Semanas después de su estreno en Estados Unidos, Killers, la última comedia de Ashton Kutcher, ya estaba entreteniendo a la gente en Cuba.
Por apenas dos pesos, el equivalente a diez centavos de dólar, el cine Yara ofreció una versión pixelada y de colores lavados de las aventuras de Kutcher en la piel de un sicario de la CIA.
"Está buenísima. Acaba de llegar en DVD", explica una mujer en la taquilla del cine estatal. El problema es que eso fue a fines de agosto y oficialmente Killers no iba a ser lanzada en DVD hasta el 7 de septiembre. Incluso entonces no podrá ser comercialmente distribuida en Cuba debido al embargo estadounidense contra la isla.
Pero medio siglo de sanciones comerciales de Estados Unidos convirtieron a Cuba en un paraíso de la piratería y en una oportunidad perdida para las empresas estadounidenses.
Aunque el embargo prohíbe a empresas como Microsoft exportar software a Cuba, la mayoría de las computadoras en la isla utilizan versiones sin licencia de su sistema operativo Windows.
Copias piratas de Windows 7, la última versión, están disponibles en Cuba desde hace meses en manos de vendedores clandestinos.
Las criaturas azules de Avatar, la última cinta de James Cameron, aparecieron en las pantallas de la televisión estatal de Cuba en febrero, cuando la película todavía estaba batiendo récords de recaudación en los cines de todo el planeta.
Haciendo zapping por los cinco canales de la televisión cubana, todos del Estado, uno tropieza con programas como Hannah Montana de Disney Channel o Friends de NBC y películas como Madagascar 2 de Dreamworks.
"La realidad es que los productos y servicios estadounidenses están allí, independientemente de que las compañías que los fabrican los vendan o no", dijo Jake Colvin, vicepresidente para Comercio Global del Consejo Nacional de Comercio Exterior en Washington. "Lo frustrante es que las compañías estadounidenses no están recibiendo nada a cambio".
El embargo comercial impuesto en 1962 por Estados Unidos, con el objetivo de forzar un cambio en el sistema socialista, prohíbe a las empresas estadounidenses hacer negocios con Cuba, salvo exportar productos agrícolas y medicinas con restricciones.
La posición extraoficial de Cuba es que el embargo limita su acceso a muchos productos por lo que no tienen más remedio que recurrir a la piratería.
El ministerio cubano de Relaciones Exteriores suele ofrecer todos los años una conferencia de prensa sobre el impacto de las sanciones estadounidenses, disparando láminas de Microsoft PowerPoint desde un laptop HP en una pantalla 3M.
La Alianza de Software Empresarial (BSA, por su sigla en inglés), un grupo con base en Washington, dice que el 63% de los programas usados en América Latina en el 2009 eran piratas y tenían un valor comercial aproximado de 6.200 millones de dólares.
"Nosotros calculamos que el índice de piratería en Cuba debe andar alrededor del 80%, si no es más", dijo Montserrat Durán, directora de asuntos legales para América Latina de BSA.
Cuba, sin embargo, ha sido mucho más protectora de sus propias marcas, invirtiendo tiempo y dinero en defender en tribunales de Estados Unidos los derechos de sus tabacos Cohíba y del ron Havana Club.
El Consejo Nacional de Comercio Exterior dice que la falta de relaciones diplomáticas formales entre ambas naciones impide a las empresas estadounidenses plantear estos asuntos con las autoridades cubanas.
"Hasta que no arreglemos las relaciones, hasta que los gobiernos no puedan hablar entre sí y tener relaciones oficiales y hayan reglas sobre cómo las empresas pueden interactuar y hacer negocios con Cuba, no vamos a poder resolver este problema", dijo Colvin.
Pero mejores relaciones podrían exponer las dimensiones de la piratería en Cuba, dijo un ingeniero de sistemas. "El día que nos amiguemos con Estados Unidos va a venir Bill Gates a pasarnos la cuenta. Y va a ser grande", dijo medio en broma y medio en serio.
Un portavoz de Microsoft declinó hacer comentarios.
Por el momento, Cuba debe concentrarse en el futuro más que preocuparse por el pasado, dijo Durán, de BSA.
"No se pretende que paguen lo que ya pasó, sino que los gobiernos legalicen sus productos y empiecen por dar el ejemplo. Que los ciudadanos sepan que esto es un delito como robar un auto", explicó.
Según expertos locales, eso explica la decisión del Estado cubano de cambiar sus computadoras de Windows a Linux, un sistema operativo gratuito y de código abierto promocionado, además, como una alternativa a la dominación estadounidense del mercado del software.
