Senén Suárez, guitarrista, compositor y autor de numerosos éxitos con los que bailó más de una generación de cubanos y latinoamericanos, falleció el 6 de octubre de 2013 en La Habana.
Eres sensacional, Bendita imagen, La sopa en botella, La esquina del movimiento, Ahí na má, Sandunguéate, Cepillando, Qué sabroseao y Soy campesino, son solo algunos de los títulos de un vasto catálogo autoral que aún se escucha en las voces de Celia Cruz, Benny Moré, Oscar de León, Laíto Sureda, Fernando Álvarez, Nelo Sosa y Bienvenido Granda, entre muchos otros.
Nuestras largas conversaciones, siempre salpicadas de anécdotas, datos sobre compositores, cantantes y agrupaciones, fechas y sucesos importantes, discurrieron siempre en un tono fraternal y sosegado. Senén no escatimaba las horas para intercambiar criterios sobre lo que fue durante toda su existencia su mayor pasión: la música. Era como hacer un viaje por buena parte de la memoria musical cubana de aquellos fabulosos años 40 y 50 con un guía inmejorable. Cada salón bailable, cabaret, estudio de emisora de radio, cualquier resquicio de la noche habanera de esos años, recobraba vida y color.
Senén fue otra de las tantísimas herencias buenas que me dejó mi padre, Roberto Espí. Los dos coincidieron en aquellos años maravillosos de su juventud donde los músicos, en el período romántico de la radio cubana, cobraban 20 centavos por sus presentaciones en las emisoras (10 para el viaje en tranvía, y 10 para un café con leche), y todo aquel esfuerzo era poco para aquellos jóvenes soñadores que habían emprendido un viaje iniciático desde el interior de la república hacia el sueño hecho ciudad que era La Habana.
Si cerraba los ojos podía contemplar al "divo" de la voz de cristal, Pablo Quevedo, sirviéndose de aquel cono de cartón que solían utilizar los cantantes de esa época para suplir la inexistencia de los micrófonos. Fue la primera vez que vio un fotingo reluciente entre tanta tierra colorada, pero lo que definitivamente lo deslumbró fue la voz hermosa de Quevedo, aquel cantante pálido y enclenque, consumido ya por la tuberculosis, ídolo de las muchachitas que escuchaban arrobadas sus canciones en la radio. Se quedó paralizado, el bichito de la música lo había atrapado. Por si fuera poco, al lado de su casa, uno de aquellos grupos de sones, al estilo del famoso Habanero, el septeto Aurora, comenzó a ensayar con bastante asiduidad.
"Era un conjuntico, pero ahí estaba Sabino Peñalver, que después fue un gran contrabajista, tocó con Chapotín, y él fue el que me orientó, porque vio el interés que tenía en la música, en aprender, vaya, y ahí empecé yo a fajarme con el tres, hasta que lo llegué a dominar bastante bien, y siendo un muchachito iba a ganarme tres pesetas en algunos bailes, como segundo tresero".
El padre de Senén, que le cantaba décimas mientras muy temprano lo llevaba a caballo a la escuela, le consiguió la primera guitarra, y de ahí los primeros acordes, que fueron creciendo hasta componer su primera canción: Quisiera ser chiquitico. Por esas cosas de la vida la melodía inicial de ese tema suyo quedó para siempre atada al arreglo instrumental que hizo muchos años después, cuando integraba Los Guaracheros de Oriente, a la guajira más famosa de la malograda compositora Celia Romero: Alborada.
Senén sabía que el reto no era nada fácil, pero en 1941 dejó atrás Manguito, su pueblo natal, para radicarse en una Habana deprimida económicamente por los embates de la Segunda Guerra Mundial. A pesar de eso, sus muelles de bares, música y músicos seguían repletos. Con su talento, la cordialidad con sus compañeros y aquellas ganas de hacer buena música, se integró rápidamente a un ambiente donde nadie era mejor amigo de un guitarrista, que otro guitarrista.
Fue una etapa difícil y de experimentación en la que Senén, con su inseparable guitarra, fue desarrollando su estilo propio. Desde la sencillez del trío hasta llegar al conjunto de sones, transita aquella primera década del 40 presentándose en el Hotel Nacional con el trío Bumbané, el trío de Luisito Plá, el trío Caunabó, pasando luego al quinteto del trompetista boricua Celso Vega, convertido después en Los Guaracheros de Oriente.
