Por Walter G. Magaña
La actividad del Trío Matamoros duró hasta el 10 de mayo de 1960, cuando se produjo el retiro artístico de Miguel, Siro y Cueto, después de 35 años de labores artísticas, cansados de viajes, en los que pasearon la música popular cubana por muchas partes del mundo.
Se despidieron definitivamente del público cubano esa noche del 10 de mayo, a través del programa televisivo “Jueves de Partagás”, donde se anunció el silencio musical definitivo del trío más famoso de Cuba.
El mutismo al que se sometió el Trío Matamoros no fue casual. Recordemos que el 1º de enero de 1959 el movimiento dirigido por Fidel Castro había derribado al presidente Fulgencio Batista, y por esa época Fidel Castro, el líder de la revolución cubana, anunció la adhesión del Cuba al comunismo (un año más tarde, en 1961, lo anunciaría al mundo en la ONU), con lo cual nunca estuvo de acuerdo Miguel Matamoros. Entonces para no hacer una representación musical en el plano internacional de una patria comunista, optó por el silencio.
La muerte de los integrantes del Trío Matamoros está en una progresión aritmética de diez años de diferencia entre cada uno. Miguel Matamoros murió el 15 de abril de 1971, en su natal Santiago de Cuba, luego de tener una grave parálisis muscular y de estar casi ciego, a la edad de 77 años. Siro Rodríguez el 29 de marzo de 1981, y Rafael Cueto el 7 de agosto de 1991 en La Habana, Cuba.
Se sabe que a la muerte de Miguel Matamoros le sobrevivieron un hijo, Mario Miguel Matamoros, y una hija, Seve Matamoros, que vive en Cuba y aunque ha intentado incursionar como cantante, no ha tenido éxito.
Siro Rodríguez Furneaux. Nació el 9 de diciembre de 1899, en la casa número 3 de la calle Marte, entre Garzón y General Escario, en Santiago de Cuba. Hijo de Apolonio Rodríguez, pequeño comerciante, y de Leocadia Furneaux. Su infancia transcurrió en el barrio Tívoli, en las calles Santa Rosa y Santiago, en la casa de unos familiares por el lado materno. Cursó sus estudios primarios en la escuela pública Modelo. En su adolescencia aprendió el oficio de herrero en el taller de Melesio Rizo, ubicado en el barrio Sueño.
Poseedor de una potente voz de barítono, a los catorce años de edad debutó artísticamente cantando a dúo con Alberto Aroche, en un homenaje que Sindo Garay le ofreció al trovador Leopoldo Rubalcaba en el teatro de Oriente de Santiago de Cuba. La melodía interpretada a dúo, en aquella oportunidad por Siro, en la voz prima, y Aroche en la segunda voz, con Sindo en la guitarra acompañante fue la criolla dominicana “Olas que al norte arrastran”.
En 1918 se trasladó a trabajar al central Oriente, en Palma Soriano, de aquí pasa al central Preston, donde prestó sus servicios como segundo herrero del taller de locomotoras. Nuevamente reingresa a prestar sus servicios como mecánico herrero en el central Oriente. De ahí se trasladó a Ciego de Ávila, en Camagüey. Más tarde se encuentra laborando en el central Jaronú, y en unas vacaciones decidió visitar La Habana. Su estancia coincidió con el entierro del general José Miguel Gómez, quien fuera presidente de la república. Al regreso de estas vacaciones se reincorporó al taller de Melesio Rizo.
En una de las cruces de hierro que adornan las torres de la catedral de Santiago de Cuba, está grabado el nombre de Siro Rodríguez y el de su maestro, cuando decidieron hacerlas dobles y el trabajo le fue encomendado a la herrería donde trabajaba Siro.
El 8 de mayo de 1925 acudió como invitado por su amigo Rafael Cueto, a la fiesta por el cumpleaños treinta y uno de Miguel Matamoros, con quien cantó a dúo aquella memorable noche. Fue así como se creo ese día uno de los tríos más famosos de Cuba, el Trío Matamoros. Con su voz de barítono muy dulce, cada vez que tenía oportunidad arpegiaba con su voz sobre el acorde con gran maestría. Junto con los demás integrantes del trío recorrió una gran parte de los escenarios de muchas ciudades del mundo.
Como autor musical nos dejó algunas creaciones que grabó el trío Matamoros, entre ellas los sones “El puerquito en la yuca” y “Déjame gozar mulata”, y el bolero “Cien veces”, que encierra un hermoso mensaje autobiográfico. Falleció a las seis de la mañana del domingo 29 de marzo de 1981.
Rafael Cueto Hechavarría. Nació el 14 de marzo de 1900 en la calle de San Agustín número 7, entre las calles Pozo del Rey y Enramada, en Santiago de Cuba. Músico de escuela, conocía de armonía. Era la segunda guitarra y tercera voz del Trío Matamoros. Mientras Miguel “rayaba” la guitarra, Rafael, aparte de marcar los tonos, hacía unos movimientos de bajos insuperables.
Aprendió las primeras letras en una escuela privada situada en la esquina de la calle de su casa. A los ocho años ingresó a la escuela Modelo, situada por aquellos tiempos en la calle San Jerónimo y Paraíso. Posteriormente su padre lo trasladó para la escuela El Divino Maestro y por último, lo matriculó en el colegio que dirigía don Juan Martínez, en las calles Providencia y San Félix, escuela que fue un verdadero centro de intelectuales, todos condiscípulos de Rafael. El reiterado cambio de escuelas y colegios obedecía a las repetidas inasistencias del joven Rafael a clases por la pasión que sentía por hacerse pelotero. En lugar de asistir a clases se fugaba para jugar al béisbol.
