Por Raúl Rivero
Los escritores de Corea del Norte no firman sus libros porque son obras colectivas. Los músicos y los pintores trabajan también en grupos, unánimes y orondos y bajo las líneas estrictas del Partido Comunista y de la gran idea Suche, que es el pensamiento de Kim Il-sung, el sol de la patria.
Me lo contó otro artista sin nombre, un poeta que, a principios de los 80, era el máximo dirigente de los escritores de ese país. Estaba sentado frente a mí en una silla enorme, en el medio de un salón que parecía una pista de baile. Tenía sobre su mesa 10 tomos de las Obras completas del Querido Líder y un ejemplar en inglés de un libro titulado Arroz y acero, firmado por el periodista peruano, Genaro Carnero Checa.
No me miró nunca. Miraba al traductor, un joven ceremonioso y serio que hablaba español con fluidez y que comenzaba a decirme lo que me quería comunicar mi interlocutor sin dejarlo terminar las frases.
Supe en esa conversación de una hora que Kim Il-sung es el creador de la Ópera Revolucionaria y que sus obras, hermosas y didácticas, están en la memoria y en el corazón de todos los pueblos.
Le pregunté por qué en el Museo Nacional no había visto documentos originales y me respondió que Corea del Norte era un baluarte en la lucha contra el imperialismo. Quise que me enseñara algunos libros recientes del colectivo de autores y me anunció (creo que en ese momento sonreía) que se me obsequiaría en su momento la colección de volúmenes del máximo jefe.
Vi su primera muestra de debilidad cuando encendió un cigarrillo inglés. Aproveché para preguntarle si podía reunirme para conocer y charlar con algunos autores de su país. Dijo que los pueblos de Cuba y de Corea eran hermanos.
Me llené de valor y le pregunté qué autores de América Latina se habían publicado en los últimos años. Ninguno, respondió. Y se bebió de un trago largo un poco de té que le quedaba en el tazón.
Antes de ponerme de pie y despedirme le dije al poeta coreano que si quería hacerme alguna pregunta sobre la literatura y el arte en Cuba.
Se dirigió al tercer hombre en el ring y le susurró algo. Pregunta, me dijo el traductor, que si en Cuba hay fieras salvajes. Dije que sí, pero que no se preocupara porque allá tampoco el Partido las autoriza a rugir.
Tomado de El Mundo.
Foto: Norcoreanos lloran por la muerte Kim Jong Il ante una estatua de Kim Il Sung en Pyongyang.
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