Sin lugar a dudas, Vicentico Valdés fue uno de los grandes boleristas cubanos de todos los tiempos. Entre sus canciones más conocidas se encuentran Todo aquel ayer, del cubano Armando Guerrero, que encabeza el post. Según Rafael Lam, especialista en música cubana, esa foto es de los archivos de la revista Bohemia. En internet leí que pertenecía a la colección de Jaime Jaramillo en Flickr. En cualquier caso, fue hecha en una bodega-bar de La Habana de los 50. En el medio se ve a Vicentico, con los pianistas Bebo Valdés (el más alto del grupo) y Javier Vázquez, y Rogelio Martínez, director de la Sonora Matancera. Un cuarto acompañante queda sin identificar.
Durante varios años, por las mañanas, la emisora capitalina COCO trasmitía un espacio de media hora dedicado a Vicentico Valdés. Algunas de las canciones que recuerdo: Fidelidad, Plazos traicioneros, Si te dicen, Lo añoro, En la imaginación, Algo hay en ti, Milagro de amor, Sólo por rencor, Te falta corazón, Si yo pudiera, Piénsalo bien, Derroche de felicidad, La montaña, Reverso y Sálvame, de Atilio Bruni (Argentina, 1919), que hizo furor entre los latinos de Nueva York en el verano del 57. La más famosa de todas, Los aretes de la luna, de José Dolores Quiñones, era el tema que identificaba el programa. Por cierto, el fallecimiento de Quiñones, el 25 de marzo de 2008 en Francia, motivó numerosos escritos en la red, como Para saber de un bolerista muerto y La luna está de luto.
En todos los sitios online se dice que Vicente Valdés Valdés nació en La Habana el 10 de enero de 1921. Pero en una conversación telefónica que en 2012 el historiador y musicólogo cubano Cristóbal Díaz Ayala tuviera con Diana Valdés, la hija mayor del cantante, ella afirma que su padre nació en diciembre de 1919. Lo que sí no varía es que vino al mundo en el seno de una familia numerosa, residente en la barriada de Cayo Hueso y que tres de los nueve hermanos (ocho varones y una hembra) eran músicos: Marcelino, Alfredo y Oscar. Vicentico era el menor y siendo un niño comenzó su carrera artística como vocalista acompañando a Alfredito, cantante del Septeto Nacional de Ignacio Piñeiro. Más tarde, Vicentico formó parte de la orquesta de Cheo Belén Puig y la jazz band Cosmopolitan. En 1944, ante la difícil situación económica que vivía la isla, como consecuencia de la Segunda Guerra Mundial, se marchó a México en busca de nuevos horizontes. Entonces, muchas orquestas y artistas cubanos triunfaban en la nación azteca.
En la capital mexicana actuó con el Conjunto Tropical de Humberto Cané, y las orquestas de Arturo Núñez, Rafael de Paz y Chucho Rodríguez, con las que más tarde grabaría también Benny Moré. Allí, en 1946-47, realizó grabaciones discográficas para la firma Peerless, respaldado por las orquestas del mexicano Rafael de Paz y el cubano Absalón Pérez. Casi todo el repertorio consistía en guarachas, afros y montunos, popularizados por Orlando Guerra, 'Cascarita', con la Orquesta Casino de la Playa.
A fines de 1947, Vicentico fue contratado como cantante de la orquesta del pianista puertorriqueño Noro Morales en Nueva York, con la cual hizo una singular versión de La vie en rose. En esa ciudad tuvo una exitosa temporada en el Teatro Hispano que, según la prensa, "lo consagró en el gusto de la comunidad latina". En 1948, junto a su hermano Alfredo, comienza a cantar en la orquesta de Tito Puente. Posteriormente, Vicentico decide organizar su propia orquesta en Nueva York y con ella se presentó en el famoso Palladium Ballroom, la meca de la música latina, en bailes de fines de semana al lado de las más populares agrupaciones del momento, la del boricua Tito Rodríguez y la del cubano Machito.
Las grabaciones que hicieron realmente popular a Vicentico fueron las realizadas entre 1953 y 1958 en La Habana con la Sonora Matancera para el sello estadounidense Seeco Records. El mayor éxito lo alcanzaría en 1957 con Los aretes de la luna. Su repertorio se concentra en los boleros, pero no deja de cantar sones, montunos, guajiras y guarachas. Un ejemplo de esa variedad es el álbum Así canta el corazón, de la Seeco. Acompañado por su propia orquesta y con arreglos y dirección del pianista cubano René Hernández, incluye temas movidos como Ya'ta el guateque, Negro de sociedad, Cumbia que se va de ronda y Yuyumbé, y románticos como Las perlas de tu boca, de Eliseo Grenet, y Tú mi adoración, de José Antonio Méndez, entre otros.
