Mariela Castro Espín, 48 años, directora del Centro Nacional de Educación Sexual y una de los cuatro hijos que tuvo el presidente Raúl Castro con la ingeniera Vilma Espín, probablemente sea más conocida en otros países que en Cuba. Sus conferencias y entrevistas suelen recibir buena difusión en la prensa de las naciones visitadas.
Cuando en 1975 en la isla se puso en marcha una campaña en pro de la educación sexual, Mariela tenía 13 años. Fue su madre, presidenta de la Federación de Mujeres Cubanas, quien la hizo posible, gracias al trabajo y dedicación de dos expertos: el médico cubano Celestino Álvarez Lajonchere y Monika Krause, sexóloga de la antigua República Democrática Alemana e inspiradora del filme La reina del condón.
En su último periplo, por Italia, Suiza y Alemania, la también sobrina de Fidel Castro, dijo que el próximo reto será la inclusión de los derechos de los gays, travestis, lesbianas y transexuales en el Código de Familia. "Ojalá Changó la oiga. La situación de los maricones en Cuba es mejor que unos años atrás, pero todavía les falta un largo tramo para ser respetados y tener plenos derechos, como disfrutamos hoy en países desarrollados de Europa", expresó un gay cubano residente en Suiza.
Desde hace dos años, se viene hablando de la inclusión de los homosexuales en el Código de Familia. E s cierto que las autoridades cubanas autorizaron la celebración del Día Internacional Contra la Homofobia, el 17 de mayo, y las operaciones de cambio de sexo. Acciones positivas, pero vistas con recelo entre la ciudadanía, donde todavía existen muchos prejuicios.
Algunos piensan que lo de la homosexualidad es una cortina de humo. Un paripé. Y que la dirigencia histórica, sobre todo la afín al general Raúl Castro, podría estar intentando convertir a su hija en una figura presidenciable. Para nadie es un secreto que ella tiene la posibilidad de hacer propuestas legislativas por ser una "hija de papá".
El Centro que Mariela Castro dirige no es una organización social ni de masas, como los Comités de Defensa de la Revolución. No es una figura jurídica reconocida por la Constitución de la República para proponer leyes a la Asamblea Nacional del Poder Popular, el parlamento cubano.
Entonces, se puede deducir, que utilizaría la relación de parentesco para lograr sus objetivos. Posibilidad que no tienen grupos opositores, como el Movimiento Cristiano Liberación, de Oswaldo Payá Sardiñas, quien en 2002 presentó el Proyecto Varela y fue rechazado.
¿Sin la intervención de la hija de Raúl Castro, las altas esferas de poder se hubiesen interesado por abordar el tema de los derechos de los homosexuales cubanos? L os gays, lesbianas y travestis cubanos, además, no están organizados en asociaciones con reconocimiento estatal. Es remota la posibilidad de que puedan tener representatividad en el parlamento y participar en la vida política de la nación.
Otras personas ven a la descendiente de los Castro, como una funcionaria de relaciones públicas. Con una presencia más agradable que otros representantes del régimen, su misión sería la de mostrar al mundo que en Cuba se respetan los derechos humanos. Casi siempre sus declaraciones tienen eco en los medios extranjeros, no en los nacionales.
Hacia dentro, las cosas son bien distintas. Los medios locales hacen poco por sensibilizar y promover la tolerancia hacia la homosexualidad en una sociedad tan machista como la cubana. Una mentalidad que pudiera ir cambiando si el gran público pudiera ver en sus televisores documentales como Otra Carmen y En el cuerpo equivocado, basados en experiencias reales.
No todos en la isla están de acuerdo con las propuestas legales hechas por la más famosa de los Castro Espín. Argumentan que otras realidades tienen más prioridad, como la libertad de expresión y de asociación, acceso libre a internet y la eliminación del permiso de entrada y salida del país.
Al margen de unos y otros criterios, ¿qué garantías podrían tener los homosexuales para ejercer sus derechos, si el resto de las prerrogativas humanas reconocidas en el sistema jurídico nacional son seriamente violentadas? Pasaría lo mismo que con la discriminación racial. Se proscribe en la Constitución de la República, pero ningún tribunal tiene jurisdicción para admitir una demanda por un caso de racismo.
La homofobia no se elimina con leyes. Mientras, los gays y travestis cubanos son víctimas de abusos policiales, de la drogadicción, el alcoholismo y la prostitución. E n los últimos tiempos se han convertido en un fuerte atractivo para el turismo sexual. Cuando oscurece, basta caminar por zonas céntricas de La Habana como La Rampa y el Malecón para comprobarlo.
En otros tiempos, al Malecón le llamaban "el muro del pecado", porque las parejas heterosexuales daban rienda suelta a su fogosidad. Ahora le llaman "la isla de los galápagos", por la gran cantidad de gays y travestis que por las noches allí se dan cita.
Foto: Laritza Diversent
Nota: Después de redactado este trabajo, una extensa entrevista a Mariela Castro Espín fue publicada en un sitio suizo. Con el título Mariela Castro miente en Suiza sobre las UMAP, en Cubaencuentro apareció el primer desmentido a sus aseveraciones.
Un homosexual debe ser una persona normal, con desviaciones sexuales en relación a la norma implantada por la diosa naturaleza, que es obsesiva por preservar las especies. Y eso no debe ser malo, hay personas retraídas, otras sociables, unos optimistas y otros pesimistas, los hay anormalmente altos, otros anormalmente bajos, Ok, está bien.
ResponderEliminarPero...¿por que los homosexuales tienen que vestirse, comportarse y explayarse con esos modos que ofenden? Por eso no soy homofóbico, pero si soy fóbico del maricón de carroza como ese de la foto.
Saludos, Víctor
@Victor Anonimo: en mi opinión, los "modos" de los homosexuales es un asunto de ellos. Siempre y cuando no viole la ley, una persona debe tener la libertad y el derecho de vestir y comportarse como le parezca. Y no creo que en un país donde exista libertad, deban existir leyes que regulen cómo vestirse, de qué largo llevar el pelo, o quiénes tienen derecho a llevar barba y quiénes no. ¡Saludos!
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