Google
 

viernes, 10 de agosto de 2012

1912-2012: Viaje en el tiempo de un país fragmentado



Por Camilo Ernesto Olivera

Una foto que nos habla a través del tiempo, puede ser tan elocuente como el más grueso de los libros de historia. Una foto en blanco y negro…

Es 27 de junio de 1912, un grupo de cubanos posa para la cámara. Sobre una improvisada mesa yace el cadáver de un hombre negro. De pie, a su lado, un hombre blanco y bigotudo, con una camisa blanca de mangas largas, le observa y parece tomar su cabeza entre las manos, como quien comprueba la muerte clínica de un animal recién abatido.

Se ha consumado el final de uno de los capítulos más tristes y silenciados de la historia de Cuba. El muerto es Evaristo Estenoz, líder del Partido Independiente de Color, y el hombre blanco a su lado es el jefe directo de sus victimarios, José Francisco Martí Zayas-Bazán, capitán del Ejército.

El padre de este último recibió el tiro de gracia de un mulato contraguerrillero, 17 años antes, en los albores de una guerra para liberar a Cuba. Ese padre dijo en un texto de catarsis profunda: "hijo, espantado de todo me refugio en ti", y afirmó preferir verlo muerto antes que verlo vil.

Cincuenta años después de la foto con el cadáver de Estenoz, una revolución devenida dictadura fusiló a muchos de los que se jugaron su vida para llevarla al poder, y volvieron a jugársela para derribarla de éste. El silencio cubre los nombres de quienes murieron ejecutados.

La ideología del amo se disfrazó con el traje del populismo y, una vez más, con la ilusión de un futuro mejor para sus hijos, el rancheador puso el lazo ideológico al cuello de los esclavos. "Fidel es mi papá", afirman muchos, tal y como los rusos decían, "Padrecito Zar".

En 1980, un cubano negro vio a la Isla desde el cosmos. Mientras tanto, crecían las cuarterías y el hacinamiento, la marginalidad galopaba gracias a la desidia y las prisiones fueron vaciadas durante la fuga rumbo norte en ese terrible e inolvidable año. Diáspora o muerte.

El deporte se estableció como la vía para legitimar un rol social y un prestigio político. Es el modo de salir de la oscuridad de un cuartucho para ser campeones mimados por el sistema. El tiempo y las circunstancias definieron antípodas: Adolfo Horta, abandonado a su suerte en un solar del San Miguel del Padrón; Teófilo Stevenson fallecido tras años etílicos vía Chivas Regal; "El Duque" Hernández encontrándose a sí mismo en la Gran Carpa; Alberto Juantorena, velocista devenido funcionario del brutalmente corrupto INDER.

La dictadura ex-subvencionada desde el lejano Este se estremeció bajo la sacudida de la crisis y caída del padrinazgo comunista. El "pan y el circo" se disfrazaron de folclor. El negro se convirtió en un producto cultural y estereotipado destinado a la exportación. Es lo mismo de siempre, pero con un ligero barniz ideológico acorde con la totalitaria doctrina en el poder.

Una y mil veces más, el esclavo vivió o vive la ilusión de equipararse al amo en un caricaturesco e igualitario "Día de Reyes": sus panteones religiosos pasando de la oscuridad represiva del periodo prosoviético a la vitrina exótica y legal de cara al turismo.

Los veteranos de la guerra de ocupación en Angola miran sus medallas y palpan las cicatrices de las balas y el olvido. Sus jefes de ayer son los nuevos ricos de hoy. Son lo que fueron, en aquel supuestamente lejano 1912, aquellos "generales y doctores" que se repartieron la República y los desecharon como a carne de cañón. Son José Miguel Gómez y José de Jesús Monteagudo, preparados para tirarles los perros al cuello.

La masacre continúa. Todo en nombre de una "revolución" que nos dejó el papel de espectadores ahogados en la vileza o el Estrecho de la Florida. La guerra silenciosa de cubanos contra cubanos en el circo de gladiadores de la supervivencia diaria cobra víctimas y no cree en lágrimas ni colores.

La frase "el blanquito ése" pasa a ser una categoría discriminatoria tan mezquina como "el negrito ése", "el gitano ése", "el judío ése". Las dictaduras no permiten la diversidad pero cultivan el odio sobre la base de las diferencias y atomizan a la sociedad, convierten en guetos los estamentos culturales. "Divide y gobernarás".

Cuando algunos osan romper las alambradas, les acusan de "complicidad con los enemigos de la patria". Así fueron inculpados, hace cien años, Estenoz e Ivonet. La terrible historia del calvario de los Independientes de Color, y de una sociedad que cerró los ojos y fue cómplice del genocidio, nos alecciona y advierte.

Una foto en blanco y negro puede ser el testamento espiritual de todo un pueblo. Un siglo después, Cuba sigue siendo un país fragmentado.

Texto y foto: Diario de Cuba, 5 de julio de 2012.

No hay comentarios:

Publicar un comentario