Su peculiar estilo y el singular color de su voz lo distinguieron del resto de los intérpretes del bolero. Sus grabaciones posteriores se adaptaron al gusto del público de los años 60 y 70. Hizo versiones muy personales de Una casa en la cima del mundo, Honey, The Windmills of Your Mind, Strangers in the Night y Tenderly, entre otros. En sus discos de esas décadas se entremezclan canciones europeas y norteamericanas en español, con los más variados ritmos: desde un son de Juan Formell (De mis recuerdos) y un bolero feeling de Marta Valdés (Llora) hasta baladas de Augusto Algueró (Acompáñame) y Palito Ortega (La felicidad). O un tango (El último café), una guaranía (Mis noches sin ti) y un vals peruano (Amarraditos). Hizo grabaciones con respaldo de mariachis, orquestas de cuerdas, combos y grupos típicos sudamericanos, como la Rondalla Venezolana.
En su repertorio nunca faltaron canciones de los mejores compositores cubanos, entre ellas de José Antonio Méndez, Ángel Díaz, Marta Valdés, Luis Yáñez, René Touzet, Giraldo Piloto y Alberto Vera, cuya canción Añorado encuentro le valdría un Disco de Oro en 1958 (Vicentico llevaba colgada al cuello una réplica del premio). Una canción de la cual se sentía orgulloso y que nadie ha interpretado como él. Dos números más conformaban la tríada de sus preferidos: Los aretes de la luna y Envidia (http://www.youtube.com/watch?v=cm6Nq0HGYX0), de los colombianos Gregorio y Alfredo García Segura.
En la orquesta que formó Vicentico Valdés, además del cubano René Hernández, como directores ocasionales tuvo también al estadounidense Joe Cain y a los boricuas Charlie y Eddie Palmieri. Entre otros músicos, contó con Alfredo Armenteros, Víctor Paz, Jimmy Frisaura y Pat Russo en las trompetas; Jesús Caunedo y Al Tenenbaum, saxos altos; Shelly Gold, saxo tenor; Dave Kurtzerm, saxo barítono; Frank Anderson, pianista; Bobby Rodríguez, bajo; Mervin Gold, trombón; Félix Ventura, congas; Joe Rodríguez, timbal; José Mangual, bongó, y en el coro, Felo Brito y el puertorriqueño Chivirico Dávila, autor de Óyeme Nena, que aparece en el disco Así canta el corazón.
A modo de homenaje personal, quiero incluir el bolero Has vuelto a mí, del pianista y compositor Lino Frías. Fue grabado por Vicentico con la Sonora Matancera el 18 de diciembre de 1958 para Seeco Records, con Lino Frías en el piano y en la trompeta Calixto Leicea. Copio dos comentarios dejados en You Tube: "Es un hermoso tema que me identifica con mi niñez en Lima, Perú. Recuerdo nítidamente escuchar en Radio Libertad el programa Ritmo y Sabor con la Sonora Matancera. Qué excelente letra, gracias a Don Lino Frías", escribió un internauta. Otra persona dijo: "Este tema fue grabado en diciembre de 1958 en La Habana solo días antes de que Castro entrara al poder y jodiera para siempre a toda Cuba. Ésa fue la última visita de Vicentico a su patria" (NR.- Fuentes sin confirmar aseguran que él habría vuelto a La Habana en 1960, para reencontrarse con familiares y amigos).
Vicentico interpretó alrededor de 500 canciones y grabó más de 20 discos de larga duración, los últimos producidos por el bajista y director puertorriqueño Bobby Valentín, quien en una entrevista declarara: "Lo de Vicentico Valdés fue un exquisito experimento porque él era mi ídolo y por tu ídolo haces lo que sea. Pues, se me ocurrió hacer este disco de boleros y fue tanto el éxito que terminamos haciendo dos discos más. Fíjate que hasta Cuba llegó el éxito porque nos llegaban gran cantidad de cartas a la oficina felicitándonos por el disco. Ahora, si me preguntas, cómo llegó el disco, pues no sé". En realidad fueron tres discos con el sello Bronco: Vicentico Valdés en la lejanía con Bobby Valentín y su Orquesta (1983), Bobby Valentín & Vicentico Valdés (1990) y uno póstumo, Clásicos de Vicentico Valdés con la Orquesta de Bobby Valentín (1996).
