Hay, siempre hubo en las últimas décadas, una voluntad de las autoridades por ofrecer salud pública decorosa a la población. Una red de servicios cubre la Isla, que tiene un médico por cada 400 ciudadanos. Ahora bien, la crisis económica, la ausencia del campo socialista y también, según los funcionarios estatales, el embargo norteamericano, dejaron al sistema en ruinas.
La Habana y otras ciudades importantes sufren periódicos embates de sarna y piojos, y nacieron varias enfermedades como la tuberculosis y el dengue. Y varias epidemias han producido víctimas en la población. "Prefiero curarme con remedios caseros sin salir de mi habitación. Ingresar a un hospital es un tormento. Hay que llevar las toallas y las sábanas, el jabón y los alimentos. después avisar a alguien en el extranjero para que te envíe las medicinas. Los médicos son buenos, pero el servicio paramédico es un desastre. Pagan muy poco. Ahí falta la higiene y mala atención. otro gallo canta en la clínica de los extranjeros y los dirigentes. Pero allí no quepo yo. Eliecer, ferroviario, 52 años.
Los islotes de capitalismo barato trajeron de repente al país, sobre todo en los llamados polos turísticos, el brote de una legión de prostitutas jóvenes, hermosas, con cierta instrucción. Junto a ellas surgió el séquito de chulos -proxenetas-, alcahuetes, posaderos -empleados de hoteles de mala muerte- y bares clandestinos. Y también, las residencias privadas que alquilan piezas ilícitamente, para propiciar al turista el contacto con las criollas. En el 96 llegaron las que cobran en moneda nacional y se mueven en el mundo del dinero cubano.
Una noche entre 50 y 100 pesos, en casas más pobres y bares más peligrosos, sin ron de exportación, pero con abundante oferta de bebidas caseras, hechas de alcohol y azúcares sublevados, conocidas como "Chispa de tren", "Espérame en el suelo", "Hueso de tigre" y "Sálvese quien pueda".
A última hora se ha unido a las famosas "jineteras" una pandilla cada vez más numerosa de muchachos que esperan homosexuales de cualquier parte del mundo en zonas ya populares, y en el creciente número de cabarets de travestis que funcionan en esta capital.
A este panorama crudo hay que ponerle el ingrediente de que la gran masa vive sin información. "Granma", un pequeño diario que publica el partido comunista, traza las líneas maestras de la política editorial para dos canales de televisión que funcionan a partir de las seis de la tarde, y para la red de radioemisoras. Los cubanos que no pueden escuchar la onda corta tienen una visión parcial, amputada, de los sucesos del mundo, porque cada episodio recibe el tratamiento ideológico en los laboratorios del Departamento de Orientación Revolucionaria (DOR).
Como el Estado, ya se ha dicho, es el dueño de todo, se vive en Cuba en lo que se ha dado en llamar "doble moral", es decir, se piensa una cosa, se dice otra o no se dice nada, porque opiniones encontradas pueden traerle al hombre común dificultades en su centro de trabajo, problemas con los comités de Defensa de la Revolución (CDR) y la pérdida de la mediocre tranquilidad de una vida.
"Yo hago lo mío a mi manera. No me meto en líos políticos. Ya bastante tengo con buscarme la comida. Tranquilo en mi casa, viéndolo todo, pero callado". Pedro Aguirre, custodio de almacén, 29 años.
Redactado en diciembre de 1998 y publicado el 2 de enero de 1999 en Le Monde.
Foto: Juan A. Madrazo
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