Dicen y no dudo, que a la Seguridad del Estado le ha dado últimamente por incrementar la fabricación de una disidencia light. El fenómeno es casi tan viejo como la disidencia -u oposición, que no quiero entrar en careo de términos- que pudiéramos llamar heavy, la de verdad.
Sólo que ahora es mayor la urgencia del régimen por confundir y dividir para ganar tiempo a su sobrevida. Parece que lo están consiguiendo, porque últimamente, con tantos que disienten y se oponen, cada cual a su modo y según se le ocurra, ya apenas se sabe quién es quién en esta oposición.
Supongo que con tantos problemas de todo tipo que sabemos no se van a resolver con parches y remiendos económicos, y con tanto abuso e injusticia contra la población, además de las fábricas administradas por la policía política a que se refiere Marta Beatriz Roque, también aparecerán multitud de disidentes hechos en fábricas por cuenta propia, en chinchales y hasta brotados por generación espontánea.
Como los guajacones, que con el primer aguacero aparecen en las charcas que estuvieron secas la mitad del año. Entre ellos, quién lo duda, habrá infiltrados, provocadores y chivatos. Pero no hay que exagerar y ponerse demasiado paranoicos. Con esos bueyes hemos arado hasta ahora. Y por eso no se logra nada, dirán muchos. No es así.
A pesar de ellos, y de muchos otros que sin proponérselo, con sus intrigas y su afán de protagonismo, le hacen el juego a la policía política, se ha logrado bastante. Hoy los que no se ocultan para mostrar su desacuerdo con el régimen son tantos que no se sabe dónde está el polvo y dónde la paja.
En la oposición al régimen, de verdad o de mentiritas, todos caben. Incluso los replicantes. Entonces, ¿por qué la rebatiña? “Esta revolución es muy grande”, solían decir hace años (ya no) los incondicionales del castrismo. Y esta contrarrevolución también. Que alguien me desmienta luego de todo lo que hemos visto y resistido.
Ya que con tantas firmas, documentos y rencillas no podemos ponernos de acuerdo en cuanto a la unidad de la oposición, una meta tan inalcanzable como los planes económicos del gobierno que sólo se cumplen y hasta se sobrecumplen en el NTV (noticiero nacional de televisión), pudiéramos buscar el modo de complementarnos y dejarnos de codazos y zancadillas. Incluso pudimos ahorrarnos la forma sofisticada, académica y posmoderna de meter el hombro y ya de paso, también meter el pie.
Ciertos académicos que parecen recién salir de una larga hibernación adoptan aires de saberlo todo en cuanto a disidencias y diversificaciones. Ahora descubrimos con sorpresa que los que llevábamos años en lo que creíamos era hacer oposición a la dictadura, en realidad sólo éramos pobres diletantes que lo único que conseguíamos, igual que el régimen, era enajenarnos el favor de la población, y quedar enredados en las mallas del pasado.
Vamos, que ante la resistencia inteligente de los académicos iluminados y los blogueros, raperos, tuiteros y organizadores de la gozadera en festivales rave, dispuestos a irrumpir en el futuro como Juan que se mata, con sus derechos y libertades plenamente asumidos, los disidentes old school debemos vernos como alcornoques dirigidos por momias analfabetas.
No es difícil imaginar cómo se sentirán los dirigentes históricos de la contrarrevolución. Vamos a dejarnos de prejuicios subliminales y a llamarlos así, total, si según los disidentes ilustrados es mucho lo que tienen en común con la otra dirigencia, más histórica por más vieja: los caciques del socialismo real en su versión verde olivo.
¡Y todavía hay quien reprocha a Marta Beatriz Roque que se ponga paranoica y hable de fábricas de disidentes!
Pero no quiero hablar por la dirigencia histórica. Dios me libre, no vayan a acusarme de quererlos suplantar. Los líderes opositores saben hablar y escribir y la mayoría lo hace muy bien… siempre que no se atraganten con los egos.
Molesta que algunos petulantes y oportunistas se quieran coger para ellos solos y a última hora el pensamiento contestatario. Como si por el lado heavy de la disidencia, nadie tuviera dos dedos de frente ni hubiera logrado colarse alguna vez en la universidad de los revolucionarios.
Ahora hablan de resistencia inteligente. Que los golpes y los años de cárcel los cojan otros. Preferiblemente los que no estudiaron filosofía y no viven en Miramar o Nuevo Vedado…
No es cuestión de martirologios y meritocracia, que de eso ya hemos tenido demasiado. Es sólo que quien no sabe respetar el sacrificio de los demás, por muy docto que sea su pensamiento, no merece respeto ni credibilidad.
Para ver si no me pongo aprensivo, necesito que me expliquen, entre otras cuestiones, por qué no debemos aspirar a la unidad de objetivos ni a lograr consenso alguno. Que hablen claro, que por acá nuestra ignorancia es proverbial.
Ahora mismo, estoy tentado a darle la razón a un amigo que dice que la llamada resistencia inteligente y la disidencia postmoderna y post-nacional, en el mejor de los casos, es pura metatranca. En el peor… ni se sabe.
Blog El círculo cínico, 7 de septiembre de 2011
Foto: Conferencia de prensa que en la mañana del lunes 17 de marzo de 2003 ofrecieran Martha Beatriz Roque Cabello y el grupo de opositores que llevaban varios días ayunando, para exigir que excarcelaran a Oscar Elías Biscet, detenido desde el mes de diciembre de 2002. Se celebró en el pequeño apartamento de la calle Humboldt, Vedado, donde residió Jesús Yánez Pelletier, exmilitar que evitó que Fidel Castro muriera envenenado en la prisión de Boniato, Santiago de Cuba, y luego se hiciera disidente (falleció en septiembre del 2000). Uno de los ayunantes era Orlando Zapata Tamayo. Lo sé porque esa mañana estuve allí, casi todo el tiempo conversando con Arnaldo Ramos Lauzurique. Al día siguiente, martes 18 de marzo, el régimen desataría una de las más brutales olas represivas y entre los arrestados se encontraban Martha y algunos de los opositores que participan del ayuno (Tania Quintero).
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