Apenas es conocida su vida personal, pero Vicentico Valdés fue un hombre muy familiar. Su esposa, Georgina Agramonte, nació en Estados Unidos, de madre puertorriqueña y padre cubano, nieto de Ignacio Agramonte, prócer de la independencia patria. Con ella tuvo tres hijos: Diana, Vicente y Ramón. Los tres nacieron en suelo estadounidense y ninguno es músico, cursaron diferentes carreras y se hicieron profesionales. En esa entrevista, su hija cuenta que cuando Vicentico tenía actuación, llegaba dos horas antes: era un hombre sumamente organizado, meticuloso y serio en su trabajo. Fue un padre muy protector y cariñoso, pero a sus hijos siempre les exigió que fueran disciplinados y estudiaran, pues decía que la música era un negocio difícil y complicado. En su hogar reinaba la alegría, el canto y el baile. Le gustaba cocinar, ya fuera un guiso de quimbombó, frituras de malanga, tacos mexicanos o una pasta típica italiana. Diana no lo mencionó, pero sus hijos deben haber hecho abuelo a Vicentico.
Ya que ninguno de los hijos se dedicó a la música, ojalá alguno de los nietos siga los pasos del abuelo y de los tíos. Por lo menos cuatro de sus sobrinos son músicos: Oscarito, percusionista y cantante de Irakere, y Lázaro, que fuera pianista de la orquesta de Benny Moré, los dos hijos de Oscar, hermano de Vicentico. Alfredito, hijo de Alfredo, otro de los hermanos de Vicentico, vive en Nueva York y en esta entrevista pueden conocer más detalles. Otro sobrino, Marcelino Valdés, es cantante y desde los 90 reside también en Estados Unidos.
Cuando Vicentico Valdés falleció, el 26 de junio de 1995, llevaba dos años retirado de los escenarios, debido a una afección cardíaca de larga data. Está enterrado en un cementerio de Nueva York. El Tiempo de Bogotá le dedicó un obituario: "Se fue a buscar los aretes de la luna en el cielo. Con su partida se llevó no sólo la voz y el talento de uno de los más famosos exponentes del bolero, sino también los recuerdos de amor de miles de parejas que se enamoraron en su nombre". E incluyeron algunas de las reacciones de los amantes del bolero al enterarse de su muerte. Para Umberto Valverde, director de la revista La Palabra, fue el bolerista eximio. "Vino muchas veces a Colombia. Era de los últimos que quedaban con esa voz y talento, como Carlos Argentino, Alberto Beltrán, Bobby Capó, Celio González, Leo Marini, Daniel Santos, Yayo el indio y Caito. Ya quedan pocos".
William Vergara, melómano y productor de radio: "Era un tipo muy famoso, un bolerista increíble, poseedor de una voz y un estilo que le hicieron ganar un puesto de honor en la música afrocubana. La canción que más recuerdo de él fue Los aretes de la luna". Por su parte, el periodista Marco Aurelio Álvarez confesó: "Me enamoré con una canción de Vicentico que se llamaba Una aventura. En esa época yo era un muchacho que venía a Bogotá y escuchaba a un gran locutor costeño llamado Miguel Granados Arjona, que fue uno de los que 'costeñizó' a Bogotá. Lo recuerdo como un cantante de voz cadenciosa que tuvo su fuerza con el nacimiento de la radio en Cuba, que formó parte de ese boom, pero que ya había hecho escuela cantando guarachas, rumbas y mambos. Fue un verdadero triunfador, con un estilo muy particular. Inolvidable su interpretación del bolero Envidia. Con su muerte se pierde un gran talento".
Tania Quintero
Nota.- El domingo 13 de enero, con el título Una nota y un recuerdo para Vicentico Valdés, preestrené este post en el blog de Zoé Valdés. Al inicio, puse la siguiente introducción: "En mi blog he publicado unos cuantos posts musicales, casi todos dedicados a intérpretes y compositores cubanos. Un trabajo apasionante, pero que lleva tiempo. Porque no solo es rastrear en internet, copiar y pegar, si no también -y lo más laborioso- verificar, comprobar: en la red se difunden muchos errores e inexactitudes. También demoras bastante si pretendes encontrar una información nueva o poco conocida. Lamentablemente, la música cubana se encuentra en horas bajas en Cuba. Después de la carta abierta que en diciembre hiciera al Presidente del ICRT, lo mejor que puedo hacer en mi blog es volver a retomar los posts musicales. El 9 de enero de 2013, el periodista independiente José Hugo Fernández en Cubanet publicó El dolor sin perdón del bolero cubano y al ver que no puso el nombre de Vicentico Valdés, decidí iniciar con él una serie recordando a boleristas cubanos, en el mes de febrero, en mi blog".
