Google
 

domingo, 17 de octubre de 2010

El pianista de Olga Guillot

Eugenio de Laosa en la actualidad.
Por Gonzalo Aguirregomezcorta

La muerte de la artista cubana Olga Guillot, el 12 de julio, ha cogido por sorpresa a propios y extraños. De la noche a la mañana lo que en un principio parecía una hemorragia en su estómago acabó derivando en un ataque al corazón, órgano que "no cabía en el pecho" de la Reina del Bolero.
"Era muy bondadosa", destaca Eugenio De Laosa. El Maestro. El hombre que la acompañó de gira en gira durante 23 años. Siempre en la penumbra. Pasando desapercibido y con una prudencia que sigue primando en su personalidad tanto como su modestia.
La relación fraternal entre maestro y diva comenzó a gestarse en 1971. De Laosa acompañaba en el piano a la cubana Luisa María Güell en el Cabaret Montmartre de Miami. Tras el concierto, Olga Guillot se acercó a él, le confesó que le había gustado mucho su actuación y le ofreció a ir con ella de gira.
Sustituyó a Juan Bruno Tarraza que era el acompañante de Guillot en aquella época ya que sufría una artritis que le impidió incorporarse. Aunque hay quien afirma que el género masculino le podía y a veces sus escarceos e intentos de arrime con miembros de las orquestas le descentraban a la hora de dirigir los shows. De Laosa , que salió de Cuba vía México tres años antes (1968), se convirtió en la sombra de Guillot, y junto al secretario de la artista, José Luis Garza, se recorrieron América y Europa llenando el equipaje de éxitos. El Maestro recuerda sus estancias en el Hotel Caribe Hilton de Puerto Rico, en el Florida Park del Parque del Retiro, en el Parque de Montjuic de Barcelona, en Lima, Buenos Aires o Bogotá.
"Llenaba el escenario, todos los compositores querían que ella interpretara sus números porque conseguía darles la vuelta", afirma De Laosa, "se movía mucho, declamaba mucho, eran sus ojos, su actitud. La mayoría de los cantantes de boleros se paraban como una vela, ella gesticulaba y lo daba todo, la adoraban en todos los lugares".
Reflexiona. Sonríe. Se traslada a aquél tablao flamenco en Barcelona, propiedad de la madre de Moncho El Gitano del Bolero. Visualiza los bailes entre humo y copas de Olga Guillot y Lola Flores durante toda la madrugada. Eran íntimas amigas, "Lola decía que era hermana de Guillot, congeniaron muy bien y lloró mucho cuando La Faraona murió".
Artistas como Rocío Dúrcal, Rocío Jurado o Joan Manuel Serrat, entre otros, se rindieron ante "mi bombón de chocolate", así la llamaba, "y entablaron buena amistad con ella". También permanence en su memoria aquel toro que Palomo Linares le dedicó en Benidorm "a la mejor cantaora del mundo" como dijo el torero tras la faena.
El Maestro destaca de Guillot la ayuda que siempre ofreció a sus compatriotas, además era "muy chistosa y jaranera". Pero como diva que era, su carácter fuera de los escenarios tenía tanta fuerza como durante sus actuaciones. "Tenía un temperamento muy fuerte", recuerda De Laosa, "su secretario siempre me decía que cuando se volvía loca, lo mejor era dejarla".
Pero Guillot se apoyaba en él. Antes de sus actuaciones Eugenio calmaba sus nervios con palabras de tranquilidad, domaba a la fiera que impresionaría a estadios repletos y efectivamente sus presagios se cumplían. "Todo irá bien Olga", le decía, y todo iba perfectamente.
Ella decidía cuántas trompetas, cuántos saxos, trombones iba a necesitar, y él daba armonía a los vientos, teclados y percusiones. Así funcionaba el tándem Guillot-De Laosa. Allá donde iban contrataban a la orquesta y tras tres horas de ensayo salía Guillot para darle salsa a al bolero.
La última vez que se vieron fue en el mes de abril, en un teatro de Miami. Olga estaba con su secretaria Juanita Salinas y el revuelo en torno a Guillot llamó la atención de De Laosa. Se levantó de su asiento y fue a saludarla. Su abrazo derivó en un arranque de aplausos entre los presentes.
Los flashes parpadearon y ella se sinceró. "Maestro, estoy preparando tres conciertos, en Nueva York, Miami y Madrid. Me quiero despedir de mi público y quiero que me acompañe".
No ha habido despedida. Se ha ido sin avisar. A pesar de ello la diva siempre será recordada como una de las figuras más célebres de la cultura cubana. Una exiliada que nunca pudo volver a su tierra.
El Mundo, 5 de septiembre de 2010

No hay comentarios:

Publicar un comentario