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sábado, 9 de octubre de 2010

Un cubano, zar de las telenovelas venezolanas

Arquimides Rivero en su despacho tapizado de fotos.
Por Arturo Arias-Polo
"Cuba es mi madre y Venezuela es mi nana'', dice el productor Arquímides Rivero al definir su relación con ambos países. "Adoro a los dos por igual. Y sueño con el día en que se normalicen las cosas en Cuba para que se hagan producciones que puedan competir a nivel internacional''.
Conocido desde hace décadas como el "el zar de las telenovelas venezolanas'', este pinareño de 80 años se mantiene tan fresco como en su etapa de galán de los radiodramas habaneros y caraqueños gracias a una fórmula simple: camina cinco millas temprano en la mañana y luego se dirige a los estudios de Venevisión Productions, ubicados en Hialeah, donde desde su despacho tapizado de fotos revisa libretos, discute con los escritores y hace vaticinios sobre quiénes serán las estrellas del futuro.
"La mujer nace con un temperamento natural para la actuación porque sabe fingir. Lo mismo puede hacerle creer a un hombre que siente placer sexual aunque no lo ame, que es capaz de ocultarle a sus hijos los problemas del hogar. Por esa razón, una muchacha bonita con condiciones para la actuación, si se trabaja bien, se puede transformar en una estrella. Con los hombres es diferente. Cuando audicionábamos a las muchachas que venían de los concursos venezolanos de belleza, siempre encontrábamos alguna con posibilidades para abrirse paso en la televisión. Sin embargo, en los certámenes masculinos era más difícil descubrir un galán, por eso los que hay duran tanto'', afirma categórico.
La lista de famosos que le deben "algo'' a Rivero incluye a Lupita Ferrer, Carlos Mata, Sonya Smith, Marjorie De Sousa, Gaby Spanic, Jorge Aravena, Marlene Favela y William Levy, entre muchas figuras.
"Para que un actor se convierta en estrella necesita tener un temperamento especial. Pero eso no garantiza el éxito de la novela en que participe'', subraya en alusión a la fórmula que le permite a una historia romántica conquistar el favor de la teleaudiencia en latitudes insospechadas. "Si el libreto es malo, la novela no funcionará aunque tenga el mejor elenco del mundo''.
Arquímides Rivero hace un paralelo entre los nudos dramáticos que reflejan las telenovelas y el tablero de ajedrez, un espacio donde se realizan múltiples jugadas con sólo 32 piezas. ‘‘Se pueden hacer millones de telenovelas moviendo las piezas que representan los conflictos humanos. Basta con leer los clásicos para darse cuenta de que los problemas del hombre siempre han sido los mismos'', explica.
El cubano fue clave en el triunfo de Cristal, Leonela, Rubí y Cara sucia. Y también de Acorralada, Alma indomable, Valeria, Mi vida eres tú y Pecadora, los últimos lanzamientos de Venevisión Productions, donde funge como director ejecutivo de programación. Por eso nadie duda de su habilidad para anticipar un éxito. "Ya verás lo que pasará cuando Sacrificio de mujer salga al aire'', comenta al referirse al último trabajo de Marjorie de Souza y Juan Alfonso Baptista realizado por su casa productora.
Cuando Rivero se estableció en Venezuela en 1954 ya tenía un camino recorrido en las radionovelas cubanas. "A finales de los años 40 me mudé a La Habana y enseguida me sumé al cuadro dramático de RHC Cadena Azul. Luego fui galán de Gina Cabrera en CMQ Radio y pertenecí al elenco de El suceso de día, un programa donde Celia Cruz actuaba y cantaba coplas. Participé en las películas Cuando las mujeres mandan (1950) y Bajo el cielo habanero (1951). Pero antes de eso, en 1948, interpreté al médico de Don Rafael del Junco en El derecho de nacer, sin imaginarme que a la vuelta de unos años haría el personaje de Albertico Limonta en la versión venezolana. Otro personaje que hice en Cuba fue el del líder del Partido Ortodoxo, Eduardo Chibás, en su etapa juvenil, en una serie sobre su vida'', recuerda.
En Venezuela, Rivero recibió infinidad de premios por sus actuaciones. "Como en Cuba había tantos actores y se ganaba poco dinero, decidí establecerme en Caracas, donde me contrataron en Radio Rumbo. Allí hice el famoso detective Chan Li Po y todos los personajes de las novelas que compraba en Cuba'', en alusión a Divorciadas, Leonardo Moncada, La Novela del Aire y el resto de los títulos que habían hecho zafra en Cadena Azul y la CMQ, que él adquiría en sus contínuos viajes a la isla cuando era gerente de programación de la emisora venezolana donde permaneció 30 años. "Llegamos a trasmitir 34 novelas diarias'', subraya.
En esa época dio trabajo a decenas de actores cubanos que llegaban a Venezuela en busca de mejores oportunidades. Cuando se encontraba en la cúspide de su carrera como actor y productor radial, el artista fue contratado en 1969 por Radio Caracas Televisión, donde produjo decenas de telenovelas y figuró entre los responsables del éxito de La usurpadora, Doménica Montero, La indomable y una lista interminable de producciones que fueron rebautizadas por Televisa. A partir de 1988 pasó a Venevisión.
"Los esquemas de las telenovelas se repiten porque en la vida siempre ocurre lo mismo. La diferencia está en que los argumentos se han modernizado. Y si algunos todavía subestiman el género, yo les recuerdo que cuando Cristal arrasó en España, la telenovela fue tema de discusión en universidades y muchos estudiantes hicieron sus tesis sobre su impacto en el público, Nadie se explicaba cómo la historia de La Cenicienta escrita por Delia Fiallo hubiera tenido tanto éxito. Y es que la gente siempre toma partido por el personaje indefenso''.
Arquímedes Rivero está casado hace medio siglo y es padre de cinco hijos. De ellos, la única que heredó su afición a las historias de amor fue su hija Omaira, quien fue dialoguista de Gata salvaje, Pecadora y Amor comprado, entre otros trabajos. Aunque lleva viviendo en Miami siete años, el productor viaja cada vez que puede a Caracas, la ciudad donde no sólo desarrolló una impresionante trayectoria artística.
‘‘Allá también me dediqué a criar perros de raza que ganaron muchos concursos de belleza. Mi amor por los animales viene de cuando, siendo muy joven, quise estudiar veterinaria y no pude porque mi familia no tenía recursos para que fuera a la universidad'', revela, sin negar que el arte se impuso en la medida en que se bebía los clásicos y escuchaba en la radio Las aventuras de Pepe Cortés y los episodios de Manuel García, el rey de los campos de Cuba. "Recuerdo que mi hermano y yo hacíamos micrófonos con latas de leche condensada'', cuenta sonriente.
Desde entonces ha llovido muchísimo. Sin embargo, el pinareño sigue tan soñador como en sus comienzos. Mientras se decide a escribir un libro sobre el género al que ha dedicado su vida, no deja de pensar en un proyecto que le apasiona. "Me gustaría hacer una telenovela en Madrid con Penélope Cruz y Fernando Colunga. No descarto la posibilidad de realizar ese sueño'', confiesa.
Sobre el futuro de la televisión en español en Miami se muestra optimista. "Cada día llegan más actores de Latinoamérica y surgen nuevas productoras. No dudo que en poco tiempo, esta ciudad de convierta en el Hollywood de los hispanos''.
El Nuevo Herald, 23 de julio de 2010
Foto: Pedro Portal

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