Para el melómano esta lectura resbala como aceite de oliva en un plato limpio. Vicentico fue un monstruo entre monstruos. Hasta los lamentos guaraníes se pueden disfrutar cuando los canta Vicentico.
ResponderEliminarTania,
ResponderEliminarGracias por el excelente trabajo sobre Vicentico Valdes y Fernando Alvarez. Es un placer visitar tu blog. Uno de mis mas vividos recuerdos de la Habana en 1957-1958 eran los boleros en las victrolas de las bodegas. El bolero "Ven aqui a la realidad" sonaba varias veces al dia en la victrola de la bodega de mi barrio. Saludos,
Francotirador.
Gracias a Güicho, Francotirador y los demás lectores que en los últimos días han dejado comentarios elogiosos, en particular en los posts dedicados a boleristas cubanos. Les contaré: aunque en internet se encuentran informaciones, de unos más que de otros, lo que demora es verificar y aportar datos, como el de los autores de determinadas canciones, y que en ocasiones se prestan a confusión.
ResponderEliminarLes adelanto los boleristas que faltan: Viernes 15 de febrero, Elena Burke; Lunes 18, Lino Borges; Miércoles 20, Moraima Secada; Viernes 22, Orlando Vallejo, y Lunes 25, Olga Guillot. El Miércoles 27 reproduciré lo que el periodista independiente Luis Cino escribió sobre Freddy, y el Viernes 1 de marzo, Los taxidermistas y Lecuona, de Raúl Rivero.
Para abril o mayo, según el tiempo me lo permita, dedicaré de nuevo los posts de un mes a la música cubana. Aprovecho para agradecer el trabajo extra, voluntario, gratuito, que hace Marco, el administrador del blog, quien por encontrarse en un viaje de trabajo de un mes por varios países asiáticos, ha tenido que subir los posts por las noches, desde la habitación del hotel donde se hospeda, venciendo el jet lag y el cansancio.
Gracias, Güicho, Francotirador y demás lectores a quienes les han gustado los posts sobre boleristas cubanos. Parecen fáciles, pero dan bastante trabajo, pues en internet hay muchos errores y tienes que estar verificando datos, nombres, autores...
ResponderEliminarLes pongo los que faltan: Lino Borges, lunes 18; Moraima Secada, miércoles 20; Orlando Vallejo, viernes 22, y Olga Guillot, lunes 25. Los dos últimos no son míos: uno sobre la Freddy, de Luis Cino, el miércoles 27, y otro sobre Ernesto Lecuona, de Raúl Rivero, el viernes 1.
Para abril o mayo pienso preparar de nuevo posts dedicados a la música cubana. Un abrazo, Tania
Cuando leo tus escrito vuelven a mi mente recuerdo de ese tiempo pasado, cuanto te lo agradezco. Vicentico Valdes con su forma de interpretar las canciones fue unico.Cuando vivia en Cuba mis vecino me pedian que pusiera sus discos actividad que realizaba diariamente
ResponderEliminarGracias por la excelente información sobre Vicentico Valdés. Mi interés en este artista se debe a una interpretación que encontré de él en una recopilación de música cubana: Ritmos Bailables Cubanos Vol. 2. El tema es un sucusucu pegajosísimo que se llama 'Domingo Pantoja'. ¡Ahora sé quien tiene la culpa! Quiero escuchar más de esa voz. Saludos desde Puerto Rico.
ResponderEliminarGracias por la excelente información sobre Vicentico Valdés. Mi interés en este artista se debe a una interpretación que encontré de él en una recopilación de música cubana: Ritmos Bailables Cubanos Vol. 2. El tema es un sucusucu pegajosísimo que se llama 'Domingo Pantoja'. ¡Ahora sé quien tiene la culpa! Quiero escuchar más de esa voz. Saludos desde Puerto Rico.
ResponderEliminarExcelente trabajo Gracias por ir contra el olvido. Para mi Vicentico Valdez es una GLORIA de Cuba.
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