Por Walter G. Magaña
En mayo de 1929, el Trío Matamoros regresó a La Habana en compañía de la Banda Municipal de Santiago de Cuba, bajo la dirección del profesor Enrique Bueno, para participar en un concurso de bandas en el Teatro Payret. Como parte de sus miembros, la Banda incluyó al Trío Matamoros para la interpretación de dos canciones. En el clarinete, la Banda incluía también a Máximo Francisco Repilado Muñoz (que posteriormente se conocería como Compay Segundo) quien coincide por primera vez con el Trío Matamoros, estableciendo lazos de amistad con sus integrantes.
La Banda Municipal de Santiago de Cuba interpretó "Poeta y aldeano", la obra de concierto designada por el jurado, que debía ser interpretada por todas las bandas participantes en el evento. Mientras que para la ejecución de la pieza musical libre, seleccionaron una de carácter popular: “El cocuyé”, escrita en el siglo XIX, en cuya parte vocal se presentó el Trío Matamoros, adicionando a manera de popurrí “El que siembra su maíz”, que gozaba de gran popularidad.
Esta interpretación arrancó los más fuertes aplausos del público asistente, consiguiendo el primer premio. La Banda santiaguera también actuó en la inauguración del Capitolio, interpretando para la ocasión el Himno Nacional cantado por el Trío Matamoros, quienes izaron la bandera cubana en el acto. En esta ocasión la estancia del Trío en La Habana fue breve, regresando pronto a Santiago de Cuba.
Es importante anotar que en los primeros años de la década de 1920, el son no tenía gran aceptación social en Cuba, era visto como “cosa de negros”. Pero entre los años 1925 a 1930, cobra un auge impresionante, al punto que los historiadores consideran ese período como la “Época dorada del son cubano”, gracias al desarrollo de la industria discográfica y de la radio, lo que sirvió para difundir universalmente el son.
Además, el son encontró en el Trío Matamoros la forma más clásica de síntesis musical, desplazando de la preferencia del público nacional y extranjero a sextetos de gran calidad como eran El Habanero y El Nacional, debido a su calidad interpretativa que los hizo destacarse entre los restantes conjuntos surgidos en su época, antes y después que ellos.
En julio de 1929, el Trío Matamoros realiza su segunda visita a la ciudad de Nueva York. En tres días grabaron 20 números y para la película “Mosaicos internacionales”, producida por la Paramount Films, cantaron los temas “Promesa” y “Son de la Loma”. Regresaron a La Habana y posteriormente a Santiago de Cuba, donde realizaron una gira artística por Oriente, con gran éxito. Terminada la gira regresan a Santiago de Cuba.
Los discos del Trío Matamoros eran distribuidos en Cuba y también en México, Santo Domingo y Puerto Rico. Esto posibilitó que a mediados del año 1929 recibieran un contrato para actuar en Yucatán. El Trío Matamoros toma el barco a vapor que los llevaría a Mérida, Yucatán, en una gira que duró cerca de dos meses.
A su regreso actuaron de nuevo en La Habana, realizando algunas grabaciones en el edificio situado en la calle 23 entre O y P, Vedado, en la misma edificación donde hoy funciona el Ministerio del Trabajo. Entre las grabaciones que hicieron aparece un disco en 78 r.p.m., acompañando a la Orquesta de Antonio María Romeu, en los números “Quince” y “Bolichán”.
Ante la presión del presidente Gerardo Machado, debido a sarcástiscas composiciones de matiz político, como “El desastre del Morro Castle”, “Regálame el ticket” y “¿Quién tiró la bomba?”, el Trío Matamoros decide viajar a República Dominicana. Recorrieron todo el interior del país, pero estando en la capital, Santo Domingo, los sorprendió un devastador ciclón que arrasó gran parte de la ciudad y ocasionó la pérdida de miles de vidas humanas.