"Una tarde estaba yo en los estudios de Panart, ahí en San Miguel, esperando para grabar, y se me acerca Ramón Sabat y me dice (ya había salido Nelo (Sosa) del (Conjunto) Casino y yo sabía que Sabat estaba buscando un grupo igual, del mismo estilo, para competir con la RCA Victor): '¿Chico, tú conocerás algún conjunto bueno, de estas características, tipo Casino, para grabar algunos temas nuevos?' Y yo, ni corto ni perezoso, le contesté a Sabat: 'Yo tengo el mío'. Él me miró asombrado y me dijo: 'Ah, no sabía'. 'Sí, sí, le insistí yo.' Y Sabat me dice 'Bueno, entonces este fin de semana grabamos'. 'Perfecto', le dije yo. Cuando viró la espalda, salí a correr porque en realidad no tenía nada, pero así era aquello. Así fundamos el Conjunto Colonial. Eso fue en 1946."
El Colonial que funda Senén junto al cantante Nelo Sosa graba varios discos para Panart, pero al año Senén abandonaba el proyecto para unirse al Conjunto Montecarlo de Ernesto Grenet, donde completa su trilogía vocal con Orlando Vallejo y Laíto Sureda. Esta es la agrupación que pasa a dirigir cuando Grenet decide abandonar el proyecto a finales de 1950. Senén rebautiza el grupo con su nombre.
El Conjunto de Senén Suárez dejó una memorable huella en el ambiente musical de su tiempo. Parte de ella, afortunadamente, grabada y editada por disqueras independientes cubanas como Puchito y Panart, han sido sistemáticamente reeditadas en todo el mundo como prueba innegable de su calidad. Entre 1951 y 1958 cubrió una exitosa etapa como parte del show artístico del célebre Cabaret Tropicana. Alternando con la orquesta dirigida por Armando Romeu, Bebo Valdés, y acompañando a muchas figuras internacionales.
"Una vez que coincidí con Arsenio Rodríguez, yo acababa de hacer las primeras grabaciones de Guaguancó callejero, y andaba sonando por ahí otra cosa, ah… aquella ensalada de congas donde cantaba Tata Gutiérrez, un sonero viejísimo. Me preguntó Arsenio: 'Ven acá chico, ¿tú eres blanco o negro?' Porque le gustó el tema como quedó, y ya yo había hecho cosas afro al estilo de Barracón".
Otra valiosa anécdota de Senén, referida al popular Tropicana, me hizo meditar acerca de la importancia de un elemento que ya conocía por las historias de mi padre y otros músicos: la fortísima unión del sector musical, representado por un Sindicato de Músicos, en una época donde no existían empresas de música, controladas por el Gobierno, fragmentando su unidad.
El mítico Tropicana, que para mediados de los 50 ya no pertenecía a su fundador, Víctor Correa, alcanzaba esplendor internacional bajo el liderazgo de la trilogía Fox-Ardura-Echemendía, y las entretelas mafiosas vinculadas fundamentalmente a su casino de juego. Pero no todo era colorido, plumas y lentejuelas en aquel "paraíso bajo las estrellas": el secretario general de los músicos de Cuba, puesto al corriente de que algunos de sus miembros estaban presentando algunas dificultades con la gerencia, se presentó una noche en el cabaret -antes de comenzar el show- con el firme propósito de solucionar el delicado asunto.??
Puede que Martin Fox no lo hiciera a propósito, o quizás coincidió con que otros asuntos de importancia le ocupaban, pero la espera del dirigente sindical fue prolongándose demasiado. Faltando poco tiempo para que comenzara el espectáculo y probablemente escamado por lances similares, Romero Adams no dudó en dar una tajante orden a los músicos: ?"Aquí no toca nadie si este señor no baja a reunirse conmigo".?? ¿Y qué sucedía si al glamoroso Tropicana le sustraían su banda sonora? ¿Cuánto tiempo el experimentado presentador Miguel Angel Blanco podría entretener al público?
