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sábado, 4 de agosto de 2012

¿Y con qué rima cuy?


Por Tania Quintero

Fue en 1999 la primera vez que en la prensa oficial de Cuba se habló del cuy, un roedor que pese a ser oriundo de Los Andes, en inglés le dicen Guinea Pig. Es muy consumido en Perú, Bolivia, Colombia, Ecuador... Se asemeja al curiel y es más pequeño que la jutía. Durante la hambruna del 'período especial', a falta de conejos, algunos cubanos le echaron mano a los gatos. La idea de cocinar y comerse un animal semejante a una rata fue desechada por la población.

Pero el régimen verde olivo, que en 53 años ha sido incapaz de alimentar a la población como dios manda, siguió con sus planes de 'nacionalizar' el cuy. En 2006, para 'avanzar en la investigación de los cuyes', una profesora de la Facultad de Montaña del Escambray viajó a Perú. La evidencia de que el cuy va en serio -y no como hace trece años pensaba un periodista independiente que escribió en Cubanet- es un video de la televisión cubana colgado en You Tube.

Cuando no hay pan se come casabe, dice el refrán. Así que ahora, ante la escasez de carne de cerdo, la más consumida en toda la isla. parece que la intención gubernamental es que los cubanos coman cuy. ¡Manda timbales!

Cada país tiene sus costumbres y si a los sudamericanos les gusta comer cuy, que lo coman. Pero a los cubanos lo que nos gusta es la carne de res, cerdo, carnero, chivo, pollo, gallina, guanajo, guineo... En mi niñez, a un tío mío de Sancti Spiritus le encantaba comer jutía, decía que era muy sabrosa. Entonces estaba a la patá por los campos. Con las 'caninas' en estas cinco décadas, deben haber acabado también con la jutía.

Con el pescado ha ocurrido algo peor, tratándose de una nación que más que una isla es un archipiélago. Sin embargo, los Castro han sido incapaces de poder proporcionarle a la población las especies marinas que siempre se han consumido: pargo, cherna, rabirrubia, sierra, lisa... Hasta desapareció la manjúa, nombre vulgar de la anchoa cubana. En los puestos de chinos que había en todos los barrios, por cinco centavos uno compraba un cartuchito lleno de manjúas acabadas de freír.

La tilapia fue la primera que hizo su debut en la gran escena. Sí, su piel es aprovechable (en la sección económica de la revista Bohemia, en los años 80, publiqué varios reportajes sobre el aprovechamiento de pieles, desde la del tiburón hasta la de la tilapia y la de rana-toro), pero su sabor a tierra es difícil de quitar por mucho sazón que uno le eche, igual pasa con la trucha y otros peces de agua dulce. Luego vino la tenca y después la claria. Por sus precios accesibles, las croquetas de claria son muy demandadas, sobre todo para llevar los niños de merienda a la escuela.

Pero las 'degustaciones marineras' no terminan ahí. También le han metido mano al pez león, gran depredador de horrible aspecto. A falta de pan, casabe. Y tras varios años obligados a consumir especies procedentes de aguas lejanas y frías, como el chicharro y el jurel, congelado o en lata (elaborado en Chile), es lógico que los cubanos traten de llevar a la mesa cualquier cosa que pesquen, en el mar o en el río.

Tenía dos años cuando en 1944 mis padres se mudaron a un viejo edificio, en la calle Romay entre Monte y Zequeira, Cerro. A dos cuadras teníamos la Esquina de Tejas, en una de las esquinas había una valla de gallo y un cine, llamado Valentino, y en las otras tres esquinas, cafeterías que preparaban unos contundentes sandwiches. Para no tener que cocinar los domingos por la tarde, mi madre me mandaba a la Casa Presno, en Monte y Fernandina, o a la Esquina de Tejas, a comprar lo que uno prefiriera: un sandwich (de 0.50 o 0.70 centavos); una medianoche (0.35 centavos) o una galletica preparada (0.25 centavos). En la tranquilidad hogareña lo 'bajábamos' con una malta bien fría.

A cuatro cuadras, caminando en sentido contrario a la Esquina de Tejas, teníamos el Mercado Único, popularmente conocido como 'la Plaza', muy cerca de los Cuatro Caminos. Fue el Mall de mi infancia y no lo cambio por ninguno de los grocerys existentes antes de 1959 en La Habana, y menos por las actuales 'shoppings', incluido el Diplomercado de 3ra, y 70, Miramar.

Una vez a la semana acompañaba a mi mamá a comprar parguitos, que parecían aún vivos en aquellas tarimas repletas de hielo. Los dependientes eran chinos, los más habilidosos pescaderos que había en Cuba: te lo preparaban como tu querías. Con una rapidez increíble sacaban cabezas, ventrechas, escamas y espinas, y los cortaban o fileteaban como tu quisieras. En mi época no se usaban las jabitas de nailon, te daban la mercancía en cartuchos o la envolvían en papel de manila, que por rollos había en 'la Plaza' y en todas las bodegas.

Las minutas de pescado mi madre prefería comprarlas en el puesto de chinos que quedaba en la esquina de Zequeira y Romay: las preparaban y freían al momento. Además de helados, en vasito blanco de cartón o en barquillo, podías comprar manjúas, chicharrones de viento o de tripita, boniatos fritos y distintos tipos de frituras.

Algunos de los terribles momentos vividos durante el 'período especial' los dejé plasmados en diez partes en mi blog. Cuando se padeció aquella brutal escasez de alimentos, se puede entender mejor que hoy esa generación de cubanos que no tuvo la suerte de haber conocido una República con gobiernos capaces de desarrollar la agricultura, pesca y ganadería y hubiera podido alimentar bien a su población, se hayan convertidos en matarifes de vacas y caballos; acostumbrado su paladar a la tilapia, tenca, claria, chicharro y jurel o cenado fricasé de gato.

Los gatos no fueron los únicos que disminuyeron en la capital. Se cuenta que en aquellos años duros, hubo personas inescrupulosas que no tuvieron reparos en robar y sacrificar animales del Parque Zoológico de la Avenida 26, Nuevo Vedado, no sé si para vender su carne o comérsela.

Por cierto, esas mismas personas pueden estar afilando los cuchillos, al enterarse de que valiosas especies originarias de Namibia están a punto de desembarcar en La Habana. Esta 'Arca de Noé', como la prensa oficialista le ha puesto, estará destinada al Zoológico Nacional que Fidel Castro mandó a hacer en los tiempos que se creía un Kim Il Sung y tras su viaje a Pyongyang, se le metió en la cabeza construir una Expo Cuba. El Parque Lenin es de cuando se daba la lengua con los bolos.

Quería terminar con una palabra que rimara con cuy y la única que encontré fue Rompuy, el apellido del belga que preside el Consejo Europeo. Espero que no le moleste la comparación.

1 comentario:

  1. De niño, entre los conejos que criaba, tenía dos "guimos" que me regalaron, aunque estos roedores proliferaron rápidamente, jamás nos atrevimos a "meterle el diente" a uno de ellos y terminé regalándolos todos. Nos libre Dios de un futuro en que haya que "cuymerselos" porque no quede de otra.

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