Por apenas dos pesos, el equivalente a diez centavos de dólar, el cine Yara ofreció una versión pixelada y de colores lavados de las aventuras de Kutcher en la piel de un sicario de la CIA.
"Está buenísima. Acaba de llegar en DVD", explica una mujer en la taquilla del cine estatal. El problema es que eso fue a fines de agosto y oficialmente Killers no iba a ser lanzada en DVD hasta el 7 de septiembre. Incluso entonces no podrá ser comercialmente distribuida en Cuba debido al embargo estadounidense contra la isla.
Pero medio siglo de sanciones comerciales de Estados Unidos convirtieron a Cuba en un paraíso de la piratería y en una oportunidad perdida para las empresas estadounidenses.
Aunque el embargo prohíbe a empresas como Microsoft exportar software a Cuba, la mayoría de las computadoras en la isla utilizan versiones sin licencia de su sistema operativo Windows.
Copias piratas de Windows 7, la última versión, están disponibles en Cuba desde hace meses en manos de vendedores clandestinos.
Las criaturas azules de Avatar, la última cinta de James Cameron, aparecieron en las pantallas de la televisión estatal de Cuba en febrero, cuando la película todavía estaba batiendo récords de recaudación en los cines de todo el planeta.
Haciendo zapping por los cinco canales de la televisión cubana, todos del Estado, uno tropieza con programas como Hannah Montana de Disney Channel o Friends de NBC y películas como Madagascar 2 de Dreamworks.
"La realidad es que los productos y servicios estadounidenses están allí, independientemente de que las compañías que los fabrican los vendan o no", dijo Jake Colvin, vicepresidente para Comercio Global del Consejo Nacional de Comercio Exterior en Washington. "Lo frustrante es que las compañías estadounidenses no están recibiendo nada a cambio".
El embargo comercial impuesto en 1962 por Estados Unidos, con el objetivo de forzar un cambio en el sistema socialista, prohíbe a las empresas estadounidenses hacer negocios con Cuba, salvo exportar productos agrícolas y medicinas con restricciones.
La posición extraoficial de Cuba es que el embargo limita su acceso a muchos productos por lo que no tienen más remedio que recurrir a la piratería.
El ministerio cubano de Relaciones Exteriores suele ofrecer todos los años una conferencia de prensa sobre el impacto de las sanciones estadounidenses, disparando láminas de Microsoft PowerPoint desde un laptop HP en una pantalla 3M.
La Alianza de Software Empresarial (BSA, por su sigla en inglés), un grupo con base en Washington, dice que el 63% de los programas usados en América Latina en el 2009 eran piratas y tenían un valor comercial aproximado de 6.200 millones de dólares.
"Nosotros calculamos que el índice de piratería en Cuba debe andar alrededor del 80%, si no es más", dijo Montserrat Durán, directora de asuntos legales para América Latina de BSA.
Cuba, sin embargo, ha sido mucho más protectora de sus propias marcas, invirtiendo tiempo y dinero en defender en tribunales de Estados Unidos los derechos de sus tabacos Cohíba y del ron Havana Club.
El Consejo Nacional de Comercio Exterior dice que la falta de relaciones diplomáticas formales entre ambas naciones impide a las empresas estadounidenses plantear estos asuntos con las autoridades cubanas.
"Hasta que no arreglemos las relaciones, hasta que los gobiernos no puedan hablar entre sí y tener relaciones oficiales y hayan reglas sobre cómo las empresas pueden interactuar y hacer negocios con Cuba, no vamos a poder resolver este problema", dijo Colvin.
Pero mejores relaciones podrían exponer las dimensiones de la piratería en Cuba, dijo un ingeniero de sistemas. "El día que nos amiguemos con Estados Unidos va a venir Bill Gates a pasarnos la cuenta. Y va a ser grande", dijo medio en broma y medio en serio.
Un portavoz de Microsoft declinó hacer comentarios.
Por el momento, Cuba debe concentrarse en el futuro más que preocuparse por el pasado, dijo Durán, de BSA.
"No se pretende que paguen lo que ya pasó, sino que los gobiernos legalicen sus productos y empiecen por dar el ejemplo. Que los ciudadanos sepan que esto es un delito como robar un auto", explicó.
Según expertos locales, eso explica la decisión del Estado cubano de cambiar sus computadoras de Windows a Linux, un sistema operativo gratuito y de código abierto promocionado, además, como una alternativa a la dominación estadounidense del mercado del software.
Reuters/La Habana
Foto: Tati Tabak, Picasa
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