Por Tania Quintero
“
Nadie es tan viejo que no crea poder vivir un año más”, dijo Cicerón. Y sus palabras me motivaron a una crónica por mi sexagésimo cumpleaños, el 10 de noviembre de 2002. La titulé Al son de los sesenta. Aquí les va la última crónica. Y el final de 61 cuartillas inéditas e inconclusas que deseo les hayan gustado. Aguardo vuestros comentarios
No celebré los sesenta bailando. Y si hubiera tirado un pasillo no lo hubiera hecho con tenis. Como los usados por Fidel Castro durante la condecoración al premier vietnamita Phan Van Khai. Con tenis de marca y uniforme militar de campaña. Un atuendo tan incompatible como es hoy el país donde nací el 10 de noviembre de 1942.
Cuando Fidel Castro llegó al poder en enero de 1959, yo había acabado de cumplir 16 años. Es la cifra exacta de mi experiencia en una sociedad capitalista: dieciséis años.
En enero del 59 yo -y casi ningún cubano- imaginábamos que nos tocaría vivir décadas y décadas con el mismo barbudo. Un hombre que joven llegó al poder y en él envejeció.
Yo también he envejecido. Pero, gracias a Dios, de distinta manera y posición: lejos del poder, ese monstruo palaciego que obnubila. Y provoca la separación de los pies de la tierra. Y vuelve a la gente irreal.
Afortunadamente estos 43 años últimos, que constituyen más de las tres cuartas partes de mi vida, los he vivido abajo. Entremezclada con eso que llaman masa y que un buen día comenzó a ser amasada. Primero sutilmente y hoy, burdamente manipulada.
Sesenta años cumplieron también en el 2002 famosos como Paul McCartney, Barbra Streisand e Isabel Allende. Lo celebran con festejos donde abundará la música y el champán. A mí me regalaron una botella de sidra Mayador, pero la guardé para diciembre: tal vez en ese mes no tenga dinero para tal lujo. Y música escuché un rato, como todos los domingos. Música cubana, por la radio.
El otro gran regalo fue una caja roja de Nestlé con cuarenta y cuatro bombones. La caja, bellísima, con un diseño en honor al 150 aniversario del nacimiento de Antoni Gaudí, arquitecto catalán, modernista e innovador.
Junto con éstos y otros obsequios me llegaron noticias desagradables. En una escuela relativamente cercana a mi domicilio, en el municipio 10 de octubre, fue detenido un maestro de primaria, acusado de abusos sexuales con niños bajo su cargo. Algo monstruoso que no sólo ocurre en Estados Unidos y no se limita a religiosos ni depravados mentales, drogadictos o ciudadanos corrompidos del mundo capitalista.
En Cuba se producen también tales degeneraciones humanas. Lo único que a diferencia de Estados Unidos y otras naciones, la prensa y las autoridades se lo callan. Para seguir mostrando lo bueno y lo bonito. Para seguir barriendo lo sucio y dejándolo detrás de la puerta o debajo de la cama.
El día de mi cumpleaños una amiga telefoneó para felicitarme. Y de paso contarme que por la calle San Lázaro, llegando a Prado, en pleno centro de La Habana, habían encontrado la cabeza de una mujer. Que lo que había de policías por la zona era mucho, en busca del resto del cuerpo. Y del asesino.
Una vecina no me felicitó, pero si vinculó ese crimen a la existencia de un supuesto “asesino en serie”, que estaría matando por toda la ciudad. Le pregunté si andaba armado, como los dos francotiradores de Washington, y me dijo que no, que mataba con arma blanca y en moto se movía de un sitio a otro. ¡Solavaya!
Puede que estos rumores hayan estado inflados y hayan tenido una buena dosis de fantasía. Porque un alto número de habaneros dedican horas y horas a ver películas policíacas, de terror y misterio en videos domésticos. Pero lo del maestro sí es cien por cien cierto, lamentablemente.
En fin, noticias comunes en cualquier país, pero que en Cuba no son reportadas por la prensa, propiciando bolas (rumores) y especulaciones. La revolución, puritana y pico, de un machetazo acabó con las informaciones sobre sucesos sangrientos: las crónicas, cuando son rojas, es porque están dedicadas a alabar al socialismo.
Cada crimen pasional es contado a su modo y suele recorrer la isla de punta a cabo. Desfigurándose de una provincia a otra. Excepcionalmente aparece en la prensa una nota oficial sobre un asesino o un violador, como aquel de 1996, que puso a parir a la abuela.
El morbo no lo ha podido erradicar el gobierno de Fidel Castro, que aspiraba a crear una sociedad integrada por un pueblo homogéneo, compacto, que pudiera ser tallado como un diamante y convertido en prototipo de seres humanos incorruptibles.
A propósito del 'hombre nuevo' que la revolución cubana no ha logrado formar, vale la pena mencionar que el día de mi cumpleaños, hojeando una revista Vanidades del 2001, de ésas que alquilan libreros particulares -tambien prohibidos, como los bancos de alquiler de videos- había una foto con modelos de ajustadores (sostenedores) de cuando en la URSS también creyeron que se podía construir un ET de carne y hueso. En el pie de foto se aclara que es de una exposición de ropa interior usada durante la época soviética, representativa del pésimo gusto de los tovarichs.
