un modo excesivo, dando la impresion de que en Cuba los únicos blancos son los gobernantes.
Es cierto que el porcentaje de negros involucrados en la música popular y en el credo yoruba es bastante alto. Pero esa realidad ha ido variando en la misma medida en que la revolución que le prometió villas y castillos a los negros, en la práctica los ha mantenido como ciudadanos de segunda y tercera categoría.
Un ejemplo del protagonismo que por su cuenta y riesgo ha ido asumiendo una parte de la población negra, es el incremento de su participación en las filas de la disidencia y el periodismo independiente.
La lista es larga: Jorge Luis García Pérez (Antúnez), Oscar Elías Biscet, Arnaldo Ramos, Angel Moya, Omar Pernet, Iván Hernández Carrillo, Miguel Valdés Tamayo, Berta Antúnez, Alejandro García, Maria Elena Alpízar, Jorge Olivera y Félix Bonne Carcassés, entre otros que me vienen a la mente.
No me opongo a que suizos y europeos viajen a Cuba a disfrutar de sus playas y sus ritmos. Si quieren hacerse santo, que se lo hagan y si desean probar el sexo con un nacional, que lo prueben.
Pero que sepan que Cuba tiene 'otras almas'. Y no precisamente festivas: desde la escasez de alimentos, transporte, viviendas y medicamentos hasta la ausencia de libertades.
Tania Quintero
Versión de trabajo publicado en enero de 2005 en Cubaencuentro.
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