Ante el desastre, el Trío tuvo que suspender la gira y retornar a Santiago de Cuba. Regresaron en un avión del ejército cubano que había transportado médicos y medicinas a Santo Domingo, enviados por el gobierno. La tragedia conmovió sensiblemente a Miguel Matamoros, quien compuso el bolero-son “El trío y el ciclón”.
Por la misma fecha, compuso “Lágrimas Negras”, igualmente fruto de una experiencia real. Se dice que la letra surgió en Santo Domingo, al escuchar Matamoros el llanto desconsolado de una mujer que había sido abandonada por su esposo y todo el día se la pasaba lamentándose, porque era el amor de su vida y hasta llegó a decir que si volvía con ella, no le importaba si tenía que morir.
Hacia finales de 1930, los integrantes del Trío Matamoros se embarcan en el puerto de Santiago de Cuba, en un barco cubano a vapor hacia Haití. De allí, por su cuenta pasaron a Venezuela, sin contrato alguno. Por ese motivo no pudieron desembarcar cuando arribaron a Venezuela y se vieron obligados a pasar 31 días a bordo de la embarcación, y de nuevo regresaron a Haití.
Actuaron en Port-au-Prince, y desde la capital haitiana emprendieron viaje por carretera hacia República Dominicana. Pero la actuación del Trío en Santo Domingo fue corta, dado que el país aún no se había recuperado de las desastrosas consecuencias del ciclón de 1930. Regresaron a Santiago de Cuba el 18 de enero de 1931.
Ese año, el presidente Machado tuvo que abandonar el poder y exiliarse, por el golpe militar propinado por Fulgencio Batista, quien ascendió directamente de sargento a coronel y jefe supremo de las fuerzas armadas. En febrero de 1931, el Trío regresó de nuevo a La Habana. Esta vez su estadía fue prolongada, realizando presentaciones en la radio, teatros, cines, cabarets, clubes y fiestas particulares.
Por esa época, el Trío disfrutaba de una inmensa popularidad. En el mes de septiembre, el Trío viaja de nuevo, con un contrato para Puerto Rico, seguramente motivados por el insigne compositor Rafael Hernández, a quien conocían desde Cuba. Recorren todo Puerto Rico, actuando en la radio, teatros y cines. Regresan a La Habana en 1932.
El 8 de julio de 1932, a bordo del barco de vapor Reina del Pacífico, el Trío Matamoros salió desde el puerto de La Habana, junto a la Orquesta Siboney, que dirigía Alfredo Brito, rumbo a España. Llegan a Santander, donde debutan en el teatro Victoria, con gran éxito. Debido a la gran acogida que tuvieron, fueron contratados para actuar por todo el norte de España.
Como consecuencia de los éxitos obtenidos en las presentaciones por España, los empresarios decidieron que hicieran pronto su presentación en Madrid, donde actuaron en el Circo Price, con una gran asistencia de público. De allí pasaron a Barcelona, donde hicieron su debut en el teatro Novedades, después de la presentación de la zarzuela “Luisa Fernanda”. Continuaron actuando por diversas poblaciones, hasta llegar a San Sebastián, donde se presentaron durante una semana. Desde esa ciudad emprendieron viaje rumbo a Francia.
En la capital francesa el Trío Matamoros actúa por un mes en el Teatro Empire, en el Cabaret Embassy y en el Casino de París. La estancia en la capital francesa se prolongó por dos meses. De París regresaron nuevamente a Madrid, donde se presentaron en el Cabaret Lido y en el teatro Fuencarral. Una vez terminadas estas actuaciones, emprendieron viaje hacia Portugal para presentarse en Lisboa, en el escenario del inmenso Coliseo Recreios. De Lisboa pasaron, de nuevo, al norte de España, a Galicia, donde hicieron un recorrido por Ourense, Vigo, Pontevedra y Santiago de Compostela. En la capital gallega terminaron su gira por Europa.
En febrero de 1933, arribaron a La Habana, emprendiendo de inmediato una gira artística por todo el interior de Cuba, que finalizó en la ciudad de Santiago de Cuba. Después viajan a La Habana, y una vez más se presentan en cines, teatros y la radio.
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