Y pensé que en Cuba, un día, podríamos montar una exposición similar. No ha habido sociedad socialista donde la población no haya tenido que inventar para sobrevivir. A la inauguración yo invitaría a Steven Spielberg, tan creativo e imaginativo.
Pues nada, que llegué a los sesenta. Una edad donde ya se divisa el final del camino, pero que todavía permite emprender nuevos rumbos. Porque no hay nada peor que sentirse inamovible. ¿Lo duda?
Pregúntenselo a Paul McCartney, Barbra Streisand e Isabel Allende. O a Fidel Castro, por cuya mente no ha pasado dar el mínimo paso. Ni siquiera de baile.
No de que bailara, pero después de aquel encuentro con Fidel Castro en mayo de 1986, tuve la esperanza de que hiciera cambios más allá de la reestructuración y renovación de la policía. A partir de ese año comenzó a cobrar auge el turismo y también el jineterismo, la prostitución y el tráfico y consumo de drogas, entre otras consecuencias del auge turístico.
El Muro de Berlín se derrumbó, la Union Soviética se desmembró, el “poderoso” campo socialista desapareció. La guerra de Angola finalizó con negociaciones en Nueva York. Los americanos siguen en sus trece: contra viento y marea mantienen su embargo económico contra Cuba.
China no se movió hacia libertades politicas y civiles: prefirió dar pasos agigantados hacia métodos capitalistas de producción y mercado. Viet Nam tuvo coraje para erguirse, tratar de cicatrizar las heridas de la guerra y hasta establecer relaciones diplomáticas y comerciales con los Estados Unidos, su más reciente enemigo.
Han transcurrido veinticinco años de aquella cita en el Palacio de la Revolución. Y mientras China y Viet Nam por vías más o menos cuestionables, manteniendo sus cerrados y unipartidistas regímenes tratan de desarrollar sus economías y llevar cierta prosperidad a sus pueblos y habitantes, Cuba sigue ahí, estática, a la entrada del Golfo de México, viviendo de la utopía. Soportando ciclones y con su capital a punto de desplomarse. A veces dando la impresión de que avanza un paso cuando en realidad retrocede dos.
Conocí a Fidel Castro en los inicios de su revolución, después lo vi en distintos momentos, como en septiembre de 1970, en la tribuna de un acto en la Plaza de la Revolución, cuando me dio la mano y me confundió con una integrante de la Brigada Venceremos. En 1986, cuando me recibió en su despacho, tenía 60 años. Llevaba entonces veintisiete años dirigiendo a su manera los destinos de la isla. ¿No hubiera sido el momento ideal para retirarse y ceder el mando a una generación más joven?
Mañana: Tania Quintero: Una voz que faltaba, epílogo de Carlos Alberto Montaner.
Nota.- Como el tiempo ha estado presente en esta crónica, quiero terminarla con Años, uno de los más hermosos temas de Pablo Milanés. El video es del concierto que ofreció el 7 de abril de 2011 en el teatro Gran Rex de Buenos Aires. En un momento, al inicio de la canción, Pablo dice "Mercedes", en recuerdo a Mercedes Sosa, fallecida el 4 de octubre de 2009. Y es que en su disco Querido Pablo, lanzado en 1986, a dúo interpretaron Años. Milanés es mi cantante cubano preferido. La última vez que escribí sobre él fue en este post.
Gracias Tania. He disfrutado todos los capitulos y a la vez he ido recordando cosas y aprendiendo. Eras muy bonita.
ResponderEliminarEspero seguir leyendo cosas tuyas. Hoy lei' un articulo muy bueno de Ivan en el blog de Zoe' sobre las jineteras.Te deseo muchas cosas buenas y otra vez gracias.
Platano Microjet
Gracias a ti, Microjet. Ha sido un placer tenerte como lector. En el post del viernes 3 sale una foto mía actual. Me la tiró mi nieta que vive conmigo en Lucerna, llegó a Suiza con 9 años y casualmente ese día cumple 17 años. Por taniaquintero3@hotmail.com enviáme tu correo, para incluirte en la lista de amigos a quienes a cada rato escribo. Sigue visitando el blog Desde La Habana, este sábado se publicará un trabajo refrescante. Un abrazo, Tania
ResponderEliminarTania, puede que también Pabl haya dicho Mercedes por Mercedes García Ferrer, poeta que fue muy amiga suya, y a la que él visitaba constantemente, amiga de Tania Díaz Castro, o por ambas. Muy buen capítulo. Excelente libro, que deberías ampliar. Recibe un beso.
ResponderEliminarTania he disfrutado mucho estas vivencias ,cronicas relatos testimoniales,llenos de una autencidad y cubania increibles,me apunto para seguir cuando este listo el libro,saludos ,Zenaida
ResponderEliminar