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martes, 6 de septiembre de 2011

Cuba: la vida cotidiana (II)


Por Raúl Rivero (escrito en 1998)

El socialismo, que ama la uniformidad, ha tenido que hacerse flexible en estos tiempos. El transporte en Cuba comienza con la bicicleta, sigue con unos triciclos criollos llamados "bicitaxis" e incluye unos camiones gigantes con cabina de ómnibus que son los llamados "camellos". termina por todo lo alto con taxis Mercedes Benz.

En materia de autos el cubano llega hasta el Lada ruso. En ocasiones puede movilizarse en Peugeot franceses, porque la flotilla de la patrulla de la policía cubana acaba de adquirir, sobre todo para Ciudad de La Habana, un lote de modernos carros de esa marca. Las rutas de òmnibus han eliminado más del 50% de sus viajes y los vehículos viejos y desvencijados por el rigor del clima y el mal estado de las calles se van sustituyendo a cuenta gota por donaciones de vehículos que vienen de España, aunque se pueden ver en circulación a menudo máquinas de Holanda, Noruega, Suecia y unos camiones rusos, con pretensiones de ómnibus, que prestan servicios en fábricas y grandes centros de trabajo.

En 1996 comenzaron a reaparecer en el escenario los automóviles norteamericanos de los 40 y 50, ahora con injertos de motores de petróleo. Estos taxis especiales cubren importantes itinerarios en la capital y pueden montar hasta seis pasajeros. El precio es de 10 pesos cubanos. Es frecuente hoy ver uno de aquellos lujosos Cadillacs que importaba la burguesía local renqueando por una avenida y dando su aporte a la polución con una gran columna de humo negro en el tubo de escape.

También en las zonas rurales se han adaptado los viejos vehículos de carga para pasajeros y hacen viajes entre las cabeceras de provincia, municipios y pequeños poblados.

"Si hubiera dedicado el tiempo que he perdido en estos años esperando una guagua -ómnibus- o algo en qué trasladarme, sería doctor en ciencias o un erudito. Son horas y horas, pero al final se llega", comentó el veterinario Alfredo Vargas.

Los turistas, los extranjeros de paso y el incipiente grupo de isleños que tiene dinero pueden usar, por lo menos, tres categorías de taxis. Desde el siempre agresivo Mercedes Benz hasta uno sencillo, el Citröen petrolero, más barato y aplatanado. Cuba tiene también, en dólares o en su equivalente al cambio en moneda cubana, los choferes de autos de alquiler más cultos de América Latina.

Una ola de centenares de profesionales retirados o que sencillamente renunciaron a sus puestos en el gobierno, lo lleva a cualquier sitio de la ciudad. De ahí que pueda un turista pasear por el Malecón de La Habana sumergido en un espeso debate sobre filosofía, arte o economía. O recibiendo una lección de ortopedia, marxismo y cibernética.

Ciro Trueba desliza su Moskvich ruso por la céntrica avenida 23, en la zona de El Vedado. "Hace 27 años que me gradué de arquitecto. Gano 340 pesos. Estoy obligado a pasarme dos o tres horas al día de taxista. Un par de zapatos vale 250 y un aguacate vale 10".

Redactado en diciembre de 1998 y publicado el 2 de enero de 1999 en Le Monde.

Foto: Juan A. Madrazo

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