Por Tania Quintero
Cada día, nuevas y más alarmantes noticias llegan de la isla. Ya hasta los "logros de la revolución", las vitrinas de la salud y la educación de las cuales el propio Fidel Castro se sentía tan orgulloso, se resquebrajaron e hicieron añicos.
El desastre que vive el país es elocuente en todos los sectores, pero donde más daño hace es en hospitales, policlínicos y consultorios, donde supuestamente la población va a cuidar y recuperar su salud.
O en las escuelas de todos los niveles de enseñanza, en todo el país, donde la grosería y el maltrato han ido supliendo los métodos pedagógicos.
Mientras Cuba naufraga, desgarrada por cinco décadas de problemas sin resolver, necesidades que aumentan por año, una perenne escasez y la represión como postre obligado, a Fidel Castro la vejez le ha dado por ocuparse de temas totalmente ajenos a la realidad de su país y de su gente.
Bueno, era de esperar de alguien que ya gastó bastante tiempo y recursos en una serie de planes y proyectos disparatados desde los primeros años de su llegada al poder.
Quiso crear una nueva raza ganadera y lo que logró fue reducir el número de cabezas de ganado, con una producción insuficiente de leche y carne. Quiso rodear a La Habana de una variedad de café y lo que consiguió fue que los cubanos dejaran su hábito de tomar café varias veces al día y se acostumbraran a tomarlo de vez en cuando, mezclado con chícharos.
Dos de los muchos ejemplos que se pudieran mencionar de este "salvador de la patria", que por culpa de la novia de Ángel Castro, su padre, nos ha tocado padecer durante 51 años.
Si aquella muchacha gallega no se hubiera buscado otro novio y lo hubiera esperado a su regreso de 'la guerra en Cuba', Ángel Castro se hubiera casado con ella y quedado en Galicia. Pero despechado, decidió retornar a la isla. Ahí empezó nuestra desgracia.
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