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lunes, 11 de julio de 2011

Al socialismo cubano nada lo salva


Por Arnaldo Ramos Lauzurique, La Habana

Tratando de salvar un régimen inoperante y lleno de remiendos, Raúl Castro y sus allegados concibieron un engendro que denominaron “actualización del modelo cubano”, sin tener en cuenta que no existe tal modelo y que por tanto no hay nada que actualizar.

Las piedras angulares de la tal actualización son: 1) la entrega en usufructo de tierras ociosas, sin que los usufructuarios pudieran disponer libremente de éstas, ni del producto de las mismas; 2) reducción de las plantillas infladas o “ proceso de disponibilidad laboral”; 3) mejorar el balance financiero externo a costa de reducir drásticamente las importaciones necesarias, apoyándose en intentos poco probables de sustitución de éstas; 4) reducción de los gastos del Estado deshaciendo antiguos andamiajes como la libreta de racionamiento y las gratuidades “indebidas”, porque las “debidas”, es decir, las de ese grupo élite continuarán; y 5) lo que constituye el pivote de toda esa concepción, el incremento del trabajo no estatal y en especial las labores por cuenta propia, pero sin brindar los recursos necesarios y con una carga impositiva redoblada.

Esa minoría rectora concibió que en los próximos 5 años, tales medidas, pudieran permitir que el trabajo privado ocupara la tercera parte de la fuerza laboral activa y lograra incrementar la productividad del trabajo en un 5%.

En el primer trimestre de 2011 se previó que la reducción de plantillas alcanzara a medio millón de trabajadores, que se incorporarían al trabajo por cuenta propia, pero las cosas comenzaron mal desde la arrancada.

El 21 de mayo el diario Granma anunció que al concluir el mes de abril, el trabajo por cuenta propia alcanzaba a 309,728 personas. Su progresión en los últimos 10 años es la siguiente:

141,300 (2002); 170,500 (2005); 143,800 (2009); 157,371 (2010) y 309,728 hasta el 30 de abril de 2011.

También señaló Granma, que desde que se inició el proceso de reducción de plantillas en el sector estatal, en octubre de 2010, esa forma de trabajo se había incrementado en 221 839 personas, lo cual está muy lejos del medio millón previsto inicialmente para el cierre del primer trimestre del año.

No se brindaron cifras acerca de cuántos de los trabajadores estatales despedidos, se incorporaron a ese tipo de labor, pero si se toma como válido el 16% que corresponde tanto a las licencias otorgadas, como a las que están en trámite, ascendería a unos 35,494, apenas el 7,1% de lo inicialmente previsto.
En la información publicada sobre la reunión del Consejo de Ministros, celebrada el 15 de mayo, se intentó dar una explicación muy simple de ese fracaso, expresando que “se demostró la insuficiente preparación inicial de la base”. Y que además hubo dilación excesiva en los trámites, pero la verdadera explicación estuvo en el atraso en el cronograma de ejecución del proceso de disponibilidad laboral, que se ha desplazado y aún no se han informado los nuevos plazos.

En realidad, aunque son ciertas esas explicaciones, la razón fundamental es que se trata de un conjunto de medidas mal concebidas, contenidas en unos Lineamientos inoperantes, correspondientes a una estrategia absurda, que pretende resolver los problemas que han creado los mismos incapaces que ahora la adoptan.

Pretender que el país salga de la crisis estructural en que se encuentra, sin una amplia apertura hacia una economía de mercado, con un acceso amplio a créditos externos; la participación sin cortapisas de inversiones extranjeras directas, posibilidades sin restricciones a la actividad privada, tanto a pequeña como a gran escala; la entrega de la tierra en propiedad, sin limitaciones en su uso; el comercio libre de productos agrícolas e industriales; y todas las medidas implícitas en una economía de mercado, es un deseo senil del consejo de ancianos que aún mal dirige al país y están tratando de entretener a la población con viejos métodos camuflados de novedades, que no engañan a nadie.

Les aterroriza por igual la economía de mercado y el llamado socialismo de mercado aplicado en China, el primero porque significa su desplazamiento inmediato del poder y el segundo porque significaría una limitación de su poder absoluto en el corto plazo, sin otra perspectiva que su fin posterior.

En realidad, el socialismo de mercado no es un régimen social, sino la dictadura de una clase parasitaria, que explota desde sus posiciones políticas a una sociedad en la que impera un capitalismo salvaje, en la que se manifiesta la corrupción, la desigualdad y la inconformidad creciente, y donde siempre está latente una explosión social. Esa mezcla candente le ha permitido a China lograr un crecimiento económico y capear la situación, pero en Cuba la situación imperante ya ha pasado del estancamiento a un retroceso constante e indetenible.

Al llamado socialismo nada lo salva. Pero el engendro cubano tiene su fin ya muy cercano, porque sus bases económicas no existen.

Tomado de la web de Martha Beatriz Roque

Foto: EFE. Cada año, el 16 de diciembre, miles de personas asisten a la iglesia de El Rincón, en las afueras de La Habana, a rendir culto a San Lázaro, el Babalú Ayé de la religión afrocubana, uno de los santos más venerados en Cuba.

1 comentario:

  1. Microjet
    Muy bueno. Son solo medidas cosméticas para entrener a la población. Claro esta´que una apertura a una verdadera economia de mercado conlleva al fin del control totalitario del régimen en todos los sentidos.

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