A los siete años, Rafael Cueto inició sus estudios musicales de Solfeo y Teoría de la Música con la niña Antidia Fabré, que era una estudiante con notas sobresalientes y vecina de la misma calle donde vivía Rafael. Pero el niño Rafael había comenzado a aprender de manera autodidacta el tres, que fue el primer instrumento que le llamó la atención, propiedad de un tío suyo llamado José Hechavarría. Cuando su tío se marchaba para el trabajo. el joven Rafael aprovechaba para tocar el instrumento, después de que fuera sorprendido en varias oportunidades y reprendido por su tío, como el sobrino llegó a superar al dueño del instrumento, éste terminó regalándose.
Su padre le escoge como oficio el de sastre y lo ingresa como aprendiz en la sastrería de Barrabeit, situada en la calle Enramada entre Carnicería y Calvario, cuando el joven Rafael Cueto tenía solo catorce años. Luego pasó a trabajar a la sastrería de José Dolores Sánchez, localizada en la calle San Juan Nepomuceno y Jagüey, después pasó a la sastrería de Caraballo, en la calle San Félix esquina con Carmen, todas ellas en Santiago de Cuba. El sueldo que ganaba era poco, pero de nuevo el juego del béisbol, ahora unido a la afición por la guitarra impidieron que aprendiera el oficio de sastre, porque las faltas al trabajo eran frecuentes.
Se dice que de no haberse consagrado a la música y de haberlo hecho a la práctica del béisbol, hubiera llegado a figurar entre los más destacados de ese deporte en Cuba. Esto quedó demostrado al pertenecer a la Liga de los Juveniles de la Provincia de Oriente, y se reafirmó cuando pasó a jugar en la Liga Amateur. Su nombre y fotografía aparecieron con frecuencia en la prensa de Santiago de Cuba, destacando sus brillantes jugadas realizadas en el diamante de béisbol.
Como Rafael Cueto era miembro de una familia numerosa y su padre ganaba muy poco dinero, era necesario que buscara un trabajo mejor remunerado. Su hermano menor le consiguió trabajo en la fábrica de fideos La Confianza, donde permaneció por poco tiempo, pues aunque ganaba un poco más como sastre no llegó a dominar satisfactoriamente ese oficio. Recomendado por el capitán del equipo Estrellas de Bacardí, comenzó a trabajar en la fábrica de ron Bacardí, y formó parte del mencionado equipo como receptor.
A los quince años comenzó a estudiar guitarra con un músico de nombre Manuel, conocido por “Hueso”, quien lo acompañaba en algunas ocasiones cuando Rafael tocaba el tres. Aprendió a tocar rápidamente la guitarra por los conocimientos adquiridos por el toque del tres. Después se entusiasmó con el aprendizaje del cornetín y comenzó a recibir clases de un profesor llamado Fermín, que continuó más tarde con Faustino Miró, conocido como “Kico”.
Posteriormente, cuando tenía 16 años, Rafael Cueto ingresa a trabajar en la cervecería Tropical, donde permanece por un período un poco más largo. Su tarea era descargar las cajas con botellas vacías y cargar con cajas de botellas llenas de cerveza los camiones repartidores. Un día al verlo su padre, se sorprendió de la rudeza del trabajo y lo poco remunerado, entonces decidió buscarle un trabajo más acorde a su edad.
Con la colaboración de algunos amigos, su padre obtuvo que fuera nombrado mecanógrafo temporal en la Junta Provincial Electoral de Oriente, pero una vez finalizado el período electoral quedó desempleado. A los pocos días, su padre lo ubicó en la Jefatura de la Policía de Santiago de Cuba, donde se desempeñó como policía escribiente, cargo en el que estuvo por poco tiempo. Renunció para desempeñar un cargo similar, como escribiente, en la Jefatura Local de Sanidad, donde permaneció desde los inicios de 1919 hasta 1928, cuando realizó el viaje a Nueva York con el Trío Matamoros. Pero a pesar de haber solicitado previamente una licencia por un mes y de habérsela concedido, fue despedido.
Antes de conocer a Miguel Matamoros, Rafael Cueto acompañó a casi todos los mejores cantantes y guitarristas de Santiago de Cuba. Pero no fue sino hasta el año 1924, cuando conoció a Miguel por intermedio de un amigo de ambos que los presentó, Bernardino Reboredo. Matamoros tenía urgencia en aquel momento de un guitarrista acompañante que sustituyera a Alfonso del Río, en el Trío Oriental - que dirigía Miguel Matamoros y que también integraba Miguel Bisbé en la segunda voz y claves- , para un viaje que proyectaban hacer a La Habana, pues a Alfonso del Río, quien era oficial de policía, le habían negado el permiso solicitado para tal fin. Así fue como Rafael Cueto se vinculó al Trío Oriental, cuya presentación en La Habana, en 1924, tuvo por escenarios los teatros Albisu (Campoamor) y Actualidades.
De aquí en adelante, la historia de su vida es afín a la del Trío Matamoros, al lado de Miguel Matamoros y Siro Rodríguez. Como guitarrista acompañante Rafael Cueto es considerado uno de los más destacados en la música popular cubana, falleció el 7 de agosto de 1991 en La Habana, Cuba.
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