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domingo, 15 de julio de 2012

El paraíso suizo por Richard Wagner


Por Rodrigo Carrizo Couto

“Esta casa es lo más parecido al paraíso”, afirmaba el propio Wagner de Tribschen. El genio alemán tomó posesión de esta casona el 15 de abril de 1866 y permaneció en ella hasta fines de 1872.

Fue un intenso y feliz período en Suiza durante el cual nacieron sus hijos Eva y Sigfrido y, en 1857, se casó en segundas nupcias con Cosima von Bülow, hija del legendario pianista Franz Liszt.

En esta morada Wagner terminó de componer su ópera Los Maestros Cantores de Nüremberg. De esta época datan también las obras Idilio de Sigfrido, La Marcha del Emperador o el Crepúsculo de los Dioses.

Tribschen tuvo como invitados a algunos de los grandes personajes de su tiempo. Visitantes de lujo como el pianista y compositor Franz Liszt, el rey Luis II de Baviera (quien pagaba el alquiler de Wagner) o el filósofo Friedrich Nietzsche, quien le visitó en 23 ocasiones.

“La casa fue testigo de cenas, largas lecturas en la biblioteca y charlas interminables hasta la madrugada”, explica la guía del museo.

Llegamos a Tribschen en un día soleado tras un agradable paseo de una media hora bordeando el Lago de los Cuatro Cantones. El museo presenta en la primera planta una exposición interactiva llamada Zu Gast bei Richard Wagner (De visita en la casa de Wagner), en la que a través de filmes, juegos de ordenador, música, manuscritos y fotos históricas el visitante puede adentrarse en la vida cotidiana de uno de los mayores genios de la historia de la música.

Una sala sorprendente es la consagrada a las amantes del compositor. En una vitrina pueden verse fotos y breves biografías de algunas de las mujeres que en algún momento compartieron su vida con el creador de Parsifal.

“Wagner es un hombre que no puede vivir sin mujeres”, comenta la guía. “Todas sus historias de amor y aventuras con mujeres muestran que es un hombre de un ardor indomable, siempre listo a dejar de lado las convenciones sociales para dejarse llevar por los gozos de la vida amorosa”.

La habitación estrella es sin duda el salón principal, donde se encuentra el gran piano Erard en el que Wagner compuso muchas de sus obras. Igualmente pueden contemplarse los originales de algunas de sus óperas, cartas y un célebre retrato que le representa de perfil.

Y desde las ventanas puede disfrutarse el impagable paisaje del Lago de los Cuatro Cantones bajo el sol primaveral. No es sorprendente que Wagner haya pasado aquí algunos de los mejores momentos de su tormentosa existencia.

Es también en Suiza donde Wagner concibe la obra cumbre de su vida: la creación de un palacio de festivales consagrado exclusivamente a la difusión de su trabajo. En Tribschen nació la idea que en 1872 culminaría con la inauguración del Festpielhaus de Bayreuth (Alemania), que hasta nuestros días es una cita ineludible del verano cultural europeo para los amantes de la música de Wagner.

“En Tribschen organizamos conciertos a partir de primavera y recibimos invitados en el bar cafetería al aire libre”, comenta Katja Fleischer, directora del museo.

“La mansión y todos los terrenos que la rodean son propiedad de la ciudad de Lucerna desde 1931, año en que fueron adquiridos a la familia Am Rhyn. El museo se fundó dos años más tarde con la intención de hacer accesible a todo el mundo el universo de Wagner”.

Y una curiosidad para terminar. Tribschen fue el escenario donde en 1938 tuvo lugar el concierto inaugural del Festival de Lucerna, dirigido por Arturo Toscanini, ante 1.200 invitados y retransmitido por radio hasta los Estados Unidos.

Un comienzo prometedor para el que hoy es considerado como el mayor evento de música clásica en Europa. En el mencionado concierto se interpretó la obra Idilio de Sigfrido, que Wagner compuso en Tribschen y estrenó en las escaleras de la casa el día de su boda. Toda una metáfora para un festival que nacía bajo la buena estrella de Wagner.

Swissinfo, 23 de abril de 2012

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