Al ver en peligro el espectáculo y demostrada la unión (nunca mejor dicho) de la Federación de Músicos, el empresario no tuvo más remedio que acudir rápidamente al encuentro. Finalmente esa noche hubo show en Tropicana, pero el llamado de atención del Secretario General solucionó las dificultades de los músicos con la gerencia del "cabaret más famoso del mundo".
Hacia 1958 el panorama musical era desolador. El choque frontal del movimiento revolucionario con las fuerzas represivas de la dictadura batistiana alcanzaba el clímax provocando una crisis generalizada en el ámbito socio-económico. Por si fuera poco, ante los reclamos de la gerencia del Tropicana de cambiar al conjunto de Senén de categoría, sus integrantes no aceptan la oferta perdiendo así una fuente de trabajo estable. Esta es la etapa en que muchas agrupaciones se refugian en hoteles, cabarets y pequeños clubes que, esparcidos por toda la ciudad, al menos garantizan una alternativa.
"Muchacho, no había baile, no había nada, y con Paquito Echevarría, el flaco Nelson, Franka, Edelia Ferrer y yo, con la guitarra eléctrica, nos fuimos a tocar al bar del Sans Souci, pero eso no era nada, no había estabilidad ninguna y después nos fuimos para el Deauville, luego el St. John's, y así seguimos luchando. En el St. John's nos cogió el triunfo de la revolución."
En 1959 el Combo de Senén, acoplado a la sonoridad eléctrica de su guitarra, conquista un nuevo espacio: el club La Red, en el Vedado, donde coincide con una de las revelaciones artísticas de ese tiempo: La Lupe. Incesante, como todo aquel movimiento de cambios que estremece los cimientos de la sociedad cubana, continúa la travesía musical del Combo, pasando de La Red al Salón Rojo del Hotel Capri.
Las voces de Laíto Sureda, su viejo compañero de luchas, y Gerardo Portillo Scull, indistintamente, contribuyen al éxito de ese nuevo proyecto con el que completa innumerables presentaciones por otros clubes de esos años donde sus versiones instrumentales de temas como Ser, La muchacha de la valija y El primer beso, entre otras, comienzan a tener aceptación. Hasta bien entrada la década de los 80, Senén Suárez se mantuvo en activo.
Hoy recuerdo al investigador, al maravilloso músico y compositor, al amigo entrañable. Sé que fue feliz, con una lucidez y energías envidiables vivió sus últimos años entregado a la investigación, compartiendo y dejando escritas memorias invaluables, rodeado del calor y el cariño de su esposa y familia a quienes envío hoy todo mi afecto.
Senén, quedó trunco el proyecto de entrevista-documental. No sabes cuánto lo siento, el precio de la lejanía es altísimo. Hoy no puedo menos que recordarte, deseándote un luminoso viaje.
René Espí
Diario de Cuba, 9 de octubre de 2013.
Nota.- La historia de Guaguancó callejero fue contada por el propio Senén Suárez en un blog que lleva su nombre y del cual recomendamos leer Mis recuerdos bajo las estrellas, primera y segunda parte. También Los hermanos Grenet, entre otros testimonios que Senén en los últimos años fue escribiendo, un legado que infinitamente se lo agradecemos. Ojalá otros músicos, intérpretes y compositores plasmaran en blanco y negro o en videos recuerdos de su vida y su trayectoria profesional (Tania Quintero).
Comentario que Charlie Bravo dejó en el blog de Zoé Valdés: Carlos Santana robó todas sus “latin rock riffs” de los primeros discos del combo de Senén Suárez. Cuando aún Santana no soñaba pisar los escenarios, ya Suárez había re-inventado el rock and roll americano en un nuevo género, al cual años más tarde los de la mercadotecnia llamarían latin rock. Las frases de la guitarra eléctrica de Senén Suárez nacen en su amor por el montuno, y el tres, les dió un toque rock, un estilo único -copiado por el mexicano- y celebrado por maestros del género como Eric Clapton.
Un video de Clapton tocando con el inconfundible estilo de Senén Suarez, el mismo que pirateó Carlos Santana, sin que mediara homenaje ni reconocimiento. A la pregunta -legítima- de dónde Clapton conoció la influencia de Suárez, ésta es la respuesta: la Panart vendía con mucho éxito en Europa los primeros discos de 1957 y 58 del combo de Senén.
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